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I

Analisis Sobre La Viabilidad De Los Requisitos De Procedibilidad De La Tutela Contra

Sentencia Judicial

Francisco Javier Jiménez Barrios

Fabian Eduardo Amorteguí Márquez

Universidad del Atlántico

Facultad de Ciencias Jurídicas

Programa de Derecho

Centro de Investigaciones Sociojurídicas

“Luis Eduardo Nieto Arteta”

Barranquilla

2018
II

Analisis Sobre La Viabilidad De Los Requisitos De Procedibilidad De La Tutela Contra

Sentencia Judicial

Francisco Javier Jiménez Barrios

Fabian Eduardo Amorteguí Márquez

Trabajo de grado para optar el titulo de abogado

Asesor

Dr. Diemer Lascarro

Abogado

Universidad del Atlántico

Facultad de Ciencias Jurídicas

Línea investigativa Constitucional, Filosofia del Derecho y Derechos Humanos

Programa de Derecho

Centro de Investigaciones Sociojurídicas

“Luis Eduardo Nieto Arteta”

Grupo de Investigación Politeia

2018
III

Nota de Aceptación

...……………………………………………………

….………………………………………………….

….………………………………………………….

….………………………………………………….

.………………………………………………………….

Firma del Presidente del Jurado

.…………………………………………………………

Firma del Jurado 1

………………………………………………………......

Firma del Jurado 2

Barranquilla, Atlántico. Día____, mes,____ Año___


IV

Dedicatoria

Para mi Familia el único universo del que tengo certeza.

A Dios.

Un proyecto jamás es posible sin la presencia de la fe, la confianza y de las personas que se

interesan por tu presente y futuro.

En ese sentido, agradezco a mi padre Marcos Jiménez; hermanos Meybis y Marcos Jiménez; tíos

vitales Osvado Siado y Lidis Jiménez; para quien he sido abogado antes de iniciar, Juan Carlos

Jiménez; para primos vitales Katerine y Leobado Siado; para quienes por fortuna me encontré en

las clases Dr. Pedro Mendivil Guzmán, Yuranis Cervante, Fabian Amortegui Márquez,Cristian

Florez, Miguel Ospino, Nestor Reyes, Eduardo Oquendo, Juvenal y Felipe Sarmiento; para quien

ha sido importante en el recorrido Mayrena Alvarado; y mi mayor dedicatoria a CARMEN

BARRIOS GARCIA, quien me parió como el hombre de literatura y leyes.

(Lic.Francisco Jiménez Barrios)


V

Dedicatoria

“Todo el mundo trata de realizar algo grande, sin darse cuenta de que la vida se compone de cosas

pequeñas”. Frank a. Clark.

Al creador.

Los logros están llenos de sueños que acompañan los sueños propios, y que de alguna manera

estan ligado en la busqueda de la libertad y la verdad, Quiero agradecer de corazón a mis padres

Carlos Amortegui, por su sabiduria, Merly Márquez, por su amor y fe, en enseñarme a que todo lo

que se quiere se puede concesguir, Mi esposa: Keila Diaz, por ser mi calma, mi guía y mostrarme

las direcciones en mis momentos de duda, y ante las duras decisiones, y mis hijos Gadiel y Juan

Pablo Amortegui, dos destellos de luz que hacen atesorar sentidos a las pequeñas cosas de la vida.

(Fabian Amortegui Márquez)


VI

Agradecimientos

Al profesor Diemer Lascarro, quien fue un dedicado tutor de esta tesis. Así mismo para quien

nos hizo oportunas observaciones Dra. Leticia Hundek.

Por el aprendizaje en las clases de seminario de investigación Dr. Roberto Lastra Mier y a mi

compañero de tesis Francisco Javier Jiménez Barrios.

(Fabian Amortegui Márquez)


VII

Agradecimientos

Al profesor Diemer Lascarro, quien fue fundamental tutor de esta tesis. Así mismo para quien

nos hizo oportunas observaciones Dra. Leticia Hundek.

Por el aprendizaje en las clases de seminario de investigación Dr. Roberto Lastra Mier y Dr.

Jhon Marlón Martínez.

(Lic. Francisco Jiménez Barrios)


VIII

Resumen

La acción de tutela contra sentencia judicial es una práctica reiterada en Colombia. En el presente

trabajo de investigación se hace un estudio crítico con relación a los requisitos de procedibilidad

que instituyó la Corte Constitucional a través de la sentencia C-590 del del 2005. No obstante, no

han sido ausentes los reparos por permitir la acción de tutela para tal efecto, pues hay quienes

consideran que todo esto trae un riesgo a la seguridad jurídica y a la cosa juzgada.

En el propósito de participar en esta discusión jurídica, esta investigación parte de la idea de que

los requisitos de procedibilidad establecidos protegen la seguridad jurídica y la cosa juzgada; y

con base a ello, se realiza un recorrido analítico entre requesitos de procedibilidad, la sentencia

ejecutoriada, la seguridad jurídica y la cosa juzgada y finalmente se establecen una serie de

argumentos que defienden la viabilidad de los requisitos, y unido a ello, se sugiere una variedad

de cambios en la funcionalidad de la acción de tutela contra sentencia que la haría aún más efectiva.

Palabras claves: Requisitos de Procedibilidad, Acción de tutela, Sentencias Judiciales, Seguridad

Jurídica, Cosa Juzgada.


IX

Abstract

The action of protection against the judicial sentence is a practice repeated in Colombia. In the

present research work there is a critical study related to the procedural requirements that the

Constitutional Court instituted through the judgment C-590 of 2005. It has not been absent. For

this purpose, there are those who consider that all this entails a risk for legal security and res

judicata.

In the purpose of participating in this legal discussion, this investigation is part of the idea of the

requirements of protection procedures. and based on this, we will carry out an analytical journey

between the requirements of processability, the final judgment, the legal security and the thing we

will judge and finally we will see a series of arguments that defend the viability of the

requirements, and an example. a variety of changes in the functionality of the action of the

guardianship against the ruling that would make it even more effective.

Key words: Procedural Requirements, Guardianship Action, Judicial Sentences, Legal Security,

Thing Judged.
X

Contenido

Resumen……………………………………………………………………………………viii

Abstract…………………………………………………………………………………….ix

Introdución…………………………………………………………………………….........1

1. De la investigación…………………………………………………………………….…2

1.1. Planteamiento del problema…………………………………………………………....2

1.1.1. Justificación……………………………………………………………………….…4

1.2. Objetivos………………………………………………………………………….……5

1.2.1 Objetivo General………….……………………………………………………….…5

1.2.2. Objetivo Específico …….……….……………………………………………….….5

1.3. Marco de referencial….……….….……………………………………………..….…6

1.3.1. Marco histórico….……………..………………………………………………........6

1.3.2.Marco teórico ………………………………………………………………………..7

1.3.3. Marco conceptual …………………………………………………………………...10

1.3.4. Marco legal…………………………………………………………………………..11

1.4. Diseño metodológico ………………………………………………………………….13

1.4.1. Tipo de investigación ……………………………………………………………….13


XI

1.4.2. Enfoque de investigación ……………………………………………………………14

1.4.3. Metodologia …………………………………………………………………………14

1.4.4. Estado del arte……………………………………………………………………….15

2. Requisitos de procedibilidad para la presentención de tutela contra sentencia judiciales

……………………………………………………………………………………………..…19

2.1. La acción de tutela…………………………………………………………………….19

2.1.1. Requisitos generales…………………………………………………………………23

2.1.1.1.Requisitos específicos………………………………………………………….......26

3. Sentencias ejecutoriadas según la doctrina Constitucional……………………….............29

4. La seguridad jurídica y la cosa juzgada en Colombia……………………………………..40

5. Vialibilidad de los requisitos de procedibilidad de tutelas contra sentencias

judiciales…………………………………………………………………………………….58

6. Conclusiones………………………………………………………………………….......76

7. Lista Referencias………………………………………………………………………….79
1

Introducción

La tutela surge con la Constitución del 1991 en Colombia, lo cual se ha considerado por la mayoría

de ciudadanos como el mejor logro establecido por el constituyente, puesto que es una herramienta

jurídica que sirve para proteger los derechos fundamentales cuando estos sean vulnerados por

cualquier estamento del Estado o personas naturales o jurídicas. Añadase a esto, que esta

herramienta constitucional se ha venido utilizado contra sentencias de las jurisdicciones

ordinarias y/o contenciosas cuando se considera que en estas se ha vulnerado un derecho

fundamental que no fue protegido en el proceso y la decisión adoptada ha pasado por encima de

la cautela del derecho lesionado.

Se notará, sin embargo, que el uso de la tutela contra sentencias ha traído un debate intenso sobre

la viabilidad o no de permitir este ejercicio procesal, dado que se ven implicado, según algunos

críticos, la seguridad jurídica y la cosa juzgada; y otros consideran que al contrario se refuerzan

los derechos y, a su vez, los instumentos que se suponen en peligro no lo están porque sólo

cederían cuando esté probado que existen en verdad vulneración de derechos fundamentales, que

no pueden ser ignorados a proteger en pro de la búsqueda justicia real.

Es por ello, entonces que la Corte Constitucional establece unos requisitos para evalular si puede

o no ser admisible una acción de tutela contra sentecias judiciales; y es en este sentido en que se

propone el desarrollo de la presente investigación para analizar si podrían ser viables o no estos

requisitos instituidos por el Tribunal Supremo Constitucional.


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1. De la investigación

1.1.Planteamiento del Problema

La acción de tutela es un mecanismo jurídico consagrado en la Constitución Política para

salvaguardar de manera subsidiaria y rápida los derechos fundamentales al ser vulnerados por

entidades públicas o privada o por cualquier particular. Esta figura establecida en el artículo 86

Superior, en las que indica que ésta puede ser interpuesta ante los jueces en todo momento y lugar,

además de ser preferente y sumaria; es decir, la tutela es una herramienta que apunta a resolver de

urgencia derechos fundamentales que de no solucionarse en el menor tiempo posible, diez días

entre la solicitud y su resolución, pueden significar un daño irremediable al ciudadano que la

activa.

Ahora bien, la polémica bastante amplia que ha suscitado en Colombia es sobre la aplicación de

la Tutela contra fallos judiciales. El problema consiste en que un Juez Municipal, del Circuito,

del Tribunal o de las Altas Cortes, particularmente la Corte Suprema de Justicia, el Consejo de

Estado o El Consejo Superior de la Judicatura después de haber fallado un asunto y ejecutoriado

éste, es sano que alguna de las partes pueda en cualquier momento interponer una acción de tutela

contra ese fallo ejecutoriado, argumentando una vulneración de algún derecho fundamental, hasta

el punto de reversar, el juez de tutela, toda la decisión tomada por un juez natural de la jurisdicción

que falla.

Frente a esto existen varias críticas como que se pone en peligro la seguridad jurídica, el principio

de juez natural, autonomía judicial, la cosa juzgada y la coherencia de la estructura judicial.

Es decir, permitir la acción de tutela contra sentencias crea una incertidumbre jurídica en la justicia

colombiana, puesto que se podría entender que aun cuando un asunto se resuelva en casación por

la Corte Suprema de Justicia, por ejemplo, vía tutela podría ser modificada tal decisión, pasando
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por encima del recurso extraordinario de revisión, poniendo endeble la cosa juzgada y la seguridad

jurídica ambas también de amparo constitucional.

Por otro lado, están quienes están de acuerdo a que si se mantenga la admisibilidad de la acción de

tutela contra sentencias judiciales aun cuando sean expedidas por órganos de cierre. Esta posición

considera que no se pone en peligro la cosa juzgada y la seguridad jurídica y las demás

mencionadas anteriormente, pues al contrario, creen que se refuerza, pues al verse en curso

vulneraciones de derechos fundamentales, aun cuando se ha llegado a fallo ejecutoriado, es

importante hacer una interpretación adecuada del alcance de esos supuestos derechos que se vean

vulnerado, lo cual permite que haya una unificación de criterios, evitando lesiones y

contradicciones entre las mismas Cortes. De modo que, se está dando prevalencia a la superioridad

de la Constitución y debida forma de entender su alcance.

En este último sentido, la Corte Constitucional a través de varias sentencias de constitucionalidad,

y en especial en la C- 590 del 2005, ha establecido unos requisitos de procedibilidad para presentar

acción de tutela contra sentencias, estos son: Generales 1. Cuando el asunto tenga relevancia

constitucional, 2. Se hayan agotado los recursos judiciales ordinarios y extraordinarios antes de

acudir al juez de tutela, 3. Cuando la petición cumpla con el requisito de inmediatez, de acuerdo

con los criterios de racionalidad y proporcionalidad a partir del hecho que originó la vulneración,

4. . Cuando se trate de una irregularidad procesal, debe quedar claro que la misma tiene un efecto

decisivo o determinante en la sentencia que se impugna y que afecta los derechos fundamentales

de la parte actora, 5. Identificar de manera razonable tanto los hechos que generaron la vulneración

como los derechos vulnerados y que hubiere alegado tal vulneración en el proceso judicial siempre

que esto hubiere sido posible, y 6. Que no se trate de sentencias de tutela.


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Específicos: Es necesario acreditar la existencia de requisitos o causales especiales de

procedibilidad, 1. Defecto orgánico, 2. Defecto procedimental absoluto, 3. Defecto fáctico, 4.

Defecto material o sustantivo,5. Error inducido, 6. Decisión sin motivación, 7. Desconocimiento

del precedente, y 8. Violación directa de la Constitución.

Con esto la sentencia C-590 de 2005 parece haber resuelto el problema de lo oportuno que pude

ser interponer tutelas contra fallos. Sin embargo, estos requisitos establecidos son dignos de ser

revisados y analizados para entender su utilidad y funcionalidad en el ejercicio judicial, por eso

es pertinente preguntarse:

¿Son viables los requisitos de procedibilidad para presentar tutela contra sentencia sin poner en

peligro la cosa juzgada y la seguridad jurídica en Colombia?

1.1.1. Justificación

El presente trabajo investigativo se considera pertinente dado que la acción de tutela es un

mecanismo de fuerte relevancia jurídica en Colombia en pro a la preservación y efectivo ejercicio

de los derechos fundamentales, en relación a ello, que esta herramienta se permita ser usada para

contrarrestar fallos judiciales que cercenen derechos amerita que se analice con sumo cuidado

los requisitos de procedibilidad que interpuesto por la Corte Constitucional para tal fin, y así

criticar que tan viable son en cuanto a su aplicación.

Asimismo, se considera importante apuntar a este tema dado que con el análisis y las

conclusiones a la que se llegue en esta investigación, se enriquece el campo jurídico y académico

local, regional y nacional; pues de tal manera se puede generar nuevas discusiones que ayuden a

hacer más comprensible la práctica de la acción de tutela contra los fallos judiciales.

Además, se considera útil toda vez que lo que se genere de este trabajo aportara en el campo de

la justicia, y en especial a las facultades de derechos del país. Así como de aportar una solución a
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los problemas de funcionalidad que se puedan estimar con base a los requisitos establecidos por

la Corte Constitucional para admitir la tutela contra sentencia.

1.2.Objetivos

1.2.1. Objetivo General.

Analizar la viabilidad de los requisitos de procedibilidad para presentar acción de tutela contra

sentencia y, si estos no pone en peligro la cosa juzgada y la seguridad jurídica en Colombia.

1.2.2. Objetivos Específicos.

Examinar requisitos de procedibilidad generales y específicos para presentar acción de tutela

contra sentencias judiciales en Colombia

Identificar qué se entiende por sentencias ejecutoriadas.

Señalar las nociones sobre la seguridad jurídica y cosa juzgada a través de los pronunciamientos

de la Corte Constitucional.

Dar por sentado la viabilidad de requisitos de procedibilidad para presentar acción de tutela contra

sentencias judiciales a la luz de la cosa juzgada y la seguridad jurídica en Colombia.

1.3.Marco Referencial

1.3.1. Marco Histórico


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La acción constitucional de tutela, tiene un desarrollo histórico político importante en pro a la

protección de los derechos fundamentales. De modo que es pertinente realizar una mención

histórica sucinta de los acontecimientos que la antecedieron en Colombia hasta su existencia.

Desde el periodo Republicano se buscó la forma más adecuada de administrar el país; pero en esa

búsqueda surgieron hechos violentos desde 1899 hasta 1902 que derivó en la llamada la guerra de

los 1000 días, el episodio de violencia política más recordado en la historia colombiana, dejando

cerca de 100.000 colombianos muertos, época donde este país se convierte en un campo de batalla

por la disputa del poder entre el partido conservador y partido liberal. En aquel momento Rafael

Núñez da origen a la Constitución de 1886, que es el detónate de esta guerra, régimen de esta época

enmarcada por el autoritarismo.

Para los años ochenta, el crecimiento del narcotráfico, el aumento de la violencia y la corrupción,

la crisis política derivada del Frente Nacional expresadas por las casi nulas posibilidades de

participación política que no representaban los interés del pueblo, y la intensificación del conflicto

armado a partir de la guerra de grupos guerrilleros y paramilitares, fueron todos estos episodios

los principales antecedentes para buscar nuevos espacios democráticos, todos estos

acontecimientos se dan por el simple hecho de no estar consciente sobre la realidad del beneficio

de pueblo sino todo lo contrario han buscado el beneficio individual y personal de algunos sectores

de la sociedad.

La constitución, que antecede la de 1991, es la de 1886 que durante su vigencia contó con varias

reformas, sin embargo, desde 1957, la posibilidad de modificación de la misma fue restringida por

un plebiscito; a partir de ese momento sólo podría ser reformada por acto legislativo proveniente
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del Congreso. Hasta 1990 se realizaron muchos intentos de reforma que fueron detenidos por la

Corte Suprema de Justicia.

No obstante, el 25 de agosto de 1989 surge un movimiento estudiantil que alza su voz de protesta,

y denominan la marcha del silencio, la acción de tomar las calles del centro de la ciudad de Bogotá

; y compitieron por un séptimo voto llamado “la séptima papeleta”, en las elecciones de

corporaciones de 1990, en la que se solicitaría una reforma constitucional mediante la convocatoria

de la Asamblea Constituyente, ese día el 90% del pueblo voto positivamente por esa iniciativa,

configurándose un hecho político de gran importancia, y dándole el nacimiento a varias

herramientas constitucionales y entre estas la oportuna: Acción de Tutela.

1.3.2. Marco Teórico

Se debe entender en esta instancia que el marco teórico son consideraciones teóricas del tema que

explican ciertos conceptos o definiciones. Su soporte conceptual se puede ampliar o debatir,

además de ordenarse coherente especificando los autores y conceptos acogidos (Normasapa, 2016)

En ese sentido, por la naturaleza de esta investigación se considera pertinente acoger como fuente

documental del marco teórico la Corte Constitucional colombiana teniendo en cuenta el alto y

amplio desarrollo sobre las concepciones sobre los temas que aquí se expondrá.

Se empezará con la noción de la Corte a través del M.P. Alejandro Martínez Caballero en que

se considera la acción de tutela como:

Un mecanismo para hacer efectivos los derechos constitucionales de las personas. […]. La
importancia de un mecanismo como la tutela es de primer orden. En efecto, con la tutela se puede
lograr la eficacia de los derechos humanos, lo que le permitiría pasar de una consagración formal y
literal de los derechos a una realización concreta de los mismos, en el marco de un Estado Social
de derecho […]. (C-018 del 1993).
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Es claro entonces que la acción de tutela es un mecanismo inspirado exclusivamente para

¨proteger¨ los derechos de cada ciudadano ante cualquier ofensa grave de los mismos, por ello

es de “primer orden” este instrumento tutelar, pues no es de menos que es el único recurso

judicial que cuenta con una especial trascendencia en cuanto al tiempo para resolverse (10 días)

y se antepone a cualquier proceso ordinario, es decir que tiene prioridad para ser tomado y

estudiado por cualquier juez de la república.

Por otro lado, se conceptualiza sobre la seguridad jurídica que es, según el Alto Tribunal

representada por el M.P. Dr. Rodrigo Escobar Gil:

La seguridad jurídica está relacionada con la buena fe, consagrada en el artículo 83 de la


Constitución, a partir del principio de la confianza legítima. Este principio constitucional garantiza
a las personas que ni el Estado, ni los particulares, van a sorprenderlos con actuaciones que,
analizadas aisladamente tengan un fundamento jurídico, pero que, al compararlas, resulten
contradictorias. (C-836 del 2001).

De aquí se desprende que la seguridad jurídica sea vea vinculada con la confianza legítima que

tiene el ciudadano que en la jurisdicción a la que ha acudido (laboral, penal, constitucional,

civil, etc.) la decisión que se ha adoptado con base al estudio juicioso del juez, esa decisión se

sostenga definitiva o, en su defecto, no sea contradictoria con otra al hacerse un examen

intertextual. En otras palabras, la seguridad jurídica es la certeza de no volverse a reabrir algo

ya cerrado para la justicia, o al solucionarse algo similar en objeto, pretensión y supuesto

normativo se le solucione a otro de manera distinta sin justificación jurídica debida y suficiente.

La cosa juzgada por su parte se le da la noción de:

Es una institución jurídico procesal mediante la cual se otorga a las decisiones plasmadas en una
sentencia y en algunas otras providencias, el carácter de inmutables, vinculantes y definitivas. Los
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citados efectos se conciben por disposición expresa del ordenamiento jurídico para lograr la
terminación definitiva de controversias y alcanzar un estado de seguridad jurídica.

Esta conceptualización la expone el M. P. Dr. Escobar Gil por medio de la sentencia C-774 del

2001. Ha de entenderse que la cosa juzgada es instrumento procesal que está llamado a

garantizar el estado de definitiva (fija) de una decisión, es decir que no cambie (inmutable) y

que influya y afecte a las partes (vinculante). Desde esta perspectiva, se alinea a perseguir la

realización de la seguridad jurídica en el sentido de que no se reabra algo que se ha cerrado o

definido en justicia en sede judicial; y de tal manera obtiene confianza legítima al ciudadano:

su controversia fue finita, por ello no puede esperar de ninguna manera que sea infinita.

En cuando a los derechos fundamentales el Alto Tribunal expresa a través de M.P. Eduardo

Montealegre Lynett por medio de la sentencia T-227 del 2003:

Los derechos fundamentales son aquellos que (i) se relacionan funcionalmente con la realización de
la dignidad humana, (ii) pueden traducirse o concretarse en derechos subjetivos y (iii) encuentran
consensos dogmáticos, jurisprudenciales o de derecho internacional, legal y reglamentario sobre su
fundamentalidad.

Esta noción indica que los derechos fundamentales son de alta dimensión humana, es decir

comprenden la esencia del humano en aspecto físico, psicológico, cultural, artístico, etc., pues

involucra su subjetividad y dignidad de la cual desprender ejercicios como libre desarrollo de

la personalidad, libre expresión, honor, respecto al debido proceso, etc. Además, tienen

consensos para su fundamentalidad a través de la ley, la jurisprudencia y derecho internacional;

esto demuestra la importancia que tiene para la humanidad con conocimiento de los Estados

Derechos libres y democráticos.

Teniendo como referente este marco teórico es importante dado que cada una de estas nociones

compartidas se involucrarán con el análisis que se dispone el trabajo investigativo, en el sentido


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de que, el instrumento instaurado por la misma Corte Constitucional llamado requisitos de

procedibilidad para presentar tutela contra sentencias son viables y no chocan en la manera de

entender cada una de las instituciones expuestas.

1.3.3. Marco Conceptual

Ahora bien, las definiciones compartidas en esta aparte tendrán como fuente única el Diccionario

Jurídico de la Real Académia Española (R.A.E) Los términos escogidos se estipulan teniendo en

cuenta la partinencia que cobran en relación a la tema y delimitación de la investigación.

Admisible: Que puede admitirse.

Derechos fundamentales: Derechos declarados por la Constitución, que goza del máximo nivel

de protección.

Doctrina: Opinión sostenida en las obras de un jurista de reconocido prestigio.

Fallo: Pronunciamiento sobre las pretensiones de las partes, en su caso, la cantidad objeto de

condena y el pronunciamiento de las costas. 2. Parte final y decisoria de la sentencia.

Jurisprudencia Constitucional: Doctrina que emana de las resoluciones del Tribunal

Constitucional como intérprete supremo de la Constitución […].

Requisto esencial: Requisito cuyo cumplimiento es indispensable para la válidez del acto,

negocio, dispocisión de que se trate.

Sentencia: Resolución que decide definitivamente el pleito o causa en cualquier instencia o

recurso, o que, según las leyes procesales, debe revertir esta forma.

Término: Límite del plazo en que tiene que realizarse un acto procesal.

Viable: Dicho de un asunto: Que, por sus circunstancias, tiene probabilidad de poderse llevar a

cabo.

1.3.4. Marco Legal


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Leyes que fundamentan esta investigación.

Constitución Política de Colombia

Art. 67. La educación es un derecho de la persona y un servicio público que tiene una función

social; con ella se busca el acceso al conocimiento, a la ciencia, a la técnica, y a los demás bienes

y valores de la cultura.

La educación formará al colombiano en el respeto a los derechos humanos, a la paz y a la

democracia; y en la práctica del trabajo y la recreación, para el mejoramiento cultural, científico,

tecnológico y para la protección del ambiente.

Art. 69. Inciso tercero: El Estado fortalecerá la investigación científica en las universidades

oficiales y privadas y ofrecerá las condiciones especiales para su desarrollo.

Art. 1.- Objeto de la Ley. La educación es un proceso de formación permanente, personal, cultural

y social que se fundamenta en una concepción integral de la persona humana, de su dignidad, de

sus derechos y de sus deberes.

Ley 115 de 1994

Art. 5.- Fines de la educación. De conformidad con el artículo 67 de la Constitución Política, la

educación se desarrollará atendiendo a los siguientes fines:

1. El pleno desarrollo de la personalidad sin más limitaciones que las que le imponen los derechos

de los demás y el orden jurídico, dentro de un proceso de formación integral, física, psíquica,

intelectual, moral, espiritual, social, afectiva, ética, cívica y demás valores humanos.

2. La formación en el respecto a la vida y a los demás derechos humanos, a la paz, a los principios

democráticos, de convivencia, pluralismo, justicia, solidaridad y equidad, así como en el ejercicio

de la tolerancia y de la libertad.
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5. La adquisición y generación de los conocimientos científicos y técnicos más avanzados,

humanísticos, históricos, sociales, geográficos y estéticos, mediante la apropiación de hábitos

intelectuales adecuados para el desarrollo del saber.

9. El desarrollo de la capacidad crítica, reflexiva y analítica que fortalezca el avance científico y

tecnológico nacional, orientado con prioridad al mejoramiento cultural y de la calidad de la vida

de la población, a la participación en la búsqueda de alternativas de solución a los problemas y al

progreso social y económico del país.

Ley 30 del 1992

Art. 1 La educación superior es un proceso permanente que posibilita el desarrollo de las

potencialidades del ser humano de una manera integral, se realiza con posterioridad a la educación

media o secundaria y tiene por objeto el pleno desarrollo de los alumnos y su formación académica

y profesional.

Art. 4. La educación superior, sin perjuicio de los fines específicos de cada campo del saber,

despertará en los educandos un espíritu reflexivo, orientado al logro de la autonomía personal, en

un marco de libertad de pensamiento y de pluralismo ideológico que tenga en cuenta la universidad

de los saberes y la particularidad de las formas culturales existenciales en el país.

En armonía con las disposiciones expresas destacadas previamente en la Constitución, la Ley 115

del 1994 y la Ley 30 del 1992 son bases que dan viabilidad a la naturaleza de la investigación

propuesta en este trabajo. Pues, partiendo de la idea reiterada de que la educación es un proceso

permanente, cultural y social, además que debe propender por la generación del espíritu crítico y

la formación integral de los colombianos, como la libertad de investigar y producir conocimiento

que permita solucionar problemas propios de nuestro país como es el en caso expreso la

presentación de tutelas contra sentencias.


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Por otro lado, el objeto propio de investigación son las sentencias C- 543 del 1992, y en especial

estudio sobre la C- 590 del 2005 que es donde se establecen los requisitos de procedibilidad de

tutela contra fallos por parte de la Corte Constitucional de Colombia.

1.4.Diseño Metodológico

1.4.1. Tipo de investigación

El tipo de investigación que se desarrolla en este trabajo es de corte socio-jurídico, centrado en la

investigación jurídico-propositiva que:

Resaltan los estudios conocidos como jurídico-propositivos. Las investigaciones propositivas, es


decir aquellas en donde se formula una propuesta de modificación, derogación o creación de una
norma jurídica, se encuentran en este tipo de investigaciones como una clase de las más resaltantes,
a tal punto que se suele reducir a la investigación jurídico-dogmática como la investigación
propositiva, lo cual no es del todo correcto; puesto que puede haber investigaciones dogmáticas sin
necesidad de culminar en una propuesta. Por el contrario, un estudio propositivo, necesariamente
tendría que ser dogmático, pues la modificación de una norma implica la alteración de una
institución jurídica […] El estudio propositivo implica un alto grado de argumentación para
convencer que nuestra propuesta es la más adecuada, pero exige como presupuesto o punto de
partida mostrar los defectos que trae consigo la actual normatividad (la que se piensa modificar o
derogar), o las deficiencias de la ausencia de normatividad (en el caso de la creación de normas).
(Tantaleán, 2016, p. 8)

De modo que, como enuncia el objetivo principal, esta investigación persigue analizar la

viabilidad de los requisitos de procedibilidad de la tutela frente a sentencias judiciales, y en efecto

se sentará una posición al respecto que conllevará a una propuesta de la funcionalidad de este

mecanismo en el sistema judicial.


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1.4.2. Enfoque de investigación

En consonancia con lo anterior este estudio es de carácter cualitativo, pues está enfocado en

analizar la viabilidad de los requisitos procedimentales de tutela contra providencias como lo

establecido la Corte Constitucional como se ha referenciado en lo previo.

1.4.3. Metodología.

Para los efectos del estudio en la presente investigación se hará uso del método Hermenéutico. La

hermenéutica es una herramienta fundamental para el análisis, cuyo objetivo no sólo radica en

hallar la comprensión sino también el entendimiento, el cual resulta indispensable cuando existen

en un mismo texto una serie de significaciones o representaciones distintas de lo que se trata de

comprender. Arráez , Calle y Moredo de Tovar ayudan a corroborar lo dicho: “El hermeneuta es,

por lo tanto, quien se dedica a interpretar y develar el sentido de los mensajes haciendo que su

comprensión sea posible, evitando todo malentendido, favoreciendo su adecuada función

normativa y la hermenéutica una disciplina de la interpretación” (2006, p. 173).

Así mismo se hará uso del método analógico o comparativo. Según Luis Ponce De León (s/f) este

método de investigación:

Consiste en la comparación de fenómenos por sus semejanzas y diferencias, este método va de lo

conocido a lo conocido. En el contexto del derecho puede aplicarse en la elaboración de normas

jurídicas, para lo cual conviene considerar siempre la normativa en el tiempo y en el espacio. (p.

69).

Relacionado a lo anterior, y en efecto operativo del estudio crítico-interpretativo propuesto sobre

los requisitos de procedibilidad de la presentación de tutelas contra sentencias, se realizan los

siguientes pasos.
15

Primero se realizará una lectura paciente y profunda específicamente de las sentencias C- 543 del

1992, la cual declara inexequible los artículos 11, 12 y 40 del Decreto 2191 de 199, dejando

estipulado que se presente la tutela contra fallos “en cualquier tiempo”. Además, se estudiará la

sentencia C-590 del 2005, en la cual se establecen los requisitos de procedibilidad, en ello se

atendió a comprender los argumentos dados por el máximo Tribunal Constitucional para justificar

su existencia.

En segundo lugar, se hará un análisis entre las Sentencias C- 774 del 2001, C-820 del 2011; la T-

119 del 2015 y la T-534, entre otros documentos como se referenciará en cada capítulo, esto para

afincar conceptos claves como la seguridad jurídica, la cosa juzgada y la ejecutoriedad de las

sentencias. Además, se hace lecturas de Código General del Proceso, Código Disciplinario del

Abogado, entre otros. Y finalmente, se elabora una posición y una seríe de conclusiones sobre

el objeto de estudio de esta investigación en en relación a todos los documentos y sentencias

estudiadas.

1.4.4. Estado del Arte

Llegando aquí, es importante decir que los antecedentes o estado del arte como llaman algunos,

justifica la investigacion desde el enfoque el cual se ha propuesto, es decir, la línea argumentativa

propositiva con el que se llevará acabo el análisis; además, este estadio se puede entender además

como la revisón de investigaciones previas directas o indirectas que se han abordado respecto al

tema elegido por los investigadores, lo cual permite saber que se esta proyectando una propuesta

original o nueva (Normasapa, 2016).

Con base a lo anterior, las investigaciones previas que se seleccionaron se hizo bajo el criterio que

tienen afinidades pertinentes con la investigación propuestas, pues la idea no es llenar referencias

de investigaciones esta parte, sino de señalar aquellas con las se pueden entrarse a debatir y decir
16

algo distinto o mejorado de lo que han concluido. En ese sentido los trabajos elegidos son los

siguientes.

A nivel nacional aparece DeJusticia (Centro de Estudios de Derecho Justicia y Sociedad)

localizada en Bogotá D.C. con un trabajo titulado Documentos de Discusión en el 2006 donde

producen Catalina Botero; Mauricio Garcia Villegas; Diana Garnizo; Juan Jaramillo y Rodrigo

Uprimny. El documento 1: “Propuesta del Centro de Estudios de Derecho Justicia y Sociedad,

DeJusticia, sobre una ley estatutaria que reglamenta la tutela contra providencias judiciales”, el

cual interesa a la investigación, se propone una ley estatutaria para que por medio de esta se regule

la presentación de tutelas contra sentencia. Esta ley consta de 18 artículos, pues los académicos

concluyen que este tipo de norma es la oportuna para sentar bases claras respecto a la tutela contra

providencias para evitar abuso en su presentacion y choque de trenes.

Puntos llamativos de este documento son: primero, que se estima el término de caducida para

presentar esta acción en dos meses a partir de la notificación de la providencia pues lo consideran

un plazo razonable y oportuno. Estos defienden esta propuesta argumentando que así habría

garantia real del derecho al ordenar “la protección constitucional con prontitud al hecho, y de otro,

contribuye a la seguridad jurídica al establecer un límite temporal prudente que impide que las

decisiones judiciales queden sujetas indefinidamente a eventuales ataques”. En el evento de

exceder este plazo se debe estudiar la justificación del retraso, esto para que no se desnaturalice la

“protección inmediata de la acción” (2006, p.15).

Segundo. Se exige el derecho de postulación, es decir si el proceso ordiario requirió abogado,

entonces se debe exigir la presencia del mismo para de tutela contra la sentencia. No quiere decir

que sea el mismo abogado, sino que sea un abogado quíen la presente independientemente de que

sea el mismo o no que llevo todo el proceso ordinario. En este punto argumentan que del tal
17

manera se hace un control disciplinario al profesional; además de regular el uso indiscriminado y

caprichoso de la tutela contra fallos (2006, p.16).

Y tercero, proponen que las tutelas contra sentencias expedidas por las Altas Cortes deben ser

conocidas por una Corporación distinta a la demanda. Además, “se propone mantener al interior

de cada corporación el sistema de salas de decisión, sesiones y subsecciones establecida en el

decreto 1382 con el fin de lograr una repartición equilibrada del trabajo al interior de cada

corporación”. Junto con ello, expresan que la todo lo decidido por otra Corporación (Alta Corte)

debe remitirse para ser revisado por la Corte Constitucional como órgano de cierre (2006, p.19).

Por otro lado, esta un artículo científico de Linda Elena Nader Orfale (2013) titulado “Vulneración

de principios fundamentales mediente la interposición de la acción de tutela contra providencias

judiciales” publicado a través de la Revista Justicia Juris de la Universidad Autónoma del Caribe

de Barranquilla.

Este trabajo basicamente se dedica principalmente a describir la discusión que ha sucitado entre

los que están en contra y a favor de las tutelas contra fallos, donde se resume que los que están

encontran argumentan que con este mecanismo se vulnera la estabilidad de la seguridad jurídica,

congestina los despacho judiciales y rompe la autonomía de los jueces y su independencia; los que

se muestan a favor de cuya institución, apelan que la seguridad jurídica y la cosa juzgada no son

absolutos; además que no hay ninguna evidencia de que permitir este instrumento congestiona más

los despachos de la justicia; y por último expresan que no se ve comprometida la autonimía e

independencia de de los jueces, puesto que los jueces constitucionales no se entrometen en asuntos

propios de la jurisdicción orninaria sino en aspectos de derechos fundamentales vulnerados en o

por la sentencia.
18

En ese sentido la autora en su ensayo concluye que está de acuerdo con la presentación de la tutela

contra providencias; y considera la pertinencia de los requistos de procedibilidad instituidos por la

Corte Constitucional; y finalmente reafirma su apoyo en que la cosa juzgada y la seguridad jurídica

no son absolutos, por tanto la tutela contra sentencias es una garantía para los ciudadanos cuando

una sentencia vulnera sus derechos fundamentales.

Finalmente esta el trabajo de grado para optar el titulo como abogado de Jaime Luis Charris Pizarro

titulado “Procedencia de la acción de tutela contra sentencias” en la Universidad del Atlántico, en

el 2006. En esta invesitigación se baso su autor en describir todo los aspectos de la procedencia

de la tutela contra sentencias como señalar requisitos de admisibilidad, los choque de tres, el debate

pro y contras de la cosa juzgada y seguridad jurídica y finalmente en su conclusiones apoya los

criterios definidos por Dejusticia (Centro de Estudios de Derecho Justicia y Sociedad) a través de

su Documento de Discusión, con la variable que si bien está de acuerdo con que se defina un

término definido para la presentación de la acción de tutela esta debería ser como en España, en el

sentido de que una sentencia no pasa a cosa juzgada hasta no pasar el término del recurso de

amparo.
19

2. Requisitos de procedibilidad para presentar tutelas contra sentencias judiciales

2.1.La acción de tutela.

La Constitución política de Colombia textualmente es su Artículo 86. Expresa:

Toda persona tendrá acción de tutela para reclamar ante los jueces, en todo momento y lugar,
mediante un procedimiento preferente y sumario, por sí misma o por quien actúe a su nombre, la
protección inmediata de sus derechos constitucionales fundamentales, cuando quiera que éstos
resulten vulnerados o amenazados por la acción o la omisión de cualquier autoridad pública.

Dicho de otra manera, la tutela es la herramienta elaborada con el fin de garantizar los derechos

fundamentales, que puedan ser vulnerados o amenazados, por cualquier autoridad pública, privada

o particulares.

De acuerdo a la Red de Derechos Humanos del Suroccidente Colombiano Francisco Isaías

Cifuentes:

La acción de tutela es un mecanismo que tiene por objeto la protección de los derechos
constitucionales fundamentales, aún aquellos que no se encuentren consagrados en la constitución,
cuando estos resulten vulnerados o amenazados por la acción o la omisión de cualquier autoridad
pública. El fallo que se produce de esta acción es de inmediato cumplimiento. Se encuentra
consagrada en el Art. 86 CN y ha sido reglamentada por los decretos 2591 de 1991, 306 de 1992 y
1382 de 2000.

Por su parte, el Decreto 2591 de 1991 en su Artículo 1o. expresa que el objeto de la acción de

tutela es que:

Toda persona tendrá acción de tutela para reclamar ante los jueces, en todo momento y lugar,
mediante un procedimiento preferente y sumario, por sí misma o por quien actúe a su nombre, la
protección inmediata de sus derechos constitucionales fundamentales, cuando quiera que éstos
resulten vulnerados por la acción o la omisión de cualquier autoridad pública o de los particulares
en los casos que señale este Decreto. Todos los días y horas son hábiles para interponer la acción
de tutela.
20

Así mismo, este decreto 2591, en su artículo 40,básicamente dice que las sentencias que vulneren

un derecho fundamental, el juez superior jerárquico podrá conocer de esta acción frente a fallo,

optadas por un juez y confrontar las decisiones, y conseguir modificar una decisión ya tomada y

en firme. Esto se ha visto algunos juristas, tratadistas y académicos que pone en peligro la

estabilidad del sistema judicial pues comprometía principios como la seguridad jurídica, la cosa

juzgada y la autonomía e independencia de los jueces.

Unos años después de la promulgación del anterior decreto, en la sentencia C-543 del 10 de octubre

de 1992, con ponencia del Magistrado José Gregorio Hernández, entra analizar y declara

inexequible el artículo 40 referenciado, que establecía la acción de tutela contra sentencias

judiciales.

No obstante, en esta misma sentencia y en repetidas jurisprudencias se habló y adelanto la teoría

de las vías de hecho, que vino hacer el camino por medio de la cual se permite la utilización de la

acción de tutela contra sentencias judiciales, cuando el juez vulnere los derechos constitucionales

fundamentales (T-231 de 1994),

Esto se puede apoyar con lo dice Félix Bautista al analizar al juez estadounidense Félix

Frankfurter, “la decisiones de las jurisdicciones constitucionales deben estar orientadas a resolver

expedientes que sean claves, profundos y de incuestionable calidad, para que la Constitución sea,

efectivamente, la norma suprema y de aplicación absoluta para todos” (2013, párr. 2).

Siguiendo con el análisis al decreto 2591 de 1991, estableció que la acción contra las providencias

caducaría en el término de dos meses, luego de que estuvieran ejecutoriadas como lo expresaba en

su momento concretamente el inciso segundo del parágrafo 1 del artículo 40:


21

Quien hubiere interpuesto un recurso, o disponga de medios de defensa judicial, podrá solicitar
también la tutela si ésta es utilizada como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio
irremediable. También podrá hacerlo quien, en el caso concreto, careciere de otro mecanismo de
defensa judicial, siempre y cuando la acción sea interpuesta dentro de los 60 días siguientes a la
firmeza de la providencia que hubiere puesto fin al proceso.

De esta manera hubo un tiempo definido para presentar tutelas contra sentencias, pero la sentencia

C-543 del 1992 lo eliminó del ordenamiento jurídico dejando sentado lo que podría presentarse

“en todo momento” como lo estipula el artículo 86 Superior. Esto llevo, a que más adelante la

sentencia C-590-2005, realizara una interpretación de la sentencia C-543 en referencia e

instituyera que la tutela sólo podría proceder contra providencias si se cumplen ciertos y rigurosos

requisitos de procedibilidad.

En consonancia con lo anterior, es pertinente antes de entrar a referirse a los requisitos de

procedibilidad, enunciar cual fue la necesidad de establecerlos según la Corte Constitucional.

Es de anotar que la Corte Constitucional en la sentencia C-590 del 2005 estimó, que la sentencia

C-543-92, si bien declara inexequible los artículos 11, 12 y 40 del Decreto 2591 de 1991, esto no

quiere decir que eliminó la acción de Tutela contra sentencia judicial, lo cierto es que procede de

manera excepcional y no en forma general.

En palabras de la misma Corte aclara que:

[…] la acción de tutela si podía proceder contra omisiones injustificadas o actuaciones de hecho de
los funcionarios judiciales, cuando quiera que las mismas vulneraran los derechos fundamentales
[…] Lo que hizo en esa oportunidad (C-543) fue excluir del ordenamiento jurídico unos preceptos
normativos que afirmaban la procedencia de ese mecanismo contra las sentencias como regla
general y no como excepción […].
22

Ahora bien, en los requisitos de procedibilidad, es de resaltar que más allá de la vía de hechos

(violación flagrante a la Constitución), con la instauración de los requisitos se entran a valorar

otros aspectos o defectos que pueden afectar derechos fundamentales y no necesariamente que

sea una trasgresión grosera a la Constitución, citando palabras de la misma Corte se justifica los

requisitos de procedibilidad establecidos estimando que hay:

[…] una superación del concepto de vía de hecho y la admisión de específicos supuestos de
procedibilidad en eventos en los que si bien no se está ante una burda trasgresión de la Carta, si se
trata de decisiones ilegítimas que afectan derechos fundamentales […]

[…]Este desarrollo ha llevado a concluir que las sentencias judiciales pueden ser atacadas mediante
la acción de tutela por causa de otros defectos adicionales, y que, dado que esos nuevos defectos
no implican que la sentencia sea necesariamente una “violación flagrante y grosera de la
Constitución”, es más adecuado utilizar el concepto de “causales genéricas de procedibilidad de la
acción” que el de “vía de hecho.” En la sentencia T-774 de 2004 (MP. Manuel José Cepeda
Espinosa) se describe la evolución presentada de la siguiente manera: […]

Actualmente no ‘(…) sólo se trata de los casos en que el juez impone, de manera grosera y burda
su voluntad sobre el ordenamiento, sino que incluye aquellos casos en los que se aparta de los
precedentes sin argumentar debidamente (capricho) y cuando su discrecionalidad interpretativa se
desborda en perjuicio de los derechos fundamentales de los asociados (arbitrariedad). Debe
advertirse que esta corporación ha señalado que toda actuación estatal, máxime cuando existen
amplias facultades discrecionales (a lo que de alguna manera se puede asimilar la libertad
hermenéutica del juez), ha de ceñirse a lo razonable. Lo razonable está condicionado, en primera
medida, por el respeto a la Constitución.’

Dilucidado lo anterior, se entra a explicar los requisitos de procedibilidad. Estos son básicamente

puntos ineludibles que debe cumplir acción de tutela previamente para que pueda seguir su curso;

y tales requisitos se dividen en general y específicos, teniendo en cuenta que en los generales

tienen que cumplirse todos y en los específicos es suficiente que se dé cumplimiento a uno solo.

2.1.1. Requisitos generales.


23

Los requisitos generales están textualmente expresados en la sentencia C-590-2005. Los siguiente:

“A. Que la cuestión que se discuta resulte de evidente relevancia constitucional., el juez
constitucional no puede entrar a estudiar cuestiones que no tienen una clara y marcada importancia
constitucional so pena de involucrarse en asuntos que corresponde definir a otras jurisdicciones. En
consecuencia, el juez de tutela debe indicar con toda claridad y de forma expresa porqué la cuestión
que entra a resolver es genuinamente una cuestión de relevancia constitucional que afecta los
derechos fundamentales de las partes”

Esto quiere decir que no se puede tocar aspectos legales propios del ordenamiento jurídico de cada

jurisdicción ordinaria, lo que limita la arbitrariedad o fraude del juez constitucional, de aquí la

relevancia constitucional.

B. Que se hayan agotado todos los medios ordinarios y extraordinarios de defensa judicial al
alcance de la persona afectada, salvo que se trate de evitar la consumación de un perjuicio
iusfundamental irremediable. De allí que sea un deber del actor desplegar todos los mecanismos
judiciales ordinarios que el sistema jurídico le otorga para la defensa de sus derechos. De no ser
así, esto es, de asumirse la acción de tutela como un mecanismo de protección alternativo, se
correría el riesgo de vaciar las competencias de las distintas autoridades judiciales, de concentrar
en la jurisdicción constitucional todas las decisiones inherentes a ellas y de propiciar un desborde
institucional en el cumplimiento de las funciones de esta última.

Este requisito básicamente deja el entendido de que es procedente la acción de tutela frente a

sentencia cuando se hayan agotado todos los mecanismos de defensa legales al alcance de la

naturaleza del mismo proceso. Por ejemplo si se está frente a un proceso de única instancia es

lógico que se dé por cumplido la defensa total (al alcance) a la que puede accionar la persona del

derecho vulnerado, por ende sería ilógico que se exija que agote otro medio ordinario o

extraordinario para poder presentar la tutela contra la sentencia que le afecta,

No obstante, este mismo requisito permite que no se necesario agotar todos los medios de defensa

‘al alcance’ de la persona vulnerada, cuando cuya vulneración exija una resolución urgente, pues
24

de esperar que se agote el siguiente acto procesal puede surgir una situación más gravosa a la

persona afectada por sentencia dada en instancia.

C. Que se cumpla el requisito de la inmediatez, es decir, que la tutela se hubiere interpuesto en un


término razonable y proporcionado a partir del hecho que originó la vulneración. De lo contrario,
esto es, de permitir que la acción de tutela proceda meses o aún años después de proferida la
decisión, se sacrificarían los principios de cosa juzgada y seguridad jurídica ya que sobre todas las
decisiones judiciales se cerniría una absoluta incertidumbre que las desdibujaría como mecanismos
institucionales legítimos de resolución de conflictos.

Este punto hace relevancia a que se tiene que dar conocimiento al juez lo más pronto posible entre

la vulneración del derecho y el impacto que esta genera, por lo que sería injustificable que, por

ejemplo una persona se le haya afectado un derecho en el 2015 este espere 5 meses a un 1 año para

hacer proteger este derecho cuando ya no tiene ningún impacto, salvo que haya prueba de un

evento que se lo haya impedido proceder.

D. Cuando se trate de una irregularidad procesal, debe quedar claro que la misma tiene un efecto
decisivo o determinante en la sentencia que se impugna y que afecta los derechos fundamentales
de la parte actora. No obstante, de acuerdo con la doctrina fijada en la Sentencia C-591-05, si la
irregularidad comporta una grave lesión de derechos fundamentales, tal como ocurre con los casos
de pruebas ilícitas susceptibles de imputarse como crímenes de lesa humanidad, la protección de
tales derechos se genera independientemente de la incidencia que tengan en el litigio y por ello hay
lugar a la anulación del juicio.

En este requisito se plantea que la irregularidad procesal debe tener una transcendencia clara,

directa y expresa sobre la sentencia que afecta el derecho fundamental, lo cual quiere decir que

una irregularidad con condiciones distintas no da pie para atacar cuya sentencia.

No obstante, cuanto estas irregularidades convocan pruebas ilícitas que se relacionan con crimen

de lesa humanidad o afectaciones al derecho de intimidad palpable por mencionar algunas,

independientemente estas por si sola generan la nulidad de la sentencia.


25

E. Que la parte actora identifique de manera razonable tanto los hechos que generaron la
vulneración como los derechos vulnerados y que hubiere alegado tal vulneración en el proceso
judicial siempre que esto hubiere sido posible. Esta exigencia es comprensible pues, sin que la
acción de tutela llegue a rodearse de unas exigencias formales contrarias a su naturaleza y no
previstas por el constituyente, sí es menester que el actor tenga claridad en cuanto al fundamento
de la afectación de derechos que imputa a la decisión judicial, que la haya planteado al interior del
proceso y que dé cuenta de todo ello al momento de pretender la protección constitucional de sus
derechos.

El propósito de este requisito es situar en contexto al juez en relación a los sucesos que en la

sentencia vulneran los derechos fundamentales, es decir que es necesario que el juez se le dé una

visión clara sobre los acontecimientos específicos que lo lleve al convencimiento de que existe

una real afectación del derecho.

F. Que no se trate de sentencias de tutela. Esto por cuanto los debates sobre la protección de los
derechos fundamentales no pueden prolongarse de manera indefinida, mucho más si todas las
sentencias proferidas son sometidas a un riguroso proceso de selección ante esta Corporación,
proceso en virtud del cual las sentencias no seleccionadas para revisión, por decisión de la sala
respectiva, se tornan definitivas”.

Este punto deja claramente demostrado que lo que se busca es evitar, que haya un debate

interminable entre los jueces constitucionales sobre el alcance que puede tener un derecho

vulnerado. Todo esto permite que haya una limitación entorno a las decisiones de esta materia.

2.1.1.1.Requisitos específicos.

También se tendrán en cuenta para que proceda la acción de tutela frete a fallo judicial, uno de los

vicios o defectos que adelante se exponen:

A. Defecto orgánico, que se presenta cuando el funcionario judicial que profirió la providencia

impugnada, carece, absolutamente, de competencia para ello.


26

Este requisito específico enuncia que si la sentencia proferida se observa que hay errores de

competencia se tendrán en cuenta para la admisibilidad, esto quiere decir que toda sentencia la

cual el juez que profirió carezca de jurisdicción para conocer un asunto, da pie para que esta

sentencia sea estudiada y que la admisibilidad de la tutela proceda.

B. Defecto procedimental absoluto, que se origina cuando el juez actuó completamente al margen
del procedimiento establecido.

De acuerdo a este requisito señala que el defecto procedimental se muestra cuando el fallador

vulnera algún o algunos derechos fundamentales al negar el derecho sustancial, lo cierto es que si

al negar un derecho sustancial el juez no aplica la norma procesal acorde o cuando se exceda en la

aplicación de formalidades procesales.

c. Defecto fáctico, que surge cuando el juez carece del apoyo probatorio que permita la aplicación
del supuesto legal en el que se sustenta la decisión.

Este punto en particular básicamente es claro en afirmar que el defecto fáctico se presenta cuando

el material probatorio en que el juez se basa para aplicar una determinada norma es inadecuado o

cuando se hace visiblemente irrazonable la valoración probatoria.

D. Defecto material o sustantivo, como son los casos en que se decide con base en normas
inexistentes o inconstitucionales o que presentan una evidente y grosera contradicción entre los
fundamentos y la decisión.

Este defecto quiere decir que la autoridad judicial puede cometerlo cuando aplique una norma

claramente inaplicable al caso o la deja de aplicar, o como también hace una mala interpretación

que contraríe los postulados mínimos de razonabilidad.

Citando la Sentencia T-781/11 claramente explica lo siguiente:


27

Como ha sido perfilado por la jurisprudencia constitucional, se podría configurar un defecto


sustantivo siempre que: (i) la decisión cuestionada se funda en una norma indiscutiblemente
inaplicable al caso concreto, por ejemplo, ora porque la norma empleada no se ajusta al caso, no se
encuentra vigente por haber sido derogada, o ha sido declarada inconstitucional; (ii) a pesar del
amplio margen interpretativo que la Constitución le reconoce a las autoridades judiciales, la
interpretación o aplicación que se hace de la norma en el caso concreto, desconoce sentencias con
efectos erga omnes que han definido su alcance; (iii) cuando se fija el alcance de una norma
desatendiendo otras disposiciones aplicables al caso y que son necesarias para efectuar una
interpretación sistemática; (iv) cuando la norma pertinente es inobservada y, por ende, inaplicada;
o finalmente, (v) en el evento en que, no obstante la norma en cuestión está vigente y es
constitucional, no se adecúa a la situación fáctica a la cual se aplicó, porque a ésta, por ejemplo, se
le reconocen efectos distintos a los expresamente señalados por el legislador.

F. Error inducido, que se presenta cuando el juez o tribunal fue víctima de un engaño por parte de
terceros y ese engaño lo condujo a la toma de una decisión que afecta derechos fundamentales.

El error inducido dicho de otra manera es aquel en el que por alguna circunstancia o acciones

arropadas por el engaño llevan a que el juez o magistrado cometa un error que afecte algún derecho

fundamental, es decir todo engaño o acción que lleve a que el juez a fallar afectando claramente

un derecho fundamental.

G. Decisión sin motivación, que implica el incumplimiento de los servidores judiciales de dar
cuenta de los fundamentos fácticos y jurídicos de sus decisiones en el entendido que precisamente
en esa motivación reposa la legitimidad de su órbita funcional.

Esto quiere decir que cualquier fallo que no se encuentre argumentado en debida forma, respetando

la presencia de argumentos facticos y jurídicos; y que el estudio de esa argumentación haya sido

infundada, será causa para que proceda la admisibilidad inmediata de la acción de tutela, teniendo

en cuenta que la motivación embiste de legitimidad el fallo proferido.

H. Desconocimiento del precedente, hipótesis que se presenta, por ejemplo, cuando la Corte
Constitucional establece el alcance de un derecho fundamental y el juez ordinario aplica una ley
28

limitando sustancialmente dicho alcance. En estos casos la tutela procede como mecanismo para
garantizar la eficacia jurídica del contenido constitucionalmente vinculante del derecho
fundamental vulnerado.

En este punto le da relevancia a que los temas similares que se hayan fallado deben tenerse como

puntos esenciales para tomar una decisión posterior, por tanto, el juez que se aparte del precedente

deberá justificar suficientemente tal evento, de no hacerlo incurre en desconocimiento del mismo.

En la Sentencia T-459/17. Claramente expresa:

[…] “Caracterización del defecto por desconocimiento del precedente judicial

El desconocimiento del precedente se configura cuando el funcionario judicial se aparta de las


sentencias emitidos por los tribunales de cierre (precedente vertical) o los dictados por ellos mismos
(precedente horizontal) al momento de resolver asuntos que presentan una situación fáctica similar
a los decididos en aquellas providencias, sin exponer las razones jurídicas que justifique el cambio
de jurisprudencia […].

En énfasis, cada uno de los procedimientos expuestos contiene eventos en que procede la acción

de tutela contra decisiones judiciales. Lo cual involucra la superación del concepto de vía de hecho,

esto indica que la Corte sabiamente entendió que existen muchas modalidades que en el ejercicio

judicial pueden afectar los derechos constitucionales fundamentales.

3. Sentencias judiciales ejecutoriadas.

Ahora, en este aparte, se tratará de la ejecutoriedad de las sentencias las cuales, como es obvio,

son frente a las que se presentan comúnmente la tutela al vulnerarse un derecho fundamental en

ellas o en todo el proceso. En ese sentido se estima importante primero, hacer una

conceptualización sucinta sobre lo que se entiende como sentencia y, luego, lo que es propiamente

dicho la ejecutoriedad de este instrumento procesal jurídico.


29

Hay que iniciar diciendo que, la sentencia y el fallo son distintos. En su defecto, el diccionario

jurídico de la R.A.E. lo escribe así: Sentencia: la “Resolución que decide definitivamente el pleito

o causa en cualquier instancia o recurso, o que, según las leyes procesales, debe revertir esta

forma”; en cambio, el fallo: es “pronunciamiento sobre las pretensiones de las partes, en su caso,

la cantidad objeto de condena y el pronunciamiento de las costas.2. Parte final y decisoria de la

sentencia”.

Por su parte la Fundéu BBVA en su explicación sobre estas dos nociones se expresa así:

Sentencia alude a la ‘resolución que, dictada por un juez, pone fin a una causa judicial’. Una de las
partes finales de toda sentencia es el fallo, que es el ‘pronunciamiento jurídico sobre la cuestión
debatida’. El fallo, por su parte, puede absolver al imputado o condenarlo, esto es, ‘imponerle una
pena’.
Es claro entonces que sentencia y fallo no son sinónimos estrictamente aunque pertenecen al

mismo campo semántico (palabras que comparten un elemento o idea en común). Ambas entidades

coinciden en definir que la sentencia es la que pone fin a la ‘causa judicial’, es decir a los hechos

y pretensiones que han dado lugar a la litis. De modo que, al coincidir también en que el fallo es

la parte final de la sentencia donde se absuelve o condena, es de inferir que la sentencia tiene

como particularidad el contener todo el elemento motivador o argumentado, además de las

formular jurídicas que encuentra el juez para la solución a la controversia y la evaluación

probatoria para llegar al fallo, es decir, a la parte final donde sólo se dedica a comunicar si absuelve

o condena a una de las partes procesales. Entonces, el fallo es la exposición de la estricta decisión.

En otras palabras, el fallo es la parte de la sentencia que exhibe la decisión relacionada con las

pretensiones; en cambio la sentencia es el enjambre discursivo – normativo - racional que autoridad

del Estado (juez) realiza cumpliendo con formalidades en marcadas por la Constitución y ley;

además de valerse de la interpretación intersubjetiva y lógico razonada para construir o reconstruir


30

la verdad a partir de los hechos, pruebas y pretensiones; y así, proyectar justicia a los sujetos

procesales y a los ciudadanos en general.

Ahora bien, de acuerdo con el Magistrado Manuel José Cepeda Espinosa:

La sentencia, en cualquier proceso, es la decisión judicial más importante dictada por una autoridad
del Estado, investida de jurisdicción, que no sólo debe cumplir los requisitos establecidos en la ley
en cuanto a su forma y contenido, sino que constituye un juicio lógico y axiológico destinado a
resolver una situación controversial, en armonía con la Constitución y la ley. Dicha providencia no
es, entonces, un simple acto formal sino el producto del análisis conceptual, probatorio, sustantivo
y procesal, de unos hechos sobre los cuales versa el proceso, y de las normas constitucionales y
legales aplicables al caso concreto. (Sentencia C-252 del 2001)

Adicionalmente puede afirmarse que la sentencia es decisión expedida por un Juez de la

República que modifica, extingue o adiciona una situación planteada por las partes dentro de un

proceso judicial. De tal manera que, la sentencia tiene un complejo camino de elaboración que

convoca hechos, pruebas, normas que se adecuen, actos procesales que marcan pasos específicos

y la fuerza racional del propio juez para llegar a una decisión trascendental que influye en las partes

lo cual connota justicia: eliminando la controversia.

Ahora ¿qué se debe entender por sentencias ejecutoriadas? Para el caso Goldstein (2010)

conceptualiza ejecutoria como: “efecto de la sentencia que no admite apelación o pasa en autoridad

a cosa juzgada” Por su parte, la Real Academia Española emplea: “un documento público y

solemne en el que se consigna una sentencia en firma”.

Ejecutoria, en la primera acepción, comprende la no admisión de apelación y relaciona que la

sentencia ha pasado cosa juzgada, esta última parte tiene una variable que se indicara más adelante,

en el sentido que ejecutoria y cosa juzgada no son lo mismo funcionalmente en la visión procesal.
31

En el caso de la R.A.E. su noción tiende a confundir puesto que, deja la idea de que la ejecutoria

de una sentencia convoca un documento público adicional que declararía ejecutoriada.

Pues bien, para ir sentando la idea concisa de lo que es una sentencia ejecutoriada o la ejecutoria

de una sentencia se hará una aproximación a lo que prescriben los Códigos procesales al respecto.

Para efectos de explicación se citaran dos Códigos entre los que están El Código General del

Proceso y El Código Disciplinario del Abogado. El primero expresa claramente sobre este

término en el Artículo 302. Ejecutoria:

Las providencias proferidas en audiencia adquieren ejecutoria una vez notificadas, cuando no sean
impugnadas o no admitan recursos.

No obstante, cuando se pida aclaración o complementación de una providencia, solo quedará


ejecutoriada una vez resuelta la solicitud.

Las que sean proferidas por fuera de audiencia quedan ejecutoriadas tres (3) días después de
notificadas, cuando carecen de recursos o han vencido los términos sin haberse interpuesto los
recursos que fueren procedentes, o cuando queda ejecutoriada la providencia que resuelva los
interpuestos.

Es claro que en los asuntos que versen por el Código General del Proceso, versan cuatro

condiciones para ejecutoriedad, la primera, las sentencias (providencias) dictadas en audiencia e

inmediatamente notificadas, las cuales no se sean impugnadas o no admitan recursos; la segunda,

cuando sean resueltas las aclaraciones o complementos pedidos por una de las partes; tercero que

la sentencia que se dicta fuera de audiencia queda ejecutoriada tres (3) días después de notificada

si no se presenta oposición o recursos procedentes y; cuarto, cuando esté en firme el auto que

resuelve los recursos interpuestos frente a la sentencia.

Por su parte el Código Disciplinario del Abogado dicta en su artículo 83:


32

Las decisiones contra las que proceden recursos dictadas en audiencia o diligencia, exceptuando la
que decreta la terminación del procedimiento, quedarán en firme al finalizar esta o la sesión donde
se hayan proferido, si no fueren impugnadas.

Las decisiones dictadas por fuera de audiencia contra las que proceden recursos quedarán en firme
tres días después de su última notificación, si no fueren impugnadas.

La Ley 1123 del 2007 regula en el mismo sentido del Código General del Proceso la ejecutoriedad

de sus decisiones, entre ellas la sentencia o decisión definitiva del caso. Ambos coinciden el

término de tres días después de notificada la decisión fuera de audiencia, y la inmediatez dentro

de estas de no ser impugnada o interpuestos recursos.

Al igual que estas dos normas procesales referenciadas los códigos procesales laboral, penal,

administrativo, entre otros, establecen la ejecutoriedad basados en si es fuera o dentro de audiencia

la expedición de la sentencia; si se interponen o no recursos o si han sido o no interpuestas

impugnaciones; o en su defecto, después de resulta la providencia que resuelve el recurso o los

recursos.

Todo esto ilustra evidentemente que la ejecutoriedad de la sentencia se regla siguiendo la

oportunidad que se da a las partes (impugnación o recursos procedentes) y, a su vez, a una

temporalidad (tres días o cinco días, por ejemplo) para hacer efectivas esas oportunidades de

medios procesales.

En este sentido es importante la ejecutoriedad dado que, sin ella sería imposible saber cuándo una

sentencia que reconoce, extingue o modifica una situación jurídica es exigible de ser cumplida por

la parte condenada en el proceso.

Ahora bien, en un documento de los Cursos de la Atlantic International University se refiere a la

sentencia ejecutoriada de la siguiente forma:


33

Se habla de sentencia ejecutoriada cuando la sentencia que ha sido pronunciada en un juicio no


admite ninguno de los recursos judiciales que la ley procesal otorga y concede a las partes, para
recurrirla en razón de no estar conformes con su contenido y que pueda traer como consecuencia
su revocación, modificación o confirmación.

En la práctica forense se dice que la causa está "ejecutoriada", en aquellos casos en los que han
finalizado todos los trámites legales y produce el efecto jurídico de cosa juzgada.

Esta comprensión de la ejecutoriedad reafirma la idea de que la ejecutoria de la sentencia está

supeditada a las oportunidades que se le da a una de las partes para presentar recursos oportunos

en un plazo determinado para que se altere el sentido de la sentencia, y de no hacerse uso de esos

actos procedimentales sea hace exigible el cumplimiento de lo expresado en el fallo.

Para precisar aspectos dichos, se trae a colación la Corte Constitucional en cuanto a sus

consideraciones frente a las sentencias ejecutoriadas que esgrime por medio de la Sentencia C-

641 del 2002 donde es M.P. Dr. Escobar Gil.

Es importante resaltar como asume la Corte que todo proceso no debe ser indefinido; lo cual

conlleva a inferir que es la sentencia el instrumento procesal con amparo constitucional por medio

del cual una decisión le pone finitud a una controversia, y así, al ciudadano se le da garantía a un

acceso a la Administración de Justicia efectivo. En voz de la Corte:

“Todo juicio, desde su comienzo, está llamado a culminar, ya que sobre las partes no puede ceñirse
indefinidamente la expectativa en torno al sentido de la solución judicial a su conflicto. En
consecuencia, hay un verdadero derecho constitucional fundamental a la sentencia firme y, por
tanto, a la autoridad de cosa juzgada (...) La sentencia con autoridad de cosa juzgada representa,
para la parte favorecida, un título dotado de plena validez y oponible a todo el mundo, pues crea
una situación jurídica indiscutible a partir de la firmeza del fallo.”
34

Es contundente la Corte en demarcar que la sentencia ejecutoriada (en firme) es una garantía

constitucional que se convierte en un título pleno, valido y oponible a todas las partes involucradas.

De modo que, para todas las jurisdicciones del sistema jurídico es obligatorio que haya un término

claro en la ley que señale expresamente cuándo entra en curso la ejecutoriedad de una sentencia

(como se puede corroborar arriba cuando se hacía alusión al Código General del Proceso en su

artículo 302 y la ley 1123 del 2007 en su artículo 83) para que la parte favorecida la haga uso de

la exigibilidad desde el poder de lo indiscutible y obligatorio que en sí misma se dota la sentencia

por orden de un Juez de la república al fallar y al agotarse las oportunidades.

Ahora bien, es de resaltar lo que expresa la sentencia C- 641 del 2006 respecto al alcance de la

ejecutoria de una sentencia. En ese sentido expresa:

La ejecutoria consiste en una característica de los efectos jurídicos de las providencias judiciales
que se reconocen por la imperatividad y obligatoriedad, cuando frente a dichas determinaciones:
(i) No procede recurso alguno, o (ii) se omite su interposición dentro del término legal previsto, o
(iii) una vez interpuestos se hayan decidido; o (iv) cuando su titular renuncia expresamente a ellos.

En consonancia a lo dilucidado por la Corte, es importante subrayar que el alcance de la sentencia

significa que esta se convierte en ‘imperativa’ y ‘obligatoria’ al pasar las cuatro condicionantes

enmarcadas anteriormente, que corresponden dos de ellas al arbitrio propio de la parte

desfavorecida en la sentencia cuyas condiciones la señala la Corte en los numerales (ii) y (iv) de

la cita. Es lúcido, entonces que, frente a las cuatro condicionantes fuera de ellos, nada impide que

una sentencia entre en plana ejecutoriedad, es decir, en ser imperativa y obligatoria frente a las

partes condenadas en el proceso que deban cumplir ineludiblemente con la decisión


35

A reglón seguido la Corte continúa ilustrando en lo que concierne a la obligatoriedad y

coercibilidad de la sentencia y hace una diferenciación entre la ejecutoriedad y la cosa juzgada

muy pertinente:

Mientras que la imperatividad y la obligatoriedad (o, también llamada coercibilidad) son propias
de las sentencias o providencias ejecutoriadas, la institución jurídico procesal de la cosa juzgada,
por su parte, se encuentra destinada a conferirle a algunas de dichas providencias el carácter de
definitivas, inmutables, inmodificables y vinculantes. De ahí que, por regla general, toda
providencia ejecutoriada obligue a los sujetos procesales y, además esté llamada a cumplirse
voluntaria o coactivamente, aun cuando no alcance el calificativo jurídico de cosa juzgada.

Es preciso entonces recordar que la obligatoriedad o coercibilidad de una decisión judicial no


constituye un efecto de la cosa juzgada, pues dicha característica se predica de todas las
providencias ejecutoriadas. […] la ejecutoria de una decisión judicial es un fenómeno distinto
al instituto procesal de la cosa juzgada, ya que éste último tiene como objetivo otorgar una
calificación jurídica especial a algunas decisiones ejecutoriadas. Por lo cual, se puede afirmar que
no existe cosa juzgada sin ejecutoria, pero no siempre la ejecutoria de una providencia judicial
entraña la existencia de aquélla.

En esta aparte es preciso decantar la diferencia que hace de la ejecutoriedad y la cosa juzgada la

Corte, puesto que, es de entender que la ejecutoria es lo que permite que la sentencia obligue o

coaccione a la parte condenada a cumplir por su carácter de imperativa y obligatoria; en cambio,

la cosa juzgada es la que embiste a la sentencia de ser inmutable, vinculante y definitiva en algunas

ocasiones dependiendo la naturaleza del proceso.

Esto es, considerando que existe lo que se llama cosa juzgada formal que es cuando una decisión

tomada en una sentencia si bien obliga a cumplir a la parte desfavorecida, ésta (sentencia) por su

naturaleza no es ‘inmutable’ ni ‘definitiva’ pero si vinculante, pues por la misma naturaleza del

proceso permite que esa sentencia ejecutoriada, al cambiar la circunstancia que dio origen al
36

proceso y, por ende a lo decidido, en el tiempo puede ser modificada. Eso pasa por ejemplo, en los

procesos de alimentos o interdicción, por solo mencionar algunos.

Lo que debe quedar claro es que primero, la ejecutoriedad de la sentencia se traduce en la

‘imperatividad’ y ‘obligatoriedad’ de lo decidido frente a la parte condenada, es decir se obliga a

la parte desfavorecida a cumplir voluntaria o coercitivamente con lo decidido; segundo, la

ejecutoriedad de una sentencia es imperativa y obligatoria siempre aun cuando no se califique

como cosa juzgada; tercero, la cosa juzgada es un calificativo especial que se da a algunas

sentencias ejecutoriadas; cuarto, la cosa juzgada para que exista necesita que haya sentencia

ejecutoriada y; quinto, no toda sentencia ejecutoriada extraña la existencia de la cosa juzgada.

Ahora la Corte expresa sobre los efectos jurídicos de la ejecutoriedad:

[…] los efectos jurídicos que se producen a partir de la ejecutoria de una decisión judicial: (i) El
fallo resulta obligatorio para los sujetos procesales y, por ello, es susceptible de ejecución, o en
otras palabras, la sentencia ejecutoriada constituye un verdadero título ejecutivo; (ii) La
determinación tiene un alcance imperativo o de obligatorio cumplimiento en relación con los
distintos sujetos procesales y en frente a las autoridades públicas, en la medida en que puede
imponer a otros funcionarios distintas obligaciones (v.gr. el reconocimiento o la modificación de
una situación jurídica, como sucede en el caso del registrador en relación con un derecho real) o
precisar una determinada condición de la persona ante la sociedad, por ejemplo, mediante la
identificación de un estado civil; (iii) Así mismo, permite garantizar la vigencia del orden jurídico
como atributo de la soberanía estatal, ya que las decisiones judiciales deben ser observadas y
respetadas por todos los operadores jurídicos. Por último, (iv) establecen una obligación de
conducta a cargo de algunos sujetos procesales que debe ser acatada voluntaria o coactivamente.

En cuanto a los efectos jurídicos se reafirma la obligatoriedad para las partes (sujetos procesales)

y el alcance imperativo y coercitivo de lo reconocido a la parte favorecida de la sentencia. No

obstante, llama la atención cuando la Corte considera que la ejecutoriedad tiene un efecto que

involucra “garantizar la vigencia del orden jurídico como atributo de la soberanía estatal”. Esto
37

es importante dado que, esto muestra como la Administración de Justicia a través del Estado busca

dirimir controversias sin que el ciudadano recura a la violencia y, eso se logra por medio de la

obligatoriedad de la decisión y la observancia que se deba hacer de la misma, lo cual guarda la

estabilidad del orden justo que debe impactar en el ciudadano.

Además, lo citado lleva a comprender cómo la ejecutoriedad no puede ser vista como una mera

procedibilidad del proceso, sino que tiene una transcendencia en la sociedad por parte de las

personas que llegan a la Administración de Justicia en busca de una decisión (justicia) por parte

de un juez que determine quién debe ser obligado a cumplir sobre una situación jurídica

controvertida que se ha querido solucionar civilizadamente por medio del Estado: Estrados

judiciales.

Concluye la Corte sobre la ejecutoriedad de las sentencias:

En virtud de tales consideraciones, podemos concluir que en materia de ejecutoriedad de decisiones


judiciales, existen las siguientes reglas: (i) Ninguna providencia judicial queda en firme sino una
vez ejecutoriada, aun cuando eventualmente puede llegar a ser obligatoria si se conceden los
recursos en el efecto devolutivo; y por otra parte, (ii) Solamente cuando las decisiones judiciales
quedan ejecutoriadas son de estricto cumplimiento, sin embargo, la producción de sus efectos
jurídicos supone el conocimiento previo de los sujetos procesales.

Esta conclusión de la Corte es importante, pues, insta a quedar claro que, una sentencia queda en

firme (imperativa) cuando es ejecutoriada, es decir, cuando se den las oportunidades o condiciones

que establece cada ley procesal como se ha señalado con anterioridad; lo cual convoca que los

sujetos procesales tienen la oportunidad de controvertir u oponerse a la decisión fallada en la

sentencia antes de ser imperativa, buscando modificarla o revocarla total o parcialmente.


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En esta medida, la ejecutoriedad de la sentencia es una institución que transciende en todos los

procesos en Colombia. La ejecutoriedad enmarca el acto donde se concretiza la acción

concluyente de la litis, es decir, que la decisión final que toma un juez, dentro de su ejercicio

analítico conceptual, procesal, probatorio y sustantivo; se hace obligatoria la situación jurídica

reconocida, modificada, extinguida o creada en ella a carga del sujeto procesal condenado; luego

de darse las condiciones u oportunidades procesales para revertir esa decisión.

En énfasis, la sentencia ejecutoriada es aquella sentencia que entra a estar en firme, es decir, que

se entra a cumplir en plenitud a lo decidido en ella, cuando han sean superado las oportunidades

para ser impugnada; cuando no se admiten recursos para atacarla; o cuando se resuelven los

recursos que fueron procedentes.

La ejecutoriedad de la sentencia es lo que permite que sea imperativa y obligatoria frente a los

sujetos procesales; y si bien la ejecutoriedad se relaciona con la cosa juzgada, no se puede asumir

como sinónimos, pues la ejecutoriedad de una sentencia no siempre convoca que haya cosa

juzgada, pero esto no quiere decir que la ejecutoriedad no sea imperativa y obligatoria, pues estas

características le son propias.

El que exista ejecutoriedad sin cosa juzgada definitiva se explica teniendo en cuanta como se hizo

alusión en un aparte arriba, que existe en el proceso ordinario dos tipos de cosa juzgada: la material

y la formal, esta última se aplica a procesos como el de alimento, interdicción, etc., que si bien

sus sentencias son ejecutoriadas, pueden ser modificadas en el tiempo dependiendo las

circunstancias. La cosa juzgada material indica que la ejecutoriedad de la sentencia es ‘inmutable’

y ‘definitiva’, lo cual no se permite que cambien en el tiempo, como por ejemplo, reconocimiento

de derechos reales. Por todo lo anterior, es de entender que la Corte indique: “se puede afirmar

que no existe cosa juzgada sin ejecutoria, pero no siempre la ejecutoria de una providencia judicial
39

entraña la existencia de aquélla (C-641 del 2006). Se puede inferir que lo que quiso decir la Corte

aquí es que no todas las sentencias ejecutoriadas se aforan de la cosa juzgada material, sino que

algunas tienen el carácter de cosa juzgada formal, pero independientemente del tipo de cosa

juzgada que puedan relucir las sentencias ejecutoriadas no dejan de ser vinculantes ante los sujetos

procesales, y, por efecto lógico, imperativas y coercitivas.

Ante de cerrar es importante decir, que la ejecutoriedad si bien le permite al sujeto procesal

favorecido en la sentencia obligar a cumplir al sujeto procesal condenado, además de esto ofrece

una certeza que lo que fue objeto de controversia ha llegado a un término fijo y determinado; por

ello no tendría que volver a debatir sobre el mismo asunto. En ese sentido la ejecutoriedad tiene

relación con la cosa juzgada en los términos que se explicó; y por ende con la seguridad jurídica.

En el capítulo siguiente se tocará en qué consiste estas dos instituciones jurídicas y, al final de ello

se hará una aclaración de cómo en definitiva se relacionan ejecutoriedad de la sentencia, cosa

juzgada y seguridad jurídica, puesto que se considera importante en pro de lo que está en debate

en esta investigación que es la presentación de tutelas contra sentencias.

4. La Seguridad Jurídica y la Cosa Juzgada en Colombia.

Dilucidadas las instituciones jurídicas: requisitos de admisibilidad para presentar acción de tutelas

contra sentencias establecidos por la Corte Constitucional y lo conserniente a las sentencias

judiciales ejecutoriadas. Se concentrará este capítulo en la seguridad jurídica y la cosa juzgada,


40

elementos jurídicos esenciales en el sistema judicial en cuanto al desarrollo pleno del proceso

coherente y ultimado.

Para efecto de una mejor exposición y comprensión del contenido, este capítulo se elabora con el

siguiente orden, primero se hará alusión a cómo se ha significado historicamente la seguridad

jurídica; segundo, se desarrollaran dos sentencias de la Corte Constitucional respecto a cómo se

debe entender la seguridad jurídica; tercero se explicará la institución de la cosa juzgada: su

definición, los tipos de cosa juzgada y sus fines a la luz de la doctrina de la Corte Constitucional;

cuarto, se sentará una precisión sobre las diferencias entre seguridad jurídica y la cosa juzgada y,

quinto, se hará precisión sobre la relación entre sentencias ejecutoriadas, cosa juzgada y seguridad

jurídica.

4.1. Evolución histórica del significado de Seguridad Jurídica

La seguridad jurídica en otrora se puede decir tenía un significado y sentido distinto en

comparación con la actualidad, es decir, esta institución ha ido cobrando su noción instrumental y

sustentiva dependiendo de la época y el sistema político reinante. Sin embargo, no hay que

desconocer que la forma cómo se debe entender la seguridad jurídica a través del tiempo, se ha ido

extendiendo como se verá en el transcurso de la exposición.

Del siglo V al XV “la sociedad presenta unas relaciones caracterizadas por la conformación de

diferentes estamentos, la cual explicaba no la relación hombre – gobernante sino la que pudiese

existir -si la había- entre siervo – señor, es decir, circunscrita únicamente al mandato, el que otorga

a los señores feudales poder absoluto e ilimitado sobre sus súbditos”, esto lo expresa Madriñán

citado por Gallego Marín (2012, p. 74) En este sistema de poder (feudal) no había un mandato

central sino que cada feudo particular ejercía su mandado sin observancia jurídica central que lo
41

legitimara, lo cual es claro percibir que en estas sociedades, no habría una seguridad jurídica como

tal pues como destaca Gallego Marín:

Un ordenamiento político de esta naturaleza, es decir construido contra la centralización

(que es una distinción de la edad media) no puede pensarse en términos de certeza jurídica

ninguna, pues los “ordenamientos” sucedían de forma particular de cada territorio ante la

total ausencia de un poder central, capaz de ordenar su jurisdicción a través de normas que

se hicieran cumplir coactivamente, al menos en materias relativas al uso de las armas, a la

ciencia, la educación, etc. (2012, p. 74).

En esta aparte se puede inferir una forma de entender el significado y sentido la seguridad jurídica

para Gallego, y es que en estos siglos referenciados no hubo seguridad jurídica en el sentido que

no existía un poder central, sino un orden impartido por particulares, es decir cada uno hace uso

de reglas personales, lo cual no generaría obviamente seguridad para ninguno de las personas no

feudas. De manera que, seguridad jurídica en esta parte sería la existencia de un poder central que

genera normas generales para que fueran regulados las personas en la sociedad, lo cual era

plenamente ausente.

Ahora bien, para el siglo XVI al XVIII explica Gallego:

Entre el siglo XVI y el siglo XVIII, la concepción de seguridad Jurídica no presenta variaciones
significativas. Aunque cambia la estructura “política” de la sociedad, no se da ni un leve matiz
diferencial a dicho concepto. En la transformación de poliarquías a centralización de poderes en un
monarca, se trata de un carácter personal y patrimonial del poder. Se afirma equivocadamente que
la seguridad jurídica tiene un matiz diferencial con la concepción que le precede, ya que el hecho
de concentrar en una sola institución la emanación, aplicación y ejecución de la regulación
normativa ofrece mayor garantía de certeza —en materia de legislación comercial, por supuesto—
, lo cual no es cierto. No es cierto, porque esa “certeza” no emana del rey mismo, sino de la
costumbre que el monarca no podía variar a su arbitrio. (2012, p. 74).
42

Es interesante lo dilucidado por Gallego Marín puesto que, considera que aun con la existencia de

un monarca que establecía o podía establecer normas a todo el territorio, no se puede considerar

que este momento histórico se puede hablar de poder central, y por ende de la certeza jurídica o

seguridad jurídica dado que, primaba el orden, en el aspecto comercial, impuesto por la costumbre

de los comerciantes como es la llamada lex mercatoria. En otras palabras, el que haya un poder

central representado en un monarca, en el ámbito comercial, este no tenía el poder de regulación

esta materia como tal. En esta medida se puede entender entonces, que aún no hay en este momento

de la historia una mera seguridad jurídica normativa plena.

Con el positivismo parece cobrar más consolidación la seguridad jurídica desde el enfoque

normativo y aplicativo de la ley, es decir, con el positivismo se genera un significado y sentido

integrador de las normas. Para mayor claridad:

Para el positivismo legalista, normas, valores y principios parecen ser la misma cosa dado que todos
estos conceptos se engloban dentro del imperio de la ley. (…) Se proclama la obediencia de las
normas dirigida a materializar la realización del contenido axiológico del sistema normativo que
entre otros son: la Justicia, la Seguridad, la Paz y el Orden. La Seguridad Jurídica se convierte en
un valor teleológico a través de dos vías que la soportan: de una parte, la seguridad de los
ciudadanos entre sus relaciones y, de la otra; sus relaciones frente al poder estatal. (2012, p. 75).

Ya en esta instancia, la seguridad jurídica se puede identificar más claramente relacionada con el

imperio de la ley, es decir, ligada a un sistema normativo donde los ciudadanos regulan sus

relaciones jurídicas de todo tipo y, a la cual, se deben o pueden someterse según el tipo de relación:

penal, comercial, civil, etc. Las normas son integradoras del ordenamiento jurídico, en el sentido

de parámetros conductuales (2012, p. 75). En otras palabras, ya desde este sentido político-jurídico

la sociedad se regula desde los mismos presupuestos jurídicos establecidos en códigos, y no desde

una regla particular subjetiva de un ciudadano poderoso (feudo o monarca) o costumbres diversas

y caprichosas, sino desde un ordenamiento que ofrece certeza de orden común.


43

Ahora bien, Gallego (2012) señala tres nociones en las que se entiende la seguridad jurídica: la

primera, como principio de general inspirador del ordenamiento jurídico, la segunda, como

seguridad personal y la tercera como certeza y previsibilidad. Se citarán directamente sus apartes

claves.

La seguridad Jurídica como principio de general inspirador del ordenamiento jurídico:

La Seguridad Jurídica es entendida como un estado psíquico en el que los seres humanos “perciben”
satisfacción y tranquilidad por observar cómo se garantiza y, a su vez, como se materializa el
catálogo de valores que posee el ordenamiento jurídico. (2012, p. 75).

Como seguridad personal:

Se circunscribe a la protección personal en cuanto a integridad física en el ejercicio y desarrollo de


los derechos y libertades reconocidos por el ordenamiento jurídico. El primero de ellos es el orden
público, ya que la seguridad jurídica en cuanto seguridad personal es consecuencia de la existencia
de un cierto orden público que, aunque no es sinónimo de justicia, si es conditio sine qua non para
desarrollar la justicia en su plenitud y los distintos valores que en ella se concretan (2012, p. 77).

Como certeza y previsibilidad:

Bajo estos presupuestos debe entenderse la seguridad jurídica como “certeza o conocimiento de la
legalidad (ROLDÁN & SUÁREZ, 1997: 203), y, por tanto, como previsibilidad de las
consecuencias jurídicas que se puedan derivar de una determinada actuación. Esta certeza es
entendida como conocimiento cierto del ordenamiento jurídico aplicable y de los intereses que
jurídicamente se protegen. (2012, p. 77).

Estas tres nociones expuestas son oportunas toda vez que muestran tres maneras en cómo se

entiende la seguridad jurídica en gran parte de la sociedad. No se debe ignorar que en varios

sectores sociales y políticos de la sociedad relacionan la seguridad jurídica desde un aspecto

psicológico, es decir, la sensación de seguridad para caminar tranquila las calles, la prestación en

salud y la ejecución de programas sociales. A esto se le puede entender como seguridad, pues todo
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lo consignado en el ordenamiento lo perciben concretizado en la realidad. Esta noción es

totalmente valida.

Por otro lado, entenderla como seguridad personal en desarrollo de la “integridad física en el

ejercicio y desarrollo de los derechos y libertades reconocidos” también es una noción valida,

puesto que, que ciudadano que puede hacer uso de sus libertades y sus derechos como, por ejemplo,

hacer uso de libre locomoción en su país sin riesgo de ser secuestrado o asesinado va sentirse

seguro de su persona, o sea, va entender que el orden público lo protege, lo cuida; lo asegura.

Y la última la certeza y la previsibilidad, pues se refiere lo consignado en la ley que debe aplicar

el juez, es decir, tiene que ver con la norma aplicada ante un hecho factico regulado sea prohibido,

permitido u ordenado. Además, de atender intereses que jurídicamente se protegen, es decir, cómo

la misma ley protege derechos de un ciudadano u obliga a su deber.

En esta noción de seguridad jurídica se puede ubicar la emisión de los fallos judiciales, puesto que,

como se apunta, la certeza jurídica involucra que se aplique a un hecho una norma prescrita, pero

además esto debe unirse a que sea previsible, que por ende es que a todos los hechos similares se

aplique la misma norma, y por ello derivara en una misma decisión de los jueces. A esta dinámica

se le entiende también como seguridad jurídica.

Para dejar más claro el aspecto de la certeza y previsibilidad en relación a la seguridad jurídica se

considera acertado citar a Pérez Luño citado por Gallego:

La seguridad jurídica un valor estrechamente ligado a los Estados de derecho que se concretan en
exigencias objetivas de corrección estructural (formulación adecuada de las normas en el
ordenamiento jurídico) y corrección funcional (cumplimiento del derecho por sus destinatarios y
especialmente por los órganos de su aplicación). Junto con esa dimensión objetiva, la seguridad
jurídica se presenta, en su acepción subjetiva, encarnada por la certeza del derecho, como la
proyección en las situaciones personales de las garantías estructurales y funcionales (2012, p. 78).
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Otra forma de entender la seguridad jurídica, tomando distancia del positivismo radical, es lo dicho

por Atienza, Escudero y Latorre citados por Gallego Marín (2012):

La seguridad jurídica trasciende el plano de la mera legalidad para introducirse en el ámbito de la


justicia de dicha legalidad. Esta justicia no puede ser otra que la que viene proporcionada por el
respeto y protección de los derechos fundamentales los cuales son el cauce por el que se introducen,
en el Derecho, las exigencias morales básicas de los sujetos. Existe seguridad Jurídica cuando el
Derecho protege en forma eficaz un conjunto de intereses que se consideran básicos para una
existencia digna. (pp. 79-80).

Esta noción y sentido de la seguridad jurídica varía de la idea positivista, pues se postulan los

derechos fundamentales como el filtro para evaluar la legitimidad de la legalidad, es decir, que la

ley no contradiga derechos fundamentales. Entonces, la seguridad jurídica se basa en proteger

constantemente los derechos constitucionales, cuando existe un rompimiento de esa protección, se

convoca la inseguridad jurídica. En otras palabras, la protección a dignidad humana es el vector,

por decirlo de una manera, que mide la seguridad jurídica. De manera que, un juez en los procesos

a fallar, el legislativo en la producción de leyes, etc., nunca pueden lesionar derechos

fundamentales por que permitir que suceda esto pone en riesgo la dignidad, por ende, la seguridad

jurídica que el ordenamiento debe proporcionar al ciudadano.

Hasta aquí siguiendo el recorrido histórico que ofrece Gallego Marín (2012) con respeto a la

evolución del significado y sentido de la seguridad jurídica se puede expresar que esta institución

jurídica en el tiempo se extendido de manera importante. Puesto que, la seguridad jurídica

involucra contar con un marco jurídico que regule relaciones específicas entre los ciudadanos

(civil, comercial, familia) y el ciudadano y el Estado (penal, aduanero, tributario, etc., pero además

se necesita que el juez aplique normas a hechos regulados sin caer en la arbitrariedad y

contradicción en sus fallos sino que haya certeza y previsibilidad ante la resolución de casos

análogos; y unido a ello que haya una seguridad que en ninguna actuación entre particulares y el
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Estado (especificando aparato judicial) haya una vulneración a los derechos fundamentales. En

ese sentido la seguridad jurídica es transversal en el ordenamiento jurídico.

Ahora se presentará cómo conceptúa y entiende la seguridad jurídica la Corte Constitucional a

través de las consignaciones dadas en las Sentencias C- 836 del 2001 y la C-284 del 2015.

La Sentencia C- 836 del 2001 expone explícitamente:

La certeza que la comunidad jurídica tenga de que los jueces van a decidir los casos iguales de
la misma forma es una garantía que se relaciona con el principio de la seguridad jurídica. (…).
La falta de seguridad jurídica de una comunidad conduce a la anarquía y al desorden social,
porque los ciudadanos no pueden conocer el contenido de sus derechos y de sus obligaciones.
Si en virtud de su autonomía, cada juez tiene la posibilidad de interpretar y aplicar el texto de
la ley de manera distinta, ello impide que las personas desarrollen libremente sus actividades,
pues al actuar se encontrarían bajo la contingencia de estar contradiciendo una de las posibles
interpretaciones de la ley

De aceptarse la facultad omnímoda de los jueces para interpretar la ley, sin consideración de la
doctrina de la Corte Suprema, nada impediría que los sujetos procesales hicieran un uso
desmedido de los diversos recursos judiciales, sin tener elementos para inferir la plausibilidad
de sus pretensiones y de sus argumentos jurídicos.

La Corte Constitucional, ubica la seguridad jurídica, en la sentencia referenciada, en relación

a la coherencia que debe existir entre los fallos al solucionar casos análogos o similares, es

decir, está relacionado con previsibilidad que esperan los ciudadanos en la forma de solución

que se le dará, pues no sería coherente que la misma ley se interprete y aplique de distinta

forma a un mismo hecho. De modo que así se ofrece seguridad jurídica al ciudadano y se limita

la autonomía del juez a aplicar las normas de manera caprichosa o apartarse

indiscriminadamente del precedente de su superior funcional sin justificación; pero además,


47

con ello, tienen certidumbre los habitantes en las relaciones o en las actividades jurídicas

desarrolladas.

Más adelante, la misma sentencia C-836 enfatiza:

La seguridad jurídica está relacionada con la buena fe, consagrada en el artículo 83 de la


Constitución, a partir del principio de la confianza legítima. Este principio constitucional
garantiza a las personas que ni el Estado, ni los particulares, van a sorprenderlos con
actuaciones que, analizadas aisladamente tengan un fundamento jurídico, pero que al
compararlas, resulten contradictorias.

De esta manera queda claro, que a voz de la Corte Constitucional, la seguridad jurídica busca

evitar la contradicción entre fallos entre en sistema judicial colombiano, pues esto generaría

toda una inestabilidad institucional, generando una crisis en la resoluciones de conflictos

contenciosos; como en la interacción entre los ciudadanos, evocando, vale decir, a la el

desorden pues “nada impediría que los sujetos procesales hicieran un uso desmedido de los

diversos recursos judiciales”(C-836 del 2001). Y de ser así no habría la realización de:

El derecho, como instrumento de ordenación social, que pretende regular ciertos aspectos de
las relaciones humanas, estabilizándolos. (…) En nuestro Estado actual, es necesario que la
estabilidad sea una garantía jurídica con la que puedan contar los administrados y que cobije
también a la interpretación y aplicación del ordenamiento jurídico. Sólo así se
puede asegurar la vigencia de un orden justo. (C- 836 del 2001).

Ahora bien, la sentencia C- 284 del 2015 además de corroborar lo que se indicó de la sentencia

C-836 del 2001, puntualiza al respecto:

Constitución ha previsto órganos judiciales que tienen entre sus competencias la unificación de
jurisprudencia como forma de precisar con autoridad y vocación de generalidad el significado
y alcance de las diferentes áreas del ordenamiento jurídico. En cuarto lugar, los
48

pronunciamientos de esta Corporación han ido incorporando un grupo de doctrinas que, como
ocurre con las relativas a la cosa juzgada y al deber de respeto del precedente judicial, tienen
entre sus propósitos garantizar la estabilidad de las decisiones y reglas judiciales fijadas con
anterioridad.

En esta aparte, se puede inferir con claridad que la seguridad jurídica también está vinculada a

la estabilidad y fijación que tienen los fallos judiciales, es decir a la inmutabilidad de una

decisión, es decir, que se relaciona esta institución la cosa juzgada, lo cual lleva a dilucidar

que, la seguridad jurídica ofrece la certeza a un ciudadano de que un asunto llevado a la

jurisdicción contenciosa sea cual sea el tipo no podrá ser juzgado o reabierto indefinidamente

su caso ante un juez, salvo los recursos legales que lo permiten (esto se dasarrollará más que

todo en el aparte de la cosa juzgada). En otras palabras, lo que se quiere puntualizar aquí es

que la seguridad jurídica también se puede entender en que al ciudadano no solo no lo pueden

sorprender injustificadamente con la resolución de una cosa con una misma ley interpretada de

manera distinta, sino que además debe tener la seguridad que sin justificación legal o

constitucional lo fallado no puede ser reabierto modificando indiscriminadamente una decisión

judicial que ponga en riesgo su situación jurídica.

En fin la seguridad jurídica ofrece estabilidad y certidumbre a los ciudadanos por ellos debe

responder primero a decisiones que deben fundamentarse en las fuentes del derecho que el

ordenamiento preestablece. Segundo debe darse la aplicación del derecho según las reglas o

parámetros de interpretación la ley haya establecido. Tercero, los fallos judiciales actuales

deben cuidar coherencia con las decisiones anteriores. Y cuarto, el precedente judicial debe

seguirse y la separación del mismo exige cargas argumentativas especiales que lo justifiquen

(C-284 del 2015). Y así mismo, “garantizar la estabilidad de las decisiones” (C-284-2015)
49

esto se entender cómo garantizar que no se reabran procesos indefinitivamente después de

fallados.

4.2.Cosa juzgada en de Colombia

La cosa juzgada es una de las instituciones más importantes de un estado democrático. Antes

de entrar a exponer las apreciaciones de la Corte Constitucional y del académico Nisimblat

(2009) al respecto se considera pertinente señalar la definición que consigna Goldstein (2010):

La cosa juzgada es la “irrevocabilidad que adquiere los efectos de la sentencia cuando contra

ella no procede ningún recurso que permita modificarla”. Esta concepción relaciona la cosa

juzgada directamente con la sentencia que es un instrumento con el cual se pone fin al proceso

normalmente, pues se hace “irrevocable”; en este sentido, la cosa juzgada sería un instrumento

jurídico protector que no permite que se cambie los efectos de una decisión judicial en el

tiempo posterior de estar ejecutoriada.

Ahora bien a la luz del máximo Órgano Constitucional por medio de la Sentencia C-774 del

2001 la cosa juzgada:

Es una institución jurídico procesal mediante la cual se otorga a las decisiones

plasmadas en una sentencia y en algunas otras providencias, el carácter de inmutables,

vinculantes y definitivas. Los citados efectos se conciben por disposición expresa del

ordenamiento jurídico para lograr la terminación definitiva de controversias y alcanzar

un estado de seguridad jurídica. De esta definición se derivan dos consecuencias

importantes. En primer lugar, los efectos de la cosa juzgada se imponen por

mandamiento constitucional o legal derivado de la voluntad del Estado, impidiendo al

juez su libre determinación, y en segundo lugar, el objeto de la cosa juzgada consiste

en dotar de un valor definitivo e inmutable a las providencias que determine el


50

ordenamiento jurídico. Es decir, se prohíbe a los funcionarios judiciales, a las partes y

eventualmente a la comunidad, volver a entablar el mismo litigio. De esta manera se

puede sostener que la cosa juzgada tiene como función negativa, prohibir a los

funcionarios judiciales conocer, tramitar y fallar sobre lo resuelto, y como función

positiva, dotar de seguridad a las relaciones jurídicas y al ordenamiento jurídico.

Es clara la Corte respecto a su concepción de la cosa juzgada que se puede concretar en las

palabras claves como: sentencias inmutables, vinculantes y definitivas lo cual permite que no

se reabran litigios entre las partes con el mismo objeto y causa. Pero esta tiene doble función,

primero, prohibir (limitar) a funcionarios judiciales conocer, tramitar y fallar sobre ya resulto.

Esto es importante pues evita cambiar caprichosamente o arbitrariamente algo ya solucionado.

La segunda función, es más de impacto general en la sociedad político-jurídica pues convoca

la seguridad del ordenamiento jurídico en relación con las relaciones de partes en sí y del

sistema jurídico en general, acá se persigue eliminar el desorden y anarquía en el Estado.

Por otro lado es importante que la Corte Constitucional entienda que: “La cosa juzgada es un

concepto de común aplicación en las distintas áreas jurídicas, por eso, (…) es un contenido

normativo que impacta diversas disciplinas del derecho” (C-543 del 1992). En esta parte, la

Corte da entender, que la cosa juzgada comprende lo procesal civil, penal, administrativo,

aduanero, constitucional, comercial, etc. En los códigos procesales se indica esta figura

taxativamente. Además precisa la Corte: “la cosa juzgada pretende proteger al demandado, en

la medida en que impide que éste sea procesado dos veces (non bis in idem), garantía que

integra el derecho al debido proceso y que se encuentra reconocida en varios instrumentos

internacionales” (C-820 del 2011).


51

Por otra parte, la sentencia T- 119 del 2015 establece que para que exista cosa juzgada debe

existir identidad de parte, de causa y objeto; sin estos presupuestos no se puede hablar de cuya

figura. Esta parte es importante, dado que, un ciudadano no puede alegar que otro no lo puede

demandar en un nuevo proceso civil porque anteriormente hubo sentencia en esa jurisdicción,

teniendo en cuanta que el nuevo proceso tiene causa y objeto distinto aunque sean ellos las

mismas partes. En voz de la Corte:

Para que una decisión alcance el valor de cosa juzgada se requiere: i) identidad de partes, esto
es, que al proceso concurran las mismas partes de la decisión que constituye cosa juzgada, ósea
debe existir identidad jurídica de los mismos, ii) identidad de objeto, la demanda debe girar
sobre la misma pretensión sobre la cual se decidió y que dio origen a la cosa juzgada y iii)
identidad de causa, que supone que el nuevo proceso se adelanta por la misma causa que
originó el proceso anterior, los motivos que llevaron a la parte a iniciar el proceso, surgen de
los hechos de la demanda. En otras palabras, la razón de la demanda no varía”. (T- 119 del
2015).

Sin embargo, la Corte ha dejado en claro como en la misma ley existe que la cosa juzgada tiene

excepciones, pues hay tipos de sentencias que aún de ser ejecutoriadas pueden modificarse en

razón a su naturaleza del asunto jurídico:

Los artículos 333 y 649 del CPC (Actualmente el Código General del Proceso en el Art. 303 y
354), normas que disponen que “(…) No constituyen cosa juzgada las siguientes sentencias: 1.
Las que se dicten en procesos de jurisdicción voluntaria [;] 2. Las que decidan situaciones
susceptibles de modificación mediante proceso posterior, por autorización expresa de la ley
[;] 3. Las que declaren probada una excepción de carácter temporal (…) [; y] 4. Las que
contengan decisión inhibitoria sobre el mérito del litigio (T-534 del 2015).

Esta excepción es específica, pues como se indica se relacionan mucho por naturaleza del

asunto del proceso y circunstancias jurídicas que se pueden presentar, como una prueba que
52

aparezca después de fallado un asunto porque la ocultaba la parte vencedora o no apareció en

su momento por fuerza mayor, etc., como lo prescribe el Código General del Proceso en los

artículos 354,355, 356, 357 y 358 que da paso al recurso extraordinario de Revisión que igual

fija términos para su presentación y trámite.

4.2.1. Tipos de cosa juzgada

En razón a lo anterior, es importante tener claro que existen varios tipos de cosa juzgada en

Colombia. Nisimblat (2009) expone de manera expresa y clara:

La cosa juzgada material es:

La protección del principio de seguridad implica la imposibilidad de volver sobre un hecho que ha
sido controvertido en juicio, aun frente a la alteración del supuesto de hecho. Lo anterior encuentra
fundamento en la necesidad de clausurar los debates jurídicos frente a determinadas situaciones, en
la medida en que se busca evitar la perpetuidad en el conflicto y la innecesaria afectación de
derechos como la libertad, la intimidad y la dignidad. La alteración en el supuesto fáctico supone
el hallazgo de nuevas pruebas que no fueron aportadas durante el proceso, pero que, por razones de
lealtad, no son admitidas en debate posterior, salvo que se demuestre que la imposibilidad de
revelarlas fue el producto del fraude, el dolo, o el ocultamiento de la contraparte o de terceros, caso
en el cual ya no se estará frente a un “nuevo proceso”, sino frente al mismo, que debe anularse para
decidir con el verdadero sustento de hecho, previsión que emana del principio general sustancial,
según el cual “el fraude no crea derecho”, caso en el cual la legislación prevé un recurso exógeno
denominado “Revisión”, que tiene por objeto quebrar la cosa juzgada material, cuando se demuestra
que la sentencia no fue producto del debate leal y justo, sino del ocultamiento, de la colusión, del
dolo o del fraude, caso en el cual, insistimos, no se estará ante un nuevo proceso, sino ante el mismo,
que, por haber sido anulado, debe ser resuelto mediante una nueva sentencia. (2009, p. 257).

Cosa juzgada formal es:

En oposición a la cosa juzgada material, la regulación procesal admite que un debate no sufra
clausura definitiva, cuando lo que se ha discutido envuelve situaciones susceptibles de mutación o
alteración en el supuesto de hecho, y que por ello exigen ulterior debate procesal. Como ejemplo
de estas sentencias citamos las que se dictan en procesos penales condenatorios; las que resuelven
53

sobre el monto de la cuota alimentaria; las que decretan una interdicción por demencia; aquellas
que decretan la interdicción por disipación o sordomudez […] (2009, p. 257).

Este autor ilustra de manera concisa estos dos tipos de cosa juzgada que generalmente se dan en

el proceso de la jurisdicción ordinaria. Sin embargo, en el contexto del proceso Constitucional

también existe con algunas variantes también unos tipos de cosa juzgada que serán reseñado de

manera muy breve y puntual para efectos ilustrativo, pero en sí la que interesa para los fines de

esta investigación son las dos que se acaban de desarrollar pues son en ellas donde se pueden

presentar tutelas contra esas sentencias de tal jurisdicción.

Con la sentencia C-007 del 2016 se señalará directamente la definición de cosa juzgada

constitucional, sus efectos; cosa juzgada material y formal; absoluta y relativa; implícita y

explicita; y aparente.

La cosa juzgada constitucional

“es una institución jurídico procesal que tiene su fundamento en el artículo 243 de la Constitución
Política (…) mediante la cual se otorga a las decisiones plasmadas en una sentencia de
constitucionalidad, el carácter de inmutables, vinculantes y definitivas.” Según este Tribunal, se trata
de un atributo que “caracteriza un determinado conjunto de hechos o de normas que han sido objeto
de un juicio por parte de un tribunal con competencia para ello y en aplicación de las normas
procedimentales y sustantivas pertinentes.” Cuando se configura la cosa juzgada surge una
prohibición, ha dicho este Tribunal, “de que el juez constitucional vuelva a conocer y decidir sobre lo
resuelto”(Sic).

La cosa juzgada constitucional así como sus efectos:

tienen fundamento (i) en la protección de la seguridad jurídica que impone la estabilidad y certidumbre
de las reglas que rigen la actuación de autoridades y ciudadanos, (ii) en la salvaguarda de la buena fe
que exige asegurar la consistencia de las decisiones de la Corte, (iii) en la garantía de la autonomía
judicial al impedirse que luego de juzgado un asunto por parte del juez competente y siguiendo las
54

reglas vigentes pueda ser nuevamente examinado y, (iv) en la condición de la Constitución como
norma jurídica en tanto las decisiones de la Corte que ponen fin al debate tienen, por propósito,
asegurar su integridad y supremacía.

La distinción entre cosa juzgada formal y material:

Se determina en función del objeto de control y, de manera particular, a partir de la distinción entre
enunciado normativo y norma. Existirá cosa juzgada formal cuando la decisión previa de la Corte ha
recaído sobre un texto igual al sometido nuevamente a su consideración. Se tratará de cosa juzgada
material cuando el pronunciamiento previo de la Corte examinó una norma equivalente a la demandada
pero reconocida en un texto normativo diverso o, dicho de otra forma “la cosa juzgada material se
predica de la similitud en los contenidos normativos de distintas disposiciones jurídicas”, de manera
que, aunque diferentes, producen los mismos efectos.
La diferencia entre cosa juzgada absoluta y relativa

Se establece teniendo en cuenta el cargo de inconstitucionalidad y, en particular, la amplitud del


pronunciamiento previo de la Corte. Será cosa juzgada absoluta, cuando la primera decisión agotó
cualquier debate sobre la constitucionalidad de la norma acusada. Será cosa juzgada relativa si la Corte
en una decisión anterior juzgó la validez constitucional solo desde la perspectiva de algunos de los
cargos posibles. En el primer caso, por regla general, no será posible emprender un nuevo examen
constitucional. En el segundo, por el contrario, será posible examinar la norma acusada desde la
perspectiva de las nuevas acusaciones.

La condición explícita o implícita de la cosa juzgada

se predica únicamente de los casos en los que ella es relativa. Se tratará de cosa juzgada relativa
explícita cuando en la parte resolutiva de la sentencia se establece expresamente que el
pronunciamiento de la Corte se limita a los cargos analizados. Será por el contrario implícita cuando,
pese a no hacerse tal referencia en la parte resolutiva, de las consideraciones de la sentencia se puede
desprender que la Corte limitó su juicio a determinados cargos.
La cosa juzgada aparente:

Designa aquellas hipótesis en las cuales la Corte, a pesar de adoptar una decisión en la parte resolutiva
de sus providencias declarando la exequibilidad de una norma, en realidad no ejerce función
jurisdiccional alguna y, por ello, la cosa juzgada es ficticia En estos casos, la declaración no encuentra
apoyo alguno en las consideraciones de la Corte y, en esa medida, no puede hablarse de juzgamiento.
55

Se considera que no es necesario profundizar sobre la diferencias y semenjanzas que se establece

entre la cosa juzgada en las distintas jurisdicciones, dado que estás se muestran de la menera explicita.

Sólo vale precisar en que como bien está claro, los procesos netamente de inconstitucionalidad

involucran una demanda contra normas que posiblemente vulneran la Constitución del 1991, por ello,

son necesarias que sean resueltas para que haya un orden y certidumbre coherente entre el orden

constitucional y legal en Colombia; por su parte, el los procesos de las otras jurisdicciones convocan

damandas entre partes que pueden ser entre particulares o entre particular (es) y el Estado, y son las

sentencias emanadas de esta naturaleza que son sustentibles, despúes de ejecutoriadas, se presente la

tutela contra ellas por una posible vulneración de derechos fundamentales en el transcurso del

proceso.

Seguridad Jurídica y Cosa Juzgada

Finalmente, es pertinente precisar los aspectos que tiene la seguridad jurídica y la cosa juzgada. Por

lo expuesto previamente se puede decir que la seguridad jurídica es de un plano conceptual y

funcional amplio en comparación a la cosa juzgada.

La seguridad jurídica es primero, “instrumento de ordenación social, que pretende regular ciertos

aspectos de las relaciones humanas” (C-836 del 2001) es decir ofrece normas (civiles, comerciales,

penales ,etc.) para cada tipo de relación entre los ciudadanos, y así dar certeza y certidumbre, y por

ende aspirar a una buena convivencia; segundo, un “principio constitucional que garantiza a las

personas que ni el Estado, ni los particulares, van a sorprenderlos con actuaciones que, analizadas

aisladamente tengan un fundamento jurídico, pero que al compararlas, resulten contradictorias”, (C-

836 del 2001) esto invoclucra el precedente judicial; tercero, su “propósito es garantizar la estabilidad

de las decisiones y reglas judiciales fijadas con anterioridad” (C-284 del 2015); y cuarto, cobija “la
56

interpretación y aplicación del ordenamiento jurídico. Sólo así se puede asegurar la vigencia de un

orden justo” (C-836 del 2001).

En cambio la cosa juzgada se específica en ser: primero, una institución jurídico procesal; segundo,

le da a las sentencias el carácter de inmutables, vinculantes y definitivas, salvo algunas exepciones

permitidas por la ley; tercero, prohíbe a los funcionarios judiciales, a las partes y eventualmente a la

comunidad, volver a entablar el mismo litigio; y cuarto, la terminación definitiva de controversias

permite al alcanzar un estado de seguridad jurídica (C-774 del 2001).

En consonancia con la diferenciaciones señaladas se podría concluir que la cosa juzgada es un

instrumento exclusivamente procesal y que se fija en las providencias, en especial en la sentencia,

para darle al estar ejecutoriadas, un efecto permanente e inmutable; y de tal manera así se cumple una

de las funciones de la seguridad jurídica que es “garantizar la estabilidad de las decisiones” (C-284

del 2015). Entonces, en ese sentido, la cosa juzgada está dentro de la orbita de la seguridad jurídica y

no lo contrario, puesto que, la cosa juzgada es la “terminación definitiva de controversias y permite

al alcanzar un estado de seguridad jurídica” (C- 774 del 2001.). Existe categóricamente una relación

intrínseca entre el instituto de orden social (seguridad jurídica ) y el instituto jurídico procesal (cosa

juzgada) para guardar el orden justo.

Ahora bien, para que quede claro la relación entre sentencias ejecutoriadas, cosa juzgada y seguridad

jurídica hay que saber esta última abre la existencia de las otras, por ende no son similares estos tres

entes jurídicos. Una sentencia al llegar a su estado de ejecutoria se hace imperativa y obligatoria para

los sujetos procesales (la parte vencida debe cumplir con lo decido en el fallo y la parte favorecida no

puede exigir más de lo decidido y establecido en cuya sentencia), por ello surge y puede revestirse

esa sentencia de cosa juzgada material o formal, pero independiente de un u otro tipo de calificación

especial, permite que haya seguridad jurídica, es decir, que se guarde el orden justo y la confianza
57

legitima entre las partes de haber sido resulto el conflicto en las formas que su materia o naturaleza

lo hacen posible.

Para mayor claridad, la seguridad jurídica es el instrumento jurídico con diversas funciones jurídicas,

que entre ellos tiene la función de: dar garantia de estabilidad de las decisiones y reglas judiciales

fijadas con anterioridad; lo cual posibilita que exista la regla de la ejecutoriedad: que es un estado

inherente al que debe llegar la sentencia para ser cumplida (estado procesal de la sentencia); lo cual,

a su vez, convoca la cosa juzgada: como instituto jurídico procesal que hace imnutable y definida o

no a una sentencia pero, sí, siempre vínculante (calificación especial de la sentencia ejecutoriada). De

esta manera se elabora y se proyecta confianza legítima a los sujetos procesales y se guarda el orden

justo en la sociedad en materia de justicia.

5. Viabilidad de los Requisitos de Procedibilidad de Tutela contra Sentencia.

Expuesto todo lo concerniente a los requisitos de procedibilidad, las sentencias ejecutoriadas,

la cosa juzgada y la seguridad jurídica, en esta última instancia del trabajo, como bien lo

enuncia el título del capítulo se dará a conocer la posición que se tiene al respecto sobre la

viabilidad de los requisitos de procedibilidad de tutelas contra sentencias.

De tal manera se iniciará argumentando por qué es justificable que se presenten tutelas contra

sentencias; segundo, se indicará la tesis; tercero, se hará una observación reprochable al

requisito de inmediatez; y cuarto sugerir aspectos funcionales en el sistema de presentación de

tutelas contra fallos como están actualmente que ayudarían a hacer más efectiva este

mecanismo y fortalecería aún más la protección de la cosa juzgada, la seguridad jurídica y

derechos fundamentales.
58

Es claro que algunos juristas y académicos estudiosos del derecho se enfilan en la idea de

reprochar la presentación de tutelas contra sentencias básicamente porque esta pone en peligro

la seguridad jurídica y la cosa juzgada; además de intervenir en la autonomía de los jueces,

entre otras reprendas ya dadas a conocer. Sin embargo, se considera en este trabajo que la

presentación de tutelas contra sentencias es oportuna toda vez que la sentencias como acción

propia de los jueces de la república no están exceptos de vulnerar algún derecho fundamental

en cualquier instancia del proceso; o hasta persistir esa vulneración aun cuando ha transcurrido

varias instancias ordinarias y extraordinarias que el sistema judicial permite a las partes.

Para apoyar la idea anterior, se trae a colación la sentencia C-590 del 2005 donde expresa que:

Esta Sala de Revisión subraya que el artículo 86 de la Constitución dice que la tutela procede
cuando los derechos fundamentales “resulten vulnerados o amenazados por la acción o la
omisión de cualquier autoridad pública”. Los jueces son autoridades públicas y sus
providencias constituyen su principal forma de acción.

De modo que, se comparte la idea de que es comprensible que si el artículo. 86 de la

Constitución divulga que frente “la acción u omisión de las autoridad pública” puede

proceder la tutela sería descabellado no inferir que los jueces como autoridad publica pueden

verse en curso de vulnerar un derecho fundamental a través de una sentencia judicial, en

efecto, sería la tutela el mecanismo idóneo para evitar o corregir la vulneración.

Por otro lado, se estima pertinente cuando en la misma sentencia C-590 del 2005 para

justificar la tutela contra sentencia escribe:

Por otra parte, no sobra recordar que, tal y como lo ha indicado reiteradamente la Corte, la acción
de tutela no sólo se encuentra respaldada en el artículo 86 de la Carta sino también en los artículos
2 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y 25 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos incorporados a la Constitución por vía del artículo 93 de la Carta. Dichas
normas establecen la obligación de los Estados partes de implementar un recurso sencillo, efectivo
59

y breve de protección efectiva de los derechos fundamentales contra cualquier acción u omisión de
las autoridades públicas que pudiera vulnerarlos. […] Pero esos instrumentos de derecho público
internacional no sólo le imponen al Estado colombiano la obligación de consagrar un mecanismo
de protección de los derechos fundamentales, sino también la obligación de garantizar el
cumplimiento de las decisiones proferidas al resolver ese recurso […].

Es preciso entonces pensar que, la tutela es ese “recurso sencillo, efectivo y breve” con que

cuenta la justicia colombiana para proteger los derechos fundamentales que se vean

violentados por los Jueces de la república en cualquier jurisdicción y nivel de jerarquía;

además la decisión debe ser respetada y acatada de manera obligatoria, lo cual indica que

puede modificar, en relación al derecho fundamental vulnerado, sentencia atacada hasta

llevar la anulación de la misma.

Para ir cerrando este aparte de la defensa de la tutela contra sentencias, es impresindible citar

lo siguiente:

En este novedoso y potente sistema de protección de la Constitución, la tutela contra


sentencias juega un papel fundamental: el control de constitucionalidad de las sentencias
sirve para desplegar con fuerza la eficacia normativa de los derechos fundamentales en todos
los ámbitos de aplicación del derecho. En otras palabras, de lo que se trata es de asegurar el
llamado “efecto irradiación” de los derechos fundamentales en jurisdicciones
acostumbradas a seguir fielmente los mandatos del derecho legislado sin atender a las
normas constitucionales que podrían resultar relevantes para resolver la respectiva
cuestión.

[…] Este instrumento se convierte no sólo en la última garantía de los derechos


fundamentales, cuando quiera que ellos han sido vulnerados o amenazados por la acción o la
omisión de una autoridad judicial, sino que sirve como instrumento para introducir la
perspectiva de los derechos fundamentales a juicios tradicionalmente tramitados y definidos,
exclusivamente, desde la perspectiva del derecho legislado. En otras palabras, la tutela
contra sentencias es el mecanismo más preciado para actualizar el derecho y nutrirlo
60

de los valores, principios y derechos del Estado social y democrático de derecho. (C-590
del 2005).

De manera vehemente, se apoya este argumento de la Corte en defensa de la tutela contra

sentecias, puesto que es oportuno que esta Corporación dé a entender que la Constitución,

junto con los derechos fundamentales, están por encima de la legislación ordinaria en el

sentido que las leyes en ningún momento puede contravenir a la Carta del 91. Además, es a

través de la Constituión que el derecho legislado puede ser actualizado en un contexto

determinado o bajo una circunstancia determinada que este definiendo un juez que de no

considerar los derechos fundamantales, puede generar una vulneración de los mismos, y por

ende, un daño lesivo a algunos de los sujetos procesales: por ejemplo, aplicar una ley que

sea insconstitucional.

En fin, se apoya la presentación de tutelas contra sentencias porque es la oportunidad que

tiene la justicia de no ser injusta con el ciudadano que espera una resolución de su conflicto

de la menera más adecuada y acertada posible, donde no se vean comprometidos la

vulneración de derechos fundamentales que tienen una guarda especial y privilegiada en el

ordenamiento jurídico colombiano como Estado Social de Derecho.

Ahora bien, como se ha manifestado y explicado en el primer capítulo, la presentación de

tutela contra sentencia requiere de la irrenuncible necesidad de cumplir con unos requisitos

de procedibilidad para ser admitida, de modo que después de haber estudiado cada requisito

se considera que son viables y no ponen en peligro la cosa juzgada y la seguridad jurídica en

Colombia. Estructurado de mejor manera, los requsitos de procedibilidad establecidos por

la Corte Constitucional a través de la sentencia C- 590 del 2005 se consideran viables dado

que no ponen en peligro la seguridad jurídica y la cosa juzgada en Colombia.


61

Que el primer requisito postule que ‘la cuestión que se discuta resulte de evidente relevancia

constitucional’ asegura que al Juez Constitucional que llegue conocimiento de una acción de

tutela contra sentencia, debe tener plena certeza en su análisis que realiza involucra

exclusiva y extrictamente derechos fundamentales, sino de plano debe ser rechazada.

Entendido así este primer criterio de procedibilidad es un freno a la presentación infundada

de la tutela; asimimo, es el previo criterio que guarda de entrada la seguridad jurídica y la

cosa juzgada.

‘Que se haya agotado todos los recursos ordinarios y extraordinarios de defensa al alcance

del sujeto procesal afectado, salvo que se busque evitar la consumación de un perjuicio

iusfundamental’. De este criterio se puede inferir puntualmente que busca alejar las

posibilidades de que la tutela se convierta en una vía rápida o en un atajo procesal

indiscriminado para evitar sentencias desfavorables. Que se exija el haber agotado todos los

recursos ‘al alcance’ es certificar que la tutela cumpla con su deber real de ser ‘subsidiaria’

y ‘accesoria’ que al no poderse proteger aun con el ejercicio de último o único recurso al

alcance, la tutela es el mecanismo que queda para salvar y garantizar el derecho vulnerado.

No obstante, existe la exepción solo cuando se desmuestre un ‘perjuicio iusfundamental’.

‘Que cumpla con el requsito de inmediatez, lo cual se debe entender como término

proporcionado y razonable a partir del hecho que genero la vulneración’. Es importante este

criterio porque también busca proteger primorcialmente la seguridad jurídica y la cosa

juzgada en relación a la cronologia o temporalida de la presentación de la tutela contra

sentencia; y no se convierta en una medida laxa que permita tutelas injustificadas de ser

presentadas al pasar mucho tiempo en relación a la consumación del hecho que afectó el

derecho fundamental. Si bien es pertinente que la Corte estime la razonabilidad y la


62

proporcionalidad, más adelante se hará una critica especial a este requisito sentando

distancia en parte con la Corte.

‘Cuando se trate de una irregularidad procesal, esta debe tener una incidencia directa o

determinante en la sentencia que se impugna y que afecta los derechos fundamentales’. Esta

medida se relaciona con la relevancia constitucional toda vez que, esa irregulalidad debe esta

provocando un perjuicio iusfudamental para que justifique su admisión. Sin embargo, es de

anotar que es pertinente el énfasis de la Corte en ‘indicencia directa o determinante’ de esa

irregularidad en la sentencia pues de plano no se aceptan justificables las irregualidades que

no afectan derechos superiores, esto busca también evitar el desorden de presentar tutelas

por este criterio de manera infundada y caprichosa.

‘Que la parte actora identifique de manera razonable los hechos que generaron la vulneración

como los derechos vulnerados; ademas de haber alegado tal vulneración en el proceso

siempre hubiese sido posible’. Esta exigencia asegura que llegue de manera clara y concreta

los sucesos que se han presentado en sede ordinaria que han podido implicar la vulneación,

de tal manera la óptica del juez de tutela sería más expedita para el estudio de la admisión.

En cuanto, a sí se alegó en el proceso la vulneración, es apreciable pues de ser así, le da pie

al juez constitucional para determinar la gravedad de la vulneración y la calificación del la

actuación del juez de instancia que emitió la sentencia.

‘Que no se trate de sentencias de tutela’. Es importante este criterio puesto que evita la

inseguridad jurídica en cuanto a la alteración de sentencias que han definido protección a

derechos. Además, la tutela contra tutela es un mecanismo que tiene otras aristas especiales

que no está conectado propiamente a las tutelas contra sentencias.


63

En sintonia con los requisitos generanles, los específicos son pertinentes.

Presencia de ‘Defecto orgánico’ este requisito está relacionado con la competencia del juez

que emite la sentencia, en este caso es de relevancia constitucional proteger el orden justo,

pues no sería lógico que un juez no competente entre a decidir lo que no le corresponde.

Ocurrencia de ‘Defecto procedimental absoluto’. De que se compruebe que el juez se alejo

del procedimiento establecido es una plena vulneración al debido proceso, por ello es

comprensible que la Corte haya estimado este criterio, que de suceder es propio de ser

protegido.

Existencia de ‘Defecto fáctico’ la prueba tiene una protección especial en la Constitución,

por ello que un juez sin material probatorio efectivo y suficiente aplique un supuesto legal

para sustentar su decisión, de ser demostrado esto, sería una palpable vulneración

iusfundamental que debe ser protegida para brindar una seguridad jurídica y legitima

confianza al sujeto procesal afectado.

Que se revele ‘Defecto material o sustantivo’. Este requisito es importante puesto que, como

se dijo mucho antes de llegar aquí, se vulnera la Constitución tajantemente de aplicarse una

norma inexistente o existiendo es inconstitucional. Respecto a la inconstitucionalidad, como

es sabido la realidad está en constante cambio y muchas normas del sistema jurídicos

vigentes fueron elaboradas, algunas, hace muchos años atrás antes de la constitución del 91,

por ello al aplicarse en la actualidad exegéticamente una norma de antaño pondría violentar

derechos fundamentales protegidos, de manera que una sentencia que decide con una norma

inconstucional es digna de ser atacada por medio de tutela cuando ha sido agotado los medios

de defensa al alcance.
64

Que se ilustre ‘Error inducido’. Es claro que el error y engaño no podrían ser la base de una

decisión judicial sino la certeza y la verdad. De modo que de comprobar la persona afectada

que la sentencia es producto de los vicios referenciados, esta es claro que podría presentar la

tutela contra la sentencia que sufre tal condición. Esto se apoya entendiendo que “la

seguridad jurídica está relacionada con la buena fe” (C-836 del 2001), y es de mala fe que

una de las partes induzca al juez a fallar guiado por un error o engaño.

Que haya ‘Decisión sin motivación’. Este es uno de los criterios que caracteriza la sentencias

judiciales, que argumenten suficientemente la decisión tomada en su fallo. Por ello, de faltar

esta obligación se está frente a una fragante vulneración del derecho constitucional, de modo

que, no se justificaría que una sentencia dirima un conflicto sin motivar.

Inaplicación o ‘desconocimiento del precedente’. Este requisito es muy importante, puesto

que los precedentes establecen la coherencia y unidad que debe tener una decisión que

coincida con hechos y pretensiones similares; por ello, al juez desconocerlo o conociéndolo

no lo aplica sin la respectiva justificación, estaría menoscabando un derecho fundamental.

Por eso es comprensible que la Corte visibilice este requisito específico.

Y por último que haya ‘violación directa de la Constitución’. Con esto la Corte

Constitucional trata de cobijar todo principio, regla o valor que consagre la Constitución

que sea violentado por alguna sentencia. De esta manera, reitera este Órgano Superior la

relevancia de la Constitución en el ordenamiento jurídico colombiano frente a todo los actos

jurídicos realizados que nunca pueden contraponerla.

Para soportar aun mas lo anterior, se consideran viable todos los requisitos instituidos por la

Corte Constitucional porque con ellos se restringue la presentación caprichosa e infundada


65

de la acción de tutelas contra sentencias. Sin la existencia de estos sería más factible que se

presentaran indiscriminadamente la acción constitucional con sumo descontrol lo cual

pondría en caos el sistema judicial en Colombia.

Así mismo, todos estos requisitos embisten de razonabilidad la presentación de tutela contra

sentencia; y de tal forma, protege la seguridad jurídica y la cosa juzgada entendiendo que

estos dos instrumentos constitucionales ‘no son absoluto’ por tanto deben ceder ante

derechos fundamentales vulnerados para que sean salvaguardados y así haya una búsqueda

real de la justicia. En otra palabras, la seguridad jurídica como la cosa juzgada pueden ceder

solamente cuando se compruebe en el examen que debe hacer el juez constitucional sobre el

cumplimiento de los requisitos, que hay la existencia de un mérito para admitir la tutela

contra la sentencia que ya está ejecutoriada; y haya una posible alteración de la misma por

el potencial perjuicio de un derecho fundamental.

Para soportar lo dicho, resulta oportuno lo que esgrime la Corte:

A este respecto hay que decir que si bien las acciones judiciales ordinarias constituyen supuestos
de reconocimiento y respeto de los derechos fundamentales, de resultar inidóneos e ineficaces, la
persona tiene derecho a hacer uso de la acción de tutela como mecanismo subsidiario de protección
directamente configurado por el constituyente. Lo contrario implicaría admitir que la democracia
constitucional colombiana está concebida de tal manera que una persona a la que se le ha vulnerado
un derecho fundamental en una sentencia respecto de la que no existen otros mecanismos
ordinarios de protección, está condenada a sobrellevar esa vulneración y con esto se estaría
renunciando al efecto vinculante de los derechos fundamentales.

El valor de cosa juzgada de las sentencias y el principio de seguridad jurídica suponen que los fallos
son respetuosos de los derechos y ese respeto no se determina a partir de la visión que cada juez
tenga de ellos sino del alcance que les fije la Corte Constitucional, pues esta es la habilitada para
generar certeza sobre su alcance. Y ello es lógico ya que si algo genera inseguridad jurídica es la
promoción de diferentes lecturas de la Carta Política por los jueces y, en particular, sobre el alcance
66

de los derechos fundamentales. Este es precisamente el peligro que se evita mediante la excepcional
procedencia de la tutela contra sentencias pues a través de ella se promueven lecturas uniformes
sobre el alcance de tales derechos y de la Carta Política como su soporte normativo.

Es claro entender entonces, que primero, no se puede privar a los ciudadanos de un

mecanismo –como la tutela – cuando sentencia ha vulnerado un derecho fundamental y,

agotado todos los recursos ordinarios o extraordinarios ‘al alcance’ , no haya forma de hacer

valer ese derecho perjudicado, es por eso que se debe entender que en ese sentido la tutela

contra sentencia no pone en peligro la seguridad jurídica y la cosa juzgada en ningún

momento, al contrario lo que se aspira es a salvaguardar el derecho fundamental lo cual da

una certeza de ese otro tipo de seguridad jurídica relacionada con “con la buena fe,

consagrada en el artículo 83 de la Constitución, a partir del principio de la confianza

legítima” (C-836 del 2001).

Es de destacar aquí, que si bien se dijo que se estiman viables todos los requisitos de

procedibilidad, se considera que en especial el ‘requisito de inmediatez’ debe dársele un

término determinado para el tiempo de presentar la tutela contra la sentencia. Como ya se

anotó arriba, la Corte expresa que se debe presentar la tutela bajo el cuidado de la

razonabilidad y proporcionalidad, en ese sentido se cree que ese plazo razonable y

proporcional se puede tazar con un plazo cronologico fijo, pues de esta manera se aseguraría

un más la seguridad jurídica.

No es suficiente que la sentencia C-543 del 1994 que declaro inexequible el artículo 11 del

derecto 2591 del 1991 donde se exigía presentar la tutela contra sentencia en un término de

dos meses de ejecutoriada esta, dejando únicamente la disposición “de presentarla en

cualquier tiempo” como lo consagra naturalmente el artículo 86 Superior cuando exista


67

vulneración de derechos fundamentales. En controversia con esto, se considera para el caso

exclusivo de presentación de tutela contra sentencia debe establecerse un (1) mes para su

presentación a partir de la ejecutoria de la sentencia, fundado en las siguientes razones.

Primero, para salvaguardar aún más la seguridad jurídica y la cosa juzgada como

instrumentos constitucionales fundamentales que no son absolutos; y queden más en

sintonía con los demás requisitos de procedibilidad. Por ello, si bien se estima que los

requisitos protegen estos dos intrumentos (seguridad jurídica y cosa juzgada) sería

contradictorio que específicamente el requisito de inmediatez sea ilimitado para que un

ciudadano lo presente en dos o seis meses o en un o cuartro años cuando la Constitución

tiene como objetivo que la tutela sea subsidiaria para proteger de manera urgente derechos

fundamentales vulnerados, lo cual no justificaría que el cuidadano espere “cualquier tiempo”

cuando es claro que están en juego instrumentos que son base fundamental del sistema

judicial colombiano: la seguridad jurídica ([…] “asegurar la vigencia de un orden justo”C-

836 del 2001), la sentencia (“garantizar la estabilidad de las decisiones”,C-284-2015) y la

cosa juzgada (“garantizar que no se reabran procesos indefinitivamente) cada una

relacionada con guardar el orden del Estado en materia de justicia.

Sumando a lo anterior, y para fundamentar la postulación de un mes para la presentación de

tutela contra sentencia, se debe traer a colación el requistio general ‘Que se haya agotado

todos los recursos ordinarios y extraordinarios de defensa al alcance del sujeto procesal

afectado’. Esto indica que el transcurso cronológico que conlleva cada instancia del proceso

evidencia que existe una temporalidad amplia que no justificaría por qué habría que darle al

sujeto procesal afectado un tiempo inderminado (“en cualquier tiempo”) para que por medio

de la tutela accione su defensa para salvaguardar su derecho vulnerado en la sentencia.


68

Por ejemplo, el Código General del Proceso en su artículo 121 en su primer inciso estima

que un proceso en promedio no debe superar un año en primera o en única instancia, no

obstante es de saber que en la práctica real hay procesos que superan este tiempo. Entonces

si se tratará de un proceso de única instancia que demore tres meses, no sería aceptable que

se dé un tiempo indeterminado a la parte del derecho vulnerado para que ataque la sentencia

que lo perjudica, sino que un mes se considera razonable y proporcional para que haga

defensa de derecho si se supone urgente el impacto negativo. Así igual para todas las

instancia que le permita tener el ‘alcance de defensa’ lo cual es obvio concluir que entre más

margen de tiempo tiene el proceso más se justifica el término de un mes.

Ahora, este mes puede tener una excepcionalidad, en el sentido que se justifique y se

comprube que circunstancias permitieron que no se presentara en ese término; en efecto, de

ser justificable tales circunstancias se puede entrar a admitir la tutela contra la sentencia.

Y Segundo, otro aspecto que apoya estimar un mes como término razonable y proporcional

para la presentación de tutela contra sentencia es que la jurisprudencia de la Corte

Constitucional a considerado, en relación a la vulneración de derechos fundamentales por

cualquier persona natural o jurídica (aquí entiéndase independiente de los que se pueden

vulnerar en las sentencias) que el enunciado “en todo momento” que consagra el artículo

86 Superior específicamente no debe entenderse que el accionante no recurra a proteger su

derecho fundamental después de mucho tiempo, cuando ya este haya dejado de ser

significativo en su impacto.

Por ello, se ha orientado la Corte Constitucional en interpretar que el derecho a reclamar

puede ser ‘en cualquier momento’ pero esto no excluye que se someta a una evaluación para
69

ser estudiada la admisión de la acción, es decir, que pueda ser rechazada por haber permitido

dejar pasar un tiempo amplio sin justificación alguna entre la conexión del momento en que

ocurre el hecho que vulnera el derecho y el impacto significativo que este provoca.

Para acreditar la anterior dicho, se cita la sentencia SU-961 del 1999 donde es M.P Dr.

Naranjo Mesa:

Hay otro supuesto en el cual, sin que se trate de hechos superados, el tiempo, en conjunto con otros
factores, puede jugar un papel determinante. Se trata de casos en los cuales la tutela, por no haberse
ejercido dentro de un plazo razonable, vulnera derechos de terceros. Ello hace que se rompa la
congruencia entre el medio de protección y la finalidad que se busca: la protección integral y
eficaz de los derechos fundamentales de las personas.

Teniendo en cuenta este sentido de proporcionalidad entre medios y fines, la inexistencia de un


término de caducidad no puede significar que la acción de tutela no deba interponerse dentro de un
plazo razonable. La razonabilidad de este plazo está determinada por la finalidad misma de la
tutela, que debe ser ponderada en cada caso concreto. De acuerdo con los hechos, entonces, el juez
está encargado de establecer si la tutela se interpuso dentro de un tiempo prudencial y adecuado, de
tal modo que no se vulneren derechos de terceros.

Si bien el término para interponer la acción de tutela no es susceptible de establecerse de antemano


de manera afirmativa, el juez está en la obligación de verificar cuándo ésta no se ha interpuesto de
manera razonable, impidiendo que se convierta en factor de inseguridad, que de alguna forma afecte
los derechos fundamentales de terceros, o que desnaturalice la acción.

Lo manifestado por la Corte Constitucional es claro en cuanto a cómo se debe asumir lo razonable

y proporcional para presentar tutelas frente a derechos fundamentales vulnerados, y es que debe

haber una correspondencia entre medio y fin, es decir que la tutela está para proteger derechos

fundamentales y su fin es que se haga de manera urgente y pronta para así evitar menoscabar

derechos de terceros. En otras palabras, aquí se puede reiterar la idea de que no se justifica que

pase un largo tiempo entre el hecho violentador del derecho y la activación de la acción para
70

protegerlo, pues significaría en gran modo que entre más tiempo pase puede perder impacto

significativo en la víctima; además de romper la “congrurencia entre el medio de protección y la

finalidad que se busca” ; además de convertirse en “factor de inseguridad, que de alguna forma

afecte los derechos fundamentales de terceros, o que desnaturalice la acción” (SU-961 del 1999).

Bajo esta perspectiva, entendiendo que la Corte ha considerado que esperar mucho tiempo para

presentar la tutela ante una vulneración de un derecho desnaturaliza la acción, rompe congruencia

de la protección y fin que esta busca y pone en peligro derechos fundamentales de otro tercero,

esta idea toma más fuerza si se aplica a la presentación de tutela contra sentencias donde están

involucrados instrumentos de protección constitucional como lo son la seguridad jurídica y la cosa

juzgada.

De este modo, entonces, se considera que un mes de término para el caso estrictamente especial

de tutelas contra fallos es razonable y proporcional para salvaguardar la seguridad jurídica y,

además derechos de terceros: en este caso quien ha sido favorecido en la sentencia.

Ahora ¿cómo se justifica que sea un mes y no dos meses para su presentación como estaba antes

en el artículo 11 del decreto 2591 de 1991; además como lo propone mantenerlo Dejusticia?

Se fundamenta que un mes es razonable y proporcional teniendo en cuenta primero, que el sujeto

que sufre la vulneración a pasado por un proceso que le permitió hasta el alcance de su defensa un

tiempo mínimo teniendo en cuanta que El Código General del Proceso estima que un juicio

normalmente en primera o única instancia no debe superar un año, pero es evidente en la practica

que un asunto puede durar en única instancia un poco más de un año. Segundo, un mes se ajusta

en que se vea obligado la parte vulnerada a presentar la acción si en verdad hay una vulneración

que lo impacta gravemente, y se cuidaría, para el caso de tutela contra sentencia, la congruencia
71

entre el medio de protección y la finalidad que se busca. Ademas, de evitar actos mal intencionados

de la parte vulnerada por crear otra vulneración a quién ha sido favorecido en la sentencia. Tercero,

con el término propuesto se materializa más la figura de excepcionalidad que la Corte en la

sentencia C-543 del 1995 interpretada por la C-590 del 2005 le a dado a la presentación de tutela

contra sentencia. De modo que, si es exepcional su término razonable y proporcional no puede

asumirse como se le da a la tutela para proteger otros derechos como regla general. Cuarto, de esta

manera se evita que hayan presentaciones caprichosas, temerarias o mal intencionadas. Quinto,

para que el accionante no desestime la urgencia de su derecho vulnerado y, sexto, para proteger

la obtención del beneficio que le ha sido reconocido a sujeto procesal favorecido en la sentencia;

y así no sea sorprendido en cualquier momento con la modificación de un proceso que creía

culminado, de este modo se le da más certeza de seguridad jurídica.

5.1.Una Propuesta a la Funcionalidad Procesal sobre la Tutela contra Sentencia

Ahora bien, como se ha fijado en la tesis que los requisitos de procedibilidad no lesionan la

seguridad jurídica y la cosa juzgada, sino que protegen estos dos instrumentos jurídicos

constitucionales, y relacionado a ello, se ha propuesto como debe optimizarse el requisito de

inmediatez para que tenga una mayor sintonia con los demás requisitos; también se estima

pertienten hacer una propuesta sobre la funcionalidad procesal, por decirlo así, de la tutela contra

sentencias en practica del sistema judicial en aspectos puntuales.

Actualmente, la tutela contra sentencia primero, las puede conocer cualquier juez, siguiendo el

mandato constitucional de que todos los jueces son constitucionales en Colombia, sin embargo

para evitar que una sentencia por un juez superior pudiera ser modificada o anulada por un juez

inferior a través de la tutela, el decreto 1382 del 2000 estipuló que la tutela contra sentencia la
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conocería el juez jerarquico funcional; y para el caso de la Altas Cortes la sala siguiente a la

tutelada; segundo, Las Altas Cortes no remiten en varias ocasiones a la Corte Constitucional la

resolución que han dado a tutela contra el fallo por ser órganos de cierre, lo cual a evidenciado que

se den dintintos alcances al un mismo derecho fundamental y, suscita el llamado choque de trenes;

y tercero, no se exige derecho de postulación, es decir, cualquier persona sin necesidad de una

supuesta representación de abogado pude presentar la tutela.

En el primer caso se propone la Corte Constitucional debería ser el único órgano que conoca de

la tutela contra sentencia, no eliminando que todos los jueces de la república puedan conocer de

acción de tutela como generalmente ha sido en el evento de vulneración de derechos. En otras

palabras, por estar en especial involucrados instrumentos constitucionales como la expedición de

sentencia, la segurídad jurídica, la cosa juzgada y la legítima confianza del ciudadano frente la

Administración de Justicia y derechos fundamentales de terceros, se puede optimizar la seguridad

de todas estas instituciones con el conocimiento directo de la Corte Constitucional decidiendo en

Sala Plena la tutela contra la sentencia, ello porque es la Corte Constitucional la que tiene el

conocimiento especializado en derechos fundamentales constitucionales, además que el artículo

241 Superior le da la guarda de la integridad y supremacía de la Constitución; así se evita la lectura

variada del alcance de un mismo derecho.

En sentido de lo anterior es pertinente extrapolar lo dicho la Corte en la sentencia C-590 del 2005

para justificar lo propuesto:

No desconoce esta Sala de Revisión que una sentencia, como cualquier texto, es objeto de
interpretación. Empero, quien interpreta con autoridad las sentencias de la Corte
Constitucional es la propia Corte Constitucional, así como esta Corporación ha reconocido
que quién interpreta con autoridad las sentencias de la Corte Suprema de Justicia es la propia
Corte Suprema de Justicia, en razón a que su doctrina relativa al alcance de las leyes en el ámbito
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de su competencia como “máximo tribunal de la jurisdicción ordinaria” (artículo 234 C.P.),


constituye un derecho viviente […].

Por los argumentos expuestos parece, más que razonable, indispensable que la acción de tutela
pueda interponerse contra sentencias judiciales de última instancia y que las tutelas contra
sentencias puedan llegar a la Corte Constitucional para que sea esta Corporación, en su
calidad de intérprete supremo de la Carta, quien defina finalmente el alcance de los derechos
fundamentales en las distintas áreas del derecho legislado.

Los énfasis demarcados son importante, porque si bien la Corte en la pimera parte se refiere que

es ella la autoridad máxima para interpretar sus propias sentencias sustentada en que es su

especialidad, se puede decir que es ella la que está legitimada para hacer interpretación de todo lo

que convoque asuntos constitucionales y no otra Alta Corte que esta especializada en asuntos

netamente legales. Así mismo, el segúndo aparte remarca la misma que es el Órgano jurídico

supremo para interpretar de la Carta Política y los alcances de los derechos fundamentales.

La defensa a lo dicho se refuerza utilizando lo expresado por Valencia Canosa en su exposición

La jurisdicción Constitucional en octubre del 2012 en el Instituto Colombiano de Derecho Procesal

en Bogotá donde dice que la Corte Constitucional debe conocer ‘todo’ sobre lo constitucional (

min 31:45 hasta min 38:00).

Respecto al segundo caso la Altas Cortes no siempre remiten a la Corte Constitucional el fallo

dado a la tutela contra sentencia. Dejusticia propone que se debe obligar a la remisión de las

resoluciones a las Altas Cortes, en la ley estatutaria, de no hacerlo se incurriría en mala conducta.

Se cree que la mejor solución es, como se dijo en el primer caso, que la tutela se conozca

diractamente por la Corte Constitucional, pues aún aprobandose obligatoria remisión, no se evita

el riesgo que la Corte considere que el alcance del derecho ha sido inadecudado o no oportuno, lo
74

que llevaría a una incertidumbre jurídica; además eso casi que sería una doble instancia

constitucional imperfecta.

Entonces, funcionalmente conociendo la Corte Constitucional todas las tutelas contra sentencia

desde cualquier instancia en que se ataque esta (juez municipal, circuito, tribunal o Altas cortes)

fortalece el objetivo de los requisitos de procedibilidad que es proteger la seguridad jurídica y la

cosa juzgada; además de conceder la tutela contra sentencia como instrumento excepcional.

Para el último caso, por regla general cuando se vulnera un derecho fundamental cualquier persona

sin calidad de ser abogado puede presentar la acción de tutela para pedir protección a su derecho,

sin embargo, se considera que para el caso exepcional de la tutela contra sentencia si se debe exigir

el derecho de postulación. En esta medida se coincide con Dejusticia, quienes también lo

consideran pertinente puesto que esto permite que se elimine la presentación de este tipo de acción

de manera temeraria e injustificada, y por ende, habría un control disciplinario frente el abogado

mal intencionado.

Se agrega, además de lo dicho por Dejusticia, que por la especial transcendencia que tiene

presentar acción de tutela contra sentencia, lo cual involucra demostrar que cumple con los

requisitos de procedibilidad específicos y generales, amerita la representación evidente de un

abogado. Lo que se buscaría estrictamente con ese criterio es que el abogado no se oculte bajo la

situación de que el sujeto procesal vulnerado supone que presenta la tutela a su nombre, sino que

se oblige a que con el derecho de postulación se haga un control disciplinario al abogado que

infundadamente haya querido presentar la tutela contra sentencia como una estrategia mal

intencionada o temeraria, así se protege aún más la seguridad jurídica.


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6. Conclusiones

Finalmente, elucidado lo concerniente a la defensa sobre la viabilidad de los requsitos de

procedibilidad en correspondencia la seguridad jurídica y la cosa juzgada, en esta parte se

enunciaran conclusiones concretas para que quede claro las posiones asumidas en sintonia con

el tema objeto de estudio.

En oposición a los académicos que piensan que la tutela contra sentencia pone en peligro la

seguridad jurídica y la cosa juzgada, se cree que los requisitos de procedibilidad establecidos por

la Corte Constitucional desarrollados en la sentencia C-590 del 2005 buscan proteger esos dos

instrumentos constitucionales, pues con la existencia de los requisitos se permite que cedan

aquellos exclusivamente cuando haya una vulneración comprobable de la violación de un derecho

fundamental; y no por aspectos meramente legales de la jurisdicción que falla.

Por otra lado, hay que tener muy claro que la tutela contra sentencia se convierte en una medida

excepcional, por ello se postula que debe pasar un examen por parte del juez constitucional para

ser admitida y estudida, y ese evaluación son los requisitos de procedibilidad, los cuales no aplican

para la presentación de la tutela en general.

Cada requisito de procedibilidad tanto general como específico apunta a evitar que se presente

tutela contra sentencia de manera caprichosa e infundada, por ello se puede afirmar que son

razonables.

En lo referente al requisito de inmediatez, se considera que se puede optimizar estableciendo un

término definitivo de un mes contado apartir de la notificación de la sentencia. Este sería un

término excepcional para una medida excepcional. Sumando que, la parte vulnerada ya ha contado

con un tiempo considerable que da el proceso mismo ordinario hasta el alcance de su defensa por
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la interposición de medios ordinario o extraordinarios para hacer valer su derecho; por ello, no se

justificaría dar un más tiempo sabiendo que del otro lado también existen derechos constitucionales

que salvaguardar como son derechos fundamentales de la otra parte o de terceros, la seguridad

jurídica y la cosa juzgada. Así, se ubica en más sintonia este requisito con los demás.

Que la Corte Constitucional sea el único órgano que conozca de cualquier acción de tutela contra

sentencia evita la diversidad de lecturas que se pueden dar sobre un mismo derecho fundamental

sobre su alcance. Además esto se soporta ya que el artículo 241 de la Constitución de 1991 la

legitima como la única Alta Corte que se le confió guardar la ‘integridad’ y ‘supremacía’ de la

Constitución, por ende de los derechos fundamentales.

Lo anterior se propone sólo para la presentación de tutela contra sentencia por ser, como se ha

dicho, una medida excepcional que involucra instrumentos constitucionales procesales que

comprometen el orden justo y la estabilidad de la justicia en Colombia.

El derecho de postulación se constituye una herramienta excepcional que es útil para hacer control

disciplinario frente a la presentación de esta medida subsidiaria de manera temeraria e infundada

contra sentencia. Este criterio está acorde con los requisitos pues es sabido que se necesita

conocimiento especial para accionar este mecanismo contra una sentencia.

Por último, los requisitos de procedibilidad demuestran como los derechos fundamantales están

por encima de lo netamente legal, procesal y de otros instrumentos constitucionales, pero aún así

no se puede prescindir de adapar procedimientos especiales para hacer posible que los derechos

iusfundamentales prevalencan pero sin que esto signifique sacrificar irresponsablemente la

seguridad jurídica, la cosa juzgada, la justicia real, el orden justo, la protección de los derechos de

otros y no formetar el desorden institucional que pondría en peligro el Estado Social de Derecho.
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En ese sentido, la Corte Constitucional con los requisitos de procedibilidad responden a una

doble vía constitucional, por un lado, busca que prevalezca la oportunidad de hacer realizables la

protección los derechos fundamentales ante toda clase de contingencia existente en las distintas

etapas del proceso que sin ser depuradas resulten en una sententicia. (art.4. la Constitución es

norma de normas) Y por otra parte, elabora un procedimiento especial y excepcional que no

vulnere la garantia del debido proceso (Art. 29, Constitución) y la estabilidad del ordenamiento

jurídico (Art.2, Constitución), haciendo posible la oportunidad de prevalecer los derechos

fundamentales con un procedimiento preestablecido y organizado cuando estos han sido

violentados en una decisión judicial.

Lista de Referencias
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Doctrina

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Corte Constitucional. Sentencia C- 836 del 2001. M.P. Rodrigo Escobar Gil.

Corte Constitucional. Sentencia C-641 del 2002. M.P. Rodrigo Escobar Gil.

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Corte Constitucional. Sentencia C-820 del 2011. M.P. Luis Ernesto Vargas Silva.

Corte Constitucional. Sentencia T-119 del 2015. M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.

Corte Constitucional. Sentencia T-534 del 2015. M.P. Alberto Rojas Rios.

Corte Constitucional. Sentencia C-284 del 2015. M.P. Mauricio González Cuervo.

Corte Constitucional. Sentencia C-007 del 2016. M.P. Alejandro Linares Cantillo.

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