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STRATEGY SAFARI
Aunque de alguna manera visitada por todo ejecutivo que se precie, la estrategia y
su proceso de formación para la gran mayoría sigue siendo territorio desconocido.
No obstante, desde cualquier puesto gerencial se la habrá visto evolucionar con la
época, adoptando y descartando con igual convicción cada nueva teoría o enfoque
metodológico. Asociado a menudo con la forma y no con el fondo, el proceso de
formación de la estrategia fue objeto de estudio de la teoría del management
desde su nacimiento.
Con o sin consultor de soporte, directores y gerentes los han usado con mayor o
menor éxito y han contribuido con la experiencia a corroborar, refutar o adaptar las
premisas teóricas.
La más influyente, sin duda, fue la responsable, entre otros conceptos, del análisis
FODA o SWOT, un esquema infaltable en cualquier presentación de negocios,
cuyo objeto es determinar las fortalezas y debilidades de la organización a la luz
de las oportunidades y amenazas del entorno para así buscar el ajuste o "fit" entre
las capacidades internas y posibilidades externas.
Esa primera etapa analítica convergente daba paso, en esta segunda fase, a la
implementación que, divergente, la hacía llegar a toda la organización.
Las premisas
Crítica
Pero donde el modelo se volvía más detallista era en la etapa operativa. Dada su
tendencia a la formalización, en la implementación disfrutaba del análisis,
elaboración y racionalización. Los planes estratégicos de largo plazo, por lo
general, a cinco años, se abrían en planes a mediano plazo subdivididos en
planes operativos para el próximo ejercicio. Cada uno con sus objetivos,
presupuestos, subestrategias y planes de acción. Todos para ser cumplidos a pie
juntillas.
Más allá de las variaciones sobre el modelo central, hubo algunos desarrollos
posteriores específicos. La ya mencionada planificación de escenarios, por
ejemplo, aun asumiendo que el futuro es impredecible, procura, especulación
mediante, definir una variedad de entornos probables. Un ejercicio que puso de
moda la Royal Dutch Shell a mediados de los '80. Aun cuando ninguno de los
escenarios se ajuste completamente a la realidad, la actividad en sí resulta
estimulante.
Por su parte, aunque muchos lo consideren autónomo, los alcances del control
estratégico son idénticos a los de la planificación estratégica. Se lo incluye entre
los tres estilos de elaboración de estrategias de las grandes corporaciones: una
versión híbrida que combina la promoción de los intereses corporativos del
planeamiento estratégico —todo se resuelve en la casa matriz— y la autonomía
de las unidades de negocios típica del control financiero en el que el presupuesto
es la herramienta de control.
En los '80, ahora sobre la base de la mayoría de las premisas del planeamiento
estratégico, empieza a desarrollarse una nueva escuela que procura agregarle
contenido. Al poner el énfasis en las estrategias en sí mismas, en lugar de
centrarse en el proceso que lleva a ellas, despertó el interés sobre su costado
prescriptivo. Bautizado como "management estratégico", este enfoque se
expandió rápidamente. Se multiplicaron las conferencias, cursos y publicaciones,
aparecieron las consultoras, las "boutiques estratégicas". La publicación de
Estrategia competitiva de Michael Porter, en 1980, fue la divisoria de aguas.
Las olas
En esta escuela hubo tres "olas" de ideas: las máximas militares tempranas, los
imperativos de los '70 y el trabajo empírico de los '80. Comparte con la estrategia
militar el objetivo de conseguir posiciones tangibles en contextos competitivos, el
interés por conocer el terreno y las condiciones ideales de ataque y defensa. Ya El
arte de la guerra de Sun Tzu enfatizaba la importancia de tener información sobre
el enemigo y el lugar de batalla y reconocía la ventaja de quien se mueve primero.
Carl von Clausewitz se ocupó de resumir en On War la particular visión que
Napoleón tenía de la guerra.
Ninguna empresa puede ser todo para toda la gente: debe construir su ventaja
competitiva alrededor de una. Si no consigue hacerlo quedará "atrapada en el
medio". El liderazgo por precio trabaja en ganar experiencia, invierte en instalación
para producción masiva, aprovecha las economías de escala y controla
cuidadosamente los costos operativos. La diferenciación requiere el desarrollo de
productos o servicios técnicos, confiando en la lealtad del cliente y la fuerza de la
marca.
También ganó popularidad por esta época la teoría del juego. Desarrollada
inicialmente por Von Newman y Morgenstern en 1947 para el análisis de la política
nuclear de las superpotencias durante la guerra fría, ya había sido usada en
economía cuando la descubrió la estrategia. Como los países, las empresas a
veces se encuentran en situaciones en las que la competencia sin límites produce
perjuicios a todos: es preferible la cooperación. Aunque transformar el juego de
suma cero en un juego de suma positiva, o "ganador-ganador", no se logra si no
se usan otras estrategias.
Crítica
Como en la escuela del diseño, la separación entre acción y pensamiento hace al
proceso de construcción de la estrategia excesivamente premeditado y, en
consecuencia, contrario al aprendizaje estratégico. Y tal como en el caso de la
escuela de planeamiento, se corre el riesgo de dibujar el futuro extrapolando las
tendencias del presente, de depender en exceso de los datos duros y de
formalizar en exceso el diseño de la estrategia.
Para él, el entrepreneur es la persona con la idea del negocio, el innovador, el que
pone las ideas en movimiento, haciéndolas poderosas, y potencialmente
rentables. Por eso, deja de tener esa función entrepreneur cuando deja de
innovar.
Las premisas
Crítica
La toma de decisiones, por tanto, no es más que un esfuerzo por ser racional,
condicionado por un sinnúmero de prejuicios o sesgos, entre ellos, la búsqueda de
evidencia que corrobore las creencias en lugar de refutarlas, la preferencia por la
información fácilmente recordable, la tendencia a asignar un nexo causal a una
simple correlación.
Un mapa
Según Weick, "con el mapa en la mano, la gente codifica lo que ve de manera tal
que se ajuste al máximo al mapa. El mapa prefigura sus percepciones, es decir,
ven lo que esperan ver. Pero a medida que aumentan las discrepancias,
comienzan a prestar mayor atención a la experiencia inmediata, buscan en ella los
patrones y relegan el mapa a un segundo plano. Aunque, irónicamente, ese mapa
haya sido la base sobre la que se formaron los otros".
También hay una visión colectiva de este proceso: la gente interactúa para crear
sus mapas mentales. Y, según Gregory Bateson, lo hace en función de la
ubicuidad que genera lo que dio en llamar marco. El marco psicológico resuelve
así las ambigüedades de lo externo y lo interno, entre lo que es real y lo que no lo
es en el contexto de interacción entre el observador y la situación. Mientras la
estructura, esquema o mapa pertenece al individuo y depende de lo que él ve y
cree, el marco pertenece al grupo y depende de su dinámica, de las relaciones
recíprocas entre sus integrantes y de las que cada uno tiene con el grupo. Por lo
tanto, nadie en la organización "ve" el entorno.
Las premisas
Crítica
Las premisas
Nuevas ideas
Peter Senge, con La quinta disciplina, fue quien hizo reverdecer el interés por el
aprendizaje. Aunque la mayor parte de la literatura lo toma como un proceso con
énfasis en el gerenciamiento del cambio, surgieron tres líneas de pensamiento que
relacionan el aprendizaje organizacional con la formación de la estrategia: el
aprendizaje como creación de conocimiento, las capacidades dinámicas de Hamel
y Prahalad y la teoría del caos.
Otra de las grandes líneas de esta escuela pretende ir más allá del aprendizaje.
Quienes se inclinan por la teoría del caos y similares afirman que el aprendizaje se
limita a enfatizar lo constante y persistente en lugar de promover lo innovador y
revolucionario. Uno de los principios de la teoría del caos sostiene que conjuntos
simples de relaciones deterministas pueden producir resultados que responden a
un patrón y al mismo tiempo son impredecibles. Un ejemplo de Lorenz repetido
con insistencia: una mariposa que agita sus alas en Brasil, puede desatar un
tornado en Texas.
Crítica
La intención es subrayar que las empresas están integradas por individuos con
sueños, esperanzas, celos, intereses y temores. La construcción de la estrategia
es un proceso de planificación y análisis, conocimiento y aprendizaje, que exige
negociación y compromiso entre individuos, grupos y coaliciones en conflicto. Si
se introduce algún grado de ambigüedad —incertidumbre en el entorno, escasez
de recursos, percepciones distintas— surge la política como herramienta.
La política
Afirman que el cuadro tradicional del mercado como un ruedo abierto en el que las
organizaciones maniobran para posicionarse libremente ha sido reemplazado en
las economías avanzadas por sistemas organizacionales, regulatorios y
profesionales de una complejidad e interdependencia considerables.
Las estrategias básicas para moverse en ese escenario son tres: ocuparse de la
demanda a medida que surge, retener y liberar información estratégicamente o
buscar el enfrentamiento.
Sin duda, la forma más efectiva de controlar el poder de los actores externos es
controlar su conducta, un tema que Porter retoma en Competitive Strategy.
Clausewitz dijo una vez que "la guerra era la política por otros medios". Ergo, el
propósito de la política es lograr ciertos objetivos sin confrontación física
destructiva. Las "maniobras" se usan para comunicar al rival que es más
inteligente negociar un acuerdo mutuamente beneficioso que pelear.
Todos juntos
Entre ellos, el outsourcing, que permite tercerizar componentes del proceso en los
que los proveedores tienen una ventaja competitiva. Esta multiplicación de
potenciales combinaciones hace cada vez más difícil saber dónde empieza una
organización y dónde termina. Además muchas alianzas tienen una dimensión
política, deliberada o no. No es raro que se las cree exclusivamente para reducir la
competencia o asegurar un mercado.
Las premisas
1. La formación de la estrategia depende del poder y la política, interna y externa.
En consecuencia, tienden a ser emergentes.
2. El micro poder ve a la estrategia como un juego.
3. El macro poder ve a la organización promoviendo su propio bienestar, mediante
el control o la cooperación.
Crítica
En función de sus rasgos principales, podría decirse que la cultura está compuesta
por interpretaciones del mundo y las actividades y construcciones que las reflejan.
Más allá de lo cognitivo, esas interpretaciones son compartidas, colectivamente,
en un proceso social. No hay culturas privadas. Algunas actividades pueden ser
individuales pero su significación es colectiva. Por eso se asocia la cultura
organizacional con el conocimiento colectivo. Representa su fuerza vital, el alma
del cuerpo físico. Cuando es muy rica y poderosa se convierte en ideología: la
cultura de Burger King gira en torno de las hamburguesas, la de McDonald's, en
una creencia casi fetichista en la eficiencia, el servicio y la limpieza.
Las premisas
Los lazos entre cultura y estrategia varían. La cultura influye sobre el estilo de
pensamiento aceptado en la organización. La cultura actúa como un filtro o lente
que establece las premisas a partir de las cuales la gente toma las decisiones.
Como resultado las organizaciones con culturas diferentes que operan en el
mismo entorno, lo interpretan de manera diferente.
Muchas compañías exitosas están "dominadas" por esos valores clave que
consideran les garantizan ventajas competitivas. Peters y Waterman analizaron el
tema de los valores dominantes en su libro In Search of Excellence. No se
concentraron en la estrategia en sí sino en la forma en que las organizaciones
utilizan esas ventajas competitivas para sostener perspectivas estratégicas
considerablemente estables.
Crítica
Las ambigüedades asociadas a los recursos pueden explicar por qué algunas
estrategias exitosas se sostienen en el tiempo sin riesgos, pero no le enseñan al
manager cómo desestabilizarlas. En síntesis, esta escuela puede explicar con
facilidad lo existente pero no se hace cargo de las preguntas difíciles sobre lo por
venir.
Entre los actores centrales observados hasta ahora han participado todos menos
uno que, si bien figura en todos los elencos, nunca asumió el rol protagónico: ese
conjunto de fuerzas externas a la organización que los teóricos llaman entorno. En
esta escuela, la tendencia es considerar a la organización como una entidad
pasiva que sólo reacciona ante un entorno que fija la agenda. Equilibra la visión de
la formación de la estrategia incorporando al entorno como una de las tres fuerzas
centrales del proceso junto con el liderazgo y la organización, y obviamente,
subordinando estos últimos a los dictados del primero. ¿Qué es el entorno?
Esencialmente se lo delinea como un conjunto de dimensiones abstractas, esas
fuerzas externas que "no son la organización".
Las premisas
Eso le exigió generar más descripciones sistemáticas del entorno. Empezaron por
las dimensiones del "ambiente" responsables de las diferencias entre
organizaciones: la estabilidad del contexto; la complejidad; la diversidad de
mercados —desde mercados integrados hasta absolutamente diversificados—; y
la hostilidad del ambiente, determinada no sólo por la competencia sino por los
sindicatos, el gobierno, los grupos de poder e, incluso, la disponibilidad de
recursos.
Por su parte, los "ecologistas institucionales", tomando como base aquella visión
de Weber de las organizaciones como resultado de la racionalidad técnica y
administrativa, definen al entorno como un depósito de dos tipos de recursos, los
económicos —dinero, tierra, maquinaria— y los simbólicos, como la reputación,
liderazgo reconocido, prestigio. Y conciben a la estrategia como cada una de las
distintas formas posibles de adquirir recursos económicos para convertirlos en
simbólicos y viceversa.
Definido por las interacciones entre todos los actores alrededor de los recursos, el
entorno crece en complejidad. También las reglas. Para ser exitosas las
organizaciones que convivan en el mismo entorno deben cumplir y dominar esas
normas. Lentamente todas adoptarán estructuras y prácticas similares: una
convergencia que llaman isomorfismo institucional. Ese isomorfismo será imitativo
cuando resulte de la copia; coercitivo, cuando lo impongan las regulaciones, o
normativo, cuando responda a la experiencia técnica o profesional, en cuyo caso
aparece de la mano de consultores o expertos.
Crítica
Sin delinear con mayor claridad las dimensiones del entorno, esta escuela no
explica por qué, por ejemplo, dos organizaciones pueden operar en un mismo
entorno con éxito aplicando dos estrategias absolutamente diferentes. Lo
importante no es dilucidar si existe o no opción estratégica, sino cuáles son las
condiciones que amplían o restringen su alcance.
Configuración y transformación son las dos caras de una misma moneda: si una
organización adopta una configuración determinada, la formación de la estrategia
es el proceso de pasar de una configuración a otra, es decir, de transformarse.
Esos cambios de estado configuran modelos o tipos. Por ejemplo, las empresas
nuevas, especialmente en industrias emergentes, tienden a depender del líder
entrepreneur y de estrategias visionarias, y a operar estructuras simples. Esos
modelos suelen responder a una secuencia o ciclo de vida organizacional. Esa
misma empresa, a medida que la industria madura, puede necesitar otro modelo,
más estructurado.
Las premisas
Danny Miller llamó arquetipos a los distintos estados o modelos. Entre sus
arquetipos están las empresas dominantes, los gigantes sin cabeza, las
organizaciones innovadoras y los entrepreneurs. Denominó transiciones a los
cambios de arquetipo, que asegura no son incrementales sino cuánticos: no se
dan paso a paso, sino en forma concurrente. Pueden ser rápidos y
revolucionarios, o desencadenarse gradualmente.
Las organizaciones pasan la mayor parte del tiempo trabajando según una
orientación estratégica, lo que sugiere que el éxito no reside necesariamente en
cambiar sino en explotar adecuadamente la estrategia vigente. La cuestión por
analizar entonces es la esencia de los cambios en la organización. David Hurst, a
partir de su experiencia como ejecutivo, diseñó un modelo que describe el cambio
organizacional. Su modelo de crisis y renovación o "ecociclo" replica el ciclo de un
bosque. Pasa de fases de crecimiento y explotación —"la colonización rápida de
cualquier espacio disponible"— a una de conservación, una relación estable entre
organismos establecidos, para luego seguir hacia la destrucción creativa cuando
llegan los incendios naturales.
Cómo cambiar
Crítica
Sección: Estrategia
Temas: Estrategia - Estrategia -
Autores: Henry Mintzberg - Joseph Lampel - Bruce Ahlstrand -
LA ESTRATEGIA Y EL ELEFANTE
Una síntesis de las más célebres escuelas de estrategia, concebida para aplicar lo
mejor de cada una.
Todo comienza como en una fábula: había una vez, en Indostán, seis hombres
ciegos que querían saber cómo era un elefante. El primero se aproximó al animal
y se topó con su largo flanco. "¡Qué duro es! —exclamó—. Debe ser una pared."
El segundo palpó un colmillo y dijo: "No cabe duda de que es una lanza". El
tercero tocó la trompa: "Tiene mucho de serpiente", supuso. El cuarto tanteó la
rodilla: "Es como un árbol", aseguró. El quinto acarició una oreja y creyó que era
un abanico; y el sexto se aferró a la cola, imaginando que era una especie de soga
gruesa. Los seis discutían a viva voz, cada uno con un poco de razón, pero los
seis equivocados en cuanto a la idea global.
Para poder aprehender el todo hay que comprender los 10 elementos que la
constituyen, cada uno de los cuales representa una escuela de pensamiento (ver
cuadro).
Las 10 escuelas se dividen en tres grupos. Las que forman el primero son de
naturaleza prescriptiva: apuntan a la manera en que deberían formularse las
estrategias, antes que al modo en que son concebidas. La primera escuela de
este grupo es la de "diseño", y en los años '60 sentó las bases para las otras dos.
La segunda es la del "planeamiento", que hizo de la estrategia un proceso distinto,
sistemático y formal. En los '80 fue suplantada por una tercera tendencia, que le
dio prioridad al contenido: la escuela del "posicionamiento".
Definiciones de estrategia
Pero así como muy pocas estrategias son totalmente deliberadas, tampoco es
común encontrar estrategias puramente emergentes. Siempre hay una mezcla de
dos elementos: el control y el aprendizaje. Los buenos estrategas utilizan ambas,
según las cartas que quieran jugar, y según su capacidad de predicción y la
necesidad de responder a imprevistos.
No hay que desechar ninguna de las dos definiciones: McDonald's logró introducir
el Egg McMuffin porque el nuevo producto coincidía con la perspectiva existente.
Cambiar una posición y mantener la misma perspectiva puede ser fácil, pero no lo
es cambiar de perspectiva tratando de mantener una posición. Basta preguntarles
a los relojeros suizos qué piensan de los relojes a cuarzo.
Todas las discusiones sobre estrategia dejan puertas abiertas: frente a cada
ventaja se abre un inconveniente paralelo.
- "Define a la organización."
Pero es fundamental tener en cuenta que, al fin y al cabo, todo cambia: los
entornos se desestabilizan, los nichos desaparecen, las oportunidades se
generalizan. Entonces, la eficacia y el carácter constructivo de la estrategia
pueden convertirse en un verdadero peligro. Por este motivo, a pesar de que el
concepto de estrategia esté profundamente arraigado a la estabilidad, muchísimos
estudios se ocupan del cambio.
Sin embargo, es más fácil escribir sobre el cambio estratégico que implementarlo.
Y, al impedir que los miembros de la organización se desvíen del objetivo, la
estrategia modera la capacidad de respuesta frente a las modificaciones del
entorno. Puede decirse, en consecuencia, que la estrategia es a la organización lo
que las anteojeras al caballo: un elemento que la obliga a ir derecho y no le
permite desviar la mirada.
- La complejidad. ¿Una buena estrategia debe ser compleja? Por un lado, la "ley
de la diversidad indispensable", de W. R. Ashby, pretende que un sistema sea lo
suficientemente variado como para poder afrontar todos los desafíos. Un entorno
complicado e inestable, por ejemplo, demanda un amplio espectro de soluciones.
La estrategia debe ser, pues, compleja y matizada. Por otro lado está el imperativo
del KISS, sigla de "Keep it simple, stupid" (Hazlo simple, estúpido), acuñado por
Peters y Waterman. K. R. Andrews (escuela de diseño) defiende las estrategias
reducidas a simples ideas informativas. Richard Pascale (escuela del aprendizaje),
por el contrario, reprocha a los estadounidenses la costumbre de complacerse con
nociones simplistas de la estrategia.
Kenneth Boulding limitó muy bien el problema: "En alguna parte, entre lo
específico (que carece de sentido) y lo genérico (que no tiene contenido), para
cada proyecto y cada grado de abstracción debe existir un nivel óptimo de
generalidad". El management estratégico no se ocupó de abordar el problema de
la complejidad: ¿cómo elaborar?, ¿cómo matizar?, ¿hasta qué punto queremos
permanecer dentro del orden de lo general?, ¿dónde y cuándo?
Por fin, para los miembros de las escuelas de la cultura y del espíritu empresarial,
la estrategia es una e indivisible.
- La especificidad. ¿Una buena estrategia debe ser única y nueva? ¿Es infinita la
cantidad de opciones, o la posibilidad de elección de las organizaciones se limita
al campo genérico? ¿El éxito depende del respeto a las normas, o de
transgredirlas? La escuela del posicionamiento sostiene que las estrategias son
genéricas y que existen a priori, claramente definidas. Las posiciones estratégicas
son como peras que uno recoge del árbol de la oportunidad que brinda el entorno.
Pero, para la escuela del entorno, las peras caen sobre nuestra cabeza y nos
dejan fuera de combate.
Los profetas de las escuelas de la cultura y del espíritu empresarial garantizan que
las estrategias son únicas; perspectivas particulares del punto de vista de una
persona o de la cultura de una organización. Nunca existirán dos similares. La
corriente del aprendizaje agrega que son el fruto de procesos personales de
adaptación. Y la teoría del diseño, por su lado, pregona que son el resultado de un
esfuerzo individual de creación; pero sus seguidores no tienen en cuenta que ellos
mismos se refieren, con frecuencia, a la "elección" de una estrategia.
En primer lugar, ¿cómo hacen los estrategas para reconciliar las fuerzas del
cambio y de la estabilidad? ¿Cómo mantienen el orden, el alineamiento, la
eficacia, el control y, al mismo tiempo, aceptan reconfiguraciones, adaptaciones,
respuestas, innovaciones y aprendizaje? Es necesario recordar que la estrategia
se arraiga a la estabilidad. Está al servicio de las organizaciones, pero con el
objetivo puesto en la coherencia. No obstante, a veces debe sufrir modificaciones;
por ejemplo, cuando un nuevo entorno exige modificar el rumbo.
Asimismo, el aprendizaje es un proceso que no tiene fin: como siempre surge algo
nuevo, la estrategia nunca echa raíces. Para las escuelas de la cultura y del
entorno, así como para la del conocimiento, el cambio es muy raro, y hasta
excepcional: la organización, o su estratega, se desliza hasta un nicho, se instala
en una cultura, se ubica dentro de un marco, y para siempre (los defensores de la
teoría del entorno preferirían morirse antes que renunciar a algo). Resta decir que
la realidad se sitúa entre estos dos extremos.
En segundo lugar hay que considerar la forma de la curva, el ritmo del cambio. La
escuela de la configuración presta mucha atención a lo ocasional, pero
cuantificado, y a aquello que constituye una ruptura. Los creadores y
emprendedores sostienen que la estrategia es una forma inmaculada de
concepción. Lo mismo ocurre con los admiradores del conocimiento y de la
cultura, pero indirectamente: para ellos, la estrategia no cambia. La escuela del
aprendizaje admite una evolución creciente, basada en el hecho de que los
estrategas se familiarizan con situaciones complejas a fuerza de experimentos
(aunque a veces dan un gran salto, impulsados por una inspiración repentina). La
escuela del planeamiento se inclina, aunque más no sea en los hechos, hacia el
lado evolutivo, en tanto que la del poder (o de la política micro) toma en cuenta las
modificaciones que surgen a raíz de conflictos.
Todos estos puntos de vista son plausibles. La teoría muestra, por ejemplo, que
las organizaciones evolucionan progresivamente, según el sentido de sus
estrategias, pero que en ocasiones cambian de rumbo de manera brusca. De este
modo se abre el camino hacia una gran diversidad de esquemas de cambio, y la
cuestión es saber cuándo, dónde y por qué.
En tercer y último lugar se ubica el problema del origen. ¿De dónde surgen las
nuevas estrategias? Si consideramos el concepto de aprendizaje, fuera de su
escuela específica, ¿cómo aprenden las organizaciones? ¿Haciendo (escuela de
aprendizaje), pensando (de diseño), programando (del planeamiento), calculando
(del posicionamiento) o discutiendo (del poder)? La primera sugiere que el
aprendizaje se lleva a cabo naturalmente, pero las escuelas de la cultura y del
conocimiento estiman que sólo se produce a un alto precio. Los partidarios del
entorno opinan que las organizaciones no aprenden. Entonces, ¿hasta qué punto,
con qué facilidad, cómo, cuándo y dónde?
- La opción. Este problema no se centra en la existencia de opciones estratégicas,
sino en su extensión. Hemos rechazado el determinismo de la escuela del
entorno, así como los puntos de vista demasiado cercanos, como los que
proponen la escuela del conocimiento y la cultural. Para estas escuelas, las
circunstancias superan al estratega. También hemos desechado el voluntarismo
de los apasionados por el diseño y por el espíritu empresarial, para quienes el
líder supremo puede hacer lo que le plazca. En cuanto a los ases del
planeamiento y del posicionamiento, un estudio profundo ha mostrado a los
primeros muy irritados a causa de los cambios imprevistos, y a los segundos
dudando ante las opciones.
Tal vez el aspecto macro de la escuela del poder es el que encuentra el mejor
equilibrio, al considerar que las organizaciones dependen de su entorno en
materia de recursos. Para la escuela del aprendizaje, los estrategas enfrentan las
dificultades de este mundo apelando a sus logros, a veces con raptos de
perspicacia. Allí surge la siguiente cuestión: ¿cuál (dónde y cuándo) es el poder de
una clase dirigente proactiva, de una intuición personal y de un aprendizaje
colectivo frente a las exigencias del entorno, de la inercia organizacional y de los
límites del conocimiento?
Entonces, ¿qué es, en el fondo, "el pensamiento estratégico"? ¿Cuáles son las
formas, los "estilos estratégicos" más eficaces? ¿Cómo se concilian la reflexión y
la acción? ¿Cómo puede lo específico proveer información a lo general? ¿De qué
manera lo general influencia a lo específico?
Elefante a la vista
La clave reside en apreciar las categorías, y luego tratar de superarlas. Por eso
vale la pena tener en cuenta que, en materia de management estratégico, los
fracasos más rotundos fueron cometidos por ejecutivos que tomaron en cuenta
sólo un punto de vista.
REVISTA GESTION | V3 Nº 2 | mar - abr 1998 | (Gestión) | Pagina. 164 a 167
Balancear las ganancias para los accionistas con la función social que debe
cumplir la empresa: un desafío insoslayable.
También sugiere que es necesario encontrar el equilibrio entre las ganancias para
los accionistas y la función social que está obligada a cumplir una empresa. Las
que sólo persiguen este último objetivo corren el riesgo de quebrar, dicen, y las
que se preocupan exclusivamente por las ganancias serán destruidas por los
empleados.
Las organizaciones jerárquicas están muy cuestionadas. Muchos de los gurúes del
management sostienen que las empresas deben ser más democráticas. ¿Usted
cree que el poder se puede distribuir sin que la organización pierda eficiencia?
A mí me parece que las jerarquías siguen vigentes. Y hasta diría que más
consolidadas que en el pasado. La gente de las empresas está obsesionada con
el liderazgo. Necesita encontrar héroes. Y el CEO es una suerte de "gran dios", de
quien se espera la solución de todos los problemas. ¿Qué es lo primero que les
muestran las empresas a sus empleados? El organigrama. ¿Y qué es el
organigrama? Siempre ha expuesto las jerarquías; no transmite otra cosa que
jerarquías.
¿De modo que usted no cree que, en realidad, existan las organizaciones
"chatas"; es decir, horizontales?
Sí, hay algunas, pero la mayoría no lo es. Lo único que han hecho es deshacerse
de algunos niveles o capas, porque estaban demasiado "gordas". Pero eso no las
hace horizontales, simplemente las hace un poco más chatas de lo que eran
antes. Las organizaciones siguen siendo, todavía, obsesivamente jerárquicas.
Aunque a su juicio las empresas no hayan cambiado en ese sentido, ¿no cree que
usted los gerentes tienen nuevas responsabilidades?
Los gerentes son las personas que tienen a su cargo determinadas unidades de
una organización, o que están al frente de toda la organización. Nada más.
Simplemente, son personas responsables de determinadas actividades. Mis
críticas no están vinculadas con la dirección de las empresas. Lo que cuestiono es
que, muchas veces, se la considera como una función en sí misma, separada de
todas las actividades que implica. Ahí está, según creo, el error.
Jamás he dicho que el management sea una moda; me parece que he sido mal
interpretado. En cambio, sí estoy convencido de que gran parte de las prácticas y
de las herramientas de management lo son. Y, como las modas, pasarán.
Hay quienes extrapolan el presente y suponen que eso será el futuro. Si son
personas optimistas, extrapolan las tendencias que les agradan; si son pesimistas,
optan por las que no les gustan. Yo, sinceramente, no estoy en condiciones de
saber cómo será el management dentro de 20 años.
¿Por qué está en contra de quienes sostienen que una empresa tiene que definir
su misión y explicitarla?
No creo que definir la misión sea una cuestión de importancia. Lo que tienen que
hacer las empresas es especificar qué es lo que quieren lograr, y saber
exactamente hacia dónde se dirigen. En otras palabras, fijarse objetivos claros, y
tratar de cumplirlos.
La lista es muy larga. En todo caso, el problema reside en que los gerentes tienen
que ser ideales, poseer diversas características y actuar de muchas maneras para
distintas clases de personas. Me parece que no es posible generalizar. Las
cualidades de un buen gerente dependen, absolutamente, de lo que tenga que
dirigir.
Alguien que sabe percibir lo que necesita la organización. Pero, vale la pena
recordarlo, hay una enorme diferencia entre planeamiento estratégico y el que uno
hace habitualmente. La mayoría de las empresas necesita una planificación de
índole operativa. Para decirlo en otras palabras, coordinar muchas cosas
complicadas al mismo tiempo. El planeamiento estratégico es otra cosa; no se
crea una estrategia mediante un proceso de planificación.
Dicho sea de paso, estoy trabajando en un libro que trata sobre nuevas técnicas
de desarrollo gerencial. Hemos diseñado un programa de capacitación para gente
que ya está en la función, al que asisten los gerentes enviados por sus empresas.
¿Qué clase de dirigentes necesitan las empresas líderes para seguir siéndolo?
Necesitan gerentes que las comprendan, que las aprecien y que trabajen a
conciencia, sabiendo adónde va la empresa y qué puede lograr. Cuando la
compañía ya está establecida, hay que marcar un camino y tener claro qué se
puede hacer. Hay que respetar los aspectos buenos y corregir los malos. Pero
cuando llegan a una compañía, algunos gerentes piensan que el pasado no
significa nada; ignoran que justamente ahí están todas las respuestas.
Jack Welch ha tenido éxito en su empresa, lo mismo que Bill Gates, y muchos
otros. Conozco a una persona que dirige un banco muy importante en Canadá, el
Royal Bank, y pienso que lo hace excepcionalmente bien. Es inteligente, conoce a
la organización en profundidad y está comprometido con ella.
Las cosas sobre las que uno lee habitualmente: cómo se organiza, cuán
comprometidos están sus empleados, su cultura, la calidad de la gente que la
empresa contrata. No hay nada nuevo, ni mágico. Son los temas de los que todo
el mundo habla permanentemente.
Michael Porter sostiene que las mejores empresas siempre están preocupadas.
¿Le parece que siempre hay algún tema por el que una empresa deba
preocuparse?
Usted ha dicho que es saludable dejar que las grandes empresas mueran.
¿Cuáles están ahora en terapia intensiva, y por qué?
Es necesario conocer muy bien a una empresa para saber cuán enferma está. A
diario vemos empresas muy famosas que se transforman completamente cada
cuatro o cinco años. Al final, uno termina preguntándose si valió la pena.
¿Hay una fórmula para balancear los resultados financieros con la función social
que le cabe a una empresa?
Los temas que preocupan a la gente cambian constantemente. Hoy en día, las
principales cuestiones son el cuidado del medio ambiente, el compromiso con los
empleados. Pero estoy seguro de que, con el correr del tiempo, se impondrán
otras.