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En el presente escrito se mencionan los fundamentos principales que son tenidos en cuenta para

discernir e identificar el verdadero profeta. Existen tres criterios fundamentales que explicaré a
continuación y a la luz de los cuales, aparecen otros criterios que ayudan al discernimiento. Estos
criterios fundamentales son dos que nos han sido dados en el nuevo testamento: el amor a Dios y
al prójimo y el profetismo como análogo a los carismas. El tercer elemento fundamental es dado
en el Antiguo Testamento y es la vocación y lo que ella conlleva.

El profeta, en primer lugar, debe ser entendido como mensajero enviado por Dios al pueblo para
transmitirle su mensaje. La vocación, el llamado por parte de Dios al profeta, es un elemento
infaltable y necesario para la función profética. De todos modos es importante resaltar que los
falsos profetas también aseguraban haber sido llamados por Dios para comunicar su mensaje. Por
ser mensajero, el profeta se caracteriza por el empleo de la fórmula oracular, pero es necesario
resaltar que dicho uso no es criterio para el discernimiento, ya que era a su vez empleada por los
falsos profetas. Por esto se hace necesario dar un paso más para poder encontrar otros criterios u
elementos que nos ayuden al discernimiento. El verdadero profeta, cumple su tarea como una
misión encargada por Dios, sirviendo como instrumento para orientar y modelar la historia
imprimiéndole el carácter salvífico. Los profetas profesionales por su parte, no poseen el carisma
de la profecía cuyos elementos constitutivos son la misión y la palabra y es por ello que su
mensaje es falso. En el verdadero profeta, la palabra que le ha sido puesta por Dios en la boca, es
fuerza irreductible, punto de arranque; ella envuelve todo el ser del profeta. La verdadera
vocación, exige la existencia de una íntima y permanente unión con Dios; así, el profeta debe
caracterizarse por tener un dialogo constante con Dios y ello conlleva a su vez, a que el profeta se
caracterice por tener una especial sensibilidad divina.

Para poder realizar una verdadera articulación de los criterios que a continuación voy a
mencionar, considero importante hacer un salto a los criterios principales y verdaderamente
fundamentales: estos son los que se nos presentan en el Nuevo Testamento. En primer lugar, lo
que caracteriza principalmente al verdadero profeta es el amor a Dios y al prójimo.
Efectivamente, el verdadero profeta se caracteriza por un inmenso amor, que se ve reflejado en la
preocupación del profeta por la situación presente y futura del pueblo; el profeta quiere el bien
del pueblo, quiere que el pueblo se salve y por eso lo llama a la conversión. Vemos que los
profetas interceden por su pueblo ante Dios.

Este criterio fundamental también nos abre la puerta a otra serie de criterios que solo tienen
importancia y validez a la luz del anterior. El verdadero profeta que ama a su pueblo y quiere su
salvación, actúa desinteresadamente; no busca reconocimiento, ni halagos; solo busca el bien del
pueblo. El verdadero profeta, por el amor que le caracteriza, no deja al pueblo en el error, sino
que lo llama y clama por su conversión, por ello denuncia el pecado, la maldad, la injusticia, la
infidelidad, la exterioridad en el culto. Israel en la época de los profetas, es un pueblo que se ha
institucionalizado, y ve en este sistema la seguridad y las garantías para seguir adelante. Israel se
había olvidado del compromiso personal, las exigencias que conlleva la fe en YHWH y la
importancia de la fidelidad.

Al decir que el verdadero profeta actúa desinteresadamente, vemos también otro criterio de
discernimiento: el verdadero profeta no busca dinero ni reconocimientos, ni nada para sí. El ser
profeta no es una profesión; la profesión exige salarios, reconocimientos, gratificaciones; esto es
denunciado por los distintos profetas como Miqueas, Jeremías, Ezequiel, respecto a los falsos
profetas. Un profeta por profesión, no puede ser profeta verdadero. Al unir estos dos elementos
encontraremos un criterio que es también importante para el discernimiento. El profeta se mueve
con libertad, ya que no se tiene que limitar a decir lo que le conviene para obtener sus propios
intereses, no se ve obligado a mentirle al pueblo o a sus dirigentes, endulzando sus oídos con las
cosas que quieren escuchar. El profeta es libre para anunciar aquello que Dios le pide que
anuncie.

Los hebreos con el tiempo en especial a lo largo de la monarquía adoptaron muchas de las
costumbres de los cananeos entre ellos lo referente al sistema capitalista. Los profetas tienen
como característica la lucha por la justicia social considerándolo como base para el bien común;
si bien esta era también una característica de algunos profetas de Mesopotamia. El pecado de la
injusticia es para los mensajeros de Dios el más grave de todos. Ezequiel deja ver que este fue
también el delito de Sodoma (Ez16,49). Abraham era un hombre justo no solo por su fe en las
promesas sino por propagar la justicia y el derecho en el mundo. Sofonías muestra a YHWH
como el justo por excelencia, en contraposición con los dirigentes de Judá. Lo que más se suele
resaltar en los falsos profetas es su silencio ante las injusticias de los poderosos, ante los pecados
del pueblo (Lam 2,14), y es por ese silencio y por sus falsas palabras que van a ser señalados por
los verdaderos profetas como responsables de la situación del pueblo. El autor de las
lamentaciones, recuerda igualmente al profeta Ezequiel cuando se refiere de la misma manera a
los falsos profetas con la expresión hebrea “tafael” que significa la capa de revoque usada en la
pared; así los falsos profetas tapan las conciencias ruinosas del pueblo. Miqueas también lo
resalta: la denuncia del pecado es pues función primordial del profeta. Esto también se ve
reflejado en el tercer Isaías: “Denuncia a mi pueblo sus delitos, a la casa de Jacob sus pecados”.
La verdadera devoción no puede compaginar la piedad con la injusticia. Jeremías vive enfrentado
con los falsos profetas, pero él es el examinador de la conducta del pueblo. El mensajero de Dios
es comparado a un probador de metales.

En el Nuevo testamento encontramos un segundo criterio fundamental: La profecía es análoga a


los carismas, y más aún, aparece como uno de ellos; con lo cual es un don del espíritu, una
manifestación suya. Entre los carismas, dice San pablo, existe uno que es el discernimiento de
espíritus, pero si bien aparece al alcance de todos, se da especialmente en los profetas, por lo cual
deben controlarse entre ellos mutuamente. San Pablo resalta también como distintivo y criterio, la
edificación y el servicio a la comunidad y esto exige a su vez la coherencia de vida del profeta;
no puede vivir de una manera contraria a lo que anuncia y al querer de Dios.

En el Antiguo Testamento encontramos otro criterio pero que solo enunciare y que ha de ser leído
a la luz de los fundamentales: el cumplimiento de lo anunciado por los profetas, pero este no es
un criterio válido ya que en primer lugar requiere comprobación posterior; y por otro lado vemos
cómo algunas cosas que fueron anunciadas por los verdaderos profetas, tampoco llegan a su
cumplimiento. Otro criterio, pero que también es posterior es el que hayan entrado en el Canon.
Por último, es importante resaltar que estos criterios deben ser tenidos en cuenta en nuestro
contexto actual, en el cual, el ministerio y la vida religiosa son en muchos ámbitos vistos y
entendidos como una profesión; en sus miembros se ven grandes incoherencias de vida; la voz de
denuncia del pecado y las injusticias han caído en el olvido y el amor al prójimo ha quedado en
un segundo plano; mientras bajo la consigna de asistencialismo se tapa la falta de un verdadero
compromiso.
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA.

FACULTAD DE TEOLOGÍA

TRABAJO.

ELEMENTOS FUNDAMENTALES PARA IDENTIFICAR


UN VERDADERO PROFETA.

PROFETAS.

Profesor: Hernando Barrios.


Presentado por: Iván Rodrigo Baquero Micán.
Fecha de entrega: Agosto 06 de 2007.

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