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del posmodernismo
https://revistaaldeapolitica.home.blog/2019/06/15/la-muerte-del-socialismo-cientifico-a-manos-
del-posmodernismo/?fbclid=IwAR04U4MkpVnbCs3j75CYE5xZEbt6FDqbNcFs4LqgcY5-
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La izquierda finge que está luchando por el poder para que la derecha pueda fingir
que lo posee. En el fondo, en ambos lados la apuesta es mínima. Lo que está en
juego no es el destino de la civilización moderna o el fin del imperio de la
producción capitalista. Lo único que está en juego es el mantenimiento de la
simulación política de la que la existencia de ambas fuerzas políticas depende. Sin
la ficción de la “guerra del fin de los tiempos”, ni derecha ni izquierda podrían
articular un discurso relevante.
“Los comunistas creen en el valor de uso del trabajo, de lo social, de la materia (su
materialismo), de la historia. Creen en la «realidad» de lo social, de las luchas, de
las clases, etcétera. Creen en todo, quieren creer en todo, ahí está su profunda
moralidad. Y esto es lo que les arrebata cualquier capacidad política” (Baudrillard).
El marxismo se ha convertido en una cuestión de fe. O se cree en él o no se cree.
La doctrina de la inevitabilidad histórica del comunismo ya no es sostenible desde
un punto de vista epistemológico y por eso se la deja guardada en los libros. El
materialismo original ha sido reabsorbido por esa ética posmoderna que ve como
un factor de moralidad el rechazo del historicismo. Hay que actuar como si la
historia de la humanidad no se dirigiese a ningún lado.
Cuando la izquierda reformista asume el poder, lo hace para administrar las crisis
que la economía de los monopolios crea. Los comunistas actuales toman el relevo
de la clase dominante en la gestión política del capital para al cabo de un tiempo
fracasar estrepitosamente en sus programas de reforma, y es por eso que el
aceleracionismo los acusa de ser abanderados del miserabilismo. El marxismo
posmoderno no podría estar más al servicio de los grandes poderes mercantiles, y
eso muestra de forma bastante concluyente que la política revolucionaria se
encuentra castrada.
“La vieja línea en el sentido de que el capitalismo era necesario para crear una
civilización industrial, pero no para mantenerla, no se escucha demasiado a
menudo en estos días. (…) Confrontados con la elección de una civilización
industrial o colectivismo, es una civilización industrial que los liberales descartaron.
Confrontados con la elección de tecnología o dictadura, es tecnología que
descartaron. Confrontados con la elección de la razón o los caprichos, es la Razón
que descartaron” (Rand).
“Berlinguer manifiesta: «No hay que tener miedo a que los comunistas tomen el
poder en Italia.» Fórmula maravillosamente ambigua, ya que puede significar: que
no hay que tener miedo, ya que si los comunistas llegan al poder, no cambiarán
nada de su mecanismo capitalista fundamental; que no existe ningún peligro de
que lleguen nunca al poder por la razón de que no lo quieren; pero también que,
en realidad, el poder, un auténtico poder, ya no existe -ya no existe poder- y por
tanto no hay ningún peligro de que alguien lo tome o lo recupere” (Baudrillard).