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Jesús enseña la doctrina de la sabiduría: 6,19–7,12

Dios o el dinero

19 No amontonen tesoros en la tierra, donde las polillas y la herrumbre (los) corroen, y los
ladrones perforan y (los) roban. 20 Amontonen más bien tesoros en el cielo, donde las
polillas y la herrumbre no (los) corroen, y los ladrones no perforan ni (los) roban. 21 Porque
donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.

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22 La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo es puro, todo tu cuerpo será luminoso; 23 pero si
tu ojo es malo, todo tu cuerpo será tinieblas. Y si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡qué
oscuridad habrá!

El grupo de los tres primeros dichos trata el tema de la necesaria claridad de intención que
determina el comportamiento humano. Por eso, con la imagen del tesoro (6,19-21) Mateo se
pregunta, en primer lugar, acerca de los valores anhelados: ¿son materiales o inmateriales? Lo
concernido en la imagen del ojo, formulada conforme a la comprensión físicomédica de la
antigüedad (6,22-23), según la cual este órgano daba luz al cuerpo y con ello discernía el “bien”
y el “mal”, lo expresaríamos hoy con un interrogante sobre la perspectiva de vida o la
cosmovisión: ¿qué es lo que determina mis acciones? La última imagen de los dos señores (6,24)
insiste en el caso de una decisión definitiva: ¿vivo para Dios o para el dinero?

6,19-21: En este pasaje se habla de acumular tesoros, esto es, en sentido figurado, de lo que es
valioso e importante. Mientras que Lucas, en un dicho semejante (Lc 12,33-34), asocia el juntar
tesoros con la preocupación por los pobres, Mateo contrapone el tesoro terrenal al celestial,
pues el primero es el que corroen la polilla y la herrumbre; esto es, se trata de algo perecedero,
pues son materiales que come la polilla o metales que destruye el óxido. Al tesoro celestial le
corresponde lo que en la unidad anterior era el vínculo personal con Dios, el Padre (6,1-18), y
aquí es el Reino de Dios y su justicia (6,33); todo lo demás es añadidura. El dicho sapiencial sobre
el tesoro y el corazón constata en general lo siguiente: el hombre invierte en lo que su corazón
estima que es significativo para su propia vida. Pero en relación con los dos imperativos no
amontonen tesoros…, también se está exhortando aquí a un análisis crítico de lo que realmente
“ocupa nuestro corazón”.

6,22-23: En el Antiguo Oriente, el ojo era el órgano más importante de los sentidos en el ser
humano, pues servía para la percepción de los acontecimientos en el mundo: los ojos le
permitían al hombre conectarse con su entorno; conforme con esto, en la conducta del hombre
influye lo que sus ojos ven o no (lo que quiere ver o no). El nexo entre “ver y actuar” (o no)
resulta, en especial, muy claro en una instrucción de la Torá: Si ves extraviada alguna res de
ganado mayor o menor de tu hermano, no te desentenderás de ella, sino que se la llevarás a tu
hermano […], lo mismo harás con cualquier objeto perdido por tu hermano que tú encuentres;
no puedes desentenderte. Si ves caído en el camino el burro o el buey de tu hermano, no te
desentenderás de ellos: le ayudarás a levantarlos (Dt 22,1-4). Cuidado con abrigar en tu corazón
estos perversos pensamientos: “Ya pronto llega el año séptimo, el año de la remisión”, y con
mirar con malos ojos a tu hermano pobre y no darle nada… (Dt 15,9). Un ojo “puro”, una mirada
atenta a las necesidades y preocupaciones de los hermanos, lleva a un comportamiento acorde
con los preceptos de Dios; un ojo “malo”, que sólo tiene en cuenta el propio interés, no tiene en
consideración a los demás y lleva a un comportamiento que contradice la Torá. Si, incluso de
acuerdo con la justicia mayor (5,20), el propio actuar supuestamente bueno y conforme a la Torá
no es todavía “sobreabundantemente” bueno; si la luz en ti es, en realidad, tinieblas (6,23), los
lectores deben colegir que la tiniebla es realmente grande y modificar, consecuentemente, su
actuar. 6,24: Al igual que las dos anteriores, también la imagen de los dos señores presenta una
alternativa completamente contrapuesta: ¿reunir tesoros y bienes celestiales o terrenos?, ¿ver
y actuar bien o no ver y actuar mal?, ¿servir a Dios o al dinero? La estructura paralela de la
contraposición como quiasmo entre odiar o amar y apreciar o despreciar destaca claramente la
contradicción entre Dios y el dinero: aquí, los tesoros en el cielo, un ojo puro y la luz del cuerpo,
así como Dios, pertenecen al mismo campo semántico; los tesoros en la tierra, el ojo malo y la
tiniebla en el cuerpo, junto con el dinero, conforman el campo de significación opuesto. En razón
de estos dos campos semánticos, no se trata aquí de una mera elección ética o de un asunto
puramente de fe, sino de la orientación fundamental de la vida, con su correspondiente actuar:
se exhorta a los lectores a revisar críticamente su vida hasta el presente, los intereses que rigen
su acción y sus metas de vida, y a decidirse respecto a la cuestión de a qué señor quieren servir,
para orientar su vivir y su actuar hacia esa meta (cf. también 7,21).

ENSEÑANZAS DIVERSAS (6,19–7,29)

1. El verdadero tesoro (6,19-21)


Los tesoros materiales son corruptibles y se pueden perder; los espirituales son
incorruptibles y permanecen para la eternidad. El corazón del hombre estará donde
considere que tiene su verdadero tesoro.
2. 2. El ojo, lámpara del cuerpo (6,22-23)
“Con la luz material que el ojo, sano o enfermo, dispensa o niega al cuerpo, se
compara la luz espiritual que irradia del alma: si ésta se encuentra oscurecida, la
ceguera será mucho peor que la física” (Biblia de Jerusalén, p. 1.396).

Mateo 6,19-23
a) En el sermón del monte, Mateo recoge diversas enseñanzas de Jesús. Hoy leemos unas
breves frases sobre los tesoros y sobre el ojo como lámpara del cuerpo.
«No amontonéis tesoros en la tierra», tesoros caducos, que la polilla y la carcoma
destruyen o los ladrones pueden fácilmente robar. Jesús los contrapone a los valores
verdaderos, duraderos, los «tesoros en el cielo».
«La lámpara del cuerpo es el ojo». Nuestra mirada es la que da color a todo. Si está
enferma -porque brota de un corazón rencoroso o ambicioso- todo lo que vemos estará
enfermo. Si no tenemos luz en los ojos, todo estará a oscuras.

b) Cada uno puede preguntarse qué tesoros aprecia y acumula, qué uso hace de los bienes
de este mundo. ¿Dónde está nuestro corazón, nuestra preocupación? Porque sigue siendo
verdad que «donde está tu tesoro, allí está tu corazón».
Ya estamos avisados de que hay cosas que se corrompen y pierden valor y sin embargo,
tendemos a apegarnos a riquezas sin importancia. Estamos avisados de que los ladrones
abren boquetes y roban tesoros y, sin embargo, confiamos nuestros dineros a los bancos,
y ahí está nuestro corazón y nuestro pensamiento y, a veces, nuestro miedo a perderlo
todo.
Sería una pena que fuéramos ricos en valores «penúltimos» y pobres en los «últimos».
¡Qué pobre es una persona que sólo es rica en dinero! Los que cuentan no son los valores
que más brillan en este mundo, sino los que permanecen para siempre y nos llevaremos
«al cielo», nuestras buenas obras, nuestra fidelidad a Dios, lo que hacemos por amor a los
demás. Y dejaremos atrás tantas cosas que ahora apreciamos.
También podemos hacernos nosotros mismos la revisión de la vista a la que nos invita
Jesús: ¿está sano mi ojo, o enfermo? ¿veo los acontecimientos y las personas con ojos
limpios, serenos, llenos de la luz y la alegría de Dios, o bien, con ojos viciados por mis
intereses personales o por la malicia interior o por el pesimismo?
PORTUGUES

No sermão do monte, Mateus reúne diversos ensinamentos de Jesus. Hoje lemos


algumas frases curtas sobre tesouros e sobre o olho como uma lâmpada do corpo.
"Não junteis tesouros aqui na terra", tesouros expirados que a traça e a ferrugem
destroem ou os ladrões podem facilmente roubar. Jesus opõe-se a valores verdadeiros e
duradouros, os "tesouros no céu".
«O olho é a lâmpada do corpo». Nosso visual é o que dá cor a tudo. Se ela está doente
- porque brota de um coração malévolo ou ambicioso - tudo que vemos fica doente. Se
não tivermos luz aos nossos olhos, tudo ficará escuro.

Todos podem se perguntar que tesouros ele aprecia e acumula, que uso ele faz dos bens
deste mundo. Onde está nosso coração, nossa preocupação? Porque ainda é verdade que
"onde está o seu tesouro, aí estará também o teu coração".
Já estamos avisados de que existem coisas que estão corrompidas e perdem valor e, no
entanto, tendemos a nos apegar a riquezas sem importância. Somos avisados de que os
ladrões abrem brechas e roubam tesouros e, no entanto, confiamos nosso dinheiro aos
bancos, e há nosso coração e nosso pensamento e, às vezes, nosso medo de perder tudo.
Seria uma pena se fôssemos ricos em valores "penúltimos" e pobres no "último". Quão
pobre é uma pessoa rica em dinheiro! Aqueles que contam não são os valores que
brilham neste mundo, mas aqueles que permanecem para sempre e nós levaremos "para
o céu", nossas boas obras, nossa fidelidade a Deus, o que fazemos por amor aos outros.
E deixaremos para trás tantas coisas que agora apreciamos.
Também podemos fazer a revisão do ponto de vista para o qual Jesus nos convida: meus
olhos estão saudáveis ou doentes? Eu vejo eventos e pessoas com olhos limpos e
serenos, cheios da luz e alegria de Deus, ou com os olhos viciados por meus interesses
pessoais ou por malícia interior ou pessimismo?

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