La prevención y extinción tiene como finalidad no sólo la protección de la vida
humana, sino también la conservación de la propiedad. Las medidas van encaminadas no sólo a evitar el inicio del fuego, sino a controlar y eliminar la propagación de éste y sus graves consecuencias.
Las consecuencias a las personas derivan de la temperatura y del desprendimiento
de humos, cuyos efectos pueden ser: ASFIXIA, QUEMADURAS, INTOXICACIONES, PÁNICO Y DESORIENTACIÓN.
Una explosión se produce por la propagación con efectos destructivos
consecuencia del rápido aumento de la presión. Será una deflagración si la velocidad es mayor a 1 m/s, pero menor a la velocidad del sonido, y una detonación, si la velocidad es superior a la del sonido.
La prevención consiste en evitar la presentación simultánea de los cuatro factores
necesarios para el inicio y desarrollo de una reacción química de oxidación de carácter exotérmico, que se realiza en cadena (propagación), que precisa de una energía de activación o foco de ignición, entre un combustible y el oxígeno, para dar como resultado unos productos de combustión y calor:
1. Sobre el combustible (sólido, líquido o gas capaz de inflamarse):
Evitar su acumulación en los lugares de trabajo. Eliminarlo, mediante orden y limpieza, recipientes herméticos,.. Aislar o recubrir. Sustituirlo por otro que necesiten temperaturas de inflamación superiores o sean menos combustibles. Ventilar y extraer los gases o vapores inflamables que se pueden acumular, y refrigerar. Señalizar recipientes y conducciones. 2. Sobre el comburente (generalmente el oxígeno del aire): mantener atmósferas con bajo o nulo contenido de oxígeno, con nitrógeno, anhídrido carbónico, cubrir la sartén,... 3. Sobre los focos de calor o ignición: Focos térmicos (chispas, superficies calientes, radiación solar, llamas): no fumar, no atmósferas inflamables, cámara aislantes,...