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Bajo una mirada conceptualista, la posibilidad de definir contenidos será sujeta a cómo los
sujetos representan el mundo (motivaciones, intereses, capacidad lingüística) y considera la
formación de contenido como una proposición. El sujeto será capaz de tener pensamientos
con su contenido específico si aquél cuenta con una capacidad conceptual para dar
especificaciones de ese contenido – de lo contrario será imposible que tenga un pensamiento
- de aquellas afirmaciones se concluye que el contenido es conceptual (McDowell 1994)
En Kant la belleza natural prevalece por sobre la artística, por su concepto de pureza. Es la
belleza natural que no requiere de un concepto que define la obligación de un objeto a ser
determinada cosa… la belleza natural es forma absoluta – por ejemplo, los objetos
observables en la naturaleza. Por otro lado, la belleza adherente (como los retratos del
hombre) define un concepto y es guiada bajo un aire de perfección que permite que la
representación es igual al objeto real. La capacidad de juzgar la belleza no enfatiza sobre las
cosas en sí mismas, sino, acerca de las posibilidades de juicio que podemos hacer acerca de
su belleza – éste juicio se realiza a partir de la imaginación, no de la gama de entendimientos
posibles y al mismo tiempo considera los sentimientos placenteros o no, que aquél juicio nos
otorga (diferente del juicio de gusto que considera sentimientos satisfactorios o
desagradables).
Las obras de arte están sujetas a juicios de apreciación, lo cuales no son determinados como
reglas universales… porque son indeterminados, no poseen posturas objetivas – por el
contrario, tienen principios subjetivos, sintientes, con valoración universal – común. La
valoración común mencionada se caracteriza por la libertad de imaginación y caminos de
entendimientos efectuados a partir del valor común. Si afirmásemos que una obra es bella, y
caemos en negación de posibles valoraciones ajenas; el juicio se fundaría en los sentimientos
personales, considerándolo “uno común”, es decir; la representación no sólo me genera
placer a mí, sino que, la considero valorativamente placentera para todos.
El hombre formula juicios sobre lo bello buscando causas fuera de él mismo, la belleza está
en el exterior, separado del artista y del observador – aunque el artista creara una obra, aquél
actuar se define por conceptos de lo perfecto e ideas estéticas determinadas racionalmente,
por ello la belleza adquiere una connotación separada del artista.
Conforme a lo anterior, el mundo interior del artista se considerará lo sublime, lo que mueve
sus motivaciones y creaciones – lo que siente y la perspectiva que tiene sobre la belleza
externa, enriquecida de conceptos e ideas. Es lo sublime lo que le otorga sentimientos
creativos, y le empuja a superar los límites del exterior.
Existirán artistas que creen obras despojadas de técnicas virtuosas, pero plasmando con
honestidad sus sentimientos. Las representaciones infinitas en la creación de obras,
obedecerá a conceptos e ideas sujetos al contexto del artista y aunque podamos compartir un
mundo conceptual, la mezcla, la conjugación de éstos es un proceso único – irrepetible,
personal. Si el pintor se esmera en imitar conceptos de contextos ajenos al de él, cabe la
posibilidad de que su obra no plasme de ninguna manera su mundo de sentimientos y
percepciones personales – dejando en sus obras lo sublime que vive en cada hombre. Al
realizar una obra de arte, ambos juicios (tanto el de belleza natural, como la belleza estética
y lo sublime) coexistirán, guiando la ejecución de la realidad interna como externa del artista
– su mundo interno estará lleno de emociones y pasiones en constante agitación, mediante la
obra quizás pudiésemos acercarnos a aquél mundo… pero esto no se puede asegurar, quizás
podamos sentir una noción de ello mediante procesos perceptivos que nos genera el material
de la obra y nuestra propia experiencia para interpretarla.
Como relación entre lo objetivo y lo subjetivo podemos identificar que los sentimientos
conformarían aquella parte subjetiva y abstracta que desarrolla Kant en el juicio estético, y
paralelamente la realización de la obra conformaría el punto objetivo dotado de razón y
conocimiento (técnicas de pintura, técnicas de dibujo, uso de materiales) – por lo que,
podemos inferir de alguna manera que lo subjetivo… aquél mundo imaginativo, sentimental
será lo que guíe lo objetivo – es difícil (no imposible) de considerar que el artista piense antes
en las técnicas a plasmar, que en el contenido, puede ocurrir pero de ser así el contenido
estaría sujeto a la intención de técnica y eso de alguna forma limitaría lo abstracto o el proceso
imaginativo en el fluir de la obra. Si además, en aquél proceso nos independizamos de los
conceptos de belleza estética… podremos otorgarle aun mayor libertad romántica a la obra,
permitiendo que el mundo subjetivo prime sobre el objetivo; permitiendo también el empuje
emocional que mueve al artista.
Los que prioricen mayormente la técnica por sobre el empuje subjetivo de emociones, harán
coincidir su manualidad material bajo conceptos del arte que serán obedecidos, como el
concepto de línea, de punto, definición de formas, alejándose de lo abstracto… La
representación de la técnica, en sus expresiones de luminosidad, contraste, formas concretas
será acorde a la gama conceptual definida de manera universal. Por otro lado, algunos artistas
se despojarán de una belleza definida objetivamente; con formas concretas, que entrega
satisfacción por la lógica, racionalidad, armonía de la obra. Se dejarán guiar por una
representación abstracta, poco acorde a una gama conceptual artística… alejándose por
consecuencia, de la belleza estética – y acercándonos netamente a lo sublime; a lo
imaginativo; a lo infinito.
Bibliografía utilizada
Marina Silenzi: El juicio estético sobre lo bello y lo sublime, Universidad del Salvador.