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PRESENCIA DE LOS MECANISMO DE DEFENSA EN LA PERSONALIDAD

DEL AGRESOR

Resumen: El presente artículo se centra en la manifestación de los mecanismos de


defensa en los sujetos que pueden presentan un perfil agresivo, abordando a su vez un
tema que va creciendo en la sociedad como lo es la violencia, desde una perspectiva
neo-psicoanalítica; donde se propone el uso de los tests gráficos para determinar
indicadores y que a su vez dar a conocer los mecanismos de defensa, en los cuales,
dichos sujetos manifestarán a través de la creación de gráficos, sus conflictos en su
desarrollo propios de su inconsciente. Como resultado, los mecanismos de defensa que
presentan las personas violentas suelen ser la negación, desplazamiento, regresión y
poniendo en énfasis al desplazamiento, así no asumir responsabilidad de sus conductas
violentas y proyectarlas en otra persona u objeto. La persona agresiva tiene un
comportamiento dirigido a ocasionar daño a nivel físico como psicológico hacia uno
mismo o generalmente a otras personas, concluyendo así que los test gráficos, al
detectar los mecanismos de defensa en las personas con perfil agresivo, van a servir de
ayuda y guía en la dinámica de intervención y labor psicológica.

Abstract: This article focuses on the manifestation of self-defense mechanisms in


subjects that may present an aggressive profile, addressing as a topic that is growing in
society as is violence from a neo-psychoanalytic perspective; where the use of
projective-graphic tests is proposed to determinate indicators and which in turn, it’ll let
know the self-defense mechanism, the subjects will manifest through the creation of
graphics, their own development conflicts of their unconscious. As a result, the self-
defense mechanisms presented by violent people are often denial, displacement,
regression and putting emphasis on the displacement by not taking responsibility for
their violent behavior and projecting them into another person or object. The aggressive
person has a behavior aimed at causing physical or psychological damage to oneself or
to other people, concluding that graphic tests, when detecting the self-defense
mechanisms in people with an aggressive profile, will help and guide in the dynamics of
intervention and psychological work.

Palabras clave: Mecanismos, defensa, personalidad, agresor, gráficos, proyección.

Key words: Mecanisms, self-defense, personality, aggressor, graphics, projection.


Actualmente la tasa de violencia se ha ido incrementando, en el Perú, según el último
boletín emitido por el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP, 2019)
nos informa que desde 1999 está cifra ha ido aumentando considerablemente. El
número de denuncias recibidas han sido fundamentales para visualizar el verdadero
tamaño del problema, identificado principalmente en el eje central de la sociedad, la
familia. Cada año, un sinnúmero de personas son víctimas de violencia dentro de sus
hogares, ya sea física, la cual que resulta más visible a los ojos y otras más “sutiles”,
que a largo plazo pueden tan destructivas como las primeras.

Lo que nos propone el autor es que hay una relación estrecha entre los mecanismos de
defensa y su manifestación en los test gráficos. Nos dice, según la teoría de Melanie
Klein –quien señala que en la identificación proyectiva, el yo atribuye características a
un objeto según el vínculo que tiene con el mismo, que existe una relación objetal en la
cual el sujeto utiliza defensas para manejar las ansiedades, temores y deseos con estos
objetos. A partir de esos mecanismos el sujeto busca un equilibrio en su vínculo con el
objeto. Valorizan aspectos de su personalidad para estabilizar, mediante modos de
comportamiento y procesos cognitivos, como fantasías, las cuales pueden ser
inconscientes, tanto la expresión mental de los instintos como para sustituir el por qué y
para qué del objeto y su vínculo con él.

Estas modalidades defensivas pueden estar presentes manifiestas o latentes de modo que
estas defensas se convierten en maneras más intensas de vinculación con la realidad. Lo
que el autor propone además, es que el sujeto refleja estas defensas para poder evitar el
sufrimiento y adaptarse mejor. Complementa que el sujeto utiliza los mecanismos de
manera evolutiva, lo que quiere decir que estos pasarán por etapas que determinarán el
comportamiento de la persona, que dependiendo del éxito o fracaso de esta evolución,
se establecerán características como las identificaciones proyectivas o favorecerá
regresiones, lo que en exceso o no, impedirá de todas maneras alcanzar mecanismos que
le faciliten adaptarse al medio.

El autor explica además, como la identificación proyectiva, la disociación, idealización,


negación y control omnipotente; defensas maniacas, de control obsesivo, formación
reactiva, aislamiento, anulación, regresión, desplazamiento y represión se destacan de
ciertas maneras y se evidencian en los test gráficos para poder develar la estructura de la
persona a la que se le aplican dichas pruebas, así como la inhibición del yo y la
sublimación.
De tal manera, asociamos a lo que plantea el autor con el perfil del agresor en el
contexto de la violencia doméstica. Kernberg (1986) señala tres tipos de personalidad,
según su contacto con la realidad, la que más permanece es la neurótica, mientras que la
psicótica y la límite no tienen un contacto sino por completo con la realidad. Dicho esto,
Kernberg describe síntomas y características estructurales de personas con una
problemática de un exceso de agresividad, así como trastornos de la personalidad, lo
que, según la identificación proyectiva, la atribuiría a los objetos significativos para el
agresor. Por lo tanto, las alteraciones en sus relaciones estarían presentes a nivel
intrapsíquico como a nivel interpersonal. Todo esto gira en torno a su agresividad, la
cual se dirige por la proyección de los objetos externos cuyas características agresivas
propias del sujeto, más no de las del objeto en particular.

La presencia de mecanismos de defensa como idealización, negación, proyección,


introyección y omnipotencia es una característica común, tanto en la estructuración
como organización que nos plantea Kernberg, asimismo, la teoría Kleiniana presentada
en el artículo base también tiene como pilares estos mecanismos ya que son los que se
presentan tanto en la etapa esquizo-paranoide y la depresiva, las cuales son decisivas
para la personalidad del sujeto, por lo tanto, el agresor tendría antecedentes de una
relación objetal desde sus primeros periodos con la madre en la cual su angustia no ha
sido satisfecha y la transición de las dos etapas no le ha permitido avanzar y adaptarse al
medio junto con los mecanismos de defensa, lo que generaría una ansiedad profunda
(Klein, 1946). Sino han generado una satisfacción de deseos desequilibrada que llevaría
a que la dinamicidad de la personalidad se vea afectada por esta ansiedad intensa ya que
los estados displacenteros no podrían ser contrarrestados adecuadamente, lo que
provocaría una activación de la agresividad o asunciones defensivas (Meltzer, 1998).

Esto también se ve reflejado en la víctima, ya que, al ser impulsadas por la pulsión de


vida en un nivel mayor, adoptarían mecanismos mayormente insanos, lo que provocaría
distintas reacciones en sus conductas, siendo que podría generar trastornos como el
borderline, así como alterar su relación objetal con el agresor. Habría un resultado de
una profunda distorsión del objeto real, ya que la víctima puede ver al agresor como
bueno porque es el único objeto al que se aferra y lo único que tiene. Al ser la figura que
cuida y provee, al mismo tiempo quien violenta, la víctima busca el alivio en el sujeto
agresor, por lo tanto ocurre que se ve forzada a una dicotomía de conceptos e ideas
sobre su agresor, lo que puede provocar una ruptura y empezaría a captarlo como
“delirantemente bueno” (Shengold, 1979), no solo bastaría con idealizarlo
defensivamente (Kernberg, 1975 y 1984). Con la misma finalidad de conservar la
relación con el objeto, la idealización defensiva y la distorsión delirante del objeto, la
víctima se echaría la culpa a sí misma del abuso, como último intento de mantener la
esperanza de una pareja o pariente protector y amoroso.

Sandler, J. (1960) la patología probablemente no se origina en el uso de mecanismos de


defensa; es causada por el recurso constante a las defensas, en lugar de intentar
realmente resolver los problemas nucleares.

Como lo menciona Galor, S. & Hentschel, U. (2013), a largo plazo, los mecanismos de
defensa si contribuyen al desarrollo de patologías severas, y que si bien es cierto, los
mecanismos de defensa son una herramienta de protección necesaria, no obstante, la
sobre–utilización de defensas puede desembocar en consecuencias negativas mayores:
la supresión de sentimientos; el desarrollo de síntomas psicológicos y físicos (Kreitler,
2004), posiblemente causados por los sentimientos reprimidos; en el self y aumento de
la dependencia en hábitos y fantasía, que perjudica el propio funcionamiento.

Según Kernberg (1984) propone que los agresores tendrían una personalidad fronteriza
que hace referencia a aquellos pacientes que presentan una organización caracterológica
crónica que no es típicamente neurótica ni típicamente psicótica. Por ende, la agresión
de estas personas seria producto de una frustración temprana vinculada a imágenes de sí
mismo y de los objetos. Desde otro, punto de vista semejante a Kernberg, la presencia
de comportamientos violentos podríamos decir que fueron aprendidos en el hogar
siendo ellos las víctimas o testigos de la violencia. Según, Vargas (2006-2007) afirma
que la violencia intrafamiliar es producto de la formación que la cultura patriarcal
provee a sus miembros, es decir, que los patrones tradicionales de poder, autoridad y
control por parte del padre, y obediencia y sumisión por parte de la madre, facilitan un
mayor ejercicio de violencia masculina. Por ende, el agresor presentaría conductas
violentas, impulsivas, inmaduras y con tendencias depresivas. Aunque, según
Echeburúa y De Corral (2004) afirman, al igual que Dutton y Golant (1997), que los
agresores no responden a un perfil homogéneo. Así mismo, los conflictos relacionados
con la oralidad insatisfecha y la insatisfacción sexual presentes en algunos agresores,
origina odio inconsciente que es proyectado sobre el objeto insatisfactor, por lo cual son
percibidos como malos y temen a ser dañados o castigados por ellos (Vargas, 2010), por
tal motivo se sienten con la capacidad de resolver solos sus problemas y no depender de
nadie, para conservar su sentimiento de valía personal.

Con respecto a los mecanismos de defensa, Vargas (2010), en una de sus


investigaciones sobre la configuración psicológica de los hombres violentos, afirma que
dichos sujetos presentan una escases en sus defensas de tipo inhibitorio, mientras que
sus formaciones reactivas empiezan a manifestarse; es decir, los rasgos de carácter
presentan una mayor infiltración instintiva y una impulsividad estructurada en ciertas
áreas, por lo tanto dichas personas carecen de control de sus impulsos y tienen alterado
su juicio. El mecanismo más utilizado es la racionalización, que justifica el ejercicio de
la violencia contra la pareja. Así mismo, en conjunto con la intelectualización y la
idealización se llegan a explicar ideas autoritarias, por ejemplo: el hombre es quien debe
tener el poder, la autoridad y el control sobre la familia.

Otro mecanismo presente es el de evitación, que en adición con la negación y


proyección, permiten que los hombres logren desentenderse de la responsabilidad de sus
acciones violentas, debido a fuertes creencias culturales. Así mismo, presenta
resistencias al proporcionar sus datos personales y su situación de vida, así como
también presentan dificultades para explorar su problemática y sobre todo su
permanencia en el tratamiento; pues generalmente lo abandonan prematuramente a
causa de que la mujer, su pareja, ya ha vuelto a casa y/o esta haya sido testigo del inicio
de su “cambio”. En tal sentido, consideran que la mujer es la del problema, proyectando
y negando que hayan sido quienes decidieron maltratarla, incluso asimilan que lo
hicieron, pero a causa de provocaciones por parte de ella, o que ellas no los
comprenden.

Teniendo este grupo de defensas, el agresor evita recibir ayuda al negar su


responsabilidad y proyectarla sobre su pareja; quien es considerada como la causante de
la infelicidad de la relación, y por ser la responsable de que él la violento. Esta violencia
sucede mediante actos intimidatorios, que intentan que les proporcione aquello de que
carecen: vida sexual satisfactoria, satisfacción oral, suministros narcisísticos, etc. Es así,
que se crea una estructura; un sistema defensivo, que demandan una constante exigencia
en la satisfacción de sus pulsiones, deseos y necesidades, exclusivamente a su pareja en
el hogar, otorgándoles la responsabilidad directa de ello.
Carrasco, M. (2006) nos indica que la conducta agresiva es activada bien por un
acontecimiento externo (ej. Un conflicto interpersonal, laboral o un insulto), bien por un
acontecimiento interno al sujeto (ej. Estado emocional, cogniciones facilitadoras, reglas
morales, expectativas de daño, atribuciones de intencionalidad, etc…) y tiene unas
consecuencias que instauran o mantienen su emisión. Por lo tanto, el estudio de las
relaciones funcionales de esta conducta con el contexto externo o intrapersonal en el
que se produce, puede ser de gran importancia para la comprensión futura y
modificación de la conducta agresiva.

Asimismo en los test gráficos se da una gran evidencia de los mecanismos de defensa en
la construcción del individuo que podrían evidenciar múltiples propósitos como el de
ocultar los rasgos violentos. Hanna Segal (1973), revisando a Klein, hacía referencia de
que existían múltiples propósitos de identificación proyectiva el cual ligado al objeto
seria evitar la separación del objeto bueno, controlar el objeto malo; dominar,
apoderarse de las capacidades y hacerlas propias. En cuanto al self seria proyectar partes
buenas para evitar la separación o ponerlas a salvo de la propia maldad; esto podría
considerarse una primitiva reparación proyectiva, del mismo modo podrían proyectarse
partes malas del “yo” para liberarse de ellas o liberarse del deseo de atacar o destruir el
objeto. (Sanchez Hita, 2010). Por otro lado, la proyección expulsa o rechaza las
cualidades o defectos propios en que el sujeto atribuye a los demás sus propios
pensamientos, culpas, enfados, sentimientos que suelen ser inconfesables,
considerándolos como una reacción justa. (Ruiz, 2013)

Las técnicas proyectivas son de utilidad para la identificación de la agresividad,


principalmente, en aquellos casos en los que existe una motivación para falsear u ocultar
estas conductas. Existen diferentes tipos de pruebas proyectivas que pueden ser
utilizadas para la evaluación de la agresividad. En el caso de las pruebas proyectivas
expresivas de dibujos o gráficos, tales como el Test de la familia (Corman, 1967 ), la
Figura Humana (Machover, 1949; Koppitz, 1991), Test del árbol (Koch, 1962) o el Test
de la Casa árbol y persona (HTP, Buck, 1948), se han identificado como indicadores de
posibles manifestaciones agresivas: ojos bizcos, dientes, brazos largos, manos grandes,
figura desnuda o aparición de genitales, especial énfasis en el rostro, ojos grandes,
cuellos cortos, agujeros en la nariz, dedos alargados y en forma de punta, más de cinco
dedos (en el caso de adultos).
Otros indicadores relacionados con la conducta agresiva han sido aquellos derivados de
la conducta impulsiva tales como, deficiente integración de las partes, asimetría entre
las extremidades de ambos lados del cuerpo, sombreados o rellenos densos, tamaño
excesivo de los dibujos, predominio de las rectas y los ángulos, presión fuerte del trazo
y omisión del cuello.

En el test del árbol, suelo acentuado en zig-zag, tronco ensanchado en el centro o ramas
abiertas (Koppitz, 1991; Xandró, 1991). Para niños, el test de Pata Negra (Corman,
2001) y el Test de los Cuentos de Hadas (FTT, Coulacoglou, 1995) pueden ser
utilizados para obtener indicadores de conductas agresivas.

En cuanto a la víctima, se pueden identificar algunas conductas tales como el sadismo


en la violencia doméstica, dándose así una identificación con el agresor y una postura
contra sí mismo, reconociéndosele como un comportamiento autodestructivo. Esto se
puede llegar a evidenciar en el Síndrome de Estocolmo, un trastorno psicológico
temporal que se da en casos de secuestros, en la cual la persona secuestrada se muestra
comprensivo e incluso benevolente con la conducta de los secuestradores, y llegando al
punto de identificarse progresivamente con sus ideas, detrás de esto se encuentra
exacerbada la pulsión de muerte (Bacigalupi, 2017); es así que el mecanismo de defensa
por excelencia en personas pasivas, que pueden jugar un rol de agredidos sería el
mecanismo de racionalización, ya que tienden a explicar las situaciones que atentan
contra su integridad cómo un hecho que no tuvo una intención negativa, y alegando que
los motivos del agresor nunca fueron cometer algún acto violento.

Asimismo, el comportamiento del agresor tiene un trasfondo psicológico, y se puede


identificar las siguientes características: a) personas machistas, lo cual viene a ser una
formación en base a un constructo social por el cual el hombre ejerce poder en cualquier
relación, y la mujer pierde valor humano; b) sujetos inestables emocionalmente y
dependientes, que se vuelven peligrosos si la mujer corta la relación, esto a causa de
diversos traumas en la infancia o a sujetos que no han superado el complejo de Edipo;
c) personas adictas al alcohol o las drogas, en donde la adicción actúa como un
desinhibidor, reconociendo a estas sustancias como potenciadores de comportamientos
violentos; y d) hombres con un trastorno de personalidad que disfrutan violentando o
que, al menos, no tienen inhibiciones para hacerlo. Así, los trastornos de personalidad
más frecuentemente encontrados han sido el antisocial, el límite y el narcisista.
(Fernández-Montalvo, 2008)

Algunos agresores presentan además, una neurosis afectiva, los mecanismos de defensa
que caracterizan a este tipo de neurosis, son el desplazamiento del afecto sobre
representaciones alejadas de conflicto original, el aislamiento y la anulación retroactiva,
dentro de la vida pulsional se habla de la ambivalencia, la regresión a sádico-anal, el
carácter anal y las formaciones reactivas, desde el punto de vista tópico, lo más
característico es la relación sadomasoquista interiorizada, expresada bajo la forma de
tensión entre el yo y un superyó cruel. (Sopena, 2006)

Segun Carlos Sepena, el obsesivo como todo neurótico, ha sufrido una decepción
provocada por su madre, pues llega un momento en el que la madre hace saber al hijo
que hay otra cosa que le interesa mucho más, entonces el hijo hará lo posible, por
recuperar el lugar del que fue despojado, recurriendo a actos hostiles, en cuanto a su
agresividad, estará dada por la ambivalencia afectiva y el papel dominante de la
organización sádico anal. Dicha agresividad proviene de la lucha del yo por
conservarse, procura una satisfacción narcisista a un yo que se siente fortalecido. Sin
embargo es complicado analizar esto, pues el obsesivo muchas veces manifiesta
defensas como resistencia en el contexto transferencia, y lo que el experimentador
encuentra son defensas secundarias cada vez más alejadas del deseo inconsciente.
(Sopena, 2006)

Por lo tanto, con respecto a lo anterior mencionado, se concluye que la violencia puede
evidenciarse de diversas y complejas formas, es por ello que en la aplicación de test
proyectivos debemos considerar los distintos factores asociados al comportamiento
agresivo, dentro de estos destacan: historia de agresión previa, impulsividad, empatía,
personalidad, desarrollo moral, conducta prosocial, asertividad, resolución de conflictos,
autocontrol o estado emocional. En este sentido el análisis, la evaluación y la
interpretación de los mecanismos de defensa utilizados por los agentes involucrados en
el fenómeno social de la violencia, a través de la aplicación de un test gráfico es
importante para poder hacer un sondeo de las respuestas prevalentes en estos agentes, y
así, realizar posteriormente un perfil de los mecanismos de defensa más utilizados, por
el agresor, la víctima, y el espectador. Es de gran relevancia para la prevención e
intervención en este campo.
Según la información recopilada, los mecanismos de defensa se manifiestan desde que
la persona es tan solo un infante, por lo que se recomendaría tener un mayor énfasis por
parte de los padres en relación a lo que es la implantación de conductas, no demostrarle
que el poder de la familia solo lo tiene un integrante, en este caso sería el padre y que
esta pueda verse reflejada por los maltratos y la sumisión por parte de la madre, sino al
contrario que la familia le muestre una debida estabilidad como en la división de
obligaciones y de poder, ese será el mejor efecto que contrarreste la ansiedad y factores
de represión para que no se genere en la persona y no se vuelva un futuro agresor, así no
se creara un patrimonio cultural en la persona que no vea la agresión como algo normal.

Se deben manifestar las opiniones de manera totalmente libre, sin embargo, para evitar
la formación de futuros agresores en la familia se debe desarraigar todo tipo de maltrato
porque causará en la persona un efecto de inhibición, así como también represión de
emociones, es decir que posiblemente provocará este tipo de episodios, se volverá
impulsiva y agresiva por lo tanto es conveniente evitar maltratos, peleas, gritos. Así, a
su vez se podrá prevenir a los adolescentes de los malos hábitos y pandillaje. Se deben
de llevar terapias de familia los cuales actualmente no son apreciadas con la importancia
que se merecen, pero que en la cual todos los miembros de la familia podrán tratar
aquello que les aqueja y que así evitar la represión de emociones que puedan afectar la
estructura de su personalidad.

- La orientación como segunda etapa debe manifestarse en la escuela; deben realizarse


charlas, brindar el apoyo psicológico no solo a la hora en la que los estudiantes dejan las
aulas, sino también las charlas acerca de temas de vital importancia como son la
agresión, la igualdad como temas sociales hasta temas psicológicos como qué pasaría si
una persona pasa estos hechos violentos y no hace nada, qué se debería hacer, de modo
que se genere en la persona una influencia positiva, no solo de manera personal sino
también a la familia, que pueda tener en un futuro. Se debe innovar la educación y
preparar a la persona no solo en conocimientos sino en capacidades, en cómo afrontar
situaciones que dependerán netamente de las experiencias que influyan en su
personalidad sino también de manera psicológica, obtener estabilidad y así sea capaz de
desenvolverse como un ciudadano correcto que aporte al bienestar de la sociedad.

Los mecanismos de defensas son manifestados y develados mediante los test gráficos,
donde la persona en este caso el agresor proyecta sobre el dibujo aquellos conflictos que
no ha podido resolver en una etapa temprana de su vida. El exceso de agresión por parte
de estos sujetos proviene tanto de una excesiva intensidad de origen constitucional de
los instintos agresivos, así como también de frustraciones tempranas con cierto margen
de gravedad (Kernberg, 1984). La importancia que tienen los test gráficos nos ayudarían
a identificar a los distintos tipos de agresores y sus personalidades. El motivo de dicha
identificación es para poder trabajar con ellos y para que logren establecer una nueva
mentalidad, ayudando a que estas personas cierren el círculo anterior de su vida donde
se produjeron los conflictos iniciales que dieron el paso a conductas agresivas.

- Si bien las técnicas proyectivas nos van a ayudar a reconocer algunos mecanismos de
defensas que son característicos de personas agresivas, no podemos remitirnos
netamente a ellas, es decir, para categorizar a una persona como agresiva, debemos
hacer uso de otros métodos propios de la psicología, como la observación, la entrevista,
y en cierta medida la aplicación de otros tests, que ayuden a corroborar la información.
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