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BAKUNIN Y LA
FEDERACIÓN

Ramón E. Azócar A.

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Free-Ebooks., 2019
2da. edición
ISBN: 996-94-3455-1
Editado por Free-Ebooks.

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Dedicatoria:
Al Marlene, que sigue cultivando sueños
y sembrando esperanza…

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Contenido
PRESENTACIÓN ...........................................................................7
...............................................................................................................7
EL HOMBRE................................................................................. 16
DE REBELDE A REVOLUCIONARIO ............................... 21
DE PRISIONERO A ANARQUISTA..................................... 37
EL PENSAMIENTO DEL ÚLTIMO BAKUNIN............... 45
LA VISIÓN ESLAVA Y EL FEDERALISMO
ANÁRQUICO................................................................................ 64
LA FEDERACIÓN ANÁRQUICA COMO PRINCIPIO.. 83
LA FEDERACIÓN ANÁRQUICA COMO
ORGANIZACIÓN....................................................................... 88
Referencias..................................................................................... 112

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PRESENTACIÓN

Cuando redacté por vez primera este ensayo, no llegaba aún


a mis veinticinco años de existencia; era un joven
profundamente identificado con los procesos de

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transformación y creación de una sociedad justa, creativa y
donde la independencia y la inclusión se erigieran como
principios de dirección política de los pueblos latinoamericanos.
Leí con insistencia entonces a varios autores de vanguardia
revolucionaria, sobre todo aquellos de tendencia anarquista que
me han parecido siempre más sinceros con sus ideales que los
de corte socialista-marxista. Los anarquistas no andan con
medias tintas, ni se entregan al ilusionismo del capitalismo
global; tienen claridad en cuanto a que una sociedad logra su
libertad cuando todas las sociedades son libres.
De ese grupo de eruditos anarquistas, donde destaca
William Godwin, Charles Fourier, Pierre-Joseph Proudhon,
Robert Owen, Max Stirner, Mijaíl Bakunin, entre otros; en el
caso de Bakunin (1814-1876), para quien todo “…aquél que
desee sinceramente la paz y la justicia internacional debería
renunciar de una vez y para siempre a lo que se llama la gloria,
el poder y la grandeza de la patria, a todos los intereses egoístas
y vanos del patriotismo".
Bakunin nació en Torjok, cerca de Moscú, en el seno de una
familia aristocrática; ingresó en la academia militar, pero
abandonó la carrera de las armas en 1836, siendo oficial de la
Guardia Imperial; en 1840 obtuvo de su padre, no sin grandes

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dificultades, la autorización de salir al extranjero para estudiar
en la Universidad de Berlín.
Se ubica en Dresde, donde contacta los círculos
revolucionarios en los que destaca por su exaltación; viaja por
Europa, y participa en las revoluciones de 1848 y 1849, en París
y Alemania. Se hace miembro de la francmasonería, asumiendo
como conducta que una de sus razones para hacerse masón fue
“…la de tratar de hacer de la masonería un instrumento de las
luchas sociales y de las ideas anarquistas.”
Bakunin, mantiene sus actividades en el marco de
sociedades clandestinas y radicales, tomando como instrumento
de lucha las barricadas, las insurrecciones, la violencia. Bakunin,
fue radical en todo cuanto le tocó hacer como ideólogo y como
hombre de acción política; criticó el orden establecido y tuvo
participación directa en las insurrecciones de Praga y Dresde
(1848); detenido en Sajonia (1849) y condenado a muerte,
alcanza ser entregado a Rusia, donde por múltiples razones que
aún son un misterio, el zar, que está al corriente de toda la
actividad subversiva de Bakunin, ordena que se le confine de
por vida en una mazmorra; luego de siete años de cautiverio,
donde perdió hasta los dientes a consecuencia del escorbuto
que padeció y viendo que va a morir sin realizar su proyecto
revolucionario, Bakunin accede a llevar a cabo la denominada

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“Confesión”, donde Nicolás I le da como privilegio, ante lo que
se conoce como un falso arrepentimiento, la conmutada de la
cadena perpetua, y se le destierra a Siberia en 1855; de allí escapó
en un barco estadounidense con destino a Japón y llegó a
Inglaterra en 1861, desde esta fecha, hasta su muerte, se dedicó
a difundir el pensamiento anarquista por toda Europa.
Bakunin logró fundar en 1869 la Organización
Semiclandestina Alianza Democrática y Social, oponiéndose en
calidad de dirigente del grupo a Karl Marx en la I Internacional
Socialista; este enfrentamiento concluyó con la expulsión de
Bakunin en 1872, y dada la prepotencia del marxismo entre los
medios revolucionarios, su nombre fue cuestionado y por
varios años Bakunin representó un ala de la izquierda maltratada
y excluida por su radicalismo y postura sincera. Un ala que no
se permitía facturas morales ni éticas, y es, sin lugar a dudas, la
única versión de la izquierda latinoamericana que ha
sobrevivido a la traición de los movimientos políticos de
izquierda que han gobernado en los últimos veinte años en
varios países de América del Sur.
El final de su vida, Bakunin lo pasó en Suiza, muy pobre,
ideando conspiraciones que nunca llegaron a realizarse, pero fiel
a su convicción de una sociedad igualitaria, libre, radicalmente
patriota. Bakunin, con su “Confesión” ante el zar le han querido

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manchar su valor como revolucionario, eso constituyó una
táctica en su vida para poder materializar algunas acciones que
estaban pendientes; nunca fue un cobarde, fue un estratega y
sobre todo, fue un hombre que obró siempre como pensaba.
El gran aporte de Bakunin es su ideario de una federación
anarquista, según su teoría, llamada también federalismo social,
tomando fundamentos del anarquista francés Pierre-Joseph
Proudhon, se hace mención a la unión de comunidades
autogobernadas y soberanías a través de diferentes niveles de
federaciones y confederaciones locales, comarcales, regionales
o nacionales, la idea es que el poder político se pueda distribuir
para que fluya de lo particular hacia lo general; de la comuna a
la confederación, para combatir el centralismo, la burocracia y
toda jerarquía de poderes. Para Bakunin, la federación es un
sistema de relaciones en el las personas se asocian libremente
con otros, garantizando un trabajo cooperativo y un respeto a
la libertad de cada estructura socio-política organizada.
En los últimos tiempos se hace mención, tomando como
base el federalismo bakuniniano, el federalismo anarquista sin
adjetivos, el cual defiende que las diferentes escuelas de
pensamiento anarquistas pueden y deben convivir
simultáneamente, dando paso a la voluntariedad, sin coacción,
ni libertad negativa, donde las personas tengan la libertad de

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elegir el tipo de asociación que considere favorable, en el marco
de un modelo legal y económico que garantice la inclusión y la
satisfacción de las necesidades básicas de las gentes, por encima
del consumismo de la sociedad hipermoderna-líquida.
Para el historiador George Richard Esenwein, el
federalismo anarquista sin adjetivos se refería a una forma de
anarquismo sin apellidos, es decir, una doctrina sin etiquetas
calificativas como comunista, colectivista, mutualista, o
individualista.
Revisado nuevamente el ensayo, decido permitir su
publicación de nuevo dado que revisar el pensamiento de un
revolucionario honorable como Bakunin, hace posible que las
nuevas generaciones revisen su papel con la historia y con los
procesos revolucionarios que han ido dando en esa historia.
Hoy es fácil pasarse de bandos, jugar a traición de los ideales y
de los valores humanos excelsos del patriotismo y la democracia
con profundidad; muchos juegan al doble discurso, al
agotamiento del orden establecido y al desconocimiento de la
voluntad popular, como si esas acciones les llevará, en caso de
triunfos y botines de guerra imperialistas, a sentarse en la misma
mesa de quienes hoy día han apostado a quebrar la moral y los
principios nacionalistas de un pueblo con identidad y con
consciencia social arraigada como el venezolano. Hay traiciones

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que vienen de quienes atacan los centros de dirección
revolucionaria que aún perviven el Latinoamérica; pero hay
peores traidores que desde adentro, ejerciendo funciones de
Gobiernos revolucionarios, traicionan a su pueblo perpetuando
la corrupción y no entendiendo que en un proceso democrático
el pueblo no tiene por qué seguir siendo la “carne de cañón” de
intereses particulares y materialistas.
En una ocasión Bakunin dijo: “Mientras exista una clase
inferior, perteneceré a ella. Mientras haya un elemento criminal,
estaré hecho de él. Mientras permanezca un alma en prisión, no
seré libre...” Es la demostración de un hombre entregado a su
condición humana, a sus valores y preceptos como ser
involucrado con la vida y todo cuanto en esa vida significa
unidad, inclusión y amor a los semejantes.
Ese mismo Bakunin, en otro aparte de sus manuscritos
dispersos y dejados para la historia de la civilización humana en
un viejo baúl, dijo: “Yo no soy ni un sabio ni un filósofo, ni
siquiera un escritor de oficio. He escrito muy poco en mi vida y
solamente lo he hecho, por decirlo así, a pelo, cuando una
convicción apasionada me forzaba a vencer mi repugnancia
instintiva contra toda exhibición de mi propio yo en público.
¿Quién soy yo, pues? y ¿qué es lo que me impulsa ahora a
publicar este trabajo? Yo soy un buscador apasionado de la

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verdad y un enemigo, no menos apasionado, de las ficciones
desgraciadas con que el partido del orden, ese representante
oficial, privilegiado e interesado en todas las torpezas religiosas,
metafísicas, políticas, jurídicas, económicas y sociales, presentes
y pasadas, pretende servirse, todavía hoy, para dominar y
esclavizar al mundo. Yo soy un amante fanático de la libertad, a
la que considero como el único medio, en el seno de la cual
pueden desarrollarse y agrandarse la inteligencia, la dignidad y
la felicidad de los hombres... La libertad que consiste en el pleno
desarrollo de todas las potencias materiales, intelectuales y
morales que se encuentran latentes en cada uno... Yo entiendo
esta libertad como algo que, lejos de ser un límite para la libertad
del otro, encuentra, por el contrario, en esa libertad del otro su
confirmación y su extensión al infinito; la libertad limitada de
cada uno por la libertad de todos, la libertad por la solidaridad,
la libertad en la igualdad; la libertad que triunfa de la fuerza bruta
y del principio de autoridad, que no fue nunca más que la
expresión ideal de esta fuerza... Yo soy partidario convencido
de la igualdad económica y social, porque sé que, fuera de esta
igualdad, la libertad, la justicia, la dignidad humana, la moralidad
y el bienestar de los individuos, así como la prosperidad de las
naciones no serán nunca nada más que mentiras…”

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Este Bakunin que se presenta en el lenguaje más humilde
de la sinceridad, es el hombre que abordamos en este ensayo.
El manuscrito original del texto fue revisado por allá a
comienzo de los noventa del siglo XX, por el filósofo y
anarquista Ángel J. Cappelletti, igualmente su lectura estuvo en
manos revisoras de dos grandes intelectuales (hoy ya fallecidos),
el Padre Jesuita Alfonso Gándara Feijoo y el Dr. José Manuel
Briceño Guerrero. Es un texto que ha sido encerado por la
experiencia en el discurso filosófico-político como se presenta,
y es un texto que hoy habla, a la distancia del tiempo y de su
época, de situaciones que siguen vigentes y que necesitamos
comenzar a solucionar.
El Autor

15
EL HOMBRE

16
Un hombre es según su época. La época hace los valores del
hombre trascendentales; pero una época no define el carácter,
el sentido particular, la euforia que ese hombre, influenciado y
soñado por una época, es realmente.
Por tal razón se tiene que recurrir a los escritos vivenciales
del hombre a quien se desea conocer, así como a la huella que
dejó, perenne o no, en los escarpados senderos del pensamiento
humano. Bajo esta intención retratamos a quien en vida fue
llamado Mijail Alexandrovitch Bakunin.
El padre de Mijail, Alejandro Bakunin, era el tercer hijo de
Mijail Vasilievich Bakunin. Fue un hombre sensible y
sumamente dado a las cuestiones filosóficas, pero algo
retrasado en la vida amorosa.
Sería para sus cuarenta primaveras que concretaría ese
sentimiento de atractivo ante una dama muy hermosa llamada
Várvara Muraviev (de dieciocho años para entonces). La unión
de Várvara y Alejandro, fue fructífera en hijos, pero no así en
esa comprensión necesaria que alentara, a aquellos capullos, a
emplazar un carácter acorde con lo que el espíritu les exigía.
Mijail fue el gran afectado de esta situación y por allí, según nos
dice E.H. Carr, es posible que encontremos respuesta a lo

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tumultuoso de su comportamiento y a lo extremista de sus
ideas.
En cuanto a la composición final de la familia Bakunin, E.H.
Can" nos dice: “...la familia fue en extremo insólita. Los dos
primeros vástagos fueron hembras: Liubov y Várvara... Luego
vino Mijail... y dos hijas más: Tatiana y Alejandra. Más tarde,
después de una breve pausa, vinieron, uno tras otro, cinco hijos
más Nicolás, Elías, Pablo Alejandro y Alexis.”
Ese tipo de composición familiar le brindó a Mijail un lugar
estratégico. Primero, por ser el hermano mayor, de los varones,
y segundo, por un detalle muy inadvertido por quienes a su
cargo han tenido que relatar la vida de Mijail: su talento innato
para influir sobre la mayoría. Era, y así nos lo refiere E.H. Carr,
un verdadero líder en ese grupo numeroso que representaban
sus hermanos.
El padre de Mijail, Alejandro, era, en acepción del propio
hijo, humano. Cultivador de los valores intelectuales de la época
y sobre todo, consagrado a la familia: “... Falto, (sin embargo),
de imaginación e imbuido en cierto modo de fanatismo
conservador propio del liberal asustadizo,... era el hombre
menos indicado para simpatizar con los instintos rebeldes o las
ambiciones revolucionarias de la juventud. Fue pródigo de su
prudente y previsor afecto hacía sus vástagos... Pero era incapaz

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de comprender que sus hijos pudieran tener opiniones o gustos
diferentes de los suyos. No obstante, su austera rigidez...,
consiguió mantener siempre vivo el respeto de sus
descendientes, incluso del más rebelde”.
La relación entre Mijail y don Alejandro siempre se mantuvo
en el fulgor de enfrentamientos y desavenencias, todas, empero
sin mayor incidencia que un remarcado resentimiento por no
haber existido entre ambos un poco más de comprensión.
En cuanto a Mijail y su madre, Várvara, existieron también
marcadas diferencias. Ella, a pesar de ser de un carácter más
flexible y obviamente contemporáneo con el de sus hijos, no
permitió nunca un lazo más allá de su papel de mujer de hogar
y de esposa fiel: “Várvara se puso siempre, de manera
indefectible, del lado de su marido. La convicción de la
infalibilidad de éste no la abandonó ni un solo momento, como
tampoco sintió nunca más simpatía que la que sintió su marido
por las necesidades espirituales o las aspiraciones de sus hijos.
Y menos todavía sintió, o demostró sentir, ninguna clase de
ternura hacia ellos”.
Esta situación formó, en el adolescente Mijail, un
temperamento conflictivo, así como un reforzamiento a ese
espíritu rebelde con que por naturaleza había nacido. Mijail, al
completar sus catorce años, tuvo que asumir su precio de hijo

19
mayor: se le tenía destinado a seguir la camera de las firmas. A
tal efecto, es enviado a San Petersburgo "con objeto de
prepararse para al año siguiente ingresar en la Escuela de
Cadetes de Artillería".
La experiencia de las armas condicionó, de cierta manera, la
actitud de rebeldía de Mijail, al punto de encauzarle esos fueros
internos de indomabilidad a una sistematicidad que concentró
sus fuerzas en el intelecto como matriz imprescindible para
alcanzar el éxito de la práctica: “El más sólido resultado de este
período de servicio militar fue la intensificación del recién
nacido afán de auto educación intelectual.”
Al culminar su trayecto por la Escuela de Cadetes de
Artillería, Mijail adquiere nuevas expectativas. Estará, en su
condición de militar, en varias comisiones pero pronto decidirá
que su camino es otro. Y es precisamente allí donde Mijail deja
la cobija de la pubertad intelectual e inicia su recorrido por
tendencias filosóficas definidas que materializarán el Mijail
Bakunin revolucionario.
Sobre ese recorrido intelectual y sus desencadenamientos en
la formación del pensamiento anarquista de Mijail Bakunin,
disertaremos en las líneas siguientes.

20
DE REBELDE A
REVOLUCIONARIO

21
Para formular que un hombre es "rebelde" basta intuir que
se niega a obedecer a la autoridad legítima. Pero hasta ese
término de "legítimo" tiende a ser poco explícito de la realidad
a la cual el hombre se rebela. Aun así, insertándonos en una
visión más profunda podemos determinar que el hombre
"rebelde" es el portador de una frase: "Yo soy hoy soy yo". Y
es que en ese transitar de la "vida mía, porque mía la siento" se
incrustan los valores y las expectativas de un mundo equivalente
a la justicia natural que invade el fuero interno del hombre:

22
¿Qué es un hombre rebelde? Un hombre que dice que no.
Pero si se niega, no renuncia: es además un hombre que dice
que sí desde su primer movimiento. Un esclavo, que ha recibido
órdenes durante su vida, juzga de pronto inaceptable una nueva
orden. ¿Cuál es el contenido de ese "no"? (...) ese "no" afirma
la existencia de una frontera.
En este contexto se encuentra la esencia de rebeldía de
Bakunin, una esencia que le consagra como refutador de un
orden que agotó sus posibilidades de felicidad colectiva y que
es menester eliminar hasta sus más ínfimas partículas.
El ímpetu de rebeldía de Bakunin se inicia en sus primeras
incursiones a la escena política. En ella es prolífero en ideas que
remarcan las críticas formuladas por Proudhon,* así como
matices propios que le dan a su discurso intelectual una
resonancia de oposición extrema al sistema dominante. Según
nos dice James Joll, "Bakunin aportó el ejemplo del fervor
anarquista llevado a la acción". Un fervor qué le hace oscilar
entre un antiestatismo declarado y un federalismo libertario, que
no sólo organice la sociedad de abajo hacia arriba, sino que
permita una integración total de los aspectos de la sociedad que
dan movimiento y continuidad al hombre en su desarrollo
colectivo.

23
En ningún momento encontramos en Bakunin un
individualismo frenético, menos aún un colectivismo
desbordado; por lo contrario, en las ideas bakunianas hallamos
en equilibrio entre orden y libertad que configuran las esfinges
de un Bakunin rebelde con instintos revolucionarios
remarcados:
Bakunin deseaba trascender desde (una) pluma crítica y
fecunda, al plano filosófico-social práctico, es decir, a la
aplicabilidad de sus ideas. Esto se le hizo difícil por no constituir
parte del binomio que históricamente había legado buenos
resultados a otros pensadores sociales del s. XIX.
Es obvio que los argumentos citados de Víctor García (cuyo
nombre verdadero fue Germinal Gracia, y quien falleciera el 10
de mayo de 1991), van en referencia a ese binomio que
constituyó Marx y Engels, en el cual se pudo apoyar el
marxismo para conformar en la primera Internacional un frente
coherente que se impuso al bakuninismo. A Bakunin le faltó esa
otra mano atinaba que le refrendara el camino y le diera
consistencia a sus ideas. “Es verdad que Bakunin tuvo a
Guillaume (joven maestro de escuela a quien Bakunin había
conocido en 1867 en el Primer, Congreso de la Liga por la Paz
y la Libertad); pero por varias razones Guillaume no fue capaz
de empezar la edición de las obras de Bakunin sino treinta años

24
después que los restos de éste descansaban en la tumba.
Entonces las editó, exactamente tal como Bakunin las había
escrito y, consecuentemente, todos los defectos literarios del
original permanecieron".
A todas estas, podemos agregar que Guillaume realizó una
labor magnífica al recoger toda esa información escrita de
Bakunin que, a pesar de su lenguaje golpeado, logró transmitir
el espíritu crítico de un pensador de indudable sensibilidad
social.
Guillaume, sin embargo, al revés de Engels, no poseía
genialidades, y aunque se le puede considerar como un
intelectual capaz, no pudo continuar el pensamiento de la
escuela bakuniniana
Ahora bien, ese Bakunin puro pensamiento no constituyó el
único eslabón que le une a la sociedad como promulgador de
ideas reivindicatorias No Su grandeza estuvo más allá,
complementándose, como dijéramos anteriormente, con la
acción y fulgor revolucionario.
Erich Fromm, en su obra "Psicoanálisis de la sociedad
contemporánea" (1955), nos dice que Bakunin habla (al igual
que Ower y Proudhon), del "hombre" y de lo que le sucede en
tiempos de régimen industrial, aunque lo expresa con términos
diferentes, halla que el hombre ha perdido su lugar central, que

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se ha convertido ci un instrumento de objetivos económicos,
que se ha convertido en un extraño para sus prójimos y para la
naturaleza que ha perdido las relaciones concretas con unos y
otras, que han dejado de tener una vida con sentido.
Pero alcanzar tal reflexión implica una preparación profunda
y eminentemente bien seleccionada. No se trata de manejar
información sobre la sociedad, sino de manejar la "verdadera"
información; la más elevada y clara información que desnude el
sistema en sus aberraciones y, por supuesto, sus contribuciones.
El término "verdad", tan multifacético en nuestras
acepciones, viene aquí refrendado por todo aquello que va en
contra del hombre y sus valores naturales. La libertad más que
un privilegio es un derecho natural, ir en contra de ella, como la
burguesía demostró (y ha demostrado), implicaría imbuimos en
una mentira dentro de la sociedad. Buscar la verdad es
contraponer a esa violación de derechos, alternativas que
articulen sistemas de organización más cercanos al hombre y su
anhelo de felicidad.
Bakunin no escapó a esa "necesaria" preparación. El
encuentro del rebelde con la formación intelectual ya se había
consumado con el ejemplo de su padre en casa, pero, por esa
rigidez de formación de don Alejandro, Bakunin no tenía un
panorama literario que fuera más allá del dogmatismo y las ideas

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de orden y ley. Seria en su experiencia militar que tropezaría con
pensadores más audaces y temerarios que le abrirían un nuevo
horizonte de reflexión e interpretación del hombre y la
sociedad: “...su pensamiento se despierta, hacia 1834, esto es,
cuando tiene veinte años, gracias al contacto con la filosofía
idealista alemana”.
Según Arvon (en su obra "Bakunin, absoluto y revolución",
Barcelona, 1975, p. 23), "Bakunin había descubierto a Schelling
cuando, siendo un joven oficial de artillería en un rincón
perdido de Lituania, buscaba ocupar su forzada inactividad
leyendo un opúsculo de Venevitinov, joven filósofo fallecido a
los veintidós años de edad, que precisamente se había adherido
a la escuela de Schelling (...) Este descubrimiento, sin embargo,
como reconoce Arvon, fue accidental.
Tal antecedente marca la primera etapa del pensamiento
bakuniano. Se le puede catalogar, como ciertamente lo hace
Cappelletti, como un tiempo "idealista-metafísico", el cual va a
comprender desde 1834 hasta 1841, que es cuando se encuentra
con el pensamiento hegeliano.
El tiempo "idealista-metafísico" de Bakunin transciende
entre la filosofía kantiana y la exaltación de la eticidad absoluta
del "yo" como creador del mundo espiritual, en la cual se
encontraba el pensamiento de Fichte.

27
Immanuel Kant (1724-1804), pensador alemán, tiene sus
raíces filosóficas en la Ilustración, pero su intento por establecer
un método comprensivo y una doctrina de la experiencia que
socavase la metafísica de los siglos XVII y XVIII, le hizo
diferenciarse en su tiempo de otras escuelas del pensamiento.
Kant parte de la pregunta ¿por qué no pensar que la causa
última de las conclusiones antagónicas de los grandes sistemas,
está en la incapacidad de la razón para llegar al fondo de los
problemas?:
Kant va a someter dicha capacidad a un examen implacable,
antes de proceder a una construcción sistemática. Ese será el
objeto de las "Criticas": examinar la capacidad, el valor y los
límites de la razón humana, y el de todo pensamiento kantiano,
pues a él dedicó toda su vida. Esto es lo que se conoce como
problema crítico.
La solución de este problema es el idealismo trascendental,
consistente en afirmar que el conocimiento humano consiste en
una síntesis de elementos aportados por la experiencia y de
otros subjetivos y que dicha síntesis es activamente producida
por el espíritu.
Es de entenderse que esta concepción idealista kantiana, que
no rechaza el racionalismo, sino que lo profundiza hasta llevarlo
a un "racionalismo crítico", configuró fuente de inspiración de

28
Bakunin para erigir sus ideas, no sólo de rebeldía contra el
sistema sino de desprecio hacia lo "dogmático" e impositivo de
un racionalismo dirigido por un poder omnipotente.
En cuanto a Johann Gottiieb Fichte (1762-1814), alemán
bien, encontramos un intento por discernir el método del
Proceso psicogenético de aceptación de la ley moral como lo
supremo. Para Fichte, según nos dice Ferrater Mora,* la
conciencia es el producto de una última causa en el universo. El
mundo en el que cada individuo vive en su propio mundo,
traído al "ser" por la acción creadora de lo último. Es decir, la
materialización del hombre en su forma terrenal obedece a lo
supremo que le ha conformado como esencia humana. Es difícil
para nosotros poder formular qué y cuáles elementos, Bakunin
abstrajo del "idealismo alemán", pero en sus escritos ha dejado
claves que nos hacen suponer que su influencia estuvo en el
modo de apreciar al hombre como centro de un sinfín de
contradicciones que le alejan del sentido último de su existencia
terrenal: la felicidad.
Sobre este sentido último, se han realizado muchos análisis,
pero por lo limitado de nuestro concepto de estudio, hemos
preferido dejarlo tal cual Bakunin lo concebía: como meta final
de la conquista de la libertad.

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Conviene advertir que en Fichte, para el cual ninguna acción
puede considerarse moral si responde a un imperativo ajeno al
Yo, pudo encontrar ya el joven Bakunin un germen de su
afirmación anarquista de la personalidad como valor supremo.
En 1837 llega definitivamente a Hegel. El Hegel que conoce
Bakunin es un Hegel romántico, en el cual la laboriosa trama
dialéctica importa menos que el ímpetu ontológico, un Hegel
hecho a la medida para quien desea revolucionar todo el
pensamiento sin cambiar nada de la realidad social y política.
Se entusiasma con la "Fenomenología del espíritu", en donde
el espíritu se eleva desde el saber vulgar al científico, recorriendo
los estadios o fenómenos de dicho espíritu; así como con la
"Filosofía de la Religión.

Pero ha de tenerse en cuenta que para entonces el


hegelianismo "sirve (...) en Rusia como nuevo y adecuado
instrumento intelectual para justificar la autocracia zarista. El
principio de la racionalidad de lo real concluye sustentando la
racionalidad del Estado y del Estado absoluto".
Para este tiempo, nos cita E.H. Carr, Bakunin se va a expresar
de la siguiente forma: "No existe el mal; el Bien está en todas
partes. Lo único malo es la limitación del ojo espiritual. Toda

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existencia es vida del espíritu". Y si a ello añadimos las ideas del
Hegel respecto al Estado, obtenemos el siguiente contraste:
El Estado es fin en sí, el Estado es el Bien, el Estado es el
paso de Dios sobre la tierra, que protege los fines individuales,
pero que tiene fines propios encima de todo individuo.
Es indudable que el joven Bakunin rebelde estaba
sensibilizando sus perspectivas de la sociedad, pero en un
marco, y en ello se presenta conciso, en que lo espiritual supera
las aberraciones y depravaciones de la carne.
El segundo tiempo intelectual de Bakunin, que se divide en
dos etapas, mantiene ese idealismo romántico que le caracterizó
en la primera etapa. La diferencia se remarca en su inserción
dialéctica al estudio de los fenómenos sociales, en la cual,
obviamente, se encuentra el espíritu hegeliano.
Pero el hegelianismo duraría poco tiempo. Bakunin, que se
había consagrado como un hegeliano de izquierda
(caracterizado por una dialéctica básicamente idealista), exploró
otros rumbos. La obra de Stein (1757-1831), “El socialismo y
el comunismo en la Francia Contemporánea”, inició en el joven
Bakunin un proceso de "catarsis" sobre la realidad europea.
A través de la exposición de las ideas de Saint-Simon, Leroux,
Fourier y Proudhon; Stein involucra a Bakunin con la realidad
francesa y le hace compenetrarse con el espíritu reivindicativo

31
de una Francia abandonada en las ideas de libertad y fraternidad
que movilizaron la estéril Revolución Francesa.
Esta segunda etapa intelectual de Bakunin permanecería
hasta 1864, no sin alteraciones, pero sí bajo un formato
"idealista-dialéctico" que le perpetúa reflexiones sobre la
sociedad y el hombre en oposición a los dogmas del sistema.
Al descubrir las ideas de los denominados "Socialistas
utópicos" franceses, Bakunin aprecia con verdadera devoción
las propuestas organizativas, como el federalismo libertario, que
Proudhon formulara en sus reflexiones.
A todas éstas hay que destacar la influencia de las ideas de
Karl Marx y F. Engels, que también llegaron a conocimiento de
Bakunin. A tal efecto nos dice Cappelletti: “... (Bakunin)
conoce, sobre todo, a los dos hombres que más han de influir
en la formación de su pensamiento definido y maduro: Marx y
Proudhon (un alemán y un francés, que vale la pena recordarlo);
el primero, como el polo negativo; el segundo como el positivo
de su actividad intelectual.
Afirmar que en este tiempo Bakunin haya sido Marxista o
Proudhoniano, sería irresponsable. "Su ideología, un tanto
difusa, corresponde más bien al ambiente romántico
demócrata-socialista que precede a la revolución de 1848 y, en
términos muy generales, a un idealismo ético-social cada vez

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más alejado en la forma y en el lenguaje del idealismo de los
jóvenes hegelianos, aunque no enteramente ajeno a él en el
fondo".
Para este tiempo afloran en Bakunin dos características
fundamentales que a "posteriori" le dará personalidad a su
pensamiento. Por un lado las ideas nacionalistas eslavas y por
otro el paneslavismo. A tal respecto dirá Bakunin en su escrito
inacabado "Estatismo y Anarquía":
Los eslavos odian a los alemanes como todo pueblo vencido
odia al vencedor, pero han permanecido irreconcialiados y en el
fondo de su alma insumisos. Los alemanes odian a los eslavos
como los amos odian generalmente a sus esclavos; por su odio,
que ellos, los alemanes, han merecido bien de parte de los
eslavos; por ese miedo constante e involuntario que promueve
en ellos el pensamiento y la esperanza insatisfecha de los eslavos
en su liberación.
A toda éstas, Bakunin explica su posición ante el
paneslavismo: “Somos enemigos tan intransigentes del
paneslavismo como del pangermanismo, y tenemos la intención
de dedicar un artículo especial a esta cuestión...Ese dichoso
artículo, que constituyó un primer eslabón en la concepción
federalista de Bakunin, apareció en 1848 bajo el nombre del
Llamamiento a los eslavos, y en él se recogen

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Las ideas de Bakunin en cuanto a "reunir las diversas
nacionalidades eslavas y hacerlo sin edificar un Estado
autoritario de hegemonía rusa". Sino bajo la fórmula de una
libre federación paneslava, en la que cada pueblo sea libre y
miembro unido a los otros pueblos por lazos fraternales.
Ya a finales de 1847, Bakunin se encontraba afinado en
conciencia revolucionaria. Aquel joven rebelde que dijo "no” en
calidad de renuncia a la explotación y a la injusticia, se
encontraba consciente de una fuerza externa necesaria que
impulsara un salto brusco en la historia y brindara una
oportunidad de rehacer las cosas desde los principios de libertad
y espontaneidad que desde milenios han acompañado el espíritu
del hombre.

La Revolución de 1848, iniciada el 21 de febrero, fue el


resultado de una alianza entre la clase trabajadora y la media,
contra la burguesía. Esta sirvió como cabida al fulgor
revolucionario de Bakunin: “Pero no tardó mucho en darse
cuenta de que París no era el lugar más apropiado para sus
actividades revolucionarias, mayormente cuando la capital de
Francia ya no constituía, según (Bakunin), el único centro de la
revolución.”

34
Bakunin partiría hacia Zurich, embarcándose en proyectos
revolucionarios que contaban, en su mejor momento, con la
fuerza avasallante de su espíritu liberador. En 1849 cae
prisionero en Chemnitz con otros revolucionarios
encerrándosele en las cárceles de Dresde y Koenigstein. Se
inicia para Bakunin una nueva etapa en la vida revolucionaria;
etapa que exigirá de él un espíritu consistente, a fin de soportar
los avatares de la tortura, de la soledad y de la privación de su
más anhelado derecho: la libertad.
El paso de ese hombre joven rebelde, al hombre joven
revolucionario, ciertamente no se da. Sino que se complementa
en un solo objetivo: el encauzamiento del fulgor de rebeldía
hacia el conocimiento intelectual que contribuiría a la
edificación de la revolucionaria. Es pues, un paso trascendental
que Bakunin para escalar de su corpulento físico a su grandeza
espiritual aún apaciguada en los primero tiempos.

35
36
DE PRISIONERO A
ANARQUISTA

37
El 9 de mayo de 1849, nos relata Cappelleti, es detenido
Bakunin en Chemnitz, Sajonia, por su participación en Dresde.
Ello le costó primero ser encerrado por 15 días en la cárcel de
la ciudad; luego, debido al excesivo número de prisioneros allí
hacinados, fue transferido al cuartel de caballería, y por fin, a
partir del 29 de agosto, en la fortaleza de Konigstein, es recluido
por un tiempo de nueve meses.
Su primera experiencia de reclusión no fue tan dura. Tuvo
algunas comodidades (como una celda no tan fría, se le permitía
fumar, pasear por los jardines, escribir cartas, entre otras). Pero

38
una vez completado los interrogatorios fue condenado a la pena
capital el 14 de enero de 1850.
La apelación quedó sin lugar y el 6 de abril fue la confirmada
sentencia. Bakunin no hizo mayor esfuerzo por solventar
aquella situación, que antes de permanecer confinado de por
vida prefería la muerte. El 13 de junio de 1850, sentenciado a
muerte, y en opinión de E.H. Carr, bastante demacrado, es
entregado a las autoridades del Imperio austriaco, que lo
encerró en el Monasterio de San Jorge en Praga. Allí
permanecería hasta el 13 de marzo de 1851, cuando por temor
a que se concretara un supuesto plan de fuga, es trasladado a la
fortaleza de Olmütz.
Bajo las dudas de que intentara otra acción de fuga, las
autoridades austriacas intensificaron los interrogatorios e
hicieron el reo se pronunciara al respecto. Bakunin no vaciló en
aceptarlo y en afirmar su convicción revolucionaria, ello le valió
un punto a favor: fue conmutada la sentencia a muerte y se le
condenó a cadena perpetua. El 17 de marzo, del mismo año,
fue entregado a las autoridades rusas en la frontera de Galitzia.
Para el 23 de marzo ingresa Bakunin en la conocida fortaleza
de "Pedro y Pablo", en San Peterburgo. Allí estará hasta el mes
de mayo de 1854, pero dejaría marcado en aquellas paredes

39
lacustres un hecho que el propio Bakunin, al final de sus
catalogó como un "grave error": La Confesión al Zar.
A un mes de estar recluido en San Peterburgo, es visitado por
el conde Orlov, que era portador de un mensaje del Zar, quien
invitaba a Bakunin, en términos moderados y casi corteses, a
escribir una confesión de sus delitos.
Es así como se produce la "Confesión" de Bakunin, que no
es más que el reconocimiento de sus presuntos delitos, en un
lenguaje de gran vigorosidad y colorido.
Esta "Confesión", sin embargo, se mantuvo desconocida
hasta 1921, generando interpretaciones muy subidas de tono en
cuanto a la honorabilidad moral de Bakunin, por parte de
quienes fungían de enemigos de dicho pensador anarquista.
Lo cierto es que la "Confesión" al Zar, configuró una crítica
sopesada del régimen y un reconocimiento de delitos que no
eran más que manifestaciones de rebeldía contra el despotismo
reinante.
En 1854 es trasladado a la prisión de Schiüsselburg, situada
en la comarca septentrional del lago Ladoga. "Allí permanecería
aún otros tres años". En febrero de 1857, Bakunin dirigió una
petición al Zar. Este le respondió pronto, dándole a elegir entre
la prisión de Schiüsselburg, donde se encontraba recluido, o el
exilio a Siberia. Escogió sin dudarlo el exilio. La relativa

40
libertad, aunque fuera en las durísimas condiciones en que se le
ofrecía, era siempre un bien para él. En Siberia, se le fijó como
residencia la ciudad de Tomsk.
Al salir Bakunin hacia Siberia aún le quedarían cinco años de
limitaciones, pero ello no le paralizó su fuerza interior ni su
deseo de preparación. Siguió formando su conciencia
revolucionaria en tomo a ideas y postulados intelectuales que
cada vez se aproximaba más a ese primer Bakunin lleno de
fulgor y rebeldía.
Pero no todo fue fuerza espiritual en Bakunin, tuvo, sin
embargo, que soportar las mayores calamidades físicas:
Escorbuto, caries, hemorroides, resfriados frecuentes, etc.
Minaron la salud física de Bakunin como consecuencia
inmediata de una pobre alimentación, de una inmovilidad
forzada y de una insalubre humedad; producto de las celdas
subacuáticas donde le tocó permutar su sentencia.
Bakunin iba a verse, por su amor a (la sociedad), condenado
a muerte dos veces en Sajonia (1849) y en Austria (1850); iba a
ser expulsado de la mayoría de los países europeos; a ser
condenado a la pérdida de sus bienes y a la deportación a Siberia
por contumacia (1843); haría a pie el trayecto de la frontera
belga hasta París para asistir a las jornadas de 1848; organizaría
la resistencia en Dresde un año después; trataría de suicidarse

41
en la cárcel de Olmütz (1850) con fósforos; pasaría tres años en
las mazmorras de la cárcel de Pedro y Pablo, en Petersburgo
(1851-1854); daría la vuelta completa a la Tierra para
incorporarse de nuevo a la inquieta Europa occidental; formaría
revueltas, insurrecciones, organizaría asociaciones obreras,
conspirativas, sociales; haría frente a Marx, a Engels, a Mazzini,
irradiaría en fin una influencia y hasta una admiración como
hombre alguno haya, raramente, logrado jamás.
Bakunin, en la medida que su pensamiento se fue afinando
con la realidad europea, adquirió nuevas ideas que le llevaron a
diseñar, en prisión, un pensamiento revolucionario extremo. En
estos años, el proyecto político de Bakunin parece haber
tomado la forma de una dictadura revolucionaria, ejercida por
su primo y amigo Muraviev, en quien veía al único hombre
capaz de unir a los eslavos y de modernizar a Rusia, haciendo
de ella un país democrático y progresista.
Aunque parezca raro tal apreciación de un hombre que ha
rechazado los sistemas democráticos por considerarlos una
mentira a las aspiraciones y deseos del pueblo, este retrato del
Bakunin maduro es el producto de una variante, la cual, sugerida
por las especiales circunstancias vividas en Siberia, crearon en
él una perspectiva distinta de cómo lograr proyectos que hasta

42
el momento conservaba en la penumbra de un recuerdo y en el
deseo de una conquista.
La transición del prisionero al anarquista se da a base de una
nueva interpretación de la realidad político-social. Lo que
Cappelletti llama "variante" no fue más que un cambio en la
conceptualización idealista, generando un materialismo que le
acompañaría hasta su muerte. En este contexto se enmarca el
pensamiento del último Bakunin, que será nuestro punto de
análisis a continuación.
Bakunin prisionero desarrolló una producción intelectual
fructífera. En 1850 escribe su "Escrito de Defensa" que no es
más que su posición ante lo que considera una privación de su
derecho a decir lo que a viva voz su conciencia le dictaba. Para
1851, hace extensiva su "Confesión al Zar Nicolás I". El resto
de los escritos son cartas vigorosas que intentan plasmar sus
sentimientos en la pesadumbre de la prisión. Conjuntamente
con sus eventuales escritos se dedica a la lectura y a la constante
utilización de sus neuronas para la cordura e higiene mental, la
cual se veía amenazada en razón del encierro y a las calamidades
físicas que minaban su salud. En 1857 marcharía al exilio a
Siberia y ello da inicio a una nueva etapa, tanto intelectual como
práctica, en el proceso revolucionario que fluía en las praderas
europeas del siglo XIX.

43
44
EL PENSAMIENTO DEL
ÚLTIMO BAKUNIN

45
Pero antes de ahondar sobre lo que fue el último Bakunin, es
necesario destacar las principales líneas de discernimiento que
la pluma vigorosa bakuniniana trató en su interpretación de la
sociedad industrial y del hombre como ente de su centro en el
universo organizado de la civilización.
Las ideas de Bakunin se nos presentan en varios puntos
fundamentales. La concepción anti estatista, el federalismo, la
solidaridad, la organización de los trabajadores y la necesaria
compenetración con las constantes revolucionarias que inciden
sobre el cambio y transformación del universo social.
El hombre, como realidad (y no como la fábula bíblica), en
sentido muy claro "...se ha emancipado, se ha separado de la
animalidad y se ha constituido como hombre; ha comenzado su

46
historia y su desenvolvimiento propiamente humano por un
acto desobediencia y de ciencia, es decir, por la rebeldía y por el
" pensamiento". Esta emancipación del hombre es para
Bakunin la concreción de tres elementos, que en una medida
ascendente, han' do manifestándose desde el surgimiento de la
raza humana.
Tres principios fundamentales constituyen las condiciones
esenciales de todo desenvolvimiento humano, tanto colectivo
como individual, en la historia: 1° la animalidad humana; 2° el
pensamiento, y 3° la rebeldía. El primero corresponde a la
economía social y privada; segunda a la ciencia y el tercero, a la
libertad.
Estas ideas mueven el universo social de lo que
verdaderamente es humano y alcanza ese fin último de
"rebeldía" que equivale a un sistema social en donde el hombre
sea dueño de sí mismo y su "yo soy, hoy soy yo" se convierta
en las banderas nacionales de la gran fraternidad social
denominada raza humana.
El sistema imperante ha impuesto la creencia de un Dios;
ello, en acepción de Bakunin, se debe a un mal necesario. Hay
una categoría de gentes que, si no cree, debe al menos aparentar
creer. Son todos los atormentados, todos los opresores todos
repetirán al unísono estas palabras de Voltaire: Si "Dios no

47
existiese habría que inventarlo". Porque, com-prenderéis, es
precisamente una religión para el pueblo. Es la válvula de
seguridad. Y puesto que se ha comprobado que los pueblos de
todas las épocas de su vida han creído, y creen todavía, en Dios,
debemos concluir simplemente que la idea divina, salida de
nosotros mismos, en un error históricamente necesario en el
desenvolvimiento de la humanidad.
A tal respecto Bakunin se formula la siguiente interrogante:
¿Por qué y cómo se ha producido en la historia, por qué la
inmensa mayoría de la especie humana acepta como verdad la
religión? La respuesta a ello la encuentra Bakunin en la
configuración de un tentáculo que sirve como brazo de dominio
físico de la sociedad: el Estado.
E1 Estado, que es en visión atinada de Bakunin "consagrado
en la Iglesia", asume una connotación de Estado militar y se
convierte necesariamente, en un Estado conquistador; porque
si no conquista él, será conquistado, por la simple razón de que
donde reina la fuerza no puede pasarse sin que esa fuerza obre
y se muestre. Por consiguiente, el Estado moderno debe ser
absolutamente un Estado enorme y poderoso: es condición
fundamental de su existencia.

48
Por su parte la idea de Dios, que consagra al Estado en su
papel de Ley y Orden de la sociedad, implica "la abdicación de
la razón humana y de la justicia humana; es la negación más
decisiva de la libertad humana y lleva necesariamente a la
esclavitud de los hombres, tanto en la teoría como en la
práctica". A tal efecto, todo aquello que está amparado en
perpetuidad de una negación de la libertad humana, esclaviza al
hombre y le hace sujeto de todas las injusticias.
En este punto de vista se edifica la idea anti estatista de
Bakunin: ¿Qué representa el Estado? La suma de negaciones de
las libertades individuales de todos sus miembros; o la suma de
sacrificios hechos por todos sus miembros renunciando a una
parte de su libertad en favor del bien común.
En lo que respecta a la autoridad, como concepto
instrumental del Estado, Bakunin manifiesta certeramente su
posición: “Aceptamos todas las autoridades naturales y todas
las influencias de hecho, ninguna de derecho; porque toda
autoridad o toda influencia de derecho, y como tal oficialmente
impuesta, al convenirse pronto en una opresión y en una
mentira, nos impondría infaliblemente, como creo haberlo
demostrado suficientemente, la esclavitud y el absurdo. En una
palabra, rechazamos toda legislación, toda autoridad y toda
influencia privilegiadas, patentadas, oficiales y legales, aunque

49
salgan del sufragio universal, convencidos que no podrán actuar
sino en provecho de una minoría dominadora y explotadora,
contra los intereses de la inmensa mayoría sometida.”
Estas ideas las concluye Bakunin diciendo: "He aquí en qué
sentido somos realmente anarquistas”. La libertad, por su parte,
en Bakunin tiene un sentido de solidaridad y fraternidad entre
los hombres. Ella se da por la unión espontánea de la sociedad
y no por la imposición de una religión o Estado, que en su más
directo interés está el del someter las libertades en tomo a una
libertad que supuestamente dictaminan lo divino y
trascendental en las relaciones de los hombres: “Sólo soy libre
cuando todos los seres humanos que me rodean, hombres y
mujeres, son igualmente libres. Lejos de limitar o negar mi
libertad, la libertad de los demás es su condición necesaria y su
afirmación. Sólo soy libre en el verdadero sentido de la palabra
en virtud de la libertad de los demás, de manera que cuanto
mayor es el número de personas libres que me rodean, y cuanto
más amplia, pro-funda y extensa es su libertad, más profunda y
amplia será la mía”.
En cuanto a la revolución, como medio para transformar la
sociedad, Bakunin la concibe como un todo compacto que se
expande internacionalmente: "No puede ser una revolución
aislada JC una sola nación". Ahora bien, para lograr esa

50
internacionalización de la revolución es necesario organizar
bien el movimiento. Y qué mejor ocasión, intuía Bakunin, que
aprovechar la euforia de la clase obrera para encaminar un
movimiento coherente que dé, de una vez por todas, la cara por
los desposeídos y elimine el parásito del Estado de una vez y
para siempre.
Solamente un pequeño número de individuos, expresaba
Bakunin, puede ser arrastrado por una idea abstracta y "pura".
Los millones, las masas, no sólo del proletariado sino también
de las clases instruidas y privilegiadas, sólo se mueven por el
poder y la lógica de los "hechos", captando y previendo la
mayor parte del tiempo sólo sus intereses inmediatos, o
empujados únicamente por sus pasiones monetarias más o
menos ciegas.
Por consiguiente, para interesar y atraer a la totalidad del
proletariado al trabajo de la Internacional, es necesario acercarse
a ellos, no con ideas generales y abstractas, sino con una
comprensión viva y tangible de sus problemas urgentes, de
cuyos males esos trabajadores tienen conciencia de una manera
concreta.
Pero esa organización de clase obrera ha de partir de la
premisa básica: la organización de abajo hacia arriba que impida
cualquier brote de autoritarismo que segregue injusticia y

51
desigualdad. En lo que concierne a la religión, como hemos
resaltado anteriormente, ésta es una "locura colectiva" para
Bakunin. Locura muy poderosa, que es tradicional y su origen
se pierde en un tiempo excesivamente lejano.
El cristianismo es, en percepción de Bakunin, precisamente
la religión por excelencia, porque expone y manifiesta, en su
plenitud, la naturaleza, la propia esencia de todo sistema
religioso, que es el empobrecimiento, el sometimiento, el
aniquilamiento de la humanidad en beneficio de la divinidad.
Estas apreciaciones, que fluyen por varios escritos de Bakunin,
convergen en la relación de dos instituciones.
Los más inspirados "deben" ser escuchados y obedecidos;
por los menos inspirados. He ahí al fin el principio de autoridad
bien establecido, y con él las dos instituciones fundamentales de
la esclavitud: la Iglesia y el Estado.
A partir de 1864 Bakunin da un cambio a su concepción
política de la sociedad. De un idealismo "latente" que le
acompañó por casi la mitad de su existencia, pasó a un
materialismo en el cual encontramos tres sub-partes que
refrendan una inestabilidad en la continuidad de ideas. Según
Cappelletti, distinguimos una sub-etapa "florentina", otra
"napolitana" y una tercera, a la cual podríamos calificar de
consolidación materialista. Ya en "Dios y el Estado", había

52
dejado referencia de ese cambio potencial, que venía gestándose
en Bakunin, de idealismo a materialismo.
El materialismo, decía Bakunin, parte de la animalidad para
constituir la humanidad; el idealismo parte de la divinidad para
constituir la esclavitud y condensar a las masas a una animalidad
sin salida. El materialismo niega el libre albedrío y llega a la
constitución de la libertad; el idealismo, en nombre de la
dignidad humana, proclama el libre albedrío y sobre las ruinas
de toda libertad funda la autoridad.
El materialismo rechaza el principio de autoridad porque lo
considera, con mucha razón, como el corolario de la animalidad
y, al contrario, el triunfo de la humanidad, que según él es el fin
y el sentido principal de la historia, no es realizable más que por
la libertad. En una palabra, en toda cuestión hallaréis a los
idealistas en flagrante delito siempre de materialismo práctico,
mientras que, al contrario, veréis a los materialistas perseguir y
realizar las aspiraciones, los pensamientos más ampliamente
ideales.
La sub-etapa "florentina" (1864-1865), se caracteriza por un
ateísmo claro y por la persistencia de ideas nacionalistas. La
segunda sub-etapa, la "napolitana", muestra una convicción
federalista y de autonomía comunal en lo político; así como el
socialismo (o colectivismo) como vía inequívoca para organizar

53
correctamente la sociedad y economía. A todas éstas, se declara
abiertamente partidario de la revolución por la fuerza.
La tercera sub-etapa, aparece matizada en la obra
"Federalismo, Socialismo y Antiteologismo". En la cual se
resalta el pensamiento bakuniniano en lo político, a través de su
concepción de abolición del Estado; en lo económico, a través
de la socialización de la tierra y los medios de producción; y en
lo filosófico, a través de un materialismo basado en la ciencia
de la naturaleza y la negación de toda divinidad personal y de
toda religión positiva.
A pesar de que para finales de la década sesenta, Bakunin
había restablecido sus relaciones con Marx, no quedaba la
menor duda que les separaba grandes diferencias. Bakunin tenía
un concepto más extremo en lo que a la lucha revolucionaria se
refiere, en cuanto que Marx seguía manteniendo una posición
flexible ante el Estado burgués. Bakunin pedía la abolición
concreta y fulminante de las Instituciones del Estado; Marx veía
conveniente mantenerlas un tiempo, a fin de que contribuyesen
a una transición sin sobresaltos y permitiera el equilibrio
económico necesario para emprender la tarea de
reconstrucción.
El punto básico del programa político-social de Lassalle y de
la teoría comunista de Marx (nos dice Bakunin) es la imaginaria

54
emancipación del proletariado por medio del Estado. Para esto
es necesario que el Estado consienta en tomar sobre sí la tarea
de emancipar al proletariado del yugo del capital burgués.
Empero, manteniendo esta posición determinante, Bakunin
fue moldeando algunas de sus últimas ideas hacia ciertos
elementos comunistas.
Tal es el caso de su tesis de que no es la tierra ni el capital
junto con el trabajo, sino el trabajo solo la única causa de todos
los bienes económicos y de toda la riqueza material de la
sociedad. Si revisamos a fondo la teoría económica de "El
Capital" de Marx, encontramos una sublime coincidencia: “Al
convertir en fuerza de trabajo una parte de su capital (es decir,
el trabajo en sí como medio de producción), el capitalista
mantiene y valoriza su capital entero (bienes económicos). Pero
eso no es todo. Mata dos pájaros de un tiro. Aprovecha no sólo
lo que recibe del obrero, sino también aquello que él le da (la
riqueza material de la sociedad).”
Como podemos ver, existe ambigüedad en algunos matices
del pensamiento del último Bakunin, aunque ello no le resta
distinción y personalidad al pensamiento que mantuvo, en ello
estamos convencidos, una línea rígida en lo que a la
organización de sociedad se refiere. Los biógrafos de Bakunin,
entre ellos E.H. admiten que el cambio de idealista a materialista

55
en el pensamiento bakuniniano, obedece a que él en su tiempo
de cárcel íntegramente lo que era el universo de su idea, que no
flaqueó a pesar de maltratos físicos. Es decir, comparó la
realidad con la idea, y concluyó que la revolución debía
formarse en la realidad y no en el proyecto ideario de algún
rebelde. En estos os conceptuales se aproximó al comunismo
de Marx, que no era otra cosa que la descripción de la realidad
capitalista. Hasta entonces Bakunin había gravitado en
expectativas y sueños le rompían el molde de los hechos en la
sociedad.
Para bien, sería "El programa de la Alianza de la Revolución
Internacional, escrito entre el 25 y 30 de marzo de 1871, el que
condensaría, en 19 tesis, el último pensamiento de Bakunin.
Esta visión del último pensamiento de Bakunin, se la debemos
a Marx Nettlau, quien la describe como un período
internacionalista.
El ambicioso programa de la Alianza, será publicado en su
repercusión vendría por la concordancia de algunas ideas con
las marxistas, así como por el manejo acabado del concepto de
libertad, que desde siempre había ocupado lugar estelar en el
discernimiento bakuniniano. El programa consta, como
dijimos, de 19 tesis, las cuales, en razón a un ordenamiento más
explícito, hemos condensado en tres puntos:

56
1. — Las dos grandes negaciones

Desde la tesis I hasta la tesis II, Bakunin se centra en


mantener una posición clara y consecuente, con lo que ha sido
su pensamiento contestatario: "Negación de Dios y del
principio de autoridad, divino y humano"; y la "Negación del
libre albedrío y del derecho de la sociedad a castigar":

57
La negación de Dios es paralela a la del principio de
autoridad. No se trata de una tesis especulativa como de una
actitud emocional y práctica. Más que de ateísmo debe hablarse
(...) de anti teísmo. Bakunin rechaza cualquier forma de dominio
o dirección permanente de un individuo sobre otros individuos,
sin que valga como excusa la ignorancia o falta de educa de
éstos.
En la sociedad, para Bakunin, se dan cuatro causas básicas de
la inmoralidad del hombre: 1. —carencia de racionalidad; 2 —
desigualdad en lo económico-social; 3. —la ignorancia de las
masas; y 4. —la consecuencia inmediata de todas estas faltas
esclavitud.
Por lo tanto es menester que la revolución corrija estos
problemas, pero no a través de la fuerza, sino de la educación
y de la instrucción ponderada, que permita al individuo pensar
en tomo a una colectividad y no en función de su individualidad
(como lo hace el Estado).
En lo que se refiere al albedrío, Bakunin expresa que la "libre
voluntad", en un medio regido por las leyes de la naturaleza, de
las cuales las leyes de la sociedad forman parte, implicaría
admitir la excepción de esas leyes; es decir, la ruptura y nuevo
inicio en la universal cadena de las causas, lo cual llevaría a un

58
desequilibrio mayor del que acontece por la presencia de la
voluntad dominante de la clase que ostenta el poder, estamos
hablando de una mayoría que conforma el pueblo. Y esa
mayoría, al propiciar enfrentamientos internos de libertades,
estaría actuando con los instrumentos desestabilizadores del
Estado, que en definitiva, tiene intereses definidos para tal
instrumentación. En cambio ¿qué interés podría tener la gran
mayoría en seguir manteniendo la barbarie?

2. —Libertad-Solidaridad-Sociedad

La libertad es apreciada por Bakunin, en su obra "Dios y el


lado", como la obediencia "a las leyes naturales, porque las ha
reconocido él mismo (hombre) como tales y no porque le hayan
sido impuestas exteriormente por una voluntad extraña, divina
o mana cualquiera, colectiva o individual".
Este punto de visen el último Bakunin, se complementa con
la representación e dicha libertad asume de la capacidad del
hombre para emanciparse. Cierto es que Bakunin ya había
dicho, en sus años de juventud, que la libertad constituía no un
privilegio, sino una meta final; pero el último Bakunin la expone
como parte irrenunciable un carácter emancipatorio, donde el
hombre a través de una libertad colectiva logra su libertad

59
individual. A todas éstas, Bakunin considera que el hombre, tal
como lo afirmó Aristóteles, puede existir fuera de la sociedad.
Menos aún, el hombre no puede alcanzar su libertad si no es en
Sociedad.
Pero ese hombre que se desarrolla en sociedad y logra
alcanzar libertad, no debe apartarse de su lazo común con los
otros miembros. Es así como la solidaridad aparece como
expresión ruina de libertad, que por estar fundada en la igualdad
alcanza máxima de "justicia social".
La sociedad ha de ser, ineludible, natural; y ello implica sin
ando", sin dominio mayor que el colectivo.

3— El Trabajo-La División Social-Ocio

Las ideas, como dijimos anteriormente, asemejan un tanto el


pensamiento bakuniniano con el marxista-comunista, pero ello
implica que Bakunin haya, en su último tiempo, congraciado
con éstos. Por el contrario, inferimos que hubo una
aproximación en lo que al manejo metodológico de la realidad
social se refiere.
El trabajo es visto por Bakunin como "la única fuente de
todos los valores, de todos los bienes y de la riqueza en general,
el hombre debe trabajar para vivir". Pero ese trabajo, nos

60
remarca Bakunin, debe ser asociado..."es decir, organizado
sobre los principios de reciprocidad y cooperación, es adecuado
para la tarea de mantener la existencia de una sociedad amplia y
de algún modo civilizada".
Pero en las actuales condiciones de la sociedad, dividida en
una minoría de propietarios y una mayoría de proletarios
tratados como esclavos, siervos o trabajadores asalariados, es
difícil concebir un trabajo asociado que alcance las prioridades
de satisfacción del "bien común".
Antes de formar una comunidad con ideas tan puras como
el trabajo asociado es menester desarticularizar y derogar la base
del derecho a la prioridad privada y hereditaria (que es la
esclavitud y la explotación del trabajo organizado en beneficio
de los más fuertes), que es la esencia de la sociedad actual. Una
vez conquistado este objetivo podemos organizar la comunidad
en perspectiva de un trabajo que permita captar la civilización
como un concepto humano y solidario.
En cuanto a éste el ocio, o tiempo necesario para el
relajamiento y el compartir en sociedad, nos dice Bakunin, ha
alcanzado en nuestro tiempo un lugar reservado únicamente a
la clase dominante. El ocio "es necesario para el desarrollo del
espíritu debido a que el desarrollo del carácter y de la
personalidad exigen asimismo cierto grado de bienestar y de

61
libertad en los movimientos y en la actividad personal, era
natural que las d" gobernantes se mostraran más civilizadas, más
inteligentes, más humanas y, en cierta medida, más morales que
las grandes masas del pueblo".
En contrapartida, el pueblo, al no disponer del "ocio1"
medio purificador de las tensiones del trabajo diario, tiene una
forzada barbarie, en donde la clase dominante se vale para
imponer un orden de ley que no es más que el límite a la
mayoría, a fin de evitar que alcance su lugar en el sistema.
Los tres puntos expuestos condensan el pensamiento último
de Bakunin. Es de notarse que todas las ideas no son novedad,
pero sí reafirmación de una posición frente al sistema imperante
en Europa. Toda esta radiografía hace que Bakunin formule su
"Programa Socialista". En la tesis 18, nos dice que el programa
socialista exige y exigirá infatigablemente:
1. — Nivelación política, económica y social de las clases y
de todos los pueblos que viven sobre la tierra.
2. — Abolición del carácter hereditario de la propiedad.
3. — Apropiación de la tierra por las asociaciones agrícolas,
y del capital y todos los medios de producción por las
asociaciones industriales.
4- Abolición de la ley familiar patriarcal, basada
exclusivamente en el derecho a heredar la propiedad, y

62
nivelación del hombre y la mujer en cuanto a derechos políticos,
económicos y sociales.
5— La manutención, instrucción y educación de todos los
oficios de ambos sexos hasta su adolescencia, bien entendido
que la formación científica y técnica, incluyendo las ramas de la
enseñanza superior, debe ser igual y obligatoria para todos.

Como observación final dice Bakunin que la escuela


sustituirá a la iglesia y hará innecesarios los códigos penales, los
gendarmes, los castigos, las prisiones y los verdugos. Bakunin
estuvo claro en que la libertad no podía ser alcanzada en las
condiciones de la sociedad de la época (que para nuestra
desgracia aún subsiste). La libertad exigía de cambios profundos
que desterraran la propiedad y el Estado de una buena vez como
base de la sociedad, y en su lugar se creará una organización
federada que partiera desde los estratos bajos hasta los más
altos. Ya que la libertad colectiva conquistaba la tan anhelada
libertad individual. Sobre esta expectativa organizativa versará
el siguiente punto.

63
LA VISIÓN ESLAVA Y EL
FEDERALISMO
ANÁRQUICO

64
Bakunin va a tener una apreciación muy propia sobre el
nacionalismo. Cabe recordar que los ácratas consideran como
único nacionalismo aceptable, aquel que parte del ser histórico
y cultural de un pueblo. Bakunin no se aislará de ello y dirá: "El
nacionalismo no es un principio humano universal". Es un
hecho histórico y local que, como todos los hechos reales o
inofensivos, tiene derecho a exigir general aceptación. Cada
pueblo y hasta la más pequeña unidad étnica o tradicional tiene

65
su propio carácter, su específico modo de existencia, su propia
manera de hablar, de sentir, de pensar y de actuar; y esta
idiosincrasia constituye la esencia de la nacionalidad, resultado
de toda la vida histórica y suma total de las condiciones vitales
de ese pueblo".
En este contexto se fundamentaron los argumentos de
Bakunin sobre el pueblo eslavo. Los eslavos constituyen una
ramificación etnográfica y lingüística de la familia indoeuropea
(familia de pueblos que tienen por antepasados a los arios, que
son los pueblos de raza mediterránea oriental, que invadieron el
norte de la India; y están repartidos entre la India y parte de
Europa); que se subdivide en tres grandes grupos:

1. — los eslavos occidentales, en Polonia, Bohema, Moravia,


Eslovaquia (polacos, checos, eslovacos, lusacios);

2. — los eslavos orientales o rusos, divididos en grandes rusos,


míos rusos y rusos blancos; y

3. —los eslavos meridionales o yugoslavos (búlgaros, servicios,


croatas, eslovenos).

66
Bakunin, que partía de un nacionalismo consciente del ser
histórico-cultural de un pueblo, no podía pasar por alto las
calamidades que sufría el pueblo eslavo al no ser aceptado por
las otras ramas étnicas europeas. Y aún peor, por no poseer un
gobierno propio que organizara y legislara en función a los
valores e intereses histéricos-culturales del pueblo eslavo. A tal
efecto, en 1848, publica en alemán un "llamamiento a los
eslavos" en el cual predicaba la libre federación de los pueblos
eslavos. El Federalismo eslavo es el "llamamiento a los eslavos",
se trata de reunir las diversas nacionalidades eslavas y hacerlo
sin edificar un Estado autoritario de hegemonía rusa: una Rusia
que llevase sobre sus hombros "todo el peso de esta
centralización inmensa, complicada e impuesta" se atraería el
odio de todos los demás eslavos, de la misma manera que
actualmente es odiada por los polacos, no sería la liberadora,
sino el tirano de toda la familia eslava.
Por consiguiente, se impone la fórmula de una libre
federación paneslava, en la que cada pueblo, grande o pequeño,
sea libre y, al propio tiempo, miembro unido de los otros
pueblos por lazos fraternales; y en esta "reunión fraternal" no
habrá ninguna fuerza estatal particular, ninguna hegemonía.

67
Bakunin no agotaría en el "Llamamiento a los eslavos" su
deseo por conquistar una nacionalidad que reivindicara los
derechos negados a esas familias eslavas diseminadas por toda
Europa. Es así, como en "Estatismo y Anarquía", hace una
exposición amplia de su posición ante la realidad eslava y
cimienta su concepción federalista al punto de proponerla, a
"posteriori", como fundamento para la organización de una
sociedad Socialista sin Estado.
Bakunin, en "Estatismo y Anarquía", describe la función
Estado: "(El) Estado (...), cuyo único fin es organizar la
explicación más vasta del trabajo en provecho del capital (...),
así? pues es el triunfo del reino de la alta finanza, de la
bancocracia bajo la protección poderosa del poder fiscal,
burocrático y policial que se apoya sobre todo en la fuerza
militar, y es, por consiguiente, esencialmente despótico aun
enmascarándose bajo el juego parlamentario del pseudo
constitucionalismo".
Este tipo de Estado, para un pueblo tan noble como el
eslavo, terminaría por minar las asperezas y los odios que aún
permanecen irreconcialiados en el fondo de las almas de otras
razas. La alternativa para el pueblo eslavo es la organización
federal sin mayor dominio que el de la colectividad y sin la
presencia hegemónica de un Estado: La producción capitalista

68
contemporánea y las especulaciones de los bancos exigen, para
su desenvolvimiento futuro y más completo, una centralización
estática enorme, que sería la única capaz de someter los millones
de trabajadores a su explotación.
La organización federal, de abajo a arriba, de las asociaciones
obreras, de grupos, de comunas,* de cantones y, en fin, de
regiones y de pueblos, es la única condición para una libertad
verdadera y no ficticia, pero que repugna a su convicción en el
mismo grado que toda autonomía económica es incompatible
con su métodos. La hegemonía constituye, nos dice Bakunin,
una manifestación "modesta y práctica" de la aspiración del
Estado. Como condición primigenia para que la hegemonía se
dé en cualquier comunidad, es indispensable descubrir la
debilidad e imponer como regla de supervivencia la "sumisión".
El pueblo eslavo ha padecido la imposición de los alemanes,
de los austriacos, de los propios rusos. Una imposición que se
ejerce a través de la experiencia de la sumisión de esta etnia y la
obediencia al sistema de gobierno, que no sólo le es ajeno a los
eslavos, sino que en ningún momento está permitida la
participación eslava en la dirección gubernamental: “Los
eslavos odian a los alemanes como todo pueblo vencido odia al
vencedor, pero han permanecido irreconcialiados y en el fondo
de su alma insumisos. Los alemanes odian a los eslavos como

69
los amos odian generalmente a sus eslavos; por su odio, que
ellos, los alemanes, han merecido bien de parte de los eslavos;
por ese miedo constante e involuntario que promueve en ellos
el pensamiento y la esperanza insatisfecha de los eslavos en su
liberación.
Como todos los invasores de suelo extraño y los opresores
de un pueblo extranjero, los alemanes odian y desprecian al
mismo tiempo e injustamente a los eslavos. Hemos explicado
por qué los odian; los desprecian porque los eslavos no han
podido y no han querido germanizarse.
Es notable es qué grado los alemanes prusianos reprochan
amarga y seriamente a los alemanes austriacos y acusan al
gobierno austriaco hasta la tradición por no haber podido
germanizar los eslavos. Tienen la convicción, que es un crimen
enorme contra los intereses patrióticos de todos los alemanes,
contra el pangermanismo.”
En cuanto a los eslavos de Austria, se encuentran
perseguidos por todas partes. El pangermanismo ha intentado
tomarlos propiedad pero ellos se han rebelado con furia.
Aunque c acción de rebeldía cometan el más absurdo de los
errores: paneslavismo. Bakunin se erige como enemigo tanto
del pangermanismo como del paneslavismo. El más que nadie
sabe lo destructivo que tal "patriotismo" puede significar para

70
la libertad. Los vos no pueden contrarrestar a sus enemigos con
las mismas armas, deben sensibilizarse con la realidad de su
pueblo y entender de una vez que la opción es la federación de
Estado cualquier brote nacionalista que intente reivindicar su
posición en la sociedad.
Esta posición de Bakunin le va a ganar un lugar eminente la
lucha del pueblo eslavo por mantener sus raíces e identidad,
pero al mismo tiempo le compromete a desarrollar en
profundidad las ideas federalistas que él recibió de Proudhon y
expresó, o trató de materializar, en el voluntariado:
Por su naturaleza misma los eslavos son, en el fondo, una
raza categóricamente no política, es decir, no estatista. Los
eslavos eran, prominentemente, una raza apacible y agrícola.
Extraños a todo espíritu guerrero que animaba las razas
germánicas, eran, por eso mismo, extraños a las tendencias
estatistas que habían desarrollado desde el comienzo en los
alemanes.
Es natural que con tal organización, los eslavos habían
quedado sin defensa contra las invasiones y las conquistas de las
razas guerreras, sobre todo de los alemanes, que aspiraban a la
extensión de su dominación en todas las direcciones. Los
eslavos fueron, en parte, exterminados; la gran mayoría fue
subyugada por los turcos, por los tártaros, por los magiares y

71
sobre todo por los alemanes. Es profundo el análisis de
Bakunin, puesto que no sólo expone las calamidades del pueblo
eslavo, sino que presenta su esencia de comunidad no estatista.
¿Cómo pueden aspirar los alemanes dominar y esclavizar a una
raza que ha dedicado su existencia a convivir con las leyes
naturales? Una respuesta a esta pregunta implicaría antes que
nada contestamos: "¿De qué modo deberá realizarse el
renacimiento eslavo? ¿Por el medio antiguo del predominio
estatista o bien por medio de la emancipación verídica de todos
los pueblos, al menos de los pueblos europeos, de la
emancipación del proletariado europeo entero de todo yugo, en
primer lugar, del yugo estatista?
Son innumerables las interrogantes que Bakunin se hace en
cuanto al futuro del pueblo eslavo. Pero de algo sí está claro: los
eslavos en tanto permanezcan ocupándose de su eslavofilia
estrecha, egoísta y además abstracta, no conquistarán su puesto
legítimo en la historia y en la fraternidad libre de los pueblos:
“Los eslavos de vanguardia deben comprender en fin que el
tiempo del entretenimiento inocente en la filología eslava ha
pasado y que no hay nada más absurdo y más hostil al pueblo
que poner como ideal de todas las aspiraciones del pueblo el
llamado principio de la nacionalidad. La nacionalidad no es un
principio humanitario; es un principio histórico, un hecho local

72
que tiene, ciertamente, el derecho a ser generalmente
reconocido lo mismo que cualquier otro hecho real e
inofensivo.”
Por otra parte, los eslavos podrán emanciparse a través de un
llamado a la libertad común y a la construcción de un sistema
de fraternidad humana que se erija sobre las bases destruidas del
Estado. Esa comunidad de la fraternidad ha de ser diseñada en
el esquema de una federación de Estados: “La federación de
Estados (garantiza) la libertad burguesa, pero no podría crear
una fuerza militar de Estado, por la misma razón que es una
federación.”
A partir de 1864 Bakunin se pone a predicar la revolución
internacional como única garantía de triunfo de las clases
oprimidas. Tal llamamiento le hace contraponer al Estado un
modo de organización libertaria que garantice la libertad e
igualdad, que en definitiva son los ingredientes de la justicia
social. En 1863 había aparecido el "Príncipe Federatif" de
Proudhon, ello le daría a la idea federal de Bakunin un sustento
mayor que se materializaría con la propuesta de un "federalismo
anárquico".
Ahora bien, ¿qué quería decir Bakunin con federalismo
anárquico? Bakunin había desarrollado en varios escritos su
adhesión a la organización federal. Pero sería en 1864, en su

73
"Plan de Federación Internacional", y después en el congreso
de Ginebra de la Liga de la Paz y la Libertad, cuando expondría
abiertamente su concepción federalista que no era otra cosa que
reemplazar la antigua organización, fundada de arriba abajo
sobre la violencia y el principio de autoridad, por una nueva
organización que no tenga otra base que los intereses, las
necesidades y las atracciones naturales de las poblaciones ni
otro principio que la libre federación de los individuos en los
municipios, de los municipios en las provincias, de las
provincias en las naciones y, por último, de éstas en los Estados
Unidos de Europa primero y más larde del mundo entero.
Desde los aportes de Proudhon, el modelo federalista ha
desembocado en características específicas que le han
diferenciado notablemente con la concepción liberal federal.
Estos caracteres específicos nos lo expone Carlos Díaz: a).- La
administración de los asuntos socioeconómicos señal llevada a
cabo por grupos pequeños y funcionales; b).- Se evitaría con
ello el centralismo burocrático; c) Se anularía la autoridad de
individuos o grupos; d) Se instaurarían secretariados
coordinados; y e) A la base del federalismo se encontraría, pues,
la autogestión, definición la más escueta y magra del
anarquismo.

74
El pensamiento anarquista basa su esencia en la asociación
como expresión elevada de la libertad. Bakunin decía que la
asociación garantiza la existencia del hombre; todos los
individuos, incluso los más inteligentes o fuertes, son en cada
instante vida productores y productos de las voluntades y de la
acción la masa.
Pero esa asociación de hombres debe tener una base
organizativa que le dé movilidad y desarrollo a la vida en
sociedad. Esa organización asociativa es la federación: "Quien
dice libertad, dice federación o no dice nada; quien dice
república, dice federación o no dice nada; quien dice socialismo,
dice federación o no dice nada". En fin, la federación configura,
en la concepción ácrata, un principio de organización
indispensable para preservar la libertad.
Kropotkin, por su parte, no le daba tanta importancia a la
organización federal; para él lo mejor era organizar la sociedad
en función de poner las necesidades por encima de las obras, y
reconocer el derecho de la vida en primer término. Es obvio
que el pensamiento anarquista no mantuvo uniformidad en la
idea, pero no es menos cierto que la posición de Kropotkin va
impregnada de una visión realista de las prioridades de la época.
A pesar del materialismo del último Bakunin, éste no llegó a
concretar a visión federalista que se ocupara de las calamidades

75
del momento, sino que se dedicó a contraponer la organización
federal al Estado; el federalismo bakuninista es más
voluntariado. La división de un país en regiones, provincias,
distritos y comunas, depende de las habitudes históricas, de las
necesidades actuales, y de la naturaleza particular de cada país.
Bakunin entiende que sólo la sociedad puede organizarse dos
principios comunes y obligatorios, que le dan consistencia la
federación. Uno, en que toda organización proceda de arriba,
de la comuna a la unidad central.
Y otro, que exista cada unidad social un intermediario
autónomo (el departamento la región o la provincia). Este tipo
de organización hace de base la "commune", que tendrá un
carácter autónomo sentado siempre por la mayoría de los
ciudadanos. Sobre este punto Carlos Díaz nos cita el
pensamiento bakuniniano: “(...) para entrar en la federación
provincial y para formar parte integrante de una provincia,
deberá someterse (...) a los juicios del tribunal provincial y a las
medidas que tras haber sido sancionadas por el voto del
parlamento provincial le serán ordenadas por el gobierno de la
provincia. Si no, será excluida de la solidaridad, de la garantía y
de la comunidad, fuera de la ley provincial.
La provincia no puede ser más que una federación libre de
comunas autónomas. El parlamento provincial será uní o

76
bicameral, y no se inmiscuirá en la administración interior de las
comunas. Deberá establecer los principios fundamentales de la
Carta provincial, obligatoria para todas las comunas que quieran
participar en el parlamento provincial.
Como podemos notar, el federalismo anárquico de Bakunin
parte de un entorno legal que garantiza el cumplimiento de una
sistemática organización social. La presencia de un Tribunal
Provincial configura el primer ejemplo del resguardo a la
autonomía de la comuna como embrión primario de la
organización federal.
Una cosa es la unidad social y otra la unidad del Estado.
Bakunin enfatiza que la primera es el "resultado real de una
combinación de tradiciones, hábitos, costumbres, ideas,
intereses prestes y comunes aspiraciones, es una unidad
viviente, fértil y real. Que, por supuesto, garantiza la
conformación federativa en torno a la comuna. La segunda, la
unidad del Estado, es una ficción, una abstracción de unidad; y
esto no sólo disimula las discordias, sino que las produce
artificialmente allí donde, sin intervención del Estado, una
unidad viva no dejaría de florecer espontáneamente.
La organización federal ha de ampararse en una unidad social
B fortalezca los lazos de fraternidad y solidaridad, que garantiza
libertad en un sistema de igualdad y justicia.

77
El socialismo tiene un carácter federalista, y por eso la
Internacional saludó entusiastamente el programa de la
Comuna de París (la de 1871). Por otra parte, la Comuna
proclamó explícitamente en sus manifiestos que no quedarían
la disolución de la unidad nacional de Francia sino su
resurrección, su consolidación, así como una real y completa
libertad para el pueblo.
Quedaría la unidad de la nación del pueblo, de la sociedad
francesa, pero no la unidad del Estado. Proudhon configura el
espíritu revolucionario del federalismo; Bakunin constituye la
acción revolucionaria, que deseosa de destruir la violencia y
barbarie del Estado, opta por la asociación federada que impide
la hegemonía del Estado y lo debilita el punto que lo destruye
por completo.
Pero debemos tener en claro que si bien es cierto que el
Estado liberal se ha valido de un federalismo, se aleja
completamente de los postulados ácratas. No porque el
federalismo anárquico sea una cosa y el liberal otra, sino que el
federalismo anárquico se funda en el patrón real del principio
federativo (la asociación y la autónoma mientras que el
federalismo liberal acata los lineamientos de un Estado
hegemónico y no llega a la integración completa en la sociedad.

78
En una palabra, el federalismo anárquico se fundamenta en la
"unidad social", el federalismo liberal en la "unidad del Estado”.
Bakunin se hace partidario, a partir de 1848, de un
federalismo eslavo que rescate los valores nacionales que
durante siglos ha padecido esta ramificación, etnográfica y
lingüística de la familia indoeuropea.
Tras varios años de experiencia revolucionaria, así como de
cárceles y exilio, Bakunin se hace partidario de un
internacionalismo de la revolución que tenga bandera una
alternativa organizativa. Esa alternativa, que hasta entonces en
las voces de Proudhon y del propio Bakunin, había tenido la
connotación de la "sociedad sin Estado" (anarquismo), pasaba
a tomar como símbolo práctico la "federación anárquica", o
mejor dicho, la organización de la sociedad bajo el principio de
asociación y autonomía, que partiendo de abajo arriba y
teniendo como base la "comuna", permita realizar una
"sociedad voluntaria".
Tendiendo como medio jurídico el contrato, pero no en el
sentido de Rousseau, sino en el sentido de Proudhon, es decir,
el vínculo contractual voluntario, limitado, temporal, que unirá
a los hombres en municipios, a los municipios en provincias, a
las provincias en naciones, a las naciones en una federación
universal.

79
Pero la propuesta de Bakunin, como alternativa ante un
Estado organizado en función de principios ajenos al pueblo,
tiene, en algunos de sus escritos, una connotación definida de
proyecto político. Este punto será examinado a continuación.
Gaston Leval (cuyo verdadero nombre era Pierre Pillier),
francés nacido en 1895, desarrolló una concepción muy propia
del proyecto libertario. En sus diversas participaciones, en el
movimiento anarquista español, matizó toda una estructura de
cómo debería conformarse la sociedad para lograr la meta
anhelada de libertad.
En su caso, tenía a favor la experiencia teórica práctica de
Proudhon y Bakunin, y la influencia directa del príncipe
Kropotkin; empero, no mantendría la línea de éste sino que
impondría en su propia línea el fundamento colectivista. Leval
plasma proyecto preciso y conforme a una operatividad dentro
de la sociedad.
Pero en el caso de Bakunin, el proyecto libertario tiene una
concepción menos operativa y más lineal desde el punto de vista
de las ideas matrices. Bakunin consagra una crítica al sistema
capitalista burgués y propone un modelo organizativo, pero:
modelo configura un esquema de los principales elementos
deben integrar la sociedad para alcanzar el desafío de un sistema

80
ácrata. Quien en Bakunin intente buscar un "proyecto
libertario” que guíe la organización social paso por paso,
encontrará gran vacío. Su aporte se limita a una exploración del
en un sistema guiado por los intereses de un Estado
hegemónico.
Ahora bien, ese aporte se complementa con lo que hemos
considerado un "proyecto libertario", en sentido de plasmar
ideas generales que a "posteriori" permitirán, y ello lo
observamos en la experiencia española de comienzos del siglo
XX, edificar los detalles operacionales que darán movilidad al
sistema y a las relaciones colectivas de producción.
Estas ideas generales las encontramos diseminadas en
diferentes escritos de Bakunin, específicamente los redactados
después de su exilio en Siberia. Por nombrar algunos:
"Principios y Organización de la Sociedad Internacional
Revolucionaria" (1866); "Federalismo, Socialismo y
Antiteologismo" (1867); en los escritos dejados a medias y
publicados bajo el nombre de "Dios y el Estado", cuya
redacción es de 1870, pero su publicación de 1882; "Proyecto
de una federación de las secciones launas suizas" (1869), y con
una atinada perspectiva de la realidad eslava y de las condiciones
que deben imperar en la sociedad para extirpar ese "coágulo",
que es el Estado ; "Estatismo y Anarquía" (1873). No dudamos

81
que en otros escritos existan contribuciones grandes a esas ideas
genérales que constituyen la perspectiva de organización
libertaria bakuniniana, pero en los textos que hemos nombrado
hallamos, en concreto, un perfil definido de la sociedad acrática
deseada por Bakunin como alternativa ante el Estado liberal.

82
LA FEDERACIÓN
ANÁRQUICA COMO
PRINCIPIO

83
En la sección dedicada al federalismo, del libro "Federalismo,
Socialismo y Antiteologismo", Bakunin expone en trece qué
condiciones deben ser eliminadas de la sociedad para
redimensionarla a un plano donde el pueblo sea el interés
máximo a beneficiar en el sistema. En lo político plantea,
directamente, la abolición del Estado unitario y centralizado; el
cual ha ser reemplazado por una federación de comunas libres.

84
Este tipo de organización, nos dice Bakunin, permite dirigir
voluntades en contra del gobierno, como ente explotador; del
nacionalismo, como imposición unitaria de una minoría; y del
régimen de distribución de los productos que hasta entonces
permanece viciado por los tentáculos de la corrupción estatal.
En lo económico, el planteamiento bakuniniano se basa en
la socialización de la tierra y de los medios de producción que
han de pasar de los terratenientes y capitalistas, a las
comunidades de trabajadores. Es lo que se ha conocido como
"colectivismo". Este tipo de organización ataca, en general, a la
sociedad burguesa y capitalista, pero de un modo particular a
los ideólogos que se han conformado con la independencia
nacional y la democracia representativa, obviando la
desigualdad social, la miseria del pueblo y la insensible
explotación de los trabajadores.
En el cimiento filosófico, Bakunin expresa la necesidad de
prescindir de la religión. Es de recordar que para el tiempo del
escrito que estamos analizando, Bakunin se encuentra
convencido de que el materialismo configura la única
posibilidad de estudiar la realidad social con nitidez y
objetividad. Al respecto se muestra conforme con una
percepción de la realidad desde la óptica de la ciencia de la

85
naturaleza y no desde la divinidad personal de toda religión
positiva.
Esta impugnación a la religión la fundamenta Bakunin, en el
argumento de que ella y el Estado han formado el gran binomio
destructor de la sociedad desde los comienzos de la civilización
humana. Por tanto, su tiempo se agotó y es preciso
redimensionar nuestra visión de mundo para poder captar la
esencia verdadera de la vida del hombre en la tierra.
En definitiva, el principio federalista ácrata de Bakunin parte
de la asociación de comunas sobre la base de unidad social, que
garantiza autonomía, libertad, igualdad, paz; que en líneas
generales abarcan el contexto de Justicia Social.
El federalismo anárquico de Bakunin, surge de la premisa de
que el hombre partió de la esclavitud animal y después de
atravesar su esclavitud divina, termino transitorio entre su
animalidad y su humanidad, marcha a la conquista y realización
de su libertad humana que, en definitiva, la garantiza una
organización federal libertaria.

86
87
LA FEDERACIÓN
ANÁRQUICA COMO
ORGANIZACIÓN

88
Bakunin propone, en primera línea, para crear las
condiciones necesarias a fin de organizar la sociedad sin Estado,
que se deben hacer tres cosas inmediatamente. Primero, abolir
la propiedad privada y hereditaria; segundo, desterrar de la
educación los principios del cristianismo y de cualquier religión
que afecte el desarrollo científico de la razón; y tercero, abolir
el poder político y construir en su lugar una organización de las
fuerzas productivas. Con más extensión nos dice, en el pueblo
organizado de abajo arriba mediante la federación. No habrá
posibilidad de existencia de un gobierno político, porque ese
gobierno será transformado en una simple administración de
los asuntos comunes. Nuestro programa puede ser resumido en

89
pocas palabras Paz, emancipación y felicidad para los
oprimidos.
Guerra contra todos los opresores y explotadores. Plena
restitución a los trabajadores: todo el capital, todas las fábricas
y todos los instrumentos de trabajo y materias primas pasarán a
Las asociaciones, y la tierra a quienes la cultivan con sus propias
manos. Libertad, justicia y fraternidad para todos los seres
humanos nacidos sobre la tierra. Igualdad para todos. Para
todos, sin distinción, todos los medios de desarrollar educación
y formación, e iguales posibilidades de vida mediante el trabajo.
Creadas estas condiciones es preciso "concientizar" al
hombre para que asuma su realidad "humana". Esta conciencia,
de su razón de ser humano, le brinda la "equidad" que
representa la tan esperada "justicia natural" que el ácrata hace
surgir al emanciparse y transformar totalmente el sistema.
Los anarquistas saben que el hombre tiene esa propiedad de
"Justicia Natural", pero como producto de las conquistas por la
fuerza y por las influencias religiosas, en el hombre no ha
prevalecido nunca tal propiedad, ni en el mundo político ni
jurídico. Bakunin nos dice que una vez que el hombre despierta
su "equidad", inicia la emancipación del sistema (cabe destacar
que Bakunin concibe dos tipos de emancipación: la interna, que
se produce dentro del individuo como producto de la

90
concientización de su papel como humano; y la externa, que se
da una vez cumplida la primera y que intenta condicionar ese
medio exterior en la misma proporción de la conciencia
humana.
Es decir, humanizar el medio a fin de hacer conquistable la
libertad). La emancipación del sistema consiste en: Eliminar el
principio de autoridad y propiedad privada y hereditaria;
Propiciar una autonomía que parta del individuo hacia la
colectividad sin absorción de uno por la otra o viceversa;
Confiscar las propiedades y distribuirlas en la colectividad; y
abolir el poder político, sustituyéndolo por una organización de
las fuerzas productivas.
Esa organización de las fuerzas productivas, así como
también de los servicios económicos, configura la "comuna"
como unidad básica del sistema, la cual constará de un tribunal,
de una Asamblea y de un sistema de distribución de los
productos, que permitan mantener una dinámica económico-
social en la reestructuración del país. Esa comuna autónoma,
que tiene al individuo como base esencial del sistema, se ampara
en una concepción de sistema político "socialista libertario". El
cual es un sistema donde prevalece la justicia. El socialismo es
"justicia". Pero hablamos de una justicia basada únicamente
sobre la conciencia humana, que ha de buscarse en la conciencia

91
de cada hombre y que puede ser expresada con una sola palabra:
equidad.
La comuna de Bakunin ha de estar organizada de modo que
su estructura de decisiones se configure de abajo arriba. Esto
permitirá que en lo social exista una organización basada en la
libre unión de asociaciones (agrícolas, ganaderas, industriales,
de amas de casa, ente otros.).
Esta conformación del "libre acuerdo" admite sólo una
forma económica que garantice la satisfacción de las
necesidades: el colectivismo. Este, que se basa en dar a cada uno
el producto de su trabajo, estimula la acción productiva del
trabajador, a fin de que obtenga mejores beneficios.
Ahora bien, se debe tener claro que para lograr estos alcances
en la sociedad se han de cumplir primero las premisas
bakuninianas de profilaxia política y religiosa, pero también es
de considerarse la organización y la ciencia como motores
propulsores del lenguaje administrativo del nuevo sistema:
¿Qué necesitan las masas para poder destruir el orden social
dominante tan detestable para ellas? Dos cosas: organización y
ciencia.
La organización permite preparar las milicias revolucionarias
que combatirán al ejército burgués, así como coordinar las
actividades gerenciales del nuevo sistema. La ciencia por su

92
parte, de las herramientas analíticas y teóricas necesarias que
oriente k realidad social hacia las metas propuestas por la
revolución libertaria. Estructurada la comuna, nos dice
Bakunin, se ha de establecer lazos de solidaridad y fraternidad
con las otras comunas del país, manteniendo un respeto a la
autonomía y no infringiendo los límites de la libertad.
Así se constituye la federación de comunas que pasa a
representar la Provincia. La Provincia organizada establece los
lazos con otras Provincias en el mismo orden de prioridades
que la comuna, entonces nace la federación de Provincias que
no es otra cosa que la Nación o país. Organizado el país
establece lazos solidarios y fraternales con otros países y se
produce, para el caso de la realidad de Bakunin, su anhelado
Estados Unidos de Europa. Estos Estados Unidos de Europa
se relacionarán con otros Estados Unidos del mundo
(Norteamérica, Asia, América del Sur, por decir algo), que
tenderán a crear la gran federación de federaciones, que es los
Estados Unidos del Mundo.

Como podemos observar, en estas líneas generales, que


Bakunin legó de su sistema federal la aspiración máxima
orientada a lograr un cúmulo de voluntades que hicieran posible
el gran Estado, no el unitario y centralizado vigente en la

93
Europa de Bakunin, sino el Estado conformado por la libre
organización que partiendo de la unidad básica de la comuna
alcance el panorama de todos los pueblos del mundo. Por su
esencia de "unidad social", impide la formación de medios
coercitivos y gestores de violencia. Ello implica una total
eliminación de ejércitos y de nacionalismos que enferman las
raíces auténticas del ser humano.
La unidad de Estados no se da, ya que el Estado del Mundo
se encuentra fundado en una autonomía de sus partes, pero sin
embargo se da (o se dará, como nos proyecta Bakunin) una
comunión de principios, tácticas y finalidades, que dejan un
amplio margen a la autonomía, la cual no reconoce otro límite
que la libertad ajena, como dijimos anteriormente.
Pero hasta acá no llega la visión bakuniniana, abarca una
parte más. Se atreve a postular cómo en la comuna ha de ser la
vida particular de cada núcleo familiar y de sus actividades
formativas en el sistema.

Bakunin nos dice que la abolición de la propiedad privada y


hereditaria, del derecho jurídico y del Estado, da por contado la
abolición de la "familia jurídica".
En su lugar habrá un matrimonio de libre unión basado en el
respeto humano y la libertad de las dos personas. Esa familia

94
llevada a la máxima expresión de unión libre, cumplirá, en su
razón fecunda, el papel de perpetuar la especie humana.
Es decir, tendrán sus niños. Pero los niños, en el sistema
ideado por Bakunin, no pertenecerán a nadie más que a sí
mismos y a su futura libertad. Sus padres tendrán hacia ellos el
único derecho de amarlos y ejercer cierta autoridad compatible
con ese amor. Pero esa autoridad limitada por el respeto de la
libertad, no debe ir en contra de la moral del niño y de su
desarrollo mental.
La relación de padres e hijos se da, a escala diferente, igual
que de comuna a comuna bajo un principio de autonomía y
asociación. Los padres están asociados con sus hijos en un libre
acuerdo, pero respetan la autonomía de éstos en toda su
extensión. A todas éstas, los niños hasta que puedan valerse por
sí mismo estarán al cuidado de la sociedad. Es decir, la sociedad
es responsable de guiar a cada uno de sus infantes hasta
proporcionarles las herramientas teórico-prácticas que le
permitan insertarse en el trabajo con las habilidades respectivas
que le aseguren éxito y bienestar.
Sin duda que Bakunin, en estas propuestas organizativas,
confió mucho en ese hombre que alcanza la "conciencia
humana". Aquí valdría, quizá, la crítica que Von Mises le hace
al anarquismo en cuanto a que "peca de buena fe"; pero lo cierto

95
es que Bakunin lo plasma en razón a una organización que, al
triunfar la emancipación libertaria, tiene que fundar nuevas
bases de convivencia.
Y esas bases nuevas no pueden partir del modelo anterior, ya
que se ha abolido, así que debe surgir de ideas renovadoras que
reproduzcan en lo cotidiano del sistema, esa búsqueda
permanente de la libertad.
En lo que respecta al hombre y la mujer, Bakunin los coloca
en igualdad de condiciones en el sistema ideado de organización
federal. La igualdad de derechos, es decir, la nivelación de los
derechos de la mujer, tanto políticos como sociales y
económicos, con los de los hombres, han de ser las premisas
que motoricen la convivencia de los dos sexos, a fin de alcanzar
un desarrollo coordinado donde la igualdad represente las
banderas productivas.

La sociedad ideada por Bakunin adquiere un matiz específico


de "libre acuerdo". Y ese libre acuerdo ha de ser alimentado por
una necesaria "concientización" de los valores reales del
sistema.
De ese modo, la educación adquiere importancia y se vuelve
parte intrínseca de los objetivos emancipatorios. Cabe destacar
que Bakunin está de acuerdo con una educación integral, pero

96
ésta debe cumplirse cuando las necesidades básicas estén
satisfechas. Un pueblo con hambre no tendrá la capacidad de
reflexión e interpretación, que un pueblo que tenga
alimentación, salud y seguridad garantizada.
Por lo tanto, los primeros movimientos en la sociedad
libertaria han de orientarse a eliminar esos flancos y una vez
alcanzada esa meta, dirigir una preparación que estimule la
formación industrial y práctica, dentro de premisas científico-
teóricas.
Esta educación, que Bakunin consagra como integral, ha de
prescindir de la fe, y ha de preocuparse por el desarrollo de la
dignidad y la independencia personal; así como en el culto de la
verdad y la justicia a cualquier precio, pero ante todo, sobre el
respeto a la humanidad que debe sustituir por entero al culto
divino.

Ahora bien, esas relaciones de convivencia no están exentas


de infracciones y alteraciones. Para ello Bakunin acepta la
existencia de tribunales disciplinarios que contrarresten
cualquier germen que vaya a obstaculizar los fines de la
revolución. Pero sobre este punto, del delito y castigo, Bakunin
es muy extremista. Si se le comprueba a un individuo una causa
atroz como un asesinato, Bakunin considera que la pena de

97
muerte es la mejor decisión; si por el contrario el delito es
menor, la reeducación se hará cargo de él, a fin de insertarlo de
nuevo en la dinámica social.
Es muy posible que la ley del "talión" tenga sus ingredientes
influyentes en Bakunin, pero no menos posible sea pensar que
Bakunin asume tal actitud ante una generación aún bajo el
germen violento del Estado y la Iglesia. El comprendía que en
los primeros tiempos se debía ser duro para fijar las directrices
que protegerán el libre acuerdo en su garantía de conquistar un
mundo humano por entero.
Una vez conformada la federación y articulados sus lazos
internos, se pasa a la federación de federaciones
(Confederación). Esta se regirá para Bakunin por el respeto del
límite de la libertad ajena y por el flujo cooperativo de
distribución de riquezas que impida que en algún rincón del
mundo exista la miseria. La visión internacional de Bakunin
abarca desde la difusión de las ideas libertarias hasta la
configuración de trabajadores, que amparadas en una
concertación de principios y valores comunes, edifican las
legislaciones y los estatutos que les han de amparar en su labor
productiva. Pero esas relaciones internacionales de los pueblos
no pueden infringir los principios de solidaridad y respeto a los
derechos nacionales de cada Nación.

98
Todas estas ideas no contemplaban, para Bakunin, la
necesidad de una Carta Constitucional. Él pensaba que una
Constitución dogmatizaría las relaciones de libre acuerdo, en su
lugar era partidario del contrato proudhoniano, que en
definitiva garantizaba no sólo la libertad, sino el orden en razón
a una justicia natural. Es de recordar que el contrato
proudhoniano es de carácter "sinalagmático" (se obligan unos
respecto de otros) y "conmunativo" (dar lo equivalente a lo que
se recibe y viceversa).
En la obra "Estatismo y anarquía", Bakunin nos resume el
alcance de su anhelado proyecto libertario; ál legará el tiempo
en que no habrá ya Estado; llegará a tiempo en que sobre las
ruinas de los Estados políticos fundará, en plena libertad y por
la organización de abajo arriba, la unión fraternal libre de las
federaciones, abarcando sin ninguna distinción, como libres, los
hombres de todas las lenguas y de todas las nacionalidades:
Entones ruta hacia el mar estará generalmente abierta para
todos; el contacto directo con el mercado marítimo y con el
movimiento universal de la vida en general desarrolla a grado
extraordinario, y nivela todo lo que queráis, las relaciones; los
habitantes del interior del país, privados de esas ventajas, vivirán
y se desarrollarán más indolentemente y más lentamente que los
ribereños.

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El proyecto libertario de Bakunin es la expresión de un
federalismo que intenta integrar lo político administrativo en lo
económico-social. Los aportes bakuninianos se sintetizan en
ideas generales que más allá de exponer un sistema específico
(recordemos que Bakunin recurre a la idea socialista como
cimiento de la organización federal, pero dicha idea no es
inventada o improvisada, surge de la reivindicación del gran
principio de la Revolución Francesa, que cada ser humano debe
tener medios materiales y morales para desarrollar toda su
humanidad"), marca las directrices necesarias para fundar desde
allí la gran sociedad sin Estado.
Son muchos los que se han opuesto a las ideas federalistas
ácratas. Tanto por considerarlas utopías o por ver en ellas un
peligro para la tranquilidad y equilibrio que el sistema liberal
tiene. Pero también las críticas han surgido de sectores afines
con el anarquismo, quienes en sus argumentos sopesan la
existencia de un anacronismo y hasta de una ineptitud en el
plano internacional. Para discernir sobre el tema nos valdremos
del análisis que Carlos Díaz hace al respecto, y el cual recoge,
en buena medida, las posiciones encontradas en el seno del
anarquismo (y desde algunos ángulos del liberalismo) sobre la
idea federal, específicamente la bakuniniana.

100
Carlos Díaz nos hace distinguir cuatro críticas, que a su juicio,
le han sido formuladas al federalismo libertario: 1. — Se ha
dicho que el federalismo anarquista es anacrónico. Es decir que
se encuentra desfasado en el tiempo. El momento,
refiriéndonos a los finales del siglo XIX, amerita para la eficacia
de la producción una centralización capaz de nuclear la
complejidad del engranaje administrativo y estatal. La iniciativa
privada no bastaría para organizar la producción. Es posible que
tenga trascendencia en un sistema "ahistórico" como el
propuesto por Tolstoi o Bakunin, en su anhelado triunfo de la
emancipación libertaria, pero sobre las bases aún fundadas en
una sociedad con marcadas huellas burguesas y de orden
capitalista; 2.— El federalismo anarquista pretende desarrollar
lazos de solidaridad y fraternidad internacional, sin tomar en
cuenta que el respeto a la autonomía del que hacen alardes no
podría mantenerse sin limitar fronteras de soberanía nacional,
puesto que de lo contrario esa solidaridad y fraternidad se vería
infractada por continúas reclamaciones y apropiaciones; 3.— Se
dice que bajo un sistema federalista libertario la producción no
sería controlada ni dirigida, pero la experiencia del federalismo
bakuniniano en España, demostró que la producción no fue
peor que en otras zonas, y ello en medio de una guerra. Las
organizaciones de las fuerzas productivas tuvieron que asumir

101
posición rectora en la dirección de las operaciones, produciendo
inevitablemente un control total a fin de salvaguardar los
intereses generales; y 4. — Se dice que el federalismo libertario
es una forma elevada de apoyo mutuo social, que no puede
instaurarse de un solo golpe; no es despreciable, pero antes de
acceder a él debe pasarse por una etapa preparatoria, el dominio
de un partido socialista, a fin de no partir de cero.
Pero esa etapa transitoria es negada en sus postulados bajo el
concepto de ilegitimidad. Puesto que consideran que un partido
como eje de dominio sería lo mismo que un Estado que acabaría
por distorsionar los objetivos emancipatorios. Pero lo cierto del
caso, recalcan las críticas, es que es imposible concebir una
nueva sociedad (un salto histórico trascendental) sin una etapa
de adaptación que inevitablemente cuente con algunos errores
del pasado. Lo que Bakunin consideraba una abolición
completa y fulminante, es en la práctica irrealizable.
La federación libertaria, a diferencia del modelo liberal
federal, plantea directamente sus aspiraciones: Reducir el
tiempo necesario para la producción de objetivos
indispensables a la satisfacción de nuestras necesidades
materiales; aumentar el consagrado al estudio, la observación o
al goce; hacer que el trabajo necesario no sea más que una
necesidad higiénica y no dolorosa fatalidad. Y ello, como

102
planteamiento inspirativo para la organización de una sociedad,
aparece reflejado en las líneas filosóficas que Godwin expusiera
en su "Justicia Política":
En lo que concierne a las tareas que actualmente
corresponden al Estado, sólo existen dos que serán conservadas
por la sociedad: la defensa de sus miembros contra ataques de
otros, y la defensa de la sociedad misma contra los ataques
eventuales de otra sociedad. Respecto a la primera tarea,
Godwin prevé la institución de un jurado cuyos juicios no
estarán dictados de acuerdo con código alguno, sino
simplemente por la razón. Para la segunda tarea convendrá
convocar de tanto en tanto asambleas nacionales que
establecerán las medidas a tomar. La institución de la sociedad
Godwiniana no exige, empero, recurrir a la violencia.
Las críticas al proyecto libertario de Bakunin, gravita en los
argumentos de considerarlo "utópico" y exageradamente
"rígido", en razón a una organización cuyas decisiones no
pueden interactuarse sino que deben permanecer sujetas a un
principio de autonomía comunal, y que es un proyecto
"anacrónico" para el hombre de la época y las necesidades reales
de la sociedad.
No argumentaremos defensas, puesto que nuestro papel es
presentar las distintas caras del tema, pero sí aseveraremos que

103
el federalismo anárquico configura, léase bien, "un intento" de
integrar toda la sociedad en el camino hacia el desarrollo social.
Es decir, partiendo de un federalismo anárquico integral, como
el que nos presenta Bakunin, lograr una mejor distribución de
las riquezas y un lugar adecuado donde desarrollar las
potencialidades humanas de trabajo que brinde a cada uno de
los individuos una compenetración con su esfuerzo y resultado.
La influencia de Bakunin en los movimientos revolucionarios
surgidos después de su muerte (1876), son perfectamente
entendibles en razón de que el grueso de ideas bakuninianas
vieron la luz años después de fallecer Bakunin. Eliseo Réclus y
James Guillaume, se encargaron de rescatar gran parte de los
escritos dejados a medias por Bakunin.
Esta literatura, de un lenguaje golpeado y con ideas surgidas
de la experiencia revolucionaria misma, fue acogida en Francia,
Italia, Inglaterra; pero sobre todo, y con mayor pasión, en
España se aceptaría con verdadero fervor el proyecto libertario
de Bakunin y sus ideas en tomo al Estado y a la autoridad.
Durante la Guerra Civil española, 1936-1939, muchas de las
ciudades ocupadas por los revolucionarios, como Barcelona,
Cataluña, Alto Aragón, Centro y parte de Andalucía, asumieron
el federalismo bakuniniano como estandarte de cambio y
libertad: “La insurrección encabezada por el general Franco,

104
que estalló en julio de 1936, no sólo dio principio a la guerra
civil. (Sino que) brindó la oportunidad a los anarquistas de llevar
a cabo su revolución e instaurar un sistema que acogiera las
expectativas libertarias.”
La llegada triunfal a algunas regiones por parte de los grupos
anarquistas y sindicalistas, trajo consigo un período de auténtico
cambio revolucionario.
Por decir un ejemplo, de la rica burguesía barcelonesa no
parecía que quedasen trazas, pues habían desaparecido de la
noche a la mañana. Las Iglesias fueron incendiadas y se abrieron
las puertas de las cárceles; por un momento las organizaciones
obreras olvidaron todas las diferencias, e incluso los guardias
civiles, que en Barcelona permanecieron fieles al gobierno, se
mostraron dispuestos a confraternizar con sus antes enemigos
de la izquierda.
Dado que la mayor parte de los obreros barceloneses
pertenecían a la CNT (Confederación Nacional de
Trabajadores), la revolución pareció, lógicamente, un triunfo
anarquista, a la vez que una oportunidad para poner en práctica
sus tan largamente acariciados sueños. Según los dirigentes
anarquistas, fueron los trabajadores quienes frustraron la
revuelta de los militares, y ellos serían ahora quienes se harían
cargo de la ciudad y de toda la región catalana.

105
En fin, para el caso específico de Barcelona, se materializó
una toma total de la ciudad y de su sistema de dirección, pero
no se cumpliría el lema anarquista que "el Estado se
derrumbaría automáticamente" y que serían eliminados los
enemigos por la violencia colectiva que desencadenaría el salto
histórico, puesto que aún el gobierno contaba con sus fuerzas
coercitivas que inexorablemente hacían una oposición a los
anhelos ácratas.
Si bien es cierto que el triunfo anarquista en la España de la
Guerra Civil no fue completo, bastó para que se aplicaran
algunos postulados bakuninianos en zonas campesinas que se
prestaban para aquel principio proudhoniano de federación
agrícola-industrial, aptas en todo su potencial humano y
material. Un ejemplo concreto lo representa la experiencia en
Andalucía, donde basándose en esas directrices generales de
Bakunin, se dio forma a un sistema colectivista de organización
político-social y económica; en Andalucía los labradores vieron
las posibilidades de la revolución con más entusiasmo que los
campesinos catalanes. Por desgracia, las comunas aldeanas
tuvieron una breve existencia, ya que las tropas de Franco
conquistaron Andalucía en los primeros meses de la guerra. No
obstante, antes de que esto ocurriera, hubo muchos pueblos en
los que, lo mismo que en pasadas insurrecciones, la Guardia

106
Civil fue desarmada, aprisionada o asesinada, quemados los
archivos municipales y proclamado el reparto.
El pueblo de Castro del Río, cerca de Córdoba, en el mes de
septiembre de 1936, tenía las tierras bajo la dirección de comités
anarquistas. Allí se había abolido el dinero, y los vecinos del
pueblo, erigidos en comuna, recibían los productos necesarios
para la subsistencia directamente de los almacenes comunales
Presidía un intransigente espíritu puritano, muy característico
de ciertas formas de anarquismo.
Como hecho anecdótico, nos reseña Joll la experiencia de
Franz Borkenau: “Traté en vano de conseguir una bebida, así
fuera un poco de café, vino o limonada. El bar del pueblo se
había cerrado por considerarse un comercio indigno. Eché un
vistazo a las tiendas y todo escaseaba tanto, que uno podía
atreverse a anunciar una inminente situación de hambre. Pero a
los vecinos del pueblo parecía que les enorgullecía aquel estado
de cosas. Estaban contentos, dijeron, de que se hubiera
terminado el beber café; la impresión era que consideraban la
renuncia a las cosas accesorias como un progreso moral.
Lo poco que necesitaban del mundo exterior, ropa mente,
esperaban conseguirlo con un intercambio del excedente de
aceituna (para lo que, sin embargos a vía no se había dado
ningún paso). El aborrecimiento profesaban a las clases

107
privilegiadas era más de orden moral que económico. No
deseaban llevar la cómoda existencia de aquellos a quienes
habían expropiado; lo que querían era desembararse de sus
ostentaciones, que se les antojaban otros tantos vicios.”
La experiencia de Castro del Río no es diferente a la de otras
comunas anarquistas. Lo cierto es que en ésta en particular, la
cosa duró poco. Días después de la visita de Franz Borkenau, el
pueblo fue arrollado tras una dura resistencia.
La única esperanza que tenía el movimiento libertario
español, era lograr un triunfo contundente en zonas estratégicas
que hicieran al gobierno flaquear totalmente y darles el chance
de organizar el país. La suerte, como sabemos, no estuvo de su
parte y pronto todos aquellos sueños se evaporarían.
Pero el fracaso no devino de la nada. Existieron razones
concretas que impidieron que el movimiento anarquista lograra
sus objetivos:
Las dificultades empezaron cuando el capítulo de actividades
controladas por los anarquistas tuvo que soportar las
consecuencias de la guerra. Podía ocurrir que el comunismo
anarquista lograse funcionar temporalmente en una zona
alejada si los habitantes de la población se mostraban dispuestos
a cargar con la austeridad que exigía; pero resultaba mucho más
difícil gobernar una fábrica de acuerdo con el ideario anarquista

108
si para su normal funcionamiento necesitaba de primeras
materias procedentes de fuentes no controladas por los
anarquistas, y las cuales tenían que transportarse por ferrocarril
u otros medios que estaban en manos de organizaciones rivales.
Aunado a esto, se fueron suscitando enfrentamientos
internos en el seno de la CNT y en los grupos anarquistas, que
debilitaron finalmente todo el panorama y reprodujeron niveles
conflictivos que se creían superados; el anarquismo extremo de
las comunas libertarias dio paso a las requisitorias estatales.
Cuando no fueron las tropas de Franco las que acabaron con
los anarquistas del pueblo como el de Castro del Río, el
primitivo anarquismo de la fase inicial no pudo mantenerse
frente a la resistencia opuesta por los pequeños campesinos o
los colonos, siempre dispuestos a incrementar sus haberes a
expensas de los terratenientes, pero poco dispuestos a dar a la
cooperativa el pedazo de tierra que poseían.
El modelo bakuniniano se reprodujo en la experiencia
española con mucha nitidez y valoración. Su fracaso, si así
podemos llamar el hecho de que no siguiera en su aplicación, se
debió a la falta de recursos autogestionarios que permitieran a
los comités anarquistas tener voz y decisión.
El no haber podido conquistar las zonas estratégicas de
España, le costó a los movimientos anarquistas su revolución,

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pero no así su influencia en los años venideros. Los anarquistas
nunca fueron barridos del todo, y sus fuerzas continuaron
desempeñando un papel de consideración hasta el término de
la guerra. La tradición anarquista española ha prevalecido
ardiente y, aunque ahora sus posibilidades de emancipación
sean casi nulas, no le restan importancia, puesto que su valor no
es sólo práctico, sino teórico.
El pensamiento federal de Bakunin, en el ejemplo de Castro
del Río, es una clara exposición de que las ideas bakuninianas
no permanecieron en proyectos y utopías. Fueron llevadas a una
realidad y llegaron a ocupar sitial relevante. No aceptamos el
término de fracaso de estas ideas, puesto que su incontinuidad
se debió a errores en la configuración de la acción
revolucionaria, no a que el modelo adoleciese de fallas
pronunciadas. También inferimos que algunos planteamientos
bakuninianos fueron mal interpretados y llevados a la práctica
así como Lenin lo hizo con el pensamiento económico de Marx,
sin la más mínima consideración de las condiciones reales del
sistema.

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Referencias

Álvarez Junco, José (1976). La ideología política del anarquismo


español. Madrid: Siglo XXI.
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Ariel.

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EL AUTOR

Ramón Eduardo Azócar Añez (Guanare,


1968), egresó como politólogo de la
Universidad de los Andes, Mérida en 1993,
siendo discípulo de Alfonso Gándara Feijoo y
Fran Lee, exponentes del pensamiento neo
marxista; presentó su tesis de Grado titulada
“El pensamiento federalista libertario
bakuniniano”, bajo la dirección del anarquista
Ángel Cappelletti, uno de los fundadores del
movimiento libertario en Latinoamérica. Ejerce
funciones de Asesoría en políticas públicas y
comienza su actividad académica en la
Universidad Nacional Experimental de los Llanos Occidentales Ezequiel
Zamora, Vicerrectorado de Producción Agrícola de Guanare; para el 2003,
obtiene el título de Magister en Gerencia y Planificación Institucional, en
la UNELLEZ, presentando su tesis “Ejes estratégicos de desarrollo para
el estado Portuguesa”, que constituyó el primer papel de trabajo de
sustentación de lo que sería la política estadal para la planificación y gestión
eco-ambiental en Portuguesa; entre el 2003 al 2005, hace estudios en el
Doctorado de Estudios para el Desarrollo del CENDES-Universidad
Central de Venezuela, con su tesis “Canales de participación ciudadana en
el municipio Guanare, estado Portuguesa”, bajo la tutoría de Alexis
Mercado y Thais Maigón, expertos en políticas públicas y desarrollo
municipal; del 2005 al 2011, hace estudios en el Doctorado de Ciencias
de la Educación, de la Universidad Nacional Experimental Simón
Rodríguez, sede Barquisimeto, estado Lara, presentando su tesis “La
universidad venezolana desde la función extensionista”, con la tutoría de
Meralda García de Medida. Tiene un centenar de obras publicadas en
diversos géneros, entre las que destacan: “La revelación de Oanes” (1998),
“El nuevo paradigma educativo” (2000), “Pensamiento Complejo” (2007),
“La universidad venezolana” (2011), “Anarco- terrorismo” (2012),
“Metodología Líquida” (2012), entre otros. Reside en Guanare, donde
ejerce la labor docente, investigador y extensionista, en el Programa
Ciencias Sociales de la UNELLEZ-VPA; Editor, desde el 2015, de la
Revista Equidad, órgano de carácter arbitrado e indexado de Ciencias
Sociales, de la UNELLEZ-VPA.

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