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Senado de la Nación

Secretaria Parlamentaria
Dirección General de Publicaciones

(S-0607/09)

PROYECTO DE LEY

El Senado y Cámara de Diputados,...

RÉGIMEN LEGAL DE LA INTERVENCIÓN FEDERAL

TITULO I
Intervención federal

Artículo 1° - Objeto.
El gobierno federal ejercerá su facultad de disponer la intervención a
las provincias o a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires según las
disposiciones de la presente ley.

Artículo 2° - Autoridades constituidas.


A los fines de requerir la intervención federal se considerarán
autoridades constituidas de las provincias: la Legislatura, el
gobernador o jefe de gobierno, el Superior Tribunal de Justicia y,
cuando estuviese constituida, la Convención Constituyente de las
Provincias o de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Artículo 3° - Forma republicana de gobierno.


Se considerará que hay violación de la forma republicana de gobierno,
a los fines previstos en la presente ley, cuando:

a) Se alteraren o suprimieren las declaraciones, derechos y


garantías establecidos en la Constitución Nacional;
b) Las autoridades locales hubieran violado la soberanía
popular, el origen representativo del gobierno, la periodicidad
de sus mandatos, la responsabilidad en el ejercicio de sus
funciones o la publicidad de los actos de gobierno, la división
de poderes, la independencia del Poder Judicial, la prestación
del servicio de justicia;
c) Se alterare la autonomía municipal;
d) No estuviere asegurada la educación primaria;
e) Se alterare o impidiere el normal funcionamiento del Poder
Legislativo;
f) Las autoridades locales incumplieren leyes nacionales o
decisiones de la Justicia federal que tuvieren el carácter de
cosa juzgada, y se encontrasen agotadas las instancias
administrativas y judiciales correspondientes. En este
supuesto la intervención se dispondrá al solo efecto del
cumplimiento de la ley o resolución respectiva.

Artículo 4° - Sedición.
A los efectos de declarar la intervención federal, debe entenderse por
sedición toda fuerza armada o reunión de personas que atribuyéndose
los derechos del pueblo realice actos o peticiones contra el orden
institucional, el sistema democrático o amenace con deponer o
deponga los poderes públicos locales.

Artículo 5° - Invasión exterior.


Se considerará que hay invasión exterior a los fines previstos en la
presente ley, cuando se violare o pusiere efectivamente en grave
peligro la soberanía nacional en su integridad territorial.

Artículo 6° - Declaración. Requerimiento.


La intervención federal a una provincia o a la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires será dispuesta por ley del Congreso de la Nación.

Artículo 7° - Receso del Congreso.


Estando en receso el Poder Legislativo, y existiendo fundadas razones
de necesidad y urgencia, podrá el Poder Ejecutivo nacional disponer la
intervención federal, convocando simultáneamente al Congreso de la
Nación para que apruebe o revoque la medida adoptada.

Artículo 8° - Revocación.
Si el Congreso de la Nación no ratificara la intervención federal
decretada por el Poder Ejecutivo, la medida quedará sin efecto,
restableciéndose de pleno derecho los poderes intervenidos.

Artículo 9° - Alcance y contenido.


La intervención federal podrá comprender a todos o algunos de los
poderes públicos provinciales o de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires.

En todos los casos, la declaración respectiva deberá especificar:


1. El poder o los poderes intervenidos.
2. Las causas que la motivan.
3. Los fines perseguidos.
4. Las facultades del interventor.
5. El plazo.

Artículo 10º. - Duración.


El plazo de la intervención federal no deberá exceder de seis (6)
meses, dentro del cual deberán adoptarse todas las medidas
necesarias para la restauración del orden institucional afectado.
Aunque no se hubiera vencido el término por el cual fue declarada, la
misma cesará si desaparecieren los motivos en que se fundó.

Artículo 11º. - Interventor.


Declarada la intervención federal, corresponderá al Poder Ejecutivo
Nacional designar, en el plazo de diez (10) días, la o las personas que
ejercerán las funciones encomendadas para restablecer el orden
institucional. El o los interventores ejercerán sus funciones con
sujeción a las disposiciones legales.

Artículo 12º. - Designación del interventor por el Congreso de la


Nación.
En el caso de que el Poder Ejecutivo no designara el o los
interventores en el plazo a que se refiere el artículo anterior, podrá
efectuar la correspondiente designación el Congreso de la Nación.

Artículo 13º. - Facultades del interventor.


Las facultades del interventor serán las necesarias para revertir las
causas que dieron origen a la intervención. En ningún caso los actos
de administración podrán exceder los previstos en la Constitución
provincial, ni podrá facultárselo para disponer de los bienes
provinciales.

Artículo 14º. - Derechos y garantías.


Durante el tiempo que dure la intervención federal tendrán plena
vigencia en el territorio afectado los derechos y garantías reconocidos
por la Constitución Nacional y por la Constitución y las leyes locales.

Artículo 15º. - Obligaciones.


El interventor federal tendrá las siguientes obligaciones:
a) Respetar la Constitución y las leyes, tanto de la Nación
como de la respectiva provincia;
b) Asegurar la continuidad de los servicios públicos;
c) Recaudar los impuestos;
d) Todas las que expresamente se establezcan en la ley que
declaró la intervención.

Artículo 16º. - Prohibiciones.


El interventor federal tendrá expresamente prohibido:
a) Ejercer funciones judiciales o arrogarse el conocimiento de
causas pendientes o restablecer las fenecidas;
b) Crear nuevos impuestos, tasas o contribuciones;
c) Otorgar concesiones de servicios públicos;
d) Autorizar pagos de la administración que no estuvieren
aprobados por el último presupuesto de la provincia. Si así lo
hiciere, será personalmente responsable;
e) Celebrar contratos o reconocer deudas de cualquier tipo
que no fueren imprescindibles para su inmediata gestión
administrativa;
f) Expropiar bienes;
g) Indultar o conmutar penas.

Artículo 17º. - Responsabilidades.


Todos los actos del interventor que motiven responsabilidades de
carácter civil o criminal, serán juzgados por la Justicia federal con
jurisdicción en la provincia intervenida.

Artículo 18º. –
Los gastos que demande la intervención federal serán solventados
por:
a) El Estado federal, si hubiese sido decidida sin mediar
requerimiento de las autoridades constituidas de la respectiva
provincia;
b) La provincia intervenida, en el supuesto de que hubiese
sido decidida a requerimiento de sus autoridades
constituidas.

TITULO II
Comisión Bicameral

Artículo 19º. - Creación e integración.


Créase en el ámbito del Congreso de la Nación la Comisión Bicameral
de Seguimiento de la Intervención Federal. Estará integrada por cinco
(5) miembros de cada Cámara. La Presidencia de cada una de las
Cámaras designará a los miembros a propuesta de los presidentes de
los bloques políticos, teniendo en cuenta la proporcionalidad en la
representación.

Artículo 20º. - Funciones.


La Comisión Bicameral de Seguimiento de la Intervención Federal
será la encargada de realizar un control permanente del desempeño
de la intervención. Para sesionar, la Comisión Bicameral deberá contar
con la presencia de más de la mitad de sus miembros. Sus
resoluciones se adoptarán por el voto de la mitad más uno de sus
miembros presentes.

Artículo 21º. – Informes.


La Comisión Bicameral de Seguimiento de la Intervención Federal
podrá, en cualquier momento, requerir al Poder Ejecutivo información
sobre la marcha de la intervención. Dentro de los treinta (30) días de
finalizada la intervención, el Poder Ejecutivo informará a la Comisión
Bicameral sobre el resultado de la misma.
TITULO III
Delegado federal

Artículo 22º. - Procedencia.


En caso de que exista peligro cierto, grave o inminente de configurarse
alguna de las causales previstas en el artículo 6° de la Constitución
Nacional, en los términos de los artículos 1°, 2°, 3° y 4° de la presente
ley, el Congreso de la Nación podrá disponer la designación de un
delegado federal sin que dicha designación afecte la vigencia de los
mandatos de las autoridades locales, quienes continuarán en ejercicio.

Artículo 23º. - Funciones.


Será función del delegado federal facilitar y favorecer la solución
consensuada de los conflictos institucionales existentes.

Artículo 24º. - Plazo.


En la designación del delegado federal se establecerá el plazo de su
gestión, no debiendo en ningún caso dicha gestión exceder los
sesenta (60) días, siendo dicho término improrrogable.

Artículo 25º. - Aplicación supletoria.


Serán de aplicación al delegado federal las normas del título anterior,
siempre que resulten compatibles con las características y facultades
de su función.

Artículo 26º. - Comuníquese al Poder Ejecutivo.

María C. Perceval.-

FUNDAMENTOS

Señor presidente:

Este proyecto se refiere a la intervención federal, prevista en el artículo


6° de la Constitución Nacional, como un instituto constitucional cuyo
objetivo es conjurar una situación de emergencia.

Esta iniciativa fue presentada por primera vez en septiembre de 2002


(Expediente S-2408/02) -conjuntamente con el entonces senador Juan
Carlos Maqueda-, nuevamente en marzo de 2004 y en abril de 2006
(expedientes S-192/04 y S-1238/06 respectivamente).

La intervención federal ha sido utilizada frecuentemente en nuestra


práctica. Desde el nacimiento de nuestra Constitución hasta la fecha,
han existido más de 170 intervenciones federales a provincias, en su
gran mayoría dispuestas por decreto.
A modo de ejemplo, podemos decir que entre 1853 y el golpe de
Estado del 6 de septiembre de 1930, se produjeron 115 intervenciones
federales. De ellas, 39 fueron dispuestas por ley y 76 por decreto del
Poder Ejecutivo Nacional. Desde 1932, año en que se normaliza la
vida institucional del país, hasta la nueva ruptura constitucional
ocurrida el 4 de junio de 1943, se intervinieron 13 veces las provincias,
3 por ley y 10 por decreto. Entre 1946 y 1955, período comprendido
entre el retorno al orden constitucional con el acceso del peronismo al
poder y la tercera ruptura institucional dada por el advenimiento de la
autodenominada Revolución Libertadora, se produjeron 15
intervenciones, 4 por ley y 11 por decreto. En el lapso comprendido
entre la llegada de Frondizi al gobierno, en 1958, y su caída con
motivo de la cuarta ruptura constitucional, en marzo de 1962, hubo
sólo una, intervención y ella fue por ley. Desde la asunción del
presidente Illia, en 1963 hasta 1966, año en que se produjo el quinto
golpe de Estado, se dio sólo una intervención federal, y desde 1973
hasta 1976, se ordenaron 4 intervenciones federales (Juan Rafael: El
federalismo y las intervenciones nacionales, Editorial Plus Ultra,
página 10).

A lo largo de la historia, este instituto se ha ido desprendiendo de su


finalidad esencial - esto es, restablecer el funcionamiento de las
instituciones provinciales -, hasta convertirse en un instrumento de
corte netamente político y por demás controvertido.

Juan Vicente Sola señala que "la institución de la intervención federal


en las provincias ha sufrido una mutación constitucional, de ser un
instrumento de emergencia, utilizado en los casos que por conflicto de
poderes en una provincia o invasión de otra o de sedición se requería
la mediación del gobierno federal, ha pasado a ser un instituto de uso
habitual por el cual se han suplantado los gobiernos de provincia por
funcionarios federales" (Juan Vicente Sola: Intervención federal en las
provincias. Mutación del artículo 6° de la Constitución, página 233).

No obstante su función como una herramienta totalmente excepcional


y para casos perfectamente delimitados, a lo largo de nuestra historia,
la práctica de la intervención federal frecuentemente dejó de lado tal
carácter. El Estado federal incurrió en situaciones abusivas, pasando
la intervención a ser - en muchos de los casos- un medio para que el
gobierno federal haga valer su voluntad sobre los gobiernos locales.

Afortunadamente los datos antes mencionados se han ido


modificando, disminuyendo notablemente, en consonancia con nuestro
desarrollo institucional.

Si analizamos detenidamente la norma similar de la Constitución


norteamericana (artículo IV, sección 4), observaremos que la misma
ha tenido una aplicación diferente, ya que el marcado espíritu
federalista que existe en sus estados los ha protegido de las
incursiones abusivas del poder central. Aun en casos de alzamientos
de autoridades locales contra decisiones del gobierno federal, la
conducta de este último fue respetuosa de la autonomía de los
estados.

La primera de las causales de intervención previstas por nuestra


Constitución Nacional consiste en garantizar la forma republicana de
gobierno. Esta hipótesis alude a una grave alteración a los principios
básicos del sistema republicano (división de poderes, soberanía del
pueblo, periodicidad en los mandatos, publicidad de los actos de
gobierno, etcétera).

En cuanto a los conflictos de poderes locales, si bien han motivado


con frecuencia la decisión de intervenir por parte del gobierno central,
no representan per se un riesgo para el sistema republicano, siempre
que no encuadren en los supuestos previstos por el artículo 3° del
presente proyecto.

En algunas ocasiones, se ha dispuesto la intervención federal fundada


en la causal de vacío de poder, como ocurrió en 1925 en La Rioja, al
encontrarse paralizada la Legislatura por falta de quórum, o más
recientemente en Corrientes, en 1992, para afrontar una situación de
acefalía, luego de que la Corte Suprema anuló la elección de
gobernador.

En el supuesto de invasión exterior, la Constitución Nacional no


diferencia entre la que proviene de un Estado extranjero, o de fuerzas
irregulares, aun integradas por argentinos. En estos casos, no
cualquier invasión justifica la intervención: la misma deberá tener tal
gravedad y magnitud como para poner en peligro la estabilidad
provincial.

Nuestro texto constitucional contempla la posibilidad de intervenir una


provincia a requerimiento de sus autoridades constituidas, en caso de
haber sido depuestas por sedición. En este caso, como señala el
doctor Sagüés, "la palabra sedición no se la debe interpretar
exclusivamente en el sentido de delito de sedición según lo describe el
Código Penal, o ceñirse también restrictivamente al acto de una fuerza
armada o reunión de personas que se atribuya los derechos del
pueblo y peticione en su nombre, según el artículo 22 de la
Constitución. En ambos casos, hay ejemplos de sedición pero no toda
clase posible de sedición. Un autor de la época de la Constitución de
1853-1860 (Escriche) la define con acierto como ‘el tumulto o
levantamiento’ y la identifica con la asonada, el motín, la rebelión,
etcétera..." (Sagüés, Néstor: Elementos de derecho constitucional,
tomo 1, pág. 568).
En cuanto a la invasión de otra provincia, ésta debe ser lo
suficientemente apta como para derrocar a las autoridades de la
provincia invadida.

Uno de los cuestionamientos permanentes al texto del artículo 6° de la


Constitución Nacional, ha sido la cuestión de saber a cuál de los
órganos políticos le corresponde la facultad de intervenir a las
provincias.

Esa ambigüedad determinó largas discusiones doctrinarias y dio


origen a diversas posturas. Una corriente de interpretación entendió
que si la facultad asignada en el artículo correspondía al gobierno
federal, tanto al Poder Legislativo como al Poder Ejecutivo - en su
calidad de órganos políticos – les podría corresponder la atribución de
disponer la intervención federal.

Otra corriente discriminaba la facultad de declarar la intervención como


acto propio del Congreso de la Nación, de la facultad para designar
interventor y formular las instrucciones, como acto propio del Poder
Ejecutivo. Esta postura era la que se correspondía más acabadamente
con el espíritu del sistema constitucional.

Juan Vicente Sola nos muestra la evolución que ha tenido esta


cuestión en la historia política argentina: "El Poder competente para
declarar la intervención originalmente, cuando era sólo un mediador
entre poderes en conflicto, o para la pronta reposición de autoridades
depuestas, era el Poder Ejecutivo por medio de decreto. Por ley
solamente se autorizaba a éste a declarar el estado de sitio en la
provincia y a movilizar las milicias. Luego, cuando significó la
deposición de las autoridades provinciales y su suplantación por
comisionados nacionales con mandatos cada vez más extensos, se
afirmó la práctica legislativa para declararla, para ser nuevamente
desvirtuada por decretos del Poder Ejecutivo; primero, durante el
receso del Congreso, y luego aun cuando éste estuviera en
funcionamiento". (Juan Vicente Sola, ob. cit., pág. 224).

En el año 1929, al resolver el caso "Orfila", nuestra Corte Suprema


señaló que "este poder del gobierno federal para intervenir en el
territorio de las provincias ha sido implícitamente conferido al
Congreso. Es a éste a quien le corresponde decidir qué género de
gobierno es el establecido en el Estado, si es republicano o no, según
las normas de la Constitución, si está asegurada o bastardeada la
administración de justicia, si existe régimen municipal, si se imparte la
educación primaria para enunciar todas las condiciones generales y
especiales expresadas en el artículo 5°” (Fallos 154:192).

No obstante lo resuelto por nuestro supremo tribunal en dicho caso, la


realidad indicó que numerosas intervenciones federales en las
provincias fueron realizadas por decreto, soslayando la intervención
del Congreso, en abierta contradicción los preceptos constitucionales.

De hecho, el abuso que se hizo de las intervenciones por vía de


decreto, llevó a la Convención Constituyente de 1994 a establecer
expresamente que la atribución de la intervención provincial
corresponde al Congreso de la Nación (artículo 75, inciso 31 de la
Constitución Nacional): mientras el mismo esté en el período de
sesiones ordinarias - que se ha extendido de cinco a nueve meses -,
dicha facultad es exclusiva del órgano legislativo. En época de receso,
la atribución puede ser ejercida por el Poder Ejecutivo nacional,
fundado en razones de necesidad y urgencia, en forma interina y
sujeta a la posterior aprobación o revocación del Congreso de la
Nación.

La intervención federal pertenece a la naturaleza de los actos


denominados políticos por integrar la órbita propia, exclusiva y
excluyente del Poder Legislativo y, eventualmente, del Poder
Ejecutivo. Sin embargo, es de vital importancia que el proyecto exija
que el acto que declara la intervención deba individualizar el o los
poderes intervenidos, las causas que la motivan, los fines
perseguidos, las facultades del interventor y el plazo. Tal delimitación,
entre otros aspectos, facilita la tarea de control a cargo de la comisión
bicameral que crea el proyecto.

En cuanto al nombramiento del interventor federal, el mismo


corresponde al presidente, lo cual se desprende de la atribución
reglada en el articulo 99, inciso 7° - nombrar y remover a los
empleados cuyo nombramiento no está reglado de otra forma por la
Constitución Nacional -. El proyecto prevé un plazo para efectuar el
nombramiento, vencido el cual, el mismo podrá ser realizado por el
Congreso.

Al respecto, en el ya citado caso "Orfila", la Corte ha expresado "El


interventor es sólo un representante directo del presidente de la
República, que obra en una función nacional al efecto de cumplir una
ley del Congreso, sujetándose a las instrucciones que de aquél reciba.
Tal funcionario no hace sino ejercer poderes nacionales expresos y
transitorios de garantía y reconstrucción del régimen local alterado o
subvertido. Su nombramiento, como ha dicho esta Corte, no toma
origen en disposición alguna provincial y sus actos no están sujetos a
las responsabilidades ni acciones que las leyes locales establecen
respecto de sus propios gobernantes, sino a las que le imponga el
poder nacional, en cuyo nombre funciona.”

El proyecto delimita las funciones del interventor. Siguiendo a


Bidegain, podemos distinguir las funciones "políticas" y las
"administrativas": las primeras, tienden a cumplir con la finalidad de la
intervención, mientras que las segundas satisfacen la necesidad de
funcionamiento de la administración provincial. En este último caso,
las atribuciones del interventor se interpretan restrictivamente (Carlos
María Bidegain: Curso de derecho constitucional, tomo 111, página
119).

En 1962, una sentencia firme de un tribunal de primera instancia, al


decidir el caso "Michelini" – en donde se cuestionaba el alcance de la
intervención - señaló que "...no puede dejarse de reconocer que el
artículo 3° del decreto 2.542/62, al fijar el alcance de la intervención ha
excedido los límites que la Constitución le otorga por el artículo 6° y
que han sido siempre entendidos hasta producir la sustitución de las
autoridades provinciales o representantes de los poderes del Estado
intervenido por los interventores designados; pues en el caso, dispone
el decreto cuestionado que la intervención también afecta a las
autoridades que surgieran de los comicios realizados...". "Hemos dicho
que el decreto impugnado, además de intervenir las autoridades de las
provincias en él citadas, tiene un efecto anulatorio de elecciones y por
ello frente a lo que dispone la Constitución en su artículo 104, de que
las provincias conservan el poder no delegado por esta Constitución al
gobierno federal y lo expresamente previsto por el 105 de que las
provincias eligen sus gobernadores, sus legisladores y demás
funcionarios de provincia, sin intervención del gobierno federal
aparecería, prima facie, una contradicción entre ese acto y estas
normas..." (JA, 1962-111-87).

La Corte Suprema, conforme a la jurisprudencia citada, estableció que


el interventor federal está sometido a las instrucciones del presidente
de la Nación. Según sostiene Sagüés, "de haber ley de intervención, el
marco de actuación del comisionado tendrá que respetar lo prescripto
por ella". "En la praxis local, los interventores federales han asumido
algunas veces las competencias del gobernador local o de la
legislatura, dictando decretos y leyes en su consecuencia. Cuando así
lo hacen, desplazando a las autoridades locales, son representantes
necesarios de la provincia ("Fallos", 302: 732), sus actos conservan
carácter de provinciales ("Fallos", 257: 229, 258: 109, etcétera)"
(Néstor Sagüés, ob. cit., págs. 574 y ss.).

"Ahora bien: hay que distinguir entre los actos del interventor federal,
aquellos que realiza en sustitución de las autoridades provinciales
removidas, que son de índole local, y los actos que ejecuta como
autoridad federal como, por ejemplo, declarar en comisión al Poder
Judicial, desplazar a un gobernador provincial, disolver la legislatura
local, etcétera. Estas resoluciones son de índole federal, ya que no
podrían ser adoptadas por autoridad provincial alguna."

Con base en el criterio restringido de la intervención federal e


inspirado en el principio de respeto a la autonomía de las provincias,
este proyecto incorpora la figura de la delegación federal para casos
en que exista peligro cierto de configurarse las causas de la
intervención previstas en la Constitución y en esta ley, con el fin de
evitar la misma, pero sin afectarla vigencia del mandato de las
autoridades locales.

Esta forma atenuada de intervención tiene por fin contribuir con las
autoridades legítimamente constituidas en la búsqueda de soluciones
que eviten la necesidad de una intervención sustitutiva.

Esta figura tiene su antecedente en los comisionados federales, que


no sustituían a las autoridades provinciales. Juan Vicente Sola explica
que "la necesaria deposición de las autoridades provinciales y su
sustitución por un comisionado federal es un acontecimiento
relativamente reciente en nuestra historia constitucional [...] Desde la
reforma constitucional de 1860, los comisionados nacionales no
asumirán el gobierno provincial hasta 1883, que es cuando se hace
mención por primera vez a instrucciones para el interventor que debe
asumir el gobierno provincial. Es el caso de la intervención nacional a
Santiago del Estero declarada por ley 1282. [...] La primera
intervención `amplia', es decir que sustituye a los tres poderes, será
recién en 1904 a San Luis por ley 430". (Juan Vicente Sola, ob. cit.,
pág. 226).

Partiendo de la base de que la intervención federal es un remedio


extremo y por lo tanto de aplicación restringida, el proyecto que
traemos a consideración prevé las causas de la declaración de la
intervención federal, la obligación de especificar el o los poderes
intervenidos y el plazo de la misma, las facultades y atribuciones del
interventor, reafirmando el principio que asegura la plena vigencia del
orden constitucional federal y local como garantía frente al ejercicio de
la intervención.

El objetivo de la intervención federal es mantener el principio de


supremacía de la Constitución Nacional y, a partir de la reforma de
1994, la de los tratados de derechos humanos que integran el bloque
de constitucionalidad y que, en tales términos, resultan vinculantes
para las jurisdicciones locales. Constituye así un resorte extremo
cuando la crisis no encuentra respuesta en el sistema de control de
constitucionalidad ni en los mecanismos institucionales de origen
provincial.

Sin duda, una de las causales más difíciles es la destinada a garantir


la forma republicana de gobierno. Su determinación está sujeta al
criterio político del gobierno federal; sin embargo, los presupuestos
mínimos parecieran requerir la concentración de poder en uno de los
órganos del Estado provincial, el bloqueo de los poderes para operar y
la anulación de los controles interórganos de la misma provincia. La
violación al principio de división de poderes debe ser de tal
envergadura, que no encuentre remedio en las instituciones locales.
Tal apreciación política, en principio, está al margen de la revisión
judicial (confr. María Angélica, Gelli: Constitución de la Nación
Argentina. Comentada y concordada, Ed. La Ley, pág. 48).

Señores senadores y senadoras, en una estructura federal el resorte


de la intervención presupone siempre el abordaje de una crisis
institucional que, por tal naturaleza, tiene efectos traumáticos. Sin
embargo, el estado constitucional de derecho no se caracteriza por la
ausencia de crisis, sino por la canalización de los conflictos a través de
los mecanismos institucionales previstos. En este contexto, la
intervención federal es un instrumento para enfrentar una situación de
emergencia y tiene por finalidad, justamente, el fortalecimiento del
sistema republicano de gobierno.

Por los motivos expuestos, se solicita a los señores senadores y


senadoras la aprobación del proyecto de ley que hoy se pone a
consideración de esta Honorable Cámara.

María C. Perceval.-

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