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Reseña “Herencia Virreynal”

Partiendo de la plausible reflexión del destacado filósofo danés Soren Kirkeengard


“Cuanto más hondamente se angustia en el conocimiento, tanto más grande es el
hombre” 1 , es diligente traer a colación lo señalado por el Profesor Fernán Romano
Altuve-Febres Lores, quien manifestó el día 03 de Marzo, dando inicio a una semana
extraordinaria de Universitas, que debemos dejar los paradigmas que generan aversiones
desmedidas en contra de los españoles, enseñanzas que resultan relevantes para entender
lo que es la veritas en si misma, la verdad en sentido concreto de nuestro origen. Cabe
resaltar, que la educación recibida no ha tenido un asidero verídico, pues nuestros
maestros, en aquella época colegial, no hacían más que exponer un relato incluso y hasta
carente de fuente confiable; crítica constructiva que debe ser valorada por quienes
tuvimos la oportunidad de asistir a las tres plausibles conferencias brindadas por dos
profesores de altísimo nivel -reconocidos en el mundo histórico-académico- y el orgullo
de poder escuchar a un profesor de nuestra alma máter, quien nos esbozó algunos detalles
muy interesantes sobre la Cultura Jurídica en la Época Virreinal.

Como hombre de derecho soy un convencido de que, debemos tener siempre presente la
“constante y perpetua voluntad de dar a cada quien su derecho” como señalaba el
Aquinate, a la justicia, como el ideal rector y primero que debe gobernar nuestra vida en
el ejercicio de la abogacía, sin embargo, esto no sucede actualmente, lo único que
podemos visualizar en la realidad jurídica son exposiciones retóricas brillantes de
connotados litigantes, que son meros instrumentos de la ley, meros voceros, rol que fue
ejercido por los jueces en la Revolución Francesa y que viene siendo incipiente hasta la
actualidad, razón fáctica que es irrefutable en virtud que, lo que caracteriza al abogado
actualmente es la habilidad de ser un mero técnico de leyes que realiza únicamente la
aplicación del método de subsunción a cada caso concreto.

En la misma línea del parágrafo precedente, me animó a manifestar que me llamó


notoriamente la atención lo explicado por el Profesor César Velan quien señaló que en
épocas pretéritas, existía una influencia notoria de la formación espiritual en la
administración de justicia; en virtud del Principio de Benignidad ocho de diez imputados
que eran declarados culpables eran perdonados, es decir la punibilidad del acto era
anulada, ya que la influencia de la misericordia y la conversión del hombre viejo era una

1
Fernández Sessarego, Carlos “Bosquejo para una determinación Ontológica del Derecho”, Lima,
Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1950, pp.1
pauta rectora que debía ser considera al momento de decir el derecho (iurisdictio). Por
otra parte, conocí -reconociendo mi carencia de conocimiento sobre el tópico- que el
último virrey del Perú llevó mi primer apellido, Juan Pío De Tristán Moscoso quien fue
un militar y político peruano que luchó en el bando realista durante la Guerra de
Independencia Hispanoamericana y que llegó a ocupar interinamente el cargo de virrey
del Perú, convirtiéndose en el último representante de España en el Perú. Datos,
acontecimientos, historia a la que no pude haber accedido sino fuera por la iniciativa del
organizador de dicho evento a quien le manifiesto mi agradecimiento mediante las breves
líneas que expongo.

Más allá de la terminología que a criterio propio como para el mundo académico resulta
de suma trascendencia determinar es, el de analizar dos conceptos que pueden parecer
indeterminados o inclusive hasta ambiguos, connotación a la que se puede llegar sin una
investigación histórica sobre los mismos. Hago referencia a los términos de Autoridad -
Autoritas- y Potestad -Potestas-, los cuales fueron explicados por el Profesor Altuve
enérgicamente, quien señaló que no son lo mismo, se puede tener autoridad, pero no tener
poder, ejemplo, los jueces, se habla del Poder Judicial, el Poder Judicial no tiene poder,
lo que debe tener es autoridad, la autoridad es la capacidad de enseñar en valores y en
virtudes, el acto de autoridad de decir un veredictum, una verdad dicha, eso es lo que dice
el magistrado, una verdad judicial. Análisis que es diligente, prudente e idóneo de cara a
una época en la cual se necesitan de reformas en el sistema de justicia; de tal manera el
profesor Altuve señaló que no tiene sentido denominar al sistema judicial como poder
judicial, sino como autoridad judicial en base a lo precedentemente explicado. Aquí,
evidenciamos la ignorancia del legislador de la historia al momento de promulgar una ley
en merced que, no se estudió exhaustivamente el contenido de dicho término y de como
fue formulado en sus inicios. Lamentablemente, el legislador peruano sigue siendo una
mofa para quienes analizamos el derecho desde una perspectiva completa y
multidisciplinaria.

Finalmente, a modo de conclusión resulta idóneo sostener que la herencia virreinal tiene
una estruendosa calidad e influencia en cada uno de nosotros a pesar de que no la
percibamos, sucesión histórica que hemos venido adquiriendo sin valorarla, entenderla, y
lo que resulta peor, olvidándola. Lo mencionado en líneas precedentes no tiene porqué
continuar, debe ser totalmente antagónico, la difusión debe comenzar desde nuestros
hogares para así incentivar cultura histórica y por lo tanto se convierta en parte de nuestras
vidas, conocer la verdadera historia.

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