Según Fernando Eguren, la reforma agraria peruana fue una de las más
radicales de América Latina, debido a las migraciones del campo a la ciudad,
masivas manifestaciones reivindicativas de campesino, extrema concentración de la propiedad de la tierra y la necesidad de ampliar los mercados para una industria. Fue en 1956 por un Gobierno de derechas formo una comisión para la reforma agraria y la vivienda. Pero en 1969 un Gobierno Militar expidió y ejecutó una nueva Ley de Reforma Agraria, poniendo fin a las haciendas tradicionales. La radicalidad de la reforma fue que el 71% de las tierras de cultivo bajo riego, 92% de las tierras de cultivo secano y 57% de los pastos naturales fueron expropiadas y adjudicadas a beneficiarios, sin embargo, no fue tan espectacular a lo esperado. La reforma agraria beneficio a muchas personas como también les perjudicó, los críticos resaltan que el agro se descapitalizó, la agricultura y ganadería retrocedieron desde un punto de vista técnico, no resolvió el problema de la pobreza rural y hubo falta de coherencia del modelo económico. Por otro lado, se menciona los logros que se realizó a través de la reforma agraria. Se puede concluir que el autor nos da un punto de vista negativo, la cual nos resalta la mala distribución de tierra, la crisis económica aguda, la agroexportación no tradicional no es suficiente para promover el desarrollo rural, entre otros; donde solo menciona que para algunos fue beneficioso, pero no para todo el país.