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UNIVERSIDAD BICENTENARIA DE ARAGUA

ESCUELA DE PSICOLOGÍA

ÉTICA DEL PSICÓLOGO

SECCIÓN 3

FACILITADOR: BACHILLER:

HEIDY CASTILLO ROMARY LÓPEZ

BIRUACA, JUNIO DE 2019.


La ética es entendida en términos de comportamiento a seguir, por tanto puede
decirse que abarca las pautas morales según las cuales hemos de actuar.

Es definida de forma más concreta como la ciencia o disciplina filosófica que


lleva a cabo el análisis del lenguaje moral y elabora diferentes teorías y
maneras de justificar o fundamentar y revisar críticamente las pretensiones de
validez de los enunciados morales. Se entiende entonces que la ética estudia
la moral.

En un primer sentido se comprende a lo moral como una dimensión que


pertenece a la esfera vital, y que está compuesta por valoraciones, actitudes,
normas y costumbres que orientan o regulan las acciones del ser humano y
son inherentes a este puesto que hay en todos ideas morales.

Bueno, malo, virtud, lícito, ilícito, derecho, deber, culpa, responsabilidad,


son palabras que toda persona reconoce y emplea; somos todos consientes
de un deber ser, acatémoslo o no.

A su vez, no existe hombre sin sociedad, necesitamos unos de otros para


sobrevivir. Desde nuestra concepción dependemos del cuidado de nuestros
padres y así durante parte importante de nuestra vida; la atención a las
necesidades, el afecto y la educación son primordiales para el desarrollo de la
persona como ser social, que se reconoce a sí mismo y a los demás como
seres con dimensiones físicas, psíquicas y sociales, necesitados
continuamente de ser cuidados y respetados.

Por tanto, señala Balmes las ideas morales no se nos han dado como objetos
de pura contemplación, sino como reglas de conducta; no son especulativas,
sino eminentemente prácticas.

En tal sentido, de acuerdo con Aristóteles la ética es parte de la política, en


tanto establece por política la disciplina que tiene como propósito fijar las
normas generales de la acción humana para asegurar el bien de los
ciudadanos.

Es así que la ética, en condición de ciencia perteneciente al campo de la


Filosofía, estudia los comportamientos morales, critica y reformula, bajo la lente
de principios morales éticos racionales, con el objeto de proporcionar normas,
valores y principios morales concretos que orienten nuestra conducta en la vida
cotidiana.

Esas normas se traducen en códigos deontológicos, como los de práctica


médica, política, negocios, entre otros.

Dentro de este marco, dada la materia en estudio, cabe destacar el concepto


de bioética, definida por la Encyclopedia of Bioethics como el estudio de la
conducta humana en el área de las ciencias de la vida y del cuidado de la
salud, examinada a la luz de los valores y principios morales.

La bioética surge como una nueva área de conocimiento y de discusión,


producto de la necesidad de lograr acuerdos dentro de la comunidad científica,
para asegurar el respeto a la vida humana y la dignidad personal en el ámbito
de la investigación científica y el trabajo biomédico. Es su propósito recuperar
el sentido de dignidad del ser humano, como paciente o sujeto de
investigación, en todas las fases de su vida, reconociéndolo en todo momento
como sujeto con derechos, lo que implica necesariamente el respeto a su
libertad y el acceso a la información útil.

Todos los seres humanos nacemos libres e iguales en dignidad y derechos, así
lo proclama la Declaración Universal de Derechos Humanos de las Naciones
Unidas, ideal común al que se comprometen todos los pueblos miembros en
condición de esforzarse, a fin de que tanto los individuos como las
instituciones, inspirándose en dicho acuerdo, promuevan, mediante la
enseñanza y la educación, el respeto a los derechos establecidos en la Carta.

Sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de
cualquier otra índole, origen, posición económica, nacimiento o cualquier otra
condición, toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en
la Declaración. Estos derechos incluyen el derecho a la vida, a la libertad y a la
seguridad, estableciendo a su vez que nadie será sometido a torturas ni penas
o tratos crueles, inhumanos o degradantes.

Además toda persona es libre de decidir sobre su cuerpo, en tanto así lo


disponen los derechos sexuales y reproductivos, que incluyen tener control
respecto a su sexualidad, decidir libre y responsablemente sin verse sujetos de
coerción, discriminación o violencia; las parejas e individuos pueden decidir de
manera libre y responsable el número y espaciamiento de sus hijos y tienen
derecho a disponer de la información, la educación y los medios para ello, así
como a alcanzar el nivel más elevado de salud sexual y reproductiva, aspecto
que a su vez abarca el contexto de otros derechos, tales como el del
consentimiento informado y la calidad de atención.

Desde la perspectiva de la biótica estos enunciados deben cumplirse en tanto


el profesional biomédico ha de ofrecer sus conocimientos junto a un trato digno
a los pacientes o sujetos de investigación, reconociendo sus condiciones y
necesidades, respetando en todo momento su condición de ser humano, libre y
consiente.

Sin embargo, debe considerarse el respeto a la autonomía y libre albedrío del


paciente o los responsables de este sin que eso signifique acatar sus deseos
de modo indiscriminado, es menester del profesional hacerse entender y
reconducir, en lo posible, situaciones de rechazo a la práctica clínica en el
paciente, ya que su deber como profesional es actuar por el bienestar en salud
del enfermo. Por tanto, no puede el profesional eludir bajo esta premisa su
deber moral, evadiendo situaciones de desinterés sobre las consecuencias que
pueden ocasionar algunas decisiones tomadas de modo erróneo o en
situaciones muy condicionantes.

Dentro de este orden de ideas, las personas con discapacidad, anteriormente


entendidas como una población meramente asistencial, son otro tópico
importante en el tema tratado. Hoy día se les reconoce como individuos con
habilidades, recursos y potencialidades, a los cuales se les ha de garantizar
entornos accesibles y oportunidades de inclusión socio-laboral. Sin embargo,
como personas con deficiencias o limitaciones, muchas veces se les restringe a
la atención aislada de su condición, cuando es posible brindar calidad vida en
el ejercicio de sus facultades, de acuerdo a su discapacidad, a través de la
atención integral que favorezca el aprovechamiento de oportunidades
disponibles en su entorno.

Al respecto según la Organización Mundial de la Salud, el término discapacidad


hace referencia a una designación que abarca déficits, limitaciones en la
actividad y restricciones en la participación. En tal sentido, indica los aspectos
negativos de la interacción entre un individuo, con una condición de salud, y
sus factores contextuales, es decir factores ambientales y personales; lo cual
como se ha expuesto alude a una condición dinámica, en la que factores
ambientales, como la calidad de atención médico-profesional, que además de
ser un derecho, es determinante para el ejercicio de otros derechos tales como
tomar parte libremente en la vida de la comunidad, gozar de las expresiones
artísticas y culturales y participar en el progreso científico y en los beneficios
que de él resulten.

Por otro lado, se establece en la Carta, articulo 22, que “toda persona, como
miembro de la sociedad, tiene derecho a la seguridad social, y a obtener,
mediante el esfuerzo nacional y la cooperación internacional, habida cuenta de
la organización y los recursos de cada Estado, la satisfacción de los derechos
económicos, sociales y culturales, indispensables a su dignidad y al libre
desarrollo de su personalidad.”

Esto implica, en el ámbito de la asistencia médico-sanitaria, que como


profesionales de la salud debemos garantizar los recursos asistenciales
disponibles en el sistema de salud pública a las personas atendidas,
procurando siempre las condiciones sanitarias adecuadas para la atención de
los usuarios.

Como seres humanos, hemos de mirar a estos seres con quienes compartimos
el mundo, seres como nosotros, individuos cuyos cuerpos funcionan tal como el
nuestro, que sienten, padecen, viven y cuya existencia es tan elemental como
la nuestra. De modo que como profesionales de la salud, es nuestro deber
poner al servicio los conocimientos adquiridos y tecnologías disponibles en
beneficio del bienestar de aquellos que así lo ameriten, respetando sus
creencias, estilo de vida y elecciones, validándoles más allá de eso,
reconociéndole como otro, con quien nos encontramos en condición de servirle.

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