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Tres caras del cine, noviembre 2009

La narración en el cine clásico:


una guía para la existencia
Juan Pablo Serra
Universidad Francisco de Vitoria
j.serra.prof@ufv.es

IDEAS

Según David Bordwell, el llamado “estilo clásico” de hacer cine es el que


desarrolló la producción cinematográfica estadounidense entre 1917 —en que el modelo
y sistema de producción clásicos se hace dominante— y 1960, año de madurez del cine
clásico. Las películas de este estilo tendrían unas siete notas básicas:

1. Narran una historia.


2. Unidad.
3. Realismo: aristotélico (fidelidad a lo probable) y naturalista (fidelidad al
hecho histórico).
4. Disimulan el artificio mediante la continuidad narrativa y una narrativa
invisible y “económica” (no hay subtramas irrelevantes).
5. Son inteligibles y sin ambigüedades: todo lo que aparece está planificado y
tiene un sentido.
6. Atractivo emocional.
7. Desarrollan unas normas y convenciones que determinan el papel del
espectador.

Para André Bazin, además, el cine de Hollywood tendría las mismas


características del arte clásico: elegancia y decoro, proporción y armonía formal, respeto
a la tradición, mímesis, artesanía regida por ciertas normas… Ahora bien, el clasicismo
de Hollywood lo es por su sistema de producción, que dio a las películas un aspecto
colectivo y conservador que escapa a la observación por su excesiva obviedad pero que
se puede delimitar.

Lo fundamental a la hora de llevar a cabo esta tarea es comprender que, en el


cine clásico, el espacio y el tiempo están en función de la lógica narrativa. Así, en la
narración hollywoodiense:

1) Tiene especial importancia el arranque: hasta los créditos dicen algo. En las
primeras secuencias, de hecho, suele haber acumulación expositiva y se
sigue la regla del tres: las cosas se explican tres veces.
2) El tiempo es continuo y lineal (1-2-3…): si hay saltos en el tiempo son desde
el presente.
3) El espacio es antropocéntrico y su dimensión depende de la importancia de
lo narrado.

La concepción de la causalidad en el cine de Hollywood era muy férrea y


perceptible de mil formas, tanto en la aparición de causas y consecuencias en el relato,

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como en las motivaciones psicológicas, la superación de metas y la consecución de
objetivos. En todo caso, hay en esta insistencia en la causalidad una profunda intención
moral —incluso moralizante— y pedagógica, pues en el cine clásico no se narran
historias triviales sino relatos que ayuden a vivir y a vivir bien.

1) La causalidad del cine clásico está ubicada en los personajes (personal o


psicológica, por su modo de ser o por conflictos interiores) y no en causas
naturales (como el cine oriental), causas institucionales o sociales (cine
soviético) o deterministas (cine europeo). Si hay causas impersonales se
subordinan a la psicológica, en tanto ayuda a definir o motivar a los
personajes. En el cine clásico, la coincidencia puede iniciar o alterar una
trama, pero no sostenerla, tiene que haber causas personales.

2) Los personajes son entidades homogéneas, se presentan con unos pocos


rasgos sobresalientes que conocemos por medio de otros personajes, por un
título explicativo o por su niñez. La aparición inicial del personaje debe
confirmar estos rasgos (ver De aquí a la eternidad). Así, los rasgos del
personaje unidos a la acción concreta fijan la identidad: si hay cambio, es
porque estaba latente, al estilo socrático (ver Juan Nadie). La continuidad
entre la causa (rasgos) y el efecto (actos) subrayan la unidad de la persona
para sí y para los otros, de ahí que “si los personajes han de convertirse en
agentes de causalidad, sus rasgos deben verse reafirmados en el diálogo y en
el comportamiento físico [observable], las proyecciones de la personalidad”
(Bordwell). De ahí también que haya una relación causal necesaria e
inequívoca entre los sentimientos y su manifestación externa (ver El hombre
tranquilo).

3) La causalidad se observa también en rasgos y motivos recurrentes (un chiste,


una frase del personaje, una actitud ante la vida). El personaje causa con sus
deseos, con la orientación hacia un objetivo (ver Adaptation y Robert
McKee). El personaje de Hollywood es un hombre de acción, que establece
su objetivo en el primer acto (ver El último gran héroe), lo consigue en el
último y entre medias atraviesa una prueba de voluntad. Para Bordwell, esto
es manifestación de la mentalidad emprendedora e individualista de EEUU
traducida a la cadena de causa-efecto. En todo caso, el objetivo típico del
cine clásico es la conquista amorosa, tanto como línea principal de acción
como secundaria. En el cine clásico no hay acciones paralelas sino
interdependientes, pero el que las líneas principales y secundarias se
conecten da complejidad a la trama.

4) La historia narrada es parte de una cadena más extensa de causas y efectos


(la película empieza ya desde algo) pero, eso sí, el final tiene que ser el
último efecto de los problemas y conflictos en una conclusión que no hace
falta que sea feliz, sólo que presente una conclusión definitiva a la cadena de
causa-efecto. Esta unidad causal da a las historias una asombrosa
continuidad, como puede verse en La pasión ciega o incluso en El fiuera de
la ley (Clint Eastwood).

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5) El realismo del cine clásico se consigue por las motivaciones, las razones
claras que tiene un personaje para hacer algo. Importa, en este sentido, que
sean coherentes con la descripción de su personaje.

6) Hay distintos tipos de motivaciones, como pueden ser compositiva (la que
demanda la historia), genérica (las convenciones del género), artística (el
lenguaje del cine), realista (obedece a la situación, a los rasgos del
personaje).

Valores del cine clásico

Hablar de “valores” es en sí mismo problemático porque, al fin y al cabo, valor


es lo que es valorado, y esto es variable y cambiante según la época y el público. No
obstante, en el lenguaje corriente el sentido del término se entiende, por lo que aquí lo
emplearemos sin más matices. Ahora bien, ¿qué debemos apreciar del cine clásico que
merezca la pena para iluminar nuestro trabajo como cineastas, cinéfilos o, simplemente,
como universitarios?

En primer lugar, sobre todo, el respeto hacia la unidad de acción, la idea de que
ciertos actos llevan a ciertos efectos a lo largo del tiempo. La unidad de acción permite
comprender y aprehender una acción entera y acabada, en tanto que supone que, de cada
acto individual o colectivo, ocurren consecuencias que afectan a otros. Por eso, la
unidad de acción en el cine clásico —al igual que en la tragedia griega— es sobre todo
moral, pues no obliga al espectador a una reconstrucción, sino que le hace centrarse en
la comprensión del significado de tales y cuales actos para su propia vida.

En segundo lugar, cabría hablar de la importancia del concepto o idea (Wilder


sería, a este respecto, ejemplar) que toda historia debe contener y sin la cual,
sencillamente, no hay historia. Junto a ello, cabe destacar la importancia del trabajo en
serie y en serio (tal como repetía el exhausto Gary Cooper) y la planificación.

En tercer y último lugar, podemos aprender del cine clásico el respeto por los
géneros narrativos, que son un intento de categorizar la experiencia y distinguir niveles
de realidad.

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