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convierten

en salvajes sedientas de sangre cuando están al volante. (Usted sabe que esto es cierto).
Pero quizás el mejor lugar para ver cómo estamos de preparados los humanos para odiarnos unos a
otros son los foros y chats de Internet. Da igual cuál sea el tema del foro; casi siempre un hilo de
mensajes que se extienda más allá de una docena de comentarios acaba degenerando en una secuencia
de virulentos y repetidos ataques ad hominem. Los corredores no están precisamente por encima de
este comportamiento. Cualquiera que haya pasado algún tiempo en los «paneles de discusión
mundialmente famosos» de letsrun.com sabe de lo que estoy hablando.

Correr furioso
Quizás la norma más positiva en la que nuestras tendencias violentas se subliman en la sociedad
moderna es a través de la competición deportiva. Los deportes no existen exclusivamente como un
medio productivo de canalizar nuestros deseos de reventarnos la cabeza unos a otros, pero
seguramente no existirían si estos instintos tampoco existieran. Dicho con sencillez, los deportes son,
hasta cierto punto, los sustitutos de la lucha (exceptuando, evidentemente, los casos de deportes de
combate como el boxeo, que al menos son sustitutos de la lucha hasta la muerte… normalmente).
Ahora bien, una de las funciones de la ira es permitir a una persona pelear con eficacia cuando pelear
es necesario. Por ello, en tanto en cuanto los deportes son elementos sustitutivos de la lucha, la ira
debería ayudar a los atletas a tener un mayor rendimiento. ¿Esto podría ser realmente cierto? Creo
que sí.
No llegaré tan lejos como para decir que la ira siempre aumenta el rendimiento atlético o que los
atletas siempre rinden más cuando están furiosos que cuando no lo están. Pero creo que algunos
atletas sí rinden más cuando están enfadados y que cada deportista puede canalizar de forma
productiva su ira hacia la competición. Como el miedo, la ira es ampliamente considerada como una
emoción negativa que debería evitarse y, si no es evitada, aniquilarse en cualquier contexto. Esta idea
se vuelve absurda cuando consideramos la ciencia de la ira, que la revela como algo natural,
permanente y útil. Por lo tanto, como corredores, estamos bien avisados para aceptar la inevitabilidad
de la ira y para utilizarla en beneficio del rendimiento deportivo.
La psicología deportiva tradicional está dominada por la noción de que la ira es mala y que solo
puede perjudicar el rendimiento, pero la investigación actual sobre esta materia ha demostrado lo
contrario. En un estudio de 2008 psicólogos del Boston College y de la Universidad Stanford
probaron si la ira podía ayudar a los estudiantes a tener una mejor actuación en un videojuego
violento [60]. El estudio tenía dos partes. En la primera parte, se pidió a los sujetos que identificaran
actividades que preferirían realizar antes de jugar a cada uno de dos videojuegos: un violento

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