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Feawtnpe2 Mowewd YLarncrevos dE SOCIOL GU 'STICA % Sociococt A De LENGUNE EdictuvEes alec, m0 LA VARIACION SOCIOLINGUISTICA. LAS VARIABLES SOCIALES cién sociolingiiistica Ue José Carlos, Don Servando e Hipo! y pronunciacién andaluces: Es con el fino y gracioso acento se bien con diccién mas fuerte y recortada; Anit ¥y Guadaira, con el suave ceceo de los pueblos Iva que hacia Cadiz, y Paqui (Hivos. Avanez Quintero, La risa, 1934) icas, especificamente las sociales, son ca- permite el sistema de la lengua, y queda las variables sociales que son capaces de determinar la varie en. que esas variables se cor ‘cuando ésta no supone ningimn tipo de alteracién o cambio de naturaleza semdntica y cuan- do se ve condicionada por factores lingiiisticos y sociales, Pero, antes, vamos a formular ‘un principio general relativo al uso lingtifstico: Principio del uso lingitistico El uso lingistico (natural) s6lo puede tener lugar en cont concretos. 03 sociales y situacionales Naturalmente, esto supone que el uso lingiiistico, cuando es obsi observado en situaciones y contextos reales. La investigacisn soci do conocer que las variables sociales que influyen sobre la varia ica lo hacen de un modo especifico en cada comunidad y respecto a fenbmenos 0s concretos. Aunque ya se ha explicado que hay ciertos niveles de lengua en los que cabe esperar con ado, siempre es ica ha permiti- id la incidencia de factores extralinguisticos (fonética-fonologia, morfolo- Iue es innegable que existen hechos lingilisticos y sociales recurrentes, en reali: 's posible conocer de antemano qué tipo de variables sociales van a actuar sobre» \s elementos lingitisticos en una comunidad dada, Y esto por dos motivos: en primer lu- los factores sociales actitan sobre la lengua de unt -,es decir, en ides de habla diferentes la variacién de un mismo fenémeno jué manifestarse de la misma maner porque los factores in configurados de forma idén nidades, aunque en ‘ellos se hablen modalidades cercanas de una m En efecto, los factores manera en todas de determinacién so- en otro, el nivel ‘que, en otto, el mplejidad social en ty @ un uso social de la as deben ir precedidas j08 que permitan com- ra social y cufles son sobre la variacién | tural y la etn La variable sexo/género» lengua sobre el pa la lengua hasta los mes alas Damas. nobles la pureza i la propriedad de su lengua lati dos, en las cosas principales daban el euidado de su crianzaa ‘guna matrona parienta principal: porgue en las mugeres, dic persevera siemprei se conserva mas propria imas limplo el len- guage (Amprosio DE MORALES, Discurso sobre ‘ Ja lengua casteliana, 1585) Una de Is primeras obras que la lingtfstica europea produjo en relacién con la varie- ble wsexor file publicada en 1952, Se trata del volumen que la revista Orbis preparé para ofrecer un ¢stado de Ia cuestién de alcance mundial sobre la lengua de las mujeres (Le lan- \gage des femmes: Enquéte linguistique 4 l’échelle mondiale). En lo que se refiere a la Ro- ‘mania; alli anarecieron estudios de Puseariu, Capidan, Pop, Récatas, Merlo, Piecitto, Grie- 1a, Badia y Salvador. En lineas generales, los temas discutidos en aquella época fueron dos: la conveniencia de utilizar mujeres como informantes en dialectologia y el caracter arcaizante o innovador de su forma de habler, Enrelacién con el primero, la idea mas generalizada era que la mujer resultabe de ma- yor utilidad en las encuestas que los hombres (Merlo, 1952: 12-13), aunque también se hi- cieron juicios contrarios a éste. Acerca del arcafsmo o Ia innovacién en el habla de las mu- jeres, hubo opiniones diversas. El cardcter conservador es destacado en la mayor parte de los trabajos reunidos en Orbis; tan s6lo Piccitto (1952: 14) sefial6 que no observaba dife- rencias claras, mientras que Pop (1950: 725), si en ese momento evité dar una opiniéa, en otro lugar habia sefialado que tal vez el habla de las mujeres era més conservadors. De cualquier modo, las afirmaciones hechas en casi todos esos trabajos partian de datos bas- tante impresionistas e jrregulares, por lo que el conservadurismo linguistico de la mujer quedaba por demostrar (Alvar, 1973: 74).* De hecho, Gauchat habia comprobado en Char- mey, muchos afios antes (1905), que las mujeres hacian un mayor uso que los hombres de formas lingitisticas innovadores. ‘Algim tiempo mas tarde, Manuel Alvar (1956), partiendo de un estudio sobre el habla de Puebla de Don Fadrique, en Andalucia, llega a la conclusién de que el arcaisme o Ia in- novacién del habla de las mujeres no depende tanto del sexo cuanto del tipo de vida que se leva en cade lugar. En la Puebla, los hombres oftecian un «estado medion de lengue, mis cercano al castellano nortefio y normativo, porque su movilidad les permitia relacionarse con gentes del exterior; las mujeres, en cambio, acusaban un mayor conservadurismo por tener menos contacto con hablantes de otras variedades. Sin embargo, en el territorio co- nocido como la «Andalucia de la e» (en la confluencia de las provincias de Sevilla, Malaga y Cérdoba), las mujeres hacian uso de rasgos ms innovadores que los hombres. De ahi que Alvar acabe afirmando (1973: 74) Decir que el habla femenina es conservadora, neologista dad, no decir demasiado, por cuanto en su contexto social puede ser cada una de esas cosas © todas ellas, y fuera del émbito al que pertenece no es nada. El sexo puede mostrarse, por tanto, mis como un factor de segundo orden, como algo que suele subordinarse a dimensiones sociales diferentes y con mayor poder de determina- cién.* Boris Cazacu (1956), por ejemplo, observé en el rumano de Meria que las diferen- cias de edad son més importantes que las que determina el sexo. Por otro lado, Richard Ca- ‘meron ha demostrado que las diferencias lingiisticas entre hombres y mujeres 20 son constantes ni equidistantes a lo Targo de toda la vida (Cameron, 2005) La experiencia dela dialectologis y de la geografia lingiistica en el estudio de la varia- cign lingiistica es muy rica y sugerente, pero, sin duda, la mayor parte de lo que hoy sabe- mos acerca de la conducta lingiistica de hombres y mujeres se lo debemos a la sociolingitis- ica. Esta disciplina ha dado un gran protagonismo al factor «sexo» (0 «género») y lo ha convertido en.objeto de atencién permanente, aunque en su seno se hayan hecho muchas afirmaciones infundadas, como las que enfrentan el habla de los hombres y de las mujeres calificando Ia de éstas como conservadora, insegura, sensible, solidaria y expresiva, y la de aquéllos como independiente, competitiva y jerérquica. Afortunadamente, las investigacio- 5. Bl estudio mis elaborado fu Servar un mayor conservadurismo en el bs 50-56), 6. Asim lade Weinberg (1973 et conclusiones llegé A. Badia (1982: 17) s principales bases de la veriacién, lo al sexo relegado a un segundo plano (Fasold, 1990: 223; Martin Zorraquino, 1993: 26) impide que haya estudios en los que se aprecia con claridad que el scxo id de influencia sobre Ia lengua que otros factores,incluida la cl rabajo de Horvath (1984: 65) sobre el inglés de Sydney (Austral del posible peso de unos factores u otros, Richard Cameron (2005: 49) ne que el Sexo, como categoria social, no es claramente aislable de otras categ les; de hecho, la relevaneia y la trascendencia de las diferencias de géncro no solo vienen condicionadas por otras categorlas sociales, sino también por los recursos lingi ‘que los hablantes disponen en sus comunidades. Res ma en queel sexo de numerosos elementos lingtiisticos, como habré ocasién de comprober. Entre los estudios sociolingiisticos preocupados por las diferencias de las hablas de hombres y mujeres destacan singularmente los de corte etnogréfico. Estos estudios, rea zados en su mayor parte mediante la observacién directa de las intetaceiones comunica vas que se producen en grupos o comunidades, hen per ymuy interesantes de la conducta comunicativa de hombres y mujeres en lugares muy dis- -Troike, en su obra The Ethnography of Communication (1982), educe una serie de ejemplos, de los que entresacamos éstos: las mujeres hablantes de algunos dialec- tos esquimales usan nasales sonoras en posi |, ng] mientras los hombre casi exclusivamente por las mujeres, asi como el uso de ciertas interje ol final de Ia frase. A estos ejemplos se podrian afiadir algunos de la lengua espafiole: el iamente femenino en Espaiia de ciertas formas léxicas (lila, monin, monada, de ciertos prefijos (super-enamorado, super-simpatica), de ciertas for ado gene- , ta’, pelu “peluqueria’, ilu ica: se han realizado investigacio- F808 elementos del discurso, sobre el modo de narrat 050- forma de interactuar en la conversacién, entre otras.® En su libro Zanguage and gen- der, Mary M, Talbot (1998) presenta muchos ¢ interesantes datos. Explica, por ejemplo, + apropésito de In disponi- “on mis detalleenel capitulo 3: variseién socioléxiea, Aunque (Avila, 2006) ali donde aparecen muestran que la produccin lexi todo en las reas tematicas d “sy oficios (Gémez Molina. y Gomez Devis, 2004) iografia de L. Cortés Rodriguez (1996) bauer... ..0 sg = piamaamtpaass anes ame a nbnmens ye appara ane padres, como, en la cortesia de la interaccién, son las mujeres entre si las que mas cumpli- dos se dedican (sobre todo relativos al aspecto fisico), seguidas por los hombres que hacen ‘cumplidos a las mujeres, 0 cémo los temas de conversacién propuestos por mujeres cono- cen menos el éxito de su desarrollo que los temas propuestos por hombres, Ana M*Ceste- 10 (1995; 2000), en su anlisis de la alternancia de turnos de habla en el espatiol de Al de Henares (Madrid), ha podido averiguar que el funcionamiento del nancia de turos, si bien no es estrictamente dependiente de las caract Jos interlocutores puede verse parcialmente influido por factores sociales como el sexo 0 la edad . Entre las conclusiones del estudio destaca que en las conversaciones entre muje- res se produce un mayor niimero de alternencias de turnos que en ombres. Cestero sugiere que las diferencias en la pro posicién de habla estén vi tes y que la diferencia entre el tendencia de las mujeres a cump portamento de hombres y mt las normas de interaccién. Estudios urbanos is de centros urbanos han descubierto y descrito relevancia relativos al sexo como variable soci dudas, el més importante de todos el normas prestigiosas que los homb is positiva que los hombres hacia los usos que se ajustan ala norma, 2 la vez que Jos hom- bres suelen cefir sus usos alos llamados «vernéculos» y @ las variedades locales con mis in- tensidad que las mujeres. Este hecho ha sido observado en un importante niimero de estus sociolingtisticos y de actitudes, incluidos los de William Labov (1972), y ha dado lugar a lo mujeres muestran una actitud propuesto un principio general que introduce un matiz esen meno (1992: 52). El principio quedé formulado en 1992 del siguiente modo:* En una estratificacién sociolingitistca estable, las hombres usan formas que no sen es- téndares con mayor frecuencia que las mujeres, siempre que la variacién se produzea en un nivel de consciencia dentro de a comunidad de habla. Por tanto, cuando hablamos de fendmenos lingifstics de los que los miembros del | comunidad no son plenamente conscientes (por ejemplo, el yeésmo en muchas comunida- des), no tiene por qué seguirse ese como normative—no implica siempre un seguimiento del «modelo normativon. El presti- gio puede estar en las peculiaridades propias de ur Jo que llevaria al conser. vadurismo—, pero también en rasgos ajenos a ella, y estarfamos entonces ante una actitud innovadora, En cualquiera de los dos casos, la figura de la mujer aparece destacada, no solo Bbis, Laboy (20012; 294) también expl cual las mujeres se ajustan mis blecen yaceptan dena manera abierta, pera se existe, Véase la formulacién d dicado al cambia lings

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