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Economía Naranja
Economía Naranja
Se usa el término “economía naranja” para referirse a las industrias creativas y culturales; el
Banco Interamericano de Desarrollo (BID) fue el que introdujo dicha denominación, porque
se trata de un color asociado a la creatividad, el entretenimiento, la cultura y la felicidad.
“La economía naranja es la que permite transformar la creatividad, las ideas creativas, en
bienes y servicios que tengan un valor agregado. (…) Se usó el color naranja porque se le
vincula más al tema de creatividad, es más dinámico”, explicó Felipe Cortázar, director
académico de Diseño de Toulouse Lautrec, en conversación con PQS.
Entonces podemos decir que la ‘economía naranja’ es aquella que permite transformar las
ideas creativas, producto del talento, en bienes y servicios con un alto valor agregado. “Con
ese talento se puede crear riqueza y empleo”, resaltó Cortázar.
Impacto en el Perú.
En opinión de Felipe Cortázar, aunque la economía naranja tiene un buen impacto en el Perú,
todavía “tiene un gran potencial por desarrollar” a nivel de emprendimiento.
"En el Perú, las industrias creativas culturales alcanzan un aproximado de US$ 4,700
millones, que equivale al 2.7% del PBI, lo cual es importante, pero si comparamos esto con
otros casos, ni siquiera Europa, sino dentro de Latinoamérica, digamos Colombia o Brasil,
esta cifra vemos que todavía tiene un gran potencial (...) nos podríamos ir a los US$ 15,000
millones para el 2021", indicó.
El experto resaltó que los emprendedores peruanos deben ser conscientes que talento y pasión
no son suficientes para prosperar. "Para sacar adelante un negocio en las industrias creativas
lo que se necesita es tener un plan, no se puede dejar nada a la suerte para emprender. Tú lo
que necesitas es un plan y un modelo de negocio", subrayó.
Agregó que un emprendedor debe saber a quién se está dirigiendo y mencionó a
la informalidad como otro impedimento para hacer negocio.
Economía Verde
Maria del Carmen Sacasa, Coordinadora Residente del Sistema de las NNUU y
Representante del PNUD en el Perú, explicó que la economía verde es considerada como un
complemento del desarrollo sostenible, con lo cual diversos países buscan crecer
En el caso del Perú, este no es la excepción, por ello exhortó a los candidatos presidenciales
diversas políticas sociales, económicas y ambientales que mejoren la calidad de vida de los
Invernadero.
crecimiento verde. Ante ello, si Perú quiere ser miembro de la OCDE, deberá implementar
políticas de crecimiento verde, juntamente con el cumplimiento de los Objetivos de
Por su parte, Miguel Angel Beretta, Coordinador Nacional de la Iniciativa PAGE Perú, indicó
que actualmente la economía verde es una necesidad. Esta además permite hacer surgir
mayor eficiencia en el uso de los recursos y bienes naturales, así como mayor innovación,
"Promueve las compras públicas sostenibles, los empleos dignos y verdes, una mejor
Políticas flexibles
Por ejemplo, en cuanto al crecimiento del ingreso y el empleo en la economía verde, estos
pueden ser generados por inversiones públicas y privadas que mejoran la eficiencia
energética.
plazo, para implementar políticas de economía verde que permitan que el Perú crezca
forestales.
La Economía de la Felicidad
La felicidad es una de las cuestiones que más ha preocupado a los pensadores a lo largo de
la historia; hace veinticinco siglos Aristóteles la definió como el bien supremo del hombre,
Sócrates afirmó que no existía felicidad sin valores éticos como la virtud y Epicuro que
devenía de vivir en un continuo placer que atendiera necesidades físicas básicas como la
alimentación; innecesarias como la conversación, la gratificación sexual y las artes; y
superfluas, como el reconocimiento o el poder político.
Los textos económicos clásicos definieron la felicidad desde una corriente filosófica y los
economistas de gran parte del siglo XX estuvieron más preocupados por conseguir objetivos
de naturaleza económica y hablaron del bienestar en un sentido más amplio sin mencionar el
término felicidad. Fue en el nuevo siglo cuando la visión cambió sustancialmente y trataron
de relacionarla con algunas variables económicas tradicionales (renta, desarrollo,
desempleo…) dando lugar a la Economía de la Felicidad, que estudia el efecto de las
fluctuaciones macroeconómicas en la felicidad de las personas y en la que trabajan
conjuntamente sociólogos, psicólogos, economistas y otros científicos sociales.
La investigación empírica más importante a este respecto la llevó a cabo en 1974 el
economista Richard Easterlin en su artículo “Does Economic Growth Improve the Human
Lot? Some Empirical Evidence”, que puso en duda la relevancia de la riqueza como variable
explicativa primordial del bienestar y dio lugar a la famosa paradoja de la
felicidad o paradoja de Easterlin. El economista americano hizo una comparativa entre varios
países de la tendencia de sus ciudadanos al afirmar que eran felices y llegó a la conclusión
de que en aquellos que tenían cubiertas las necesidades básicas el índice de felicidad medio
no variaba, independientemente de la capacidad de ingresos. Respecto a las políticas
gubernamentales la teoría sugirió que, una vez que las necesidades primarias estén cubiertas,
las medidas políticas deberían centrarse en aumentar la satisfacción de los individuos,
actuando sobre la Felicidad Interna Bruta, y no en el crecimiento económico, medido por el
Producto Interior Bruto.
El ejemplo más extremo de esta paradoja lo tenemos en Bután, una pequeña y montañosa
nación budista del norte de Asia, localizada en la cordillera del Himalaya, donde la riqueza
no se mide en dinero sino en felicidad. Fue en el año 1974 cuando el cuarto rey de
Bután, Jigme Singye Wangchuck, instauró como principal criterio político del país
la Felicidad Nacional Bruta (FNB) basada en cuatro pilares: : desarrollo socioeconómico
sostenible y equitativo, preservación y promoción de la cultura, conservación del medio
ambiente y buen gobierno. Para medir la felicidad una comisión realiza encuestas a los
ciudadanos cada dos meses, procesa sus respuestas, establece un nivel de felicidad interna
bruta por individuo y reagrupa los resultados para definir políticas de gobierno. Con apenas
700.000 habitantes, y a pesar de tener una renta per cápita muy baja, no tiene paro, la sanidad
y la educación son gratuitas, un 60% de su territorio está dedicado a bosques, tiene prohibida
la venta de tabaco y es el primer país del mundo que implementa en un 100% la agricultura
ecológica. Escépticos o no, Bután ha sabido compaginar la modernidad con la preservación
de su cultura y está considerado como el país más feliz de Asia.
El dinero no da la felicidad pero es indudable que ayuda a sentar unas bases para conseguirla.
El día a día en condiciones de pobreza extrema puede resultar muy complicado y el progreso
económico mejora la calidad de vida si es un objetivo que se persigue junto a otros que
influyen en nuestro bienestar: personales, fisiológicos, sociales…. y todos ellos deberían
hacernos mantener una estrategia equilibrada frente a la vida para que la búsqueda de la
felicidad no esté confinada al bello y montañoso reino de Bután.