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Se tiene una errónea creencia de que el acoso escolar se limita a los golpes.

Aun así, esta es la causa


por la que el bullying de tipo físico es el más popular, al menos en el criterio de la sociedad general.
Entre las formas de acoso físico figuran las patadas, los empujones, los golpes con las manos, los
escupitajos, los tirones de cabello, los mordiscos y encerrar al chico echando llave por afuera. Entre
más grandes son los acosadores, el acoso físico se hace más violento y empieza a intervenir el
elemento sexual.

Aquí son muy comunes las acciones humillantes, como meter la cabeza de la víctima en la taza del
inodoro y tirar de la palanca, el jalar la pretina de los calzoncillos, el tirarlo de cabeza en los botes de
basura, quitarle los pantalones o subirle la falda, en el caso de las niñas. Los tocamientos sexuales no
deseados son un problema corriente para las niñas, sobre todo las que se han desarrollado más
rápido en comparación con otras de su edad y que llaman la atención de los chicos.

Mayor edad, mayor fuerza, y más grave el sometimiento físico. Los malos tratos cobran mayor
intensidad y pueden llegar a resultar peligrosos cuando los muchachos mayores combinan con
ideologías de odio, como sucede con los homofóbicos que se dedican a perseguir homosexuales
reales o supuestos (amanerados). Con el tiempo es probable que hagan su aparición las armas
blancas y algunas veces las de fuego.

Afortunadamente es fácil ver cuando alguien ha sido maltratado físicamente, pues digamos que es
mucho más visible que el acoso verbal que aunque sume al acosado en una melancolía, los golpes
pueden saltar a la vista. Pero hay también casos en los que el acosador sabe dónde pegar y
difícilmente deja una marca sumamente visible.

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