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“Mal” y “fracaso” son sinónimos en la mente de los jóvenes y por tanto, pone obstáculos a su desarrollo. Alexander señaló que intentar hacerlo “bien” es una
trampa en la que muchos de nosotros caemos enseguida, porque intentamos hacerlo sin investigar lo que realmente ocurre en el intento. Lo que generalmente
ocurre es que hacemos exactamente lo mismo, pero con tensión extra; en otras palabras, lo hacemos como antes sólo que peor. La herencia suprema del hombre
(frase de Alexander y título de su primer libro) es la habilidad de elegir si actuar de una forma u otra, o no actuar en absoluto. Si realmente vamos a hacer lo
necesario, debemos cambiar el concepto “normal” de lo que tiene que hacerse y elegir los medios por los cuales actuamos de una manera diferente, coordinada y
apropiada. El profesor John Dewey dijo:
“La técnica del Sr. Alexander guarda la misma relación con la educación que la educación misma con todas las otras actividades. Contiene según mi criterio, la promesa y
la potencialidad de la nueva dirección necesaria en toda educación.”
Prefacio
Ha habido una insistente demanda de este libro desde hace tiempo, particularmente de los lectores americanos de La herencia suprema del hombre y como
agradecimiento he querido contribuir a nuestro conocimiento merecedor del estímulo escrito que he recibido de un amplio círculo de lectores, de la prensa y de los
científicos de Australia, Inglaterra y Norteamérica.
Este montón de correspondencia es de gran interés para mí, pues cada carta contiene una petición de mayor aclaración en algún punto o puntos en particular, de
especial interés para el remitente de la carta. Naturalmente, es realmente imposible responder todas estas dudas en este libro, pero en lo posible, pondré ejemplos
prácticos para mostrar de forma general, el principio o principios fundamentales implicados en esas preguntas, con la esperanza de que estos ejemplos ayuden a
mis corresponsales a entender mejor el lado práctico de sus problemas. Tengo material suficiente para varios volúmenes y al hacer la selección, he estado
influenciado por la importancia relativa del asunto en cada parte de mi tema. Por tanto, será fuente de satisfacción para cualquier lector que pueda estar
desilusionado al respecto, saber que he dado la debida consideración a esta parte esencial de mi trabajo.
En La herencia suprema del hombre he expuesto mi tesis junto con los procedimientos y ejemplos prácticos y a juzgar por la correspondencia recibida de mis
lectores, el camino ha quedado despejado para una nueva perspectiva y para el deseo de una comprensión mejor de los medios por los cuales vivir la vida
sanamente, en medio de las experiencias y rápidos cambios del siglo veinte. En este libro estoy más deseoso de responder a preguntas tan repetidas como: “¿Por
qué nuestros instintos son menos fiables que los de nuestros antepasados?” “¿En qué etapa de la evolución del hombre empezó este deterioro?” “¿Cuál es la causa
de nuestra inquietud actual individual y nacional?” “¿Puede usted establecer los principios que nos permitirán decidir los mejores métodos de educación para
nuestros niños?” “Evidentemente su concepto de control consciente, coordinación y reeducación difiere del usual; si es así, ¿explicará usted la diferencia en su
próximo libro?” Soy de la opinión de que si consigo responder a estas preguntas, habré dado un paso adelante importante para ayudar a aclarar, de una vez por
todas, las dudas de cualquiera que en medio de la inquietud e insatisfacción mundial, busque honestamente la verdad en medio del montón de métodos, sistemas,
“curas” y tratamientos en las esferas llamadas “física”, “mental” y “espiritual”. En relación con esto, es importante notar que los entusiastas de estos variados
métodos, señalan los excelentes resultados específicos (esto es, según su idea o concepción de resultados) que apoyan sus discusiones o creencias; pero el hecho es
que, a pesar de estos resultados asociados al esfuerzo humano durante los pasados quinientos años en todas las esferas de actividad terapéutica y curativa, el nivel
de percepción sensorial, de la coordinación general y del uso fiable de los mecanismos del organismo ha ido disminuyendo gradualmente y sigue haciéndolo, con
Esto es particularmente interesante para mí porque un miembro de la profesión médica, un amigo íntimo de William James, se ha interesado lo suficiente en mi
trabajo para persuadirle de venir a dar clases conmigo en Londres. Desdichadamente, circunstancias repentinas interfirieron con este plan, así que no tuve el placer
y el honor de contarle entre mis alumnos. Para mí esto ha sido una gran pena, pues por lo que este amigo me ha contado, no había duda de que se podía haber
hecho mucho para ayudarle a aumentar su experiencia, con recursos que contribuirían a recuperar la integridad de los procesos sensoriales que estaban más o
menos dañados y proporcionar los procesos psicofísicos que activarían su “alta dotación sensual” bajo control consciente, permitiéndole así construir el puente
entre el modo de vida instintivo y el consciente.
Me atrevo a afirmar esto gracias al conocimiento que he ganado con la evolución de mi técnica, primero enseñándome a mí mismo y luego en mi larga experiencia
enseñando a los demás. A medida que mi técnica evoluciona, se hace cada vez más claro que con sus procedimientos se puede entrar en contacto con lo
desconocido, porque la condición mejorada del funcionamiento psicofísico conseguida, no es el resultado de trabajar para un fin (lo conocido) concebido y dirigido
previamente, sino que emerge como resultado indirecto del empleo de medios razonados por los cuales se alcanzan las condiciones mejoradas en el uso de sí
mismo (lo desconocido). Este resultado no se obtiene induciendo el autohipnotismo o por pura casualidad, como por ejemplo, al entrar en contacto con una
influencia externa, personal o de otra clase, o por la posesión de alguna aptitud natural (reacción habitual) apropiada para producir cierto resultado deseado. En
todos estos casos, se confía en el instinto en lugar de en el pensamiento y en los procesos de razonamiento, mientras que “razonando desde lo conocido hacia lo
desconocido” como en mi técnica, se confía en el empleo consciente de medios que cumplen leyes biológicas, fisiológicas, etc. conocidas por nosotros; también la
observación de fenómenos de causa y efecto puede verificarse según el estricto método científico, para que como el Dr. Dewey escribe en su Introducción, “las
causas que se usan para explicar las consecuencias o efectos, pueden ser analizadas completamente para demostrar que realmente producen estas consecuencias y
no otras”.
Hoy no conozco a ninguna persona que dude de que si el hombre ha de evolucionar en la dirección correcta, debe salvarse el hueco entre el control instintivo y el
consciente de sí mismo, para salvar “el espacio entre la teoría idealista y la práctica real”. Durante los últimos cincuenta años, he tenido la experiencia única de
ayudar a hombres y mujeres en muchos caminos de la vida a hacer esto, empleando sus procesos de razonamiento consciente para cambiar y mejorar su sensorio
humano y así pasar de las experiencias conocidas (erróneas) a las desconocidas (correctas) del uso de ellos mismos. Además y lo más importante, el prerrequisito
para cada paso de este proceso fue la recuperación de la integridad del sensorio humano, sin el cual un ser humano no podría registrar la experiencia para poder
2 Volumen II, páginas 682-3, citado por gentileza de Brown & Co., Boston, 1935.
El Control Consciente y Constructivo del Individuo 9
Prefacio a la edición de 1955
comprobar su validez.
La perfidia de la percepción sensorial de la gente de nuestro tiempo es demostrable y resultará ser extrema por la cantidad rápidamente creciente de gente afligida
por tendencias llamadas “mentales” y criminales. Poca gente aceptaría como íntegras las experiencias que les relatara cualquier persona que fuera un caso llamado
“mental” y por la misma razón debemos ser sensatos y no aceptar “por la cara” las experiencias de nadie o confiar implícitamente en el juicio y las conclusiones
basadas en estas experiencias, si no tenemos una buena razón para creer que el sensorio de esa persona es una guía íntegra para el funcionamiento y el registro de
impresiones.
Resumiendo, lo anterior lleva al punto de fricción entre los partidarios de la ciencia y los de la religión; los de la ciencia encontrándolo mal porque quieren la
“verificación operativa” de las experiencias de lo desconocido sobre lo que la fe religiosa se basa, y los partidarios de la religión proclaman que muchas de sus
experiencias, aunque no sean verificables objetivamente, no deben por ello ser rechazadas por los científicos, pues no son menos reales.
Ruego seriamente que se preste una consideración imparcial a la educación que he defendido, para conseguir experiencias desconocidas en la mejora del uso de sí
mismo. Es una educación igual para adultos que para niños y trata sobre la mejora de la naturaleza de su percepción sensorial como entrenamiento esencial para un
registro más íntegro de otras experiencias cualesquiera que puedan tener, minimizando así su riesgo actual de caer en el error incluso si ellos heredan unas “dotes
sensibles altas” como las que el profesor Perry nos cuenta que poseía William James.
Es cierto que la dependencia de la reacción instintiva cubre las necesidades del reino animal; pero la crisis mundial de nuestros días sirve para demostrar que tal
dependencia ya no cubre las necesidades del hombre cuando intenta trasladar a la práctica sus teorías idealistas para su propia mejora, crecimiento y progreso.
F. MATTHIAS ALEXANDER16
Ashley Place, London, S.W.1.
3 La palabra “instinto” se utiliza en este trabajo para indicar los hábitos establecidos, heredados o desarrollados. Como escribí en La herencia suprema del hombre (capítulo
2.4): “Defino instinto como el resultado de las experiencias psicofísicas subconscientes del hombre acumuladas en todas las etapas de su desarrollo, que continúa con nosotros
hasta que, individual o colectivamente, alcanzamos la etapa del control consciente”.
El Control Consciente y Constructivo del Individuo 11
La guía-control subconsciente es insuficiente para los rápidos cambios de la vida civilizada
En este punto, quiero aclarar el sentido en el que utilizo la palabra psicofísico. El término psicofísico se utiliza aquí y en todos mis trabajos para indicar la
imposibilidad de separar las operaciones “físicas” y “mentales” en nuestra concepción del funcionamiento del organismo humano. Como escribí en La herencia
suprema del hombre4, “en mi opinión las dos deben considerarse enteramente interdependientes e incluso más firmemente entrelazadas de lo que implica tal frase.”
Por consiguiente, utilizo el término actividad psicofísica para indicar todas las manifestaciones humanas y mecanismo psicofísico para indicar el instrumento que
hace posible estas manifestaciones.
Sin embargo, no debe considerarse que la actividad psicofísica implica siempre una acción y reacción iguales de los procesos a los que se refiere, porque, como
espero demostrar, la historia del desarrollo de las etapas del hombre revela manifestaciones de actividad humana que, en ciertas etapas muestran una
preponderancia del lado llamado “físico”, mientras en otras etapas la preponderancia está en el lado llamado “mental”.
Me veo forzado a utilizar las palabras “físico” y “mental” aquí y en todos mis argumentos porque no hay otras palabras que expresen adecuadamente las
manifestaciones de la actividad psicofísica presentes en las diferentes etapas y no en el sentido de que lo “físico” y lo “mental” puedan separarse. Quiero además
aclarar que cuando uso la palabra “mental”, debe entenderse que representa todos los procesos o manifestaciones que se reconoce generalmente que no son
enteramente “físicos” y viceversa, la palabra “físico” representa todos los procesos o manifestaciones que se reconoce generalmente que no son enteramente
“mentales”.
7 Debido a las numerosas preguntas recibidas de los lectores de La herencia suprema del hombre, creo que muchas personas no tienen claro lo que significan las expresiones
“medios por los cuales” y “obtención del fin”. Para intentar aclarar el significado, señalaré que siempre que una persona quiere alcanzar un “fin” particular (incluso si este
“fin” es el desarrollo de potencialidades o la erradicación de defectos, peculiaridades o mal uso) su procedimiento estará basado en uno o dos principios que he llamado
principios de la “obtención del fin” y de los “medios por los cuales”.
El principio de la “obtención del fin” es un procedimiento directo por parte de la persona que se esfuerza en alcanzar el deseado “fin”. Este procedimiento directo está
asociado con la dependencia de la guía-control subconsciente, llevando, en los casos en que hay presente una mala coordinación, a un uso insatisfactorio de los mecanismos y
a un aumento de los defectos y particularidades ya existentes.
El principio de los “medios por los cuales”, en cambio, es una consideración razonada de las causas de las condiciones presentes y un procedimiento indirecto en lugar de
directo por parte de la persona que se esfuerza en alcanzar el deseado “fin”. Este procedimiento indirecto es aquella actividad psicofísica asociada a la guía-control consciente
constructiva y al consiguiente uso satisfactorio de los mecanismos que establecen las condiciones esenciales para el aumentado desarrollo de potencialidades. Bajo estas
condiciones, los defectos, peculiaridades y mal uso probablemente no estarán presentes en el organismo.
En relación con esto quiero que se entienda que en este libro utilizo el término guía-control consciente para indicar, principalmente, un nivel a alcanzar más que un método
para alcanzarlo.
El Control Consciente y Constructivo del Individuo 13
Comparación del proceso evolutivo en los estados salvaje y civilizado
desarrollo bajo las condiciones del salvaje, le habrían llevado a la debida consideración de estos “medios por los cuales” relativos a un desarrollo satisfactorio bajo
condiciones civilizadas y entonces se habría dado cuenta de que las demandas que se le hacían en la etapa civilizada debían necesariamente ser diferentes de
muchas maneras, de aquellas que se le hacían en la etapa salvaje.
Si bien era deseable que el cambio desde el plano de control subconsciente al consciente hubiera tenido lugar, es evidente que el hombre no había alcanzado ese
estado avanzado de la evolución que le habría hecho posible efectuarlo. Sin embargo, la experiencia nos dice que con el avance de la civilización, las condiciones
han cambiado continuamente volviéndose cada vez más complejas y el método psicofísico fundamental del hombre para adaptarse a esas condiciones cambiantes
ha permanecido igual, con los resultados insatisfactorios y frustrantes a los que me he referido.
no está en la complejidad del plan de la civilización sino en nuestra actitud irrazonable hacia sus demandas, una actitud asociada con una dependencia continuada
de la guía-dirección subconsciente en nuestros intentos de “obtener el fin” para alcanzar esas demandas.
La condición prevaleciente de ansiedad y tensión provocada por estos intentos, daña al organismo como una unidad y si sigue aumentando tan rápidamente como
en el pasado, probablemente puede predecirse que minará nuestras reservas como la peor forma de desarreglo orgánico y perversión cinestésica. Verdaderamente,
podríamos decir que ya se ha alcanzado un peligroso estado de perversión y engaño, cuando los intentos de resolver todos los problemas de la vida parecen
demandar complejidad en lugar de simplicidad de procedimiento. Incluso alcanzamos un estado en el que los más simples “medios por los cuales” se vuelven de la
más difícil ejecución. Un ejemplo muy interesante en relación con esto, ocurrió en mi experiencia como maestro: un hombre muy conocido por sus logros
científicos tuvo grandes dificultades durante varios días con un simple problema práctico de psicomecánica concerniente a su reeducación; cuando vino a clase una
mañana me dijo: “Ahora ya sé cuál es nuestro problema. ¡Este trabajo suyo es demasiado simple para nosotros!”.
De hecho, la complejidad introducida innecesariamente en el acto de vivir en general, es igualada únicamente por la complejidad con que nos formamos
individualmente en nuestros intentos por alcanzar logros en esferas específicas como por ejemplo, en la esfera de la educación (en su sentido más amplio, en
aprender algo o en aprender a hacer algo) y también en cualquier proceso autodidacta. Todos los actos relacionados con aprender algo o aprender a hacer algo,
demandan actividad psicofísica y el grado de eficiencia en estas esferas depende, en cada caso, del nivel de la criatura en el empleo satisfactorio del sí mismo
8 La palabra coordinación se utiliza generalmente en un sentido estrecho y limitado, como con las palabras relajación, reajuste, reeducación. En vista de lo cual, considero
necesario dar una idea del sentido más amplio con el que se la utiliza en este trabajo.
Utilizo la palabra coordinación, tanto en su concepto como en su aplicación, para comunicar la idea de coordinación en un sentido general y no específico. La coordinación
específica de cualquier parte específica del organismo, tal como los músculos del brazo o de la pierna, puede conseguirse mediante un procedimiento directo, durante el cual,
no obstante, nuevos defectos en el uso del organismo en general serán ciertamente cultivados, mientras otros ya presentes se volverán más pronunciados. Estas perniciosas
condiciones no se cultivarán si la coordinación específica se consigue mediante un proceso indirecto que incluye, en primer lugar, la coordinación general del organismo
psicofísico, es decir, una condición integrada en la que todos los factores continúan teniendo un uso psicomecánico satisfactorio.
Esta distinción entre lo específico y lo general se aplica también a los términos reajuste, relajación y reeducación como los utilizo en este libro, pues con la reeducación
general los defectos específicos son erradicados en el proceso.
9 Como escribí en La herencia suprema del hombre (capítulo 1.7) en relación con el dibujo:
“Cualquier observador atento y aplicado que vea el movimiento y la posición de los dedos, mano, muñeca, brazo, cuello y cuerpo en general de esos niños durante los
diferentes intentos de dibujar líneas rectas o curvas, no podrá dejar de notar la falta de coordinación entre esas partes. Probablemente los dedos intentarán hacer la tarea del
brazo, la espalda estará encorvada, la cabeza girada hacia un lado. En resumen, las energías están siendo proyectadas a partes del mecanismo que tienen poca o ninguna
influencia en la ejecución del deseado acto de dibujar y el mero despilfarro de la proyección de tales energías por sí solo es casi suficiente para anular el propósito pretendido.”
El Control Consciente y Constructivo del Individuo 15
Complejidad y complicaciones de la vida civilizada
maestro y si esas instrucciones fueran correctas, su asimilación permitiría al alumno razonar los “medios por los cuales” llegar al “fin” deseado, lo que se
conseguiría del modo simple y fácil característico de todo buen logro.
11 Puede que muchos lectores no estén de acuerdo conmigo en este punto, pero veremos que lo único necesario para mi argumento es reconocer el lugar que ocupa la necesidad,
el requerimiento de un nuevo modo de relacionarse con el entorno, por lo que el resto de mi argumento no se ve afectado por creer o no en ello.
12 Me doy cuenta naturalmente de que la sensibilidad a la luz, así como los ojos, se desarrollaron mucho antes de que hubiera párpados.
El Control Consciente y Constructivo del Individuo 17
La mente dispersa reconocida como defecto. Su relación con la supervivencia
Un acto de supervivencia es la respuesta a un estímulo (o estímulos) resultante de una necesidad fundamental y la respuesta apropiada depende de la dirección-
control satisfactoria de los mecanismos psicofísicos comprometidos en el acto o actos para la supervivencia.
Un intento de aprender algo o de aprender a hacer algo, es la respuesta natural a un estímulo (o estímulos) resultante del deseo o necesidad de aprender algo o de
aprender a hacer algo y una respuesta apropiada depende de la dirección-control satisfactoria de los mecanismos psicofísicos comprometidos en el acto de aprender
o aprender a hacer algo.
Por lo tanto, los procesos correspondientes a los actos relativos a la supervivencia o a aprender algo o aprender a hacer algo, son precisamente los mismos, de lo
que se deduce que si en la esfera de la supervivencia la dirección-control no es satisfactoria, la respuesta a los estímulos relativos a la necesidad de supervivencia
tampoco lo será; y por la misma regla, si en la esfera de aprender y aprender a hacer, la dirección-control no es satisfactoria, la respuesta a los estímulos relativos al
deseo o las necesidades relacionados con los actos de intentar aprender algo o aprender a hacer algo tampoco lo serán y esta respuesta inapropiada se manifiesta
diariamente en ese defecto tan común en nuestro tiempo, llamado “mente dispersa”.
Ahora hemos llegado al punto en el que debemos considerar el origen de la concepción que nos llevó a dar a esta manifestación particular el nombre de “mente
dispersa”.
Una persona decide aprender algo o aprender a hacer algo. Esta decisión da lugar inmediatamente a una serie de actividades de los mecanismos psicofísicos
correspondientes, siendo de vital importancia para obtener un resultado satisfactorio, aquellas relativas a la dirección-control, que en este ejemplo es la habilidad
de aprender algo o aprender a hacer algo.
Cuando la persona tiene éxito, no llega a ser consciente del defecto de la “mente dispersa” ya que el éxito de su intento significa que su concepto del acto a
efectuar implica el empleo de los apropiados medios por los cuales conseguir su deseado “fin”. En este caso, las actividades de los mecanismos psicofísicos
implicadas en su intento, serán el resultado de la dirección-control satisfactoria.
Por otro lado, cuando una persona no tiene éxito en su intento de aprender algo o aprender a hacer algo, ese fracaso significa que hay defectos en su idea del acto a
realizar, en el sentido de que esta idea no implica el empleo de los apropiados medios por los cuales conseguir su deseado “fin”. En este caso, las actividades de los
mecanismos psicofísicos implicadas en su intento, serán el resultado de la dirección-control no satisfactoria, resultando un uso mal dirigido de los mecanismos
psicofísicos y de ahí su incapacidad de mantenerlos operando en los apropiados medios por los cuales conseguir su deseado “fin”. Todo el procedimiento es un
intento de comunicar nexos a lo largo de líneas de comunicación que no son fiables, dando como resultado un defecto que alcanza la conciencia de la persona
corriente como una incapacidad de atender o de mantener la mente en lo que se tiene entre manos y de ahí que se le llame “mente dispersa”.
De hecho, el uso defectuoso de los mecanismos responsable de tales condiciones, no puede ser descrito adecuadamente como “mente dispersa” ya que es la
manifestación de una perniciosa y mal dirigida acción y reacción, no sólo en relación con aquellos procesos comúnmente llamados mentales, sino con la totalidad
del organismo psicofísico. La manifestación de esa condición de coordinación imperfecta va asociada a una sensación (percepción sensorial) no-fiable relativa a la
dirección-control no satisfactoria, la cual, durante su desarrollo, ha debilitado gradualmente la respuesta de la criatura humana a los estímulos en la esfera de la
supervivencia.
En relación con esto es importante recordar que la criatura salvaje dependía principalmente de la sensación en las esferas de dirección-control y, como su sensación
(percepción sensorial) era relativamente fiable, las actividades dirigido-controladas estarían entonces asociadas a una respuesta al estímulo para la supervivencia
creciente.
13 El hecho de que un individuo exhiba una dirección-control satisfactoria en una actividad en particular, no contradice esta afirmación; realmente sólo sirve para darle más
fuerza como intentaré demostrar en las páginas de este libro.
En relación con esto, he encontrado demasiado a menudo en mi trabajo profesional, que una persona considera que una experiencia psicofísica es muy satisfactoria mientras
que yo, como experto, sé que en realidad no es satisfactoria. En tal caso, la experiencia supuestamente satisfactoria es una experiencia ilusoria y dañina que la persona
implicada siente y cree que está bien cuando realmente está mal. De hecho, la experiencia no es satisfactoria, pero ella no lo sabe; y así cuando después se siente insatisfecha,
no atribuye su insatisfacción a sus propias experiencias psicofísicas sino a otras personas, circunstancias, “algo está mal en alguna parte”, siempre creyendo que la causa está
fuera en lugar de dentro del organismo.
El Control Consciente y Constructivo del Individuo 19
La mente dispersa reconocida como defecto. Su relación con la supervivencia
llevado a la adopción casi universal de lo llamado concentración14 como la cura para la “mente dispersa”. Desdichadamente este remedio, como demostraré más
adelante, es una manifestación psicofísica más dañina y engañosa, y ha sido adoptado sin ninguna consideración a sus efectos sobre el organismo en general o de
los procesos psicofísicos implicados en lo llamado “aprender a concentrarse”.
1.6 Consideración del mecanismo del organismo psicofísico humano en relación con las actividades llamadas de
aprender y aprender a hacer
Lo precedente servirá para señalar que en la esfera de aprender algo o aprender a hacer algo (en relación con todos los actos psicofísicos), hay un importante
problema a resolver si vamos a progresar hasta aquel grado de funcionamiento y uso psicofísicos, que nos permitirá alcanzar satisfactoriamente las demandas
siempre crecientes de una civilización avanzada. Hemos visto como el nivel de funcionamiento de los actos psicofísicos depende de la concepción y ésta influye
sobre la dirección-control de los mecanismos correspondientes, así que es esencial tomar en consideración este asunto tan importante de la concepción, o sea la
comprensión de lo que deseamos aprender o aprender a hacer y también esa actividad psicofísica mediante la cual podemos llegar a nuestras concepciones sobre
aprender y aprender a hacer.
Luego consideraremos los mecanismos del organismo psicofísico en relación con la actividad llamada aprender algo.
Primero, para cada forma de actividad psicofísica debe haber un estímulo. Considerando la respuesta a este estímulo, recordaría a mis lectores que no separo las
operaciones (manifestaciones) “mentales” y “físicas” en mi concepción de la manera (“medios por los cuales”) de funcionar el organismo humano. ¿Cómo
podemos demostrar que la respuesta a cualquier estímulo es totalmente “física” o totalmente “mental”?
Por un lado, en las esferas consideradas ordinariamente puramente físicas (la ejecución de actos “físicos”) el nivel de funcionamiento depende
(1) del grado de corrección de la concepción del acto a ejecutar, y
(2) del grado de empleo coordinado de las órdenes o direcciones de guía-control y de los mecanismos necesarios para llevar a cabo las actividades, esencial
para los correctos medios por los cuales poder ejecutar el acto.
Por otro lado, en las esferas consideradas ordinariamente puramente mentales, el nivel de funcionamiento depende
(1) del grado de fiabilidad de la guía-dirección sensorial en el uso de los mecanismos implicados en conducir el estímulo primariamente responsable de los
procesos psicofísicos relativos a la idea, y
14 Interesa recordar que el reconocimiento del defecto llamado “mente dispersa” es muy anterior a la concepción de la concentración como un remedio. Debo remitir a mis
lectores al capítulo sobre la concentración para una discusión más amplia sobre esta importante cuestión. Por ahora me limitaré a señalar que no estoy poniendo objeciones a
la concentración en el sentido en que implica que ocurran una serie de cosas, que se desarrollan simultáneamente convergiendo hacia una consecuencia común, una forma de
concentración que está presente en los procesos correspondientes a las manifestaciones psicofísicas del niño normal que juega, del artesano competente y del artista
embargado en su trabajo y que simplemente implica una condición de coordinación. En cambio, la forma de concentración a la que estoy poniendo objeciones es aquella que
implica fijación en una cosa, “centrar la mente” en un objeto, justamente por la misma razón por la que yo ponía objeciones a ese concepto de educación que la gente parece
justificar al considerar que el propósito esencial del procedimiento educativo es asegurar los “fines” mediante métodos específicos (“obtención del fin”) independientemente
de los medios por los cuales los mecanismos psicofísicos son utilizados en general, durante el intento de obtener esos “fines”.
El Control Consciente y Constructivo del Individuo 20
Consideración del mecanismo del organismo psicofísico humano en relación con las actividades llamadas de aprender y aprender a hacer
(2) del grado de coordinación alcanzado en el uso de todo el organismo.
Si se alcanza el nivel más alto del llamado funcionamiento físico, debe haber uso coordinado del sistema muscular mediante guía-dirección-control coordinada
por procesos también llamados mentales, que incluyen acción y reacción de la unidad psicofísica y un nivel adecuado permanente del funcionamiento vital del
organismo.
Del mismo modo, como estoy preparado para demostrar más tarde, si se alcanza el nivel más alto del llamado funcionamiento mental, debe haber uso coordinado
de aquellos procedimientos implicados en el uso coordinado del llamado yo físico, que incluyen acción y reacción de la unidad psicofísica y un nivel adecuado
permanente del funcionamiento vital del organismo.15
Por tanto está claro que ninguna actividad humana puede decirse que sea totalmente “física” o totalmente “mental”, sino que toda actividad humana, en cualquier
esfera, es una actividad psicofísica; el nivel de funcionamiento individual, tanto el llamado mental como el físico, queda determinado por el grado de uso
coordinado del organismo en general; el nivel de uso coordinado queda a su vez determinado por el grado de empleo coordinado de los procesos psicofísicos
correspondientes.
Ahora, la actividad psicofísica es simplemente la respuesta a algún estímulo (o estímulos) recibido por el canal de los sentidos, por ejemplo del oído, la vista, el
tacto, la sensación, etc., y la naturaleza de la concepción resultante y de la respuesta, nuestra reacción psicofísica, quedarán determinadas por el nivel de
funcionamiento psicofísico presente.
De ahí se sigue que el proceso de la concepción, como todas las otras formas de actividad psicofísica, es un proceso que viene determinado por nuestra condición
psicofísica en el momento en que se recibe el estímulo (o estímulos) particular. Todos sabemos que la idea que el hombre tiene de su presente o futuro financiero u
otras condiciones en la vida es muy diferente cuando está en un momento bueno y feliz, de la que tiene en un “bajón”. De nuevo la idea del desastre o de un golpe
de suerte en la vida será muy diferente en el caso de un hombre que disfruta de buena salud, de la del hombre debilitado por la mala salud.16
15 Todos nos damos cuenta, por ejemplo, de que un hígado perezoso no ayuda a la mejor utilización de los poderes “mentales” y conocemos gente que gracias a malos hábitos de
exceso de permisividad, han llegado a tener desórdenes de hígado o riñón y entonces sus procesos de razonamiento se han visto seriamente dañados y los de rememoración
prácticamente arruinados. Si por alguna razón, el funcionamiento vital de los mecanismos y órganos físicos es inadecuado, el organismo como un todo, se va envenenando
gradualmente, resultando una interferencia gradual con los procesos de rememoración.
16 Se suele clasificar a este último como pesimista y al primero como optimista.
El Control Consciente y Constructivo del Individuo 21
Percepción sensorial
1.8 Percepción sensorial
Esta percepción sensorial es el factor del que depende el bebé, como el animal, para guiarse en sus primeros intentos subconscientes de utilizar las diferentes partes
del mecanismo, dependiendo el éxito de estos intentos del grado de fiabilidad de la percepción sensorial del niño y afirmo que donde encontramos defectos,
peculiaridades, etc., en el niño de muy tierna edad, incluso en sus primeros intentos de gatear, ponerse de pie, andar, etc., la presencia estos defectos se debe a que
los procesos instintivos de tales niños no son fiables. Es mi propósito intentar demostrar a lo largo de este libro, la certeza de esta afirmación, que se basa en los
resultados de la experiencia educativa de muchos años; y también demostrar que estamos preparados, en los casos en que los procesos instintivos no son fiables,
para restaurar la percepción sensorial a aquel nivel de fiabilidad del que depende el funcionamiento adecuado de todos los procesos psicofísicos.
Un entendimiento amplio de la percepción sensorial, de su enorme influencia para bien y para mal en el desarrollo de la criatura y de su futuro apoyo al progreso
del género humano, es pues de la mayor importancia para todos, pero especialmente para aquellos interesados en la educación, tanto en el sentido de la educación
en nuestras escuelas, como en el más amplio a nivel mundial.
La percepción sensorial, desde nuestro punto de vista, tiene un significado mucho más amplio del que generalmente se le atribuye. Pero será suficiente en este
punto establecer que, incluso tomado en su sentido más limitado, incluye todas las experiencias sensoriales que llegan a través de los canales de la vista, oído,
tacto, sensación, equilibrio, movimiento, etc., y que son responsables de la acción y reacción psicofísicas de todo el organismo.
Si levantamos un brazo, movemos una pierna o si hacemos cualquier otro movimiento del cuerpo o de las extremidades, nos guiamos principalmente por nuestra
percepción sensorial o, como mucha gente diría, por nuestras sensaciones. Esto se aplica al probar la textura de un trozo de ropa entre nuestros dedos o al evaluar
el tamaño, el peso, la distancia, etc., de hecho, en el empleo de los mecanismos “físicos” en los procesos de oír, ver, andar, hablar y en todas las otras actividades
de la vida.
17 Es verdaderamente un hecho espantoso pedir al ser humano corriente que lo reconozca y cuando en mi esfera profesional me he visto obligado a hacérselo a mis alumnos, he
leído en sus caras las diferentes ideas, opiniones y sentimientos evocados por mi explicación. A menudo, ha sido evidente que me han mirado como a un enemigo. Por
ejemplo, estaba discutiendo recientemente este punto con un amigo profesional quien una vez negó que nuestra percepción sensorial no fuera fiable, y me preguntó, “¿Por qué
debería la Naturaleza permitir que nos equivocáramos en algo tan esencial?” Yo le dije que le contestaría a esto si él, por su parte, me explicaba primero por qué la Naturaleza
debería evitar que nos equivocáramos, visto que en los procesos del desarrollo de la criatura en la civilización, hasta los más simples fundamentos de la naturaleza han sido
ignorados. Para mí estaba claro que mi afirmación original había sido una ofensa para mi amigo y que su pregunta era más una reacción emocional que el resultado de un
proceso racional y, como él admitió luego, nunca había pensado en esa cuestión de la percepción sensorial no-fiable hasta que yo le hice darse cuenta de este asunto y aún no
estaba de acuerdo con alguien que, como él sabía, no sólo había estado considerando este tema durante más de treinta años, sino que además, durante más de veinticinco había
El Control Consciente y Constructivo del Individuo 23
Percepción sensorial no-fiable, un defecto universal
La verdad es que no hemos dado suficiente importancia a este asunto esencial. Simplemente hemos actuado en la presunción, por la usual vía subconsciente, de
que si tenemos una potencialidad como la de la percepción sensorial (sensación), debe ser fiable por definición.
1.11 Consideración de las tres etapas del desarrollo humano en relación con el deterioro de la percepción sensorial
Ahora trataré de exponer ante el lector, ciertos hechos relativos a las etapas evolutivas de la criatura humana, cuando se presentaron condiciones psicofísicas que
causaron el gradual deterioro de la percepción sensorial, indicando las posibles causas de este deterioro de nuestra sensación y de todos los demás sentidos.18
Confinaré esta consideración del desarrollo del hombre a tres etapas:
(1) la etapa en que era guiado principalmente por la percepción sensorial;
(2) la etapa en que desarrolló la habilidad de inhibir en esferas específicas y estaba todavía lo que llamamos “físicamente en forma”;
(3) la etapa en que había desarrollado más este poder de inhibición en esferas específicas, pero había reconocido un grado menor de forma “física” que
necesitaba un remedio.
1.11.1 Etapa I: Etapa incivilizada. Grado de percepción sensorial fiable y mantenimiento de condiciones satisfactorias
Todos conocemos el alto grado de percepción sensorial (asociada a todas las experiencias sensoriales correspondientes a las actividades psicofísicas generales
esenciales para una existencia saludable) de la etapa incivilizada comparado con el de la civilizada. En la etapa que estamos considerando, la condición
satisfactoria de la criatura salvaje se mantenía gracias al uso constante de los mecanismos en las limitadas esferas de actividad relacionadas con producir comida,
bebida y refugio, y con la supervivencia frente al hombre y otros enemigos. Bajo tales condiciones y en esta etapa de la evolución, la guía subconsciente cubría
satisfactoriamente sus necesidades inmediatas. Ignoraba los medios por los cuales utilizaba sus mecanismos en las más sencillas actividades diarias y esta
ignorancia no era importante en esta etapa.
La razón no hay que buscarla lejos. En este periodo primitivo, el grado de coordinación y la percepción sensorial que le acompaña eran relativamente altos en
ambos sexos y las necesidades de la vida incivilizada no reclamaban la continua adaptación a los rápidos cambios que demanda la vida civilizada.
De hecho, la coordinación y desarrollo físicos del salvaje, como los del animal con el que se encontraba diariamente, habían alcanzado en este periodo un estado
excelente. Esto justifica que creamos que la criatura que se sostiene sobre dos pies, heredó de sus predecesores que andaban a cuatro patas, un organismo bien
desarrollado y saludable (y seguro que hay pocas dudas sobre esto) y podemos suponer que se alcanzó el estado humano en una condición de salud que puede ser
descrita como relativamente buena.19
estado profesionalmente involucrado en demostrar prácticamente a sus alumnos el hecho de que sus percepciones sensoriales no son fiables.
18 Los factores que permiten el establecimiento de la percepción sensorial fiable y mejorar continuamente su nivel, han sido señalados en La herencia suprema del hombre. El
ejemplo sobre la técnica de labranza puede sugerir el tipo de experiencias humanas responsables de esa temprana interferencia con el nivel de funcionamiento y uso de los
mecanismos psicofísicos que reduce el nivel de fiabilidad de la percepción sensorial. Véase en La herencia suprema del hombre , capítulo 2.5: “Guía-control consciente en la
práctica”.
19 Esto no excluye la posibilidad de que la criatura experimentara ocasionalmente dolores o penas, o incluso que sufriera enfermedades específicas, pero exceptuando estos
problemas concretos, el grado usual era el normal. En relación con esto es significativo que el hombre primitivo siempre piensa en la enfermedad como algo análogo a la
El Control Consciente y Constructivo del Individuo 24
Consideración de las tres etapas del desarrollo humano en relación con el deterioro de la percepción sensorial
Desde entonces, durante un lento crecimiento de miles de años, esta criatura humana fue construyendo, segura y gradualmente, el uso y desarrollo de la llamada
parte física en un entorno en el que los cambios raramente ocurrían y que cuando ocurrían eran relativamente lentos y así sus actividades consistirían
generalmente, en la repetición diaria de la misma serie de actos para los que el nivel de dificultad permanecía más o menos igual.
Pero el uso y desarrollo de la llamada parte mental, habían sido relativamente limitados en un entorno en el que su principal esfuerzo diario consistiría en cazar los
animales, pájaros o peces que constituían su abastecimiento diario de comida, una actividad para la que su instinto era una guía tan segura como la de sus
predecesores.
Con este nivel relativamente alto de uso y desarrollo de la parte “física” y el asociado desarrollo del organismo en general, su experiencia de la enfermedad debió
ser correspondientemente pequeña; pero siempre que caía enfermo o sufría una lesión, pocas dudas puede haber de que aplicaría como remedio alguna hierba o
raíz específica que él sabría que poseía las cualidades curativas necesarias.20 Este acto sería una reacción subconsciente al estímulo resultante de la sensación de
enfermedad, exactamente de la misma manera que el acto de buscar su comida diaria era una reacción subconsciente al estímulo resultante de la sensación de
miedo y, gracias a que él poseía un organismo mecánico que trabajaba con precisión mecánica, el proceso instintivo servía a su propósito. La cura “específica” en
estas circunstancias era continuar con las demandas sanas y naturales. Ya que el proceso subconsciente automático y de lento desarrollo llamado instinto le guiaba
en su vida diaria cuando se encontraba bien, así el mismo proceso misterioso pero limitado le indicaría el remedio necesario y específico cuando estaba enfermo,
mediante la única parte de su organismo que ya estaba altamente desarrollada, esto es, su percepción sensorial, lo que significa que, en este caso, sus sentidos del
gusto y el olfato trabajarían en coordinación con su estómago y sus procesos digestivos.21
Así vemos que, tanto cuando estaba sano como cuando estaba enfermo, la guía subconsciente del instinto era fiable en la rutina prácticamente incambiable de su
vida diaria y así gracias a una percepción sensorial fiable, el hombre no tuvo necesidad de recurrir a procesos directivos más elevados.
1.11.2 Etapa II: Etapa civilizada primitiva. Desarrollo de la inhibición razonada y principio del fin del dominio del instinto como
factor de control
Con el paso del tiempo, el razonamiento fue iluminando cada vez más la existencia obtusa y limitada de la criatura, lo que queda demostrado por el hecho de que
empezó a fabricar toscas armas y a construir refugios primitivos. Este proceso de razonamiento estaba destinado a crecer y desarrollarse a través de miríadas de
herida de flecha, la magulladura producida por una piedra, etc., esto es, como procedente específicamente del exterior; y la técnica del hombre-medicina es la de extraer las
substancias extrañas que han entrado; si hace sudar al paciente, por ejemplo, es para que expela alguna sustancia extraña.
20 Así vemos que el hábito de “tomar algo” para una enfermedad tiene un origen muy primitivo. Este hábito lleva naturalmente a la aparición del hombre-medicina. Pues uno de
los primeros canales por los que el hombre dirigiría el desarrollo de su inteligencia, sería el descubrimiento de los medios de remediar o aliviar sus enfermedades o desarreglos
físicos. Esto llevó, tarde o temprano, a producir hombres y mujeres que se dedicarían exclusivamente al estudio de tales remedios y de las enfermedades humanas para las que
necesitaban los remedios.
21 Es interesante aquí llamar la atención sobre el hecho de que hasta el día de hoy, la mayoría de la gente bajo condiciones similares está más o menos dominada por su
percepción sensorial y la demostración práctica de que esta percepción sensorial se ha deteriorado recae en la dificultad, conocida demasiado bien por los trabajadores del
campo de la sanidad, para persuadir al paciente de suprimir ciertas comidas o bebidas específicas que él ya sabe que han causado y siguen causando su enfermedad. Lo mismo
ocurre cuando un doctor recomienda alguna comida o bebida que sabe que será beneficiosa para su paciente, pero que no agrada al sentido del gusto del paciente. En nueve de
cada diez casos el consejo del doctor será ignorado e incluso cuando es seguido, lo será probablemente sólo porque el doctor ha hecho una presión considerable sobre el
paciente. Eso significa que el paciente ha permitido que sus procesos de razonamiento estén dominados por su deteriorada percepción sensorial.
El Control Consciente y Constructivo del Individuo 25
Consideración de las tres etapas del desarrollo humano en relación con el deterioro de la percepción sensorial
operaciones de construcción evolutiva, correspondientes a las nuevas y variadas experiencias relacionadas con su progreso hacia un plano más alto. Con cada
avance y cada cambio que hizo en su entorno, empezó a poner en práctica una inhibición razonada que le permitió, con ciertos límites bien definidos, superar o
modificar para sus propios propósitos los deseos y tendencias de los mecanismos sensoriales de los que hasta entonces había dependido completamente para
entender y dirigir.
El desarrollo y uso de su proceso de razonamiento marcaron la diferenciación del hombre primitivo de los animales inferiores, pero también marcaron (y esto es
incluso más importante desde el punto de vista de la historia evolutiva del hombre) el “principio del fin” del dominio del instinto como factor de control en la
actividad humana, tanto que desde este periodo en adelante, el hombre ya no pudo vivir y progresar satisfactoriamente sólo mediante la guía subconscientemente.
Veamos ahora como sus recién despertados procesos de razonamiento trabajarían en la nueva esfera. En las primeras etapas de su emergencia desde el estado
salvaje, cualquier cambio que tuviera lugar en su entorno fue lento y gradual y las consiguientes demandas sobre sus nuevos procesos directores más desarrollados,
serían consecuentemente pequeñas. No obstante, a medida que la civilización avanzaba, lentamente al principio, pero incrementándose rápidamente con el paso del
tiempo, el hombre debió enfrentarse cada vez más a situaciones nuevas e inexperimentadas que le exigirían un mayor uso de sus procesos de razonamiento. Esto
era exactamente lo contrario de lo ocurrido en la primitiva etapa salvaje donde, como hemos visto, las condiciones necesitaban un desarrollo relativamente más
alto de la llamada parte física que de la llamada mental. Por lo tanto, es concebible que las nuevas condiciones de la civilización necesitaran un aumento
relativamente alto del uso y desarrollo de la parte “mental” del hombre comparado con el de la parte “física”. Pocas dudas puede haber también de que en esta
etapa, él no quedaría insatisfecho por los resultados de este proceso de cambio y que continuaría recibiendo, desde dentro y desde fuera, más estímulos para sus
actividades “mentales” que para las “físicas”. Cuanto más progresara alejándose del estado salvaje, más frecuentes se volverían esos estímulos y más urgente sería
su necesidad de manejar nuevas situaciones, con el resultado de verse forzado cada vez más a desarrollar sus procesos de razonamiento con la constante inhibición
de sus deseos naturales, para alcanzar las demandas de una sociedad joven y en desarrollo y hacer los ajustes necesarios de los complejos requerimientos de una
sociedad que avanza.
El hombre había llegado ahora a la etapa en la que había dejado tras de sí el entorno que le era familiar y al que sus limitadas experiencias le habían adaptado, y
como sus nuevas experiencias inevitablemente ampliaron su camino, se vio enfrentado a una de las mayores dificultades experimentadas en su progreso evolutivo
con base subconsciente, esto es, la de adaptarse rápidamente a un entorno que continuaba cambiando cada vez más deprisa y así provocaba continuamente nuevas
experiencias psicofísicas.
Él se adaptó, naturalmente, a estas nuevas condiciones mientras su percepción sensorial fue más o menos fiable, pues sino no hubiera podido sobrevivir; pero lo
hizo de la misma manera como se había adaptado siempre, esto es, fiándose ciegamente de la guía subconsciente del instinto que había servido a sus primitivos
antepasados en su entorno particular. Por lo tanto, parece que en el curso de su civilización, el hombre supuso subconscientemente que estaba completamente
equipado para cualquier nuevo procedimiento de la vida como por ejemplo, serrar, arar, cortar, etc. e incluso para ocupaciones que, con el paso del tiempo,
obligaban a trabajar cada vez más en posiciones difíciles o que provocaban entumecimiento.
No obstante, debemos recordar que en esta etapa primitiva estaba completamente justificado que el hombre pensara que si recibía, tanto desde el interior como
desde el exterior, un estímulo para desempeñar alguna nueva tarea, efectuar alguna nueva evolución o adoptar alguna nueva posición al efectuar una clase
particular de trabajo, podría con toda probabilidad conseguir su propósito con impunidad. Hasta entonces no había ocurrido nada que le pudiera hacer sospechar
que su percepción sensorial no era fiable o que su grado de coordinación no era satisfactorio o que al adaptar sus mecanismos a nuevas actividades de una forma
específica, podía estar dañándolos de forma general y así, ir cayendo gradualmente en un deterioro general. Hasta entonces en todas sus actividades, como por
22 Lo anterior indica que (1) la actividad psicofísica razonada y consciente debe reemplazar a la actividad no-razonada y subconsciente en los procesos relativos a hacer los
cambios demandados por el siempre cambiante entorno de la civilización; (2) estos cambios deben ser hechos más rápidamente que hasta ahora para cumplir esta demanda
satisfactoriamente; y (3) con el paso del tiempo, habrá el correspondiente avivamiento en esta esfera de actividad psicofísica.
El Control Consciente y Constructivo del Individuo 27
Consideración de las tres etapas del desarrollo humano en relación con el deterioro de la percepción sensorial
1.11.3 Etapa III: Etapa civilizada posterior. Reconocimiento de una deficiencia seria que fue llamada deterioro físico
Finalmente llegó el momento en la historia del hombre, en el que cierto número de personas se dio cuenta de algunas deficiencias serias, y la adopción de
“ejercicios físicos” como remedio prueba que pensaron que esta deficiencia era un deterioro “físico”. El reconocimiento de la reducción general del bienestar iba a
acompañar al género humano desde entonces y a través de las distintas etapas del progreso de la civilización.
Escribo “iba a acompañarle” a propósito, porque es lo que hizo. También escribo que no debió y no lo habría hecho, si el hombre se hubiera dado cuenta de que
esta sensación de deficiencia era la señal de que él había alcanzado un momento psicológico en su carrera y que le había llegado el momento de recibir su gran
herencia, es decir, pasar de la etapa animal subconsciente a su crecimiento y desarrollo en etapas cada vez más altas de comprensión (razonamiento consciente) del
uso de sus mecanismos psicofísicos.
Desgraciadamente, el hombre no reconoció el verdadero significado de esta señal de peligro, ya que continuó con el experimento de guiarse a sí mismo
subconscientemente, incluso cuando este experimento ya había demostrado fallar y le demostró con signos inequívocos “que corra el que leyere”.23
Ciertamente se prestó algo de consideración a esta situación. Se reconoció un deterioro en el llamado lado físico tras ninguna experiencia previa conocida del
género humano, e incluso pudo haberse sentido cierto beneficio gracias a aumentar el uso y el desarrollo de los llamados procesos mentales. Pero el punto que voy
a aclarar es que donde hubo este desarrollo desigual fue donde había habido un proceso de coordinación inadecuado, un proceso de hecho completamente opuesto
a la coordinación y que ha continuado, con pocas excepciones, en los seres humanos hasta nuestros días. Verdaderamente, desde sus comienzos, el proceso de la
civilización tendió a ampliar el campo de las llamadas actividades mentales y a reducir el campo de las llamadas actividades físicas, y sobre una base de guía-
control subconsciente, este proceso supuso con el tiempo un mayor desarrollo del llamado lado mental, pero a costa de un gradual deterioro del llamado lado físico
acompañado de un deterioro del nivel de percepción sensorial. Pero debe recordarse que gracias a la interrelación y la interdependencia de los mecanismos y
potencialidades del organismo en los procesos que llamamos vida humana, cualquier deterioro en el llamado lado físico, con el tiempo deberá afectar seriamente al
llamado lado mental. La ampliación de las esferas llamadas de actividad mental, no denota necesariamente un crecimiento de sana actividad “mental”.24 Esto ha
quedado demostrado por las experiencias del hombre en la civilización hasta nuestros días, una declaración nacida a raíz de los acontecimientos de 1914-18 y
1939-45. De hecho, el proceso de la civilización ha ido de la mano de una dañina interferencia en aquellos procesos de coordinación de los que depende el
crecimiento satisfactorio del organismo psicofísico del hombre.
Siendo así, se sigue que desde que el hombre entró en la etapa civilizada, el crecimiento humano sobre esta base subconsciente quedó limitado a ser desigual y
En pocas palabras, la dificultad fundamental nace de los siguientes hechos. El hombre incivilizado dependía de la guía-control subconsciente y probablemente se necesitaron
cientos de años para hacer cambios simples ya que la actividad subconsciente es muy lenta de respuesta al estímulo de la necesidad de cambio. El hombre civilizado aún
depende de la guía-control subconsciente igual que en la etapa incivilizada (la tragedia de la civilización); pero aunque él permaneció satisfecho con la forma de dirección-
control mediante la cual se habían hecho los cambios hasta entonces, parecería que empezaba a estar insatisfecho con el tiempo ocupado en hacer los cambios. El mayor
desatino civilizado que ha cometido, es que no se ha dado cuenta de que una adecuada aceleración de la respuesta a los estímulos, nacida de la necesidad de algún cambio
relativamente rápido, necesita de la aceleración correspondiente en las esferas de dirección-control en el uso de los mecanismos psicofísicos correspondientes, lo que sólo es
posible en el plano del control consciente y constructivo.
23 Nota de CF: cita de la Biblia, libro de Habacuc 2:2; significa que está tan claramente explicado que incluso los no-expertos pueden entenderlo.
24 Lo “mental” continuó creciendo incluso después de haber sido reconocido un deterioro en el yo “físico” y ese deterioro provocó, como si dijéramos, el crecimiento de una
rama del árbol cuyo peso desequilibró al árbol, inclinándolo demasiado en una dirección, perjudicando seriamente a las raíces responsables de su equilibrio y su saludable
crecimiento.
El Control Consciente y Constructivo del Individuo 28
Consideración de las tres etapas del desarrollo humano en relación con el deterioro de la percepción sensorial
desequilibrado, y este desarrollo desequilibrado marcó el principio de una nueva era en la existencia humana. Marcó el principio de una interferencia con el uso
coordinado de sus mecanismos como un todo y, particularmente, con aquellas coordinaciones musculares tan esenciales para su bienestar “físico”.
1.12 Interferencia con el uso coordinado del mecanismo psicofísico y la correspondiente disminución del nivel de
percepción sensorial
En el estado salvaje, la guía-control instintiva iba asociada a un uso coordinado del mecanismo humano y a la guía mediante la sensación (percepción sensorial)
fiable que le acompaña. Como hemos visto, esta vieja guía instintiva perdió gradualmente su utilidad bajo las nuevas condiciones y así se volvió más o menos
inadecuada, pero el hombre continuó poniendo en ella la misma confianza implícita que en los días incivilizados. El resultado inevitable fue una interferencia con
el uso coordinado de su mecanismo psicofísico, junto con una disminución progresiva del nivel de funcionamiento general y del nivel de percepción sensorial,
intensificándose el mal por el hecho de que al librarse a sí mismo a la ciega guía subconsciente conectada para todo con el uso de su organismo psicofísico,
continuó dependiendo de una sensación que se iba deteriorando progresivamente, con el resultado de que hoy representa quizás el tipo de criatura humana peor
coordinada que ha habido nunca en la historia de la humanidad.
Ahora podemos entender cómo esta interferencia gradual con los mecanismos psicofísicos de coordinación del hombre, causarían la aparición de un buen número
de alarmantes y desagradables síntomas y de hecho, el deterioro de la criatura humana llegó a alcanzar un punto en que la necesidad de un remedio se volvió
excesivamente urgente. El hombre se enfrentaba ahora con una situación nueva para su experiencia y que le exigía no sólo una respuesta, sino también una rápida
respuesta. El problema se complicó por el hecho de que la criatura humana sobre la que recayó esta urgente demanda, ya estaba mal coordinada y había adquirido,
debido a la rapidez con que había conseguido sus experiencias, una rapidez hasta entonces desconocida para el organismo humano, el hábito de reaccionar a los
estímulos de un modo poco fiable, mejor dicho, casi temerario.
Entonces, cuando cayó sobre el hombre esta insistente y urgente necesidad de encontrar un remedio para sus males, comprenderemos la confusión que
acompañaría necesariamente su primera experiencia en tomar una decisión relativamente apresurada, sobre un problema nuevo de psicomecanismos, un problema
además, que no se le había presentado hasta que él alcanzó un grado avanzado de mala coordinación psicofísica. Sólo tenemos que imaginar tal experiencia
repetida indefinidamente, (1) la sensación creciente de deficiencia, (2) la urgente necesidad de un remedio, (3) la precipitada respuesta improvisada, para darnos
cuenta de que este estado alterado25 no conduce al empleo de procesos de razonamiento.
Todos recordamos la reacción del Sr. Carlyle bajo similares circunstancias, cuando al oír que su amigo Henry Taylor estaba enfermo, se aturulló y se lanzó a la
calle con un frasco de medicina que creía que había ayudado a la Sra. Carlyle, sin considerar la naturaleza del problema de su amigo y sin tan siquiera conocer el
contenido del frasco. Si un hombre tan capaz, viviendo en una civilización llamada avanzada, actuó en un momento psicológico de forma tan irrazonable, no
podemos sorprendernos de que el ser humano pobremente guiado subconscientemente de un periodo primitivo, cuando se enfrentó al problema de su deterioro, se
lanzara de la misma forma irracional a encontrar una “cura”. Por lo que sabemos, adoptó subconscientemente la forma de “curación” que los instintos habían
dictado a sus antepasados anteriormente, sin reconocer que esta forma de “curación” ya no servía para las circunstancias de su vida, debido a las demandas siempre
25 Ahora es fácil de ver como, bajo estas condiciones, pueden establecerse líneas de comunicación no-fiables, con las acciones y reacciones psicofísicas insatisfactorias
asociadas, que tendrán aquel efecto general sobre la cinestesia que, con el tiempo, llevará a hábitos fijos o fobias tan comunes hoy en día y tan erróneamente llamados nervios
o neurastenia.
El Control Consciente y Constructivo del Individuo 29
Interferencia con el uso coordinado del mecanismo psicofísico y la correspondiente disminución del nivel de percepción sensorial
cambiantes de la civilización y sin ninguna consideración al efecto de estos cambios sobre su organismo.26
Al igual que en una etapa primitiva de la evolución en la que la forma de “curación” intentada por el hombre primitivo fue siempre una específica, guiándole el
instinto en la elección de la baya o raíz específica, para aliviar algunos males o daños específicos, ahora el hombre siguió, por lo que sabemos, el ejemplo de sus
menos desarrollados antepasados y trató su problema de forma específica. Reconociendo que su nivel de bienestar había disminuido y que su desarrollo muscular
también estaba deteriorándose continuamente, decidió que su pérdida de salud era debida a un deterioro en su desarrollo muscular. Pero vio este deterioro sólo
como un deterioro en su desarrollo muscular, no como un deterioro en su coordinación psicofísica general y una interferencia en su percepción sensorial, es decir,
con el ajuste general del organismo junto con un desplazamiento de los órganos y vísceras vitales, causando presión e irritación serias y dando como resultando un
buen número de síntomas desagradables y alarmantes.27
1.13 El remedio específico elegido para contrarrestar una mala condición general
Debido al limitado ámbito del funcionamiento de sus procesos de razonamiento, su conclusión debió ser que sus deficiencias generales se debían a deficiencias
musculares específicas y este concepto estrecho y erróneo le llevó directamente a la idea del desarrollo muscular mediante ejercicios específicos, ejecutados en
momentos específicos, con el propósito de desarrollar músculos específicos. Es evidente que tal proceso no puede comprobar adecuadamente el deterioro de la
coordinación en general, ni los desajustes y desplazamientos a los que me he referido.
Para ilustrar esto, empecemos con lo que podría llamarse la “concepción del levantamiento de pesas” como remedio. Verdaderamente fue un remedio tosco28 y bien
propio de la etapa evolutiva en la que el instinto estaba deteriorado y los procesos de razonamiento sólo se empleaban en esferas limitadas. La era de los ejercicios
de levantamiento de pesas fue reemplazada por la forma más dura de gimnasia, en la que se hacían ejercicios muy duros. A estos primitivos ejercicios mecánicos
les siguieron otros menos duros y luego un número creciente de máquinas destinadas a ponerse de moda entre los entusiastas del culturismo. Esta forma particular
de desarrollo muscular, pasó por varias fases, pero es evidente que los resultados siguieron sin ser satisfactorios. Como quiera que consideraran que aún no habían
encontrado el remedio correcto, o que el rápido deterioro de la condición psicofísica del hombre quedaba fuera del alcance de la mejor máquina de musculación
para remediarlo, al menos una cosa es cierta, que todos se dieron cuenta de que los resultados eran desalentadores y que el deterioro continuaba a pesar de todos
los esfuerzos para controlarlo. Por consiguiente, se hicieron cambios en los métodos. La gimnasia sueca se puso de moda y también diferentes tipos de ejercicios y
aparatos utilizados para efectuar estiramientos musculares de todo tipo y las subsiguientes experiencias relacionadas con la postura, calistenia, danza plástica,
respiración profunda, “la docena de ejercicios de calistenia” y otros métodos específicos que no pueden, evidentemente, ser considerados satisfactorios, como la
26 Nota de CF:
... Oyendo que Henry Taylor estaba enfermo, Carlyle se precipitó de Londres a Sheen con un frasco de medicina que había mejorado a la Sra. Carlyle, sin tener la menor idea
de qué padecía Henry Taylor o para qué servía el medicamento.
BARON TENNYSON, Alfred Lord Tennyson - Una memoria
27 Desdichadamente, la poca visión aquí señalada todavía es mantenida por muchas de nuestras autoridades en Fisiología y Anatomía, con los resultados evidentes. Sólo es
necesario ver los movimientos de muchos expertos en Fisiología y Anatomía para darse cuenta de la futilidad de su conocimiento desde el punto de vista práctico. El
conocimiento del funcionamiento anatómico y fisiológico ordinario de músculos específicos, no habilita a nadie para reeducarlos o coordinarlos en general, en los actos de
cada día y es de sentido común y práctico que debe cuestionarse el valor de cualquier conocimiento o principio.
28 En La herencia suprema del hombre señalé la gradual modificación que ha tenido lugar en estos ejercicios de desarrollo muscular, una modificación que aún sigue
actualmente.
El Control Consciente y Constructivo del Individuo 30
El remedio específico elegido para contrarrestar una mala condición general
búsqueda del “gran desconocido” que aún continúa.
Otro grupo de gente, convenciéndose a ellos mismos de que la civilización nunca sería un modo de vida para el ser humano, decidieron que podían ver la luz en su
larga “oscuridad física” y llegaron a la conclusión de que el remedio estaba en “la vuelta a la naturaleza”, a la “vida simple”. Y así tenemos el espectáculo de estos
seres humanos simples y poco evolucionados intentando realmente volver a las escenas de los primitivos triunfos de sus prehistóricas limitaciones, donde imaginan
que todas las experiencias serán suficientemente invariables y de lento desarrollo para sus capacidades actuales en el plano subconsciente al que ellos tan
tenazmente se aferran. La imagen del hombre primitivo en su entorno duro pero natural, resulta ser un estudio interesante para aquellos que han superado esa
etapa; pero el espectáculo del hombre civilizado intentando volver al ambiente de sus antepasados prehistóricos sería motivo de risa, si no fuera por lo trágico de
una idea tan desagradable para nuestro orgullo intelectual.
1.14 Ciertos errores de juicio en la elección del hombre de los “ejercicios físicos” como remedio para una deficiencia
fundamental
Ahora lo que deseo recalcar es que, a través de la larga búsqueda de remedio para su deterioro, el hombre pasó por alto algunos factores muy importante, factores
que aún no son tenidos en cuenta hoy por la mayoría de la gente en su búsqueda de la salud y mejoría general.
En primer lugar, el hombre pasó completamente por alto el hecho de que el mecanismo sensorial del que hasta entonces había dependido enteramente como guía
en la actividad en general, ya no resultaba preciso y que por tanto, ya no se podía fiar únicamente de la sensación, es decir, de la guía subconsciente instintiva, para
realizar satisfactoriamente los actos ordinarios de la vida. El hecho de que durante un tiempo los “ejercicios físicos” fueran considerados necesarios, demuestra que
deben haberse desarrollado imperfecciones de gran magnitud y la razón de ello, como repito, es que la disminución gradual de los registros de los sentidos para
continuar guiando a los hombres apropiadamente, en el uso de ellos mismos en las actividades de la vida, finalmente ha llevado a una etapa avanzada de mala
coordinación del organismo psicofísico humano.
Por tanto, era claramente irrazonable suponer que los “ejercicios físicos” de cualquier tipo conseguirían ninguna mejoría duradera o fundamental de esta condición
insatisfactoria, cuando la persona para ejecutarlos estaría guiada por la misma percepción sensorial imperfecta y engañosa, cuya dependencia fue el origen de la
condición que deseaba remediar. Además, durante la ejecución de “ejercicios físicos” bajo estas condiciones, habría un desarrollo real de su condición de mala
coordinación original y estaría seguro de encontrarse con nuevos y muy frustrantes problemas psicofísicos.29 Estos problemas realmente afloraron y desde entonces
se han complicado más y aquí me gustaría reiterar que, aunque no puede decirse que no se tengan del todo en cuenta hoy día, sigue sin comprenderse su
importancia real casi por completo, ya que la mayoría de la gente no se da cuenta de que los seres humanos aún están impulsando un mecanismo mal ajustado y
dañado a lo largo de la difícil ruta de la vida moderna, mientras confían en la guía de una percepción sensorial imperfecta y a veces engañosa.
En segundo lugar, al elegir los “ejercicios físicos” como un remedio para su deterioro, el hombre no tuvo en consideración que su cuerpo era una pieza de
maquinaria muy delicada y altamente coordinada, por lo que debía haber muchas causas, además de la debilidad muscular, contribuyendo a su condición
deteriorada; es más, que los mismos ejercicios no guardaban ninguna relación con las necesidades de su organismo, tanto en las actividades físicas como durante
los periodos de descanso que son una parte importante del día (un punto constantemente pasado por alto por los entusiastas de la “cultura física”).
Si nos preguntamos a nosotros mismos por qué el hombre pasó por alto estos importantes puntos, la respuesta puede iluminar muchos de nuestros propios
29 En la 2ª parte de este libro he tratado con algunos de estos problemas que aparecen en la esfera educativa y en otras esferas de la vida.
El Control Consciente y Constructivo del Individuo 31
Ciertos errores de juicio en la elección del hombre de los “ejercicios físicos” como remedio para una deficiencia fundamental
problemas actuales. Indudablemente fue porque él estaba apuntando exclusivamente al método de “curación” y no al de prevención. En los términos de mi tesis, su
atención estaba puesta en el “fin” que estaba buscando (su mejoría “física”) y no en los razonables medios por los cuales poder alcanzar este “fin”.
Si hubiera podido pensar en su cuerpo como en una máquina intrincadamente construida que es lo que es, habría visto en su condición de deterioro, no únicamente
un deterioro de su desarrollo muscular sino un deterioro de su coordinación psicofísica general, acompañado de una interferencia con el ajuste general del
organismo y de una disminución general del nivel de su funcionamiento. Entonces se habría dado cuenta de que su deterioro debía ser, simplemente, el síntoma de
algún fallo en el funcionamiento de la maquinaria y que toda la máquina necesitaría ser reajustada antes de poder trabajar coordinadamente de nuevo.
Lo habría tratado como habría tratado cualquier otra máquina (su reloj, por ejemplo) que no funcionara bien. Si su reloj se adelantara media hora un día y al
siguiente se parara, o si la manecilla pequeña girara a la misma velocidad que la grande, no se habría fiado de su exactitud si quería coger un tren y, mejor aún, no
se habría puesto a arreglarlo sin orden ni concierto. En lugar de eso, lo habría enviado a un experto que con su conocimiento del correcto funcionamiento de la
maquinaria habría arreglado cualquier parte gastada o rota y reajustado el mecanismo de nuevo. El relojero le habría sugerido entonces probablemente, como
medida preventiva, un repaso periódico para poder ver cualquier desgaste y si fuera necesario, reparar las partes dañadas o cambiarlas por unas nuevas. Mediante
este comportamiento razonable, se podría prevenir cualquier desajuste de la maquinaria como el que había hecho del reloj una guía no-fiable.30
Sin embargo, no podemos sorprendernos de que el hombre no razone de la misma manera cuando se trata del deterioro de su propio mecanismo. Sus procesos de
razonamiento sobre el cuidado de sus propios mecanismos y su bienestar general, no han sido empleados para nada al mismo nivel que con los mecanismos de la
naturaleza externa. Él decidió que había descubierto un defecto “físico” para el que debía encontrar un remedio y hay pocas dudas de que tan pronto como
concibió la idea del “remedio”, cualquier otra consideración posible fue excluida, incluso la causa o causas del deterioro “físico” o los principios psicofísicos
correspondientes o (incluso habiéndose encontrado la causa o causa) los medios por los cuales podía asegurarse el “fin” (remedio) deseado. En pocas palabras, su
decisión fue el resultado de un procedimiento subconsciente y por tanto no razonado y no el de la reflexión razonada consciente. Como ya hemos señalado,
difícilmente podía esperarse un resultado diferente en esta etapa primitiva del desarrollo del hombre, viendo que incluso hoy, en el siglo veinte, se hace frente al
problema de la mala forma psicofísica con el mismo “remedio” primitivo, tanto en la teoría como en la práctica.
1.15 Procesos de razonamiento consciente del hombre aplicados a actividades externas pero no a su organismo
psicofísico
Debemos enfrentarnos al cierto pero desagradable hecho, de que el hombre civilizado nunca ha progresado personalmente (es decir, en sí mismo) como ha
avanzado en asuntos externos a él. Aunque ha razonado los medios por los cuales puede controlar y utilizar en su propio beneficio las diferentes fuerzas que ha
descubierto en el mundo exterior, no ha aplicado este principio del razonamiento en lo que concierne a su propio organismo. Ha dejado esta pieza fundamental de
su maquinaria psicofísica, la más sutil, de funcionamiento más delicado que la más intrincada máquina fabricada por el hombre,31 a la guía subconsciente de su
percepción sensorial, sin tener en cuenta que esta percepción sensorial se estaba volviendo, como hemos visto, cada vez menos fiable con el ostentoso avance de la
civilización.
30 Debemos fijarnos de nuevo en la diferencia que existe entre la maquinaria humana y la inanimada. La máquina humana en un estado de uso coordinado y adecuado, posee en
sí misma el poder de crecimiento y desarrollo de cada parte del mecanismo muscular y puede hasta cierto punto evitarse en el ser humano, una condición parecida a la de una
maquinaria inanimada, gracias a la facultad de la naturaleza de proporcionar y reparar, bajo buenas condiciones, los tejidos usados y gastados.
31 Es bien conocida la pasión por la mecánica de los chicos de nuestro tiempo. ¡Qué fácil sería dirigir este interés al conocimiento de sus propios mecanismos!
El Control Consciente y Constructivo del Individuo 32
Procesos de razonamiento consciente del hombre aplicados a actividades externas pero no a su organismo psicofísico
Todos estamos familiarizados con la palabra sacrilegio y conocemos los actos que se engloban en esta categoría. Pero por lo que yo sé, la palabra aún no ha sido
aplicada al uso del organismo psicofísico de la criatura humana. Sin embargo, ¿no es un sacrilegio que durante las experiencias de la civilización en los últimos
dos mil años, el organismo psicofísico humano haya estado dirigido y empleado en las actividades de la vida de forma subconsciente e irracional, con el resultado
de que se han desarrollado y establecido distorsiones y defectos? Se ha interferido perniciosamente en el ajuste de la maravillosa maquinaria psicofísica, como en
las coordinaciones que juegan un mayor papel en el funcionamiento de esta maquinaria, resultando de esta interferencia una disminución del nivel de
funcionamiento general del organismo.
Érase una vez, cuando el cuerpo y las extremidades del ser humano eran “la materia y la forma”, una inspiración para el escultor y el pintor, y un disfrute mirarlos
como “cosa bella” y simétrica. Sin embargo, ahora los organismos de la mayoría de la gente pueden describirse como más o menos mal formados, desajustados y
asimétricos. La torpeza y falta de gracia han substituido a la gracia y poesía en movimiento, las extremidades bien formadas han perdido su forma y los
mecanismos psicofísicos no son utilizados ventajosamente sino desaprovechadamente.
* * * * *
Resumiendo, hemos visto como, en su elección de “ejercicios físicos” como remedio para lo que reconoce como deterioro físico, el hombre pasa por alto algunos
hechos importantes. En primer lugar, no tiene en cuenta el hecho de haber desarrollado una percepción sensorial no-fiable que no es ya, por tanto, una guía fiable
en su actividad psicofísica. En segundo lugar, no piensa en su cuerpo como en un mecanismo coordinado y por lo tanto, se extravía al elegir un remedio específico
para una mala condición específica, en lugar de apoyarse en principios preventivos generales con los que poder restablecer y mantener la condición de
coordinación del mecanismo psicofísico completo. Sobre todo, no aplica a su problema el gran principio del que yo afirmo que depende el progreso satisfactorio de
la civilización humana, esto es, el principio de pensar en los razonables medios por los cuales puede alcanzarse cierto fin, como opuesto al antiguo plan
subconsciente de trabajar ciegamente con un “fin” inmediato.
Podemos ahora comprender claramente el proceso fundamental que se ha ido formando en la criatura humana desde tiempos primitivos y sigue formándose hoy
día en la mayoría de la gente que en ciertos momentos psicológicos, aún actúa de la misma manera que sus antepasados de las llamadas Edades Obscuras, y al
enfrentarse a problemas similares, todavía trabaja subconscientemente por sus “fines” inmediatos (la idea de la “curación”) en lugar de pensar en los razonables
medios por los cuales poder conseguir los deseados “fines” (la idea de la prevención).
Es cierto que están teniendo lugar algunas modificaciones aquí y allá. Deseo admitir que una pequeña minoría intenta realmente analizar sus propios casos y los de
otros, en lo relativo a enfermedades e imperfecciones; pero como demostraré más tarde, todos ellos intentan “curar” mediante un remedio específico en lugar de
tratar cada problema desde una base general.
Esto se aplica también a las diferentes formas de la llamada curación mental que se ha puesto de moda recientemente incluyendo la Ciencia Cristiana,
Autosugestión, Nuevo Pensamiento, etc. Son simplemente, una reacción a la primitiva idea de “cultura física”, pero como las reacciones de todas las criaturas que
están controladas subconscientemente, es la reacción de un extremo al otro. Parecería que en la mayoría de nuestros intentos de progreso en el plano
subconsciente, tendamos a movernos de un extremo al otro sin reconocer el peligro al que somos arrastrados hasta que, metafóricamente, somos golpeados en la
cabeza por alguna fuerza de la naturaleza imprevista y desconocida que nos detiene. Quizá entonces desandamos el camino, pero sólo para empezar otra vez
ciegamente en otra dirección, hasta llegar al otro extremo (un proceso que lleva a la sobrecompensación), cuando la Naturaleza interviene de nuevo y nos fuerza
una vez más a llamar al alto. Nuestro progreso bajo la guía subconsciente se parece al de un hombre perdido en el bosque que, olvidándose de aquellos signos que
de no estar emocionalmente trastornado no podrían escapar a su observación, da vueltas y vueltas en círculo y tras una larga y triste experiencia se encuentra en el
32 En La herencia suprema del hombre me esforcé en no dejar espacio para la duda de que baso mi filosofía y práctica en la unidad de las potencialidades del hombre, las cuales
hasta ahora, han sido diferenciadas y representadas como “cuerpo”, “cuerpo y mente” o “cuerpo, mente y alma”.
Las palabras “mente” y “alma” son de uso tan común como la palabra “cuerpo” y todos hemos sido culpables de utilizarlas. Ahora sabemos algo sobre el cuerpo, algo
tangible; pero ¿qué conocemos realmente sobre el “alma”? ¿Y sabemos algo más sobre la “mente” de lo que sabemos sobre el “alma”? Aún quedan expresiones relativas a la
“mente” en continuo uso, como por ejemplo “tener en mente”, “conservar en la mente” algo, o cuando hablamos de “mejorar la mente” o de “desarrollar o formar una mente”
o de la actitud “mental” de una persona o progreso “mental”, control “mental”, hábitos “mentales” o de una persona que sufre un problema “mental”.
Las páginas de La herencia suprema del hombre y también las de este libro, abundan en argumentos y ejemplos sobre los dañinos resultados que siguen a los esfuerzos de la
gente dotada de percepción sensorial no-fiable, cuando intenta seguir instrucciones escritas u orales, con el ánimo de erradicar defectos o peculiaridades en el uso de sus
mecanismos psicofísicos. Ahora es posible adquirir algún conocimiento tangible del funcionamiento de estos mecanismos; entonces, si los intentos de mejora y desarrollo en
una esfera en la que podemos tener algún conocimiento tangible pueden tener resultados dañinos, cuánto más daño puede hacer cualquier intento de seguir instrucciones
específicas como “mantén en la mente” o “pon la mente” en algo, cuando no tenemos ningún conocimiento tangible del funcionamiento de lo que llamamos “mente”. Y
cuando alcanzamos el punto en que queremos sugerir la posibilidad de “desarrollar o formar una mente”, debemos seguramente estar tan lejos de una realización de hechos
concreta, como de haber alcanzado los límites del misticismo. La historia de los esfuerzos del hombre en cada etapa de su desarrollo, es buena prueba de los malos resultados
que se originan siempre que la criatura humana intenta responder a uno o varios estímulos debidos a su concepción de una frase que representa un fenómeno intangible.
¿Cómo podría ser de otra forma? ¿Cómo le es posible llegar a poseer medios por los cuales tangibles que le aseguren un “fin” intangible?
Por tanto, se comprenderá que tengo una razón especial para dar tantos ejemplos concretos en mis libros. Aquí tenemos algo demostrable fácilmente, procedimientos prácticos
y libres de aquellos fenómenos intangibles, que demasiado a menudo son inseparables de lo que se conoce como discusión “mental” o “espiritual”.
Si no fuera por la tragedia mundial que representa, casi podría uno divertirse con los esfuerzos de aquellos que intentan rasgar el velo del “más allá”, mientras siguen
ignorantes de las potencialidades humanas que pueden descubrir en sí mismos. ¿No es razonable suponer que el conocimiento de los medios por los cuales poder desarrollar y
emplear continuamente de la mejor forma posible estas potencialidades, es el camino hacia actividades satisfactorias en otros planos de la vida? Seguro que el género humano
debe al menos entrar en la gran herencia terrenal, el plano consciente evolutivo, antes de dedicar tiempo y energía a aquellos campos de especulación y duda sobre el “país
desconocido de cuyo linde ningún viajero vuelve”.
El Control Consciente y Constructivo del Individuo 34
El pernicioso concepto de división del organismo psicofísico
intentos de encontrar una “cura” para su deterioro psicofísico, estaba naturalmente ligado y asociado a sus miedos originales. Pues el miedo ha sido la compañía
constante del hombre desde tiempos muy tempranos, tanto si el miedo era un miedo sano como uno insano dependiendo de las condiciones implicadas; en
cualquier caso, fue una forma de enfermedad para la cual, la poco evolucionada criatura no podía encontrar una “cura”. La ley primaria que ordena que una
criatura debe alimentarse de otra, el impacto de nuevas experiencias e incluso la ignorancia de simples leyes de la Naturaleza, fueron responsables de esto. No
había escape. Toda criatura humana o no, vivía constantemente en espera de un ataque de su enemigo natural. Nuestro pequeño canario, cuyos tatara tatarabuelos
fueron pájaros cautivos, aún mira de lado a lado con rapidez ansiosa después de picar cada semilla, igual que su más primitivo antecesor.
Es fácil entender cual sería el efecto del trueno, por ejemplo, cuando fue oído por primera vez por la criatura primitiva, cuya existencia dependía de una reacción
apropiada al estímulo del miedo, e imaginar su aterrado aspecto cuando el relámpago iluminó por primera vez ante sus ojos. No puede haber duda de que desde las
etapas primitivas, la reacción del hombre a tales miedos fue buscar refugio en lo sobrenatural. También los hombres civilizados que no han rezado en años, que
incluso han ridiculizado la práctica de la oración, se sabe que en las circunstancias de un naufragio se han arrodillado y rezado instintivamente. En tales casos, el
miedo manda sobre sus convicciones, el viejo primitivo subconsciente recupera el poder y ellos probablemente caen de rodillas sin darse cuenta.
Así le ocurre al hombre primitivo. Ofuscado y aterrado por el trueno y el relámpago, caería y escondería su cara en las manos musitando, incoherentemente quizás,
a “algo”. Tarde o temprano, cuando el paroxismo del miedo ha empezado a pasar, apartará las manos de su cara y es concebible que el primer árbol o piedra que
encuentre su aterrada mirada le parezca que es el poder que le ha rescatado de algún destino horrible. A partir de ahí se desarrollaría la talla de imágenes en madera
y piedra y los diferentes ritos religiosos que nos son familiares.
No nos pararemos a considerar todas las etapas que intervienen en este desarrollo, pero nos fijaremos en la Era Cristiana y veremos de que forma se manifestó el
miedo primitivo.
Vemos que, aunque los miedos del hombre se modificaron en el caso del trueno y el relámpago y otros terrores a los que ahora ya se había acostumbrado, estos no
fueron menos agudos en esferas nuevas y poco familiares. Y tras este miedo original a lo desconocido, una nueva forma de miedo había aparecido en él, asociada
al desarrollo unilateral que había tenido lugar en el organismo humano. Porque el desarrollo psicofísico desequilibrado provoca un equilibrio insatisfactorio en
todas las esferas y el equilibrio insatisfactorio siempre va asociado al miedo. Como hemos visto, desde que el hombre entró en la etapa civilizada, ha estado
desarrollando más rápidamente el llamado lado mental, mientras que en el llamado lado físico había un deterioro real. Por tanto, estuvo desarrollando dentro de sí
mismo dos fuerzas, una trabajando contra la otra, hasta que casi fue como si hubiera desarrollado dos entidades separadas, la “física” y la “mental”. Fueron las
demandas conflictivas de estas “entidades separadas”, lo que provoco la interferencia en el equilibrio psicofísico y produjo en él la condición de miedo interior a la
que me refiero y a la que hoy a menudo se llama “nervios”.33
Este nuevo miedo, realmente miedo a sí mismo, se desarrolló gradualmente hasta que su presencia fue reconocida como un problema urgente y está en manos del
hombre la solución de este problema al que nos enfrentamos, un concepto que veremos es el más dañino, considerado en relación con su progreso evolutivo.
La concepción a la que me refiero es la de la separación del organismo humano en partes, a las que se ha llamado alma, mente y cuerpo. Aquellos que se desviaron
con esta separación, obedeciendo a su propia concepción arbitraria e irracional, intentaron desarrollar cada una de esas tres partes llamadas alma, mente y cuerpo,
independientemente y no sólo eso sino también hacer una distinción de clase, como si la hubiera, entre ellas, siendo este último procedimiento una nueva versión
de un “hábito de pensamiento” asociado a otras esferas. Seguramente, para aquellos que creyeron en esta separación, su conocimiento del proceso de la Naturaleza
33 La presencia del miedo siempre significa una condición de conflicto. El hombre que interiormente tiene miedo, exteriormente se comporta aparentando valentía.
Similarmente, no hay duda de que este miedo interno induce en ciertas naciones, la manía de llevar armas y el ataque en masa de acuerdo con su instinto de horda.
El Control Consciente y Constructivo del Individuo 35
El pernicioso concepto de división del organismo psicofísico
también debió haberles indicado el lugar en orden de importancia que el cuerpo debía ocupar y su relación con las otras partes de la serie, llamadas mente y alma.
Los que han seguido el argumento hasta este punto, reconocerán los siguientes hechos:
(1) las reglas morales, sociales y otras conductas ya establecidas en la etapa llamada Era Cristiana eran el resultado de concepciones humanas;
(2) los seres humanos responsables de estas concepciones eran, ellos mismos, el producto de las experiencias psicofísicas correspondientes a un intento
subconsciente de pasar de una etapa primitiva en el progreso evolutivo que llamamos etapa incivilizada, a una etapa mas adelantada que llamamos etapa
civilizada;
(3) durante esta transición, el uso-desarrollo del hombre del lado llamado mental había tenido lugar en un grado mucho más alto proporcionalmente que el del
lado llamado físico y debido a que en el lado llamado físico, su uso-desarrollo ya habían alcanzado un nivel alto, las posibilidades de futuro desarrollo en
aquel lado (lo que entonces se entendía por desarrollo) no eran tan grandes como en el aún casi sin desarrollar lado llamado mental. Además, en el nuevo
modo de vida había relativamente menos demanda sobre el primero y una demanda creciente sobre el último;
(4) en la esfera de la civilización, con el uso-desarrollo nuevo y creciente del lado llamado mental, había una correspondiente disminución gradual en el uso-
desarrollo del lado llamado físico, comparado con aquellos periodos primitivos en los que el hombre vagaba por llanuras y montañas en busca de su comida
y otras necesidades diarias;
(5) éste fue el comienzo de una nueva era en la experiencia de la criatura llamada hombre. Fue el comienzo de una interferencia con el uso-desarrollo
coordinado del organismo psicofísico.
De todo ello se concederá que hasta cierto punto, los procesos llamados físicos al ser los más desarrollados, constituían el factor principal y la guía en la actividad
humana. Es más, en un espacio de tiempo relativamente corto, los procesos interdependientes relativamente inutilizados, pero más rápidamente desarrollados,
llamados “mente” fueron exaltados a un lugar más alto que el “cuerpo” en la economía humana, sólo para ser substituidos por aquellos que a los interesados
gustaba llamar “alma”, de los que sabían menos aún que lo poco que sabían de la “mente” y su funcionamiento.
La propia concepción de una separación y distinción de clase entre “cuerpo, mente y alma” indica la presencia permanente de un potente estímulo, que sólo podía
emanar de una condición de desequilibrio en alguna dirección. Por lo que podemos saber, el pobre cuerpo calló en desgracia por culpa de “las tentaciones de la
carne” resultado natural de una condición de mala coordinación y si podemos juzgar por las leyes y costumbres especiales que se formularon, el principal resultado
de esta condición desequilibrada parece que se habría manifestado en la esfera sexual. Sino ¿por qué esta esfera tuvo que ser seleccionada particularmente para
condenarla, viendo que la satisfacción de las necesidades y deseos del sistema reproductivo es tan esencial como la satisfacción de las necesidades y deseos de los
sistemas digestivos y asimilativos para la buena salud del individuo y de la raza y que los resultados de satisfacer los deseos y necesidades sensoriales de estos tres
sistemas son normales y saludables, mientras su uso sea moderado y no abusivo? El daño producido por comer demasiado sólo es igualado por el de beber
demasiado y seguramente, en los últimos análisis el abuso del acto sexual se iguala con uno de ellos o con ambos. Un hombre o un animal con una dieta
insuficiente no muestra deseos particulares de tener relaciones sexuales. De hecho, por regla general ocurre lo contrario.
Verdaderamente, esta idea de “separación” en el organismo humano era una concepción puramente arbitraria, formada para encajar con ciertas premisas estúpidas
que los seres humanos, probablemente con toda honestidad y docilidad de espíritu, habían aceptado y hecho una ley dentro de sí mismos, esforzándose por cumplir
lo que ellos consideraban eran las demandas esenciales del ideal religioso.
34 Ésta es sólo una de las muchas pruebas que poseemos de que la idea de distinción de clase yace en la raíz profunda del aspecto humano y que, a pesar de todos los esfuerzos
que puedan hacerse mediante legislación u otros medios externos en contra de esta idea, seguramente permanecerá como convicción de una forma u otra, con defensores y
abogados, hasta que el género humano haya alcanzado la etapa racional de la guía-control consciente del individuo. Hasta que se alcance esta etapa, es imposible lograr los
ideales que identificamos con las palabras democracia, libertad, etc.
El Control Consciente y Constructivo del Individuo 37
Necesidad de unidad y simplicidad
a algunos de nosotros casi una conmoción. Pues nacerá la verdad en nosotros, de que mucho de nuestro supuesto conocimiento no ha sido conocimiento real y
demasiado a menudo, la preciada verdad una quimera. Muchos de nosotros podemos despertar al hecho, de que la mayoría de nuestras apreciadas ideas e ideales
no son el producto de ningún razonamiento, sino de procesos irracionales llamados impulso, emoción desequilibrada y prejuicio, es decir, de ideas e ideales
asociados a una condición psicofísica en cuyo desarrollo la percepción sensorial no-fiable ha jugado un papel principal.
1.18 Necesidad de substitución en todas las esferas de los métodos de “curación” sobre una base específica por el
principio de prevención sobre una base general
Como hemos visto, la percepción sensorial no-fiable ha estado y aún está asociada a la disminución general del estado de salud del género humano.
Consecuentemente, la toma de decisiones, las concepciones y pensamientos del hombre han estado y aún están condicionados por esta percepción sensorial no-
fiable y aún le llevan, como en el pasado, a conclusiones y decisiones erróneas en el planteo de los nuevos problemas con los que se está enfrentando
continuamente. No podemos encontrar un ejemplo mejor de concepciones erróneas que llevaron a un juicio desequilibrado asociado con la percepción sensorial
no-fiable, que en la elección del hombre de una “cura” específica en el principio de “obtención del fin”, esto es, los “ejercicios físicos”. Fue su errónea estimación
del valor relativo de los principios de prevención y “curación”, lo que le permitió hacer esta elección y así, descuidar el principio de los “medios por los cuales”
implicado en todo procedimiento preventivo.
Tenemos evidencia de un juicio desequilibrado similar en todas las otras esferas concernientes al intento de mejora del individuo y las decisiones y opiniones
erróneas resultantes del juicio desequilibrado en estas esferas, son análogas al error que comete el hombre al elegir una “cura” específica en su intento de ir contra
corriente en el deterioro general. Cada generación ha caído en el mismo error y así ha creado una pesada carga para la siguiente, ya que la necesidad de “curación”
ha aumentado y continúa haciéndolo a un paso que claramente amenaza poner tal carga sobre los individuos de generaciones venideras, como para echar abajo el
poder de resistencia humana. Si los métodos que han llevado a esta situación indeseable, son revisados alguna vez por los individuos sobre los que recaerá el deber
oneroso de cargar con el plan llamado civilización, probablemente seremos descritos por ellos como pobres seres humanos dirigidos subconscientemente,
precipitándose disparatadamente de un extremo a otro del lamentable páramo de espantos del siglo veinte. Tal revisión proporcionará pruebas abundantes del
disminuido nivel de percepción sensorial fiable en los seres humanos de nuestro tiempo, lo que ha causado su desequilibrio en muchas direcciones y
consecuentemente, los ha hecho errar experimentando ciegamente en muchas esferas. El desastre ha seguido a tales experimentos en química y máquinas mortales,
por ejemplo, exactamente de la misma manera que habría seguido a las actividades de los niños provistos de pólvora y cerillas. El historiador de dentro de uno o
dos siglos, podrá encontrar pruebas del estado psicofísico de la gente del siglo veinte, lo que demostrará que han progresado poco en el plano evolutivo respecto al
hombre de la Edad de Piedra, mientras por otro lado, sólo tendrá que referirse a las actividades de los años 1914-18 y 1939-45 para convencer al más escéptico, de
que los seres humanos de nuestro tiempo han desarrollado una nueva forma de maldad y brutalidad, que sobrepasa a los mayores esfuerzos del hombre
prehistórico.
No obstante, debemos decidir en este momento hacer una retrospección como la que he sugerido; no podemos dejar de ver que ha llegado sin duda, un momento
psicológico en la experiencia del hombre, para una amplia consideración del principio de prevención en su más completa aplicación a las necesidades humanas (en
todas las esferas “física”, “mental” o “espiritual”), como se nos presentan en la crisis mundial actual. La investigación demostrará que la cantidad de energía
humana dedicada a la prevención y “curación” en el siglo veinte en todas estas esferas, bien puede decirse que es de nueve a uno a favor de la “curación”. Que esto
sea así después de miles de años de supuesta civilización, debe hacernos reflexionar. Pues la idea de buscar y adoptar una “cura” específica tiene su origen, como
hemos visto, en las experiencias de un tipo de criatura humana poco desarrollada, perteneciente a un periodo primitivo del desarrollo humano. Corresponde a una
El Control Consciente y Constructivo del Individuo 38
Necesidad de substitución en todas las esferas de los métodos de “curación” sobre una base específica por el principio de prevención sobre una base
general
visión de la vida estrecha y limitada, ya que representa un intento por parte del hombre de obtener un “fin” inmediato sin considerar nada más.
Por tanto, nos enfrentamos al hecho hasta ahora casi no reconocido, de que nuestra adopción del principio de “curación” con sus procedimientos asociados de
“obtención del fin” como bases de nuestros intentos de reforma en todas las esferas, significa que el fundamento de demasiadas de nuestras apreciadas ideas y
creencias es hoy el mismo que aquel con el que se crearon los procedimientos instintivos de nuestros antepasados primitivos, cuando ellos buscaban una “cura” en
alguna hierba o baya específica.
Por otro lado, un plan de vida en el que la prevención es el primer principio, no obliga a buscar un “fin” inmediato; su aplicación, en cambio, es una amplia base
constructiva sin límites, humanamente hablando y es el producto de un plan concebido conscientemente y ejecutado conscientemente; en pocas palabras, es la
concepción de un tipo altamente desarrollado de criatura humana.
1.19 Ejemplo I
No voy a detener a mis lectores con los ejemplos tan obvios de la falta de razonamiento asociada a todos los métodos de “curación”. Daré tres ejemplos,
empezando por el llamado la “cura del hígado”.
Un hombre se siente mal y ha sufrido ciertos síntomas durante un año o más. Finalmente consulta a su médico y se le dice que tiene un hígado perezoso. Se le
ordena que tome unos granos de calomelanos o alguna otra droga y se va a casa con la convicción de que ahora todo irá bien. Ya tiene su “remedio” y el plan es
bien simple. Si los síntomas vuelven a aparecer, todo lo que tiene que hacer es tragarse el número de granos prescritos de su droga. Esto es aplicable a toda la lista
de tales “curas”.
En este punto pediría a mi lector que no juzgue mi punto de vista hasta que haya colocado la evidencia ante él. Nosotros, la gente del siglo veinte, estamos orgullos
de ser una raza que razona; sin comparación, hemos empleado los procesos de razonamiento en muchas más esferas que nuestros parientes de hace muchos siglos.
Siendo así, ¿por qué los procesos de razonamiento han sido relativamente poco empleados, en relación con aquellos problemas de cuya solución depende nuestro
bienestar presente y futuro?
Consideremos, por ejemplo, cómo razona la persona de nuestro ejemplo en relación con su hígado perezoso y su remedio de calomelanos. Se comprende que
cuando tenga un ataque agudo siga las instrucciones de su doctor, tome sus granos de calomelanos y así se libre de lo que él considera una crisis. Pero ¿por qué la
cosa acaba aquí en lo que a él personalmente concierne? Probablemente hacía bastante tiempo que sabía que tenía un problema y ahora la autoridad médica le ha
confirmado que su hígado está indebidamente inactivo. De hecho, él ya lo suponía llegando a esta conclusión por la presencia de ciertos síntomas y por el
conocimiento de que su vida sedentaria y su permisividad con ciertas comidas y bebidas, que son particularmente gratificantes para su percepción sensorial no-
demasiado-fiable (en este caso particular, el sentido del gusto), son los responsables de haber causado el problema. Siendo así, uno esperaría que mostrara algún
reconocimiento inteligente de la situación real. En su caso, no requeriría ningún grado especial de razonamiento permitirle aceptar los hechos evidentes. Pero
desdichadamente, él no piensa en el momento de la crisis. Sólo se preocupa por “curarse” de su enfermedad específica y así en el siglo veinte, continúa actuando
en el principio de la “obtención del fin”, un procedimiento que era excusable en sus predecesores de hace cuatro mil años. Él nunca ha aplicado ni a sí mismo ni a
las dificultades encontradas en la esfera del bienestar psicofísico, ningún otro principio que el de trabajar por un “fin” inmediato. En estas esferas, nunca ha
adoptado el plan de razonar primero los medios por los cuales de sentido común para asegurarse un “fin”. ¿Por qué debía hacerlo ahora? Simplemente es una
1.20 Ejemplo II
Desdichadamente, este importante punto es pasado por alto en todas las esferas curativas, de forma que los métodos paliativos y de “obtención del fin” prevalecen
y un buen ejemplo de esto puede encontrarse en el campo de la Medicina. No obstante, en todo lo que sigue a partir de aquí quiero dejar claro que no dejo de
apreciar el valor de la Medicina en campos especiales o los buenos resultados que provienen de la diestra práctica de la Medicina en estos campos. Pero me
gustaría sugerir, que sería posible para la Medicina proporcionar en el futuro beneficios mucho mayores a la humanidad que los que está proporcionando en el
35 Muchos de mis lectores pueden poner objeciones a estos argumentos y hacer referencia a algún defecto o imperfección que eliminaron en alguna ocasión, con o sin ayuda,
según sea el caso. Estoy listo para admitir esto, pero afirmo que en el proceso se habrán cultivado muchos otros defectos e imperfecciones. De hecho, estoy preparado para
demostrarlo si el objetor se somete él mismo o ella misma a un examen, mientras él o ella demuestra el proceso seguido para la “curación”. De paso debo mencionar que estos
exámenes se hacen mientras el sujeto permanece vestido.
El Control Consciente y Constructivo del Individuo 40
Ejemplo II
momento presente, si ampliara tanto el campo de la cirugía como el de la consulta, para incluir en ambos el más amplio plan de la prevención. Tomemos por
ejemplo, la operación de extirpar el apéndice o la de colón. El trabajo del cirujano consiste en extirpar estos órganos en los casos en que encuentre una condición
de deterioro que justifique su conclusión de que la presencia de estos órganos es dañina o incluso peligrosa. Luego veremos que en esta dimensión, el campo de la
cirugía está confinado en estrechos límites. Al cirujano se le pide que examine un órgano que está funcionando imperfectamente y si de su examen concluye que se
ha alcanzado cierto grado de deterioro del órgano en particular, él efectúa una operación.
Bajo este método de procedimiento, se da poca consideración a la causa o causas de la interferencia general con el funcionamiento de la totalidad del organismo,
una interferencia de la que el deterioro específico del apéndice o del colon, es únicamente un síntoma. Ni tampoco se tiene en consideración, por regla general, el
hecho de que la operación, aunque hábilmente ejecutada, no restaure aquel grado de percepción sensorial necesario para el reajuste y el uso coordinado de los
mecanismos, mediante el cual se restablecería la actividad vital adecuada y haría a la víscera desprendida recuperar su posición normal y saludable en el tronco.
Este punto no queda afectado de ningún modo por el hecho de que una operación puede tener un éxito completo, desde el punto de vista de la extracción perfecta
de un órgano cuyo estado deteriorado es peligroso para el paciente. El paciente se recupera de la operación, pero aún así, ¿qué consecuencias tiene esto? Es cierto
que el paciente ha salido de una crisis que podría haber sido fatal, pero nos enfrentamos de nuevo al mismo viejo principio de “obtención del fin”. El apéndice
estaba mal, se extirpó el apéndice y el paciente se recupera de la operación. Sin embargo, no se ha hecho nada para producir un cambio en el funcionamiento de los
mecanismos psicofísicos y el funcionamiento general, que prevendría que continuara el funcionamiento imperfecto que causó el problema específico que hizo
necesaria la operación. Este funcionamiento imperfecto original no sólo continúa, sino que está obligado a volverse cada vez más imperfecto con el paso del
tiempo y tarde o temprano, es casi seguro que aparecerán otros síntomas peligrosos (debidos al funcionamiento imperfecto en aumento), cuando se tenga que
recurrir al mismo remedio paliativo (cirugía) para compensar en una nueva dirección. En el reconocimiento estos hechos está la oportunidad del médico de pasar
del estrecho campo de la curación, a los mayores logros que le están esperando en el amplio y extenso campo de la prevención.
36 Todo el mundo sabe que una persona sufre más infecciones (resfriados, etc.) cuando está hundida, es decir, en una condición psicofísica más o menos disminuida.
El Control Consciente y Constructivo del Individuo 41
Ejemplo III
De ahí se sigue entonces, que el paciente de nuestro ejemplo debe haber estado por debajo del nivel de funcionamiento psicofísico normal en el momento del
establecimiento de la “fobia”, es decir, él debe haber estado afectado por una condición de cinestesia viciada, resultado de la coordinación imperfecta, ajuste
imperfecto y percepción sensorial no-fiable y engañosa. Entonces, la pregunta que debo hacer de nuevo es: ¿qué puede hacer el desenredante procedimiento del
psicoanálisis para remediar estos serios defectos del funcionamiento psicofísico general? ¿El psicoanálisis tal como se practica, restablecerá una percepción
sensorial fiable en el paciente y coordinará y reeducará sus mecanismos psicofísicos en general? Ciertamente que no. La condición psicofísica que permitió el
establecimiento de la primera fobia, permitirá el establecimiento de otra. Lo único que se necesita es el estímulo.
Por lo tanto, el método del psicoanálisis como otros métodos de tratamiento sobre una base subconsciente, es un ejemplo de un intento de “obtención del fin” de
efectuar una “curación” de un problema específico por medios específicos, sin prestar consideración a la necesidad de restablecer un nivel satisfactorio de
funcionamiento psicofísico general y de percepción sensorial.
1.22 Defecto fundamental en nuestro plan de civilización: una falta de reconocimiento de la importancia del principio
de prevención sobre una base general
Es el reconocimiento en la práctica del principio de prevención, lo que hace posible el avance del hombre hacia etapas cada vez más altas de evolución y abre por
fin, las mayores posibilidades para las actividades y logros humanos. He ilustrado e insistido tanto en este punto, porque quiero hacer énfasis en lo que en mi
opinión constituye un defecto fundamental del plan de la civilización de al menos dos mil años, esto es, que en todos los intentos de reforma o mejora en las
esferas concernientes al bienestar de la criatura, la energía humana ha sido y sigue siendo gastada principalmente, en la adopción de planes basados en métodos de
curación específica, en lugar de en el principio de prevención. Durante muchos años, me he esforzado en exponer este punto de vista ante los que me han
consultado, pues he visto que con cada nuevo alumno, después de hacer mi diagnóstico de las malas condiciones que presenta, explicar su causa o causas actuales
y describir los procedimientos prácticos que debo adoptar para remediar esas malas condiciones, generalmente se me pregunta “¿Ha curado alguna vez un caso
como el mío?” Como respuesta señalo que yo no intento “curar” nada ni a nadie.37 Yo simplemente miro al sujeto que tengo delante como a una máquina
37 Mientras escribo estas palabras, puedo imaginar a mis lectores haciéndome, tarde o temprano, la siguiente pregunta, “Entonces, si usted aboga por un plan de vida fundado en
el principio de la prevención, ¿por qué ha continuado trabajando en una esfera más o menos curativa?” La respuesta es simple. En primer lugar, el principio de prevención
debe aplicarse a niños a muy temprana edad; y segundo, hasta hoy ha sido imposible crear una demanda suficiente para la reeducación psicofísica fundamental que haría que
hombres y mujeres jóvenes la estudiaran para convertirse profesionalmente, en maestros en la esfera preventiva. Esto implica que su trabajo debe limitarse a niños y el lector
verá entonces la dificultad con la que nos encontramos. Nos enfrentamos con la ley inevitable de la oferta y la demanda. Primero los padres han de estar ellos mismos
convencidos de la necesidad de la reeducación psicofísica fundamental y del valor de la técnica que yo ofrezco, antes de que confíen a sus hijos el tiempo necesario y en
número suficiente como para crear una demanda que haría posible a hombres y mujeres jóvenes, tomarse el trabajo en un sentido profesional y financiero. Hasta ahora lo que
los padres han dicho ha sido, “Primero lo probaremos nosotros mismos; luego si usted puede 'curar' nuestros defectos psicofísicos, tomaremos en consideración el asunto con
nuestros hijos.” Es inútil que yo proteste afirmando que yo no “curo” nada. Responden: “¿Se da cuenta? Aceptar su trabajo como base de la educación de nuestros hijos
significa para nosotros un cambio completo de todas nuestras ideas y métodos; particularmente significa empezar de cero y olvidarnos de todo lo que hasta ahora se nos ha
enseñado como bueno, así que no podemos injerir en la educación de nuestros hijos sin probar primero su trabajo en nosotros mismos.” Algunos de mis defensores científicos
no son menos insistentes en estos puntos. Bajo estas circunstancias, el lector entenderá que me veo forzado a trabajar con adultos en la esfera llamada curativa, con la
esperanza de que ellos puedan ayudarme en mis esfuerzos por ganar un amplio reconocimiento de la necesidad de reeducación en una base general y aplicar medidas
preventivas con los niños. En el momento en que hayamos creado entre los padres una demanda de maestros del trabajo en interés de los niños, se habrá resuelto la primera
parte del problema, la oferta; la demanda estará ahí y con el tiempo el tipo correcto de hombre y mujer llevará el trabajo. Anhelo y estoy listo para dedicar el resto de mi vida y
El Control Consciente y Constructivo del Individuo 42
Defecto fundamental en nuestro plan de civilización: una falta de reconocimiento de la importancia del principio de prevención sobre una base general
estropeada, que es lo que es, noto los mecanismos mal utilizados, la dirección y control sensoriales incorrectos y a la luz de mi experiencia me pregunto, “¿Puede
arreglarse esta máquina, mejorar el funcionamiento mecánico, construir una dirección-control sensorial nueva y satisfactoria, restaurar una condición bien
coordinada del mecanismo psicofísico como un todo?” En otras palabras, en lugar de intentar eliminar síntomas específicos directamente (método de “curación”),
me esfuerzo en conseguir un reajuste del organismo como un todo, de forma que los síntomas en cuestión desaparezcan en el proceso y no vuelvan a aparecer si se
mantienen las nuevas condiciones (principio de prevención). Esto implica en el caso de algunos alumnos un largo proceso, ya que significa una construcción
gradual de un uso psicofísico nuevo y satisfactorio, y la cooperación de los alumnos en este proceso debe basarse en la aceptación razonada que no a ciegas, de los
principios correspondientes. Si al final de nuestra conversación considero que hay alguna duda por parte del futuro alumno, le ruego que lea mi libro, estudie los
principios allí establecidos y entonces, si él comprende y cree en esos principios, le sugiero que venga a pedir mi ayuda, pero no en caso contrario. Con toda
seriedad le pido que no venga simplemente porque crea que puedo “curarle” algo. Estoy dispuesto a admitir que a veces algo se “cure”, lo que generalmente se
entiende por “curar”, pero el caso de la “curación” excepcional por cualquier medio (tanto por un tratamiento médico, por sugestión, transferencia o cualquier otro
método, acompañadas como están estas “curaciones” por miles de fracasos) no puede justificar que ninguna persona razonable intente o prometa una continuidad
de “curaciones” en esas líneas. Sostengo que hemos alcanzado una etapa de nuestro desarrollo en la que todos los intentos de eliminar la causa o causas del
sufrimiento, que no se hagan dentro de la esfera de acción del procedimiento práctico razonado, deben, en el más amplio sentido, ser abandonados definitivamente
y que ahora ya debemos haber superado aquella etapa de ignorancia y estrechez de miras que permite a la criatura humana considerar por un momento la idea de
milagro.
El trabajador del milagro y los abogados de los métodos de “curación” han tenido el campo libre durante más de dos mil años; pero a pesar de ello, ha habido un
aumento gradual de malestares y los síntomas y complicaciones relacionados con ellos y por tanto, un aumento correspondiente de la necesidad de “curación”.
Incluso afirmaría que en mi opinión, el hecho de que el hombre no se guíe por sus procesos de razonamiento en los problemas relacionados con su bienestar, es el
responsable de su trágico progreso en la civilización. La crisis de 1914 sirve para mostrarnos que ha liberado fuerzas que no es capaz de controlar y por las cuales,
millones de sus congéneres han sido barridos de la tierra y parece como si el hombre simplemente estuviera preparando el camino de su propia extinción a menos
que aquellas energías que en el pasado han sido dirigidas por cauces peligrosos en el mundo exterior, sean dirigidas y controladas en el futuro por procesos de
razonamiento que primitivamente eran empleados para el uso de su organismo psicofísico.
Este horrible recrudecimiento de la barbarie se mantiene por el momento refrenado, pero como un fuego cuyos rescoldos han sido enfriados con agua
exteriormente, un proceso que ha servido simplemente para intensificar el grado de calor de las brasas encerradas en la costra remojada, tarde o temprano reavivará
las llamas.38 Cada brasa que en nuestra analogía representa a un ser humano individual, debe ser separada de las demás y si queremos prevenir otro estallido
violento, debemos tratar cada brasa de forma que sea tan difícil encenderla como sería encender una piedra.
Un tratamiento similar de la criatura humana individual, basándose en el control consciente y constructivo, la acercará a una etapa de desarrollo evolutivo en el que
la experiencia adquirida aunque relativamente pequeña para lo que debería ser, a preparar maestros para los niños. Este plan no carece sin embargo de dificultades, si el tipo
correcto de hombre o mujer debe ser inducido a hacer el trabajo. Unas cuantas personas en Inglaterra y Estados Unidos han estado trabajando conmigo con el fin de establecer
una escuela así. Todos nos damos cuenta del daño que podemos hacer a la causa si intentamos conseguir este fin rápidamente, a costa de preparar sólo a aquellas personas que
son capaces de soportar la carga económica durante los años necesarios de formación, sin tener en cuenta el nivel al que hayan desarrollado en su caso las potencialidades
psicofísicas que provoca la formación de un maestro. Tal intento sólo puede terminar con un fracaso comparativo y en el largo camino retrasará mucho la amplia aceptación de
los principios implicados.
38 Estas palabras escritas tras la guerra de 1914-18, han renacido por los sucesos de 1939-45.
El Control Consciente y Constructivo del Individuo 43
Defecto fundamental en nuestro plan de civilización: una falta de reconocimiento de la importancia del principio de prevención sobre una base general
las masas al juntarse, ya nunca exhibirán los rasgos inflamables asociados al instinto de manada.
Por tanto, queda claro que nuestros primeros esfuerzos para permitir al hombre emerger de las profundidades en las que ahora se debate y de las que mucha gente
hoy cree que no puede librarse, deben dirigirse al establecimiento en el individuo de una percepción sensorial fiable, mediante la guía de razonamiento consciente,
para prevenir así la repetición de los desastres que hasta ahora se han asociado con las actividades de hombres y mujeres cuyos juicios, opiniones y políticas se han
basado más en una sensación deteriorada que en el razonamiento.
Por ejemplo, parémonos un momento a pensar en lo irrazonable de continuar con un plan de vida bajo el cual al niño, el adulto del futuro, se le permite desarrollar
gradualmente imperfecciones y defectos de forma que al alcanzar la adolescencia, obliga a adoptar algún tratamiento curativo para intentar erradicar las
imperfecciones y defectos que, bajo un razonable plan de vida, nunca se habría permitido que se presentaran. Bajo tal razonable plan de vida, el principio de
prevención sería la base fundamental de la educación del niño, lo que significa que en lo relativo al bienestar del niño, se habrían tomado medidas preventivas
desde el principio.
El intento de tratar con una forma de educación basada en el principio de prevención, lleva a muchos temas de discusión y probablemente me obligará, para que
sirva de ejemplo, a describir las evoluciones técnicas, un procedimiento que visto así parecería como si animara a la gente a adherirse al plan de vida “curativo” y a
descuidar el preventivo. Pero quiero aquí librarme de la responsabilidad de cualquier daño serio que invariablemente sigue al intento del ser humano corriente,
controlado subconscientemente, de seguir instrucciones escritas de algún ejercicio, práctica, etc., con la intención de erradicar un defecto o imperfección. Ya he
señalado en La herencia suprema del hombre que aunque una persona pueda tener éxito en erradicar algún defecto o imperfección específica con esos métodos,
estará cultivando en el proceso un buen número de otros defectos y, en lo que sigue, espero dejar clara la razón de este hecho generalmente no reconocido.
Pues la deficiencia fundamental base de todos los defectos, imperfecciones y peculiaridades psicofísicos humanos, es una percepción sensorial imperfecta y a
menudo engañosa, y hasta que se recuperen aquellas condiciones en las que la percepción sensorial (registro sensorial) vuelva a ser una guía más o menos fiable,
todos los ejercicios son un peligro positivo. Una percepción sensorial fiable es pues esencial y procederemos a considerar la parte que este inestimable don humano
debe jugar en cualquier plan educativo razonable y satisfactorio.
Por tanto, dedicaré el resto de este volumen a examinar el papel desempeñado por la percepción sensorial en el proceso llamado educación, tomando esta palabra
en su más amplio sentido, ya que la trágica evidencia a nuestro alrededor deja claro que a pesar de la influencia de nuestra pasada educación, no hemos sido
capaces de contener el rápido progreso del deterioro psicofísico humano.
Intentaré demostrar mediante ejemplos prácticos, que el establecimiento de una percepción sensorial fiable debe ser el fundamento de la educación de niños y
adultos en lo que llamamos el acto de aprender y aprender a hacer, o en la ejecución de todas las actividades que constituyen las ocupaciones y distracciones a lo
largo del día.
39 Aquí debo decir que en una civilización constituida apropiadamente, basada en un principio de control consciente, los padres se prepararían mediante entrenamiento y
experiencia para conocer las necesidades de sus hijos y lo más importante, sabrían como satisfacerlas si fuera necesario.
40 La idea de “bien” casi siempre va asociada al resultado y no al método. Sólo tenemos que asistir a cualquier clase desde este punto de vista para darnos cuenta de que las
órdenes que el niño recibe, tales como “siéntate recto”, “habla claro”, “respira hondo”, “no hagas ruido al andar”, etc. son todas instrucciones específicas de “obtención del
fin” que raramente incluyen los correctos medios por los cuales podría seguirlas. Sólo cuando las instrucciones incluyen los correctos medios por los cuales, el proceso de
seguirlas incluye el uso satisfactorio de los mecanismos psicofísicos apropiados.
El Control Consciente y Constructivo del Individuo 46
Educación y reeducación
la explotación de la gente educada mediante distintos métodos como los “sistemas de memorización”, etc.41
Véase el capítulo 3.4 sobre “Memoria y sensación”.
En el tema de enviar los niños a la escuela, debemos darnos cuenta de que cualquier excitación indebida de los reflejos del miedo en la rutina diaria del trabajo
escolar, tiene un efecto muy serio sobre los procesos respiratorios42 que están tan fuertemente unidos a las emociones y cuando además consideramos el efecto
perjudicial sobre estos procesos del uso defectuoso del organismo43 durante el estudio en los pupitres y sillas escolares (pues en el estudio, como en el sueño
profundo, los procesos respiratorios reducen su actividad al mínimo), al estar de pie, andar y de hecho al colocarse en cualquier postura ordinaria, nos enfrentamos
con un problema que ningún modelo de base subconsciente resolverá. Pues cuando aparecen en el niño condiciones dañinas como las mencionadas, se verá que
constituyen un factor que obstaculiza todas sus actividades generales. Por ejemplo, al intentar mejorar su escritura se desarrollarán nuevos defectos en el uso
general de los mecanismos psicofísicos y los defectos existentes tenderán a volverse más pronunciados. Es obvio que el conocimiento adquirido de esta forma, se
ha adquirido a costa de una interferencia con el control general y particularmente, con el uso de aquellos mecanismos psicofísicos de los que depende el control
respiratorio. En estas condiciones, el niño no dispone del equipo psicofísico esencial para aprender algo en buenas condiciones. La gradual disminución de la
respiración y otros procesos vitales durante el estudio es, sin duda, uno de los obstáculos que produce la condición de ensoñación (a menudo llegando casi al
estupor) a la que es arrastrada la gente de la “clase intelectual” estudiante y ortodoxa.
Puedo admitir que hay una minoría firmemente creciente de padres que quieren para sus hijos algo más que leer y escribir, sumar etc. y que dirán que lo que
desean para ellos es un “desarrollo completo e integro”. También admito que ha habido cambios y modificaciones en ciertas esferas educativas, mientras en otras
se ha intentado contrarrestar supuestos males o defectos. Desgraciadamente, estos intentos son a menudo puramente una reacción de un extremo a otro. Pero a
parte de esto, el defecto fatal en todos estos ejemplos de reformas intentadas en un plano subconsciente es que han estado y siguen estando basadas en el principio
de lo específico y no en un desarrollo general, y que cualquiera que sea la forma que tome el intento en una escuela en particular, nos encontraremos con que no ha
sido elaborado considerando el organismo del niño como un todo, ni reconociendo el hecho de que el niño de hoy no empieza su vida con el nivel de coordinación
y percepción sensorial de, digamos, hace doscientos años.44 Sus mecanismos psicofísicos no son ni remotamente tan fiables, ni su ingenuidad a cierta edad tan
grande como la de ellos en lo relativo a los actos psicofísicos de su manera de vivir en la práctica. Como resultado, cuando el niño corriente alcanza la edad
41 Todos estos sistemas encuadrados en el principio “específico” o de la “obtención del fin”, están privados de los fundamentos del desarrollo psicofísico satisfactorio. Por
ejemplo, en relación con la pérdida de memoria, lo siguiente es muy interesante. Todos sabemos que un hígado perezoso no ayuda al buen uso de los poderes “mentales” y
conocemos gente que gracias a sus malos hábitos de permisividad ha alcanzado un estado de desorden hepático y renal a la vez que sus procesos de razonamiento están
seriamente alterados y es consciente de una temporal pérdida relativa de memoria. Hechos como estos sirven para recordarnos la interdependencia de la actividad “mental” y
“física”. Si el funcionamiento vital de los mecanismos y órganos “físicos” es inadecuado, el organismo gradualmente se envenena poco a poco y la maquinaria “mental”
gradualmente se va haciendo menos eficiente. En tal caso, es muy difícil entender de que modo misterioso el sistema de memorización corriente, puede permitirle a uno
remediar los desórdenes “físicos” indicados y, si no lo hace, un buen resultado es altamente improbable.
42 Como escribió Byron: “Breathless as we stand when feeling most”. – La emoción nos deja sin resuello.
43 Este uso defectuoso será incluso más pronunciado al utilizar los brazos en los actos corrientes de la vida, particularmente en los actos de escribir, dibujar, etc. El brazo que
reposa sobre la mesa o pupitre se utilizará equivocadamente como soporte del cuerpo y el brazo, mano y dedos ocupados en los movimientos necesarios para el acto de
escribir también serán críticables, siendo el resultado dañino para el organismo del niño como un todo; de ahí el serio obstáculo en el progreso del acto de aprender caligrafía
y, en muchos casos, haciendo prácticamente imposible conseguir un resultado satisfactorio.
44 He llamado la atención sobre este hecho en La herencia suprema del hombre.
El Control Consciente y Constructivo del Individuo 47
Educación y reeducación
escolar, ya tiene establecidos algunos malos usos del mecanismo psicofísico, lo que constituye una seria dificultad que contraría al más atento maestro.45
Cualquiera que tenga dudas sobre esto se convencerá visitando cualquier escuela acompañado de un experto capaz de señalar los defectos de los que hablamos y
de indicar la influencia de estos defectos sobre todo el organismo en la actividad diaria. La jefe de una importante escuela preparatoria vino a consultarme con la
esperanza de encontrar alguna solución para lo que ella, acertadamente, consideraba el problema de la escuela. Me dijo que a pesar de haber adoptado en esta
escuela todos los métodos más recientes que proporcionaban condiciones ambientales apropiadas, actividad al aire libre y oportunidad de “libre expresión”, el
problema seguía sin resolver mientras la urgencia por resolverlo se hacía cada vez más evidente para todos los implicados. Admitió que hasta que leyó La herencia
suprema del hombre , no había podido entender por qué la actividad al aire libre no servía para prevenir o erradicar los defectos y deficiencias físicos en los niños,
que habían motivado tan seria consideración. ¿Pero de qué sirven las condiciones higiénicas, la vida al aire libre, un ambiente muy mejorado, las “actividades
libres” y los “ejercicios físicos” mientras se le permite realmente al niño al que se va a proporcionar un “desarrollo integral” bajo estas condiciones, utilizarse a sí
mismo durante sus actividades de maneras que interfieren, en gran medida, en los mecanismos psicológicos de sus procesos respiratorios que funcionan casi al
mínimo de su capacidad, a pesar del hecho de que sus profesores estarán de acuerdo unánimemente, en que el funcionamiento correcto de estos procesos es el
elemento más vital en el desarrollo del niño?46
La demanda casi universal de entrenamiento físico o ejercicios físicos en las escuelas, de reeducación postural, ejercicios respiratorios, etc. que hacen padres,
maestros y todos los implicados, es la admisión de que hay una gran necesidad en esta dirección, pero desgraciadadamente, estos métodos no proporcionarán la
ayuda necesaria. Los efectos dañinos de las experiencias psicofísicas de los niños obtenidas durante el estudio, no pueden ser remediados mediante la ejecución de
los movimientos propios de cualquier forma de ejercicio, entrenamiento, postura, calistenia, etc. pues los defectos resultantes de estas experiencias psicofísicas
diarias son las manifestaciones de una máquina mal ajustada e imperfectamente coordinada y guiada-controlada por una percepción sensorial engañosa y por lo
tanto, funcionando mucho más cerca de sus mínimas que de sus máximas capacidades.
El problema aún se complica más ya que había y continúa habiendo un continuo aumento de las demandas educativas hechas sobre el niño, supuestamente
inalcanzables en la presente etapa de civilización. Pues el aumento del grado de mala coordinación presente en el niño, continúa al mismo ritmo que las
dificultades a superar en cualquier intento de erradicar defectos, mientras que al mismo tiempo, el grado de dificultad que el niño encontrará en relación con sus
lecciones u otras actividades, estará en concordancia con el grado de funcionamiento imperfecto general. Esto significa de nuevo que el niño, para asegurarse el
éxito, debe necesariamente dedicar cada vez más tiempo a esas materias, con el resultado de que aumentan las demandas que se hacen sobre él, lo que implica más
horas de trabajo y mayor esfuerzo y el aumento de las complicaciones que estas demandas implican. ¿Cómo pueden los mecanismos psicofísicos del niño cumplir
estas demandas satisfactoriamente, cuando funcionan más cerca de sus posibilidades mínimas que de sus máximas? ¿Y qué sucederá si las demandas educativas
continúan aumentando mientras las posibilidades psicofísicas del niño continúan disminuyendo, como seguramente harán si los defectos que produce el uso mal
coordinado del sí mismo psicofísico no son erradicados, en lugar de poner en marcha un proceso de desarrollo genuino en un plano de control consciente en el uso
45 Como escribió un maestro: “Nadie que observe cuidadosamente las características predominantes de la presente generación puede dejar de notar:
(1) Imperfecciones alarmantes de la psique, como por ejemplo, defectos en el raquis, mala postura, mala coordinación de los músculos en los actos corporales, menor
estatura, etc.
(2) Grandes limitaciones en el campo puramente mental, como son el dominio de una idea fija, incapacidad de entender y respetar otros puntos de vista, no comprender la
esencia de la libertad, etc. Todo esto es sintomático de alguna causa subyacente.”
46 Sobre el fracaso de los “ejercicios físicos” y el entrenamiento para erradicar tales defectos si están presentes, debo referir al lector a La herencia suprema del hombre. Es
posible demostrar que incluso si por suerte se logra erradicar un defecto, muchos otros, a menudo más dañinos, se cultivaran durante el proceso de erradicación.
El Control Consciente y Constructivo del Individuo 48
Educación y reeducación
del organismo?
Debemos recordar también, que todo intento por parte del niño de hacer algo o de adquirir conocimiento hace una demanda psicofísica y que los esfuerzos del
niño, vistos desde una base general y no una específica, siempre estarán en armonía con el nivel de funcionamiento psicofísico de su organismo. Cuando están
presentes en el niño condiciones peligrosas tales como las indicadas antes, el maestro al intentar remediar defectos específicos (como por ejemplo, en la forma de
escribir del niño), debe tener en cuenta el nivel del uso psicofísico general del niño, pues en caso contrario, el resultado será no sólo el del desarrollo de nuevos
errores en el uso, sino también una tendencia a fortalecer otros usos imperfectos establecidos con anterioridad.
Se sigue por tanto, que en aquellos casos en los que el mecanismo psicofísico es imperfecto y funciona más o menos inadecuadamente, no podemos esperar los
mejores resultados en la cesión o en la adquisición de conocimiento. Hay una falta de coordinación de las partes del organismo implicadas en el proceso llamado
educación, tal que todos los intentos de aprender algo o aprender a hacer algo (y esto se aplica igualmente a todos los procesos autodidactas), contribuyen a
cultivar nuevos defectos psicofísicos y no pueden dejar de exagerar los antiguos. Los primeros esfuerzos del niño por aprender algún tema simple que forma parte
del currículo, tienen una base específica; es decir, desde un principio se planea el trabajo del niño siguiendo líneas de “obtención del fin”, enseñándole cosas
específicas de forma específica y enseñándole a intentar obtener estas cosas específicas; y mucho antes de alcanzar la edad de la adolescencia, se habrá establecido
este procedimiento de “obtención del fin” asociado a una mala actitud psicofísica hacia la aceptación de nuevas ideas y nuevas experiencias y, demasiado a
menudo, con un serio deterioro de la memoria. Cuando estos defectos y deficiencias están presentes, constituyen dos obstáculos que explican la incapacidad
general de la mayoría de adultos para adquirir conocimiento.47 El conocimiento sirve de poco en sí mismo; lo que tiene valor es relacionar lo que sabemos y lo que
se nos presenta cada día con el aspecto de nuevas ideas y nuevas experiencias, y esta habilidad para relacionar es inseparable de los procesos relativos a la
rememoración. En otras palabras, el valor del conocimiento recae en nuestro poder de utilizarlo asociado con el mayor conocimiento que nos llegará al aumentar
los años de experiencia y al sustituir el instinto y aquello que el profesor Dewey llama “arrebatos emocionales” por razonamiento.
Por tanto, nuestra primera consideración en todas las formas de educación, debe ser la de asegurar para el niño el nivel más alto posible de funcionamiento
psicofísico durante sus intentos de dominar los diferentes procesos que constituyen el modelo educativo. De este modo, el niño tendrá un buen comienzo y lo más
importante, continuará mejorando sus condiciones junto con sus esfuerzos como alumno en todas las demás esferas de actividad.
El programa educativo que defendemos es uno amplio, que no sólo cubra las necesidades de la criatura humana en la etapa actual de su evolución sino también,
sus necesidades futuras cuando pase de la etapa actual de guía-control subconsciente hacia las etapas evolutivas progresivas que llevan a una etapa de civilización
cada vez más alta. El examen del avance del hombre en este sentido necesita considerar
(1) el plano de conciencia alcanzado en su reconocimiento del uso psicofísico incorrecto del organismo y en el empleo de ese organismo en toda actividad
psicofísica en la vida cotidiana;
(2) su habilidad para aceptar de buena gana una idea nueva y en desarrollo, una vez se haya convencido de su valor y de su superioridad sobre las antiguas y
largamente apreciadas ideas, asociada a un agudo deseo de las nuevas experiencias que van de la mano de ideas nuevas y en desarrollo y del grado de
desarrollo psicofísico que le permitirá sacar provecho de estas experiencias;
47 Me doy perfecta cuenta de los esfuerzos que se hacen en el currículo escolar para enlazar y relacionar materias que antes se enseñaban como materias separadas, o para
agrupar varias materias alrededor de una idea central, como la enseñanza de la historia en relación con el teatro, las matemáticas y la carpintería, la naturaleza con las clases de
dibujo, etc. Pero de nuevo esto es una correlación específica y no afecta a lo que yo planteo que es la necesidad de coordinación del organismo del niño como un todo y el uso
coordinado de este organismo en cada actividad e interés de la vida.
El Control Consciente y Constructivo del Individuo 49
Educación y reeducación
(3) su habilidad para adaptarse a los rápidos cambios ambientales de la civilización, con beneficio en lugar de detrimento o perjuicio para el sí mismo
psicofísico;
(4) su habilidad para evitar el miedo de perder su trabajo, cualquier que sea su profesión, negocio o empleo e intrépidamente hacer el cambio necesario en todo
aquello cuyos principios fundamentales crea que son deficientes; su habilidad para hacer los ajustes necesarios que son esenciales para la aceptación y
asimilación de conocimiento nuevo y comprobado, mientras sigue con su trabajo.
Lo anterior sirve para subrayar los principios dignos de ser considerados en primer lugar, en todas las formas de educación que cubran satisfactoriamente las
necesidades presentes y futuras de la criatura humana. Pocas dudas hay de que el conocimiento del uso satisfactorio y adecuado del organismo es de la mayor
importancia, pues depende de este uso satisfactorio y adecuado el éxito que tendremos en cubrir las demandas que se hacen sobre nosotros en la educación y en las
otras esferas de actividad.
La consideración de los principios relativos a cualquier plan educativo lleva naturalmente a la consideración de la técnica, los medios por los cuales deben
aplicarse estos principios, y en las páginas de este libro tratamos sobre la técnica a emplear al poner en práctica los principios que he subrayado en el trabajo de
reeducación, coordinación y reajuste en un plano consciente.
En este punto es necesario recordar que todos los métodos de enseñanza en base subconsciente están formulados en el principio de que el alumno sufre de algún
defecto, imperfección o peculiaridad que necesita ser erradicada, él debe hacer algo (generalmente con la ayuda de un maestro) para erradicar el defecto o
defectos. El maestro en una base subconsciente cree en este sistema de manejar los defectos. Su trabajo es enseñar al alumno a hacer algo para erradicar su defecto,
significando ese “hacer” para el alumno, simplemente, ejecutar una serie de movimientos físicos de acuerdo con la concepción que tiene el alumno de las
instrucciones del maestro. El hecho de que el maestro fracase en esta tentativa en la gran mayoría de los casos puede molestarle, pero no mina su confianza en sus
métodos ni cambia su actitud hacia su premisa original. Él puede señalar algunos éxitos, pero desdichadamente, carece de aquella perspicacia y no ha alcanzado
aquel estado deseable de cautela que le abrían revelado el hecho de que su éxito es uno puramente específico y que en el proceso de erradicar el defecto particular,
ha permitido al alumno cultivar otros más dañinos que el original y de los que, maestro y alumno por igual, permanecen felizmente ignorantes.
Por otro lado, todo el procedimiento de enseñar en un plano de control consciente y constructivo se basa en el principio opuesto, es decir, que aquellos que han
desarrollado una condición en la cual la percepción sensorial (sensación) es más o menos imperfecta y engañosa, no pueden esperar tener éxito en remediar esta
condición, fiándose para guiarse de esta misma sensación engañosa en sus esfuerzos en reeducación, reajuste y coordinación, o en sus intentos de corregir algo que
saben que está mal en el organismo psicofísico. Pues en cuanto el niño o adulto intenta efectuar algún acto psicofísico, ese uso de sí mismo que es la manifestación
de sus instintos heredados y cultivados (es decir, de sus hábitos) se vuelve el factor dominante. De lo que se sigue, que si un alumno está más o menos mal
coordinado, el uso del sí mismo psicofísico será imperfecto y por tanto más o menos dañino. Esto significa que él estará lleno de defectos, que su percepción
sensorial (sensación) de lo que está haciendo será engañosa y que en cuanto haga un intento de corregir estos defectos, aún se perjudicará más como consecuencia
de la carencia de guía correcta mediante percepción sensorial fiable.
El significado de todo esto en lo que respecta a la educación se completa si seguimos nuestro argumento un paso más. Pues si lo anterior es cierto (y yo afirmo que
se puede demostrar prácticamente), se deduce que en el caso de un niño que tiene dificultades para desempeñar alguna actividad simple o que padece algunos
defectos o imperfecciones, no sirve de nada y ciertamente es irrazonable, que sus maestros le pidan que haga algo con el ánimo de ayudarle a superar su dificultad
o para erradicar sus defectos, porque (y esto es lo que se pasa por alto en todos los métodos de reforma o remedio con los que yo he contactado) la única guía en la
que confiar que tiene el niño para hacer algo siguiendo las instrucciones del maestro, es la misma muy engañosa guía subconsciente (percepción sensorial no-
50 Si lo pensamos bien deberemos admitir que en tales asuntos, la insistencia de una persona en satisfacer la conciencia es, demasiado a menudo, puramente un intento de
descargarse de responsabilidades. Ella tiene conocimiento de ciertas maneras ortodoxas de manejar sus dificultades. Su propia experiencia de estas maneras es que la mayoría
de las veces han fracasado. Pero aún argumenta que si las prueba y fallan, al menos lo ha hecho lo mejor posible. En otras palabras, intenta satisfacer su conciencia y no su
inteligencia racional. Abraza esta forma de enfrentarse al trabajo porque es el camino fácil. Si alguna vez se detiene a razonar y basa su juicio en la experiencia ganada desde
el conocimiento de sus fracasos anteriores, tendría que descartar estos planes ortodoxos y buscar unos nuevos. Este no sería el camino fácil. Sería el camino difícil. Esto
significaría entre otras cosas, una disección dolorosa de sus peculiaridades psicofísicas, defectos, prejuicios, excesos sensoriales y estos son para ella una manifestación de su
mal estado lo mismo que la enfermedad del hígado y riñón lo son en el caso del borrachín. Para dar una oportunidad a su hígado y riñones, el borrachín debería dejar de beber
vino, pero él no tiene el control para hacerlo. Lo mismo ocurre con el alumno de nuestro ejemplo. Sabe que ciertos hábitos psicofísicos son los responsables de su estado, pero
estos hábitos se han convertido en parte de él; ellos recurren a su sensación pervertida y así él no hará el esfuerzo de dejarlos.
El Control Consciente y Constructivo del Individuo 53
Concepción incorrecta
lugar, obedecer las nuevas instrucciones y permitir al maestro que le dé mediante manipulación las nuevas experiencias sensoriales correctas.
No obstante, la idea de dejar de hacer lo equivocado (como medida preliminar en reeducación) apenas influye nada en el alumno medio, quien en la mayoría de los
casos sigue intentando “hacerlo bien” a pesar de su experiencia y de todo lo que el maestro pueda decir.51
Hay muchas razones para esto, la principal de ellas en mi opinión es el hecho sobre el que ya he llamado la atención del lector, es decir, que en nuestra concepción
de cómo utilizar las diferentes partes de nuestros mecanismos, nos guiamos casi exclusivamente por una sensación que es poco o nada fiable. Adquirimos el hábito
de hacer cierto acto de cierta manera y experimentamos cierta sensación asociada a ello que reconocemos como “correcta”. El acto y la sensación particular
asociada a él se convierten en uno solo en nuestro recuerdo. Sin embargo, si algo nos hace cambiar nuestra concepción sobre la manera de efectuar el acto y si
adoptamos un nuevo método de acuerdo con nuestra nueva concepción, experimentamos una nueva sensación al efectuar el acto que no reconocemos como
“correcta”. Entonces nos damos cuenta de que lo que hasta este momento hemos reconocido como “correcto” es incorrecto.
Por ejemplo, supongamos que el maestro, intentando cambiar alguna mala condición del alumno, le pide doblar las rodillas. El alumno, pensando sólo en lo que el
maestro le pide (el “fin”) y deseando hacerlo bien (lo que él entiende por “hacerlo bien” en relación con el acto de doblar las rodillas), dobla las rodillas y las dobla
como siempre las ha doblado, esto es, con una enorme cantidad de tensión y presión innecesarias, interfiriendo con su equilibrio, acortando la raquis52 (aumentando
la curvatura, etc.), endureciendo el cuello y así logra su objetivo (doblar las rodillas), pero a costa de una tensión indebida y menoscabo en el uso del organismo.
No estoy diciendo, naturalmente, que el alumno sea consciente de todo esto. Probablemente él nunca ha pensado cómo (los “medios por los cuales”) efectúa actos
como “doblar las rodillas” y aunque sabe en términos generales que algo está mal en él (sino sería improbable que hubiera buscado un maestro) no ha asociado
este “algo está mal” con algo que él mismo ha estado haciendo, esto es, con sus propias actividades mal dirigidas. Por eso, cuando dobla las rodillas en respuesta a
la petición del maestro, no es consciente de que nada esté mal en su manera de hacerlo. Las dobla como está acostumbrado a hacerlo siempre. Esto le satisface, le
parece bien a él.
Ahora supongamos que el maestro, después de llamar la atención del alumno sobre la manera tan desventajosa en que se ha utilizado a sí mismo durante el proceso
de doblar las rodillas, le ayuda un poco (en cuyos detalles entraremos en los apartados siguientes) y consigue inducirle a doblar sus rodillas lo más eficientemente
posible en el uso general de sus mecanismos. Cuando esto ocurre, el acto de doblar las rodillas se vuelve a todos los efectos en lo que a este alumno se refiere, un
acto nuevo que causa una sensación nueva. Esta vez el acto no es como él está acostumbrado y por eso lo siente mal hecho.
De aquí en adelante, cada vez que la concepción de doblar las rodillas llegue al alumno (tanto en respuesta a las direcciones de su maestro como por su propia
iniciativa), tiene que elegir entre doblarlas al modo antiguo (es decir, con gran desventaja para sí mismo) y “sentirse bien” o cambiar la manera de efectuar la
acción y “sentirse mal”. Como una niña dijo, lo que es excepcional, cuando se le explicó este punto en relación con algo que estaba haciendo, “¡Oh, ya veo! Si
siento algo, debo sentirme mal. Si no me siento mal, no debo sentir nada.” Desdichadamente, el alumno adulto medio a diferencia de la niña, no “ve” o si lo hace,
no actuará en consecuencia. Realmente, debemos enfrentarnos al hecho de que al alumno, por regla general, no le gusta una sensación nueva; en algunos casos está
positivamente asustado de ella. Una “sensación” nueva le produce inseguridad cuando la experimenta en relación con actos que toda su vida ha estado
acostumbrado a asociar con una sensación diferente. Esta sensación de inseguridad es especialmente marcada en relación con mantener el equilibrio en los actos de
51 Está tan poseído por la idea de “cura específica”, que acepta el principio de prevención (inhibición) con tan poco interés que lo ignorará en el noventa y nueve por ciento de
los casos.
52 Véase más adelante el capítulo 2.8 “Aclaración”.
El Control Consciente y Constructivo del Individuo 54
Concepción incorrecta
estar de pie, andar, etc., de acuerdo con la sensación de nueva adquisición.53 Y así, cuando un alumno se enfrenta a la alternativa de utilizar sus mecanismos mal y
“sentirse bien” o usarlos bien y “sentirse mal”, es propenso a lo que llamamos perder la cabeza, no se para entonces a pensar (es decir a inhibir) y vuelve a caer en
“sentirse bien”.
Éste es sólo un ejemplo de la dificultad tanto para el alumno como para su maestro, creada por las concepciones incorrectas y las actividades mal dirigidas del
alumno en ciertas direcciones, en cualquier tentativa de trasmitir o adquirir conocimiento en la esfera psicofísica. En un caso como el que hemos citado, las ideas
fijas del alumno sobre lo que está “bien” y lo que está “mal” en ciertas condiciones producirán una detención. ¿Pues cómo pueden darse experiencias nuevas y
correctas a un alumno que en todos los movimientos que hace, trabaja subconscientemente para reproducir ciertas sensaciones a las que se ha acostumbrado
mientras crecía y que le gustan? La situación es tal que ningún maestro, por muy experto que sea, puede manejarla satisfactoriamente y de la cual el alumno
posiblemente no puede desembarazarse hasta que deja de tratar de hacer las cosas bien, esto es, deja de trabajar ciegamente hacia sus fines y en cambio, da
oportunidad a los nuevos medios54 que le ha proporcionado su maestro, mediante los cuales puede obtener sus fines.
2.2.3 Tercer ejemplo: No vernos a nosotros mismos como los otros nos ven
Quizá el más sorprendente y a la vez más patético ejemplo de error humano, es el de la actitud de la criatura humana hacia sus propios defectos psicofísicos,
inferioridades, peculiaridades, etc. por un lado y hacia sus méritos, superioridades y dones naturales por el otro. “Para ti tu propio yo es verdad” es un inspirado
incentivo cuando el desarrollo psicofísico coordinado de la criatura humana ha alcanzado un punto en el que este yo no puede ser embaucado por sus sensaciones.
Como sorprendente ejemplo en este campo del error humano, consideraremos la actitud del tartamudo hacia las cosas que él cree “buenas” o “malas” en sí mismo,
cuando se enfrenta con el problema práctico de hablar en la vida cotidiana. El caso que explico es sólo un ejemplo de los muchos que ha habido en la experiencia
de este escritor durante sus investigaciones de los últimos treinta años. El alumno, en este caso particular, tartamudeaba mucho, pero hizo rápidos progresos
durante su lección y en un espacio de tiempo inusualmente corto fue capaz de hablar sin ningún signo de tartamudeo siempre que hablara despacio. Llegó al punto
de poder mantener una conversación con su maestro sin ser molestado por sus antiguos defectos, cuidando de pronunciar las palabras despacio y deliberadamente.
El maestro dijo entonces, “Quiero que hable del mismo modo en que me está hablando a mí ahora, en sus conversaciones a lo largo de todo el día.” De repente el
alumno se puso nervioso perdiendo temporalmente su nuevo y desarrollado control y reincidió en su antiguo modo de tartamudear, mientras replicaba, “¡Oh, no
puedo hacerlo; todo el mundo se daría cuenta!”
Ahora, si intentamos analizar la condición de una persona que puede hacer en serio un comentario como éste (y el alumno era completamente sincero en lo que
decía), veremos que su nerviosismo le provoca una recaída a una condición asociada a su mala coordinación previa, con la que se ha acostumbrado a hipnotizarse a
sí mismo cuando de sus defectos y peculiaridades se trata. Intentaremos explicar esta observación diciendo que él se había acostumbrado tanto a las condiciones de
su tartamudeo, que ya nunca le preocupaba lo que “todo el mundo” pensara de ello o incluso, que él había decidido ignorar el hecho desagradable de que
tartamudeaba y de este modo se había engañado a sí mismo pensando que nadie en “todo el mundo” notaba sus contorsiones.56 De este modo había llegado a tal
56 Éste es el engaño opuesto al de la persona que se vuelve sensible a una peculiaridad relativamente inapreciable. Por ejemplo, un alumno se exagerará a sí mismo una
peculiaridad relativamente menor e inapreciable hasta tal punto que se vuelve tan sensible a ello que imagina que donde quiera que va, la gente se lo queda mirando al darse
cuenta de ello, cuando el defecto es tan leve que ningún extraño se daría cuenta. He señalado en el capítulo 2.7 titulado “Errores y engaños del individuo” de la segunda parte
El Control Consciente y Constructivo del Individuo 57
Concepción incorrecta
estado de percepción sensorial defectuosa y permisividad autohipnótica, que toda su perspectiva estaba patas arriba. Ya no veía las cosas como eran y cerró la
comunicación con el razonamiento cuando de la conciencia de sus defectos se trataba. Entonces fue capaz de persuadirse a sí mismo de que la condición normal
sería visible, mientras la anormal pasaría desapercibida. Para esto confiaba casi completamente en su sensación pervertida. El punto sobre el que debemos hacer
hincapié en particular, es que la condición de engaño y autodecepción indicadas en este ejemplo se verá que está más o menos presente en toda la gente
imperfectamente coordinada y que tiene una percepción sensorial no-fiable.
de La herencia suprema del hombre , los efectos dañinos que pueden seguir a los intentos mal dirigidos de una persona de disimular o cambiar características que ella cree que
son menoscabos muy serios de su apariencia, pero que comparadas con otros defectos realmente serios que ella pasa por alto completamente, son realmente peculiaridades
menores.
El Control Consciente y Constructivo del Individuo 58
Concepción incorrecta
Lo que se ve claramente en todos estos ejemplos, es que las concepciones que están influenciadas principalmente por la percepción sensorial no-fiable, actuando
y reaccionando subconsciente y dañinamente en los procesos correspondientes, son concepciones incorrectas y que en estos casos, la percepción sensorial no-
fiable va de la mano de experiencias incorrectas y engañosas del funcionamiento psicofísico.
Y cuando recordamos que (como vemos en el caso de la niña del último ejemplo) nuestro juicio se basa en la experiencia, debemos ver también que cuando esta
experiencia es incorrecta o engañosa, el juicio resultante está forzosamente desencaminado y lejos de la realidad. Por tanto, hemos de reconocer que nuestras
peculiaridades sensoriales son el fundamento de lo que pensamos lo mismo que de nuestras opiniones y que de hecho, el noventa por ciento de las opiniones que
tenemos son más el resultado de lo que sentimos57 que de lo que pensamos.
También nuestros defectos emocionales están relacionados con nuestras peculiaridades sensoriales, así que la mínima perturbación en estas direcciones, puede
temporalmente arrojarnos a una zona peligrosa58 en la que prevalecen serias condiciones psicofísicas incontroladas.
Ahora podemos ver cuan lejos nos ha llevado esta línea de pensamiento. Pues el hecho que emerge de todas estas consideraciones es que generalmente, nuestra
aproximación a la vida, nuestras actividades, creencias, emociones, opiniones, juicios en cualquier esfera, están condicionados por las concepciones previas, las
cuales están asociadas al uso individual de los mecanismos psicofísicos y condicionadas por el nivel de fiabilidad de nuestra percepción sensorial individual.
Este es el gran hecho del que deben darse cuenta nuestros líderes de todas las esferas de las actividades humanas, educativa, religiosa, moral, social, política y
demás, antes de que pueda haber ningún “surgimiento” de la criatura humana fuera de las caóticas condiciones actuales. Todos pensamos y actuamos (excepto si
somos forzados a hacerlo de otro modo) de acuerdo con las peculiaridades de nuestro aspecto psicofísico particular. Leemos cada mañana un periódico en
particular porque creemos en la política de ese periódico y podemos leer en él lo que queremos leer; cultivamos la amistad de la gente que piensa como nosotros e
ignoramos o competimos con aquellos que no lo hacen; el predicador atrae a la iglesia sólo a aquellos que quieren ir a la iglesia; empezamos a leer un libro, pero
en cuanto llegamos a un punto con el que no estamos de acuerdo, nuestra más o menos pervertida cinestesia no puede controlar los impulsos que, una vez puestos
en movimiento, nos dejan fuera de comunicación con nuestra razón. A pesar de todo, se escriben libros, se dan conferencias, se hacen sermones y se hacen
discursos con la creencia de que las ideas que se exponen por estos medios pueden ser asimiladas satisfactoriamente por oyentes y lectores y que las buenas ideas
deben por tanto ser trasmitidas para el crecimiento del género humano en las esferas de actividad social, religiosa, política y demás.
Estamos bien confundidos. Pues como hemos visto, nuestra habilidad para asimilar una idea nueva y poco familiar o para superar nuestros prejuicios sobre
nuestras apreciadas ideas y creencias, depende de nuestra concepción individual de tales ideas y creencias, y esta concepción está condicionada por el grado de
coordinación psicofísica individual y de la fiabilidad de la percepción sensorial. Si este hecho no hubiera sido pasado por alto, escritores, conferenciantes,
predicadores, oradores, etc. hace tiempo que habrían demostrado algún interés práctico en los medios por los cuales sus oyentes y lectores podían alcanzar un nivel
de funcionamiento del organismo psicofísico, que les permitiera asimilar satisfactoriamente nuevas ideas y enseñanzas. Pues me pregunto, ¿cómo aquellos que han
57 La única conclusión razonable es que si encontramos en la gente opiniones tan variadas y conflictivas sobre un mismo punto o un tema serio, es debido a que las opiniones de
la mayoría de la gente son manifestaciones de sus peculiaridades sensoriales (sensación) más que de sus procesos de razonamiento. Es verdaderamente alarmante que el
razonamiento juegue un papel tan poco importante en la mayoría de las opiniones que tenemos y en nuestro juicio sobre cosas importantes. Por esta razón nos encontramos en
tal espantosa confusión después de dos mil años de esforzarnos por alcanzar un mejor nivel de funcionamiento psicofísico, esfuerzo que era de esperar que llevara a una era de
buenos deseos, unidad universal, tolerancia y mutuo entendimiento.
58 Sólo se necesita de cierto número de repeticiones de experiencias dañinas como aquellas a las que se hace alusión arriba, para provocar una u otra de las diferentes fases que
situamos dentro de la zona de la demencia. Muchas fases de este desarrollo de demencia temporal van acompañadas de manifestaciones físicas violentas.
El Control Consciente y Constructivo del Individuo 59
Concepción incorrecta
desarrollado una condición de percepción sensorial no-fiable (con todas las experiencias, creencias y juicios incorrectos que ahora sabemos que van
inevitablemente asociadas a esta condición) asimilan satisfactoriamente ideas que no encajan con estas experiencias? Aprehensión correcta y percepción sensorial
fiable van de la mano.59
La masa está hecha de individuos y la percepción sensorial fiable no puede conferirse en el principio de la enseñanza masiva o mediante precepto o exhortación.
Sólo puede hacerse mediante enseñanza individual y trabajo individual. Es más, la gente masificada puede ser gobernada por el “instinto gregario” y debemos
ayudar al hombre a salirse de esa influencia lo antes posible y para este fin debemos tener desarrollo consciente e individual.
59 Como me escribió un amigo, miembro de la profesión médica: "Cada vez estoy más convencido de que la gente sólo puede aprender lo que ya sabe".
60 El reconocimiento de esta conexión vital marca el punto de divergencia entre métodos de enseñanza de base consciente y de base subconsciente.
El Control Consciente y Constructivo del Individuo 60
Percepción sensorial imperfecta
experiencias sensoriales que está intentando desarrollar mediante su manipulación.
Este procedimiento constituye los medios por los cuales el maestro hace que el alumno pueda prevenir (inhibición) las actividades mal dirigidas causantes de sus
imperfecciones psicofísicas. En este trabajo, el proceso inhibitorio debe ocupar el primer lugar y seguir siendo el factor principal en todas y cada una de las nuevas
experiencias que se obtendrán y quedarán establecidas durante el cuidado y desarrollo de la percepción sensorial fiable de la que depende un nivel de coordinación
satisfactorio.
Con este propósito (esto es, la prevención de actividades mal dirigidas) el maestro desde el principio, explica cuidadosamente al alumno que su papel en la clase es
completamente diferente del asignado habitualmente a los alumnos en otros métodos educativos. Le dice al alumno que al recibir las direcciones u órdenes de guía,
él no debe intentar seguirlas; en cambio, él debe inhibir el deseo de hacerlo en el caso de todas y cada una de las ordenes que se le dan. En su lugar debe proyectar
las órdenes de guía tal como se le dan, mientras su maestro al mismo tiempo, mediante la manipulación, hará los reajustes necesarios y obtendrá las coordinaciones
necesarias, haciendo de este modo para el alumno el movimiento o movimientos particulares necesarios y le proporcionará la percepción sensorial fiable y la mejor
oportunidad posible para conectar las diferentes órdenes de guía antes de intentar ponerlas en práctica. Esta concatenación de las órdenes o direcciones de guía es
muy importante, pues es la representación mental de aquella relación de las partes del organismo que constituye lo que llamamos coordinación. El objetivo de la
reeducación en una base general, no es conseguir una serie de posiciones o posturas correctas, sino un uso coordinado de los mecanismos en general, en todo
momento y con cualquier propósito.
El segundo punto a destacar en relación con la técnica que estamos defendiendo es que las direcciones u órdenes de guía dadas al alumno, se basan en cada caso en
el principio de dejar de trabajar ciegamente en la persecución de un “fin” y en atender en cambio a los medios por los cuales puede alcanzarse este “fin”. Ya hemos
considerado este principio en su aplicación general, pero estoy impaciente por recalcarlo otra vez en este momento porque es de suma importancia, tanto que el
alumno acepte este principio como que lo aplique a su propio trabajo en la reeducación, pues por ningún otro método puede él sacar el mejor provecho de sus
viejos hábitos subconscientes y construir conscientemente la nueva y mejorada condición que está ansioso por conseguir.
Si pensamos un momento, veremos la razón de todo esto. Si el alumno piensa en cierto “fin” como deseable y empieza a perseguirlo directamente, él ciertamente
hará la misma serie de acciones que está acostumbrado a hacer en condiciones semejantes. En otras palabras, seguirá su procedimiento habitual y si éste resulta ser
un mal procedimiento para su propósito (y el hecho de que necesite reeducación demuestra que éste es el caso), reforzará las experiencias incorrectas relacionadas
con esto al utilizar su procedimiento una vez más. Si por lo contrario, el alumno se detiene a sí mismo de empezar de su forma habitual (inhibición) y procede a
reemplazar sus antiguos medios subconscientes por los nuevos medios conscientes que su maestro le ha dado y que por tanto, él tiene todas las razones para creer
que le proporcionarán el deseado fin, habrá dado el primer y más importante paso hacia la ruptura de un hábito y hacia ese control constructivo, consciente y
razonado que lleva al dominio de la situación.61
Así queda grabado en el alumno desde el principio como preliminar esencial para un trabajo próspero que debe negarse a trabajar directamente para obtener su
“fin” y mantener la atención enteramente en los medios por los cuales puede asegurarse este fin.
En el ejemplo que pondré enseguida, se verá que se deja a la discreción del maestro si en un caso particular de evolución, se debe explicar o no al alumno de
antemano cual es el “fin” por el que él y el maestro están trabajando. Pero en cualquier caso, se hace todo lo posible por convencerle de que el “fin” no es
importante debido a:
62 En relación con esto, la cantidad de tiempo que puede necesitarse para el proceso de reeducación antes de que las experiencias nuevas y correctas puedan quedar establecidas,
ha resultado ser un tropiezo para algunos investigadores; pero de nuevo, si lo pensamos bien, nos daremos cuenta de que la habilidad para romper con los hábitos que a veces
llevan establecidos mucho tiempo, depende de ciertas aptitudes y condiciones naturales del alumno y especialmente del nivel de agudeza de su percepción sensorial y del
desarrollo de su habilidad de inhibir.
El Control Consciente y Constructivo del Individuo 62
Percepción sensorial imperfecta
mala coordinación general en el uso de los mecanismos y cualquier intento directo de relajarlo significa que lo trata como una “causa” y no como un “síntoma” y
así el intento se convertirá en un fracaso relativo si no se restablece un uso coordinado satisfactorio de los mecanismos en general. Luego el maestro explica que
como la percepción sensorial del alumno no es fiable63, es improbable que pueda hacer algo por sí mismo para remediar estos defectos, pero que si inhibe su deseo
de tensar el cuello y se da a sí mismo las órdenes de guía o direcciones para relajarlo, el maestro podrá mediante la manipulación efectuar tal reajuste general de su
cuerpo que como resultado, su cuello se relajará.
Si tras esta explicación, el alumno se da a sí mismo la orden de relajar el cuello (es decir, inhibe el deseo de tensarlo), su maestro, provisto del necesario
conocimiento y experiencia, podrá asistirle proporcionándole aquellas condiciones generales de las que depende la relajación del cuello. Si en cambio el alumno
se olvida de inhibir y así, cuando se le pide que ordene a su cuello relajarse, intenta relajarlo por medios directos (es decir, de acuerdo con su idea de relajarlo), en
su intento él hará exactamente lo que siempre ha hecho con su cuello (es decir, tensarlo) o pondrá a una o más partes o quizá a todo su organismo, en condición
más o menos colapsada y hasta que deje de intentar relajarlo por medios directos, el maestro por muy experto que sea, poco podrá hacer para conseguir aquellas
condiciones que llevan a un estado satisfactorio de relajación del cuello.
Otra dificultad que se ponen los alumnos a sí mismos, tiene relación con dar las órdenes de guía o direcciones. Ellos hablan a veces como si fuera algo nuevo y
extraño pedirles que se den órdenes a sí mismos, olvidando que lo han estado haciendo subconscientemente desde sus primeros días, incluso antes de ser capaces
de estar de pie sin ayuda ni mucho menos de moverse. Lo que es nuevo en el modelo que estamos considerando es que al alumno se le pide que se dé órdenes
conscientemente, producidas por la consideración de las necesidades de un uso razonado del organismo, no subconsciente sino consciente, es más, órdenes y
direcciones cuyo empleo satisfactorio depende del claro entendimiento del alumno de que (1) estas órdenes hay que darlas, pero no ejecutarlas (inhibición) y (2)
hay que seguir y ejecutarlas realmente.
Para aclarar esto, supongamos que el maestro le pide al alumno que se siente. Si el alumno obedece la orden y se sienta sin más, se habrá guiado para hacerlo por
la percepción sensorial no-fiable establecida en relación con la ejecución del acto de que se trata; es decir, él repetirá simplemente su usual manera defectuosa
subconsciente de sentarse. El objeto de su reeducación es erradicar tales errores psicofísicos y así, cuando se le pide que se siente, inmediatamente dice “No” y se
da a sí mismo la orden de no sentarse, inhibiendo la actividad mal dirigida hasta ahora conectada con el acto, un procedimiento que previene la permisividad con
las antiguas faltas subconscientes.
Evitada la antigua actividad defectuosa por los procesos que acabamos de indicar, el alumno procederá entonces a poner atención a las diferentes órdenes de guía o
dirección que el maestro considera esenciales para la dirección-control correcta de aquella psicomecánica (los “medios por los cuales” correctos) implicada en el
uso satisfactorio del organismo como un todo en el acto de sentarse. Estas son las órdenes que finalmente deben ser ejecutadas por el alumno.
Se sigue pues, que las órdenes que se han de dar pero no ejecutar, son aquellas que si se ejecutaran provocarían el habitual uso defectuoso de los mecanismos.
Pueden llamarse “órdenes preventivas”. Todas las órdenes que siguen a las órdenes preventivas han de ser ejecutadas (al principio por el maestro), pues si la
técnica de aprendizaje es fiable, tales órdenes corresponderán a los medios por los cuales correctos que aseguran el uso nuevo y coordinado del mecanismo.
Ya he señalado que los niños desde el primer momento de la vida escolar en adelante manifiestan una carencia de desarrollo inhibitorio y el hecho de que en
63 En relación con esto, es significativo que el alumno cuya percepción sensorial en relación con el uso de su organismo es menos fiable (por ejemplo, el alumno que “siente”
que su cabeza se mueve hacia delante cuando la está poniendo cuidadosamente atrás), es el más reticente a creer que él no sabe realmente lo que está haciendo consigo mismo
y que a pesar de todas las reconvenciones, persistirá en intentar ejecutar las órdenes él mismo en lugar de inhibir este deseo y permitir al maestro ayudarle a ejecutarlas.
El Control Consciente y Constructivo del Individuo 63
Percepción sensorial imperfecta
muchos casos aprendan a obedecer órdenes a la primera,64 sin pararse a considerar “el por qué y el cuándo”, es un factor que contribuye a esta peligrosa condición.
Como consecuencia de este entrenamiento temprano, muchos alumnos se han acostumbrado tanto a reaccionar rápida y subconscientemente a cualquier indicación
que reciben o a cualquier idea que les llega, que esta reacción rápida e irreflexiva se ha vuelto en ellos un hábito que les resulta difícil romper.
Y así, cuando los alumnos insisten en que dar órdenes es una dificultad, lo que quieren decir en realidad es que debido a su largamente establecido hábito de
reaccionar rápida e irreflexivamente a una orden, un hábito alimentado por años de entrenamiento, les resulta difícil detenerse, esperar, contenerse para sólo dar
órdenes y decir “No” cuando llega el impulso de ejecutar las órdenes. En otras palabras, les resulta difícil no querer ser obedientes, no querer hacerlo bien, no
trabajar directamente hacia su fin. No obstante, como en el caso de la mayoría de las dificultades humanas, la dificultad radica no en la cosa misma, sino en
“romper el hábito”, la tolerancia que no sólo impide el progreso del alumno sino también, si persiste, le hace imposible alcanzar su fin deseado.
Se verá que el éxito de un alumno en conseguir un fin dependerá siempre de su reconocimiento práctico del hecho de que sólo atendiendo continuamente a los
“medios por los cuales” esenciales para conseguir alcanzar su “fin”, puede asegurarse un resultado satisfactorio. Esto se aplica igualmente,
(1) cuando el alumno está en las primeras etapas de su trabajo, en las que se le pide simplemente dar órdenes y dejar la ejecución de estas órdenes a su maestro;
(2) cuando ha alcanzado una etapa posterior en la que bajo la supervisión del maestro, va desarrollando gradualmente una percepción sensorial fiable en la que
puede confiar para ejecutar las órdenes por sí mismo; o
(3) cuando trabaja por sí mismo fuera de clase, en sus actividades ordinarias.
Nuestra anterior discusión sobre la inhibición nos lleva a la consideración de la capacidad del individuo para esperar (inhibir)65 antes de reaccionar a un estímulo (o
estímulos) para perseguir algún “fin” en la vida ordinaria y puede ser interesante explicar algunos hechos relacionados con las experiencias sobre esto de gente que
toma lecciones para hablar, respirar, cantar, etc.
Mucha gente que necesita lecciones para hablar, tiene tendencia a hablar demasiado deprisa y no hace pausas entre las frases. Naturalmente, esta tendencia debe
ser corregida, pero en el trabajo de reeducación en un plano consciente no intentamos corregir la tendencia directamente, sino que confiamos, en cambio, en el uso
de ciertos “medios por los cuales” que indirectamente llevarán al resultado deseado. Así, en lugar de decirle al alumno que se detenga en ciertos lugares, el maestro
le señala que él boquea al final de sus frases y que está aspirando o “sorbiendo aire” por la boca y se esfuerza en hacer que el alumno se dé cuenta de que estos
malos hábitos son el resultado de sus concepciones subconscientes incorrectas sobre el acto de respirar y el uso incorrecto de los mecanismos psicofísicos de cuyo
uso correcto depende la respiración satisfactoria. De esto se deduce que en todo uso vocal, el alumno debe tener una concepción correcta de la naturaleza del acto
de la respiración, junto con una comprensión consciente y razonada de los principios básicos del uso correcto de la psicomecánica del acto de respirar, antes de
hacer ningún intento de poner estos principios en práctica.
Al llegar a este punto, el maestro estará justificado para pedir al alumno que se detenga, que espere al final de cada frase al hablar o leer (o al final de cada frase al
64 Sé que me dirán que si ha de enseñarse a los niños a inhibir en el sentido en que yo uso la palabra, es decir, la prevención de actividades mal dirigidas, se necesitará tanto
tiempo para esta parte del trabajo que no podrán seguir sus estudios. Los niños me han dicho más de una vez a este respecto: “No puedo pararme así en la escuela. Nos dicen
que nos apresuremos.” En respuesta, lo único que puedo decir es que el tiempo dedicado a enseñar a los niños a inhibir los impulsos para una actividad no razonada de la que
más tarde se convertirán en esclavos, no es tiempo perdido sino en realidad ahorrado.
65 Este “esperar” es para darle tiempo de comprender y recitar conscientemente las órdenes que son la representación mental de los medios por los cuales correctos para
conseguir su fin.
El Control Consciente y Constructivo del Individuo 64
Percepción sensorial imperfecta
cantar) y que se niegue a volver a inspirar hasta que haya inhibido la guía-dirección subconsciente habitualmente incorrecta relativa al acto de inspirar (que en este
caso es responsable de los usos incorrectos del mecanismo, como diagnosticó el maestro) y además haya substituido estos usos imperfectos por las nuevas órdenes
conscientes correctas que permiten el uso cada vez más satisfactorio. El maestro entonces le pide que efectúe:
(1) Un acto inhibitorio, inhibiendo “su manera” de inspirar, en otras palabras, previniendo o reprimiendo según sea el acto, la mala guía-dirección
subconsciente que constituye el mal hábito que ha creado al tomar aliento al final de cada frase.
(2) Un acto volitivo, dándose a sí mismo ciertas órdenes que son los medios por los cuales irá cultivando gradualmente un acto más apropiado de inspiración,
antes de intentar pasar a la siguiente frase.
Ahora, en relación con el acto anterior, seguramente el alumno pondrá la objeción de que si se detiene para dar las nuevas órdenes antes de hablar, atraerá una
molesta atención sobre él, ya que tendrá que esperar tanto rato entre las frases que su forma de hablar parecerá lenta y pomposa. Pero esta objeción sólo significa,
que él no se ha dado cuenta de que su antiguo hábito de respirar sonoramente por la boca en lugar de por la nariz y de atropellar sus frases, eran defectos
perceptibles para los demás aunque él apenas se hubiera dado cuenta de ello. Él pondrá rápidamente objeciones a la nueva manera de hablar que él cree que
llamará molestamente la atención sobre sí mismo y también a las nuevas instrucciones, porque al ejecutarlas se ve obligado a romper con hábitos que le eran
familiares y por tanto le satisfacían; pero no será tan rápido en observar los defectos de su antiguo modo de hablar. No obstante, una vez se le enseñe a actuar de
acuerdo con las nuevas instrucciones, sus defectos irán desapareciendo gradualmente, pues habrá aprendido a prevenir el mal uso de los mecanismos responsable
de estos defectos. El tiempo necesario para dar primero las órdenes preventivas de detención y espera al final del esfuerzo vocal y en segundo lugar las órdenes
correctas de dirección-control relativas a los procesos concernientes al acto respiratorio, constituirán la pausa necesaria entre las frases. Después de esto, es
simplemente cuestión de tiempo el que las actividades resultantes de la serie de experiencias psicofísicas detalladas arriba, funcionen continuadamente ya que
ahora son dirigidas conscientemente y estarán a partir de entonces bajo la guía-control consciente constructiva del alumno.
La misma dificultad se encuentra en cualquier alumno que respira mal en cuanto empieza a practicar el canto. Este alumno está tan preocupado por su “fin”
(cantar) que le parece fastidioso esperar a tomar aire apropiadamente. Él también “aspira” y “sorbe aire” por la boca en lugar de hacerlo por la nariz y, por regla
general, audiblemente.
Es improbable que tales defectos puedan ser erradicados o que pueda prevenirse la aparición de nuevos defectos por esos procesos que encontramos asociados con
los “ejercicios respiratorios” o las lecciones de “respiración profunda”. Pero si el alumno de enfrenta a sus dificultades, es decir, a su condición de mala
coordinación general, mediante la reeducación en un plano de control consciente y constructivo, puede ser ayudado a superarlos aprendiendo primero a resistir su
deseo subconsciente de “tomar aliento” al final de cada frase (acto inhibitorio) y en segundo lugar, a dar las órdenes de guía y direcciones relativas a la
psicomecánica correcta de la respiración (acto volitivo).
Este alumno probablemente también pondrá la objeción de que no puede parar, por la razón de que si para no puede mantener el ritmo de la canción. Naturalmente,
esta objeción no se sostendrá más que la anterior pues una vez ganado el control necesario, la pausa requerida para la inhibición y para dar las necesarias órdenes
de guía será sólo momentánea.
Pero incluso si suponemos, por consideración al argumento, que la objeción es cierta, ¿qué utilidad tiene ahorrar tiempo si con ello los principios principales
esenciales para cantar bien, es decir, los relativos al uso correcto y adecuado de los mecanismos psicofísicos correspondientes a la respiración, son tratados en la
práctica como factores secundarios y están siendo mal utilizados realmente?
2.4 Aclaración
En el desarrollo técnico de sentarse es necesario utilizar ciertas frases empleadas en la enseñanza de la técnica, frases que considero necesitan comentario, visto
que no siempre expresan adecuadamente lo que yo quiero decir y que además, no puedo defender que sean exactas mediante demostración.
El lector preguntará con razón, entonces por qué las uso. Los lectores de La herencia suprema del hombre68 recordarán que cuando usaba la frase “posición de
ventaja mecánica”, señalé que lo hacía así porque no encontraba otra mejor y mencioné que había pedido ayuda a bastantes amigos científicos y literarios.
He hecho lo mismo en relación con las frases que viene a continuación. Como ya he afirmado, me parecen inadecuadas, pero con la presencia de un maestro para
demostrar en persona lo que significan, sirven para el propósito. Las frases son:
del caso individual. Debemos aprender para esto a diferenciar entre las variaciones del arte de un maestro y los principios de la técnica de enseñanza que está siendo empleada.
68 Nota de CF: capítulo 2.2, punto 2-d, nota.
69 Nota de CF: Un experimento similar con una cartulina aparece en La herencia suprema del hombre, capítulo 2.4, como nota al pie.
El Control Consciente y Constructivo del Individuo 67
Aclaración
si alguna parte del organismo está indebidamente tensa, es porque el alumno está intentando hacer con ella el trabajo de alguna otra parte o partes, a menudo un
trabajo para el cual es bastante inadecuada.
72 Un interesante engaño, común entre maestros de ejercicios respiratorios, es el de confundir un incremento en el desarrollo muscular en las paredes del pecho con un
incremento de la capacidad torácica.
El Control Consciente y Constructivo del Individuo 76
Mecanismos respiratorios
para ser expulsado de los pulmones. La estructura ósea del tórax (pecho) está formada por las vértebras de la columna, las costillas y el esternón; las costillas que
están sujetas al esternón y a la columna vertebral son mucho menos móviles que las que no están sujetas al esternón, que son las más móviles conocidas como
“costillas flotantes”. Los pulmones están encerrados dentro de la cavidad ósea del tórax de la que el diafragma es el suelo y la única entrada es a través de la
tráquea (garganta). Desde la primera inspiración hay en los pulmones una presión del aire más o menos constante (presión atmosférica), pero no hay ninguna
presión del aire fuera de los pulmones. La presión del aire es suficiente para vencer la elasticidad del tejido de las celdas de aire y aumentar su tamaño cuando no
sufren la presión de las paredes del tórax directamente sobre el saco pulmonar. No obstante, los pulmones están sujetos a esta presión ejercida por las paredes del
tórax durante la contracción y a la disminución de esta presión durante la expansión de la cavidad torácica. La presión que puede ser ejercida por las paredes del
tórax en el exterior del saco pulmonar es mucho mayor que la que resulta de la presión atmosférica (presión del aire) dentro de los pulmones. Así cuando deseamos
lo que se llama “tomar aire” (inspirar) todo lo que tenemos que hacer es reducir la presión ejercida sobre los pulmones por las paredes del pecho y emplear
aquellas coordinaciones musculares que aumentan la capacidad de los pulmones (capacidad del pecho incrementada), con lo cual se provoca un vacío parcial en las
celdas pulmonares del que se aprovecha la presión atmosférica aumentando el tamaño de las celdas y con él, la cantidad de aire en los pulmones. Entonces, si
queremos exhalar el aire (espirar), simplemente hemos de incrementar la presión sobre los pulmones contrayendo las paredes del tórax, con lo cual se vence la
presión atmosférica ejercida dentro de los pulmones y así se fuerza al aire a salir de ellos. Debe recordarse que en todas estas contracciones y expansiones, el suelo
de la cavidad (diafragma) desempeña su papel moviéndose arriba o abajo en simpatía con el ajuste particular del tórax óseo.
Considerar lo anterior servirá para convencer al lector de que si alguien desea, tanto por su propio esfuerzo como con la ayuda de un maestro, asegurar el control y
desarrollo máximos de la respiración, lo único que tiene que hacer es ser capaz de dirigir el funcionamiento máximo de los mecanismos psicofísicos relativos a la
expansión y contracción satisfactorias de las paredes de la cavidad torácica (pecho). Ni siquiera es necesario pensar en tomar aire; de hecho, es más o menos
peligroso hacerlo mientras estén presentes las condiciones psicofísicas que necesitan reeducación en una base general.
Entonces, el meollo de la cuestión está en cómo conseguir este control de la expansión y contracción del pecho como decíamos y así incrementar permanentemente
su capacidad y movilidad. La respuesta a esta pregunta necesita una amplia consideración de los factores psicofísicos primario, secundario y demás involucrados.
Naturalmente, el estímulo más potente para el uso de los mecanismos respiratorios es la necesidad de una adecuada provisión de oxígeno y de la eliminación del
anhídrido carbónico (venenoso) de la sangre. Pero no debemos pasar por alto el hecho de que en cualquier intento del alumno por conseguir el control deseado y el
incremento de capacidad torácica, el uso incorrecto del alumno de los mecanismos involucrados es un obstáculo y así, para intentar corregir tal uso imperfecto, lo
primero a considerar debe ser prevenir las actividades psicofísicas responsables de este uso defectuoso mediante el desarrollo y empleo de la habilidad del alumno
para inhibir. Esto demanda por parte del maestro, un diagnóstico correcto de los numerosos malos hábitos del alumno relacionados con el acto de respirar en la
vida cotidiana y un amplio entendimiento de las imperfecciones de la percepción sensorial, concepción, ajuste y coordinación manifestadas en estos malos hábitos.
Como resultado del diagnóstico, el maestro continuará explicando al alumno por qué en este caso son necesarios ciertos reajustes y coordinaciones mejoradas y le
hará considerar razonadamente los medios por los cuales pueden asegurarse estos reajustes y coordinaciones mejoradas. Con este fin, el maestro primero
enumerará las órdenes de guía o direcciones preventivas que el alumno se dará a sí mismo para inhibir las sensaciones de guía engañosa relacionadas con el uso
defectuoso de los mecanismos responsables de lo que llamamos malos hábitos respiratorios. El maestro debe asegurarse de que el alumno recordará estas órdenes
de guía o direcciones en la secuencia en que deben ser empleadas. Una vez hecho esto, el alumno puede empezar a practicar el trabajo de prevención. Esto
significa una serie de experiencias repetidas por parte del alumno que consiste en negarse a intentar el “fin” y en pararse positivamente para pensar en los errores
originales señalados por el maestro y negarse a repetirlos.
74 El gran número de “no” al que algunos niños están sometidos y la obediencia implícita esperada de ellos en la escuela y en casa, no afecta mi reflexión de que los niños de hoy
día manifiestan una seria carencia en la parte inhibitoria en toda actividad que implique el uso del organismo psicofísico.
El Control Consciente y Constructivo del Individuo 79
Reflejos del miedo excitados indebidamente, emociones incontroladas y prejuicios fijos
basa en la dirección incorrecta y la percepción sensorial engañosa, permanecerá en el círculo vicioso de sus viejos hábitos mientras intente seguir las indicaciones
“correctamente”. Puede parecer paradójico que la única posibilidad del alumno de tener éxito no está en “intentar hacerlo bien” sino en lo contrario, en “querer
hacerlo mal” (mal, esto es, de acuerdo con cualquier idea suya). En relación con esto, es más importante recordar que cada “intento” fracasado no sólo refuerza los
malos viejos hábitos psicofísicos del alumno asociados a su concepción de un acto particular, sino que implica al mismo tiempo, nuevas experiencias emocionales
de desánimo, preocupación, miedo y ansiedad, de forma que las malas experiencias y el proceso reflejo excitado indebidamente que conllevan estas experiencias,
se convierten en uno solo en el conocimiento del alumno; “se alimentan de ellos mismos” y cuanto más concienzudamente el maestro y el alumno siguen con este
plan, peor se vuelve la situación para ambos.
Por esta razón y como he señalado, el maestro en un plano consciente no espera que el alumno efectúe “correctamente” un acto nuevo que necesita nuevas
experiencias, sino que mediante la manipulación, proporciona al alumno las nuevas experiencias, repitiéndolas hasta que quedan establecidas. Verdaderamente,
como hemos visto en el capítulo 2.3, no se le pide al alumno que haga ningún intento en absoluto de conseguir el “fin”, sino que aprenda gradualmente a recordar
las ordenes de guía o direcciones que son los precursores de los medios por los cuales se conseguirá el fin algún día. Puede que no sea hoy, mañana o pasado
mañana, pero ocurrirá: el alumno podrá entonces repetir el acto con precisión matemática cada vez y bajo cualquier circunstancia, pues aquellos impedimentos
como los reflejos del miedo indebidamente excitados, las emociones incontroladas y los prejuicios fijos no se habrán desarrollado durante el proceso acabado de
describir. Verdaderamente, un proceso en el que no se pide al alumno que efectúe ningún acto hasta que su maestro ha preparado el camino elevando el nivel de
percepción sensorial y la coordinación psicofísica del alumno hasta aquel estado satisfactorio que le permitirá efectuar el acto fácilmente, es un proceso que
asegura que las experiencias del alumno serán, con raras excepciones, experiencias satisfactorias que proporcionan confianza y no están asociadas a aquellas
alteraciones emocionales que tienden hacia el funcionamiento mínimo en lugar del máximo.
La relación de todo esto con la importante cuestión de la habilidad para “no perder la cabeza” en momentos críticos, es clara y puede ser interesante aplicar los
puntos que hemos desarrollado anteriormente a actividades tales como los juegos y otras acciones en las que se requiere habilidad y lo llamado “atención mental”.
En relación con esto oímos constantemente expresiones como las siguientes: “Al principio no lo hacía del todo mal, pero cuanto más juego peor lo hago”. Un
escritor de la prensa remarcaba que es una característica curiosa del golf que “cuanto más sabe uno (...) más difícil parece volverse esto”; y otro escribía que un
conocido profesional había “confesado (...) que el golf se había vuelto casi demasiado para él”. Naturalmente, todo esto se aplica igualmente a otros juegos, pero
he elegido el golf para mi ejemplo porque los que escriben sobre golf, al comentar algunos de los incidentes ocurridos durante los partidos en los dos últimos años
aproximadamente, han recalcado inconscientemente la existencia del problema que yace bajo estas afirmaciones y del que estoy tratando en el presente libro. Por
ejemplo, han comentado el fracaso de cierto experto al efectuar algún golpe simple estando bajo una tensión inusual y en un momento en el que el éxito dependía
de no desperdiciar la ocasión; han señalado la tendencia de algunos jugadores a confundirse y adelantar sus golpes ansiosamente para “acabar de una vez”;
“verdaderamente decepcionante” es la descripción de uno de esos incidentes, palabras que serán repetidas por muchos que han tenido experiencias igualmente
decepcionantes en otros asuntos distintos del golf.
Se nos dice que todo es cuestión de nervios y cosas así. Indudablemente es un caso de excitación indebida de los reflejos del miedo por parte del jugador; por
ejemplo, miedo a fallar un golpe que sabe que no suele fallar y no debe fallar. Como un alumno me dijo una vez en la primera entrevista: “Siempre estoy dándole
vueltas a cosas que sé que puedo hacer y cuando llega el momento, no puedo hacerlas”. El hecho es que en todos nuestros procesos de aprender cosas, los reflejos
del miedo son indebida y dañinamente excitados por los métodos de enseñanza utilizados, los cuales nos exigen cosas que no podemos cumplir. Así durante un
tiempo obtenemos malos resultados, con el desarrollo indebido y dañino de procesos reflejos emocionales que como hemos visto, acompañan inevitablemente
estos intentos fracasados. Continuamos practicando con directivas equivocadas, de forma que nuestras experiencias con éxito son pocas y nuestras experiencias sin
puede eliminar la causa de la preocupación y el sujeto puede admitir que la causa ha desaparecido, la supresión de la causa no suprime el estado “mental” que el sujeto
declaraba ser la causa de la preocupación. De hecho, la persona ha desarrollado el hábito de preocuparse, un estado en el que ella misma elabora el estímulo de la
preocupación.
El Control Consciente y Constructivo del Individuo 84
Reflejos del miedo excitados indebidamente, emociones incontroladas y prejuicios fijos
Para continuar nuestra consideración, investigaremos como ha cultivado el hábito del alcohol el sujeto de nuestro ejemplo. Que hablemos de cultivar este hábito
presupone que hubo un tiempo en la historia del hombre en que no tenía el hábito de tomar alcohol en tales cantidades que causaran daño al hígado y otros
desórdenes internos. No obstante, los hechos relativos a sus razones para empezar a tomar alcohol en exceso en algún momento particular de su vida, no nos
ayudarán mucho aun cuando estuviéramos seguros de ellos. El punto importante a recordar para nosotros es que su percepción sensorial no era fiable y estaba
pervertida y su organismo psicofísico estaba en un estado insatisfactorio de coordinación, de forma que él gradualmente fue quedando dominado por aquel
sensorio pervertido resultante de la permisividad excesiva al alcohol y otras tolerancias y por las condiciones de desaliento y debilidad que le siguen. Estas últimas
condiciones son unos de los estímulos más potentes que provocan la repetición de los excesos en intervalos cada vez más frecuentes, contrarrestando otra vez esta
repetición durante un tiempo las condiciones de desaliento y debilidad provocadas por la renovada permisividad. Desdichadamente, el proceso es uno que “se
alimenta de sí mismo” así que el grado de sensorio pervertido aumenta rápidamente, hasta que el funcionamiento del organismo queda totalmente desmoralizado.
Casi es cierto que en las etapas primitivas de sus experiencias alcohólicas, el sujeto no estaba enterado de su carencia de coordinación y percepción sensorial
satisfactorias. De hecho, es improbable que él alguna vez hubiera prestado consideración a su condición psicofísica. Simplemente había tomado alcohol
ocasionalmente, como tomaba muchas otras cosas de comer y beber, no pensando nunca que esto pudiera convertirse en un hábito ni sospechando siquiera que él
careciera de la habilidad para continuar bebiendo sólo ocasionalmente o para dejar de hacerlo si así lo deseaba. Esto revela a que grado puede desarrollarse
subconscientemente el egoísmo en la criatura humana, hasta convertirse en un potente factor que influencia los procesos asociados con conclusiones
subconscientes e irrazonables tales como la alcanzada por el sujeto de nuestro ejemplo, sobre su habilidad para continuar bebiendo ocasionalmente o dejar de
beber. Si hubiera intentado conscientemente buscar las premisas correctas con las que hacer sus deducciones y si su esfuerzo hubiera ido acompañado del éxito,
habría descubierto el grado insatisfactorio de su funcionamiento general y esto le habría hecho darse cuenta de que debía, por algún medio, asegurarse de que su
nivel de coordinación psicofísica y percepción sensorial era satisfactorio, antes de permitirse sacar conclusiones siquiera medianamente egoístas, sobre su
habilidad para vencer sus malos hábitos. Si hubiera hecho un análisis así de los factores psicofísicos implicados, debiera haber llegado a la conclusión de que en el
tema de romper un hábito, el nivel de percepción sensorial es el factor más importante. Su deseo creciente por el alcohol llegó probablemente muy
paulatinamente, lo mismo que la correspondiente disminución de su nivel de coordinación y percepción sensorial. Así la gratificación experimentada al satisfacer
el ya anormal deseo, pronto dominaría los procesos psicofísicos que en caso contrario, podrían haberse ejercido en el terreno del razonamiento y sentido común y
él podría entonces haber llegado a considerar las consecuencias de permitirse a sí mismo convertirse en una víctima del hábito del alcohol.
En todas las experiencias de esta clase, llega un momento en que la persona implicada se ve forzada a reconocer los efectos dañinos de un hábito así y entonces,
muchas veces hace un esfuerzo para vencer el deseo y para erradicar el hábito. Pero con demasiada frecuencia ocurre que el esfuerzo es demasiado débil o que las
directivas seguidas son imposibles. Por ejemplo, algún amigo bienintencionado puede incitar al hombre a utilizar el llamado “poder mental” para combatir y
controlar su deseo, pero el deseo es un deseo sensorial y los procesos llamados de “poder mental” ya hace largo tiempo que han sido dominados por la
percepción sensorial pervertida asociada a este deseo y por tanto, su esperanza de salvación recae en el restablecimiento de su percepción sensorial a aquella
condición normal que no encontramos asociada con el deseo anormal e insano. En La herencia suprema del hombre80 hice referencia a aquel estado degenerado del
organismo, en el que la criatura humana deseará una forma de satisfacción sensorial a través de dolor real. En el caso de los excesos alcohólicos, cada ocasión de
permisividad va seguida de sufrimiento, incluso de sufrimiento intenso, pero ni siquiera eso actúa como disuasivo. Debemos por tanto darnos cuenta de la enorme
influencia del deseo sensorial pervertido en la criatura humana y reconocer que el desarrollo satisfactorio del control de sus procesos psicofísicos, es imposible sin
aquella percepción sensorial fiable que acompaña a los deseos sensoriales normales.
3.2 Imitación
El proceso psicofísico llamado imitación parece ser operativo en mucha gente en alto grado comparado con otros procesos fundamentales. Todos somos
conscientes de esta aptitud, como la llamamos, en nuestros seres queridos y la imitación subconsciente de las características de los demás es un factor que juega un
gran papel en el desarrollo, crecimiento y también en el uso de nuestro sí mismo psicofísico individual. Daré prueba abrumadora no sólo de la aptitud natural e
inclinación subconsciente a imitar sino también de las dañinas consecuencias que pueden resultar de la imitación; ahora consideraremos algunos de los factores
principales responsables de los resultados decepcionantes que se originan en el ejercicio de esta aptitud natural en la civilización.
Este libro trata sobre los defectos, peculiaridades, usos imperfectos, etc. del organismo psicofísico humano; es más, aquí se afirma que la mayoría de la gente está
acosada en mayor o menor grado por estos defectos, mientras que en cierto número de personas, estos defectos son tan extremos que puede decirse que constituyen
una condición de deformidad en la criatura humana. Aquí yace la causa de los resultados decepcionantes y dañinos que siguen a la imitación. Pues el proceso de
imitación no se pone en marcha si no hay nada llamativo a imitar y el estímulo principal para la imitación llega de nuestra percepción subconsciente o consciente,
84 Consideremos el caso de un cantante que por culpa de los problemas de garganta, se ve forzado a retirarse del escenario y se convierte en un maestro de canto. Puedo recordar
dos ejemplos así, en que los cantantes se vieron forzados a retirarse por esta causa y al oír sus esfuerzos vocales muchas veces antes de su retirada, no se necesitaba ser un
profeta para estar seguro de que eso sucedería. Pues ninguna garganta humana ni sus accesorios podrían resistir el abuso al que estaban sometidos por la tensión, el
desplazamiento de la laringe y las torsiones del pecho y del abdomen, debidas al uso imperfecto de los mecanismos psicofísicos, de cuyo uso apropiado depende la condición
normal de las partes específicas nombradas. Cuando esta misma gente se puso a enseñar, procedieron a su vez a impartir a sus alumnos dentro de su capacidad, los métodos de
canto o respiración en los que ellos mismos creían. Sólo podemos suponer que creían que sus métodos eran correctos porque eran los que ellos mismos habían adoptado
cuando aprendieron a cantar y habían continuado practicando hasta el momento en que se pasaron a la enseñanza y el hecho de que ambos perdieran la voz por continuar
equivocadamente con estos métodos, nunca había llegado a su conciencia. Pues en caso contrario, ¿cómo se habrían atrevido a intentar pasar a otros los métodos que les
habían causado tanto daño a ellos mismos? El poder de la criatura humana para hipnotizarse a sí misma, en ninguna parte es tan evidente como en ejemplos de idiosincrasia
humana como estos.
El Control Consciente y Constructivo del Individuo 93
Imitación
que esta creencia es errónea. En primer lugar, las características pueden ser faltas que el genio del artista particular puede desafiar. Es posible que el artista tenga
éxito a pesar de ellas en lugar de gracias a ellas.85 Pero incluso si las características que el alumno quiere imitar tuvieran valor, el único modo por el que el alumno
podría hacer uso práctico de ellas sería, primero estudiando el empleo general del organismo de la persona a imitar, de quien las características nombradas son
manifestaciones especiales, segundo siendo él mismo reeducado para así ser capaz de conseguir el mismo uso general del organismo para lo bueno y lo malo,
según el nivel de un uso como el que disfruta el experto que ha elegido imitar.
87 Me gustaría insistir aquí en que debemos tener cuidado con valorar demasiado la inteligencia que se manifiesta sólo en alguna área específica. Debe siempre hacerse la
valoración sobre las actividades inteligentes de la criatura humana en una base general en el proceso de la vida y utilidad general. El especialista genuino, por ejemplo,
siempre debe ser primero un versado profesional general en la esfera de negocio, profesión o actividad general, pues un crecimiento satisfactorio como especialista necesita un
crecimiento y desarrollo continuo de aquellas experiencias que sólo el generalista puede tener. Este importante asunto de los valores relativos correctos es de suma
importancia y si vamos a establecer una base sólida para futuras valoraciones, debemos considerar primero los “medios por los cuales” del acto, en lugar del acto mismo.
¿Qué utilidad tiene efectuar un acto para el desarrollo llamado “intelectual” o “físico” del hombre, si con ello el hombre se perjudica?
El Control Consciente y Constructivo del Individuo 99
Memoria y sensación
puedo afirmar por conocerlo en persona, en este caso estaba asociada a la percepción sensorial engañosa.
Poca duda hay de que muchos de los primitivos malos hábitos que dan como resultado lo que llamamos “pérdida de memoria”, son cultivados realmente durante
los diferentes procesos en todas las formas de educación. Esto queda más marcado en aquellos procesos de enseñanza en los que al alumno se le pide que efectúe
algún acto “físico”. Por eso, ahora que hemos sido suficientemente irrazonables como para forzar a todos los infortunados niños en edad escolar,
independientemente de su nivel individual de percepción sensorial, a aprender entrenamiento “físico” o a hacer ejercicios, debemos esperar que la mayoría
desarrollen con más rapidez la “pérdida de memoria” que en años anteriores. Como estoy preparado para demostrar la certeza de estos argumentos ante cualquier
cuerpo científico o inteligente de hombres y mujeres, he decidido poner este ejemplo del área de la enseñanza.
Si el lector se toma el trabajo de estar presente en la escuela, instituto o en cualquier clase al aire libre de gimnasia, entrenamiento o deporte y observa
cuidadosamente, notará que cada uno de los niños o adultos está ocupado principalmente en esforzarse en aprender las instrucciones del maestro mediante la
ejecución “física” de pequeñas partes de estas instrucciones que le son especialmente atractivas y está tan concentrado y absorto en esta parte de la ejecución que
se olvida de cualquier otra parte de las instrucciones dadas por el maestro. Sólo tiene que preguntar al alumno para ver que esto es cierto; un experto en
reeducación psicofísica sólo tiene que observar la expresión de los ojos del alumno y algunas otras manifestaciones para estar bien seguro.
El siguiente es un incidente relacionado con esto, ocurrido recientemente durante una clase de reeducación dada por el propio escritor. Se pidió al alumno que
escuchara ciertas instrucciones simples sobre el uso de los labios, lengua y mandíbula en este orden. (Naturalmente, ya se había hecho el trabajo necesario para el
uso coordinado general del organismo durante esta técnica.) La primera vez que se dieron las instrucciones fue obvio que, antes de que el maestro terminara de
hablar, el alumno estaba tratando de memorizarlas tal como se le daban, mediante un proceso (sensorial) “físico”, es decir, intentando “sentir” las instrucciones al
tiempo que eran dichas, en lugar de adquirirlas mediante un proceso de memoria (lo que llamamos, “usar la memoria”).
De nuevo se pidió al alumno que escuchara las instrucciones y que no intentara hacer ningún movimiento con las partes correspondientes. Se le pidió simplemente
que se preocupara sólo del proceso de memorizar las instrucciones. Después de darle las instrucciones por segunda vez, el alumno estaba de nuevo muy ocupado
haciendo ciertos movimientos del cuello, labios y mandíbula. Se le preguntó entonces por qué hacía estos movimientos. Respondió enseguida “estoy intentando
hacer algunas de las instrucciones”. Se le explicó entonces que el método que utilizaba no era el modo correcto y satisfactorio de realizar las instrucciones; que en
su lugar, las instrucciones debían ser primero memorizadas y que sólo después de hacer esto habría alguna posibilidad de efectuarlas en la esfera psicofísica y
entonces, sólo si comprobábamos que las instrucciones incluían los medios por los cuales correctos, se ejecutaría el acto.
Las instrucciones orales alcanzan nuestra conciencia a través del sentido del oído, las instrucciones escritas a través del sentido de la vista, la acción y reacción
resultantes están influenciadas por el nivel de funcionamiento psicofísico general del organismo. Pero como el nivel de funcionamiento psicofísico en el niño o
adulto ordinario de nuestro tiempo, es inadecuado, la criatura entra directamente en una zona de peligro en cuanto intenta cualquier actividad que necesite nuevas
experiencias psicofísicas. En gran número de casos, el nivel de este funcionamiento ha descendido tanto que los individuos correspondientes puede decirse que
están perpetuamente dentro de esta zona peligrosa, pues sus sensaciones de guía no son fiables y a menudo peligrosamente engañosas.
Es muy comprensible que cualquier estímulo al ser transmitido por la percepción sensorial hasta la conciencia, está influenciado por las condiciones psicofísicas
presentes y no queda la menor duda de esta influencia en la reacción que le sigue. Todos conocemos las diferentes reacciones de la gente al mismo estímulo o
estímulos. Entonces, cuando las condiciones psicofísicas están asociadas a sensaciones de guía (percepción sensorial) no-fiables, defectuosas o engañosas,
evidentemente no podemos esperar un nivel adecuado de funcionamiento psicofísico general en las llamadas “actividades mentales”. Es raro el razonamiento
saludable y amplio en una persona cuya percepción sensorial no es fiable, en otras palabras, cuya cinestesia puede decirse que está pervertida.
89 Naturalmente, la manipulación del maestro le habrá proporcionado previamente la percepción sensorial fiable correspondiente. Para una explicación detallada, véase el
capítulo 2.7, “Percepción sensorial imperfecta”.
90 El comportamiento del niño cambia cuando aprende a inhibir su deseo de responder a cierto estímulo antes de ir a dar las nuevas órdenes o direcciones predecesoras de los
medios por los cuales puede conseguirse el “fin” particular que desea. Este cambio de expresión fue muy evidente en el caso de una niña que había desarrollado los más
pronunciados malos hábitos en el uso de su organismo psicofísico y tenía lo que llamamos una expresión “apocada” al empezar la clase. En cierta etapa de su reeducación,
desarrolló un reconocimiento consciente de las experiencias nuevas y correctas conseguidas gracias a la manipulación del maestro y fue capaz de inhibir, es decir, decir “No”
El Control Consciente y Constructivo del Individuo 103
Percepción sensorial en relación con la felicidad
de la actividad mal dirigida (que en el último ejemplo era decir “No” a su deseo subconsciente de echar la cabeza atrás y tensar el cuello) y entonces, con una
expresión nacida de la confianza, dar las órdenes o direcciones que son el resultado de una concepción razonada de sus correctos “medios por los cuales”,
contribuyendo todo el proceso a prevenir la sobreexcitación de los reflejos del miedo. La experiencia nos ha demostrado que los niños están desusadamente
interesados en el funcionamiento de su propia maquinaria psicofísica cuando los procedimientos utilizados son los de la reeducación en una base general y
consciente. Encuentran un nuevo interés en todas las actividades en las que pueden aplicar y mejorar el uso de sí mismos y su felicidad al descubrir, por ejemplo,
que pueden mejorar sus juegos mediante una dirección general consciente de ellos mismos (algo bien diferente de las direcciones específicas habituales que
reciben en los entrenamientos), es una felicidad que aumenta con su mejoría psicofísica.
Me esforzaré ahora en demostrar que la falta de felicidad real manifestada por la mayoría de adultos hoy día, se debe al hecho de que experimentan, no una mejoría
sino un deterioro continuo en el uso del sí mismo psicofísico. Esto va asociado con aquellos defectos, imperfecciones, rasgos indeseables de carácter, disposición,
temperamento, etc. característicos de la gente imperfectamente coordinada que batalla con la vida acosada por ciertos desajustes del organismo psicofísico, que
realmente están provocando condiciones de irritabilidad y presión, tanto en horas de sueño como de vigilia. Mientras los desajustes permanezcan, estas malas
condiciones aumentarán día a día, semana a semana y alimentará ese estado psicofísico insatisfactorio que llamamos “infelicidad”. No es de extrañar que bajo
estas condiciones, la persona afectada se vuelva cada vez más irascible e infeliz. La irritabilidad no es compatible con la felicidad y la criatura humana ha de
emplear este organismo ya irritado en todas las actividades psicofísicas requeridas por un modo de vida civilizado. Ésta es la razón de que cada esfuerzo hecho por
la criatura humana cuyo organismo está ya en una condición irritada, contribuya a irritar aún más a la criatura y entonces, si esto sigue así, sus posibilidades de ser
feliz disminuyen. Es más, sus experiencias de felicidad se vuelven de duración aún más breve, hasta que finalmente se ve forzada a refugiarse en un estado de
infelicidad, una condición psicofísica tan pervertida como aquel estado de enfermedad que la gente alcanza cuando experimenta una forma perversa de satisfacción
al sufrir dolor, como suele decirse, al “disfrutar de la mala salud”. Esta perversión está relacionada con aquellos rasgos puramente animales que pueden acompañar
condiciones mórbidas y que se hacen indebida y dañinamente manifiestas en aquellos estados de excitación inusual y marcado desaliento, cuando el razonamiento
del individuo no está presente y está dominado por sus impulsos emocionales.
Simplemente tenemos que considerar las experiencias de la criatura humana, afligida por las condiciones de irritación y presión a las que ya nos hemos referido, en
su intento de emplear este organismo irritado de un modo general en sus actividades de la vida, para reconocer que incluso sus experiencias ocasionales de
felicidad serán de duración indebidamente corta y tenderán a serlo más con el tiempo. No importa si estas experiencias se obtienen en la esfera del reposo, trabajo,
ocio, placer, deportes o educación general; en todas estas actividades, obstáculos como la irritación y la presión permanecen más o menos igual. Esto significa que
experiencias que sólo contribuirían a irritar a una persona en posesión de un nivel relativamente alto de percepción sensorial y de mecanismos psicofísicos
adecuadamente coordinados, con toda seguridad irritarán mucho más a una persona que ya está acosada por la irritación y la presión, como consecuencia de la
peligrosa condición de percepción sensorial no-fiable en el uso del organismo que hemos indicado. Además, una persona así se irritará con experiencias que no
tendrían el menor efecto sobre una cuya percepción sensorial fuera fiable.
al estímulo que antes disparaba toda la serie de movimientos incorrectos y dañinos. Cuando descubrió esto, o sea, que diciéndose “No” a sí misma podía EVITAR que sus
malos hábitos problemáticos y largamente establecidos llevaran la voz cantante, todo su comportamiento cambió y con una confianza completamente nueva para ella, procedió
a darse a ella misma las direcciones que le permitirían hacer de la nueva y coordinada manera (los “medios por los cuales” correctos) el movimiento que ella se había
impedido a sí misma hacer en su antigua manera mal coordinada. El hecho de que ella no sólo pudiera pensar sino además CONTROLAR LOS MEDIOS POR LOS CUALES
podía alcanzar su “fin” (en lugar de precipitarse a él ciegamente en su antiguo modo subconsciente) la libró de la timidez que había sido el rasgo sobresaliente en su caso y
con el gradual desarrollo del control, la antigua expresión “apocada” dio paso a una de confianza y felicidad.
El Control Consciente y Constructivo del Individuo 104
Percepción sensorial en relación con la felicidad
La condición psicofísica de la persona afligida por la irritación y la presión es tal, que todos sus esfuerzos en cualquier dirección terminarán en mayor o menor
grado en fracaso, comparados con los esfuerzos de aquellos que no están así afligidos y probablemente no existe un estímulo peor para provocar la irritabilidad de
la persona afectada que el fracaso (tanto relativo como completo), ni nada que pueda tener un efecto peor sobre nuestras emociones, respeto por uno mismo,
felicidad o confianza, de hecho, sobre nuestro temperamento y carácter en general. Sólo hay que fijarse en la expresión y comportamiento general de alguien que
tenga éxito en la vida y de alguien que sea un fracasado; de alguien que haya tenido éxito en cualquier acto simple, en trabajo, deportes o en aprender algo y de
alguien que haya fallado relativa o completamente. Si nos fijamos en cualquiera de ellos en los días en que sus esfuerzos han tenido un éxito relativo, el menos
observador de entre nosotros se convencerá de la notable influencia del éxito y de cómo contribuye a la felicidad. Mire al niño en sus primeros esfuerzos, antes y
durante sus días escolares o las experiencias de los adultos en las actividades cotidianas en cualquier esfera, y observará que cuando emplean su organismo con
buen resultado, dominan la felicidad y la satisfacción. La confianza nace del éxito, no del fracaso y nuestros procesos educativos y en el arte de vivir en general,
deben basarse en principios que nos permitan estar seguros de los medios por los cuales apropiados que pueden garantizar un fin, para que así predomine un alto
porcentaje de aquellas experiencias satisfactorias que desarrollan la confianza, contra un pequeño porcentaje de experiencias insatisfactorias que contribuyen a
minar nuestra confianza y nos hacen infelices.
Un conocido especialista médico me envió uno de sus pacientes para un diagnóstico. Entonces me llamó para discutir los detalles de mis conclusiones y cuando le
señalé que su paciente sería un alumno difícil de reeducar como consecuencia de su condición emocional inusualmente desequilibrada y su estado de peligrosa
irritabilidad, él me advirtió: “Debo decirle que él está amargado por un fracaso relativo a su trabajo profesional”.
Para ilustrar estos puntos, trataremos sobre las experiencias prácticas de la criatura humana en los campos del ocio y los deportes, porque podemos suponer que
allí, de algún modo, actuará de acuerdo con los dictados de sus propios deseos y apetencias en la anticipación de aquellas experiencias psicofísicas que producen
felicidad.
Todos conocemos la anticipación del placer e incluso su suave y alegre excitación, asociada a anteriores experiencias de nuestros amigos que practican golf, tenis,
críquet, fútbol y otros deportes y formas de diversión. Esta anticipación del placer nace del hecho de asociar las manifestaciones que llamamos felicidad con la
permisividad a estas actividades y poca duda puede haber de que deberíamos ser capaces de conseguir una felicidad permanente y una satisfacción creciente al
aumentar nuestra experiencia en cualquier deporte o forma de diversión, mientras pongamos nuestros esfuerzos personales de cualquier tipo, en la práctica del
deporte. Pero a pesar de esto, sabemos que en la mayoría de casos y en contra de lo esperado, las manifestaciones de alegría tienden a disminuir en lugar de
aumentar con la acumulación de experiencias prácticas en estas formas de diversión. Que este sea el caso con la mayoría de nosotros, demuestra seguramente que
algo está radicalmente mal en el uso de nuestros mecanismos psicofísicos y en la aplicación de estos mecanismos a las demandas del deporte o diversión particular.
La razón de esto quedará clara si intentamos establecer las experiencias psicofísicas en acción y reacción resultantes de una decisión personal de jugar, digamos,
golf. Consideremos el caso de cualquier persona corriente (no el de una persona excepcionalmente bien dotada para el golf) y observémosla en su primera lección
con su entrenador, sea profesional o no. En primer lugar, casi podemos asegurar que la percepción sensorial del alumno será más o menos poco fiable e irá
asociada a un uso imperfectamente coordinado de sus mecanismos psicofísicos y en segundo lugar, que él nunca habrá sido reeducado en una base general.
Desdichadamente, esto también se aplica al entrenador, lo cual significa que en ambos casos, su conocimiento del uso de los mecanismos psicofísicos que van a
utilizar en la clase, es el resultado de experiencias subconscientes insatisfactorias e incluso dañinas. Podemos suponer que ellos tienen poco conocimiento
consciente del uso de estos mecanismos, tanto en el campo de la teoría como en el de la práctica, e incluso que este poco lo será en una base específica. No se da la
debida consideración a la verdadera relación de “causa y efecto” en una base general sobre el funcionamiento de estos mecanismos y como veremos, la mayoría de
los efectos (síntomas de alguna “causa” o “causas”) que tienen la suerte de reconocer, no serán tratados por ellos más que como “causas” y manejados de acuerdo
El Control Consciente y Constructivo del Individuo 105
Percepción sensorial en relación con la felicidad
con el principio de “obtención del fin”.
Por ejemplo, estamos muy acostumbrados al tipo de instrucciones que el entrenador da al alumno para “sujetar el palo”, “mantener la vista en la bola” y todas las
otras cosas que el alumno debe o no debe hacer con las diferentes partes de su organismo en un momento dado. Ahora quedará claro para cualquier espectador con
un conocimiento del empleo satisfactorio de los mecanismos psicofísicos en una base general, que el alumno particular será incapaz psicofísicamente de efectuar
adecuadamente un buen número de las instrucciones específicas que se le han dado para superar sus dificultades y verdaderamente, que cualquier intento por su
parte de seguir estas instrucciones en el principio de “obtención del fin”, con la práctica dará como resultado un aumento y no una disminución de sus dificultades.
Es de conocimiento general que la mayoría de los jugadores no pueden mantener la vista en la bola, pero ni el alumno ni el entrenador son conscientes de los
obstáculos psicofísicos fundamentales relacionados con este fallo.
Es imposible en el ámbito de este libro, discutir estos factores en detalle en relación con el golf y en lugar de ello, me propongo tratar sobre el intento del alumno
de seguir las instrucciones del entrenador, desde el punto de vista de la fiabilidad de la percepción sensorial y de la coordinación en una base general. Y como
preliminar quiero señalar que en el plan de enseñanza del que la clase que estamos viendo es un ejemplo, nada se hace para dar ayuda práctica al alumno en este
sentido. El entrenador es ciertamente incapaz de hacer un diagnóstico satisfactorio en el asunto de la percepción sensorial y probablemente no sabe si el alumno
está bien coordinado en una base general o no; en cualquier caso, es un hecho que él no intenta hacer un diagnóstico en este sentido. Meramente supone que si le
da al alumno ciertas instrucciones, le dice qué hacer y qué no hacer, ha cumplido concienzudamente con sus deberes como entrenador. Además debería conocer
perfectamente, que en el recorrido hacia “arriba y abajo de la oscilación” del palo, por ejemplo, un buen número de las instrucciones separadas que ha dado a su
alumno ha de ser ejecutado por un buen número de diferentes partes del organismo. Es más, debería saber que todas estas instrucciones deben estar unidas entre sí
(esto es, el alumno debe ser capaz de pensar y hacer más de una cosa a la vez) y que todas las diferentes partes del organismo deben ser utilizadas
“simpáticamente”; deben, lo que llamamos, “trabajar juntas”. En otras palabras, el entrenador debe saber que debe haber coordinación en el empleo de todos los
mecanismos implicados y a pesar de ello, no le proporciona al alumno los medios por los cuales puede conseguir esta necesaria coordinación de una base general
en el uso del sí mismo psicofísico.
Pero ya hemos señalado y estamos preparados para demostrar, que la gran mayoría de la gente de nuestro tiempo está en mayor o menor grado imperfectamente
coordinada. Si esto es así, ¿cómo es posible que el alumno coordine este organismo psicofísico en una base general para ejecutar las instrucciones específicas del
entrenador de golf, este primer día de clase o cualquiera de los siguientes, mientras no haya recuperado un nivel satisfactorio de coordinación general por algún
proceso de reeducación que restablecería un nivel fiable de percepción sensorial?
Por lo tanto, por lo dicho anteriormente, queda claro que el alumno cuyas clases estamos viendo, está mal equipado para ejecutar las instrucciones del entrenador
satisfactoriamente y ahora vamos a seguirle a través de las experiencias resultantes de los diferentes esfuerzos que hace para ejecutar estas instrucciones en su
condición mal equipada.
Podemos suponer que después de dar el primer golpe, el entrenador habrá notado algún error o errores particulares de los que advertirá al alumno e igualmente
podemos suponer que el alumno (trabajando en el plan de “obtención del fin” y permitiéndose en este proceso lo que él llama “concentración”) empezará a
concentrarse en las diferentes correcciones sugeridas por el entrenador sobre el error o errores que le ha indicado, tras lo cual dará otro golpe, es decir, “lo volverá
a intentar”. Se verá que en este segundo intento, el alumno ya ha decidido que una u otra de estas correcciones es la más importante y así procederá a concentrarse
especialmente en ella con la práctica exclusión de las demás y repetirá este proceso en cada intento subsiguiente.
Ahora, aunque es muy posible que mediante este plan de concentrarse en las correcciones, pueda conseguir erradicar alguna falta o faltas específicas, el punto que