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El primer periodo es “la búsqueda” del alma propia y de los que la rodean. En el segundo
periodo: “el constructivo” se estudia el alma propia.
El público debe ser capaz de sentir la concentración del actor y del actor dependerá la atención
que le dé el público, de su talento y técnica.
Theodule Ribot, psicólogo, la llamó “memoria afectiva”, esta funciona a través de todas las
manifestaciones de la vida y de nuestra sensibilidad hacia ellas. Puede hacer que
circunstancias externas hagan que las personas sean lo que fueron antes a pesar del tiempo,
razón y hasta deseo, inconscientemente. Pues cuando se tiene algo que decir la experiencia
viene mucho más aprisa y con más seguridad que cuando se “trata” de experimentar.
¿Cómo se demuestra? Dirigiendo el espíritu, el asunto es volver a cómo se “estaba” entonces,
dirigir su propio ego, ir desde donde se desea ir y llegar allí y quedarse.
También se puede sustituir la creación por un hecho real a través de la fuerza de voluntad con
cierta organización, volviendo a crear una supuesta vida. Y esta se consigue trabajando solos a
través de la concentración.
Todo este proceso será como tararear una tonada, las partes difíciles son las que debes vigilar
y trabajar toda tu fuerza y perfección, te debes concentrarse en los pocos segundos de mayor
importancia.
Hay que tomar nota de todas las experiencias que uno pueda tener.
Para esto se debe respetar una triple ley. La primera, el tronco principal, sería la idea la razón.
La segunda, las ramas, los elementos de las ideas y partículas de la razón. El tercero, el follaje
resultado de las dos anteriores.
El tronco sería el descubrimiento de la verdad sobre la acción dramática el pensamiento
rápido, ansias de comprender, para dar y tomar. Luego lo que se hace es ensartar ese hilo
secundario o sea las acciones complementarias, claramente y con precisión respetando al
autor.
Luego el actor lo hace realmente, esa es su expresión de artista, por medio del parlamento. Es
como si bajo cada parlamento escribiese la “música de acción” para memorizar sus acciones.
Cuando conozca la acción, ninguna interrupción lo molestará, tendrá su acción limitada dentro
de una sola palabra, poseyéndola en una fracción de segundo
Lo que será difícil tal vez sea el sostenerlas sin monotonía, el resultado es muy fácil si ya se ha
trabajado la técnica. Pues la recitación es el follaje de un árbol sin tronco y ramas.
Este debe conocer bien su estructura, trabajarlo internamente primero, debe contestarse
ciertas preguntas: ¿Cómo aprendió a comer?, ¿Cómo se acostumbra usar la ropa según
temporada?, ¿Cómo sabe caminar de diferente forma según el lugar? Estos pequeños cambios
la hacen ser lo que es en lo que concierne su personalidad física.
La caracterización de la mente del papel trabaja del ritmo del pensamiento. Es el trabajo de la
mente lo que se debe caracterizar mientras representa su papel. El arma más poderosa de un
actor es su mente: la calidad de ella, su rapidez, vivacidad, profundidad, brillo. En este ritmo u
organización de la energía deberá conocer cómo se mueve el pensamiento del autor debe
influenciarle, debe gustarle, tiene que tratar de comprender al autor.
Por otro lado la sensibilidad de un personaje es la única parte donde el autor debería tener en
cuenta las demandas del actor. La idea es que las emociones deben ser caracterizadas de un
modo claro tanto en el cuerpo como en mente.
Cuando ya se saben cuándo y cómo llegan las emociones, cuando la estructura interna y
apariencia externa están de acuerdo con la manera de pensar del autor, ahí se debe buscar
cuándo y dónde sus emociones tienen dificultad para surgir, hay que encontrar esta razón y
eliminarla.
Este juego ayuda a los estudiantes de teatro a notar todo lo raro en la vida diaria, vigoriza su
memoria, almacena en ella todas las exteriorizaciones visibles del espíritu humano, les hace
sensibles a la sinceridad y el fingimiento, desarrolla su memoria sensorial y muscular y facilita
su adaptación para crear cualquier personaje.
Creemos que vemos todo y no asimilamos nada. La única cosa que puede estimular la
inspiración de un actor es una constante observación durante todos los días de su vida. Uno
debe seleccionar y almacenar experiencias para cualquier emergencia, en todo momento.
Nosotros usamos a todos y a todas como objeto con la única diferencia de que nunca
hablamos sobre ello: lo representamos.
El ritmo es el responsable de este estilo ascendente que un abrir y cerrar de ojos produce un
notable resultado. El ritmo son los cambios ordenados y medidos de todos los elementos de
una obra de arte de forma que estimulan progresivamente la atención del espectador y
conducen invariablemente al designio final del artista. Estos cambios de una acción a otra
acción deben hacerse en orden, así como un ventisquero lento tiene ritmo, también, una
golondrina volando a su máxima velocidad. Existir es tener ritmo.
El actor tiene que deslizarse en las situaciones con honestidad generando y respuestas
espontáneas en conjunto de la acción. ¿Pero cómo conseguir esa espontaneidad? En un
sentido desarrollado del ritmo, no del “tempo” que es demasiado limitado, sino del ritmo que
tiene una vibración eterna de una transición de una cosa definida a otra definida aún más. Es
una verdadera avalancha de cambios. Es cuestión de darse libre y enteramente a cualquier
ritmo con que tropieza en la vida.
El primer plano del ritmo es el conocimiento propio, el segundo plano llega cuando fuerzas
externas le imponen a un ritmo, el tercer plano es cuando uno dirige y crea su propio ritmo y el
de los otros, eso es perfección. Y el estudiante debe comenzar con el segundo plano.