A cada cual su cerebro: “Plasticidad neuronal e inconsciente”
Capítulo 1: “El oso polar y la ballena”
En este capítulo se comienza hablando sobre un debate entre la realidad neurobiológica y
las producciones de la vida psíquica. Así como también se presenta la teoría del oso polar y la ballena como aquella que vendría a relacionar en cierta medida a la neurociencia y el psicoanálisis. Va a focalizar en el fenómeno de la plasticidad neuronal como aquel que muestra que la experiencia deja una huella en la red neuronal, al tiempo que modifica la eficacia de la transferencia de información al nivel de los elementos más finos del sistema. Esto quiere decir que más allá de lo innato y de cualquier punto de partida, lo que es adquirido por medio de la experiencia modifica permanentemente las conexiones entre las neuronas; y los cambios son tanto de orden estructural como funcional. Por ende el cerebro vendría a ser considerado como un órgano extremadamente dinámico en relación permanente con el medio ambiente, por un lado, y con los hechos psíquicos y los actos del sujeto por el otro. La plasticidad demuestra que la red neuronal permanece abierta al cambio y a la contingencia, modulable por el acontecimiento y las potencialidades de la experiencia que siempre pueden modificar el estado anterior. Así como también que a través de una suma de experiencias vividas, cada individuo se revela único e imprevisible, más allá de su bagaje genético. Esta concepción del sujeto como excepción a lo universal se volvió central en las neurociencias, como ya lo era en el psicoanálisis. A su vez, el concepto de plasticidad discute con la antigua oposición entre una etiología orgánica y una etiología psíquica de los trastornos mentales. Y altera la ecuación al punto de concebir una causalidad psíquica capaz de modelar lo orgánico. De igual manera se va a parar ante el problema de la epigénesis ya que postula que el nivel de expresión de un gen puede estar determinado por las particularidades de la experiencia. Además, plasticidad y epigénesis están vinculadas en un mismo proyecto. El concepto de plasticidad lleva a imaginar una interacción compleja entre una determinación genética y una determinación ambiental o psíquica: el genotipo de un lado y la experiencia o acontecimiento del otro, constituyen dos dimensiones heterogéneas de la plasticidad. El concepto de plasticidad debería así reemplazar el de interacción. En efecto la plasticidad integra genoma y ambiente en un mismo nivel lógico. Por ende, según este enfoque, la aparición de una enfermedad dependerá entonces de la interacción de un genotipo y medio ambiente. De todos modos, el autor aclara que entre neurociencias y psicoanálisis no existe ni reconciliación ni síntesis posible. Pero que el fenómeno de la plasticidad elimina de entrada, tanto la idea de una heterogeneidad absoluta como de una superposición indistinta. Por ende el fenómeno de plasticidad podría ser explicado por el modelo de la intersección que afirma que neurociencias y psicoanálisis se ponen en relación por medio de la misma, respetando al mismo tiempo la existencia de elementos diferentes. Esto es así porque en dicho fenómeno, lo psíquico marca lo orgánico y afecta la materia, deja huellas concretas materiales acorde con la experiencia. Es decir que la zona de intersección entre psicoanálisis y neurociencias plantea la cuestión de una huella dejada por la experiencia a través de los mecanismos de plasticidad. Capítulo 2: Percepción y memoria. En este segundo capítulo el autor se propone analizar un segundo componente del funcionamiento del cerebro: La percepción que puede dejar una huella en el sistema nervioso y volverse memoria. Dicho de otro modo, la percepción inscribe un signo en los circuitos nerviosos, al que se podría identificar con el concepto freudiano de signo de la percepción. Continúa explicando que existen algunos mecanismos moleculares y celulares que operan en la inscripción de esta huella, esto es, en la conformación de un recuerdo. Para ello se hace necesario evocar a la noción de plasticidad. Ya que es esta la que le confiere a nuestro cerebro la propiedad de registrar de forma duradera en los circuitos neuronales las informaciones provenientes de nuestro entorno, y la de permitir que las experiencias vividas por cada individuo dejen una huella en los circuitos neuronales. El término de huella se trata de huellas moleculares y celulares dejadas en el nivel de los mecanismos más finos de funcionamiento de las neuronas. Luego de eso, se focalizan en hablar de las neuronas y las sinapsis como la forma de comunicación que tienen estas mismas. Por ende mencionan que si la sinapsis es el sitio de la transferencia de información entre las neuronas, dicha trasferencia nunca es de naturaleza binaria ni de intensidad constante; por el contrario es altamente modulable. La investigación experimental reveló una regulación en tres etapas: 1. se sitúa en la zona presináptica 2. y 3. en la zona postsináptica Estas involucran liberación de neurotransmisores desde la terminación axonal (este mecanismo depende de la concentración de calcio: a mayor concentración, mayor liberación de moléculas); pero también conciernen la actividad e incluso la densidad de los receptores postsinápticos ionotrópicos, modulados por los segundos mensajeros . Estos mecanismos de regulación permiten establecer las condiciones de la plasticidad por modificaciones durables de la eficacia sináptica, asociadas con los procesos de aprendizaje y memoria, y por lo tanto con la constitución de una huella en la red neuronal. Por lo que se puede interpretar se han observado mecanismos moleculares, que al modular la intensidad de la transferencia de información entre las sinapsis de las neuronas, contribuyen al establecimiento de una huella. Y que las percepciones no tienen como único fin alimentar la memoria o lograr un aprendizaje, sino que también desencadenan respuestas motrices que la mayoría de las veces resultan adecuadas. Esto último da cuenta que el cerebro posee finos mecanismos para almacenar las percepciones y recordarlas cuando sea necesario, a veces de una forma que podría considerarse espontánea, como en el caso del aprendizaje motor. En este último es posible afirmar que se trata de una memoria no consciente que algunos denominan memoria procedimental. Esto último es denominado “no consiente” porque creen que es injustificado considerar equivalentes al inconsciente y la memoria procedimental, ya que las experiencias registradas de modo procedimental pueden ser recordadas fácilmente por la conciencia. Para terminar aclaran el hecho de que una percepción actual pueda hacer surgir una representación totalmente diferente proveniente del mundo interno. Donde el mismo objeto percibido evocó en un primer momento (por los mecanismos de la memoria declarativa conciente) recuerdos en correspondencia con la realidad de la situación. Y, a su vez (por un desplazamiento asociativo) activo una situación desagradable. Esto tiene que ver con la noción de una posible modulación de una huella, en el sentido de la modificación por vía de su propia excitación. Donde vendria a ser central el trabajo analitico centrado en el analisis de los efectos de las asociaciones entre las diferentes huellas ya que puede ayudar a modificar la expresión de las mismas.
Hermosilla, Ana Ma.; Cataldo, Rocío; Bogetti, Celeste (2018) La actualización del Código de Ética de la Federación de Psicólogos de la República Argentina_ fundamentos y modificaciones. En Estudios sobre Deontolo