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El Poder informático y la intimidad:

¿Qué es? ¿Como se define?


No en vano nuestra época suele ser definida como la del tiempo de la
tecnología. Son pues totalmente admitidas las repercusiones que en la
sociedad contemporánea presenta la informática y no es ninguna exageración
la inquietud que sugiere la pérdida de su control, pues como ya se dijo, lo que
antes parecía irreal, en el terreno de la utopía, o en alguna medida posible en
la perspectiva de la ciencia ficción, hoy es patético, aunque aparezca
disfrazado. Y es que el uso inadecuado y sin control de la informática,
entendida como la disciplina o actividad que consiste en el tratamiento o
procesamiento de la información por medio de máquinas automáticas
(ordenador electrónico), tendiente a la obtención de una nueva información,
puede volverse contra el hombre, invadiendo las zonas más íntimas de su vida,
avasallando su integridad de persona humana. Las modalidades clásicas de la
injerencia, arbitraria en la esfera de la vida privada, tales como el teatro, la
literatura, la prensa, que se fueron perfeccionando con la fotografía a distancia,
la radio, el teléfono y la televisión, quedan minimizadas con la evolución de la
electrónica y la informática. En este contexto cobra sentido la preocupación por
la creación de los Bancos de datos, los cuales suponen un sistema automático
de acumulación, conservación, procesamiento, recuperación y transmisión de
datos de cualquier naturaleza. En ellos, es donde radica la base de
acumulación de información que puede ser objeto del ejercicio arbitrario de
quienes detentan el poder de su control. La información contenida en los
bancos de datos presenta en la actualidad un creciente valor político y
comercial. La información se compra y se vende, viaja de un lugar a otro,
incluso al exterior sin que el interesado se entere, peor aún, sin que pueda
impedirlo
¿Qué repercusiones trae el poder informático en la intimidad?
en el campo de las libertades personales es donde distinguimos un conjunto de
posibles repercusiones:
- La distorsión de la identidad personal por falta de integridad en la información
o por alteración de esta.
- La vigilancia de hecho de la vida cotidiana del individuo, manifiesta en la
existencia de ficheros cada vez más completos con información personal.
Todos estos datos dispersos e inconexos eran inofensivos en el pasado, pero
debido a que con la. informática es posible un rápido procesamiento,
transmisión y sistematización de dicha información, la elaboración de un perfil
del comportamiento de cualquier individuo es claramente posible. La presencia
de la idea de la vulnerabilidad de la información por manipulación indebida o
arbitraria es pues evidente a través de lo dicho e identificable en los siguientes
supuestos:
a) Cuando se incluye a una persona en un banco de datos sin solicitar su
previo consentimiento: por lo tanto, está claro que se trata de un derecho
personalísimo, desde su configuración original pero también es cierto. que
puede ser objeto de disposición por parte de su titular. En suma, aquí el daño
se provoca cuando se establece, por ejemplo, el perfil moral del individuo
mediante la recolección de datos sin su consentimiento, sobre su origen
genealógico, antecedentes raciales, sus hábitos o costumbres y sus ideas
filosóficas, políticas o religiosas.
b) Cuando se impide al interesado el derecho de acceso a su propia
información contenida en un banco de datos: Es una situación contraria al
respeto del principio del Derecho de información como base para la protección
del derecho a la intimidad. Además, es evidente la lesión al derecho de
autodeterminación del individuo respecto de cualquier aspecto de su vida
íntima.
c) Cuando no se otorga al sujeto el derecho de rectificación de datos erróneos
o incompletos: aquí se plantea el supuesto en el cual se altera la identidad o se
categoriza la persona sobre la base de información inexacta. Es consecuencia
o está directamente vinculado con el anterior supuesto, pues de no tener
acceso a la información que le concierne, el individuo no podrá establecer los
niveles de alteración de tales datos y el resultado lógico será el que se vea
afectado por cualquier error.
d) Cuando se fijó un plazo para el uso de los datos y el detentador de estos se
excede en el término: la referencia es asimilable a la idea de las cárceles
informáticas. Es decir, la necesidad que se establezca y respete un plazo para
la caducidad de la información almacenada en el banco de datos. De lo
contrario, se plantea la posibilidad que por el transcurso del tiempo y el cambio
de la situación específica del individuo que otorgó la información sobre su vida
privada, se vea afectada porque se le impute una conducta o situación que
hace tiempo dejó de corresponderle.
Pondremos un ejemplo de un fallo para un mayor entendimiento:
El juez porteño Marcelo López Alfonsín, titular del juzgado N°18 en lo
Contencioso, Administrativo y Tributario, ordenó a la Dirección General de
Defensa y Protección del Consumidor del Gobierno de la Ciudad que adopte,
“en un plazo de 180 días, las medidas necesarias a fin de exigir a los
proveedores de servicios de búsqueda y enlaces o motores de búsqueda en
Internet domiciliados en la Ciudad de Buenos Aires que incorporen de manera
obligatoria un Protocolo Interno de Protección al Derecho a la Intimidad de los
usuarios de Internet”.
En la resolución de fondo de un amparo impulsado por el abogado Andrés Gil
Domínguez, el magistrado sostuvo la omisión constitucional de los deberes del
Estado para garantizar el pleno ejercicio de derechos, y ordenó el cese de esta
omisión para que sea efectivo el “derecho a la intimidad informática”. De
acuerdo a lo dispuesto por el juez López Alfonsín en su sentencia firmada el
pasado 10 de octubre, la incorporación por parte de los motores de búsqueda
de Internet de un mecanismo interno para la protección de datos personales,
permitirá a ciudadanos exigirle a empresas como Google, Yahoo o Bing que
eliminen links a contenidos que afecten sus derechos de intimidad, privacidad,
seguridad individual, honor y dignidad.
En la sentencia el juez afirmó que “existe una omisión” por parte de la Dirección
General de Defensa y Protección del Consumidor de la Ciudad de Buenos
Aires, y que la misma “produce una amenaza real y actual al derecho a la
intimidad de los habitantes de la Ciudad de Buenos Aires” en el ámbito de
Internet.
Entre sus fundamentos, citó los artículos 10 y 12 de la Constitución porteña, los
que establecen que “los derechos y garantías no pueden ser negados ni
limitados por la omisión o insuficiencia de su reglamentación y ésta no puede
cercenarlos” y “la Ciudad el derecho a la privacidad, intimidad y
confidencialidad como parte inviolable de la dignidad humana”,
respectivamente.
“Cabe advertir que actualmente el gran desarrollo de los medios de
comunicación digitales provocó una nueva forma de intercambio de información
que representa una amenaza real al control de los usuarios sobre su intimidad
y capacidad de autodeterminación”, expresó el juez López Alfonsín.
Y agregó: “Es innegable que la rápida evolución tecnológica y la globalización
trajeron consigo nuevos retos para la protección de los datos personales, dado
que hoy en día el derecho a la privacidad puede verse menoscabado
gravemente por la utilización indebida de los datos que de un individuo pueden
obtenerse por los hábitos de navegación que tiene cada usuario y que
constituye una severa invasión a esta prerrogativa cardinal del plexo
normativo”.
Además, el magistrado referenció el informe realizado por la Carrera de
Especialización en Derecho Informático de la Facultad de Derecho de la
Universidad de Buenos Aires, que manifiesta “los conflictos que Internet ha
suscitado, tales como la falta de control de contenidos que provocó entre otros
efectos una fuerte amenaza a la intimidad de las personas”.
Entre los argumentos esgrimidos por el magistrado para hacer lugar a la
demanda contra el GCBA y la Dirección General de Defensa y Protección del
Consumidor por “omisión ilegal y arbitraria de no dictar en el ámbito de sus
respectivas competencias la normativa referida a la incorporación obligatoria de
un procedimiento” que garantice el derecho a la intimidad informática, invocó,
tras la Constitución Nacional y tratados internacionales, la Constitución de la
Ciudad de Buenos Aires y la Ley 24.240 que establece los derechos de los
consumidores y usuarios.
La Ley Nacional 24.420 versa sobre “el vínculo jurídico entre el proveedor y el
consumidor o usuario”, y, según el juez, de ella se concluye que “los
buscadores o direccionadores de internet son proveedores de servicios no
excluidos de su aplicación, y los que los contratan o utilizan son consumidores
a los efectos de la misma ley, encontrándose por ende en el ámbito de la
autoridad de aplicación el control y normación de su desenvolvimiento, y el
poder de policía sobre la actividad, en términos de la legislación citada”.
En el fallo, el juez López Alfonsín consideró necesario “aclarar que en principio
y abstractos todos los derechos fundamentales poseen igual jerarquía lo que
significa que la protección de la intimidad debe realizarse con criterios
razonables y proporcionados de forma tal que no termine restringiendo de
manera arbitraria el derecho a la libertad de expresión”.
Se trata de un amparo de incidencia colectiva, ya que, según lo dispuesto, el
bien jurídico en “juego” es la libertad de intimidad de las personas en el ámbito
de Internet configurado como un derecho individual homogéneo no patrimonial.
Además, si bien el actor podría ser un “afectado” lo cierto es que su pretensión
fue articulada no sólo en procura de su interés particular, sino principalmente
en defensa de los restantes sujetos que utilizan Internet.
“Finalmente, es imperioso aclarar que la forma en que se decide en modo
alguno significa un avance de la magistratura sobre otros poderes del Estado,
sino lisa y llanamente exigir de éstos el cumplimiento de las obligaciones
legalmente impuestas, máxime cuando, como en autos, de su realización
dependen derechos de terceros. Cuando existe un deber impuesto por la
Constitución a los poderes públicos, el margen exento de control judicial debe
ser interpretado con carácter eminentemente restrictivo. Ello en el
entendimiento, que es función del Poder Judicial velar por cumplimiento de las
normas vigentes”, concluyó el magistrado.
CONCLUSIÓN:
En conclusión, la informática desde su llegada hasta nuestra sociedad no fue
debidamente regulada, ni racionalizada lo cual trajo consecuencias como son
las vulneraciones en las libertades personales lo cual trajo demasiadas
consecuencias mas que beneficios que supuestamente ofrecía.
BIBLIOGRAFÍA:
- Redacción Judicial. Derecho a la intimidad informática.
Fallos.Argentina,2014

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