Está en la página 1de 2

Que nadie venga llorando después

Parece que nadie en su entorno se atreve a decirle al líder popular


que, cuanto más insista en que los apoyos de Vox son votantes
populares defraudados, más desertores populares defraudados
envía a los brazos de Abascal. Todos creen estar utilizando a Vox en
su propio beneficio. Ninguno se plantea que, a lo mejor, es Vox
quien los está utilizando. Antón Losada 14/04/2019 - 21:18h

Malas noticias, amiguitos demócratas. Después de haber


contemplado impotentes cómo la derecha extrema marcaba
la agenda política sin ni siquiera tener que hacer algo o decir
nada para conseguirlo, ya podemos confirmar que Vox está
manejando también la campaña electoral, sin más esfuerzo
que tener a Santiago Abascal practicando performances en
marcos patrióticamente incomparables como Covadonga o
Pachá; tampoco tiene que hacer algo o decir nada, le basta
con aparecer.
La campaña no ha movido un milímetro la evidencia de que
Pablo Casado dedica mucho más tiempo a hablar a los
votantes potenciales de Vox que a sus propios votantes del
Partido Popular. Lo único que ha cambiado es que las
llamadas a la fidelidad se van volviendo cada día más
dramáticas y angustiosas. Parece que nadie en su entorno se
atreve a decirle al líder popular que, cuanto más insista en
que los apoyos de Vox son votantes populares defraudados,
más desertores populares defraudados envía a los brazos de
Abascal.
No parece que las admoniciones de José María Aznar
mirando a los ojos estén causando el efecto disuasorio
deseado. Si creía que, igual que se los quitó a Mariano Rajoy,
podía devolverse los votos a Pablo Casado, a lo mejor le pudo
el optimismo respecto a las capacidades de su
macroliderazgo. Un error de cálculo que puede parecerse
más de lo que cree al que podría estar cometiendo Albert
Rivera, al hermanarse constitucionalmente con una derecha
extrema que solo menciona la Constitución para avisar lo que
no piensa cumplir.
Ha sido también Vox quien ha decidido la estrategia de
Pedro Sánchez y los socialistas respecto a la presencia o
ausencia en los debates electorales. No han sido los
principios o el compromiso democrático. El candidato
socialista acude donde está Vox porque cree que le conviene.
Pero a lo mejor no se ha parado a pensar que no irá donde no
esté Vox porque eso beneficie a Vox, no a los intereses
socialistas. Que Carmen Calvo trate de explicarnos que
Sánchez solo va donde está Vox porque no quiere rehuir el
debate con la derecha extrema, supone un insulto a la
inteligencia que solo se explica desde esa prepotencia tan
socialista que suele anticipar sus errores más colosales.
Cuanto más señale Sánchez a Vox más le recordará a los
votantes indignados con el 'sanchismo' dónde está el voto
que más daño hace.
Todos creen estar utilizando a Vox en su propio beneficio.
Ninguno se plantea que, a lo mejor, es Vox quien los está
utilizando. Pero seguro que me equivoco. Y el hecho de que,
entre esos famosos seis millones de indecisos, la mayoría,
seis de cada diez, se sitúen en el centro derecha y la derecha,
seguro que tampoco tiene mayor importancia.
Solo pido una cosa. Si la noche electoral nos enfrentamos a la
amarga verdad de que derecha se apunta un resultado
histórico, que ninguno venga llorando lágrimas de cocodrilo;
no estaremos de humor para tanto cinismo.

También podría gustarte