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cademia

Adicción al sexo, un problema


silencioso
Sex addiction it is a silent problem

Yadith Saleme Negrete*


Indira Negrete Ruiz**
José Celedón Rivero***

Recibido: 15 de mayo de 2010 Aceptado: 28 de mayo de 2010

RESUMEN
La adicción al sexo concierne a una hipersexualidad incon-
trolable por el sexo de todo tipo, desde relaciones sexuales
con otras personas hasta masturbación o consumo de porno-
ABSTRACT
Sex addiction is an uncontrollable sex hypersexuality
grafía. La hipersexualidad es una de las dependencias menos
everything from sex with other people until consumption of
conocidas y visibles, puesto que las personas que lo padecen
pornography or masturbation. Hypersexuality is one of the
suelen mantenerlo oculto y disimularlo, sobre todo con las
least known and visible units, as people who have it tend to
personas conocidas. Las adicciones, en general, una vez que
keep it hidden, and conceal, especially with people I know.
se han arraigado como tales, actúan en forma de un ciclo
Addictions in general, once they become embedded as such,
repetitivo, siguiendo ordinariamente pasos más o menos
act as a repetitive cycle, following steps usually more or less
similares. La cultura juega un papel fundamental e invisibiliza
similar. Culture plays an important role and invisible the
la problemática de la adicción sexual ya que, de una u otra
problem of sexual addiction because in one way or another
forma, se convierte en un reforzador de esta conducta.
becomes a reinforcer of behavior.

Palabras clave: adicción al sexo, problema silencioso, género Keywords: sex addiction, problem quiet, gender and
y cultura. culture.

*
Magister en Desarrollo Social, decana de la Facultad de Psicología de la Universidad Cooperativa de Colombia, seccional Montería, correo electrónico: yadithsalemenegrete@yahoo.es
**
Psicóloga, docente del Programa de Psicología de la Universidad Cooperativa de Colombia, seccional Montería, correo electrónico: indiragisela@gmail.com
***
Especialista en Psicología Forense, docente del Programa de Psicología de la Universidad Cooperativa de Colombia, seccional Montería, correo electrónico: celedonjose31@hotmail.com
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Contextualización frecuencia llamadas a líneas eróticas y man-


La hipersexualidad o adicción al sexo es una tener relaciones sexuales con desconocidos,
necesidad incontrolable de sexo de todo tipo, haciendo que su vida gire en torno al sexo. Se-
desde relaciones sexuales con otras personas gún Singer (1995), la hipersexualidad puede
hasta masturbación o consumo de pornogra- expresarse también en aquellos con desórde-
fía. La hipersexualidad se caracteriza por una nes bipolares durante periodos de manía. Per-
frecuente estimulación genital que, una vez sonas que sufren de desorden bipolar pueden
alcanzada, puede no resultar en la satisfacción presentar continuamente enormes oscilacio-
emocional (o sexual), a largo plazo, del indi- nes en la libido, dependiendo de su estado de
viduo. En cambio, va acompañada, en ocasio- ánimo. Algunas veces, la necesidad psicológica
nes, de sentimientos de malestar y culpa. Se de actividad sexual es mucho más alta de lo
piensa que esta insatisfacción es la que alienta que ellos reconocen como normal y, a veces,
la elevada frecuencia de estimulación sexual, está muy por debajo de ello.
así como síntomas psicológicos y neurológi- La hipersexualidad es una de las dependen-
cos adicionales (Groneman, 2001). cias menos conocidas y visibles, puesto que las
El concepto de hipersexualidad sustituye personas que la padecen suelen mantenerla
los antiguos conceptos de ninfomanía (furor oculta y disimularla, sobre todo con las perso-
uterino) y satiriasis. La ninfomanía se consi- nas conocidas (con las que se muestran incluso
deraba como un desorden psicológico, exclu- como tímidos). Se estima que hasta el 6% de
sivamente femenino, caracterizado por una la población la padece, y que sólo el 2% de
libido muy activa y una obsesión con el sexo. los afectados son mujeres. Tiene tratamiento
En los hombres, el desorden era llamado sati- siempre, pero cuando la persona que lo padece
riasis. Actualmente, los términos “ninfomanía” sea capaz de reconocerlo (Singer, 1995). Cabe
y “satiriasis” no aparecen listados como desór- anotar que la cultura ayuda a invisibilizar
denes específicos en el Manual Diagnóstico y un poco este comportamiento adictivo en el
Estadístico de los Trastornos Mentales (dsm- hombre, en la medida en que le es permitido
iv), aunque permanecen como parte de la mantener relaciones sexuales sin importar la
Clasificación Internacional de Enfermedades frecuencia de éstas, ya que es visto como algo
(cie-) (Groneman, 2001). propio de su sexo y dentro de los parámetros
El umbral para lo que constituye la hiper- normales; por el contrario, en la mujer es con-
sexualidad está sujeto al debate, y los críticos siderado algo indigno, no bien visto social-
preguntan si puede existir un umbral diag- mente, y repercute de manera más visible en
nóstico. El deseo sexual varía considerable- el contexto en el que se desenvuelve.
mente en los humanos; lo que una persona En décadas anteriores, el comportamiento
consideraría como deseo sexual normal po- sexual compulsivo fue visto primariamente
dría ser entendido por otros como excesivo y, como una cuestión de valores y carácter. No
por otros, como bajo. se concebía el término “adicción sexual o
El consenso entre aquellos que consideran compulsión sexual” como un trastorno. El
la hipersexualidad como un desorden consiste sexo adictivo no había emergido como un área
en que el umbral se alcanza cuando el com- legítima de cuestionamiento científico, a pesar
portamiento causa incomodidad o impide de los esfuerzos de los pioneros en el tema
el funcionamiento social. Los hipersexuales como Anthony y Hollander (1993). En la
pueden tener problemas laborales, familia- década de los ochenta el campo de la adicción
res, económicos y sociales; su deseo sexual les estaba aún enfocado en el alcoholismo y no
obliga a acudir frecuentemente a prostíbulos, se había integrado la drogodependencia como
comprar artículos pornográficos, realizar con un componente viable para la mayor parte de

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los programas de tratamientos. Sugerir que el no había datos científicos que apoyaran el
sexo podría ser parte del proceso de adicción concepto de comporta-miento sexual que pue-
estaba bastante lejos de los paradigmas profe- da ser considerado adictivo” (Romero, 2008).
sionales. Aún mucho más desierto estaba el Sin embargo, en el actual dsm iv no fue es-
camino hacia el tratamiento del problema. pecificada ninguna definición para “adictivo”
o “adicción”, lo que deja sin aclarar qué clase
Un problema que avanza de datos científicos podrían haber constitui-
silenciosamente do un apoyo para el concepto de adicción se-
xual. No obstante, muchos autores e investi-
En la actualidad encontramos una gran can-
gadores del tema aquí tratado, apoyándose
tidad de literatura psicológica y médico-psi-
en el concepto etimológico adicto, del latín
quiátrica que documenta la existencia de
addictus: “dedicado, muy inclinado, apegado,
un comportamiento sexual compulsivo con
devoto” (rae, 2001), sumado a los criterios
todas las características de la adicción como
de diagnóstico observados clínicamente, se
un trastorno. Como consecuencia de ello,
acercaron al concepto de trastorno adictivo
observamos en el abordaje de su estudio un
(Carnes, 1991).
esfuerzo —de tipo transdisciplinario entre la
Si bien la “adicción sexual” no es un con-
psicología, la psiquiatría, la medicina de adic-
cepto nuevo, el término fue usado hace más
ciones, la medicina de traumas, la sexología,
de medio siglo por Fenichel (1945, citado
y todos aquellos servicios que colaboran con
por Romero, 2008), y medio siglo antes, en
la justicia— que apunta al entendimiento de
1897, por Freud (citado por Romero, 2008),
esta patología con el objetivo de incluirla en
quien se había referido a la masturbación
programas de prevención social, para el trata-
como la “adicción primordial” desde la cual
miento en abuso sexual infantil, acoso sexual,
se podrían derivar todos los otros desórdenes
violación, prostitución y sexo anónimo.
adictivos, aún así, hoy en día, este concepto
Se está avanzando en los estudios enmar-
se encuentra cuestionado y lleva a diversos
cados en el paradigma que encuentra simili-
profesionales a la confusión sobre lo que
tudes entre la “adicción/compulsión sexual” y
realmente se está diciendo, habida cuenta de
otros trastornos adictivos tales como el alco-
que el término adicción sexual no es definida
holismo, la drogodependencia, trastornos en la
en el dsm iv como un trastorno.
alimentación, compras compulsivas, juego pa-
Alineándose con el criterio de la adicción/
tológico y otras adicciones (Asociación Ame-
compulsión sexual, visto como un trastorno
ricana de Psicología [apa], 1994). El término
adictivo, Goodman (1997), entre otros, pro-
de adicción sexual ha tenido diversas connot-
puso una simple definición de adicción que
aciones entre las se han venido desarrollando
facilita los diagnósticos preliminares de un
constructos teóricos con el afán de vincularla
desorden adictivo. Para él, la adicción es de-
a nivel de la ciencia. Aunque, en contraste,
finida como una condición en la cual un
esta aproximación pseudocientífica se ha vi-
comportamiento —que puede funcionar para
sto empañada por la falta de rigurosidad en los
producir placer y aliviar sentimientos dolo-
estudios investigativos que la orienten a la luz de
rosos— es empleado en un patrón que está
las consideraciones científicas, es pertinente
caracterizado por dos rasgos claves:
resaltar que el concepto de “adicción sexual no
parafílica”, listado en la American Psychiatric 1. Recurrente falla en el control del
Association Thrid Review (dsm iii r) (1987) comportamiento.
como un ejemplo de desorden sexual no espe- 2. Continuidad del comportamiento a pesar
cificado debido a que depende de cada indivi- de las consecuencias significativamente
duo, fue excluido del dsm iv, dado que: “[…] destructivas.

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“Recurrente falla para el control” quiere decir • Una continuación del comportamiento
que las personas adictas no pierden invariable- a pesar de consecuencias adversas tales
mente el control cuando se comprometen en como arrestos, matrimonios rotos, proble-
el comportamiento, sino que sus predicciones mas financieros, etcétera.
acerca de su mantenimiento del control han • Una obsesión o preocupación por seguir
sido repetidamente probadas como no confia- manteniendo su comportamiento adictivo
bles. Goodman define, entonces, a la adicción aún a sabiendas del daño que representa
sexual como “[…] una forma de comporta- para sí mismo y para otros.
miento sexual cuyo patrón característico es la
falla en el control del comportamiento sexual, Los autores concluyeron que, cuando la
a pesar de las consecuencias significativamente problemática del comportamiento sexual llena
destructoras para la persona que la padece y los anteriores criterios, puede llegar a consi-
para los demás” (1997, p. 340). derarse la probable existencia de un proceso
En otro texto, Goodman (1998) dice que la de adicción sexual.
“adicción sexual” es la designación más apro- El adicto al sexo presenta comportamien-
piada para el síndrome de comportamiento tos como ansiedad, angustias, irritabilidad,
sexual que estamos considerando. Sin dejar de insomnio y una necesidad imperiosa de recu-
considerar la relación de este síndrome con las rrir frecuentemente a la actividad sexual. Por
adicciones a las sustancias es también amplia- consiguiente, el estado de euforia que siente
mente considerado, gracias a sus similitudes fe- lo lleva a obtener el placer para evitar el ma-
nomenológicas, por otros autores como Oxford lestar, y experimenta un desplome emocional
(1978, citado por Romero, 2008), quien observó después de conseguirlo. La adicción al sexo
que las descripciones subjetivas de pacientes proporciona un mecanismo de evasión, un
con síndrome de comportamiento sexual com- alivio temporal a problemas personales, fami-
pulsivo son cualitativamente similares a las liares, sociales. También es una vía de escape,
de los pacientes adictos a las drogas. Carnes y una puerta de salida frente al vacío existencial
Kenneth (2002) dicen: “El adicto sustituye una presente en el interior de la persona, el cual
relación sana con los demás por una relación lo lleva a la búsqueda de salidas ilusorias que
enferma, con un acontecimiento o un proceso. llenen dicho vacio. Como lo afirma Charlotte,
La relación del adicto con una experiencia ‘mo- “la adicción es fundamentalmente una crisis
dificadora del estado de ánimo’, se convierte en espiritual un viaje al interior de la ceguera y
algo esencial en su vida” (2002, p. 4). de la muerte que se separa de la verdad” (1984,
Schneider e Irons (1997) también realiza- citado por Wilson, 1999, p. 28).
ron su aporte, determinando que esta patolo- Por otra parte, las adicciones en general,
gía muestra una fuerte asociación con algunos una vez que se han arraigado como tales, ac-
procesos de adicción tales como el juego y la túan en forma de un ciclo repetitivo, siguiendo
comida, entre otros. En el desarrollo de esta ordinariamente pasos más o menos similares.
asociación, Carnes y Schneider (2000) obser- Uno de los pioneros que estudió este tema,
varon en los siguientes patrones una similitud Carnes (2001), distingue en este ciclo cuatro
de la adicción sexual con el alcoholismo y la momentos clave: preocupación, ritualización,
adicción a la droga, así como también con el compulsión y vergüenza-desesperación; otros
juego compulsivo: distinguen más pasos como, por ejemplo, Ar-
terburn (2003), quien indica diez: obsesión,
• Una pérdida de control, exhibida en cacería, reclutamiento, gratificación sexual,
un persistente deseo o en esfuerzos no retorno a la normalidad, justificación, echar
exitosos para controlarse o detener el culpas, vergüenza, desesperación y prome-
comportamiento. sas; Willingham (1999) también señala diez

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momentos. Sin embargo, todas estas expli- produciéndose en el sujeto preocupaciones,


caciones coinciden en lo sustancial. Carnes vergüenza, desesperación, obsesión y culpas
(2001) tiene el mérito de hacer mayor énfasis que lo llevan a una inestabilidad que se refleja
en el “marco adictivo” dentro del cual se pro- en las diferentes áreas de su vida.
duce este ciclo. Por otra parte, la cultura desempeña un pa-
May (1991) describe el proceso de forma- pel fundamental en invisibilizar la problemáti-
ción de una adicción como el tránsito por tres ca de la adicción sexual ya que, de una u otra
etapas: aprendizaje, formación del hábito y forma, se convierte en un reforzador de esta
lucha. La primera etapa, aprendizaje, se carac- conducta en la medida que es permisiva al ava-
teriza por la asociación de una conducta espe- lar socialmente el comportamiento promiscuo
cífica con un sentimiento de placer o de alivio en el hombre como una forma de demostra-
del dolor. El cerebro, automáticamente, asocia ción de su hombría. En contraste, en la mujer
esos efectos con el comportamiento que se ha se le considera degradante para su imagen.
tenido. Si el efecto placentero es inmediato y
poderoso, el cerebro hace una fuerte asocia- Reflexiones finales
ción entre la acción y el efecto producido, y Se considera que la adicción al sexo puede afec-
empujará a repetir la conducta. tar tanto al hombre como a la mujer. En cual-
La segunda etapa concierne a la formación quier momento de la vida se puede desarrollar
del hábito. Hasta el momento sólo se ha aso- la adicción, basta quedar condicionado para que
ciado una determinada conducta con un efec- se despliegue. ¿Cuándo sabemos que somos
to placentero. Cuando esa acción comience a adictos al sexo? Cuando vivimos en virtud de
asociarse con otras experiencias de la vida, la éste y toda nuestra energía vital se direcciona a
persona tenderá más activamente a repetir el mantener dicha adicción hasta convertirla en la
acto y se formará un verdadero hábito. La ter- razón de existir. En este estado, los pensamien-
cera etapa, finalmente, consiste en la lucha. A tos, emociones y conductas están encaminados
esta altura las asociaciones se han consolidado a mantener de manera persistente y recurrente el
tanto que es posible que el hábito forme parte deseo sexual exagerado, sin importar en qué si-
integral de su vida. Cada vez que enfrente una tuación o contexto se encuentre el sujeto. Sólo
congoja o angustia, el deseo de realizar tal o es necesario un mínimo de estímulo para que
cual acto (beber, masturbarse, etcétera) se dis- se active la conducta hipersexual.
parará como un reflejo. Con respecto a la sexualidad, un aspecto como
Todo lo anterior muestra que tanto el pro- la cultura marca las pautas para vivir los deseos
ceso de aprendizaje como el de la formación y placeres eróticos; el género, la manera de vivir
de hábitos y el de la lucha en el sujeto con como hombre o mujer. La influencia que ejerce
adicción al sexo, lo condicionan a resolver su la cultura en la sexualidad, el deseo y el placer
problema de tal forma que muchas veces no erótico, cambia dependiendo de si se vive como
tiene en cuenta si esa solución lo puede llevar hombre o como mujer. Sin embargo, cada uno
a una adicción y, si consigue aliviarse, tiende a tiene su campo y su dinámica propia, así como
repetir la conducta sin tener en cuenta las con- sus políticas particulares congruentes con la idea
secuencias positivas o negativas; de este modo de que un hombre y una mujer son por natura-
llega a formarse un hábito que se integra a su leza diferentes; este factor se vincula de manera
vida, convirtiéndose en una adicción cuyo ob- general con los aspectos característicos de hom-
jetivo puede ser la obtención del placer o alivio bres y de mujeres en términos de su caracterís-
del dolor en momentos de angustia o desazón. ticas generales diferenciales que se reflejan en su
Por consiguiente, es cada vez más frecuente la propia interacción. Así, culturalmente, un hom-
búsqueda de placer sexual en cualquier forma, bre no sólo tiene posibilidades mayores, sino

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incluso se le permite cortejar a varias parejas, en Carnes, P. (1991), Don’t call it love: Recovery from
tanto que a la mujer no. Por tanto, la adicción sexual addiction”, Nueva York, Bantam Books.
Carnes, P. y Kenneth, M. (2002), Clinical management
al sexo que puede tener un hombre es menos
of sex addiction, Nueva York, Brunner Routledg.
detectable en el ámbito social porque ésta sirve Carnes, P. y Schneider, J. (2000), “Recognition and
de reforzador de este tipo de comportamientos management of addictive sexual disorders: Guide
y, a su vez, para el hombre puede pasar a ser una for the primary care clinician” [en línea], disponi-
muestra más de su hombría y virilidad. ble en: http://www.jenniferschneider.com/articles/
Se debe tener en cuenta que no existe un patrón ARTICLE_Recognition%20&%20Mgmt%20
of%20Addictive%20Sexual%20Disorders_PCar-
único a seguir en la expresión de la sexualidad,
nes.pdf, recuperado: 29 de marzo de 2010.
dado que cada individuo o pareja la vivencia de Goodman, A. (1997), “Sexual addiction: diagnosis,
manera diferente. Se debe considerar que mien- etiology, and treatment”, en Lowenstein, J. et ál.,
tras en una pareja exista placer, intereses y gustos Substance abuse: a comprehensive textbook, Balti-
comunes en sus prácticas sexuales, éstas serán more, Williams & Wilkins.
funcionales; mientras que se hablaría de disfun- — (1998), Sexual addiction: An integrated approach,
Madison, Copyrighted Material.
cionalidad cuando las demás áreas de sus vidas Groneman, C. (2001), Ninfomanía: una historia,
se vean afectadas e interrumpidas significativa- Londres, Fusion Press.
mente por estas prácticas. Por consiguiente, se May, G. (1991), Addiction and grace. Love and spiri-
hace necesario realizar investigaciones sobre la tuality in the healing of addictions, San Francisco,
adicción al sexo que tengan como objetivo hacer Harper Collins.
Real Academia Española (rae) (2001), Diccionario de
más visible esta problemática con el fin generar
la lengua española, Madrid, Espasa-Calpe S.A.
mayores argumentos que la convaliden y, de esta Romero, M. B. (2008), “Adicción Sexual y trastor-
forma, se generen políticas en el ámbito público nos depresivos” [en línea], disponible en: http://
de la salud que apoyen el tratamiento psicoló- www.bibliotecapsicologia.org/articuloagosto.
gico de este problema. htlm, recuperado: 5 de abril de 2010.
Schneider, J. e Irons, R. (1997), “Treatment of gam-
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Referencias rapeutics for addictions” [en línea], disponible
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nostic and statistical manual of mental disorders, loagosto.htlm, recuperado: 2 de abril de 2010.
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Anthony, D. y Hollander, E. (1993), “Sexual com- York, Brunner/Mazel.
pulsions”, en Obsesive-compulsive related disorders, Willingham, R. (1999), Breaking free. Understanding
Washington, DC, American Psychiatric Press. sexual addiction and the healing power of Jesus,
Arterburn, S. (2003), Addicted to “love”. Understanding Buenos Aires, Educa.
dependencies of the heart: romance, relationships, Wilson, A. (1999), Recobra tu Intimidad, Madrid,
and sex, California, Ventura. Edaf.

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