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ISSN: 2070-8157
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Fundación Iuris Tantum
Bolivia
ACERCA DE LA FUNCIÓN
DEL JUEZ EN LA INVESTIGACIÓN
PREPARATORIA
SUMARIO.- 1.- Introducción. 2.- Potestad Jurisprudencial y nuevo Proceso Penal. 3.- Juez, Investigación y
Etapa Intermedia. 4.- Bibliografía
1.- Introducción.
Dos son las notas características del nuevo modelo del proceso penal de la
reforma latinoamericana. En primer lugar, la afirmación de las garantías
de los ciudadanos, tanto desde la perspectiva del imputado cuanto desde el
nuevo rol y status de la víctima, con una fuerte incidencia en el principio2
estructural de igualdad de armas, en especial en la relación –ciertamente
conflictiva- de los primeros con el rol y potestades del Ministerio Público.
En segundo lugar, la consolidación o, en todo caso, el fortalecimiento y
vigencia de los principios acusatorio y de contradicción, que inciden en
el objeto y en la estructura del proceso, respectivamente. Asimismo, un
dato procedimental que tiende a fortalecer esas dos notas esenciales es la
asunción del método oral –principio de oralidad-, que a su vez afirma la
esencialidad del juicio oral, en cuya virtud, como apunta SPATARO, “...el
material que recoge en la fase de las investigaciones preliminares ... es
utilizable dentro de ella y no en la sucesiva fase del juicio ... por ello, el
* Profesor Principal de Derecho Procesal Penal PUCP. Vocal Titular de la Corte Suprema de
Justicia del Perú.
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Acerca de la función del Juez de la Investigación Preparatoria
Esta garantía, así configurada –de rígida separación del Poder Judicial
respecto de los demás poderes públicos- , exige determinar con precisión lo
que es propio de lo jurisdiccional, puesto que está vedado al órgano judicial
asumir funciones que no están incardinadas en la potestad jurisdiccional, así
como igualmente está prohibido que otro órgano del Estado pueda asumir
funciones propias de la potestad jurisdiccional. Siendo así, cabe precisar,
de un lado, el concepto de jurisdicción, y, de otro lado, las funciones de la
jurisdicción.
Desde otra perspectiva, si se opta por un criterio formal para identificar los
elementos fundamentales que integran la jurisdicción, conforme apuntan
QUINTERO y PRIETO, éstos serían: a) la terceidad –según denominación
de CAPPELLETTI-, de quien decide, del Juez, cuya calidad esencial es la
imparcialidad, que se coloca por encima de las partes –el Juez, como tal,
dice VALENCIA, está investido de autoridad y es ajeno al conflicto jurídico
entre los sujetos (2000: 185)-; b) la presencia de las partes, además
del tercero imparcial –el proceso como actus trius personarum-; c) el
desarrollo de un procedimiento contradictorio19; y, d) una resolución con
fuerza de cosa juzgada –las decisiones finales del Juez vinculan “erga
omnes” y son irrevocables- (1995, I: 169-170).
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IV.- Bibliografía
1.ABREGÚ, MARTÍN: La instrucción como pre-juicio. http://
www.derechopenal.como.ar/ar/archivos.php?op=13&id=174.
2. ARMENTA DEU, TERESA: Lecciones de Derecho Procesal Penal, Ed. Marcial
Pons, Madrid, 2003.
3. ASENCIO MELLADO, JOSÉ MARÍA: Introducción al Derecho Procesal Penal, Ed.
Tirant lo Blanch, Valencia, 1997.
4. ASENCIO MELLADO, JOSÉ MARÍA: Derecho Procesal Penal, 3ra. Edición, Ed.
Tirant lo Blanch, Valencia, 2004.
5. BACIGALUPO, ENRIQUE: Derecho Penal. Parte General, ARA Editores, Lima,
2004.
6. BACIGALUPO, ENRIQUE: La posición del Fiscal en la investigación penal. En:
AA.VV.: La posición del fiscal en la investigación penal: la reforma de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal, Ed. Thomson & Aranzadi, Navarra, 2005.
7. BAUMANN, JÜRGEN: Derecho Procesal Penal, Ed. Depalma, Buenos Aires, 1986.
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35. MAIER, JULIO B.J.: Derecho Procesal Penal. Fundamentos, Tomo I, 2da.
Edición, Ed. Del Puerto, Buenos Aires, 1996.
36. MAIER, JULIO B.J.: Derecho Procesal Penal. Parte General, Tomo II, 1ra.
Edición, Ed. Del Puerto, Buenos Aires, 2003.
37. MÁLAGA DIÉGUEZ, FRANCISCO: El fundamento de la tutela provisional en el
proceso penal. En Justicia, N° 1-2, Barcelona, 2002.
38. MARTÍN Y MARTÍN, JOSÉ ANTONIO: La instrucción penal, 2da. Edición, Marcial
Pons, Madrid, 2004.
39. MARTÍN PASTOR, JOSÉ: El Ministerio Fiscal como director de la investigación
oficial en el proceso penal, Colegio Real de España, Bolonia, 2005.
40. MONTERO AROCA, JUAN y otros: Derecho Jurisdiccional III. Proceso Penal, 12°
Edición, Ed. Tirant lo Blanch, Valencia, 2004.
41. MORENO CATENA, VÍCTOR: La protección de testigos y peritos en el proceso
penal español. En: Delincuencia Organizada (FERRÉ OLIVÉ, JUAN CARLOS; ANARTE
BORRALLO, ENRIQUE, Editores), Universidad de Huelva, Huelva, 1999.
42. MORENO CATENA, VÍCTOR (Director): El proceso penal, Ed.Tirant lo Blanch,
Valencia, 2000.
43. MORENO CATENA, VÍCTOR: La posición del Fiscal en la investigación penal:
la reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal. En: AA.VV.: La posición del
Fiscal en la investigación penal: la reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal,
Ed. Thomson & Aranzadi, Navarra, 2005.
44. ORMAZABAL SÁNCHEZ, GUILLERMO: Introducción al Derecho Procesal, Ed.
Marcial Pons, Madrid, 2002.
45. ORTELLS RAMOS, MANUEL: Exclusividad jurisdiccional para la restricción de
derechos fundamentales y ámbitos vedadas a la injerencia constitucional. En:
Medidas Restrictivas de Derechos Fundamentales. Consejo General del Poder
Judicial, Madrid, 1996.
46. ORTELLS RAMOS, MANUEL, y otros: Derecho Procesal. Introducción, Ed. Punto
y coma, Valencia, 2003.
47. ORTIZ SCHINDLER, ENRIQUE; MEDINA RAMÍREZ, MARCO ANTONIO: Manual del
nuevo proceso penal, Ed. Libro Tecnia, Santiago, 2005.
48. PEDRAZ PENALVA, ERNESTO: Derecho Procesal Penal. Tomo I, Ed. Colex,
Madrid, 2000.
49. POLAINO NAVARRETE, MIGUEL: Derecho Penal. Modernas Bases Dogmáticas,
Grijley, Lima, 2004.
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50. PRIETO VERA, ALBERTO JOSÉ: Esquema del proceso penal en el sistema
acusatorio colombiano. En: AA.VV., El proceso penal acusatorio colombiano,
Tomo II, Ediciones Jurídicas Andrés Morales, 1ra. Reimpresión, Bogotá, 2005.
51. QUINTERO, BEATRIZ; PRIETO, EUGENIO: Teoría General del Proceso, Ed. Temis,
Bogotá, 1995.
52. RAMOS MÉNDEZ, FRANCISCO: El sistema procesal español, José María Bosch
Editor, Barcelona, 2000.
53. RIFÁ SOLER, JOSÉ MARÍA; VALLS GOMBÁU, JOSÉ FRANCISCO: Derecho Procesal
Penal, Iurgium Editores, Madrid, 2000.
54. ROXÍN, CLAUS: Derecho Procesal Penal, Editores del Puerto, Buenos Aires,
2000.
55. SAN MARTÍN CASTRO, CÉSAR: Derecho Procesal Penal, 2da. Edición, Ed.
Grijley, Lima, 2003.
56. SCHLÜCHTER, ELLEN: Derecho Procesal Penal, Ed. Tirant lo Blanch, Valencia,
1999.
57. SPATARO, ARMANDO: Italia. En: Sistemas de proceso penal en Europa (MACIÁ
GÓMEZ, RAMÓN: Director), Ed. Cedecs, Barelona, 1998.
58. TIEDEMANN, KLAUS y otros: Introducción al Derecho Penal y al Derecho
Procesal Penal, Ed. Ariel Derecho, Barcelona, 1989.
59. VALENCIA MIRÓN, ANTONIO JOSÉ: Introducción al Derecho Procesal, Ed.
Comares, Granada, 2000.
60. YÁNEZ CORTEZ, ARTURO: La vigencia plena del nuevo Código de Procedimiento
Penal y la Jurisprudencia Constitucional, Ed. Talleres Gráficos “Gaviota del Sur”,
Sucre, Bolivia, 2003.
Lima, enero de 2006.
Notas de Pie
1 Desde luego, han servido de modelos, siempre parciales, tres Códigos Europeos; a) La
Ordenanza Procesal Penal Alemana reformada de 1974 y 1987; b) El Código de Procedimiento
Penal Italiano de 1988; y, c) el Código de Procedimiento Penal Portugués de 1987.
2 Siguiendo a ARMENTA DEU (2003: 69), entendemos por “principio” aquella proposición jurídica de
carácter general y abstracto que da sentido o inspira a las normas concretas y que, a falta de
éstas, puede resolver directamente los conflictos; además, integra lagunas de la ley procesal.
3 Desde una perspectiva general, explica PEDRAZ PENALVA, el nuevo proceso se propone cinco
objetivos: a) responder a la nueva legislación criminal material orientada a hacer frente a nuevas
formas de criminalidad; b) plasmar un enjuiciamiento que asegure en plenitud los derechos y
libertades fundamentales del acusado; c) tutelar los derechos de la víctima; d) reafirmar el
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12 Acota GONZÁLES DURÁN que el nuevo proceso penal gráficamente presenta el Juez en un estrado
completamente imparcial y en actitud vigilante permanente del cumplimiento de la legalidad,
puesto que el ejercer el control jurisdiccional sobre el ejercicio de la investigación, asumen
también la posesión de garante respecto de la constitucionalidad de los actos ejercitados por
funcionarios de la policía y por la Fiscalía y, durante la celebración del juicio, a más de ajustar
sus actos al marco estricto de la ley y ejercer sus funciones conforme a las competencias
reservadas por el Código, deben actuar con independencia y sólo sometidos a la Constitución
y la ley (2003: 220).
13 Tal vez la norma más interesante del CPP Peruano es el apartado 2do del art. 385°, que
a la letra dice: El Juez Penal, excepcionalmente, podrá disponer, de oficio[ ...] la actuación
de nuevos medios probatorios si en el curso del debate resultasen indispensables o
manifiestamente útiles para esclarecer la verdad. El Juez Penal cuidará de no reemplazar por
este medio la actuación propia de las partes”. En igual sentido, aunque menos explícita es la
legislación procesal penal de Costa Rica, a partir de la concordancia de los arts. 230°.1 y 355°,
de suerte que la prueba de oficio sólo puede ordenarse cuando sea manifiesta la negligencia
de alguna de las partes y su fuente resida en las actuaciones ya realizadas.
14 Como insiste el mencionado autor, no puede confundirse el proceso penal como proceso de
partes ante un órgano imparcial, con una concepción privada del proceso penal en la que se
confunda el principio acusatorio con el principio dispositivo, característico de la mayoría de
procesos civiles. En el proceso penal debe tenerse en cuenta también el carácter público de
la potestad jurisdiccional y, sobre todo, la consideración de la naturaleza del interés en juego
(2004: 71-72).
15 Es justo advertir que, en términos de celeridad y eficacia, no sólo se trata de redefinir quién
se encarga de conducir la investigación previa al juicio, sino de incorporar nuevas técnicas
de investigación, de regular nuevos perfiles, lógicas y sentido a la propia investigación, de
modificar la estructura normativa de esta fase del proceso. Además, limitar algunos ámbitos
inquisitoriales de la instrucción y entregar al Fiscal la conducción de la misma, debería
repercutir a su vez en la configuración del juicio, en la prontitud de la ejecución de la pena y,
muy especialmente, en la configuración del sistema de recursos (BACIGALUPO, 2005: 24-25).
16 El término “reserva” denota una habilitación normativa para dictar cierto tipo de actos, si no
siempre de interés pública, sí al menor de interés supraindividual (Diez-Picazo, 1998: 71).
17 La actividad jurídica del Juez, expresa RAMOS MÉNDEZ, es fundamentalmente enjuiciamiento y
se manifiesta tanto como decisión cuanto como ejecución (2000: 119).
18 En ese mismo sentido se pronuncia RAMOS MÉNDEZ. La exclusividad tiene una contrapartida
negativa: el juez sólo puede ejercer la función jurisdiccional y no otras, con lo que se preserva
la asepsia del Poder Judicial para no cuestionar la imparcialidad en el ejercicio de la función y
no disiparlo con actuaciones que impliquen desgaste político a los ojos de la comunidad (2000:
123).
19 En una democracia constitucional, explica DÍEZ-PICAZO, parece claro que el proceso como
institución se compone de tres elementos: 1) que exista una controversia entre las partes, en
la que resulta crucial la aplicación de normas jurídicas; 2) que haya una secuencia ordenada
de actuaciones, con invocación de argumentos fácticos y jurídicos por ambas partes; y, 3) que
todo ello sea pre3sidodo por un tercero en posición de imparcialidad y superioridad, a quien
corresponde, además, adoptar la decisión final (1998: 74).
20 A partir de la sospecha de la comisión de un hecho delictuoso, resulta indispensable
comprobar sin tardanza si éstos efectivamente han ocurrido e individualizar a los presuntos
culpables. Una investigación preparatoria del juicio, enfatiza ABREGÚ, sin duda, evita el peligro
de que desaparezcan las pruebas del delito o que el imputado consiga eludir la acción de la
justicia, vale decir, que se torne imposible la actuación de la ley, al mismo tiempo que sirve
para poner de manifiesto la falsedad o sinrazón de las imputaciones iniciales, evitando que el
imputado sea llevado a juicio público en virtud de una acusación carente de fundamento (p. 1
[www.derechopenal.com.ar]).
21 PRIETO VERA nos dice que la etapa de investigación tiene por objeto establecer la existencia de
la conducta de la cual se predica su prohibición, identificar los presuntos autores y partícipes
de la misma, las circunstancias de su realización; ubicar, identificar y preparar los medios de
prueba, todo con miras a fundamentar la acusación [también la defensa, como es evidente] o
cualquiera otra decisión conclusiva (2005, II: 4).
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22 Como acota DE LLERA, en este punto debe distinguirse dos cuestiones distintas. Una es la
estructura jurisdiccional o no jurisdiccional de la actividad instructoria, es decir, que presente
o no la estructura propia del proceso, y otra distinta que los actos que integran la instrucción
merezcan o no la calificación de actos procesales. La actividad investigadora propiamente
dicha es una actividad ajena a la jurisdiccional en cuanto tiene de captación de información
sobre el hecho cometido y por tanto investigado; es administración no justicia, actuación
primaria no actividad sustitutiva –que es lo que según CHIOVENDA caracteriza a la jurisdicción-
; distinto es el caso de los actos de anticipación de prueba, las medidas cautelares y las
medidas instrumentales restrictivas, que requieren necesariamente el concurso de un juez
y los procedimientos propios de la jurisdicción. En la fase instructoria, citando a FLORIÁN, la
relación jurídica procesal sólo surge ‘allí donde las partes se colocan en oposición entre ellas
(directa o indirectamente) bajo garantía jurisdiccional’ (2001: 50-51). Una interesante defensa
de la investigación a cargo del fiscal es la realizada por MORENO CATENA (cfr.: 2005: 59-63).
23 Recuérdese que existe una parte pública, cuya función más relevante es la promoción de la
acción de la justicia en defensa de la legalidad y del interés público tutelado por la ley, que es el
Ministerio Público, de modo que al interés público derivado de la tutela que brinda el Derecho
penal está suficientemente garantizado.
24 La reforma del proceso penal se orienta, esencialmente, por los objetivos de celeridad, eficacia
y protección de los derechos fundamentales. Pero la jurisdiccionalización integral de las etapas
anteriores al juicio, en rigor, la investigación preparatoria, no se cohonesta, necesariamente,
de forma efectiva, con la protección de los derechos fundamentales del imputado. Cuando esto
sucede, refieren MIRANDA y CALAZA, se corre el peligro que el “juez del enjuiciamiento” pueda
estar predeterminado por las decisiones adoptadas en la fase anterior al ser íntegramente
jurisdiccional; pero, advierten, a ese objetivo de incremento de protección de los derechos
fundamentales no basta que el Fiscal asuma la investigación, pues es preciso que el Ministerio
Público esté rodeada del los requisitos de autonomía funcional y objetividad en la investigación
(2005: 5-6).
25 Evitar que los actos de investigación se “transformen” en actos de prueba, de modo que
el Juez no pueda fundar en ellos su decisión, como fue el objetivo de la reforma procesal
italiana, en palabras de Rodríguez-Arias, se salvaguarda a través del llamado “sistema de
doble expediente” (fascicolo), por una parte el del Ministerio Público y, por otra, el de los
juicios orales, de suerte que, para evitar que el juez que celebra el juicio esté influenciado por
los actos de investigación preliminar, éstos no se transfieren al del juicio oral ni se ponen en
conocimiento del Juez, sino que se adjuntan al expediente del Ministerio Público sólo pueden
ser conocidos por las partes, por lo que, a la hora de adoptar una decisión, el Juez sólo cuenta
con los actas del juicio oral (1994: 254-255).
26 La Exposición de Motivos del Código Procesal Modelo para Iberoamérica es particularmente
contundente al respecto. Precisa, de un lado, que confiar la investigación al Ministerio Público
acentúa la forma acusatoria del procedimiento penal –en combinación con otras reglas
específicas posteriores-, y simplifica y dinamiza la tarea de investigación –que la instrucción
judicial no permite porque está encerrada en formalidades que no cumplen ninguna función, ni
siquiera protectora de la seguridad individual, y que restan eficacia tanto a la averiguación de
la verdad, cuanto a una decisión rápida acerca de la promoción del juicio o del sobreseimiento,
incluso en beneficio del imputado. Por otro lado, apunta que la compatibilización de la eficacia
con el respeto de a las garantías básicas y a los derechos fundamentales no es compatible
con entregar las funciones de persecución y de decisión durante la investigación preparatoria
a un solo órgano [el buen inquisidor mata al buen juez o, por el contrario, el buen juez destierra
al inquisidor], por lo que la investigación y el poder requirente debe corresponder al Ministerio
Público, y el control de ese ejercicio de poder, el poder de decisión, debe encargarse al Juez
(1990: 227-228).
27 La existencia de la investigación preparatoria a cargo del Ministerio Público, sostiene CUBAS
VILLANUEVA, sólo es posible en los marcos del sistema acusatorio, y resulta acorde con los
principios constitucionales de juicio previo e inviolabilidad de la defensa en juicio, al asegurar
que el juez que debe decidir el litigio se mantenga ajeno al conflicto que le ha sido planteado.
Resulta artificial, dice el autor, que el fiscal deba acusar sobre la base de elementos probatorios
que él no ha recogido, pues carece de toda posibilidad de selección. Igualmente, insiste, es
inadmisible la inversión de funciones que modelo inquisitivo, pues el fiscal que debe investigar
sólo controlo lo que el juez investiga, y este, que solo debería controlar la investigación, la
realiza personalmente (2004: 97).
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41 Las medidas provisionales pueden definirse como los actos procesales de coerción directa
que, recayendo sobre los derechos de relevancia constitucional, de carácter personal o
patrimonial, de las personas, se ordenan a fin de evitar determinadas actuaciones perjudiciales
que el imputado podría realizar durante el transcurso del procedimiento de declaración. Éstas
adoptan funciones cautelares, cuando persiguen garantizar la eficacia de la eventual sentencia
condenatoria: fuga, insolvencia y desaparición de bienes delictivos; funciones aseguratorias
de la prueba, cuando persiguen impedir actuaciones o confabulaciones del imputado que
obstruyan la investigación o perturben la práctica de los medios de prueba –actuaciones
de aseguramiento de evidencia-; y, funciones tuitiva-coercitivas, cuando persiguen impedir
que el imputado incurra en ulteriores hechos punibles, que previsiblemente serían idénticos
o análogos a aquél que ha provocado la incoación del procedimiento, o bien que consume
o amplíe los efectos del delito objeto de enjuiciamiento (SAN MARTÍN, II, 2003: 1073-1074;
MÁLAGA, 2002: 124-147).
42 ORTELLS RAMOS insiste en que la limitación de derechos fundamentales, a propósito de la
aplicación del Derecho Penal, sin perjuicio de las excepciones taxativamente contempladas
en el propio texto constitucional, corresponde al ámbito de la potestad jurisdiccional, que
importa la actuación del Derecho respecto a situaciones jurídicas de terceros, de otros; y, si
bien los supuestos de afectación de los derechos fundamentales no representan actuación del
Derecho como resultado final de un proceso, se trata de elementos instrumentales necesarios
para la actuación del Derecho –penal, en este caso-, de suerte que la Ley Fundamental [el
Derecho Internacional de los Derechos Humanos, la CADH] impone que las potestades de
dirección del proceso se realice bajo la presidencia y dirección judicial, y se ejerza con arreglo
a las normas de procedimiento que las layes establezcan (1996: 51-52).
43 El art. 71°.4 del CPP de Perú establece que si se vulnera la legalidad procesal durante la
investigación, si los derechos del imputado –identificados en el art. 71°.2 que exigen un
derecho de notificarlos o ponerlos en su conocimiento- no son respetados, si se le imponen
medidas limitativas indebidas o apremios ilegales, o si sus requerimientos son desestimados
irrazonablemente (vid.: art. 337°.5 CPP) puede acudir en vía de tutela al Juez de la
Investigación Preparatoria. ¿Es razonable este ámbito de intervención? Creo que sí; primero,
porque integra la potestad jurisdiccional la protección de los derechos; y, segundo, porque la
corrección de la investigación y de las medidas que durante su desarrollo se dictan, en tanto
se discuten derechos y el cumplimiento de la ley, sin juicio de oportunidad alguno o desarrollo
estratégico de la investigación, merece la intervención judicial. Ésta, por lo demás, se expresa
a pedido de parte –principio de rogación-, previa constatación de los hechos y realización de
una audiencia con intervención de las partes.
44 Las medidas de protección constituyen, apunta MORENO CATENA, prestaciones que el Estado
realiza a sujetos vulnerables en sede procesal, o en función al peligro que se cierne contra la
integridad de un órgano de prueba –testigo, perito o coimputado-; su objeto es evitar atentados
en su contra, y garantizarles seguridad y tranquilidad, a fin de que puedan cumplir con sus
deberes procesales o con los compromisos a los que voluntariamente se sometió (1999:
140).
45 La incorporación de esa figura, enfatiza SÁNCHEZ LUGO, es lógica y razonable, en la medida
en que exista la necesidad de preservar elementos de juicio relacionados con los hechos
materia de la investigación y que puedan ser valiosos para una decisión judicial. La llegada
excepcional de esta prueba al proceso penal, insiste el autor, debe estar mediada por motivos
fundados en la extrema necesidad de evitar la pérdida o la alteración del medio probatorio
(2005, I: 94).
46 Es prácticamente unánime que los Códigos Latinoamericanos encargan esa función al mismo
Juez que conoció de las cuestiones incidentales de la etapa de investigación preparatoria. El
Código Colombiano, que incorpora supuestos particularmente distintos en el procedimiento
respecto a los demás Códigos de nuestra región, sin embargo, estipula que la audiencia
de preclusión –tendente al sobreseimiento de la causa- es de competencia del juez de
conocimiento (art. 331°), al igual que la audiencia de formulación de la acusación –el juez
competente para adelantar el juicio- (art. 336°); esta última audiencia, denominada “audiencia
preparatoria”, está vinculada a la dilucidación del ámbito probatorio del futuro juicio (arts. 356°
y 362°); el Juez de Control de Garantías realiza las audiencias preliminares referidas a la
formulación de la imputación (art. 286°), a la aplicación del principio de oportunidad (art. 327°),
y a la actuación de la prueba anticipada, de medidas de protección, y de medidas limitativas en
general (art. 154°).
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