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Historiografía cristiana, el nuevo horizonte.

Durante el periodo medieval la noción de universalidad cristiana rompe el molde


antiguo del ecúmene romano, que desde la perspectiva de los hombres de la Edad
Media, pudo haber parecido más bien un espacio limitado, ya que desde entonces
se diseña la idea de un ecúmene cristiano de vocación universal. Si bien el
surgimiento de la ciudad es uno de los fenómenos más importantes de la época, la
urbe medieval no será capaz de devolver a Occidente la noción antigua de un
mundo centrado en la polis. En cambio, el horizonte espacio-temporal se abre de
la mano de una concepción histórica que se proyecta desde la creación hacia la
expectativa de una escatología final y la salvación eterna considerando a la
humanidad entera. Se trata ahora de una historia total1. La edad media es la época
de la nueva historia, un momento donde la razón ya no prima y el olor que emana
la época es uno de pura religiosidad, natural o impuesta. ¿Podemos, pues,
considerar historia los escritos de la edad media? O simplemente es una forma de
hacer apología, una manera de defender las creencias que florecieron en esa
época.

Si nos centramos en los escritos de san Agustín, poniéndolo a la vez como referente
de la historia en la antigüedad tardía, rápidamente nos damos cuenta de una visión
netamente teológica de dicho “historiador” podríamos ¿considerar, pues, la apología
como historia?

Si bien es cierto los principios de su historia son la defensa de la fe cristiana no


hemos de dejar pasar que le dan una visión distinta a la historia, el pensamiento
cristiano es la noción de «revelación», y así el plan de Dios se muestra o «se revela»
a los hombres a través de lo simbólico y alegórico 2. Entra en juego la visión del
hombre terreno y la venida de una ciudad divina3. Resaltemos tambien que la visión
histórico-cristiana ejerce una influencia enorme en la forma de pensamiento

1
Liliana regalado, historiografía occidental, (Perú: fondo editorial universidad pontificia, 2010) 67-68.
2
Regalado, “historiografía occidental”, 70.
3
Véase, la ciudad de Dios, San Agustín.
posteriores, no funciona como condicionante de una manera de pensar, pero ejerce
una gran influencia.

El hombre ulterior, debe buscar ir hacia arriba, ir hacia Dios. Combinada con ética
la historia de san Agustín cobra un tinte moral, “Me parece que esta es la definición
breve y verdadera de la virtud: ella es, el orden del amor”4. Toda la historia cristiana
(me refiero a sus escritos), los autores como Ambrosio, Gregorio y el mismo Agustín
buscan justificar la fe, dando un reconocimiento a la magnitud de lo divino y
señalando el inicio de la historia humana en el costado de cristo. Llena de misticismo
y moralidad, así es la historia cristiana. Una historia que no tiene mayor fundamento
que la biblia, las sagradas escrituras reveladas por Dios a los hombres. Su
conocimiento versa entre lo racional y lo irracional, lo humano y lo divino, lo natural
y lo sobre natural; y como último fin, la defensa de su fe de las distintas herejías que
amedrentaban sus creencias. Si bien la biblia incorpora la grandeza y la sublimidad
del mito y la épica, además del canto extático y la lamentación, es tambien a menudo
acogedora y terrenal: nada humano (ni divino) parece serle ajeno5.

La Roma decadente, el Imperio, se derrumba y crece de nuevo la agitación de las


mentes contra los cristianos. Y ahora, ante esta perspectiva, sale otro nuevo paladín
del nombre de Cristo: San Agustín. Las acusaciones, que se amontonaban,
provenían tanto del sector intelectual como del vulgo. Falta la lluvia, la causa es de
los cristianos6; así como lo expresa San Agustín, son pues los cristianos, los
culpables de la decadencia de roma, los culpables de los desastres de roma, se les
culpa de todo cuando ellos lo único que han hecho es creer, creer en un Dios y no
en muchos, como lo es la costumbre romana y como es menester, el chivo expiatorio
resulta ser todos los creyentes en la fe cristiana; a lo cual distintos autores cristianos
responden con sus famosas apologías, como ya hemos dicho una principal fuente
para ellos es la biblia, sin embargo tambien encontraremos afirmaciones categóricas
empleadas por ellos y fundamentadas en los filósofos de la antigua gracia. Poco
sabemos de las citas echas a otros autores anteriores a ellos y menso de los autores

4
San Agustín, De civitate Dei, 1. XV, 22.
5
John Burrow, historia de las historias de Heródoto al siglo XX (Barcelona: editorial planeta, 2007) 219.
6
San Agustín, De civitate Dei, II 3
contemporáneos de ellos, la visión teológica de las cosas, en donde Dios es el
artífice de la vida del hombre, es su principal motor, con un origen en la caída de
Adán y Eva y un término en la escatología cristiana.

Religión e historia se hayan inextricablemente entretejidas, porque Dios no es ante


todo el Dios de una naturaleza eterna, sino el que mueve la historia 7, la conversión
de Constantino, doto al cristianismo de un carácter único de legalidad, con
pretensión de absolutismo, que lleva al hombre hacia Dios, visto como un mal o
como un bien. Al cristianismo debemos la conversión en la concepción de la historia
como una línea recta, algo que no se repite una y otra y otra vez, acciones que
quedan fijas en el pasar del tiempo, la concepción del tiempo histórico, rompe la
barrera de la concepción griega y romana de la “historia como maestra de la vida”.
Dicha concepción lineal de la historia, hace que el hombre ya no reflexione para sí,
sino que por el contrario vea hacia afuera de él y busque en el exterior lo que le
hace falta, eso que le hace falta lo encontrara en Dios cumbre de toda felicidad; “Mi
peso es mi amor”, dice San Agustín. De aquí la frase célebre de San Agustín “Ama
y haz lo que quieras”8. Hemos de observar con total delicadeza que la estructura de
las obras de los padres de la iglesia, consta de unos antecedentes a los sucesos,
de una defensa, una verificabilidad de los hechos y finalmente de un fundamento,
con el cual finalmente terminan de acuñar la validez de sus creencias.

Si bien es cierto que no hay muchos escritos de carácter racional y netamente


académicos de historia, podemos tomar como producción histórica, las actas de los
mártires, cuyo libro recopila los datos de los que murieron en las persecuciones
romanas cuyo es Daniel Ruiz Bueno basa en los textos originales, griegos y latinos.

Concluyamos pues, diciendo que la historiografía cristiana sienta las bases de la


transición a un nuevo modo de hacer historia, un modo en donde el hombre es
guiado por Dios y tiene un punto de inicio y uno de llegada.

7
Burrow, “historia de las historias”, 219.
8
SAN AGUSTÍN, Tract. in 1 Ep. Joa. AdParthos, 7, 8: PL 38, 2033: «Dilige et quod vis fac».

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