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) a la
Heather West4, Maneesh Sharma4, Xiaozhong Liu4, Raul Rene Robles-de la Torre5
1
Nutrilite S de RL de CV. Av. México #8. Rancho El Petacal, Municipio de Tolimán Jalisco,
2
México. CP 49750. Teléfono 01 341 41 178 78 ext. 112. Instituto Tecnológico Superior de
Tamazula de Gordiano Jalisco, México. 3 Amway Corporation, 7575 Fulton St. East Bldg. 50-2D,
Ada Michigan 49355. 4Amway Corporation, Beach Boulevard, # 5600, Buena Park California,
Resumen
La integración de la chía (Salvia hispanica L.) a la agricultura moderna está en marcha; por ello
fue evaluar el efecto de cuatro dosis de N (0, 50, 100 y 150 kg ha-1) sobre el comportamiento
agronómico de los cultivares de chía Pinta, Negra Puebla, Blanca Acatic y la línea de alto
rendimiento G-39 que fue desarrollada por Nutrilite en México. El experimento se estableció el 29
de Octubre de 1916 en Toliman Jalisco, México. Las variables evaluadas fueron: los días a inicio
de floración (DFL) y a madurez fisiológica; rendimiento de semilla (RS), peso de 1000 semillas
(P1000S), altura de la planta (AP), índice de cosecha y uniformidad del color del color de la semilla
(UCS). Los factores evaluados y su interacción no afectaron los DFL y la UCS; esto indica que su
expresión no está asociada con las dos prácticas evaluadas. Los cultivares, dosis de N y su
interacción afectaron significativamente el RS y sus componentes en chía; esto indica que su
mayor RS se obtuvo cuando la línea de alto RS G-39 se fertilizó con 100 kg ha-1 de N (2,209 kg
ha-1), este valor supera en 24% al RS logrado bajo el mismo régimen de N con Pinta (1,595 kg ha-
1
), el cultivar más cultivado en el mundo. El alto RS del G-39 se asocia con la alta uniformidad
que adquirió después de seis ciclos de selección, especialmente la asociada con el P1000S, AP, y
la madurez de la planta.
Introducción
La chía (Salvia hispanica L.) es una especie nativa de México y Guatemala, que hoy se considera
la fuente vegetal más importante de ácidos grasos Omega-3 para el hombre (Orona-Tamayo et al.,
2017). Debido a esto, en el último lustro su demanda global ha incrementado 239% anual, y se
estima que para el año 2020, sus ventas serán 1.1 billones de dólares (Fabrizio, 2016).
Mundialmente se siembran 367, 000 ha y Argentina, Bolivia, Paraguay, México y Australia son
los principales productores (Peperkamp, 2015). México cultiva 50, 000 ha año-1, y con un
rendimiento de semilla (RS) (500 kg ha-1) que es 30% superior al promedio mundial (357 kg ha-
1
), aporta 19% (25, 000 t) de la producción total (131, 000 t) (Peperkamp, 2015). El potencial
productivo de la chía se estima en 3, 140 kg ha-1 (Ketthaisong et al., 2016), sin embargo, el que
comúnmente obtienen los productores es mucho más bajo (300-500 kg ha-1) (Peperkamp, 2015).
De acuerdo con Sosa et al. (2017ab), esto se debe a que la chía al no estar integrada a la agricultura
moderna, no se conoce bien cómo el uso de: (1) variedades mejoradas; (2) fertilización; (3)
labranza; (4) irrigación; y (5) fechas de siembra; y (6) control de plagas, enfermedades y malezas
ayudan a mejorar su RS. Sutch (2008) reporta que la fertilización nitrogenada y el uso cultivares
rendidores son las prácticas que más ayudan a aumentar el rendimiento de los cultivos; y con base
en el trigo, Bell et al. (1995) estiman que su contribución es 48 y 28%, respectivamente; esto indica
que el uso de variedades rendidoras a la par de una adecuada fertilización ha permitido mejorar el
diferentes genotipos de chía indican que es factible incrementar el RS mediante esta vía (Ayerza
y Coates, 2009b; Baginsky et al., 2015; Valle, 2016), sin embargo, comercialmente no se logrado
porque todavía no existen cultivares de alto RS disponibles (Sosa et al., 2016a). Con relación al
uso de fertilizantes en la producción de chía, este es escaso ya que hasta hoy prevalece la creencia
de que la chía tiene bajos requerimientos de fertilización (Jamboonsri et al., 2012). Esto además
de resultar en poco interés para generar normas de fertilización; también ha hecho que varios
investigadores en sus ensayos de rendimiento usen dosis bajas de N (28 a 45 kg ha-1) (Coates y
Ayerza, 1998; Baginsky et al., 2015); pero principalmente sin aplicación (Coates y Ayerza, 1998;
Yeboah et al., 2015; Ayerza et al., 2016; Furlan et al., 2016; Valle, 2016). El requerimiento de N
en chía se desconoce, pero por el tamaño de su semilla, podría ser igual al de canola el cual es 60
consultada, la mayor dosis de N usada en chía es la aplicada por Baginski et al. (2015) (45 kg N
ha-1); suponiendo que la chía recupera 80% de esta dosis (Boaretto et al., 2007) y que por cada kg
de N absorbido produce 16.7 kg de semilla, con base en el modelo racional simplificado (Etchevers
et al., 1991), el rendimiento alcanzable estimado con esta dosis de N es 474 kg ha-1. Este valor es
congruente con el RS medio actual de México (500 kg ha-1), el cual desde el año 1935 no ha
cambiado (511 kg ha-1) (Rulfo, 1937); cuando el uso de N a nivel global era escaso (Sutch, 2008).
Esto sugiere que al menos en México, la chía está siendo sub fertilizada y podría ser una causa por
la cual su RS ha permanecido sin cambio en los últimos 83 años. Aun cuando en oleaginosas como
práctica común; por ello, es posible que a través de la aplicación de N se pueda incrementar su RS.
Con base en este supuesto, el objetivo de este trabajo fue evaluar el efecto de la fertilización con
Materiales y Métodos
Este trabajo se realizó en el rancho El Petacal, el cual se ubica en Tolimán Jalisco, México (19°
24´ LN y 103° 44´ LO) a 1060 msnm. Esta zona presenta un clima extremadamente seco, una
temperatura promedio durante el año de 23.0 °C y baja precipitación pluvial (menos de 400 mm)
(Sosa et al., 2016b). El suelo fue un Luvisol alcalino (pH 8.1), con bajo contenido de materia
orgánica (2.0%) y una disponibilidad de P, K, Ca, Mg, S-SO4, B, Fe, Mn y Zn de 12, 233, 1113,
985, 53, 0.7, 31, 144, y 1.0 ppm, respectivamente (método Mehlich III). Antes de este experimento,
el N disponible del suelo se removió parcialmente y seis meses antes, el área experimental se
cultivó con perejil sin fertilización. Los niveles de N-NO3 en el perfil 0-20 cm antes y después de
micronutrientes. Las fuentes utilizadas fueron Calphos ® (3 % P2O5), Allganic® (51% K2O), S
elemental (96% S) y Micromix ®; todos estos fertilizantes cuentan con registro OMRI (2013). En
la dosis de K aplicada se restó el K presente en la fuente de N usada para cubrir los tratamientos
ancho y la siembra se hizo a doble hilera utilizando una densidad de población de 26 plantas m-2.
El control de malezas fue manual, no se controlaron plagas y enfermedades y los riegos se hicieron
cuando la tensión de la humedad en el suelo fue igual o mayor a 20 centibares. La lámina de agua
utilizada fue 457 mm; de esta, 43 mm provinieron de la lluvia y el resto (412 mm) de agua extraída
de pozo que se aplicó vía riego por goteo. El diseño de tratamientos fue un factorial, donde el
factor A fue cuatro variedades (VARs) de chía; y el factor B, cuatro dosis de N. Las VARs
evaluadas fueron; Pinta, Negra Puebla, Blanca Acatic y la línea experimental de chía blanca G-39,
cuyo registro varietal está en marcha. La variedad Pinta es una mezcla de semilla negra y blanca
en proporción 9:1 cuyo origen es Acatic Jalisco, México (Jamboonsri et al., 2012; Rovati et al.,
2012). Esta variedad no ha sido mejorada, pero es la fuente genética con la cual se han generado
otras variedades (Hildebrand, 2013; Sorondo, 2014; Sosa, et al., 2016a); además actualmente cubre
80% de la superficie mundial (Cahill, 2003). El cultivar Blanca Acatic es de reciente creación, se
derivó del cultivar Pinta mediante selección masal y el color de la semilla fue el criterio usado en
su selección. Este cultivar no está completamente purificado (solo 96% de su semilla es blanca) y
aunque no cuenta con título obtentor, es cultivada exclusivamente por la compañía Chiablanca SC
de RL en Acatic Jalisco, México (Chíablanca, 2017). La variedad Negra Puebla, es nativa de San
Mateo Coatepec municipio de Atzitzihuacán, Puebla México. Este cultivar aunque no ha estado
sujeto a mejoramiento genético, se distingue porque el 100% de su semilla es negra oscura (Vera,
base fue el cultivar Pinta y además del color de la semilla, el P1000S y el RS también se usaron
como criterios de selección (Sosa et al., 2016bc). La dosis de N evaluadas fueron: 0, 50, 100 y 150
este fertilizante porque además de ser la fuente orgánica registrada que aporta más N, solo contiene
K como ion acompañante (OMRI, 2013). De acuerdo a la experiencia del autor principal, los
primeros 20 DDS, la chía puede sufrir daños de toxicidad por fertilizantes, para prevenir esto, las
experimental fue bloques al azar en arreglo de parcelas divididas con tres repeticiones; la parcela
grande fue para variedades (VARs) y estuvo constituida por 16 surcos de un metro de ancho y
cinco metros de largo; y la parcela chica fue de cuatro surcos y el mismo largo y ancho que la
parcela grande y en ella se establecieron las dosis de N. Hasta antes de la cosecha, las variables
medidas fueron días a floración (DIF) y a madurez fisiológica (DMF). La identificación de estas
dos etapas se realizó con base en los criterios de la escala fenológica BBCH extendida (Meier et
al., 2009). En la cosecha, como parcela útil se tomó los dos surcos centrales eliminando medio
metro de cada extremo (9.0 m2). El RS se determinó en 8.0 m2 de la parcela útil. Las plantas
presentes en esta área se cortaron, se secaron (por diez días), desgranaron y pesó su semilla. Las
plantas del área restante (1.0 m2) se contaron para determinar el número de plantas (NPLM2) y se
les midió su altura (AP) y longitud de la inflorescencia principal (LINFP). Estas muestras se
cosecharon y se secaron a 70 °C por 48 h, una vez secas se pesaron para determinar su biomasa
separaron, se contaron, pesaron y se desgranaron para determinar el RS. El índice de cosecha (IC)
inflorescencias. El peso de 1000 semillas (P1000S) se determinó contando y pesando esta cantidad
en una balanza analítica y la uniformidad del color de la semilla (UCS) se midió en esta misma
muestra, contando las semillas de color diferente al dominante y expresando su valor como
porcentaje. A todas las variables estudiadas se les hizo un análisis de varianza y en las que hubo
significancia estadística (P>0.05) una la prueba de Tukey (P= 0.05). Se calcularon los coeficientes
de correlación de Pearson entre las doce variables evaluadas y se hizo un análisis de regresión
entre las dosis de nitrógeno evaluadas y el RS de cada variedad evaluada. A partir de la ecuación
dosis óptima fisiológica (DOF) expresada en kg N ha-1. El valor de la DOF calculado se sustituyó
en la ecuación de regresión para calcular el valor de Y de cada variedad y que se relaciona con su
sin N)/DOF. El valor de esta variable se expresó en kg de semilla producido por kg N aplicado.
Resultados y Discusión
(VARs x DN) en 12 parámetros evaluados en chía (Salvia hispanica L.) cultivada en El rancho el
Petacal, Municipio de Tolimán Jalisco, México. A excepción del NPLM2, los parámetros restantes
fueron afectados por las VARs (P >0.05). El NPLM2 se asocia con el manejo del experimento y
la nula significancia indica que la densidad poblacional no influyo en los resultados. De las VARs
estudiadas, Negra Puebla presentó la mayor diferencia fenotípica, y además de ser más tardía (112
DMF), exhibió la LINFP más corta (20 cm) y el más bajo RS (1, 247 kg ha-1). Esto es congruente
con lo reportado por Hernández y Miranda (2008) quienes señalan que los cultivares colectados
en Puebla son fenotípicamente diferentes a los nativos de Jalisco; las tres características distintivas
de la chía de Puebla son su ciclo tardío, semilla 100% negra oscura y la nula presencia de semilla
blanca (Vera, 2012). Los cultivares Pinta, Blanca Acatic y el G-39 tuvieron valores similares de
DIFL, DMF (55 y 105 DDS, respectivamente), IC (0.29) y LINFP (23 cm); esto se debe a que los
tres cultivares tienen el mismo origen geográfico (Acatic, Jalisco, México) y están emparentados
mejorado genéticamente. El estatus del G-39 como el primer genotipo de alto RS se reflejó en su
potencial productivo (1, 723 kg ha-1) el cual fue 38, 35 y 25% mayor que el de Negra Puebla,
Blanca Acatic y Pinta (1247, 1274 y 1381 kg ha-1, respectivamente) (Cuadro 1; Figura 2). El alto
RS del G-39 se asoció con su capacidad para producir una alta cantidad de BT (5, 764 kg ha-1),
inflorescencias largas (23 cm) y semillas pesadas (1, 454 mg 1, 000 semillas-1) (Cuadro 1); esto lo
confirma la alta correlación entre el RS y la BT, LINFP y P1000S (r2= 0.96; 0.62; y 0.59,
científica con la que se sustentó el uso del P1000S como criterio de selección del G-39 (Sosa et
al., 2016bc); esto es congruente con el programa de mejoramiento genético que se conduce en
Tailandia para generar cultivares rendidores de chía (Ketthaisong et al., 2016). Esta estrategia de
mejoramiento se basa en que en chía, el P1000S es la única variable que no afecta el ambiente, es
altamente heredable y la ganancia genética de un ciclo es 16% (Cahill y Ehdaie, 2005; Ketthaisong
et al., 2016; Sosa et al, 2016bc). Contrario al factor VARs, la fertilización nitrogenada solo
modificó nueve de los 12 parámetros evaluados; siendo PLM2, DIF y UCS las variables que no
debe a que en chía, este proceso fisiológico lo controla el fotoperiodo y solo esta especie solo
florece cuando el día es menor de 12.3 horas luz (Ayerza, 2014; Sosa et al., 2017b). En contraparte,
significativamente las variables DMF, AP, RS, BT, P1000S, LINFP, INFM2 e IDES; las
diferencias exhibidas por estas variables fueron función de la respuesta de las variedades a la dosis
de N aplicada y que al final mejoró su productividad. PIN 1238 BL 1274 NG 1247 1723
2000
Rendimiento de semilla (kg ha-1) 1800
1723
1600
1400 1238 1274 1247
1200
1000
800
600
400
200
0
Pinta Blanca Acatic Negra G-39
Variedades
2000
Rendimiento de Semilla (kg ha-1)
1800
1600 1800
1400 1634
1200
1288
1000
800 1009
600
400
200
0
0 50 100 150
Dosis N
200
150
100
50
0
0 50 100 150
Dosis de Nitrógeno (Kg ha)
Figura 1. Efecto del factor variedades (a); dosis de nitrógeno (b) y su interacción (c) en el
México.
DIFL 0.52** -0.53** 0.19ns -0.23ns 0.25ns 0.13ns -0.39ns -0.51 0.17ns
LINFP 0.12ns
DIF= Días a inicio de floración; DMF= días a madurez fisiológica; AP= altura de la planta; RS= rendimiento de
semilla; BT= biomasa total; IC: índice de cosecha; P1000S: Peso 1000 semillas; INFLM2= Inflorescencias m2; IDES=
Esto lo corrobora la correlación estimada entre el RS y los DMF, AP, BT, P1000S y LINFP (r2=
0.50, 0.43, 0.96, 0,59, y 0.62, respectivamente) (Cuadro 2). Estos resultados son congruentes con
lo reportado en canola, ajonjolí y cártamo (Kalaiselvan et al., 2001; Siddiqui y Oad, 2006;
Aminpanah, 2013); en estas especies se reporta que la fertilización con N al incrementar los DMF,
AP, BT, P1000S, LINFP e INFM2 indirectamente ayudó a mejorar su RS. De todas las practicas
rendimiento de los cultivos; (Erisman et al., 2008; Roberts, 2009) y desde hace 59 años se estima
que la mejora lograda por esta vía es 50% (Collings, 1958). Sin embargo, de acuerdo con Ortiz-
Monasterio et al. (1997) y Sutch (2008), para incrementar la eficiencia del uso de los fertilizantes
las 12 variables evaluadas en chía; además en la Figura 1 se muestra como esta interacción afecta
similar y los mayores RS se obtuvieron al aplicar 100 kg N ha (Cuadro 1; Figura 1). Bajo este
régimen de N, el G-39 fue el cultivar más rendidor (2,209 kg ha-1); mientras que Pinta con 1, 595
100 kg N ha-1 fue diferente, esto indica que la fertilización con N no se debe generalizar y lo mejor
Cuadro 3 se presenta la ecuación de la curva del RS de cada cultivar a las dosis de N, su dosis
(EUN).
Cuadro 3. Dosis optima fisiológica (DOF), rendimiento óptimo fisiológico (ROF) y eficiencia de
uso de nitrógeno (EUN) estimada en cuatro cultivares de chía evaluados en Tolimán Jalisco.
DOF= dosis óptima fisiológica; ROF: Rendimiento óptimo fisiológico; EUN= eficiencia de uso del nitrógeno. EUN=
El cultivar G-39 además de presentar el mayor ROF (2, 157 kg ha-1), también fue el más eficiente
para recuperar el N proveniente del fertilizante, y en promedio produjo 8.1 kg de semilla kg-1 N
aplicado. La alta capacidad del G-39 para absorber y utilizar el N se asocia con su alta uniformidad
lograda después de seis ciclos de selección; particularmente en con relación a su AP, P1000S y
madurez de la planta; esto le permitió tener menos competencia entre plantas por agua luz y
nutrientes. En contraparte, Pinta aunque fue la segunda mejor variedad más rendidora (ROF=
1,643 kg ha-1), también fue la menos eficiente para usar el N y teóricamente produjo 3.2 kg de
semilla kg-1 N aplicado. La baja EUN de Pinta se asocia a que es una mezcla de genotipos
homocigóticos de semilla blanca, negra e híbridos que resultan de la cruza de estos; de acuerdo
con Hernández et al. (2008) el porcentaje de polinización cruzada es 22%. Varios investigadores
sostienen que la variabilidad genética de la chía es reducida; sin embargo, los resultados del
proyecto de mejoramiento genético que conduce Nutrilite difieren, ya que en la población de Pinta
coexisten plantas de diferente vigor; color de tallo, flor y espiga, altura, DIF, DIM, entre muchas
otras; de acuerdo con el concepto del débil competidor (Donald, 1968), algunas de estas
variaciones resultan en una alta competencia entre plantas que al final se traduce en baja
presenta más inconsistencias científicas a lo largo de su historia y aunque varias son creencias que
aparecieron después que la población Nahua de México casi se extinguió; también es resultado de
hallazgos y supuestos erróneos aceptados por el escaso conocimiento de esta especie; esto último,
todavía sigue ocurriendo. Algunas de las irregularidades científicas presentes en la literatura son:
(1) su nombre de Salvia hispanica L. que la describe como nativa de España (Linneo, 1753); (2)
la afirmación de que su abandono como cultivo fue resultado de la prohibición española (Ayerza
y Coates, 2006; de Falco et al., 2017); (3) considerarla una especie de temporal que solo florece
en verano (Orozco et al., 2014; Ramírez y Lozano, 2015); (4) Afirmar que resiste el ataque de
plagas y enfermedades (Muñoz et al., 2013; Ayerza y Coates, 2006; Pascual-Villalobos et al,.
1997); (5) suponer que es una planta con bajos requerimientos de fertilización (Jamboonsri et al.,
2012); (6) utilizar su nombre común para referirse al amaranto, chan y huauzontle (Alvarado, 2011;
Allende, 2014; Garcia y de la Cruz, 2016) e incluso la publicación de fotos que no son del cultivo
atendidas, pero, al estar vigentes tanto tiempo, evitaron que su sistema de cultivo se modernizara,
como resultado de esto, la chía se continúa cultivando de temporal y bajo un sistema de bajos
insumos. Es un hecho, que bajo este enfoque de manejo, aunque el rendimiento potencial de la
chía es cercano a 3000 kg ha, el RS máximo alcanzable es sólo 500 kg ha-1; de ahí la importancia
de completar su integración a la era moderna lo más pronto posible. En los últimos cinco años, se
ha generado más información agronómica que en los últimos 83 años que fue cuando la chía
renació como cultivo (Rulfo 1937). Con base en ello, hoy se sabe que al igual que los demás
cultivos, el RS en chía se puede mejorar usando variedades rendidoras (Baginsky et al., 2015;
Ketthaisong et al., 2016), fechas de siembra adecuadas (Karim et al., 2015; Sosa et al., 2017a),
localidades aptas para su cultivo (Ayerza y Coates, 2009; Baginsky et al., 2015), pesticidas para
(Yeboah et al., 2014; Furlan et al., 2016), irrigación (Yeboah et al., 2014; Karim et al., 2015;
Hernan et al., 2016); y acorde con los resultados de este trabajo, una fertilización adecuada de N.
Desde 2014, la compañía Nutrilite en Jalisco México, conduce investigación aplicada para
identificar las prácticas agronómicas que ayudan a aumentar el RS en chía; a este respecto, la
pregunta es: ¿Por qué el líder mundial en la producción de nutraceuticos decidió hacer esto? Hasta
Nutrilite fue 350 kg ha-1; considerando que para 2018 su demanda anual sería 60 t, se estimó se
necesitarían sembrar 171 ha; obviamente esto sería impráctico, ya que 70% del área cultivable se
tendría que destinar a la producción de chía. Ante este reto, se decidió estudiar las bases que
permiten aumentar el RS por unidad de superficie en chía; por lo tanto, además de conducir un
prueba los tres supuestos siguientes: (1) la chía es un cultivo de temporal que solo florece en
verano, (2) presenta bajos requerimientos de fertilización y (3) es resistente al ataque de factores
bióticos. Los resultados obtenidos se han publicado casi de inmediato y en la temporada 2016-
2017 esta información fue clave para producir a nivel comercial chía 100% blanca con un RS
superior a 2, 843 kg ha semilla (Sosa et al., 2017b). Para lograrlo, se dio un giro de 360 grados a
su manejo agronómico y la chía se sembró en inverno (15 Diciembre-15 Enero), se usó riego por
goteo, se trasplantó a 12 plantas m-2 (120 g ha-1 semilla) y se fertilizó de forma balanceada usando
el cultivar Rehnborg. La alta respuesta del cultivar G-39 a la fertilización nitrogenada es función
de la capacidad de su población para crecer en un mismo espacio sin competir por los recursos
disponibles; en contraparte, es posible que los bajos RS exhibidos por las variedades actuales y
las siembra de chía comúnmente se utilizan 4 kg ha-1 de semilla, esto es 333 semillas m-2 y al
menos 150 PL m-2 como población final (50% emergencia); considerando que esta población es
cuatro veces mayor que estimada como óptima (Yeboah et al., 2015), es evidente que las plantas
que finalmente producen semilla son las más competitivas (en promedio son 20 plantas m-2). Los
agricultores siembran la semilla del ciclo anterior, por lo tanto, es un hecho que al igual que como
sucede con las variedades locales de maíz y frijol, la semilla utilizada proviene de plantas
individualmente altamente productivas; pero de bajo RS como población. De acuerdo con Donald
(1968), la uniformidad genética combinada con la débil capacidad de las plantas para competir son
clave para que una variedad presente alta respuesta a la fertilización; esto explica porque de las
variedades evaluadas, el G-39 fue el más productivo. Está comprobado que las variedades sin
mejorar al ser menos rendidoras demandan menos nutrientes que las variedades modernas y la
baja respuesta de la chía la fertilización reportada podría asociares con la ausencia de variedades
de alto RS. Bajo este contexto, es necesario generar cultivares de alto RS en esta especie tal como
Conclusiones
El uso de variedades de alto RS y la fertilización con N son dos prácticas agronómicas que ayudan
a mejorar el RS en chía. Las variedades de chía que actualmente se cultivan en México (Pinta,
Negra Puebla y Blanca Acatic) son menos productivas, presentan menor respuesta al N y son
menos eficientes para usar el N aplicado que el cultivar de alto rendimiento G-39 recientemente
desarrollado por la compañía Nutrilite en México y que registrará como la primer variedad de chía
blanca de alto RS. El alto RS del G-39 se asocia con su alta uniformidad que obtuvo después de
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