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UNIVERSIDAD DE CARABOBO

FACULTAD DE Cs. JURÍDICAS Y POLÍTICAS

ESCUELA DE DERECHO

DEPARTAMENTO: DERECHO PROCESAL

LAS GARANTÍAS CONSTITUCIONALES EN EL DESARROLLO

DEL DEBIDO PROCESO VENEZOLANO

Valencia, Mayo de 2006


ÍNDICE
Pág.
RESUMEN 3

INTRODUCCIÓN 4

CAPÍTULO I: PROBLEMA Y OBJETIVOS DE LA INVESTIGACIÓN


1. EL PROBLEMA. 5
1.1 Planteamiento 5
1.2 Objetivos de la Investigación 8
1.2.1 Objetivo General. 8
1.2.2 Objetivos específicos. 8
1.2.3 Justificación 9

CAPÍTULO II: MAECO TEÓRICO REFERENCIAL


2.1. Antecedentes 10
2.2 Bases Teóricas 12

CAPITULO III: MARCO METODOLÓGICO


3.1. Tipo de Investigación 30
3.2. Diseño de la Investigación 31
3.3 Selección de técnicas e instrumentos de recolección de datos 32

CAPÍTULO IV: PRESENTACIÓN DE LOS RESULTADOS OBTENIDOS 33

CAPÍTULO V: CONCLUSIONES 35

LISTA DE REFERENCIAS 37

ANEXOS 39

UNIVERSIDAD DE CARABOBO

FACULTAD DE Cs. JURÍDICAS Y POLÍTICAS

ESCUELA DE DERECHO

DEPARTAMENTO: DERECHO PROCESAL

LAS GARANTÍAS CONSTITUCIONALES EN EL DESARROLLO


DEL DEBIDO PROCESO VENEZOLANO
RESUMEN

El significado jurídico del proceso, independientemente de las partes, objeto y causa que
involucra, ofrece un agregado de relaciones lícitas que son el efecto inmediato del conflicto
de intereses específicos subordinados a una sentencia de un Tribunal de Justicia. Dada la
mencionada presencia del conflicto de intereses, donde las partes involucradas intentan por
todos los medios obtener una sentencia favorable, se hace inevitable el hecho de contar con
una actividad probatoria dentro del juicio, donde se de fe lícita y confiable del proceso en
desarrollo. En este sentido, la presente investigación tiene como objetivo general estudiar
las garantías constitucionales en el desarrollo del debido proceso venezolano para conocer
sus debilidades, fortalezas, oportunidades y amenazas. Se identifica como una investigación
descriptiva, debido a que intenta presentar una interpretación correcta de las realidades del
hecho, para luego sentar las bases acerca del tema en estudio. Además el estudio se sustenta
en los lineamientos metodológicos de una investigación documental, la cual según la
Universidad Nacional Abierta (1998), se basa en: “la investigación documental constituye
un procedimiento científico y sistemático de indagación, organización, interpretación y
presentación de datos e información alrededor de un determinado tema, basado en una
estrategia de análisis de documentos” (p.58). Una vez realizada la revisión y selección de
las bases teóricas existentes sobre el proceso y sus garantías constitucionales para obtener
una clara visión sobre su aplicación en marco legal venezolano, se presenta a continuación
un sencillo pero pertinente análisis de las debilidades, fortalezas, oportunidades y amenazas
de las mencionadas garantías del debido proceso, a través de un cuadro DOFA. Por último,
se presentan las conclusiones del estudio, destacándose que el verdadero soporte objetivo
de todo proceso es la pretensión además el tema de las garantías constitucionales del
proceso civil adquiere gran importancia en la doctrina, jurisprudencia y en la legislación no
sólo de Venezuela sino del resto de los países latinoamericanos.

Palabras claves: Garantías, Proceso, Constitución, Sociedad, Desarrollo.

INTRODUCCIÓN

Uno de los mecanismos destinados a proteger la Constitución y el Estado de


Derecho en su conjunto es el proceso. A través de él se procura proteger los derechos
fundamentales, vigilar la constitucionalidad normativa, sancionar las conductas antisociales
(delitos o faltas), impedir el ejercicio arbitrario del poder y solucionar o prevenir los
conflictos. De manera muy general, podemos decir que el proceso es aquel mecanismo de
composición o prevención de conflictos por medio del cual las personas someten sus
pretensiones o intereses contrapuestos a la decisión de un tercero. Si este tercero es un
órgano jurisdiccional, estaremos ante un proceso propiamente dicho (interno o
internacional), y si no lo es, ante un simple procedimiento (administrativo, arbitral, militar,
e incluso político o particular).

No obstante, como resulta más o menos evidente, no es suficiente que el proceso


exista y que esté al alcance de todos para asegurar la vigencia del Estado de Derecho y de la
Constitución en su conjunto. Es necesario que cuente con ciertas garantías a fin de asegurar
que el proceso no sea una farsa, es decir, que no sea una mera sucesión de actos formales
sin ninguna razonabilidad, sino un auténtico instrumento al servicio del ser humano para
alcanzar la paz social en justicia. Ese conjunto de garantías conforman lo que se conoce
como “debido proceso”. Este es aquel derecho fundamental a la justicia a través del
proceso. Se trata de un derecho de carácter instrumental que se encuentra conformado por
un conjunto de derechos esenciales que cumplen la función de impedir que la libertad y los
derechos de los individuos sucumban ante la ausencia o insuficiencia de un proceso. Su
elevada función nos permite sostener que no puede haber Estado de Derecho y, por
consiguiente, orden constitucional, allí donde no exista un debido proceso.

El estudio reúne las características de un trabajo documental y se encuentra


estructurado en cinco capítulos, los cuales se especifican a continuación:

Capítulo I: Contiene la exposición de la situación, enmarcada en el planteamiento , el


establecimiento de los objetivos de la investigación, tanto el general como los
específicos, así como las razones básicas que llevaron al investigador a programar el
estudio.

Capítulo II: Está representado por el marco teórico, donde se consolidan los antecedentes
de la investigación, luego se presenta la fundamentación teórica que se basa en conceptos,
teorías, principios y las bases legales que sustentan el estudio.
Capítulo III: Corresponde al marco metodológico, donde se describe el tipo y diseño de la
investigación, las técnicas e instrumentos de recolección de información que permiten el
desarrollo de los objetivos planteados, así como las técnicas de análisis de los datos.

Capítulo IV: En esta parte se presenta un análisis de las debilidades, fortalezas,


oportunidades y amenazas de las mencionadas garantías del debido proceso, a través de un
cuadro DOFA.

Capítulo V: Se emiten las conclusiones y recomendaciones que se desprenden de la


investigación. Por último, se presentan las referencias bibliográficas que fueron utilizadas
como apoyo durante el desarrollo de la investigación, además de los anexos
complementarios.

CAPÍTULO I

EL PROBLEMA

1.1.- Planteamiento

Conseguir una definición uniforme del proceso, que dé cabida a cuantos conflictos
son considerables en tal institución no es tarea fácil; cualquier análisis doctrinal del asunto
presenta, inmediatamente, una variada oferta de teorías que tratan de acuñar una noción del
proceso basada en postulados que revelen a la correspondiente ideología. La convivencia
humana genera una serie de conflictos de muy distinta índole y nadie duda que los mismos
deben ser atendidos socialmente, porque la sociedad como estructura de convivencia,
justifica su existencia, fundamentalmente en el remedio de las limitaciones del hombre.

Esta idea sociológica aunque alumbra el sistema procesal, es sencillamente


insuficiente para justificar la existencia del proceso, con su carga de eficacia convivencial.
Basta reflexionar sobre posibles mecanismos de solución de conflictos intersubjetivos, de
naturaleza voluntaria, para percibir en ellos la ausencia de la institución procesal. Sin
embargo, dicha idea sirve para lograr una aproximación a la consagración constitucional
del llamado derecho al proceso, porque la Constitución, máximo exponente de la soberanía
popular que en ella diseña su estructura convivencial, es, a la vez, Norma Suprema de la
convivencia en cuyo ámbito ha de integrarse el fenómeno que la sociedad organiza y
establece para dar cauce a la solución de los conflictos.

El tema de las garantías constitucionales en el debido proceso constituye una


problemática novedosa para los ordenamientos, la doctrina y la jurisprudencia
latinoamericanas, específicamente en la parte civil; aún cuando algunos países han
pretendido desarrollar un sistema sobre ciertos aspectos fundamentales.

Inclusive en la doctrina y jurisprudencia europeas continentales la preocupación


sobre las garantías constitucionales del derecho civil es reciente, particularmente en virtud
de disposiciones fundamentales consagradas en los textos de las leyes supremas expedidas
con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial. Mientras que en el derecho
angloamericano y particularmente en el estadounidense posee un desarrollo que puede
considerarse de prodigioso, derivado de una interpretación dinámica de las fracciones V y
XIV de la Constitución Federal, a través del concepto “due process of law”.
Ha sido Eduardo Couture el autor latinoamericano que ha despertado la atención de
los estudios sobre esta fundamental materia, en un clásico estudio titulado específicamente
“Las Garantías Constitucionales en el Derecho Civil”, y quien se explicaba la ausencia de
una tradición de estudios sobre estas garantías, en virtud de que la mayoría de los Códigos
Latinoamericanos, tienen como inspiración la Ley de Enjuiciamiento Civil Española de
1855, reformada en 1881 y esta última constituye a su vez una estratificación secular de
antiquísimas normas de proceso romano – canónico, surgidas en situaciones sociales en las
cuales el mundo actual apenas tiene una pequeña relación histórica de continuidad.

En este sentido, y pesar de que numerosas leyes fundamentales de Latinoamérica se


inspiraron en la Carta Federal de los Estados Unidos de 1787, y que en algunos preceptos
se ha hecho referencia de forma muy vaga e imprecisa a ciertos derechos de la persona
humana en relación con la administración de justicia civil, no se despertó sino hasta época
reciente, la conciencia sobre el desarrollo de estas disposiciones, en forma similar al que se
presentó en el sistema jurídico que les sirvió de modelo.

Por el contrario un fenómeno distinto se produjo en relación con el proceso penal,


ya que la mayoría de las Constituciones Latinoamericanas consignaron varios preceptos
sobre los derechos y garantías del acusado en el enjuiciamiento criminal, para suprimir, de
manera ilusoria, los abusos cometidos durante la época colonial y además en esta materia se
advierte también la Declaración de Derechos de la Francia Revolucionaria, en especial la de
1789.
Dada la importancia de las garantías en el desarrollo del debido proceso, es tarea
casi ineludible de un jurista o aficionado sobre el tema, el ahondar sobre las posibilidades
de llevar a cabo cualquier proceso legal bajo los lineamientos reglamentarios para una
normal y justa conclusión del mismo; tomando en consideración las debilidades, fortalezas,
oportunidades y amenazas emanadas de las garantías en sí mismas. Luego del panorama
descrito, nace la inquietud de plantear el presente estudio donde se busca dar un sencillo
análisis del contexto de las garantías en el desarrollo del debido proceso venezolano.
1.2.- Objetivos de la Investigación

1.2.1.- Objetivo General

Estudiar las garantías constitucionales en el desarrollo del debido proceso


venezolano para conocer sus debilidades, fortalezas, oportunidades y amenazas.

1.2.2.- Objetivos Específicos

Revisar la bibliografía existente sobre el proceso venezolano y sus garantías


constitucionales a través de los fundamentos teóricos existentes.

Seleccionar las bases teóricas relacionadas con el tema en estudio para obtener una
clara visión sobre su aplicación en marco legal venezolano.

Analizar el debido proceso venezolano y sus garantías constitucionales para conocer


sus debilidades, fortalezas, oportunidades y amenazas.

1.3.- Justificación de la Investigación

Partiendo del significado jurídico del proceso, sin prejuicio de las partes, objeto y
causa que involucra, se obtiene un agregado de relaciones lícitas que son el efecto
inmediato del conflicto de intereses específicos subordinados a una sentencia de un
Tribunal de Justicia.
Dada la mencionada presencia del conflicto de intereses, donde las partes
involucradas intentan por todos los medios obtener una sentencia favorable, se hace
inevitable el hecho de contar con una actividad probatoria dentro del juicio, donde se de fe
lícita y confiable del proceso en desarrollo.

En este orden de ideas, surgen las garantías, las cuales se proyectan sucesivamente
en cada una de las fases, fortaleciendo la veracidad y transparencia de la justicia en el
debido proceso; además de prestar defensa técnica mediante la asistencia de abogado, con
libertad de elección o nombramiento de oficio.

Por otra parte, la organización natural de la sociedad en pro de la conservación de


las buenas costumbres, urbanidad, deberes y derechos ciudadanos y justicia social,
demanda la existencia de procesos garantes, lícitos y justos, de manera tal que la ciudadanía
pueda sentirse satisfecha y segura de su sistema judicial en su cotidianidad.

Para finalizar, es importante resaltar que la razón primordial que le da base al


presente estudio es el hecho de brindar tanto al aprendiz como al colectivo interesado en el
tema, la posibilidad de adentrarse en el conocimiento de las debilidades, fortalezas,
oportunidades y amenazas que se derivan de cualquier proceso judicial, al cual no se
encuentra exento ningún ciudadano venezolano.

CAPÍTULO II

MARCO TEÒRICO REFERENCIAL

2.1.- Antecedentes
En toda investigación se recurre a la búsqueda de hechos anteriores y a la
formulación de situaciones, que sirvan al mismo tiempo para definir e interpretar de forma
clara y objetiva una problemática planteada; esto es posible a través del estudio y análisis
de documentos, textos, tesis, monografías e investigaciones, que permitan situar la fuente
que le da sustentación al estudio planteado. Es importante señalar, que se hizo una
indagación intensiva de temas relacionados con la presente investigación, los cuales
suministraron información y documentación; éstos se detallan a continuación:

SALAS BETETA (2004), en su artículo titulado “El Proceso y las Garantías


Constitucionales”, el autor destacó que, a la par en que la Constitución Política de un país
reconoce derechos constitucionales, también establece una serie de mecanismos procesales
con el objeto de tutelarlos, pues los derechos sin garantías no son sino afirmaciones
programáticas, desprovistas de valor normativo.

Por otra parte, GOZAÍNI (2002) en su trabajo titulado “El Debido Proceso
Constitucional”, afirmó que entre los autores ingleses existe consenso para definir al menos
unos pocos contenidos acerca de cómo ha de ser un proceso debido. En este sentido se
concibe como una válvula reguladora entre la libertad individual y las previsibles
imposiciones de la autoridad, asumiendo la existencia de conflictos entre los ciudadanos y
aquella y encauzando la resolución de los mismos por medio de procedimientos legales.

Una vez descritos los antecedentes consultados, se hace necesario señalar que los
mismos sirvieron como soporte para el desarrollo de las bases teóricas, además de servir
como guía a nivel metodológico para el desarrollo del presente estudio.
2.2.- Bases Teóricas

Concepto del proceso

Si definimos el proceso (independientemente de las partes, objeto y causa que


involucra) como el conjunto de relaciones jurídicas que surgen del conflicto de intereses
sometidos a la decisión final o sentencia de un Tribunal de Justicia, estamos definiendo esa
institución jurídica. Al mismo tiempo, afirmamos que el proceso es esencialmente ese
conjunto de relaciones jurídicas contenciosas que demandan la decisión de un juez, ya sea
el conflicto entre particulares (proceso civil, comercial y laboral), ya de particulares frente
al Estado o entidades públicas (proceso penal y administrativo), sea cual sea su causa, o su
objeto, la acción civil ordinaria, la acción pública o contenciosa-administrativa.

Esta afirmación implica, por tanto, que el proceso es esencialmente el mismo al


margen de las particularidades que puedan resultar de las partes, de su objeto y de su causa
conforme a la relación jurídica de carácter público o privado, por lo que la noción del
proceso, (y el mismo, como institución jurídica) es uno y es único; esto es lo que vamos a
denominar como la unidad de la noción del Proceso.

Breve reseña histórica del Debido Proceso

El denominado principio del debido proceso de ley (Due Process of Law), en cuanto
su origen, debe ser enmarcado en conjunto dentro del liberalismo o ideología política
democrático-burguesa, en la cual el constitucionalismo es uno de sus aspectos doctrinales
esenciales, fruto de las grandes revoluciones burguesas que, como expresión del rechazo al
absolutismo monárquico y freno a los abusos y arbitrariedades del antiguo régimen,
concibe la ley, y especialmente la constitución, como instrumentos que establecen,
organizan y estructuran los poderes del Estado, sus límites, y los derechos individuales y
fundamentales de los ciudadanos; como el mejor freno a los excesos y abusos de los
gobernantes sobre gobernados.

El constitucionalismo es el fruto de esas revoluciones burguesas de los siglos XVII,


XVIII y XIX, como son: La Revolución Francesa y su Declaración de los Derechos del
Hombre y del Ciudadano, la Revolución de Independencia de los Estados Unidos de
América, y la Revolución de Independencia de las Naciones Iberoamericanas del Siglo
XIX.
El Debido Proceso de Ley (Due Process of Law), aún fruto de ese nuevo orden
político y jurídico, es propio del sistema de Derecho Anglo-Sajón (Commom Law), cuyos
precedentes aparecen ya en el año 1215, en la Carta Magna de Inglaterra, texto en donde se
origina, al igual, otro principio fundamental como el que nos ocupa, el derecho de Habeas
Corpus; pero es en los Estados Unidos de América donde las enmiendas V, VI y XIV de la
Constitución Federal consagran el denominado “Due Process of Law”, cuya aplicación y
desarrollo, en la sociedad norteamericana y en el sistema anglosajón durante siglos, es una
obra particularmente debida a la Doctrina y la Jurisprudencia; especialmente la Doctrina y
la Jurisprudencia Norteamericanas.

Dificultad de definir el debido proceso de ley

La doctrina advierte de la complejidad de la institución tratada para ser definida, por


razones como aquella de que se trata de una institución de origen y desarrollo anglosajón,
consecuencia de la constante aplicación e interpretación de parte de la jurisprudencia y la
doctrina, en especial de los E.U.A. (Due Process of Law), entre cuyas características no
está precisamente las de ser definitorias. Por eso Esparza Leibar afirma que a pesar de su
larga vigencia, su constante estudio y aplicación, “se ha resistido a una definición en el
sentido al que estamos acostumbrados en los ordenamientos continentales”.

La Constitución Dominicana, por su parte, lo considera como el proceso que es


realizado en observancia a los procedimientos legales y culmina en una sentencia resultante
de un juicio imparcial, garantizando el derecho de la defensa, sobre los derechos
individuales y sociales que consagra.

Las ideas esenciales en cuanto a definir el verdadero proceso de ley, aparecen en


otras definiciones legales como en la Declaración Universal de Derechos Humanos (Art.
10), Pacto Internacional Sobre los Derechos Civiles y Políticos (Art. 14), Convención
Europea de los Derechos Humanos (Art. 6-1), Convención Interamericana de los Derechos
Humanos (Art. 8- 1), para citar algunos entre otros; pero en todas, tres ideas o conceptos
son comunes: imparcialidad e independencia del tribunal, garantía de los derechos
fundamentales y condena justa, y si buscamos otros convenios internacionales y las
constituciones políticas de diferentes Estados, veremos que esas ideas o conceptos son
comunes, y ya a veces de forma expresa, a veces tácita, pernean y subyacen al concepto de
lo que es el debido proceso de ley.

Entonces, existe un consenso en cuanto al contenido que debe definir el concepto


del debido proceso de ley: la garantía o el equilibrio entre la libertad individual y las
imposiciones de la autoridad, resolviendo los conflictos entre los individuos por medio de
los procedimientos legales. No se puede, por otra parte, ignorar que se trata de una
definición moldeada, esto es, influenciada de los elementos jurídicos, políticos,
sociológicos, éticos, morales, etc., que confluyen en un tiempo y en un espacio
determinado.

De ahí que el elemento definitorio de este concepto debe estar dotado de


flexibilidad, que es lo que ha permitido su supervivencia y progresiva expansión. Pero aún
así, dentro de las categorías de tiempo y espacio, subyace la idea de armonía de los
intereses Individuo-Estado-Individuo, a fin de un ideal de justicia que satisfaga el interés
individual y social.
Así, en un doble sentido, el debido proceso, en primer término, como derecho
subjetivo, significa el derecho de todo individuo frente a otro individuo de no ser privado
de ningún derecho sino mediante un proceso donde se le permita o garantice su defensa y
un juicio justo. Y al mismo tiempo significa que el Estado no puede limitar o privar, ni de
cualquier modo violar, desconocer o atentar de manera arbitraria contra los derechos
fundamentales inherentes a todo individuo en razón de su naturaleza humana, los cuales
pueden resultar ya sea de los Principios General, ya de la Constitución, o de una
Convención Internacional.
Por eso nadie puede ser condenado a una pena, o declarado deudor, sino después de
un proceso justo, ni los poderes públicos pueden dictar leyes, decretos o actos que atenten
contra los derechos, libertades y garantías de los individuos.

El debido proceso, es, pues, un derecho subjetivo que implica el ejercicio de la


función jurisdiccional. En ese sentido importa retener la noción, a los fines de dar una
definición que debe ser enfocada conforme a quienes consideramos como los más
autorizados en la materia: la jurisprudencia y doctrina, que lo enfocan desde una óptica
restrictiva por un lado, y desde otra ampliativa por el otro.

Conforme al criterio restrictivo, la observación del debido proceso de ley sólo


procede cuando la sanción o condena derivada, consiste en un atentado al derecho a la vida,
la libertad o la propiedad. Este es el criterio del Tribunal o Corte Suprema de E.U.A.
(Sentencias: Board o Regents Vs. Roth 1972, y US Labor Party Vs. Oremus 1980). Por el
contrario, de acuerdo al criterio ampliativo, se propone interpretar los términos vida,
libertad y propiedad en su acepción más genérica, esto es, abarcando todos los intereses y
garantías individuales.

Algunas críticas derivadas a propósito del concepto del Debido Proceso


De manera particular, asumo, una actitud crítica frente a la posición de la
Jurisprudencia Norteamericana, o sistema restrictivo. El debido proceso de ley no viene
definido ni dado en función de los derechos y libertades que protege. Es un valor del
sistema y del ordenamiento jurídico destinado a garantizar el ejercicio efectivo de todo
derecho individual, en su concepto más extenso, frente a todo aquel, y frente a todo acto
susceptible de vulnerarlo, sea por el acto de un particular o por parte del Estado, por lo que
la teoría ampliativa es la que mejor define en este aspecto el debido proceso.

Concepto del Debido Proceso


Resumiendo y partiendo de las reflexiones anteriores, me permito definir el Debido
Proceso de Ley (Due Process of Law) o simplemente el Debido Proceso, como aquel en el
cual los justiciables, sujeto activo y pasivo, concurren al mismo en condiciones de igualdad
dentro de un marco de garantías, de tutela y respeto de los derechos y libertades
fundamentales, que les son reconocidos por el ordenamiento, a fin de concluir en una
decisión justa y razonable.

Se habla de decisión justa, porque la sanción que resulta como consecuencia de todo
proceso civil, penal o de otra índole, que es la condena en general, solo es válida si es
pronunciada con imparcialidad e independencia y el Juez hace justicia, con apego y respeto
a los derechos de las partes involucradas en el mismo. Hablamos de condena racional
porque lo justo, entendido como tal, sólo es así si es a la vez racional. La justicia es un
valor ante todo racional, lo mismo que el derecho, que la tiene como su fin u objeto, y la
norma en tanto que forma parte del derecho. Y dentro de la norma la ley, sólo serán en
efecto tales, si ante todo son racionales, porque lo que no es racional es arbitrario, y la
arbitrariedad es un contravalor de la justicia, por lo cual son categorías que se excluyen.

La Constitución y el principio del Debido Proceso


La recepción del principio del Debido Proceso, siendo considerado como uno de los
derechos, así como una garantía fundamental del individuo, inherente a su condición, y por
ende, trascendente en el tiempo y en el espacio, es consagrado en la actualidad, ya de modo
indirecto, o ya directamente, por las constituciones políticas de los distintos Estados que se
proclaman como Estado democráticos y de derecho, adquiriendo rango o categoría
constitucional como derecho fundamental, reconocido para todo justiciable sin distinción
de ninguna especie.

La Constitución Española de 1978, país al que nos unen lazos de un pasado


colonial, y cuya Constitución actual es el fruto de la reinstauración de la monarquía y del
ensayo democrático posterior a la dictadura franquista, el principio en cuestión es
enunciado en el artículo 24 de ese ordenamiento constitucional, al garantizarse la tutela por
parte de los jueces y tribunales, (como un derecho inherente a toda persona) de los derechos
e intereses legítimos, prohibiendo la indefensión; para luego consagrar los aspectos que
informan ese derecho, como el derecho a un juez ordinario, a la defensa, la asistencia legal
y otros.

En la evolución del constitucionalismo moderno, el caso más reciente es el de


nuestro país, Venezuela, en el contexto de los países iberoamericanos, donde una especie
de movimiento de transformación dentro del mismo sistema y régimen político acaba de
culminar con la aprobación de Constitución de fecha 17 de noviembre de 1999 que, con
relación al principio estudiado establece el derecho de toda persona al acceso a los
tribunales para hacer valer sus derechos e intereses con la garantía de una justicia que debe
ser entre otras cosas gratuita, imparcial, autónoma, independiente y expedita (Art. 26,
concatenado con el Art.49).

No se puede obviar la Constitución Norteamericana, pues corresponde a los países


anglosajones, en especial los Estados Unidos de América, la formulación legal del
principio, su aplicación y desarrollo, como derecho fundamental de todo individuo. Así el
principio del debido proceso en el Sistema Norteamericano se encuentra establecido en las
enmiendas V, VI y XIV de la Constitución Federal, y la Constitución del Estado Libre
Asociado de Puerto Rico (Art. II, sección 7), estableciendo que nadie puede ser privado de
la vida, libertad y propiedad sin el debido proceso de ley.

En el contexto de las naciones iberoamericanas, todas y cada una de las


Constituciones vigentes, en esos Estados consagran el debido proceso de ley como un
derecho y garantía fundamental del individuo.
Naturaleza del principio del Debido Proceso.

El debido proceso de Ley, como un derecho que resulta por ser un atributo de la
persona humana, es inherente a todo individuo en razón de su condición de ser humano, tal
como lo enuncian, junto a otros derechos y garantías fundamentales que ostentan el mismo
carácter, los ordenamientos constitucionales de los Estados, así como el ordenamiento
internacional. En cuanto a su naturaleza, constituye uno de los llamados principios
generales del derecho, con vocación universal, subyacente a todo ordenamiento jurídico
particular y general, constituyendo, dentro de los mismos, un valor supremo en la escala de
los valores normativos o fuentes que implica las siguientes consecuencias:

a) Su observación o aplicación procede siempre, aún cuando no sea formulado por ninguna
norma legislativa, constitucional, ordinaria o tratado internacional, porque subyace todo el
ordenamiento jurídico general y particular.
b) Tiene una vocación universal, es común a todo ordenamiento y sistema jurídico sin
excepción.
c) Es trascendente en el tiempo y el espacio, por aplicarse a todo individuo en cualquier
época o lugar donde se encuentre.

Un ejemplo de lo que se acaba de afirmar lo confirma uno de los elementos que


conforman su contenido: la imparcialidad del juez o de la justicia, que no tiene que resultar
de ninguna disposición o norma, puesto que es una cualidad o valor inherente a la justicia
como virtud o como valor que es ella también, y a la función del juez, que de no ser así,
ambas quedan totalmente desnaturalizadas para perder su esencia.

Los elementos del Debido Proceso y su aplicación general

a) El derecho de acceso al Tribunal: Por razones de economía, vamos a englobar aquí


otros derechos que se relacionen con éste y que son elementos del principio; así, el derecho
de acceso al tribunal o a un juicio implica que ese juez o tribunal sea independiente e
imparcial, además, de ser el juez natural u ordinario; este derecho se aplica a todo tipo de
proceso, dado que, por el principio de la igualdad de todos los individuos ante la ley el
derecho se vulneraría si se priva o se limita el acceso de cualquier justiciable ante el juez, o
se le obliga a comparecer ante un juez que no sea el juez natural u ordinario; y si el tribunal
o juez no es independiente ni imparcial, se vulnera se desnaturaliza la justicia como
supremo valor del sistema jurídico y del Estado de Derecho; por lo que debemos concluir
que ese aspecto del Debido Proceso es válido y aplicable al proceso civil, penal, laboral,
administrativo y aún disciplinario.

b) El derecho a la tutela efectiva de sus derechos: El acceso al tribunal debe orientarse a


la protección efectiva de los derechos que implica y pone en juego el proceso con relación a
los justiciables. Así, para que la decisión que resulte sea justa y razonable debe ser fundada
y congruente, en este sentido, debe haber una relación concordante entre los argumentos de
derecho o norma aplicable y los hechos englobados en esa norma, los cuales ella se va a
aplicar de modo que el fallo sobre la cuestión planteada, cuya solución es sometida al juez,
sea lo suficientemente motivada como para que no implique ni injusticia, ni vulneración de
derechos para cualquiera de las partes. Debe además existir el derecho de recurrir a las
instancias superiores para ejercer los recursos que la ley pone en sus manos para enmendar
la sentencia.
Y por último, debemos mencionar el derecho a la ejecución de la sentencia pues, de
no existir, los derechos derivados o reconocidos en ella, serían puras categorías formales o
meras intenciones, cualquiera que fuera el tipo de proceso a resolver.

c) El elemento de igualdad: Considerado como consustancial al proceso y uno de los


elementos dogmáticos del mismo, sin el cual no se aplica ni tiene sentido el derecho de
defensa, el derecho a la igualdad constituye un principio o elemento del Debido Proceso
puesto que implica la oportunidad de que todas las partes al concurrir al tribunal gocen de
los mismos medios de ataque y de defensa, es decir, que puedan defenderse en iguales
condiciones e iguales oportunidades, con la posibilidad racional de hacer valer sus alegatos,
medios y pruebas sin estar colocadas en situación de desventaja.

d) El derecho de defensa: De importancia capital dentro del contenido del debido proceso,
el derecho de defensa consiste en la facultad de todo justiciable a disponer de todos los
medios, garantías e instrumentos que el ordenamiento pone a su alcance para la defensa real
y efectiva de sus derechos e intereses jurídicos, cuya privación o desconocimiento en su
perjuicio conlleva lo que denominamos indefensión o violación del derecho de defensa. La
violación del derecho de defensa no sólo se produce cuando se vulneran las reglas
procesales, sino también cuando se atenta contra cualquier otro derecho envuelto en el
proceso, ya sea por parte del órgano jurisdiccional, o por la de una de las partes, siempre
que implique la privación o disminución de las posibilidades de defenderse.

Algunos autores consideran como distinto al de la defensa el derecho a la asistencia


o defensa letrada o técnica, esto es, la asistencia de un consejero o de un abogado.

e) Derecho a conocer la acusación: Es uno de los aspectos del proceso donde se


manifiesta la noción restrictiva del debido proceso, algunos autores llegan a señalar que el
mismo “es específico del proceso penal” pero, siendo un instrumento para la realización del
derecho fundamental de la defensa, el mencionado derecho es inherente a toda clase o tipo
de proceso, con las diferencias que le son consecuentes; así como al acusado en el proceso
penal, ya sea por la autoridad que le persigue, ya sea en la citación a comparecer al tribunal,
se le debe informar el contenido, la indicación de la infracción o textos legales en virtud de
los cuales se le requiere, en los asuntos civiles, comerciales, laborales, etc., la citación, el
emplazamiento; en general, el acto introductivo de la demanda, debe indicar el objeto de la
demanda y su causa, los motivos de hecho y de derecho. En definitiva, el demandado debe
conocer la razón por la cual se le juzga, igual que el acusado de una infracción penal.
h) Garantías fundamentales de orden procesal: Se trata de una serie de derechos cuya
finalidad es garantizar de modo real y efectivo el derecho de defensa y la objetividad e
imparcialidad procesal, razones por las cuales tales garantías están presentes en todo
proceso de orden penal, civil, laboral, comercial y contencioso administrativo. A
continuación se presentan de manera desglosada las garantías establecidas en nuestra
constitución y su importancia en el desarrollo del debido proceso, o sea nos ubicaremos
específicamente en la legislación venezolana.
Para el desarrollo del debido proceso el constituyente del 99, decidió establecer
ciertas garantías que aseguren ese desarrollo en cuanto a actuaciones judiciales y
administrativas, de ahí que en el Art.26 y 49 de la Constitución de la República Bolivariana
de Venezuela se encuentran dichas garantías.

El contenido de esta norma, aun no siendo la única que se ocupa del tema, encierra
un verdadero código de garantías fundamentales, que van desde principios generales a
normas específicas, y que son aplicables a los juicios. Se puede observar de que en el texto
de dicha norma existen varias formulaciones amplias y genéricas que, por si solas, dan
cobertura a cualquier cuestión que se quiera llevar a la óptica constitucional. Pero, no
obstante, ello no impide que la Constitución haya querido mencionar también expresamente
otras garantías particulares, que por la frecuencia de su utilización, convenía explicitar, o
bien otras que no hace falta explicar por estar contenidas en la Ley Procesal fundamental
(C.P.C).

El Art.49 establece una serie de derechos o garantías semejantes a los que existen en
la mayoría de las constituciones del mundo, y que son consecuencia de épocas en que el
absolutismo de los gobiernos privaban de toda garantía de defensa a los acusados de algún
hecho ilícito y era legal.

GARANTÍAS DE LA ACTIVIDAD DE LAS PARTES

1. La igualdad de las partes:

El Art.21 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela establece


que los venezolanos son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna
por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o
circunstancia personal o social. Pero la Constitución no limita esta igualdad a las leyes
llamadas sustantivas. La transposición procesal de este principio se traduce también en la
garantía de las partes en su actividad procesal. La garantía no suele actuar aisladamente,
sino que su infracción suele provocar algunas repercusiones procesales más.
Desde el punto de vista estrictamente dogmático, las dos posturas procesales que se
contraponen los intereses en todo tipo de enjuiciamiento deben ser absolutamente
equivalentes en cargas y expectativas. Y así se recoge normalmente en las leyes de
enjuiciamiento. Se atiende al posible resultado de indefinición cuando se situé a las partes
en una posición de desigualdad, o si se impide la aplicación efectiva del principio de
contradicción. En definitiva, se trata de evitar un resultado aleatorio del juicio.

El equilibrio en la dialéctica procesal no significa que no exista tratamiento


diferenciado en cuanto a determinadas expectativas o cargas de la actividad procesal.
Ciertamente algunas normas pueden conceder una cierta posición de ventaja inicial a una
parte, en consideración a determinadas circunstancias pero ello es legítimo y no viola la
igualdad, porque esta no puede predicarse de situaciones desiguales.

La aplicación de la garantía no significa que el juez deba asumir la defensa de la


parte más débil, porque se incurriría así en una desigualdad de signo contrario, igualmente
prohibida.

La garantía comprende también la igualdad de aplicación de la ley por los


tribunales. Fundamentalmente exige igualdad de trato a los ciudadanos cuando los casos
sometidos a la decisión sean iguales, aun proviniendo de órganos judiciales distintos, sin
perjuicio de su respectiva independencia.

2. La citación y notificación:

Otras de las garantías básicas del juicio son la observancia de los principios de la
citación y notificación, que se complementan recíprocamente y las encontramos en el
Art.49 Ord. 1.

Estas se reflejan en el vocablo latino nemo inauditus damnari potest, que supone
que hay que dar oportunidad a cada parte de participar en cada una de las fases del juicio.
Tanto es así, que la primera manifestación obvia es el derecho a ser notificado de la
pendencia del juicio. Las garantías no persiguen la presencia física de la parte ni su
actividad en cada trámite procesal, tan solo la presencia jurídica, que es lo que se asegura
con las garantías.

La manifestación específica de estas garantías es ese derecho a ser informado de la


acusación, hecho que debe producirse desde el mismo momento en que formalmente se
realiza la acusación.

3. El derecho de defensa:

La jurisprudencia se ha encargado de potenciar al máximo esta garantía, en la


Constitución la encontramos en el Art.49 Ord.1. Además esta íntimamente ligada a la de
igualdad de partes.

Desde un punto de vista positivo, la garantía significa ante todo el derecho a


defenderse en el juego. Manifestaciones específicas de este aspecto de la autodefensa es el
derecho al nombramiento de un intérprete si el demandado no conoce el idioma español.

El contenido del derecho a defenderse por si mismo no se extiende a la facultad de


prescindir de la preceptiva defensa técnica.

Por definición, la garantía supone el derecho a la prueba, entendida como actividad


probatoria dentro del juicio. En la fase de prueba del juicio la garantía comporta para la
parte el derecho a utilizar todos los medios pertinentes para su defensa, entendida esta
referencia a su postura procesal de parte, en el sentido de que solo podrán usarse los medios
probatorios previstos en la ley. Pero lo cierto es que la Constitución se refiere a todas las
pruebas conducentes a la defensa. Por ello no debe de existir limitación alguna en cuanto a
la cantidad y a la calidad de dichas pruebas.

La garantía se proyecta sucesivamente en cada uno de los capítulos de la prueba,


desde la admisión o denegación del medio de prueba. Un aspecto particular es el control de
forma en que se obtienen las pruebas.
El derecho a la asistencia de letrado viene a fortalecer el derecho a la defensa ya que
supone que la intervención de la defensa técnica proporciona al ciudadano el debido
asesoramiento para conducir a buen fin la defensa de sus intereses legítimos.

La garantía presta defensa técnica mediante la asistencia de abogado, con libertad de


elección o nombramiento de oficio.

4. La presunción de inocencia:

Esta garantía está consagrada en el Art.49 Ord.2 y 3, es una posición de ventaja que
la Constitución atribuye al ciudadano que se encuentra en posición departe demandada.
Consiste en atribuirle de entrada la calidad de persona inocente y en no obligarle a hacer
nada para demostrarlo, por lo cual no tiene que preocuparse de probar su inocencia, le basta
y le sobre la pasividad mas absoluta.

El terreno abonado de la presunción de inocencia es ciertamente la prueba. De


hecho la Doctrina consolidada tras reiteradas resoluciones puede resumirse como sigue:

• Desvirtuar la presunción de inocencia exige ante todo una mínima actividad probatoria.
• Solo se considera actividad probatoria la que según la ley tiene carácter de tal. Ante
todo no pueden considerarse como actividad probatoria las meras diligencias de
instrucción, que solo tienen naturaleza de tales y no de actos de prueba. Sirven para
fundar la acusación pero no para sentenciar.
• Solo las partes demandantes tienen la carga de probar la acusación, de suministrar en el
momento procesal adecuado suficientes pruebas de cargo que puedan desvirtuar la
presunción de inocencia. Si dichas pruebas de cargo no se llegan a producir, la
presunción de inocencia se mantiene y procede la absolución del demandado. Si de
haberse aportado dichas pruebas el Tribunal no resultase convencido también ha de
fallar con el principio in dubio pro reo.

Resulta por lo tanto, que la garantía cubre todos y cada uno de los momentos de la
actividad probatoria y pugna por sobrevivir a los embates de la demanda. Solo las pruebas
de cargo concluyentes hacen perder al ciudadano dicha posición de ventaja, tras el
sometimiento a la disciplina del juicio civil.

GARANTÍAS DE LA ACTIVIDAD JURISDICCIONAL

1. El juez predeterminado por la ley:

Se recoge en el Art.49 Ord.4 la garantía del juez natural, garantía que preside la
actuación de los Tribunales de Justicia y tutela al ciudadano en el momento de acceso a los
mismos, reforzando los principios que rigen la organización de la jurisdicción en el Estado
de Derecho. La garantía significa:

El ciudadano tiene derecho a que su causa sea dirimida por un juez, o sea que dentro
del estricto marco del proceso jurisdiccional. Quiere ello decir que se excluye la vigencia
del referido derecho en los procedimientos no jurisdiccionales.

El calificativo de natural no impide que los ciudadanos sean juzgados por un


tribunal especializado o especial, ya que el ordenamiento jurídico no se opone a la
exigencia de jurisdicciones y órganos especializados. Pero a lo que si es contrario es que los
ciudadanos sean juzgados por Tribunales de excepción, ya que están prohibidos
expresamente por la Constitución.

Es necesario que el Juez este predeterminado, predeterminación que afecta a la


existencia del propio órgano judicial así como a su jurisdicción y competencia. Es preciso
que se haya creado previamente el órgano judicial con generalidad y anterioridad al caso.
Se quiere evitar así la existencia de jueces ad hoc o ex post facto. Además la determinación
del órgano y de sus competencias tiene que estar delimitadas totalmente antes del caso. Lo
que se trata de evitar con ello es que se cree un Tribunal expresamente para ese caso.

2. El derecho a obtener una resolución fundada en derecho o de lo contrario toda


persona podrá solicitar al Estado el restablecimiento de la situación jurídica lesionada
por error judicial:
Esta garantía no es más que un recordatorio a la jurisdicción para que cumpla su
papel en el juicio, desarrollando la actividad que le es propia.

Se trata de asegurar a las partes una respuesta sobre el fondo respecto de las
pretensiones planteadas en el pleito. Se espera pues de ella una solución definitiva a los
problemas formulados expresamente por las partes

Manifestación típica de esta garantía es el deber de motivación de las resoluciones


judiciales, al que se le ha dado rango constitucional. El deber de motivación se satisface
cuando la resolución judicial, de manera implícita o explicita, contiene razones y elementos
de juicio que permitan conocer cuales han sido los criterios jurídicos que fundamenten la
decisión.

La resolución fundada en derecho ha de ser congruente con los términos en que las
partes han formulado sus pretensiones o con la acusación y la defensa. La armonía interna
de toda resolución judicial exige la justa correspondencia entre pretensiones de las partes y
el fallo.

En cuanto a los daños por errores judiciales, se tiene que todo individuo tiene la
facultad de solicitarle al Estado la reparación de la situación jurídica lesionada por error
judicial, retardo u omisión injustificada; quedando a salvo el derecho del o de la particular
de exigir la responsabilidad personal del magistrado o de la margistrada, del juez o de la
jueza; y el derecho del Estado de actuar contra éstos o éstas. Art.49 Ord.8 CNRBV.

GARANTÍAS DEL JUICIO

1. El juicio con todas las garantías:


Todos tienen derecho a un proceso con todas las garantías, según lo establecen los
Arts.26 y 27 de la constitución. La redacción es bastante clara como para que no existan
graves problemas de interpretación.

Dada la amplitud de la expresión, no hay razón alguna para ser precavido en contra
de su uso, ni menos puede adoptarse en criterio restrictivo en su interpretación.

El problema principal radica en determinar que es lo que se entiende por todas la


garantías. Desde luego son garantías del juicio todas las enumeradas en el propio texto
constitucional y que por razón de su preeminencia, se recogen expresamente en la
Constitución. Pero no son solo estas, ya que también se deben respetar las normas de
procedimiento que se contienen en las leyes procesales.

2. La tutela judicial efectiva

Función de la tutela judicial.

A todas las personas se les reconoce el derecho a obtener la tutela efectiva de jueces
y tribunales en el ejercicio de sus derechos e intereses legítimos. De esta forma, se consagra
el derecho a acceder a los órganos jurisdiccionales para la defensa de los propios derechos e
intereses.

En los sistemas de separación de poderes, el ejercicio de las facultades y deberes


derivados del monopolio del uso legítimo de la fuerza se atribuye, con carácter general, a
los órganos judiciales. De la atribución a un órgano, distinto del legislativo, del ejecutivo,
del electoral y del ciudadano de la facultad de aplicar las leyes y dirimir los conflictos,
surge el derecho de todas las personas a acceder a los juzgados y tribunales para que éstos
resuelvan los conflictos en los que sean parte.

Es en el momento final de juicio cuando precisamente se somete a prueba el


funcionamiento de las garantías procesales. La perspectiva del resultado que se obtiene
como consecuencia de una actuación procesal ha servido al Tribunal Supremo de Justicia
para describir y confirmar muchas de las garantías fundamentales del instrumento de tutela
jurisdiccional. Entre estas, la que mayor número de ocasiones ha servido de soporte al
amparo constitucional es precisamente la de la tutela efectiva. Su vitalidad es tan
extraordinaria que prácticamente todo el esquema de garantías constitucionales podría
construirse sobre ella. Las manifestaciones más importantes de esta garantía podría
resumirse en:

a) Prohibición de indefensión: La garantía tiene ante todo una dimensión negativa en


relación con el juicio eficaz: la prohibición de indefensión. Pero ante todo, hay que señalar
que la indefensión no tiene que ver nada con el contenido favorable o adverso de la
sentencia, sino con el camino seguido hasta llegar a ella. La indefensión se caracteriza por
suponer una privación o limitación del derecho de defensa.

b) Eficacia del juicio: Desde un punto de vista positivo, la garantía significa que el juicio ha
de ser eficaz y para que esto sea posible es necesario que se complete con otros derechos
que le ayuden a alcanzar tal eficacia:

• Libertad de acceso a lo jueces y tribunales, debiendo ser este real y posible, y que no se
vea frustrado antes de iniciar el juicio por imposibilidad de servirse del instrumento, o
después por el deficiente funcionamiento de la institución procesal.
• Derecho a un proceso sin dilaciones indebidas ya que para que el juicio sea eficaz debe
de tener una duración razonable. Además se conecta a la expectativa que se ha de tener
de que los tribunales funcionen con normalidad, estando dotados de los medio
personales y materiales necesarios y haciendo eso de ellos, como corresponde a un
servicio publico.
• El derecho a obtener una resolución de fondo fundada en derecho, cualesquiera que sea
su sentido. La tutela judicial queda satisfecha cuando se obtiene una resolución de
fondo que, de forma razonada y ajustada a derecho (motivada, razonable, no arbitraria y
no infundada) estime o desestime las pretensiones instadas, siempre que en el proceso
se hayan cumplido y observado todas las garantías recogidas en el Art.49 CNRBV.
• El derecho a que el fallo se cumpla (derecho a la ejecución de la resolución de fondo
obtenida) es decir, el derecho de quien ha sido favorecido por la resolución de fondo a
ser repuesto en sus derechos y compensado, si hubiere lugar a ello, por el daño sufrido.
• El derecho a la tutela judicial incluye también el derecho a la revisión de la resolución
siempre que ello esté legalmente previsto. Sólo cuando la Ley establece un recurso, el
acceso al mismo se integra en el derecho a la tutela judicial precisamente con el alcance
y en los términos previstos en el propio ordenamiento sin que la resolución pueda
incidir en reformatio in peius.

3. La publicidad del juicio

Aunque expresamente no está establecida en nuestra constitución, ésta se


sobreentiende, además de que si se encuentra consagrada en el Código de Procedimiento
Civil Venezolano como una formalidad de los actos procesales. La publicidad del juicio es
una forma de disponer la actividad procesal que tiene diversos objetivos: al ciudadano le
permite que su causa sea vista a la luz publica y no a escondidas, y respecto a la
administración de justicia, se traduce en la oportunidad de que los justiciables vean por si
mismos como se gestiona el servicio de justicia en el estado de derecho.

El fundamento de esta garantía es doble. Por un lado, protege a las partes de una
justicia sustraída al control público. Por otro, mantiene la confianza de la comunidad en los
Tribunales. Su contenido es de carácter meramente formal, pues se trata de una forma de
exteriorizar la actividad procesal.

A todas vistas, la publicidad contribuye a ampliar el marco de resonancia de la


función jurisdiccional. La ejemplaridad en la administración de justicia se fomenta en la
medida en que el público pueda tener acceso al santuario de los Tribunales.
CAPÍTULO III

MARCO METODOLÓGICO

3.1. Tipo de Investigación


En toda investigación se hace necesario que los hechos estudiados, así como las
relaciones que se establecen entre éstos, los resultados obtenidos y las evidencias
significativas encontradas, reúnan las condiciones de fiabilidad, objetividad y validez
interna; para lo cual, se requiere delimitar los procedimientos de orden metodológico, a
través de los cuales se intenta dar respuestas al objeto de investigación.

En virtud a la situación planteada, el presente estudio se identifica como investigación


descriptiva, debido a que intenta presentar una interpretación correcta de las realidades del
hecho, para luego sentar las bases acerca del tema en estudio.

Al respecto cabe citar al autor, Tamayo y Tamayo (2001), quien afirma que la
investigación descriptiva “comprende la descripción, registro, análisis e interpretación de la
naturaleza actual, y la composición de los fenómenos. El enfoque se hace sobre
conclusiones dominantes o sobre cómo una persona, grupo, o institución se conduce o
funciona en el presente” (p. 54).

Es importante señalar, que este tipo de investigación busca especificar las propiedades
importantes de personas, grupos o cualquier otro fenómeno que sea sometido a análisis.
(Balestrini, 1999).

Además el estudio se sustenta en los lineamientos metodológicos de una


investigación documental, la cual según la Universidad Nacional Abierta (1998), se basa en
: “la investigación documental constituye un procedimiento científico y sistemático de
indagación, organización, interpretación y presentación de datos e información alrededor de
un determinado tema, basado en una estrategia de análisis de documentos” (p.58).

La investigación documental utiliza la técnica de documentación para dar


confiabilidad a sus resultados, por lo que en este estudio se hizo la revisión de diferentes
textos, revistas, leyes y reglamentos enfocados en materia de Derecho Penal y
específicamente referidos a los delitos contra la libertad.
3.2. Diseño de la Investigación

En el marco de la investigación, referida al estudio de las garantías constitucionales en


el desarrollo del debido proceso Venezolano, se define el diseño de la investigación como
una guía técnica para conducir el proceso de estudio. Este se orienta metodológicamente
por el diseño no experimental, sobre el cual Balestrini (1999), expresa que en él se ubican
los estudios explorativos, descriptivos, los causales y los proyectos factibles, donde se
observan los hechos estudiándolos tal como se manifiestan en su ambiente natural.

Dentro de los diseños no experimentales y atendiendo a lo que afirman Hernández y


otros (1998), éstos: “se pueden clasificar en transeccionales y longitudinales, de acuerdo a
su dimensión temporal o al número de momentos o puntos en el tiempo en los cuales se
recolectan los datos” (p.59). por lo tanto, la presente investigación se fundamenta en el
diseño de tipo transeccional descriptivo y documental.

Según Tamayo y Tamayo (1998), el diseño de la investigación “es la parte del


proceso que nos indica como realizar una investigación, dado un problema a investigar; es
decir, que pasos deben seguir para lograr la aplicación de las etapas del método científico a
una determinada investigación” (p.21).

3.3. Selección de técnicas e instrumentos de recolección de datos

Para la obtención de la información es muy importante definir con claridad las


técnicas e instrumentos de recolección que se utilizaron, ya que están destinados a
conocer las necesidades y así recolectar los datos de la realidad aplicados a la
situación a estudiar.
Según, Hernández, Fernández y Baptista (2003), “las técnicas de recolección de datos
son las distintas formas o maneras de obtener la información” (p. 53). Entre las técnicas e
instrumentos de recolección de datos utilizados para el desarrollo de la presente
investigación, se encuentran los siguientes:

Análisis de Contenidos: Tamayo y Tamayo (2000), afirma que este análisis amplía
la descripción del problema e integra la teoría con la investigación y sus relaciones mutuas;
en una palabra, es la teoría del problema y tiene como fin ayudar a precisar y a organizar
los elementos contenidos en la descripción del mismo, de tal forma que puedan ser
manejados y convertidos en acciones concretas. Cabe destacar, que está herramienta fue
empleada para el desarrollo del Capítulo II, el cual consiste en la revisión bibliográfica y
jurisprudencial, que sustenta el estudio.

Para que los datos recolectados tengan algún significado dentro de la presente
investigación, con el propósito de organizarlos e intentar dar respuestas a los objetivos
planteados en el estudio, evidenciar los principales hallazgos encontrados, conectándolos de
manera directa con las bases teóricas que sustentan la misma, así como, con los
conocimientos de que se disponen en relación a la situación que se propone estudiar.

CAPÍTULO IV

PRESENTACIÓN DE LOS RESULTADOS OBTENIDOS.

Luego de revisar y seleccionar las bases teóricas existentes sobre el proceso y sus
garantías constitucionales para obtener una clara visión sobre su aplicación en el marco
legal venezolano, se presenta a continuación un sencillo pero pertinente análisis de las
debilidades, fortalezas, oportunidades y amenazas de las mencionadas garantías del debido
proceso, a través de un cuadro DOFA.

• Análisis Interno

FORTALEZAS DEBILIDADES

 El proceso constituye un instrumento x El retardo procesal.


fundamental para la realización de la
justicia. x Existencia de decisiones no apegadas a
derecho.
 La defensa y la asistencia jurídica son
derechos inviolables en todo estado y
grado de la investigación y del proceso.

 “Nulla pena sine lege”. Ninguna persona


podrá ser sancionada por actos u
omisiones que no fueren previstos como
delitos, faltas o infracciones en leyes
preexistentes.

• Análisis Externo

AMENAZAS OPORTUNIDADES
x Desconocimiento por parte del ciudadano  Todos los ciudadanos son iguales ante la
común de la existencia de garantías ley, y tiene derecho a ser oídos en
constitucionales para el desarrollo del cualquier clase de proceso.
debido proceso.
 Los jueces ordinarios administran justicia
a venezolanos y extranjeros en la medida
de su competencia.

 Toda persona tiene derecho a acceder a


las pruebas y de disponer del tiempo y de
los medios adecuados para ejercer su
defensa.

CAPÍTULO IV

CONCLUSIONES
Al término de la investigación se hace necesario esbozar las conclusiones a las que
se llegó, y que forzosamente asumen carácter genérico y superficial, pueden sintetizarse
como sigue:

• El verdadero soporte objetivo de todo proceso es la pretensión, hasta tal punto que
todas las vicisitudes procesales se ordenan y giran en torno a aquella, no es menos cierto
que el proceso, en cuanto institución jurídica, como se ha dicho, se levanta sobre dos
pilares o premisas fundamentales del sistema, que son la jurisdicción y la acción.
• El tema de las garantías constitucionales del proceso civil adquiere gran importancia en
la doctrina, jurisprudencia y en la legislación no sólo de Venezuela sino del resto de los
países latinoamericanos.
• Los derechos de los que tanto se ha venido hablando se han agrupado también bajo el
nombre de “garantías de justicia”, y se han elevado a la categoría de Principios
Internacionales, en virtud de que fueron consagrados tanto en la Declaración Americana
sobre Derechos Humanos, en su carácter de derechos de la persona humana que deben
respetar todos los ordenamientos y autoridades del continente.
• Aún cuando disposiciones constitucionales de carácter venezolano se refieren a los
derechos de las partes en el proceso civil, estos derechos no pueden desvincularse de
otro tipo de disposiciones que sobre el proceso civil y los organismos judiciales han
establecido los preceptos de las propias leyes fundamentales.
• El derecho de defensa que consagra de manera explícita la Constitución Venezolana,
carece de eficacia si no se toman en consideración a las llamadas “garantías judiciales”,
es decir, los instrumentos que los preceptos constitucionales establecen para lograr la
independencia e imparcialidad de los tribunales, y además, si los juzgadores no asumen
su función de directores del proceso, superando la imagen de la figura impasible del
período individualista y liberal.
• Por otra parte, tampoco pueden separarse los derechos constitucionales de las partes,
respecto de los lineamientos de carácter estructural que las mismas disposiciones
fundamentales establecen para regular el procedimiento jurisdiccional y que se conocen
como principios formativos o formalidades esenciales del mismo procedimiento.

LISTA DE REFERENCIAS
• Libros Consultados

CABANELLAS de T., Guillermo (1979). Diccionario Jurídico Elemental. Argentina.


Editorial Heliasta S.R.L.

CALAMANDRIEI, Piero. (1962). Corte Constitucional y Autoridad Judicial, en sus


estudios sobre el Proceso Civil. Buenos Aires. Trad. Santiago Sentís Melendo.

CARNELUTTI, Francesco. Instituciones del Proceso Civil. Buenos Aires. Trad. Santiago
Sentís Melendo.

ESPARZA L., Iñaki. “El Principio del Proceso Debido”, pág. 72. Editora Bosch.
Barcelona, España. 1995.

MÉNDEZ, C. (2001). Metodología. Diseño y Desarrollo del Proceso de Investigación.


Tercera Edición. McGraw Hill. Bogota, Colombia.

RENGEL - Romberg, Tratado de Derecho Procesal Civil Venezolano, 11ª Ed.


Septiembre del 2004, impreso por Altolito C.A, Caracas 2004.

SABINO, C. (2002). Cómo se elabora el Proyecto de Investigación. Quinta Edición. BL


Consultores Asociados. Servicio Editorial. Caracas, Venezuela.

TAMAYO, M. (2001). El proceso de la Investigación Científica. (4ª Edición). México.


Limusa Noriega Editores.

UNIVERSIDAD NACIONAL ABIERTA (1998). Técnicas de Documentación e


Investigación I. Tercera Edición. Caracas, Venezuela.

UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA EXPERIMENTAL LIBERTADOR (UPEL, 2003).


Manual de Trabajo de Grado de Especialización, Maestría y Tesis Doctorales
de la UPEL. Valencia: Manual publicado por la Universidad Pedagógica
Experimental Libertador.

• Leyes Consultadas

CONSTITUCIÓN DE LA REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA, Gaceta


Oficial Extraordinaria N° 5453 del 24 de marzo de 2000.

CÓDIGODE PROCEDIMIENTO CIVIL VENEZOLANO, Gaceta Oficial Nº 3970


Extraordinaria de Fecha 13 de Marzo de 1987.

• Sitios Web Consultados

http:// www.ulpiano.com
http:// www.tododerecho.com
http:// www.google.com
http:// www.asambleanacional.gov.ve
http:// www.jurisweb.com
http:// www.monografias.com
http:// www.tsj.gov.ve
ANEXOS
Magistrado Ponente: HADEL MOSTAFÁ PAOLINI
Exp. 11529

Se inició la presente causa mediante escrito de fecha 9 de marzo de 1995, por el


cual el abogado ROBERTO ACKERMAN, en su carácter de Presidente y representante
legal de la sociedad mercantil OLIMPIA TOURS AND TRAVEL C.A., titular de la
cédula de identidad N° 2.939.908, estando debidamente asistido por el abogado LUIS
FELIPE BLANCO SOUCHON, inscrito en el Inpreabogado bajo el N° 1.267 , interpuso
demanda por cobro de bolívares y daños y perjuicios contra la CORPORACIÓN DE
TURISMO DE VENEZUELA (CORPOTURISMO).

Cumplido como fue todo el procedimiento controvertido, en fecha 29 de abril


de 1998, se dijo “Vistos”.

Tal como consta en autos, en fecha 21 de octubre de 1999, esta Sala Político
Administrativa de la extinta Corte Suprema de Justicia (rectius: Tribunal Supremo de
Justicia), dictó sentencia definitivamente firme signada bajo el N° 1470, por la cual se
declaró PARCIALMENTE CON LUGAR la demanda interpuesta y, por consiguiente,
CONDENÓ a la parte demandada al pago de las siguientes cantidades:

“a.- La cantidad de CIENTO VEINTICUATRO MIL SEISCIENTOS


OCHENTA Y DOS DOLARES DE LOS ESTADOS UNIDOS DE AMERICA
(US $ 124.682,00), por concepto de las comisiones que el Hotel Bella Vista
debió pagar a la parte actora por las habitaciones y servicios que comerció
con la operadora canadiense Carousel Holidays. Dicha cantidad deberá ser
pagada en moneda de curso legal, al tipo de cambio vigente para la fecha del
pago.

b.- La cantidad de UN MIL DOLARES DE LOS ESTADOS UNIDOS DE


AMERICA (US $ 1.000,oo) por concepto del pago que en nombre de
CORPOTURISMO hiciera la parte actora a la IX feria Turística de Quebec,
Canadá. Dicha cantidad deberá ser pagada en moneda de curso legal, al tipo
de cambio vigente para la fecha del pago.

c.- Los intereses moratorios causados sobre las cantidades antes señaladas,
desde el 13 de noviembre de 1993 hasta la fecha de este fallo, así como los que
se sigan causando hasta la fecha del definitivo pago de la obligación
demandada, a la tasa corriente del mercado, sin que pueda exceder del doce
por ciento (12%) anual, de conformidad con lo previsto en el artículo 108 del
Código de Comercio. Dichos intereses serán pagaderos en moneda de curso
legal al tipo de cambio vigente para la fecha de su pago.

Se ordena la realización de una experticia complementaria al fallo, a los


efectos de determinar los intereses moratorios cuyo pago ha sido ordenado”.

Cumplido como fue la designación y juramentación de los expertos de rigor


y, consignado como fue la experticia complementaria del fallo, esta Sala mediante
decisión de fecha 27 de julio de 2000, dictó auto por el cual se acordó de conformidad
con lo previsto en el artículo 524 del Código de Procedimiento Civil, DECRETO DE
EJECUCIÓN VOLUNTARIA, en contra de CORPORACIÓN DE TURISMO DE
VENEZUELA, CORPOTURISMO, Instituto Autónomo adscrito al Ministerio de la
Producción y Comercio, creado por Ley de Turismo publicada en la Gaceta Oficial de la
República de Venezuela N° 1.591 Extraordinaria, para que en el lapso de DIEZ (10)
DÍAS CONTINUOS, procediera a entregar en plena satisfacción a la parte gananciosa,
la sociedad mercantil OLIMPIA TOURS AND TRAVEL C.A., inscrita en el Registro
Mercantil de la Circunscripción Judicial del Distrito Federal y Estado Miranda, de fecha
25 de noviembre de 1985, bajo el N° 80, Tomo 46 A-Sgdo; las siguientes cantidades:

1.- CIENTO VEINTICUATRO MIL SEISCIENTOS OCHENTA Y DOS


DOLARES DE LOS ESTADOS

UNIDOS DE AMERICA (US $ 124.682,00), por concepto de las comisiones


que el Hotel Bella Vista debió pagar a la parte actora por las habitaciones y
servicios que comerció con la operadora canadiense Carousel Holidays. Dicha
cantidad deberá ser pagada en moneda de curso legal, al tipo de cambio vigente
para la fecha del pago.
2.- UN MIL DOLARES DE LOS ESTADOS UNIDOS DE AMERICA (US
$ 1.000,oo) por concepto del pago que en nombre de CORPOTURISMO
hiciera la parte actora a la IX feria Turística de Quebec, Canadá. Dicha cantidad
deberá ser pagada en moneda de curso legal, al tipo de cambio vigente para la
fecha del pago.

3.- NOVENTA Y SEIS MIL CUATROCIENTOS OCHENTA Y TRES


DOLARES DE LOS ESTADOS UNIDOS DE AMERICA (US $ 96.483,oo)
por concepto de intereses moratorios causados. Dicha cantidad deberá ser
pagada en moneda de curso legal, al tipo de cambio vigente para la fecha del
pago.

Mediante diligencia de fecha 2 de agosto de 2000, los apoderados judiciales de


la parte condenada, peticionaron la nulidad del auto de ejecución voluntaria dictado por
Sala en fecha 27 de julio de 2000.

Mediante diligencia de fecha 8 de agosto de 2000, el apoderado judicial de la parte


gananciosa peticionó que sea declarada extemporánea la solicitud formulada por los
representantes de la perdidosa, ello de conformidad con lo previsto en el artículo 252 del
Código de Procedimiento Civil y, a su vez, denunció una actitud procesal que no busca
otra cosa sino retardar el normal desenvolvimiento del proceso, - imputando a dicha
parte- , conductas desleales, a cuyo efecto también solicitó, amonestación de
conformidad con el artículo 170 del Código de Procedimiento Civil.

En virtud de la designación de los Magistrados Hadel Mostafá Paolini y


Yolanda Jaimes Guerrero, y la ratificación del Magistrado Levis Ignacio Zerpa, por la
Asamblea Nacional en sesión de fecha 20 de diciembre de 2000, publicada en la Gaceta
Oficial Nº 37.105 del día 22 del mismo mes y año, se reconstituyó la Sala Político-
Administrativa el 27 de diciembre de dicho año, y se reasignó la ponencia al Magistrado
Hadel Mostafá Paolini que con tal carácter suscribe el presente fallo.
I

CONSIDERACIONES SOBRE LA CONSTITUCIONALIDAD DEL LAPSO


PREVISTO EN EL ARTÍCULO 252 DEL CODIGO DE PROCEDIMIENTO CIVIL
CON RELACIÓN A LOS RECURSOS DE CORRECCIÓN DE SENTENCIAS

Ahora bien, formulada como ha sido la petición de “revocación” de la decisión


de fecha 27 de julio de 2000, por la cual esta Sala acordó la ejecución voluntaria del fallo
de fecha 21 de octubre de 1999; se observa que la misma –la diligencia- ha sido peticionada
en fecha 2 de agosto del año en curso, lo cual, en principio, excedería el lapso preclusivo a
que se refiere el artículo 252 del Código de Procedimiento Civil, el cual dispone que:

Artículo 252.- Después de pronunciada la sentencia definitiva o la


interlocutoria sujeta a apelación, no podrá revocarla ni reformarla el Tribunal
que la haya pronunciado.
Sin embargo, el Tribunal podrá, a solicitud de parte, aclarar los puntos
dudosos, salvar las omisiones y rectificar los errores de copia, de referencias o
de cálculos numéricos, que aparecieren de manifiesto en la misma sentencia, o
dictar ampliaciones dentro de tres días, después de dictada la sentencia, con tal
de que dichas aclaraciones y ampliaciones las solicite alguna de las partes en el
día de la publicación o en el siguiente.” (Subrayado y cursivas de la Sala).

De manera que dictada la decisión (27 de julio de 2000) por la cual se acordó la
ejecución voluntaria del fallo definitivamente firme (21 de octubre de 1999), los
apoderados judiciales de la condenada formularon su petición el día 2 de agosto de 2000, es
decir, un día posterior al lapso preclusivo que estatuye la norma recién transcrita, ello en
virtud de que transcurrieron los días viernes 28 de julio; el lunes 31 de julio y el día martes
1 de agosto de 2000 (primer día de despacho siguiente).

Ahora bien, el establecimiento en norma legal adjetiva de un tiempo en extremo


brevísimo -el mismo día de la publicación o en el día siguiente- para interponer una
solicitud de corrección de sentencias definitivas o de las interlocutorias sujetas a apelación,
ha llevado a un amplio sector de la literatura especializada y a la jurisprudencia, a formular
diversas posturas e interpretaciones originadas por la extrema brevedad del lapso para
interponer la solicitud a que se refiere el artículo 252 del Código de Procedimiento Civil, el
cual como parte integrante del ordenamiento jurídico dictado bajo la Constitución
derogada, mantiene su vigencia, siempre que no contraríe el novísimo ordenamiento
Constitucional vigente, tal como dispone su Disposición Derogatoria Única.-

Estima la Sala, que en virtud de la entrada en vigencia de la Constitución de la


República Bolivariana de Venezuela en 1999, la norma recién transcrita exige una nueva
lectura conforme a sus valores, normas y principios, especialmente procesales; y, en
particular, lo dispuesto con relación al derecho a una justicia transparente (CRBV: 26);
el derecho a la defensa y el derecho a disponer del tiempo y de los medios adecuados
para ejercer la defensa (CRBV:49,1º), así como también, el derecho a ser oído en
cualquier clase de proceso con las debidas garantías y dentro del “plazo razonable”
determinado legalmente (CRBV:49,3), el debido proceso y la tutela judicial efectiva
(CRBV:253).

El problema se plantea con relación a dos aspectos, (i) los esfuerzos destinados
a determinar el inicio del referido lapso, esfuerzo este en el cual se ha concentrado la
doctrina y la jurisprudencia bajo la Constitución derogada; y (ii) la razonabilidad de la
duración del lapso en sí, a los fines de determinar si el mismo, contradice los valores,
garantías y principios constitucionales adjetivos contenidos en la novísima Constitución.

A) De la Constitucionalización de las garantías procesales y de la interpretación de las


normas y principios constitucionales.

La constitucionalización de las garantías esenciales del proceso en la novísima


Constitución de 1999, entendida en sentido general, como su inserción en la
Constitución, ha llevado a que las mismas adquieren la fuerza que le es propia de las
normas y principios constitucionales, esto es, su superioridad normativa, extensible a
todos, órganos del Estado y ciudadanos, (CRBV: 7 y 19).

La naturaleza de ley suprema de la Constitución se refleja en la necesidad de


interpretar todo el ordenamiento de conformidad con la Constitución y en la declaratoria de
inconstitucionalidad de la norma que la contradiga o viole mediante los medios procesales
previstos en ella, incluido en ello, la inconstitucionalidad sobrevenida de aquellas normas
dictadas bajo el ordenamiento constitucional derogado, incompatibles con la novísima
Constitución; así como, la aplicación preferente de la Constitución por los jueces (CRBV:
334) respecto a las interpretaciones de normas subconstitucionales que la contradigan
(desaplicación singular: control difuso de la constitucionalidad), lo cual si bien mantiene su
validez, ocasiona la pérdida de la eficacia de la norma cuestionada para el caso concreto,
cuando ello fuera necesario para su solución en el mismo, conforme a la Constitución y
dictando las medidas conducentes a tales fines (CRBV:334).

La constitucionalización de las normas sobre derechos y garantías procesales en


la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1999 (CRBV), no es una
simple “formalización de reglas, conceptos y principios elaborados dogmáticamente por el
Derecho Procesal, sino la consagración de normas que han adquirido un significado
distinto, desde el momento de su incorporación en el Texto Constitucional, por ser “normas
de garantía” que configuran la tutela del ciudadano frente a los poderes públicos y de los
particulares entre si. De tal carácter deviene que deben ser interpretadas teniendo en
consideración a todas las demás reglas constitucionales con los que guarda relación e
inevitablemente, tal interpretación estará influenciada por los valores, normas y principios
que inspiran el orden constitucional en el cual se consagran y por el necesario balance del
contenido esencial de los derechos presentes en el proceso.

Es por ello que resultaría inadecuado pretender interpretar la norma constitucional desde
la norma legal misma; ya que por el contrario, es la norma legal la que debe ser
examinada bajo el prisma constitucional.- Ello es importante subrayarlo con énfasis,
visto que muchas de las garantías procesales consagradas hoy en la Constitución de
1999, estaban contenidas en las leyes de Procedimiento Civil, Penal, del Trabajo e
inclusive en las relativas al Contencioso-Administrativo y, muy especialmente, con
relación al artículo 252 del Código de Procedimiento Civil y, que hoy nos ocupa,
originada en el nuestro primer Código de Procedimiento Judicial, de 12 de mayo de
1836 (Código Arandino, artículo 18) y la cual ha sido objeto de sucesivas regulaciones,
todas ellas bajo normas, valores y principios constitucionales muy diferentes a los de la
novísima Constitución de 1999, todo lo cual impone, como se ha señalado “una lectura
constitucional de las leyes antiguas, desde la cima del texto constitucional vigente”.
Planteada la inconstitucionalidad de una norma o acto de carácter
subconstitucional, basada en una determinada interpretación de inconstitucionalidad
propuesta en el caso concreto, en realidad lo que se plantea no es solo la confirmación de la
interpretación de inconstitucionalidad que se ha propuesto, sino también la determinación
de la inexistencia de una cualquiera otra interpretación que la haga compatible con la
Constitución, porque de existir ésta, la norma conservara su vigencia, salvo en lo que
se refiere a la interpretación inconstitucional confirmada. De allí que no pueda
declararse la inconstitucionalidad de una norma en forma global, sino cuando todas
las interpretaciones posibles de la misma se encuentran en contradicción con el texto
constitucional, y es por ello, que el llamado “control difuso” de la constitucionalidad,
solo produce la pérdida de la eficacia pero no la validez de la norma, ya que esta la
conserva, salvo en lo que respecta a la interpretación de inconstitucionalidad
confirmada en el caso concreto.

Ello es así, porque como se ha señalado, el legislador es libre de seguir


consideraciones sociopolíticas, tendencias que persiguen el fomento de determinados
grupos e incluso tendencias cuyo objetivo es modificación de las estructuras sociales
existentes. La Constitución no puede dar indicaciones precisas en cuanto que está pensada
para una comunidad pluralista, en la que coexisten puntos de vista muy diferentes, de allí
que en definitiva la legislación no sea simple ejecución de la Constitución, sino un libre y
renovado principio creador, sometido a la misma, del cual se deriva la presunción de
constitucionalidad in favor legislatoris.

Las diversas soluciones que la jurisprudencia ha venido formulando en atención a


solucionar los problemas derivados del referido lapso, han estado orientados a resolver
la incertidumbre generada por el comienzo del lapso, porque dependiendo de un hecho
futuro pero cierto, esto es, una sentencia que en un momento cualquiera de un lapso de
tiempo determinado, habrá de producirse, impone según la norma bajo análisis, a
quienes deseen hacer uso del derecho a solicitar una corrección de la misma, una vigilia
permanente durante todas las horas de despacho de todos y cada uno de los días del
Tribunal, a fin de tener conocimiento de la producción del hecho que da lugar al inicio
del plazo –la sentencia- so pérdida del señalado derecho.
Un amplio sector de la literatura nacional especializada ha señalado que “el
lapso para interponer las aclaratorias y ampliaciones a que se refiere el transcrito artículo
252 del Código de Procedimiento Civil, se hace muy aleatorio, “pues como la sentencia
puede ser dictada en cualquier momento, tendría la parte que estar atenta,
cotidianamente, para constatar si se ha dictado el fallo con errores, omisiones o
incógnitas, y poder solicitar, en caso afirmativo, oportunamente, la enmienda
conceptual o material del caso”. Se agrega, en un esfuerzo por aliviar la agotadora
exigencia impuesta por la brevedad del lapso y la aleatoriedad de la oportunidad en que
pudiera dictarse la sentencia, que el plazo para pedir la aclaratoria o ampliación corre
“cumplidos los lapsos para sentenciar y no a partir de la publicación misma de la
sentencia”. (Henríquez La Roche, 1995).

Igualmente, también se ha señalado que “Una interpretación racional y lógica debería


conducir a que la jurisprudencia admitiera la procedencia de las aclaratorias o de las
ampliaciones después de vencido el lapso para sentenciar, lo que llevaría, entonces, a la
suspensión del plazo para la apelación. Así se unificarían desde el punto de vista de su
inicio, el lapso para pedir aclaratorias y ampliaciones, y el plazo para ejercer la
apelación” (Duque Corredor, 1995).

Como podrá observarse, tales razonamientos han estado dirigidos no a la


consideración de la razonabilidad del lapso en si, sino a interpretar situaciones de tiempo
procesales anteriores al mismo, a fin de establecer un día cierto para el ejercicio del
derecho, por relación a otro que se conoce, (fin del lapso para sentenciar). Tal forma de
aproximarse a la solución del problema no podría ser otra, visto que el ordenamiento
constitucional derogado remitía al legislador el establecimiento de los lapsos procesales,
en forma discrecional, esto es, sin fijarle un criterio racional en el cual fundar su
determinación, dejando a su libre arbitrio la expresión de su duración. Norma que fuera
entendida como una limitación del control jurisdiccional sobre la raison d´etre de los lapsos
procesales, de su racionalidad y de la duración misma del proceso.
Ahora bien, el proceso se inserta en unos valores, derechos y garantías constitucionales
alrededor de los cuales se desarrolla. Uno de estos valores, es la libertad, la igualdad y la
dignidad del hombre. Esto es, la circunstancia de formar parte de un proceso no puede
constituirse en un obstáculo al ejercicio de las libertades, esto es, no puede constituir una
suerte de endeudamiento de tiempo y dignidad a la disposición del mismo, no obstante
su importancia. De allí que necesariamente haya de derivarse una primera regla con
relación al proceso y a la participación en el mismo, la cual es, la no enajenación del
hombre a la suerte o al capricho de la actuación de la otra parte o de los propios órganos
de administración de justicia. Esto en términos de la oportunidad para el conocimiento
oficial de la oportunidad en la cual han de realizarse actos debidos o cargas debidas por
las partes, ha de ser establecido de forma tal que no enajene su libertad, ni constituya la
misma un sacrificio que no este obligado a soportar.

Siendo la racionalidad característica del proceso y entendiendo por esta, el lugar donde
se encuentran y anidan valores, derechos y garantías con la realidad de las cosas, resulta
evidente, que la lógica impuesta por la racionalidad del proceso, exige el señalamiento
previo de la oportunidad en día cierto en el cual han de realizarse determinadas
actividades o consecuencias procesales especialmente cuando se refiere al ejercicio de
derechos de las partes.

Cuando no existe la fijación de un día cierto para la realización de un acto, sino un


plazo o un lapso, para el ejercicio de un derecho, resulta racional dejar al interesado que
este escoja la oportunidad que habrá de realizarlo dentro del lapso en el cual ello le
estaría permitido. Sin embargo, cuando la realización de dicho acto constituye supuesto
para el ejercicio de derechos de otros resultaría irracional pretender que este careciera
también de un día cierto prefijado para ejercer el suyo, o que la certeza de tal día,
estuviera condicionada al sacrificio de la propia libertad para poder entrar en al
conocimiento de la actividad aleatoria y eventual del otro.

Esta racionalidad de la exigencia del día cierto, en relación a los lapsos procesales, se
corresponde con la garantía de una justicia transparente y del derecho al tiempo
suficiente para la defensa. Entre numerosos ejemplos que nos muestra el grueso de la
normativa adjetiva, ello se observa en la contestación de la demanda, la cual no tiene un
día cierto predeterminado por la ley, sino uno cualquiera de los varios del lapso para la
contestación y visto que la apertura del lapso probatorio depende de la contestación de la
demanda y esta puede producirse dentro de uno cualquiera de los días del lapso fijado
para la contestación, la norma adjetiva, como señala el artículo 388 del Código de
Procedimiento Civil, establece tal apertura del lapso probatorio el día siguiente al
vencimiento del lapso para la contestación de la demanda, esto es, siguiendo la
racionalidad de la norma general que prohíbe la abreviación de los lapsos.
Esta racionalidad en que se funda el día cierto, es extensible cuando el ejercicio de una
actividad de las partes depende de un acto del juez, a realizarse en un lapso. En tal caso,
el razonamiento es el mismo, ya que el proceso no constituye una sucesión de actos
sorpresivos en el tiempo, ni puede imponerse a las partes, el sacrificio de la propia
libertad y dignidad, derivada de la necesaria conducta de permanente vigilia de los actos
del juez, como condición de ejercicio de los actos propios. Racionalidad esta que
encontramos expuesta en la sentencia parcialmente transcrita (supra).

En consecuencia, en virtud de los razonamientos expuestos, esta Sala conforme a lo


previsto en el artículo 334, primer aparte, de la Constitución desaplica en el presente
caso, con efectos ex nunc, el artículo 252 del Código de Procedimiento Civil, que limita
el inicio del lapso para interponer los recursos en dicho artículo previstos, a la
oportunidad que el mismo señala y, en consecuencia, establece que la oportunidad para
ejercer la corrección de sentencias consagrado en el artículo 252 del Código de
Procedimiento Civil, podrá ejercerse: (i) vencido como se encuentre el lapso para
sentenciar, aún cuando la sentencia se ha publicado dentro de los lapsos respectivos, (ii)
o a partir del vencimiento del lapso único de diferimiento, cuando la sentencia se publica
dentro del mismo o a partir de la ultima notificación de las partes, notificación que se
practicara de conformidad con el artículo 233 del Código de Procedimiento Civil,
cuando la sentencia se publique fuera del lapso para sentenciar, o del de su único
diferimiento y no a partir de la publicación misma, como literalmente indica el artículo
252 del Código de Procedimiento Civil y ASI SE DECLARA.

B) La duración de los lapsos procesales y la garantía constitucional de la justicia


transparente y de la “racionalidad” del proceso y de su ordenación, consagradas
en la novísima Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1999.

Un segundo aspecto del problema, es el relativo a la duración del lapso mismo para
interponer la corrección de sentencias, esto es, dos días; uno, en el cual se dicta la
sentencia, que aún estando presente, por suerte o por vocación de esclavitud permanente
que impone la incertidumbre de su condición de hecho futuro, menoscaba la posibilidad
de elaborar las solicitudes que por escrito han de contener el ejercicio de los derechos
que las mismas encierran, lo cual, en ausencia de los útiles necesarios para su
elaboración, salvo que se hiciera irreflexivamente en el propio mesón de abogados del
tribunal y a mano, implicarían la pérdida de ese primer día de los dos que tiene para
interponer la solicitud; y, aún cuando, se diere aquel conocimiento, por demás fortuito y
esclavizante, en el día siguiente, por lo cual sólo tendría lo que resta del día para
ejercitar el derecho. Problema éste cuya solución se ha iniciado en la interpretación
contenida en la decisión de la Sala Social del Tribunal Supremo de Justicia de fecha 15
de marzo de 2000 (infra), que adapta la duración del referido lapso a los valores, normas
y principios de la novísima Constitución, en aplicación de la garantía del plazo
razonable del debido proceso.
La norma Constitucional consagra el derecho a una justicia transparente en el artículo 26
de la misma, el cual establece:

“Artículo 26.- Toda persona tiene derecho de acceso a los órganos de


administración de justicia para hacer valer sus derechos e intereses, incluso
los colectivos o difusos, a la tutela efectiva de los mismos y a obtener con
prontitud la decisión correspondiente.
El Estado garantizará una justicia gratuita, accesible, imparcial, idónea,
transparente, autónoma, independiente, responsable, equitativa y expedita, sin
dilaciones indebidas, sin formalismos o reposiciones inútiles.” (Subrayado de
la Sala).

Una justicia transparente no quiere decir otra cosa, que la claridad en el decir
-rigor y comprensión-, de manera que la lectura de aquélla permita conocer íntegramente el
pleito substanciado, eligiendo lo imprescindible, apartando lo innecesario y tratando con
orden todas las cuestiones con el empleo de las palabras adecuadas e indispensables sin
quebranto de claridad. Tanto la congruencia como la motivación del pronunciamiento
constituyen requisitos ineludibles de la función judicial. La Constitucionalidad de estos
requisitos aleja a la sentencia del acto de pura decisión para mostrar tanto el propio
convencimiento de quien la dicta como la explanación de las razones dirigidas por las
partes, para la satisfacción de su interés, así como para el supuesto de posibles recursos y de
un eventual control por otro tribunal, posibilidades que se verían enormemente enervadas si
las razones no fueran en lo mínimo explícitas.

La Sala de Casación Social del Tribunal Supremo de Justicia, en sentencia de fecha 15


de marzo de 2000, señaló:

“La precisión de la Constitución, al establecer el derecho de toda persona a


ser oída dentro de un plazo razonable determinado legalmente evidencia que
no se trata de cualquier plazo determinado legalmente, sino que este debe
razonablemente garantizar la posibilidad de ser oído.
Por su brevedad, el lapso para solicitar la aclaratoria, no es razonable, dada
la importancia que adquiere este medio procesal con la interpretación que
hace la Sala, por tanto debe ser desaplicado”. (TSJ-SS 15/marzo/2000).-
La noción de plazo razonable concebida originalmente en razón del derecho a un
proceso sin dilaciones indebidas y como garantía constitucional frente a la justicia tardía,
es aplicable a las fases y plazos que lo integran, como sucesión racional de actos en el
tiempo que es propio de su naturaleza procesal y, en consecuencia, la noción de plazo
razonable es también aplicable a la solicitud de aclaratoria de sentencia.

La expresión “plazo razonable” constituye un concepto jurídico indeterminado, con


relación al lapso para interponer el recurso que nos ocupa, y debe responder a una
racionalidad que garantice la oportunidad de analizar y considerar el acto objeto de la
solicitud a los fines de precisar por parte del querellante su derecho a la transparencia del
mismo y, por lo tanto, su derecho a ser oído, cuando el acto no satisface tal derecho a
juicio del recurrente, en los supuestos previstos por la norma con relación al ejercicio de
tal derecho. De allí, que el lapso específico razonable para realizar determinados actos
dentro del proceso, es mas limitado que la racionalidad exigida con relación al derecho a
un proceso sin dilaciones indebidas, ya que éste por su naturaleza de carácter
prestacional, habrá de distinguirse según se trate la gravedad y complejidad de los
asuntos en el envuelto, siendo diferente según se trate de causas criminales, asuntos
civiles o controversias contencioso-administrativas.

Es por ello que la racionalidad de un plazo, como concepto jurídico indeterminado que
es, y el cual constituye el contenido esencial del derecho constitucionalmente exigido
por una de las partes, comportaría necesariamente el ser dotado de contenido concreto en
cada caso, atendiendo a criterios objetivos congruentes con su enunciado genérico, y en
el caso que nos ocupa, - solicitud de corrección de sentencia y en la especie, aclaratoria
de la misma ex artículo 252 del Código de Procedimiento Civil- “sería la naturaleza y
circunstancias del litigio, su complejidad y márgenes ordinarios de duración de
solicitudes similares, la complejidad del contenido del acto cuya aclaratoria se solicita,
consecuencias que de la demora se siguen para los litigantes y consideración de los
medios disponibles”, elementos a ser tomados en consideración para precisar el apego a
la constitución del lapso razonable determinado o fijado por el legislador.

En tal caso se busca la serenidad de ánimo, el tiempo debido frente a la dilación


indebida, dejar transcurrir un tiempo prudencial entre los hechos (el acto que se solicita
aclarar) y el tiempo para considerarlo y estudiarlo a ver si requiere de aclaratoria. Ello es
el único medio para obtener los datos necesarios para su auténtica valoración. No se trata
de buscar una justicia rápida, haciendo breve los lapsos para interponer solicitudes y
recursos, sino un tiempo razonable para estudiar y verificar la transparencia del acto para
poder ejercer el derecho a que se aclare lo que se considera oscuro y, eventualmente, la
no interposición de recursos por razón del convencimiento emanado de la transparencia
de la sentencia.
En el presente caso resulta evidente que un lapso breve como el que nos ocupa, además,
de exigir la permanente velada de la actuación del juez día a día, impide la reflexión
seria para entender y precisar el contenido de la sentencia, con lo cual se menoscaba el
derecho a una justicia transparente, entendida ésta como un acto de razón que debe
explicarse por sí mismo, de forma tal que la lectura de la sentencia permita conocer en
plenitud el pleito, y que la misma posea la claridad necesaria para dotar a la sentencia
del poder de convicción.

Examinada la norma bajo análisis se observa que en un sistema fundamentalmente


escrito como el nuestro, y limitadas las presentes consideraciones a los procesos
seguidos ante esta Sala, y a los supuestos contenidos en la norma considerada, la misma
carece de racionalidad en virtud de que no encontramos elemento de tal naturaleza que
justificando la extrema brevedad del lapso, no implique un menoscabo del contenido
esencial a solicitar el derecho a una justicia transparente, en comparación con supuestos
de gravedad similares como es el caso de la apelación y, siendo así esta Sala, en el
presente caso, considera necesario aplicar con preferencia la vigencia de las normas
constitucionales sobre el debido proceso relativas a la razonabilidad de los lapsos
con relación a la norma del artículo 252 del Código de Procedimiento Civil y, en
ejecución de lo dispuesto en el artículo 334 de la Constitución, dispone en forma
conducente, con efectos ex nunc, que el lapso para oír la solicitud de aclaratoria
formulada es igual al lapso de apelación del artículo 298 del Código de
Procedimiento Civil, salvo que la ley establezca un lapso especial para la misma en
los supuestos de los actos a que se refiere el artículo 252 eiusdem.

Igualmente, siendo cónsonos con los asertos antes expuestos, resulta forzoso advertir,
que la interposición de la corrección de sentencia suspenderá sus efectos; produciendo
el presente pronunciamiento efectos solo ex nunc con relación al presente proceso. ASI
SE DECLARA.

Ahora bien, en el presente caso se observa que, dictado el auto por el cual se
acordó la ejecución voluntaria del fallo definitivamente firme, en fecha 27 de julio de 2000,
posteriormente, los apoderados de la perdidosa formularon su petición el día 02 de agosto
de 2000, es decir, al segundo día de despacho siguiente a la fecha de publicación de la
sentencia cuya aclaratoria y “nulidad” pretenden; resultando así forzoso, proveer sobre la
misma conforme al pronunciamiento que antecede. ASI SE DECLARA.

II
DE LA ACLARATORIA PETICIONADA

Tal como ha sido señalado, los apoderados judiciales de la condenada, en fecha


2 de agosto de 2000, peticionaron aclaratoria y la “nulidad” del auto de fecha 27 de julio de
2000, por el cual se acordó la Ejecución Voluntaria del fallo definitivamente firme de fecha
21 de octubre de 1999.

Aducen los representantes de la condenada que, en efecto, hubo un error


material por parte del auto de fecha 27 de julio de 2000, en la estimación de la oportunidad
en que fuere interpuesta o consignada la experticia de los expertos, habiéndose establecido
en fecha 6 de marzo de 2000, cuando en realidad, no fue sino en fecha 6 de abril de 2000
cuando dicha ocasión procesal ocurrió.

En tal sentido, la Sala observa que, luego de constatadas las actas procesales
que cursan en autos, no fue sino en fecha 6 de abril de 2000 cuando los expertos,
debidamente designados y juramentados conforme a la ley, procedieron a consignar la
experticia ordenada por la sentencia definitivamente firme de fecha 21 de octubre de 1999
interponiéndose “impugnación” en contra de dicha experticia -por parte de la condenada-,
en fecha 26 de abril del mismo año.

No obstante, como quiera que ha sido advertida la fecha en la cual los expertos,
efectivamente, consignaron su dictamen -6 de abril de 2000-, observa la Sala que por
imperium de lo previsto en el artículo 468 del Código de Procedimiento Civil, dicha
“impugnación” (que no es más que una aclaratoria o ampliación), es igualmente
extemporánea, tal y como fuere advertido por el auto de fecha 27 de julio de 2000, que
ordenó la ejecución voluntaria de la sentencia definitivamente firme de fecha 21 de octubre
de 1999.

En ese sentido, el artículo 468 del Código de Procedimiento Civil dispone que:
“En el mismo día de su presentación o dentro de los tres días siguientes,
cualquiera de las partes puede solicitar del Juez que ordene a los expertos
aclarar o ampliar el dictamen en los puntos que señalará con brevedad y
precisión. El Juez, si estimare fundada la solicitud, así lo acordará sin recurso
alguno y señalará a tal fin un término prudencial que no excederá de cinco
días. (subrayado de la Sala).

Así, en el referido caso se observa que, constatadas como han sido las actas
procesales, los expertos consignaron su dictamen en tiempo oportuno (6 de abril de 2000),
ello en virtud de la prórroga que les fue acordada por la Sala de treinta (30) días
ininterrumpidos contados a partir de la fecha en que dicho auto –de prórroga- fue dictado (9
de marzo de 2000). Circunstancia esta última que compele a esta Sala a declarar
extemporánea la referida “impugnación” (aclaratoria o ampliación) del dictamen pericial
interpuesto por la condenada, en virtud de que, habiendo sido consignado el dictamen
pericial el día 6 de abril de 2000, cuando su oportunidad fenecía el día 9 de abril del mismo
año; fecha esta última a partir de la cual debe empezarse a computar el lapso a que se
refiere el artículo 468 del Código de Procedimiento Civil (supra), para la solicitud de
ampliaciones o aclaratorias.

En tal sentido, entendiéndose concluido el lapso -9 de abril de 2000- y, estando


las partes a derecho por cuanto fue consignado oportunamente (supra), el primer día de
despacho, resultó el día martes 11 de abril; el segundo, el día miércoles 12 de abril y el
tercero, el día jueves 13 de abril; lo cual hace forzoso para esta Sala declarar extemporánea
la “impugnación” del dictamen pericial interpuesto por los representantes de la condenada
en fecha 26 de abril de 2000.

Asertos todos estos no sólo cónsonos con lo expuesto en las extensas


consideraciones precedentes del presente fallo, sino también, con lo resuelto por el auto de
fecha 27 de julio de 2000, cuya “nulidad” peticionaron los representantes de la condenada.
ASI SE DECLARA.
III
OBITER DICTUM

La Sala estima conveniente señalar que como quiera, la presente causa ya ha


sido dirimida mediante fallo definitivamente firme en fecha 21 de octubre de 1999, y visto
que ha sido dictada la Ejecución Voluntaria del fallo en fecha 27 de julio de 2000 cuya
aclaratoria ha sido satisfecha por medio de la presente y, visto que en la presente causa se
verifica la fuerza de la cosa juzgada tanto material como formal (esta última referida al
agotamiento absoluto de recurso alguno), es que se exhorta a las partes a mantener una
conducta ajustada a la sana lid y disponer todo lo necesario para el fiel y ajustado
cumplimiento de las resultas arrogadas por un proceso judicial que ha respetado la garantía
del debido proceso. En tal sentido, en caso de reiterarse conductas procesales que -según
denunció la gananciosa- y hagan presumir la voluntad de la condenada de dilatarse o
sustraerse del fallo definitivo, esta Sala advierte que procederá a proveer sobre las
procedencias o no, de las denuncias que formulase la gananciosa.

IV
DECISIÓN

Por las razones antes expuestas, esta Sala Político Administrativa del Tribunal
Supremo de Justicia, administrando justicia en nombre de la República y por autoridad de
la Ley, DECLARA:

Primero: TEMPESTIVA la solicitud de aclaratoria peticionada en fecha 2 de


agosto de 2000 sobre el auto de ejecución voluntaria dictado por esta Sala en fecha 27 de
julio del mismo año.
Segundo: EXTEMPÓRANEA la solicitud interpuesta en fecha 26 de abril de
2000 respecto de la experticia consignada en fecha 6 de abril de 2000, ordenada por la
sentencia definitivamente firme de fecha 21 de octubre de 1999.
Publíquese, regístrese y comuníquese. Cúmplase lo ordenado.

Dada, firmada y sellada en el Salón de Despacho de la Sala Político-


Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia, en Caracas, a los ocho (08) días del mes
de febrero de dos mil uno (2001). Años: 190º de la Independencia y 141º de la Federación.
El Presidente,

LEVIS IGNACIO ZERPA

El Vicepresidente-Ponente,

HADEL
MOSTAFÁ PAOLINI
Magistrada,

YOLANDA JAIMES GUERRERO

La Secretaria,

ANAÍS MEJÍA CALZADILLA


Exp. Nro. 11529
Sent. Nº 00124
En trece (13) de febrero del año dos mil uno, se publicó y registró la anterior sentencia
bajo el Nº 00124.

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