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Licenciatura en Filosofía
PONENCIA
CUERPOS: TERRITORIOS EN GUERRA
¿Desde cuándo mis pensamientos se convirtieron en una cárcel de la cual no puedo escapar?
Quizá es mi cuerpo, del cual no puedo huir y me siento un ente ajeno a este. Extraño me
siento. No me entiendo y no logro encajar por mucho que reflexione acerca de mi estado y
trate de aceptarlo con naturalidad. Algo está fallando en mí. En ocasiones, más de las que
culpabilidad constante. Por escasos minutos logro olvidar las aves de rapiña que merodean
mi cabeza esperando el momento de consumir mi mente con agresividad, luego, como
despertando del ensueño que llaman realidad, quienes la generan, vuelvo a la mía, un poco
más solitaria. Me pregunto si en verdad esto es así. Me pregunto si en verdad mi vida es tan
mirando las personas alrededor, que parece como si todos estuviéramos siguiendo un guion.
Escucho las conversaciones que mantienen en sus teléfonos celulares y cada uno sabe muy
bien las líneas argumentativas universales. Lo triste es que me comparo y no logro evitar
darme cuenta cuántas veces he seguido los mismos parlamentos, las mismas preguntas, las
mismas contestaciones, los mismos tonos caucásicos en la voz tanto para hombres como para
mujeres. Nada, nada es diferente. Escucho al mismo cabrón que manipula con sus palabras a
la que es su pareja haciéndola sentir culpable de una esquina a otra. Ella, es la que sufre, la
que se responsabiliza, la que piensa que está mal. En realidad, es toda esta mierda la que está
mal. El discurso parece que está ya asignado tanto para hombres como para mujeres. Me
aterra darme cuenta que también he usado la misma retórica absurda una y otra vez. El
discurso se transforma en acciones, las acciones en hábitos que naturalizamos sin tener plena
consciencia de que algo está fallando y que tantas de las rupturas que tenemos a nivel interno
se deben a esta secuencia de ideas erróneas con las que nos hemos criado. ¿Podemos hacer
algo diferente? ¿Podemos salirnos de estos discursos absurdos que nos atraviesan y
condicionan al ser humano? Me he formado en una sociedad que normaliza las actitudes que
ahora me parecen nocivas de cómo nos relacionamos. Se me ha enseñado que, por ser
violentas, que tengo que llevar las riendas, que soy el conquistador de corazones, que con mi
lengua puedo conseguir lo que quiera y emocionalmente inhibido. Sólo por tener un pene
cuerpos, las personas, las relaciones. Pienso en muchas ocasiones que se libra una guerra
lo hayamos escogido así, sino que es una guerra política para mantenernos controladas. Me
canso de ser un hombre tal cual me han enseñado a ser y la resistencia por salirme de esos
parámetros a veces me parece agotador y sufro cuando me doy cuenta que sigo perpetuando
los diálogos internos que me han inscrito desde la religión hasta mi misma familia. Mi cuerpo
no ser así de qué serviría tanta propaganda para la reproducción, para mantener los cuerpos
estilizados, para perpetuar el imaginario de la heteronormatividad. Así que ahora tomo una
pausa para observar la diferencia. Si es que, en algún lado, en alguna conversación, logro
no intente administrar nuestras vidas donde la religión no tenga cabida para inhibir otras
maneras en las que se pueda amar, en donde la medicina no intente normalizar los cuerpos,
donde la sociedad no intente controlar los úteros, los anos y los vientres y donde la estética
no nos diga como tienen que ser nuestras caderas, nuestras piernas, nuestros coños, el tamaño
creo que he logrado encontrar lo que he estado buscando. Les marginades que se reúsan a
aceptar el sexo biológico como única condición de posibilidad para ser, para existir, para
coexistir. Sí la medicina se arma de sus tecnologías para normalizar los cuerpos por medio
sexo, crear por este deseos y placeres, conducir el género, quiere decir que este último es
ideales sino de diversas maneras de existencia que sirvan como resistencia política a la
opresión que se ha enmarcado sobre nuestros cuerpos desde la normatividad. Leyendo a
Preciado hizo eco en mi mente la más hermosa frase que he podido leer de alguien “pienso
que, si los océanos se han secado y se han vuelto a llenar, también mi corazón puede vaciarse
de política y volverse a llenar”. Quizá de esto se trate la deconstrucción, aquella palabra tan
favorita de algunes pero que están difícil llevar a la práctica. Vaciarnos de toda la mierda con
la que nos han llenado la cabeza y llenarnos de nuevas ideas de revolución. Esta esperanza
la encuentro en aquellas personas que entienden la gestión política que hay sobre nuestras
sobre nuestras existencias. Sin embargo, dentro de la sociedad también entramos en unas
la película Tangerine: chicas fabulosas, pude ver las pocas o nulas garantías que existe para
caso de Sin-Dee, una chica Trans que transcurre las calles de Los Ángeles como trabajadora
garantías de vida en un contexto que difícilmente le es propio. Sufre varias opresiones sobre
su cuerpo: migrante, pobre, trans, negra. Ese es el peso que tienen que llevar los cuerpos no
normativizados o los cuerpos que hacen resistencia política a las imposiciones sociales,
religiosas y políticas. La poca garantía de derechos sobre los cuerpos a tener una vida normal
dentro del film, la vida de Ramzik, el armenio que trabajaba como taxista que quizá cumple
todas mis críticas con las que inicié mi escrito. Aparentemente, en lo público, este personaje
llevaba una vida normal, con una familia deseable para los ideales que nos impone la
sociedad, una esposa guapa y una hija encantadora. Aparentemente en el espacio de su hogar
era un padre y esposo ejemplar que se partía el lomo por mantener su familia, pero, en lo
privado, transcurría trabajadoras sexuales trans con las que podía desfogar sus verdaderos
deseos. Siento que esto hace las reglas performativas que nos han hecho seguir, con las que
nos obligan moldearnos y por las que somos a veces tan detestables. Las imposiciones
normativas del género sobre los cuerpos sexuados no sólo niegan otras condiciones de
posibilidad de existencia, sino que también crea la enfermedad de relaciones que tenemos en
Preciado, a que las otras manifestaciones del género que no sean las hetero sean mejores sino
más bien, que haya la posibilidad de realizarse libremente como cada quién desde su
líneas que nos han enmarcado y al mismo tiempo nos han condicionado. No sólo eliminar
los discursos que enmarcan el género, que no exista las dualidades y sobre ellas interpretemos