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En este resumen, tratamos de abordar una dimensión, hoy en día muy fuerte dentro de la

sociedad en la que vivimos, como lo es el PROCESOS DE MEDICALIZACIÓN.

En primer lugar hablaremos de la venta de medicamentos fuera de la farmacia, medicamentos que


no fueron indicados por ningún profesional de la salud y que se venden en cualquier
establecimiento, ya sea kiosco, estación de servicio, etc. TODOS los medicamentos, consumidos en
dosis excesivas, en situaciones donde no están indicados, pueden producir efectos adversos,
retrasar el diagnóstico de una afección que requerirá cuidados médicos, e incluso inducir
conductas de abuso o dependencia.

Otra cuestión importante es que al salir el producto del canal de venta formado entre la farmacia y
la industria, se pierde cualquier tipo de seguimiento necesario para garantizar el uso correcto.

Por otra parte hay un vacío legal, ya que el ente regulador (anmat) no tiene competencia sobre
establecimientos que no están habilitados por el MINSAL.

En segundo lugar hablaremos de la forma en la que la publicidad influye en el consumo. La


publicidad en muchos casos exagera los beneficios del medicamento en cuestión para fomentar el
consumo de tal.

La publicidad sobre todo fomenta la automedicación o el mal uso de fármacos. Se puede ver
como los fármacos dejan de ser un bien social, esencial para la salud pública, para pasar a ser un
bien de consumo.

En último lugar, la drogadependencia, que es utilizada para cambiar el estado de ánimo solo o en
asociación con drogas o sustancias de abuso. Comenzaron utilizándose como medicamentos por
sus particularidades farmacológicas pero por sus propiedades toxicológicas, comenzaron a ser
utilizados por sus efectos psicoactivos siendo restringidas o retiradas en su empleo farmacológico.

A modo de conclusión sobre este texto podemos decir que la ecuación entre promoción
inapropiada de la utilizacion de farmacos, formas de accesibilidad facilitada o no controlada, y
patrones de uso inadecuado y abuso de sustancias constituye una trilogía de riesgo incrementado
que expone a la población más vulnerable.

La medicalización de la vida, habilita que se haya construido que todo dolor o problema pueda ser
solucionado con una sustancia, aun los problemas propios de la vida, como por ejemplo el miedo o
la tristeza.

El análisis de la relación entre personas y las drogas no podría quedar escindido de las formas
particulares que la época le imprime a las relaciones entre las personas y sus consumos. Por eso,
nos proponemos poner el foco en los modos en que los medicamentos se han integrado a una
batería de objetos de consumos para la vida cotidiana, ante una mirada social que se resiste a
identificar esos procesos como consumos problemáticos. Nuestro objetivo es reflexionar sobre la
existencia de una tolerancia social diferencial, entre la medicalización de la vida cotidiana y los
consumos definidos como problemáticos en un contexto de exacerbación del consumo en general.
A continuación dejamos las definiciones de los conceptos en cuestión:

- Consumo: conjunto de prácticas culturales que establecen diferencias sociales y funcionan


como signos distintivos y como símbolos de distinción.
- Consumo Problemático: aquellos consumos que afectan negativamente, en forma crónica,
la salud física o psíquica del sujeto, y/o relaciones sociales.

Al momento de tratar dicho tema, debemos evitar el reduccionismo a una esfera, es decir, evitar el
generalísimo al considerar al consumo como propio de sustancias, cuando puede ser de otra
índole, como por ejemplo: compras, juegos, drogas, etc. Este se considera un problema
psicológico, social y biológico, es decir multifactorial, porque sería inadecuado tratarlo desde la
psicopatología o clínica médica por separado.

Cualquiera fuese la adicción todas tiene un punto en común que es tratar de buscar algún alivio a
una situación insoportable. Esta situación puede ser subjetiva o determinada socialmente. (Ej.:
Consumo de drogas entre jóvenes como sentimiento de pertenencia e identidad)

Dentro de las formas de consumo la adicción, como tal, forma una pequeña parte de eso.

Los consumos problemáticos agregan a todo esta situación la famosa estigmatización, ya que si
bien existen consumos legales o ilegales, la mirada estigmatizadora se pone sobre “QUIEN
CONSUME”, en lugar de “DE QUE SE CONSUME”, perdiendo de vista los riesgos que traen los
mismos. El “Etiquetamiento” logra únicamente, reforzar el consumo, por medio de la exclusión
social, como un efecto colateral.

En estas condiciones consideramos que opera una invisibilizacion intencional de los riesgos que
conlleva el consumo de “X” cosa, por grandes beneficios económicos.

“NO TODO CONSUMO PROBLEMÁTICO ES UNA ADICCIÓN, PERO SI TODA ADICCIÓN ES PARTE DE
UN CONSUMO PROBLEMÁTICO”

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