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Marqués del Valle

El beso del Sol


861
D367b del Valle, Marqués, 1983-
El beso del sol / Marqués del Valle
sv El Salv. : Editorial e Imprenta Universitaria, 2009
100 p. ; 21 cm.

ISBN: 978-99923-71-29-9

1. Poesía salvadoreña. 2. Literatura salvadoreña. I. Título.

BINA/jmh

Primera edición, 2009

Printed in El Salvador

Diseño de portada e interiores: © OCTOPUS Creative Designs


Impreso en El Salvador por Imprenta Universitaria

© Jorge Alfredo Márquez Fagoaga


© Marqués del Valle
© OCTOPUS Creative Designs

Edición al cuidado del autor

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electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia, o cualquier otro, sin el permiso
por escrito del autor.
Mañana a la misma hora
en que el sol te besó por vez primera,
sobre tu frente pura y hechicera
caerá otra vez el beso de la aurora;
pero ese beso que en aquel oriente
cayó sobre tu frente solo y frío,
mañana bajará dulce y ardiente,
porque el beso del sol sobre tu frente
bajará acompañado con el mío.

Manuel José Othon



A Jessica Karina Vásquez Vásquez,
mi novia y futura prometida.

Desde aquella tarde en que te vi bailando tras


un cristal de soles y de sombras, hasta esta noche
en que, invisible, a mi lado, te siento respirar,
habrán pasado muchas cosas: días, noches, miradas
dactilares, una flor de luz, un beso en el pliegue de
los labios, otro simbolizando el sí, los pétalos de una
rosa blanca envueltos en una hoja de papel, nuestras
manos enlazadas, tu cabeza en mi hombro, calles
y avenidas, una jungla, el río incesante, un paseo
en bicicleta, besos, abrazos, la blancura gloriosa
de tu carne, el signo de una lágrima, risas, llantos,
miedos, cuándos, dóndes, el paradisíaco lago, la
leche y la miel, el deseo, el embeleso, las milhojas, el
kiwi y otras frutas, un lobo, una oveja, y la vida, y
la muerte. «La gran mañana depara la ilusión de
un principio», cantó el argentino. Y yo, un hombre
hecho de amor, tiempo y soledad, te entrego estos
versos para que todo aquel que lea sepa que te amo.

Marqués del Valle


San Salvador, 22 de julio de 2009.
Prefacio

Gregorio, nada al cantor determina


como el gentil estímulo del beso;
gloria al sabor de la boca divina:
¡La mejor musa es la de carne y hueso!
Rubén Darío

Hace algunos años, mientras leía a un biógrafo de Darío,


‘descubrí’ que varios poetas publicaron su primer libro antes de
cumplir veintiún años. Yo me impuse también esa obligación del todo
superflua (la frase es de Borges) y publiqué mi primer libro antes de ese
plazo fatal inventado por quién sabe qué persona o personaje. Ahora,
cinco años después, me doy cuenta (y así lo creo) que veinte años no
es nada, según el tango “Volver”, escrito por Le Pera, e interpretado
por Gardel. A mi primer libro, O-Coni-Co (Universitaria, 2004),
lo preserva el olvido, que es el modo más pobre de misterio. Salvo “A
una mujer”, “Luna lejana” y “Poema XIX, 12”, los demás poemas me
parecen, al releerlos, criaturas nacidas en el seno mismo de la tristeza
y el capricho: tómese esto como un desdén mío.
Dicho esto, quiero confesar que, entre mis amigos predilectos, se
encuentran los viejos libros que conocí hace siete años en la Biblioteca
Pública Chapultepec, ubicada en pleno centro de San Salvador. Fue
allí en donde hallé, en una antología de poesía mexicana, la estrofa
que concibió el título de este libro. Tres años después, en el atardecer
de un trece de septiembre, le dije a alguien que yo podía escribir este
libro por ella... Ahora podré decirle que he cumplido.

9
Esta vez no seré mi propio biógrafo. Diré, tal vez, que sigo siendo
el otro, el mismo; que todavía lloro por las noches; que nunca me
gustaron (ni me gustarán) los chufles, ni las pacayas, ni las berenjenas;
que sigo leyendo libros casi a diario; que aún no me acostumbro al
irrefutable hecho de ser un animal humano hermoso (es una broma); y,
por último, que todavía sigo siendo un aprendiz.
Este libro tiene entre sus páginas algunos poemas de autores
extranjeros. Empero, no revelé su procedencia ni los coloqué en un
apartado final, como ocurrió en mi primer libro. Lo hice adrede, en
nombre de la acuciosidad de quienes gusten incursionar en la lectura
indagatoria y deductiva.
Este libro me será siempre muy íntimo, pese a que, a partir de
hoy, ostentará la condición de «público». Razón tuvo Juan Ramón
Jiménez al escribir: «¡Libro acabado, caída carne mía, labrador
subterráneo de mi vida!»
Libro acabado, caída carne mía.
Paz a todos y a todas.

m. d. V.
San Salvador, julio de 2009.

10
Gratitudes

A mis padres, Don Jorge y la Niña Vicky. ¡Gracias por la vida!


A mis hermanos Luis Alberto, Ana Elizabeth y Alba Patricia.
A mi tío Arquímedes ‘Quino’ Rivera. No escatimaste suma
alguna para pagar por mí esta publicación. Este libro no habría visto
nunca la luz del sol si no hubiese sido por vos, que creíste en él y en
mí. Te lo agradezco muchísimo, Quino.
A mi amada novia, por la foto de la contraportada. ¡Mejor no
hubiese quedado! ¡Te amo mucho! ¡Sólo yo!
Al Lic. Juan Antonio Méndez Munguía y a su esposa, Licda.
Úrsula de Méndez, por su invaluable respaldo.
A la Licda. Blanca Mercedes López Meléndez, por permitirme
aprender y desaprender en su oficina muchas cosas sobre la práctica
jurídica. Que Dios le bendiga en demasía.
A mi amigo Óscar Funes, por su constante apoyo y sus asesorías
financieras.
A mi amiga Roxana Portillo, por su permanente crítica literaria
y por obsequiarme dos poemas. El primero, que titulé “Poema”, lo
publiqué a nombre tuyo; y el segundo, que titulé “Duelo”, le añadí
dos epígrafes, y lo convertí a voz masculina... ¡sólo eso!
A Don José Fredis Orellana Martínez y su esposa, quienes me
tendieron su mano aún sin conocerme.
Al Dr. Julio César Gallardo, quien me atendió cuando convalecía.
A mis lectores y lectoras, por permitirme nacer de nuevo en sus
ojos.

11
El beso del Sol
Harakiri
A O-Coni-Co,
in memoriam.

En el vientre de mi alma hundí la daga del olvido


para expiar de una vez tu inmensurable afrenta.
Amaterasu Omikami, (de quien tantos han nacido,)
dictaminó la muerte mía una noche sangrienta.

Y fue por culpa tuya, indeseable geisha


que, danzando con lascivia en toda ceremonia,
servías a los hombres el codiciado cha
que bebían junto a ti sin ninguna parsimonia.

En el Templo del Amor erigí yo un estrado


que cubrí con alfombras totalmente carmesíes.
Rodeado de mí mismo, (a quien tú has deshonrado,)

confesé todas mis culpas; recé todas mis díes


írae; la daga empuñé, y en mi vientre la hundí…
(Fue por ti, mas ¡qué importa! Ahora soy un kamí.)

11 de noviembre de 2004.
(23.28 hrs.)

15
Liebe lied
SIE:

Immer allein sind Liebende sich in der grössten Versammlung.


Aber sind sie zu Zweien,
stellt auch der Dritte sich ein.

ER:

Amor, ja!*

*
ELLA: “Los amantes siempre están solos en medio de la gran multitud./ Pero estando los
dos,/ siempre se mezcla un tercero.”/ ÉL: “Amor, sí”.

16
Arte poética
A mi novia.

Escribe sobre el arte de dos cuerpos


que se reflejan en muchos espejos.
J.K.V.

A veces en las tardes una cara


nos mira desde el fondo de un espejo;
el arte debe ser como ese espejo
que nos revela nuestra propia cara.
J.L.B.

Nacer hombre. Ser espejo roto


(la idea es de Borges) de un Adán
anterior al Paraíso. Ser esclavo
del hechizo de

a m a r
m i r a r
a b r a z a r
r e c o r r e r

un cuerpo de mujer

c r e e r

17
desnudamente

que ese cuerpo es

n u e s t r o

p r o p i o

c u e r p o

reflejado en otra piel

i g u a l

a la nuestra

18
Geheim Fluβ

Nace
—de ti misma—
el río secreto
de mi amor.

Y yo
no conozco
el fin de su cauce,
porque es como el río
que Heráclito
vio.

19
Collage

Si me dejas arrancarte los ojos, amor mío, me harías muy feliz.


Quisiera quemarte el corazón, sellarte la memoria. No quiero que
me ames. Quiero dejarte la boca para que me hables y para que me
beses. Y todo lo demás de tu cuerpo, que es delicioso.

20
Ojógrafo
A mi novia Jessica Karina.

Aún más que con los labios


hablamos con los ojos…
Manuel Acuña

Conozco desde siempre lo que diste a mi pecho,


la pura alfarería que reposa en tus ojos.
Elvio Romero

Estoy aprendiendo a leer la escritura


de tus ojos de miel. Una a una,
voy dilucidando (no sin corta mesura)
las caligrafías (antes extrañas) de la runa
de tu vista. He sido un escandinavo analfabeto
pero hoy te tengo a ti. Aunque confieso
que aún no sé usar todo el alfabeto
para comunicarme contigo, ex profeso
de usar tus mismas letras,
de hablar tu mismo idioma,
de poder penetrarte como tú me penetras,
pero aprenderé. (Así tenga que ir a Roma
o a la antigua Escandinavia,
con tal de obtener de tus runas la savia.)

21
7
Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy
dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera
vez tu boca se entreabriera, y me basta como para cerrar los ojos
para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca
que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una
boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para
dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco
comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por
debajo de la que mi mano te dibuja.
Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces
jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y los ojos
se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se
miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan
tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua
en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va
y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos
buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de
tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de
flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si
nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y
terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es
bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te
siento temblar contra mí como una luna en el agua.

23
Flor de Luz

A Jessica, por ti
y por tu danza.

Una mariposa
de luz
se posó
en mi corazón

Esa
mariposa
eres tú

II

Niña, niña blanca, princesa de mi vida,


ofrendo ante tus pies mi inocente canto;
secaste con tus manos de mi rostro el triste llanto
y yo he visto en tu rostro mi esperanza renacida...!
La vez primera en que te vi cautivaste el alma mía,
la cubriste con la luz de la flor de tu mirada...
¡y oí caer de nuevo del amor la fiel cascada
que a las mustias flores mías rejuvenecía!

24
Al compás de la música triunfante de mis rimas
bailabas, blanca niña, en un derroche de dulzura...
¡Déjame, pues, mi flor de luz, mi niña blanca y pura,
que te hable con mis besos, cuando a mí te aproximas!
Niña, niña blanca, princesa de mi vida,
ofrendo ante tus pies mi inocente canto...
¡Secaste con tus manos de mi rostro el triste llanto
y yo he visto en tu rostro mi esperanza renacida...!

27 de agosto de 2004.

25
14 de Febrero

A mi novia.

¿Quieres saber, divina Psique, lo que celebra


el mundo entero en este día? ¡Nuestro amor!
¡El día en que mi flecha hirió con su candor
el alma tuya a la que entró como una hebra!

¡El día en que obedecí la voz de mi alado corazón


enamorándome de ti! ¡Llevándote conmigo
al Palacio del Sol, donde ningún enemigo
podrá intentar sitiar y destruir nuestra pasión!

¡El día en que mostramos nuestra fidelidad


al mundo, para que también él la practique!
¡El día excelso en que tú, hermosa Psique,

caíste, herida de amor, entre la intimidad


de mis brazos que son tuyos, como yo de ti he sido!
¡El día eterno del eterno amor de Psique y Cupido!

13 de febrero de 2005.
(23.44 hrs.)

27
Duelo

Una espada para la mano


que regirá la hermosa batalla...
Jorge Luis Borges

Deux guerriers ont couru l’un sur l’autre; leurs armes


ont éclaboussé l’air de lueurs et de sang.
Ces jeux, ces cliquetis du fer sont les vacarmes
d’une jeunesse en proie à l’amour vagissant.
Charles Baudelaire

No soporto esta lucha que se está librando.


Mudo la observo detrás de la muralla.
El viento sopla extendiendo el fuego
que arde, devastador, en el umbrío valle.
Todas las constelaciones se agruparon
para conocer el desenlace de la cruenta batalla.
Un golpe, sangre salta. Otro golpe falla.
La luz de la luna ilumina el campo y las caras.
Los grillos aplastados gimen su concierto final
y las luciérnagas, como pequeñas antorchas de brillo fugaz,
vagas, errabundas, titilan la paz.
¡La desventurada noche los contempla!
El castillo de plata se mancha
y el filo de una daga se confunde
con tanto fulgor policromático...

28
Cae la muralla mas no los guerreros.
Hay un mutis. Alguien da un beso.
La muralla está reconstruida.
La batalla prosigue.
Astros y demás continúan expectantes.

29
1 Corintios XIII, 12

A Olga Taito.

—Pero, Werther, ¿volveremos a vernos? ¿Nos


reconoceremos? ¿Qué pensáis de esto? ¿Qué decís?
—Carlota —exclamé, presentándole mi mano
y con los ojos cuajados de lágrimas—; ¡sí,
volveremos a vernos! ¡En esta vida y en la otra
volveremos a vernos!
J.W. Goethe.

En Santiago de Chile
o en algún lugar de Buenos Aires,
volveremos a vernos. Quiera Dios que el Sol destile
sus rayos de luz en los crepusculaires
cielos del Sur
para encontrarnos. Quiera
también que nuestro albur
(que fue roja quimera
en que ambos nos amamos)
renazca y viva eternamente.
Nos reconoceremos. Llevamos
escrito el nombre del otro en una filacteria en la frente.

12 de octubre de 2004.
(00:36 hrs.)

31
Küsse mich!

Wie? du kannst nicht mehr küssen?


Mein Freund, so kurz von mir entfernt
Und hast’s Küssen verlernt?
Warum wird mir an deinem Worten, deinen Blicken
Ein ganzer Himmel mich überdrang,
Und du mich küsstest, als wolltest du mich ersticken.
Küsse mich!
Sonst Küss’ ich dich!*

*
¿Cómo? ¿Ya no me besas? /¿Tan corto tiempo ausente, amiga mía, / y ya te has olvidado
de besarme? /¿Por qué tiemblo /de miedo entre tus brazos, /cuando antes tus palabras,
tu mirada /me penetraban como un cielo, / y me besabas /como queriendo ahogarme?
/¡Bésame!, /¡o te beso yo!

32
Tres amigas

I
Dina

Hay una voz secreta, un dulce canto


que el alma sólo en el silencio entiende,
un sentimiento misterioso y santo
que los labios de su espíritu desprende:
sigiloso y grato, inocente encanto
que en inefable amor el alma enciende,
hablándole a mi alma peregrina
con el silencio de su voz dulce y divina.

II
Mercedes

Mujer que Amor en su pasión figura,


mujer que todo dice a los sentidos,
ensueño de suavísima ternura,
verso cantado que perdura en los oídos;
de amor la llama generosa y pura,
los gozos dulces del placer cumplidos:
¡Tú engalanas la rica fantasía
y el gozo que avaro el corazón ansía!

33
III
Marjorie

Corazón toda ella, y alma, y vida,


y gracia, y juventud, y de cariños llena,
tan llena que está en mi alma acogida
de su dulce amistad una dulce escena:
de un corazón en su figura entretejida
unos ricos chocolates en una rica almena.
¡Aún sigo recordando el día de febrero
en que recibí un corazón de su corazón sincero!

34
Génesis II, 21-23

Dormido debajo del cielo del Edén


Adán se encuentra. Dios trabaja.
En su costado realiza una saja
y toma una costilla. Los ángeles ven.
Le cierra, primero, la carne en su lugar.
(El que había dado a todo un nombre
aún estaba solo. Era el único hombre:
En ese día todo habría de cambiar.)
Toma la costilla y a la mujer crea,
para que aquel hombre, cuando la vea,
diga: «¡Ella es hueso de mis huesos
y carne de mi carne!» «¡Ella es la madre
de todos los vivientes!»
…………………………………….
(Dios el Padre
contempla sus sensuales embelesos...)

35
Horas de amor

¿Te acuerdas? Quise, con impulso leve,


sobre tu pecho colocar mi oído,
y escuchar el dulcísimo latido
con que tu blando corazón se mueve.

Prendí en mis brazos tu cintura breve


y hundí mi rostro en el caliente nido
de tus senos, que es mármol encendido,
carne de flores y abrasada nieve.

¡Con qué prisa y qué fuerza palpitaba


tu enamorado corazón! Pugnaba
tu talle, en tanto, más, con ansia loca,

bajo la nieve el corazón latía,


y, en su gallarda rebelión, quería
saltar del pecho por besar mi boca…

36
Cantando vas, riendo por el agua...

¡Y cantamos, reímos por el aire,


por el agua reímos y silbamos!
Juan Ramón Jiménez

Cantando vas, riendo por el agua,


descifrando en tu canto el encanto del amor,
cortejando a las Náyades, sonriéndole a las Musas,
riendo por el agua y por el aire.

Cantando vas, riendo por el agua...

37
Cuerpo de amor

Volcado sobre ti, volcado sobre tu imagen derramada bajo los altos
[álamos inocentes,
tu desnudez se ofrece como un río escapando,
espuma dulce de tu cuerpo crujiente,
frío y fuego de amor que en mis brazos salpica.

Por eso, si acerco mi boca a tu corriente prodigiosa,


si miro tu azul soledad, donde un cielo aún me teme,
veo una nube que arrebata mis besos
y huye y clama mi nombre, y en mis brazos se esfuma.

Por eso, si beso tu pecho solitario,


si al poner mis labios tristísimos sobre tu piel incendiada
siento en la mejilla el labio dulce del poniente apagándose,
oigo una voz que gime, un corazón brillando,
un bulto hermoso que en mi boca palpita,
seno de amor, rotunda morbidez de la tarde.

Sobre tu piel palabras o besos cubren, ciegan,


apagan su rosado esplendor erguidísimo,
y allí mis labios oscuros celan, hacen, dan noche,
avaramente ardientes: ¡pecho hermoso de estrellas!

Tu vientre níveo no teme el frío de esos primeros vientos,


helados, duros como manos ingratas,
que rozan y estremecen esa tibia magnolia,
pálida luz que en la noche fulgura.

39
Déjame así, sobre tu cuerpo libre,
bajo la luz castísima de la luna intocada,
aposentar los rayos de otra luz que te besa,
boca de amor que crepita en las sombras
y recorre tu virgen revelación de espuma.

Apenas río, apenas labio, apenas seda azul eres tú, margen dulce,
que te entregas riendo, amarilla en la noche,
mientras mi sombra finge el claroscuro de plata
de unas hojas felices que en la brisa cantasen.

Abierta, penetrada de la noche, el silencio


de la tierra eres tú: ¡oh mía, como un mundo en los brazos!
No pronuncies mi nombre: brilla sólo en lo oscuro.
Y ámame, poseída de mí, cuerpo a cuerpo en la dicha,
beso puro que estela deja en los aires.

40
Poema mientras duermes
y yo me desvelo (ya en mi cuarto)

Para mi novia, a las 11.11 de la noche del jueves 17 de abril.

Con las piernas recogidas como recién nacida, la vastedad del


sueño te invade. Me dejaste en la sala cenando solo. De triste,
tu sopa se enfrió. Y qué decir de tus tortillas: a las pobres se les
endureció el alma. Yo termino de cenar, sudando de frío. ¡Qué
calor hace cuando hace frío! Tu padre se despierta ebrio de sueño.
Tu hermana menor se dice a sí misma un montón de adivinanzas
que ella misma apuntó en una minúscula libreta. (Un palito bien
paradito con un mosquito en la cabeza? La i. Una señora delgada
con las tripas de fuera? La aguja.) Tu madre ríe mientras escucha a tu
hermana. Ella prefiere la risa en lugar del enojo, el grito y el golpe.
Ya fue suficiente. Ya no lo vuelvo a hacer. Yo me paro y me dirijo
hacia tu puerta. Soy el ángel de la muerte, de la pequeña muerte,
que te quiere entrar, pero hay sangre en tu dintel y entonces me
detengo. Me quito toda la ropa, me desnudo de mí, mientras te veo
dormida, con las piernas recogidas como recién nacida. Enciendo el
foco, entro, y en sigilo te miro. Los zancudos te estaban comiendo!
Yo te defiendo como te defendí del escorpión (aunque esa es otra
historia dentro de esta historia). Mi arma es mi brazo y una toalla
de mano. Te pregunto algo y apenas me respondes. Apenas abres
los ojos. Sé que estás cansada, y te dejo dormir, entregándote al
sueño. Desato el tropel de tu pelo al quitarte la cola. Te miro de
nuevo mientras paso mi mano por tu frente. Te bajo el mosquitero
41
y lo coloco con sumo cuidado. No quiero dejar ni un solo espacio
por donde pueda entrar el enemigo. Me levanto, despacio salgo
desnudo de tu cuarto para ponerme la ropa. Me despido de tu
mamá, de tu papá y de tu hermana. Y antes de salir, antes de irme,
me paro enfrente de tu puerta, te miro por última vez, y me voy
llorándote y amándote más, mientras nos llega el día.

42
Voz de seda

¡Este beso! Una cosa tan fragante, tan leve,


de seda, de frescura, mariposa de un labio,
una flor que no es flor, que va, bajo los ojos
negros, cual un lucero de carne y luz, volando…

Algo que huele a sol, a dientes, a puñales,


a estrellas, a rocío, a sangre, a luna…, algo
que es como un agua cálida que se retira, como
el aire de un incendio, errabundo y balsámico…

¿Es el alma que quiere entregarse? ¿Un rubí


del corazón, que abre su sagrario de raso?
¡Un beso! Y las mejillas se tocan y se rozan…
y son nieves que arden…, y se encuentran las manos.

43
Brasa desnuda

Es el momento del deseo.

Acostada, desnuda,
te extiendes como la piel de una colina mordida por el sol.
Empiezo a contemplarte desde tu pie dormido en el aire,
tus piernas puntuales, mientras subo mis ojos,
se dan cita en una dársena negra, sitiada
por húmedos carbones, carbones de labios,
labios de lianas.
En este instante cumplo la edad del deseo
en el rostro más tierno de la tarde.
La fruta resbala,
cada minuto crece, se hincha ardiendo.
A las seis del espejo entro en ti
como el huésped más esperado,
sencillo como el río del día
te cubro con mi piel de hombre,
soy la lengua que recorre tus venas para callarte,
te quito los ojos dolorosamente,
te doy otros dos brazos para pesar la vida,
mi boca llovizna en tus pechos,
rayo tu espalda para escribir tu nombre,
con mis huesos te hablo,
tu quejido es el más largo que escuchará la noche.

Qué animales humanos más hermosos.

45
Cuando quedamos solos, desnudos cuando termina todo,
graniza la sensación de que el aire
nos ha descubierto.

46
Estaba tendido

Estaba tendido y tenía entre mis brazos un cuerpo como de seda.


Lo besé en los labios, porque el río pasaba por debajo. Entonces
se burló de mi amor. Sus espaldas parecían dos alas plegadas. Lo
besé en las espaldas, porque el agua sonaba debajo de nosotros.
Entonces lloró al sentir la quemadura de mis labios. Era un cuerpo
tan maravilloso que se desvaneció entre mis brazos. Besé su huella;
mis lágrimas la borraron. Como el agua continuaba fluyendo, dejé
caer en ella un puñal, un ala y una sombra. De mi mismo cuerpo
recorté otra sombra, que sólo me sigue a la mañana. Del puñal y el
ala, nada sé.

47
Two English poems

I
An evil spirit

An evil spirit, your beauty haunts me still,


wherewith (alas) I have been long possess’d,
which ceaseth not to tempt me to each ill,
nor gives me once, but one poor minute’s rest:
In me it speaks, whether I sleep or wake,
and when by means, to drive it out I try,
with greater torments then it me doth take,
and tortures me in most extremity;
before my face, it lays down my despairs,
and hastes me on unto a sudden death;
now tempting me, to drown myself in tears,
and then in sighing, to give up my breath;
thus am I still provok’d to every evil,
by this good wicked spirit, sweet angel devil.

II
How do I love thee?

How do I love thee? Let me count the ways:


I Love thee to the depth and breadth and height

49
my soul can reach, when feeling out of sight
for the ends of Being and ideal Grace.
I love thee to the level of everyday’s
most quiet need, by sun and candlelight.
I love thee freely, as men strive for Right;
I love thee purely, as they turn from Praise.
I love thee with the passion put to use
in my old griefs, and with my childhood’s faith.
I love thee with a love I seemed to lose
with my lost saints, —I love thee with the breath,
smiles, tears, of all my life!— and, if God choose,
I shall love thee better after death.

50
El poeta a su amada

Amada, en esta noche tú te has crucificado


sobre los dos maderos curvados de mi beso;
y tu pena me ha dicho que Jesús ha llorado,
y que hay un viernesanto más dulce que ese beso.

En esta noche rara que tanto me has mirado,


la Muerte ha estado alegre y ha cantado en su hueso.
En esta noche de setiembre se ha oficiado
mi segunda caída y el más humano beso.

Amada, moriremos los dos juntos, muy juntos;


se irá secando a pausas nuestra excelsa amargura;
y habrán tocado a sombra nuestros labios difuntos.

Y ya no habrán reproches en tus ojos benditos;


ni volveré a ofenderte. Y en una sepultura
los dos nos dormiremos, como dos hermanitos.

51
Balada de la mujer morena y alegre

Cuando Preciosa el panderete toca,


y hiere el dulce son los aires vanos,
perlas son que derrama con las manos,
flores son que despide con la boca.
Cervantes: La Gitanilla.

¡Carne de música, rosal de sangre loca,


sol con estrellas, manzana matutina,
pon en mi boca las rosas de tu boca,
tu boca roja de sol y coralina!

¡Ábrete toda como una dulce fruta,


llena de rizos al pino de tu palma,
pon, africana, sobre mi amarga ruta,
la sombra fresca del pozo de tu alma!

Mi hogar espera la luz de tu tesoro,


carne de bronce, de seda y de topacio;
¡dórame todo con tu esplendor de oro,
mujer, abierta lo mismo que un palacio!

Luz, pandereta, cristal en flor, granada,


agua de azul, mariposa florecida,
¡quita con una sonora carcajada
las flores secas del libro de mi vida!

52
Quédate en mí, soy pobre y soy poeta,
huyó en mi blanco Pegaso la fortuna,
y quiero oír tu alegre pandereta
cuando florezca la nieve de la luna…

Agua, amapola, rosal de sangre loca,


vida de música, gitana cristalina,
¡dale a mi boca la fruta de tu boca,
tu boca roja de sol y coralina!

53
Portrait

Imagen que en un lienzo se detuvo
y el tiempo no corrompe...
Francisco Toledano

...Primavera.
Ya las azucenas floridas, llenas de miel, las margaritas altivas,
los jazmines en flor y los botones de oro, han abierto sus cálices
[hermosos
bajo el regazo de el dios Sol, el soberbio Príncipe de Oriente.
Ya los gorriones tornasolados, esos amantes acariciadores,
adulan a las rosas frescas en un sutil cortejo;
ya el jazmín, flor sencilla, corona los tupidos ramajes
como una blanca estrella sobre un cielo verde.
Las avefrías, esas pequeñas niñas voladoras,
elevan sus alas al viento, levantándose, yendo hacia el infinito.
Es la primavera.
Hay un bello jardín, coronado de estrellas,
con más jazmines que rosas y mas mirtos que jazmines.
Un bello jardín con jarrones de mármol dispuestos a lo largo de
[sus costados,
con una fuente al centro, la de Venus, blanca, hermosa, sensitiva,
que nutre de encantos el jardín primaveral.

Vese llegar, de pronto,


a una joven desde un rincón del jardín,

55
hermosa, triunfal, sonriente, radiante y blanca...;
que al beso dorado del Príncipe de Oriente,
parece estatua de nieve,
parece estatua
de marmóreos pechos, de muslos pentélicos,
de espaldas turgentes, ebúrneas y albas...
Es una blonda joven de pupilas verdes y cabellos de oro,
de incipientes pechos y caderas lánguidas,
que balancea el cuerpo con ondulaciones tiernas, voluptuosas,
entornando alegre los alegres ojos,
mostrando su cuerpo ancestral a todos los dioses de la Tierra...
Se acerca, en lasciva danza, hacia la fuente de Venus,
y se dispone, con gracioso encanto, con ondulaciones tiernas,
[voluptuosas,
a tomar el lugar que un pintor ha preparado para ella:
[La Fuente de Venus.

El pintor inicia el retrato.


Toma su pincel, su paleta de colores,
y se dispone a pintar a la joven hermosa que ha llegado al centro
[del jardín.

Ella, bacante, soñadora, voluptuosa,


de incipientes pechos y caderas lánguidas, bella y graciosa,
ha elegido para el retrato la pose más simple,
que es también la mejor:

De pie, la mirada alta,


el cabello suelto y el vestido alargado,
justo a la medida que no esconde sino la mitad
[—en sus celosos pliegues—
de la punta encantadora de un pie imperceptiblemente malicioso,
donde se deja ver el comienzo turbador
de una media color de carne...

56
Es una estatua viviente,
una estatua antigua con un alma blanca asomándose a los ojos,
ojos angelicales, todos ternura, todos cielo azul,
todos secreto, todos enigma...

La blonda joven de pupilas verdes y cabellos de oro,


sentía, a través de la brisa que coronaba la hermosa primavera,
cómo el pintor la besaba con su mirada,
y cómo el llenaba su alcoba ilusoria con lascivas pasiones;
y lo castigó aún más con la majestad de su belleza,
y lo vio como mira una reina
y como mira una paloma,
penetrando en su cuerpo
a través de su mirada...

La blonda joven era un ángel.

De repente, arrebatadora,
como una visión que deslumbra, desapareció...
El pintor buscó por todo el jardín
a la blonda joven de pupilas verdes y cabellos de oro,
mas no la encontró...

El pintor lloró.
Su ángel se fue para no volver...
El pobre pintor, creador de cuadros y castillos en el aire,
recordó entonces el cuerpo de la hermosa bacante,
de la blonda joven de pupilas verdes y cabellos de oro,
de la blonda joven de incipientes pechos y caderas lánguidas,
y pensó en la promesa que le había hecho el dios Amor.

La blonda joven era un ángel,


la blonda joven era un ángel
que dejó abandonado al pobre pintor de cuadros y castillos
[en el aire...
57
...Más de esa visión,
arrebatadora, bella, majestuosa,
quedó plasmada, en colores diversos, sobre un lienzo de oro,
la imagen augusta de una eterna diosa...

58
Cantares VII, 1

¡Cuán hermosos son tus pies en las sandalias,


oh hija de príncipe! ¡Cuán hermosos son tus pies!
¡Tus pies suaves y tersos como las blancas dalias
que muestran su belleza en los Jardines de Aranjuez!**

¡Albos pies, que con eximias apariencias sonrosadas,


tienen corte fino y puro! ¡Y merecen dignas cosas:
Del romántico parnaso las poesías más soñadas,
y en un lebrillo de cristal la esencia de las rosas!

¡Qué primores! Me seducen; y al corazón prendidos,


los llevo en una imagen, con la luz que los reflejan,
y el designio de guardarlos de azares y de olvidos.

¡Y con métricos ensueños en mi corazón nacidos,


tus blancos pies venero, pues que ellos nunca cejan,
y van al paso conquistando los reinados prometidos!

14 mayo de 2005.
(22.43 hrs.)

** Hace referencia al cuadro Jardines de Aranjuez del pintor paisajista español Santiago
Rusiñol i Prats (1861-1931). Este cuadro está basado en los jardines del Real Sitio de
Aranjuez comenzado a construir a finales del siglo XVI bajo el reinado del monarca
español Felipe II.1

59
Josué X, 13

Esta noche, la luna, el claro círculo, no domina su espacio.


Jorge Luis Borges

¡Detente y escúchame ¡oh sol! ¡Yo te lo ordeno!


¡En nombre del dios Amor te lo comando!
¡Hasta que tome posesión del blanco seno
con el que he estado todo el día batallando!
¡No te muevas ¡oh sol! de este hemisferio
en que se libra una batalla a sangre fría!
¡Hasta que devele con mi espada el misterio
del cuerpo femenino que mi cuerpo ansía!
¡Que tu llama que este campo alumbra
le dé también su ardor a mis sentidos,
para percibir a la mujer que en la penumbra
dejar quería sus miembros escondidos!
¡De los dorados límites de Occidente
que ciñe el rico en perlas Océano,
al término sombroso de Oriente
extiende tu rayo de luz, Sol soberano!
¡Baña mi mundo con tu lumbre pura,
vívido lanza de tu frente el día,
siéntate en el trono de la luna oscura
y despójale el reinado sobre la noche umbría!
¡Cuántas batallas sin fin, cuántas ya viste
en un abismo de olvido desplomarse!

61
¡Cuánto ejército de amor que no persiste
y que quiso de esta guerra roja retirarse!
¿Qué fueron ante ti? Del valle sombrío
hierbas secas, y flores marchitadas;
tornando cobardía lo que otrora fuera brío,
y de la tierra fértil con tristeza arrancadas.
Y otras veces librarse viste nuevas batallas
en los campos orientales y en los occidentales;
mas tuviste que raerlos con tus terribles dallas
porque habían crecido con los mismos males:
débiles guerreros, con dagas viejas y sin filo,
más llenos de espanto que de amor para luchar;
toscos e ignorantes, sin astucia ni sigilo
al momento de intentar una ciudad sitiar…
¡Mas libre tú de la cólera divina
que juzga a los cobardes que debieron ser valientes;
de mi cielo azul en su coraza adamantina
extendiste el esplendor de tus rayos refulgentes!
¡Me diste tu luz para que yo venciera
en esta batalla en que los dos vencimos:
¡Tú porque hiciste que la batalla prosiguiera,
y yo porque junto al dios Amor tu curso detuvimos!

62
Ante el ara

Te brindas voluptuosa e imprudente,


y se antoja tu cuerpo soberano
intacta nieve de crespón lejano,
nítida perla de sedoso oriente.

Ebúrneos brazos, nuca transparente,


aromático busto, beso ufano,
y de tu breve y satinada mano
escurren las caricias lentamente.

Tu seno se hincha como láctea ola,


el albo armiño de mullida estola
no iguala de tus muslos la blancura,

mientras tu vientre al que mi beso inclino,


es un vergel de lóbrega espesura,
un edén en un páramo de lino.

63
A unas piernas

¡Ay basas de marfil, vivo edificio


obrado del artífice del cielo,
columnas de alabastro que en el suelo
nos dais del bien supremo claro indicio!

¡Hermosos capiteles y artificio


del arco que aun de mí me pone celo!
¡Altar donde el tirano dios mozuelo
hiciera de sí mismo sacrificio!

¡Ay puerta de la gloria de Cupido


y guarda de la flor más estimada
de cuantas en el mundo son y han sido!

Sepamos hasta cuándo estáis cerrada


y el cristalino cielo es defendido
a quien jamás gustó fruta vedada.

65
León de encuentros

A Julia Werner, amiga alemana


a quien conocí en León el 18 de enero
de un año que ya es polvo. De oro.

Corría
el mes de enero. Era una hermosa noche.
El colegio La Asunción era atravesado por un coche
mientras yo, solo, en León de Nicaragua escribía
buscando la divina inspiración, lentamente.
A trechos me detenía para enjugarme la frente
y darle algún respiro a mi pecho jadeante;
o bien, con más esmero, el cuerpo hacia adelante
y hacia mi mano derecha vencido y apoyado
un lapicero, semejante al pastoril cayado,
guiaba mis pensamientos por las praderas de papel
en las que buscaría mi corona de laurel.
Sobre las viejas casas se deslizaba la luna
mientras, cerca de mí, a unos pasos, se encontraba la Fortuna
abriéndome las alas en majestuoso vuelo
invitándome a surcar con ella el cielo.
Yo divisaba cerca, a mi derecha,
a una mujer blanca en el cielo hecha.
La miré de perfil como se mira una moneda.
Su cuerpo reflejaba la gloria de Leda.
Sentí como su mirada me recorría la vida

66
y por un momento pensé emprender la cruel huida.
Me preguntó qué era lo que hacía
y yo le dije que un poema escribía.
Después de unos minutos de cortas locuciones
(en el aire de León se disolvían las canciones)
me escribió unas palabras en el idioma de su
patria: Wende deinen Blick der Sonne zu,
dann fallen die Schatten hinter dich.
¿Qué significaba esa expresión de la joven de Múnich?
“Vuelve tu mirada hacia el sol,”
(¿mi mirada hacia el sol que cae en la tarde formando un arrebol?)
“así la sombra caerá detrás de ti.”
Desconcertó mi corazón. No le entendí.
(No fue sino hasta que leí “Los dones” de Coelho
que pude develar el misterio tras el velo
de la frase escrita en lengua alemana
por una mujer joven descendiente de la raza germana.)
Lo que está entre paréntesis en realidad no importa. Quiero
que os volváis al principio: Corría el mes de enero...

67
Al margen de mis libros de estudio

Yo, que pensaba en una blanca senda florida,


donde esconder mi vida bajo el azul de un sueño,
hoy pese a la inocencia de aquel dorado empeño,
muero estudiando leyes para vivir la vida.

Y en vez de una alegría musical de cantares,


o de blanca senda constelada de flores,
aumentan mis nostalgias solemnes profesores
y aulas llenas de alumnos alegres y vulgares.

Pero asisto a las clases puntualmente. Me hundo


en la enfática crítica y el debate profundo:
Savigny, Puchta, Ihering, Teófilo, Papiniano…

Así llenan y cubren esta vida que hoy vivo


la ciencia complicada del Administrativo
y el libro interminable del Derecho Romano.

II

Luego, en el mes de junio, la angustia del examen.


Pomposos catedráticos en severos estrados,

69
y el anónimo grupo de alumnos asustados
ante la incertidumbre tremenda del dictamen

que juzgará el prestigio de su sabiduría…


Aplaudir aquel triunfo que talento pregona,
y mirar cómo a veces el dictamen corona
con un sobresaliente una testa vacía.

Deshojar cuatro años esta existencia vana


en que París es sueños y es realidad La Habana;
gemir, atado al poste de la vulgaridad,

y a pesar del ensueño de luz en que me agito,


constreñir el espíritu sediento de infinito
a las angostas aulas de una Universidad.

III

¿Y después? Junto a un título de flamante abogado,


irá el pobre poeta con su melancolía
a hundirse en la ignorancia de una notaría
o a sepultar sus ansias en la paz de un juzgado.

Lejos del luminoso consuelo de la rosa,


de la estrella, del ave, de la linfa, del trino,
toda la poesía de mi anhelo divino
será un desesperante montón de baja prosa.

Y pensar que si entonces la idealidad de un ala


musical en la noche de mi pecho resbala
o me cita la urgente musa del madrigal,

70
tendré que ahogar, señores, mi lírica demencia
en los considerandos de una vulgar sentencia
o en un estrecho artículo del Código Penal…

71
Poema

¿Quién fue ese niño que tejió al hombre que eres?


¿Por qué no eres ese niño ahora?
Quiero conocerlo. Hazlo volver.
Muéstrame tu verdad, muéstrate puro.
La diafanidad de tus ojos,
de la que aún conservas
un vago brillo, quiero mirar.
Contigo quiero jugar
un juego donde ninguno quiera ganar.
Contigo quiero correr por el sendero
donde existe el Bien, y el Mal
es una palabra inventada por adultos.
Corramos. Huyamos a tu infancia.

73
Ojos Ve(n)dados

Alguien, detrás, a tu espalda, te cubrió los ojos


con palabras. Con silenciosas, mudas palabras.
Quizá piensas que él no dijo nada, porque sus rojos
labios no se abrieron ni con mil abracadabras.

Pero no fue así. Llegó tras de ti al verte cantar


y tocar tu guitarra. Tú estabas confundida
pues no sabías quién era… Hasta que lo oíste llorar.
¿Cómo confundir el triste llanto de su alma afligida,

si ya tú lo conoces, pues es uno con el tuyo?


¿Cómo olvidarlo, si ya tu canto es suyo
al par que su poesía de tu alma se ha llenado?

Quitó sus manos de tu rostro. Lo viste fijamente.


El enlutado mudo te observó inocentemente…
…Y le dijo a tus ojos su secreto cuitado.

74
Despedida

¡Ah! para siempre adiós: vano es ahora


acariciar memorias de ventura;
voló ya la ilusión de la esperanza,
y es vano amar sin esperanza alguna.
José de Espronceda

¡No te vayas de mí! ¡No te vayas ahora!


¡Tú eres, oh joven, mi mayor consuelo!
¡Triste de mi alma cuando sola llora!
¡Tú aún no has probado tan amargo duelo!
¡Ojalá que con mano veladora
tus pasos guíe providente el cielo,
y nunca aislada en tu dolor profundo
sola te mires en mitad del mundo!
¡Solo!... ¡Si tú supieras qué amargura
esta palabra encierra, no te irías!...
¡Mi abandono, mi mal, mi desventura
y mi inmenso dolor comprenderías!...
¡A esa gente que en torno se apresura
qué le importan jamás las penas mías!
¡Solo está el corazón, blasfeme o llore,
niegue a Dios, o su piedad implore!
¡Y yo más solo!... ¡Que el que a mí me vea,
a mí, maldita sea, a mí, cieno del mundo,
seguro estoy de que en mi pena no crea,

75
ni compadezca mi dolor profundo!
¡No me verá ninguno, sin que sea
para tratar como mendigo inmundo
a este pobre hombre, que esconde herida
un alma solitaria y dolorida!
Dame tu mano, déjame, mujer mía,
que la bañe con mi llanto y que te mire,
y te llame mi amor, y que en mi impía
agonía contemplándote respire!...
¡Tú eres buena, tú sonríes; todo el día
tristeza no me muestras; deja que delire
y me llame tu poeta; y no te infame
que un hombre tan triste su musa te llame!
¡Ningún otro dolor llevar podría
que el que lleva mi alma de amarguras llena!...
¡Ahora que agota en mí la suerte impía
los días de tu luz, y desesperanza me envenena!...
¡Ahora que te vas ¡oh dulce mía!
no habrá pena tal vez que sea más pena,
ni otro mayor pesar, ni otro quebranto
para tu poeta que te amaba tanto!
¡Oh no! ¡Ninguno!... ¡Que ningún tormento
cabe en mi pecho ya, ni nunca impío
sentimiento desplazó a mi sentimiento,
ni otro ningún dolor al dolor mío!...
¡Y tú te vas, y yo en mi alma lamento
con lágrimas este triste lamentar sombrío!
¡Dios te bendiga, oh joven, que me dejas
llorando tristemente estas mis quejas!
¡Serás en mi corazón la reina mía,
pues fue mi vida la que en mi locura
con locos esfuerzos detenerte quería,
y serás en mi alma toda mi ventura,
la musa de mi jardín, mi alegría,

76
mi única esperanza, mi flor pura,
¡única flor de mi pobre huerto
ahora sin ti lúgubre y desierto!...

5 de mayo de 2005.
(11.57 hrs.)

77
Le beau jardin
Llamas bello al jardín; está bien, velo;
bello será, pero se olvida al fin,
si no está allí con tu hermosura el cielo,
si tú no estás ¡oh flor! en el jardín.
José de Espronceda

¿Llamas bello al jardín? ¿Las flores admiras?


Está bien, hazlo: yo quiero que en tu alma lo anides.
Mas no lo olvides nunca, —¡oh no, nunca lo olvides!—:
El jardín no es bello si con tus ojos no lo miras.

Si con tus ojos no lo miras el jardín no es bello...


¿Qué otros ojos más bellos mirarán en mi jardín?
¡Si yo veo en los tuyos, como en un claro destello,
la belleza de las flores en la belleza del jazmín...!

En la belleza del jazmín la belleza de las flores...


La belleza de la unión del estambre y el pistilo...
¡La belleza de la antera que en un suave sigilo
en el carpelo deposita el polen de sus amores!

El polen de sus amores en el carpelo deposita...


¡Así yo quiero en ti depositar mi poesía!
¡Y mirar cómo fecunda la que nunca se marchita:
la flor de tu amor que he esperado todo el día!

78
Que he esperado todo el día la flor de tu amor...
¿Nacerá alguna vez? ¿Crecerá ella en mi tierra?
¿O irá a nacer, quizás, en una solitaria sierra,
alejada eternamente de mi ensueño y su candor?

De mi ensueño y su candor alejada eternamente,


y la oscuridad creciendo en mi jardín de luz...
¡Y el polvo del olvido enterrándolo indolente!
¡El polvo del olvido! ¡Esa pesada cruz!

Esa pesada cruz... El polvo del olvido...


Y el amor que fue, y que llegó a su fin...
Amor que en mí fuiste, y que aún no has sido:
¿Las flores admiras? ¿Llamas bello al jardín?

¡Llamas bello al jardín! ¡Las flores admiras!


¡Está bien, hazlo! ¡Yo quiero que en tu alma lo anides!
¡Mas no lo olvides nunca, —¡oh no, nunca lo olvides!—:
¡El jardín no es bello si con tus ojos no lo miras!

79
El caminante perdido

Caminado,
entre los dorados parajes del jardín de oro,
me perdí.

Era tan bello aquel paraje ingenuo


que se quedó mi alma
pegada a su imán puro de oro y brisa.
Todo nacía allí:
El amor, la esperanza, la fe,
la alegría, el esplendor,
la gracia, la belleza, el encanto,
la vida. Y una mujer...
La flor salía de su bello capullo de oro:
mariposa era de la tierra y del aire.
El agua corría en su cauce hermoso:
caballo de cristal era en un galope infinito.
Las hojas otoñales caían en la tierra:
lágrimas eran del corazón de los amantes.
El sol se iba alejando.
La luz de una rosa inexpresable
le daba a mi alma una quietud inmortal
en el rojizo terminar del día.
Mi corazón se había perdido entre el jardín de oro,
y toda la humanidad me miraba sólo a mí.

...Pero, ¿qué me veis?


Si yo, caminando,

80
entre los dorados parajes del jardín de oro,
me perdí...

¡Dejadme!
¡Dejadme perdido en el jardín de oro!
¡Dejadme envuelto en sus doradas sábanas,
entre sus flores hermosas,
cubierto con sus verdes coronas,
bañado por sus aguas eternas,
rodeado de toda su creación!
¡Al lado de una mujer!

81
Besos

Mis besos lloverán sobre tu boca oceánica


primero uno a uno como una hilera de gruesas gotas
anchas gotas dulces cuando empieza la lluvia
que revientan como claveles de sombra
luego de pronto todos juntos
hundiéndose en tu gruta marina
chorro de besos sordos entrando hasta tu fondo
perdiéndose como un chorro en el mar
en tu boca oceánica de oleaje caliente
besos chafados blandos anchos como el peso de la plastilina
besos oscuros como túneles de donde no se sale vivo
deslumbrantes como el estallido de la fe
sentidos como algo que te arrancan
comunicantes como los vasos comunicantes
besos penetrantes como la noche glacial en que todos
[nos abandonaron
besaré tus mejillas
tus pómulos de estatua de arcilla adánica
tu piel que cede bajo mis dedos
para que yo modele un rostro de carne compacta idéntico al tuyo
besaré tu ojos más grandes que tú toda
y que tú y yo juntos y la vida y la muerte
del color de la tersura
de mirada asombrosa como encontrarse en la calle con uno mismo
como encontrarse delante de un abismo
que nos obliga a decir quién somos
tus ojos en cuyo fondo vives tú
83
como en el fondo del bosque más claro del mundo
tus ojos llenos de aire de las montañas
y que despiden un resplandor al mismo tiempo áspero y dulce
tus ojos que tú no conoces
que miran con un gran golpe aturdidor
y me inmutan y me obligan a callar y a ponerme serio
como si viera de pronto en una sola imagen
toda la trágica indescifrable historia de la especie
tus ojos de esfinge virginal
de silencio que resplandece como el hielo
tus ojos de caída durante mil años en el pozo del olvido
besaré también tu cuello liso y vertiginoso como
[un tobogán inmóvil
tu garganta donde puede morderse la amargura
tu garganta donde la vida se anuda como un fruto que
[se puede morder
y donde el sol en estado líquido circula por tu voz y tus venas
como un coñac ingrávido y cargado de electricidad
besaré tus hombros construidos y frágiles como
[la ciudad de Florencia
y tus brazos firmes como un río caudal
frescos como la maternidad
rotundos como el momento de la inspiración
tus brazos redondos como la palabra Roma
amorosos a veces como el amor de las vacas por los terneros
y tus manos lisas y buenas como cucharas de palo
tus manos como esos pedazos de la noche que de pronto caen
revoloteando en la mitad del día
tus manos incitadoras como la fiebre
o blandas como el regazo de la madre del asesino
tus manos que apaciguan como saber que la bondad existe
besaré tus pechos globos de ternura
besaré sobre todo tus pechos más tibios que la convalecencia
más verdaderos que el rayo y que la soledad

84
y que pesan en el hueco de mi mano como la evidencia
[en la mente del sabio
tus pechos pesados fluidos tus pechos de mercurio solar
tus pechos anchos como un paisaje escogido definitivamente
inolvidables como el pedazo de tierra donde habrán de enterrarnos
calientes como las ganas de vivir
con pezones delicados iridiscentes florales
besaré tus pezones de milagro y dulces alfileres
que son la punta donde de pronto acaba chatamente
la fuerza de la vida y sus renovaciones
tus pezones de botón para abrochar el paraíso
de retoños del mundo que echa flores de puro júbilo
tus pezones submarinos de sabor a frescura
besaré mil veces tus pechos que pesan como imanes
y cuando los aprieto se desparraman como el sol en los trigales
tus pechos de luz materializada y de sangre dulcificada
generosos como la alegría de aceptar la tristeza
tus pechos donde todo se resuelve
donde acaba la guerra la duda la tortura
y las ganas de morirse
besaré tu vientre firme como el planeta Tierra
tu vientre de llanura emergida del caos
de playa rumorosa
de almohada para la cabeza del rey después de entrar a saco
tu vientre misterioso cuna de la noche desesperada
remolino de la rendición y del deslumbrante suicidio
donde la frente se rinde como una espada fulminada
tu vientre montón de arena de oro palpitante
montón de trigo negro cosechado en la luna
montón de tenebroso humus incitante
tu vientre regado por los ríos subterráneos
donde aún palpitan las convulsiones del parto de la tierra
tu vientre contráctil que se endurece como un brusco recuerdo
[que se coagula

85
y ondula como las colinas
y palpita como las capas más profundas del mar
tu vientre lleno de entrañas de temperatura insoportable
tu vientre que ruge como un horno
o que está tranquilo y pacificado como el pan
tu vientre como la superficie de las olas
lleno hasta los bordes de mar de fondo y de resacas
lleno de irresistible vértigo delicioso
como una caída en un ascensor desbocado
interminable como el vicio y como él insensible
tu vientre incalculablemente hermoso
valle en medio de ti en medio del universo
en medio de mi pensamiento
en medio de mi beso auroral
tu vientre de plaza de toros
partido de luz y sombra y donde la muerte trepida
suave al tacto como la espalda negra del toro de la muerte
tu vientre de muerte hecha fuente para beber la vida fuerte y clara
besaré tus muslos de catedral
de picos paternales
practicables como los postigos que se abren sobre lo desconocido
tus muslos para ser acariciados como un recuerdo pensativo
tensos como un arco que nunca se disparará
tus muslos cuya línea representa la curva del curso de los tiempos
besaré tus ingles regadas como los huertos mozárabes
traslúcidas y blancas como la vía láctea
besaré tu sexo terrible
oscuro como un signo cuyo nombre no puede decirse
[sin tartamudear
como una cruz que marca el centro de los centros
tu sexo de sal negra
de flor nacida antes que el tiempo
delicado y perverso como el interior de las caracolas
más profundo que el color rojo

86
tu sexo de dulce infierno vegetal
emocionante como perder el sentido
abierto como la semilla del mundo
tu sexo de perdón para el culpable sollozante
de disolución de la amargura y de mar hospitalario
y de luz enterrada y de conocimiento
de amor de lucha de muerte de girar de los astros
de sobrecogimiento de hondura de viaje entre sueños
de magia negra de anonadamiento de miel embrujada
de pendiente suave como el encadenamiento de las ideas
de crisol para fundir la vida y la muerte
de galaxia en expansión
tu sexo triángulo sagrado besaré
besaré besaré
hasta hacer que toda tú te enciendas
como un farol de papel que flota locamente en la noche

87
Punto de encuentro

Para conocer más sobre la vida y obra del poeta Jorge Alfredo
Márquez Fagoaga, marqués del Valle (San Salvador, 1983-), así
como para escribirle a su buzón electrónico, leer sus entradas de
blog, comentar, preguntar, criticar, sugerir, invitarle a su colegio,
escuela, instituto o universidad, comprar su libro en Internet, unirte
a sus redes sociales virtuales, mirar sus fotos y vídeos, las siguientes
herramientas de comunicación están a tu disposición.

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Fotografías y vídeos:
http://www.flickr.com/photos/marquesdelvalle

89
Contenido

5 Epígrafe
7 Dedicatoria
9 Prefacio
11 Gratitudes

EL BESO DEL SOL

15 Harakiri
16 Liebe lied
17 Arte poética
19 Geheim Fluβ
20 Collage
21 Ojógrafo
23 7
24 Flor de luz
27 14 de febrero
28 Duelo
31 1 Corintios XIII, 12
32 Küsse mich!
33 Tres amigas
35 Génesis II, 21-23
36 Horas de amor
37 Cantando vas, riendo por el agua
39 Cuerpo de amor
41 Poema mientras duermes y yo me desvelo
(ya en mi cuarto)
43 Voz de seda
45 Brasa desnuda
47 Estaba tendido
49 Two English poems
51 El poeta a su amada
52 Balada de la mujer morena y alegre
55 Portrait
59 Cantares VII, 1

91
61 Josué X, 13
63 Ante el ara
65 A unas piernas
66 León de encuentros
69 Al margen de mis libros de estudio
73 Poema
74 Ojos ve(n)dados
75 Despedida
78 Le beau jardin
80 El caminante perdido
83 Besos

89 Punto de encuentro
91 Contenido
93 Notas

92

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