Está en la página 1de 15

1

EL SILOGISMO Y EL TAO 1

Más de mil millones de personas en el mundo hoy reivindican una herencia intelectual de
la Grecia antigua. Más de dos mil millones son herederos de las antiguas tradiciones de
pensamiento chinas. Las filosofías y logros de griegos y chinos de hace 2,500 años fueron
notablemente disímiles, así como lo fueron las estructuras sociales y sus concepciones de
sí mismos. Y, como espero demostrarlo en este capítulo, los aspectos intelectuales de
cada sociedad cobran sentido a la luz de sus características sociales.

LOS GRIEGOS ANTIGUOS Y LA AGENTIVIDAD

Existe un teatro antiguo en Epidauro en Grecia en el que caben 14,000 personas.


Construido sobre una ladera, el teatro permite un panorama espectacular de las montañas
y los pinos. Su acústica es tal que es posible escuchar un pedazo de papel estrujarse en el
escenario desde cualquier lugar en el teatro. Los griegos del período clásico, desde el
siglo sexto hasta el tercero a.c., viajaban por largos períodos bajo condiciones difíciles
para asistir a obras de teatro y lecturas de poesía en Epidauro desde el amanecer hasta el
anochecer durantes varios días seguidos.

A nosotros, hoy en día, el amor del pueblo por el teatro y su voluntad de soportar alguna
inconvenencia para satisfacerlo tal vez no parezca terriblemente extraño. Pero entre las
grandes civilizaciones de la época, incluyendo a Persia, la India y el Medio Oriente, así
como la China, sólo es posible imaginar a los griegos como capaces de sentirse tan libres,
de confiar lo suficiente en su capacidad de controlar sus propias vidas como para
emprender un largo viaje sólo con el fin de obtener un goce estético. Los contemporáneos
de los griegos vivían en sociedades más o menos autocráticos en las cuales la voluntad
del rey era la ley y desafiarla era buscar la muerte. No habría sido en el interés del
gobernante permitir que sus súbditos erraran por el campo aún si sus vínculos a la tierra y
las rutinas de la agricultura les permitieran concebir la idea de emprender un largo viaje
con el propósito de la recreación.

Igualmente asombroso, aún para nosotros hoy en día, es el hecho de toda la nación griega
depusiera sus herramientas – incluyendo sus armas si las ciudades estado estaban en
guerra las unas con otras – para participar en las Olimpíadas como atletas o como
público.

Los griegos, mucho más que cualquier otro pueblo antiguo, y de hecho más que la
mayoría de la gente en el planeta hoy, tuvieron un notable sentido de la agentividad
personal – el sentimiento de que tenían las riendas de sus vidas en sus propias manos y
estaban libres para actuar como eligieran. Una definición de la felicidad para los griegos
era que consistía en ser capaz de ejercer sus poderes en búsqueda de la excelencia en una
vida libre de restricciones.

1
 Tomado de Richard E. Nisbett, The Geography of Thought, How Asians and Westerners Think
Differently… and Why, New York, The Free Press, 2003. Traducción: A. Sampson
2

Un fuerte sentimiento de identidad individual acompañaba el sentimiento griego de


agentividad personal. Si fueron los griegos o los hebreos los que inventaron el
individualismo es asunto de cierta controversia, pero no hay duda de que los griegos se
consideraban como individuos únicos, con atributos y metas distintivos. Esto habría sido
cierto al menos para la época de Homero en el octavo o noveno siglo a.c. Tanto los dioses
como los humanos en la Odisea y la Ilíada poseen personalidades plenamente formadas e
individualizadas. Es más, las diferencias entre los individuos fueron de interés
considerable para los filósofos griegos.

El sentimiento griego de la agentividad alimentó una tradición de debate. Homero hace


evidente que un hombre se define tanto por su capacidad de debatir como por sus proezas
como guerrero. Un hombre del común podría retar a un rey y no sólo sobrevivir para
contar la hazaña sino ocasionalmente hacer pasar el público a su favor. Los debates
transcurrían en la plaza de mercado, la asamblea política e incluso en los cuarteles. De
modo único entre las civilizaciones antiguas, asuntos importantes de estado, así como los
más banales, a menudo fueron decididos en combate retórico público, en lugar de serlo
por decreto autoritario. Las tiranías no fueron comunes en Grecia y, cuando se
presentaron, frecuentemente fueron reemplazadas por oligarquías o, a principios del siglo
quinto a.c., por democracias. Las constituciones de algunos estados tenían mecanismos
para impedir que los funcionarios se volvieran tiranos. Por ejemplo, la ciudad de Drerus
en Creta prohibía que alguien desempeñara el cargo de kosmos (magistrado) hasta que
hubieran pasado diez años desde la última vez que estuvo en ese cargo.

Tan impactante como la libertad e individualidad de los griegos es su curiosidad respecto


al mundo. Aristóteles pensaba que la curiosidad era la propiedad definitoria de los seres
humanos. San Lucas dijo de los atenienses de una época posterior: “Pasan su tiempo en
nada más que en contar o escuchar alguna novedad”. Los griegos, mucho más que sus
contemporáneos, especularon sobre la naturaleza del mundo en que se encontraban y
construyeron modelos suyos. Construyeron estos modelos al categorizar los objetos y los
eventos y al generar reglas acerca de ellos que eran de una precisión suficiente como para
la descripción y explicación sistemáticas. Esto caracterizó sus avances en – algunos han
dicho su invención – los campos de la física, la astronomía, la geometría axiomática, la
lógica formal, la filosofía racional, la historia natural, y la etnografía. (La palabra
“etnocéntrico” es de origen griego. El término resultó del reconocimiento por parte de los
griegos de que su creencia de que su modo de vida era superior al de los persas quizás se
basara sólo en prejuicios. Decidieron que no era así.)

Mientras muchas grandes civilizaciones contemporáneas, así como la mesopotamia y


egipcia anteriores, y las civilizaciones mayas posteriores, hicieron observaciones
sistemáticas en todos los dominios científicos, sólo los griegos intentaron explicar sus
observaciones en términos de principios subyacentes. La exploración de estos principios
fue fuente de placer para los griegos. Nuestra palabra “escuela” procede del griego
scholé, que significa “ocio”. El ocio, entre otras cosas, significó para los griegos la
libertad de perseguir el conocimiento. Los mercaderes de Atenas eran felices de enviar
sus hijos a la escuela para que pudieran satisfacer su curiosidad.
3

LOS CHINOS ANTIGUOS Y LA ARMONÍA

Mientras que para los antiguos griegos una ocasión especial podría ser la asistencia a
obras de teatro y recitales, una ocasión especial para los chinos del mismo período sería
una oportunidad para visitar amigos y familia. Hubo una práctica llamada chuan men,
literalmente “hacer de las puertas una cadena”. Las visitas, que tenían el objetivo de
demostrar respeto a los anfitriones, fueron especialmente comunes en los días de fiesta.
Los que eran visitados de primero eran percibidos como más importantes que los
visitados más tarde.

La contraparte china a la agentividad griega era la armonía. Cada chino era, primero y
por encima de todo, miembro de alguna colectividad, o más bien de varias colectividades
– el clan, el pueblo, y especialmente la familia. El individuo no era, como para los
griegos, una unidad encapsulada que mantenía una identidad constante en todas las
circunstancias. En cambio, como el filósofo Henry Rosemont ha escrito: “… Para los
primeros confucianos, no hay ningún yo aislado que pueda ser considerado en abstracto:
yo soy la totalidad de papeles que vivo en relación con otros específicos… Tomados
colectivamente, tejen, para cada uno de nosotros, un patrón único de identidad personal,
tal que si algunos de mis papeles cambian, los demás por necesidad también cambiarán,
literalmente volviéndome una persona diferente.”

A los chinos les interesaba menos el control de los otros o del entorno, y más bien el
control de sí, para minimizar la fricción con los otros en la familia y en el pueblo y para
facilitar la obediencia a las exigencias del estado administrado por los magistrados. El
ideal de la felicidad no era, como entre los griegos, una vida que permitiera el libre
ejercicio de los talentos distintivos, sino las satisfacciones de una simple vida rural
compartida en una red social armoniosa. Mientras que las ánforas y vasos de los griegos
llevan escenas de batallas, competencias atléticas y bacanales, los rollos y porcelanas
chinos antiguos representan escenas de actividades familiares y placeres campesinos.

Los chinos no se habrían sentido como los peones indefensos de los superiores y de los
miembros de la familia. Por lo contrario, habría habido un sentimiento de agentividad
colectiva. El principal sistema moral de China – el confucianismo – era esencialmente
una elaboración de las obligaciones que prevalecían entre emperador y súbdito, padre e
hijo, esposo y esposa, hermano mayor y hermano menor, entre amigos. La sociedad china
hacía que el individuo se sintiera una parte integral de un organismo social generalmente
benigno, grande y complejo en el que claras obligaciones mutuas servían como guía de la
conducta ética. La ejecución de papeles prescritos – en un sistema organizado y
jerárquico – constituía la esencia de la vida cotidiana china. No había contraparte al
sentimiento griego de libertad personal. Los derechos individuales en la China
correspondían a la “parte” individual de los derechos de la comunidad en su totalidad, y
no una licencia para hacer lo que viniera en gana.

Dentro del grupo social, cualquier forma de confrontación, como el debate, no se


fomentaba. Aqunque hubo una época, llamada el período de las “cien escuelas” entre 600
y 200 a.c., durante la cual el debate cortés se daba, al menos entre los filósofos, nada
4

parecido al desacuerdo público se autorizaba. Como ha escrito el filósofo británico de la


ciencia, Geoffrey Lloyd, “En la filosofía, en la medicina, y otros ámbitos, hay críticas a
otros puntos de vista… [pero] los chinos generalmente se retractaban mucho más
fácilmente que los griegos, y reconocían que otros puntos de vista podrían ser válidos…”

Su música monofónica reflejaba la preocupación china por la unidad. Los cantantes


cantaban la misma melodía y los instrumentos musicales tocaban las mismas notas al
mismo tiempo. No hay que sorprenderse de que fueran los griegos los que inventaron la
música polifónica, en la que diferentes instrumentos, y diferentes voces, ejecutan papeles
diferentes.

La armonía social china no debe confundirse con el conformismo. Por lo contrario,


Confucio elojió el deseo del caballero de armonizar y lo distinguió de la necesidad de la
persona baja de conformarse. El Zuozhuan, un texto clásico confuciano, hace esta
distinción en una metáfora sobre la cocina. Un buen cocinero mezcla los sabores y crea
algo armonioso y delicioso. Nignún sabor queda completamente sumergido, y el gusto
sabroso se debe a las contribuciones mezcladas pero distintivas de cada sabor.

La aproximación china a la comprensión del mundo natural era tan diferente de la de los
griegos como su comprensión de sí mismos. Muy pronto en su estudio de los cielos, los
chinos creyeron que los eventos cósmicos como los cometas y las eclipses podrían
predecir acontecimientos importantes en la tierra, como el nacimiento de conquistadores.
Pero cuando descubrieron las regularidades en estos eventos, en lugar de construir
modelos de ellos, perdieron interés en ellos.

La falta de asombro entre los chinos es especialmente notable cuando se tiene en cuenta
el hecho de que la civilización china estuvo muy por delante tecnológicamente respecto a
la civilización griega. Se ha acreditado a los chinos la invención original o independiente
de los sistemas de irrigación, la tinta, la porcelana, la brújula magnética, los estribos, la
perforación en profundidad, el triángulo de Pascal, las esclusas en los canales, la
navegación por proa y popa, los compartimientos estancos, el timón en la popa, el barco
de paletas, la cartografía cuantitativa, las técnicas de inmunización, las observaciones
astronómicas de novas, la sismografía y la acústica. Muchos de estos logros tecnológicos
se obtuvieron cuando Grecia no tenía virtualmente ninguno.

Pero, como lo observa el filósofo Hajime Nakamura, los adelantos chinos reflejan un don
por lo práctico, no una tendencia a la teoría e investigación científicas. Y como lo ha
escrito el filósofo y sinólogo Donald Munro: “En el confucianismo no había ningún
pensamiento sobre el saber que no conllevara alguna consecuencia en la acción.”

¿ESENCIA O EVANESCENCIA? LA FILOSOFÍA EN GRECIA Y CHINA

Las filosofías de Grecia y China reflejaron sus prácticas sociales distintivas. Los griegos
se preocuparon por comprender la naturaleza fundamental del mundo, aunque en modos
distintos en épocas distintas. Los filósofos de Ionia (incluyendo a Turquía occidental,
Sicilia e Italia del sur) del siglo sexto a.c. fueron de orientación enteramente empírica, y
5

construían sus teorías sobre la base de la observación sensorial. Pero en el siglo quinto se
produjo un cambio hacia la abstracción y la desconfianza de los sentidos. Platón pensaba
que las ideas – las formas – poseían una genuina realidad y que el mundo podría
entenderse mediante una aproximación lógica a sus significados, sin referencia al mundo
de los sentidos. Si los sentidos parecían contradeccir las conclusiones obtenidas a partir
de los primeros principios y la lógica, había que ignorar los sentidos.

Aunque Aristóteles no otorgaba realidad a las formas, pensaba que los atributos poseían
una realidad distinta de sus encarnaciones concretas en objetos. Para él, tenía sentido
hablar no sólo de un objeto sólido, sino de atributos en el abstracto – solidez, blancura,
etc. – y sostener teorías sobre estas abstracciones. Las propiedades centrales, básicas, sine
qua non de un objeto constituían su “esencia”, que era incambiante por definición, pues si
la esencia de un objeto cambiaba ya no era ese objeto sino otra cosa diferente. Las
propiedades de un objeto que podrían cambiar sin cambiar la esencia eran propiedades
“accidentales”. Por ejemplo, este autor carece tristemente de talento musical, pero si
súbitamente poseyera tal talento, aún sería la misma persona. El talento musical, por
tanto, es una propiedad accidental, y su cambio no constituye un cambio en la esencia de
la persona. Así, la filosofía griega se diferenció enormemente de la china en la medida en
que se preocupó profundamente por la pregunta por las propiedades que constituían a los
objetos, y que eran alterables sin cambiar la naturaleza del objeto.

El idioma griego mismo fomentó el enfoque sobre los atributos y la conversión de los
atributos en abstracciones. Como en otros idiomas indo-europeos, cada adjetivo puede
adquirir el estatuto de un sustantivo si se le agrega cierto sufijo: “blanco” se convierte en
“blancura”; “amable” en “amabilidad”. Una práctica habitual de los filósofos griegos era
la de analizar los atributos de un objeto – persona, lugar, cosa o animal – y categorizar el
objeto sobre la base de sus atributos abstraídos. Luego, pretendían comprender la
naturaleza del objeto, y la causa de sus acciones, sobre la base de reglas que gobernaban a
las categorías. Así, los atributos de un cometa se observarían y el objeto sería
categorizado en varios grados de abstracción – este cometa, un cometa, un cuerpo
celestial, un objeto en movimiento. Reglas en varios niveles de abstracción se generarían
como hipótesis y el comportamiento del cometa se explicaría en términos de reglas que
parecían funcionar en un nivel dado de abstracción.

Pero aún más básico en la filosofía griega es su esquema de fondo, que consideraba al
objeto en aislamiento como el foco apropiado de atención y análisis. La mayoría de los
griegos consideraban a la materia como particulada y separada – formada en objetos
discretos – así como los humanos eran vistos como separados los unos de los otros y
pensados como totalidades distintas. Una vez que se toma al objeto como punto de
partida, entonces muchas cosas siguen automáticamente: los atributos del objeto se
vuelven centrales; los atributos se convierten en la base de la categorización del objeto;
las categorías se convierten en la base de la construcción de reglas; y los eventos,
entonces, son comprendidos como el resultado de que los objetos se comportan de
acuerdo con reglas. Por “objetos” quiero decir tanto objetos humanos como no humanos,
pero de hecho la naturaleza del mundo físico era de gran preocupación para los filósofos
6

griegos. Las relaciones humanas y la conducta ética eran importantes para los griegos
pero no tenían el interés absorbente que tenían para los chinos.

Un aspecto peculiar pero importante de la filosofía griega es la noción de que el mundo


es fundamentalmente estático e incambiante. Claro está, el filósofo del siglo sexto,
Heráclito y otros filosófos tempranos se ocuparon del cambio. (“Un hombre nunca se
baña dos veces en el mismo río porque el hombre es diferente y el río es diferente.”) Pero
ya para el siglo quinto, el cambio no era nada y la la estabilidad lo era todo. Parménides
“demostró”, en unos pocos pasos fáciles, que el cambio era imposible: decir de algo que
no existe es una contradicción. El no ser se contradice a sí mismo y por tanto el no ser no
es. Si el no ser no es, entonces nada puede cambiar, porque si la cosa Nº 1 se convirtiera
en cosa Nº 2, entonces la cosa Nº 1 no existiría. Parménides creó una opción para los
filósofos griegos: o bien podían confiar en la lógica o en sus sentidos. De Platón en
adelante, a menudo optaron por la lógica.

Zenón, el discípulo de Parménides, de modo semejante, estableció que el movimiento era


imposible. Lo hizo en dos demostraciones. Una es su famosa demostración con la flecha.
Para que una flecha alcance un blanco, primero tiene que avanzar la mitad del camino,
luego la mitad de la siguiente mitad, lugo la mitad de esa mitad, y la mitad de esa mitad,
etc. Pero de mitad en mitad la flecha nunca llega al blanco. Por tanto, no obstante la
evidencia visual, el movimiento no puede ocurrir. La otra “prueba” fue aún más sencilla.
O bien una cosa está en su lugar o no lo está. Si está en su lugar, entonces no puede
moverse. Es imposible que una cosa no esté en su lugar; por tanto nada se mueve. Como
el teórico de las comunicaciones Robert Logan ha escrito, los griegos “se volvieron
esclavos de la orientación lineal, “o bien o bien” de su lógica.”

No todos los filósofos griegos se empeñaron en sus cavilaciones en demostrar la


imposibilidad del movimiento, pero aún en Aristóteles hay un aspecto estático de su
razonamiento. Él creía, por ejemplo, que todos los cuerpos celestes eran inmutables,
esferas perfectas, y aunque el movimiento se produce y acontecimientos ocurren, la
esencia de las cosas no cambia. Por lo demás, la física de Aristóteles es
preponderantemente lineal. Los cambios en el ritmo del movimiento, y aún menos el
movimiento cíclico, desempeñan poco papel en la física de Aristóteles. (Es en parte por
esta razón por la que la física de Aristóteles estuvo tan mal orientada. Gordon Kane, un
físico amigo mío, ha identificado un número considerable de proposiciones físicas en los
escritos de Aristóteles. Él sostiene que la gran mayoría son erróneas. Esto resulta
particularmente extraño cuando los predecesores ionios de Aristóteles acertaron en
muchísimas.)

La orientación china hacia la vida fue formada por la mezcla de tres filosofías diferentes:
el taoismo, el confucianismo, y, mucho después, el budismo. Cada filosofía destacaba la
armonía y en general no fomentaba la especulación abstracta.

Hay un relato chino antiguo, todavía conocido por la mayor parte de los asiáticos hoy en
día, acerca de un viejo campesino cuyo único caballo se le escapó. Sabiendo que el
caballo era el medio de procurarse la vida, sus vecinos vinieron a compadecerlo. “¿Quién
7

sabe lo que es bueno o malo?” dijo el viejo rechazando su conmisceración. Y en efecto,


pocos días después retornó su caballo trayendo consigo un caballo salvaje. Los amigos
del viejo vinieron a felicitarlo. Rechazando sus felicitaciones, dijo el viejo, “¿Quién sabe
lo que es bueno o malo?”. Y, casualmente, pocos días después, cuando el hijo del
campesino intentaba domar el caballo salvaje, fue tumbado y quebró una pierna. Los
amigos vinieron para expresar su pesar por el infortunio del hijo. “¿Quién sabe lo que es
bueno o malo?”, dijo el viejo. Pasaron unas semanas y el ejército llegó a la aldea para
reclutar los hombres aptos para librar la guerra contra la provincia vecina, pero como el
hijo del viejo no estaba apto no tuvo que enrolarse.

Esta historia, que puede continuar hasta que la paciencia del público lo aguanta, expresa
una postura oriental fundamental hacia la vida. El mundo está en un constante cambio y
está lleno de contradicciones. Para comprender y apreciar un estado de cosas se requiere
su contrario; lo que parece ser verdadero ahora puede ser lo contrario de lo que parece ser
(p.e., la respuesta del primer ministro Chou En-lai en la época comunista cuando le
preguntaron si pensaba que las consecuencias de la revolución francesa habían sido
benéficas: “Es muy temprano para decirlo”).

El signo del tao

El yin (lo femenino y lo oscuro y lo pasivo) alterna con el yang (lo masculino y lo
iluminado y lo activo). En efecto, el yin y el yang sólo existen el uno por el otro, y
cuando el mundo está en un estado yin, este es un signo seguro de que está a punto de
pasar a un estado yang. El signo del tao que significa “el Camino” para convivir con la
naturaleza y los seres humanos, consiste en dos fuerzas bajo la forma de una voluta
blanca y otra negra. Pero la voluta negra contiene un punto blanco y la voluta blanca
contiene un punto negro. Y “el yang más verdadero es el yang que está en el yin”. El
principio del yin-yang es la espresión de la relación que existe entre fuerzas opuestas pero
que se interpenetran y se complementan, cada una hace inteligible a la otra o crea las
condiciones para alterarse mutuamente.

Dice el I Ching: “… Respecto a infelicidad, la felicidad se apoya en ella; respecto a la


felicidad, la infelicidad está oculta en ella. ¿Quién puede saber si es felicidad o
8

infelicidad? No hay certidumbre. El honrado de súbito se vuelve malvado, el bueno de


súbito se vuelve malvado” (I Ching, XXX).

Dice el Tao Te Ching: “Lo pesado es la raíz de lo ligero… Lo inmóvil es la fuente de


todo movimiento” (cap. 26).

El retorno – el movimiento en círculos interminables – es la forma básica de movimiento


del Tao.

Para contraer algo


Primero debes expandirlo
Para debilitar algo
Primero debes fortalecerlo
Para abolir algo
Primero debes alentarlo
Para tomar algo
Primero lo debes dar (Tao Te Ching, cap. 36)

Además de las enseñanzas respecto a la oposición, la contradicción, el cambio y los


ciclos, el taoismo representaba un profundo aprecio por la naturaleza, la vida rural y la
sencillez. Era la religión del asombro, de la magia y de la fantasía, confería significado al
universo por medio de su insistencia en los vínculos entre la naturaleza y los asuntos
humanos.

El taoismo es la fuente de una buena parte de la filosofía que subyace a las artes
medicales de China. La fisiología se explicaba en un nivel simbólico por el principio del
yin y del yang y por los Cinco Elementos (tierra, fuego, agua, metal y madera), que
también proporcionaron las explicaciones detrás de la magia, los encantamientos y los
afrodisíacos. La palabra ch’i era ubicua y significaba diversos conceptos: “aliento”,
“aire” o “espíritu.”

Confucio, quien vivió entre 551 y 479 a.c., no fue tanto un dirigente religioso sino más
bien un filósofo de la ética. Se preocupaba por las relaciones apropiadas entre las
personas, que en su sistema eran jerárquicas y estrictamente estipuladas. Cada miembro
de cada una de las parejas de relaciones (esposo-esposa, etc.) tenía claras obligaciones
respecto al otro.

El confucianismo ha sido llamado la religión del sentido común. Sus partidarios son
instados a abrazar la doctrina del Punto Medio – no ser excesivo en nada y suponer que
entre dos proposiciones y entre dos individuos en conflicto, hay verdad en ambos. Pero,
en realidad, el confucianismo, como el taoismo, se interesa poco en hallar la verdad y
más bien en hallar el Tao – el Camino – para vivir en el mundo.

El confucianismo confiere importancia al bienestar económico y la educación. El


individuo trabaja, no en beneficio propio, sino para toda la familia. De hecho, la idea del
ascenso del individuo, en oposición al ascenso de la familia, es ajena a las culturas que
9

están imbuidas de confucianismo. Se esperaba que un joven prometedor estudiara para


los examenes del gobierno con la esperanza de llegar a ser un magistrado. Si lo lograba,
la familia entera se beneficiaba económicamente de su posición. A diferencia de la mayor
parte del mundo hasta los tiempos modernos, había una movilidad social y económica
considerable en China. Cualquiera en el curso de su vida vería a algunas familias subir
por encima de sus orígenes y a otras hundirse más abajo. Quizás en parte por esta razón,
los confucianos siempre han creído, mucho más que los descendientes intelectuales de
Aristóteles, en la maleabilidad de la naturaleza humana.

El confucianismo se entremezcló fácilmente con el taoismo. En particular, el profundo


reconocimiento de las contradicciones y de los cambios en la vida humana, y la necesidad
de considerar las cosas en su conjunto, que son integrales a la idea de un universo
gobernado por el yin y el yang, también forman parte de la filosofía confuciana. Pero los
temas dominantes de la naturaleza y la vida rural están mucho más asociados con el
taoismo que con el confucianismo, y la importancia de la familia y el avance educativo y
económico son más esenciales al confucianismo. Estas diferencias temáticas se reflejan
en las pinturas de las porcelanas y los rollos. Temas característicamente inspirados por el
Tao serían representaciones de un pescador, de un talador o un individuo solitario sentado
bajo los árboles. Los temas inspirados por el confucianismo se centrarían en la familia,
con cuadros de muchas personas de diferentes edades ocupadas en actividades
compartidas. Distintos individuos en la China antigua, y en la contemporánea igualmente,
seguramente destacarían más a una de las orientaciones que a la otra. Esto podría
depender de la posición social. Hay un refrán que sostiene que cada chino es un
confuciano cuando tiene éxito y un taoista cuando fracasa.

El budismo, proveniente de la India, llegó a China siglos después del período clásico que
estamos examinando. Los chinos absorbieron de buen gana los aspectos congeniales del
budismo, incluyendo lo que había estado ausente de la filosofía china, especialmente una
epistemología o teoría del conocimiento. Las tres orientaciones compartían convicciones
respecto a la armonía, el holismo y la influencia recíproca de todo sobre prácticamente
todo. Estas orientaciones ayudan a explicar por qué la filosofía china carecía no sólo de
una concepción de los derechos individuales, sino a veces parece (al menos después de
que el budismo comenzó a ejercer una influencia) de un reconocimient de mentes
individuales. Un neoconfuciano del siglo doce escribió: “El universo es mi mente y mi
mente es el universo. Los sabios aparecieron hace decenas de miles de generaciones.
Ellos compartieron esta mente; compartieron este principio. Los sabios volverán a
aparecer dentro de decenas de miles de generaciones. Compartirán esta mente,
compartirán este principio.”

El holismo común a las tres generaciones sugieren que cada evento está en relación con
todo otro evento. Una idea clave es la de resonancia. Si se tañe una cuerda en un
instrumento, se produce una resonancia en otra cuerda. El hombre, el cielo y la tierra
crean resonancias los unos en los otros. Si el emperador comete un delito, todo el
universo queda desequilibrado.
10

El afán de lograr la abstracción, característico de la antigua filosofía griega, no tiene


homólogo en la filosofía china. Los filósofos chinos favorecían muy explícitamente las
más comunes impresiones sensoriales para la comprensión del mundo. De hecho, la
lengua china misma es notablemente concreta. Por ejemplo, no hay ninguna palabra para
“tamaño”. Si se quiere calzar a alguien, hay que preguntarle por el “grande-pequeño” de
sus pies. No hay ningún sufijo equivalente a “ura” en chino. Así no existe la “blancura” –
sólo existe el blanco del cisne y el blanco de la nieve. Los chinos están poco inclinados a
emplear términos o categorías precisamente definidos en ningún campo, y, en cambio,
emplean un lenguaje expresivo, metafórico.

En la crítica literaria china hay distintos métodos de escritura llamados “el método de
contemplar una fogata al otro lado del río” (un estilo impersonal), “el método de la
libélula que va rozando la superficie del agua” (un toque ligero), “el método de pintar un
dragón marcando con nitidez sus ojos” (destacar los puntos relevantes).

Para los chinos, el esquema subyacente de la naturaleza del mundo era la de una masa de
sustancias más bien que una colección de objetos discretos. Al mirar un trozo de madera,
el filósofo chino veía un todo sin fisuras compuesto de una sola sustancia, o quizás de
sustancias de diversos tipos que se interpenetraban. El filósofo griego habría visto un
objeto compuesto de partículas. Se debatía en Grecia si el mundo estaba compuesto por
átomos o por sustancias continuas, pero ese asunto nunca fue planteado en China. Estaba
compuesto por sustancias continuas, y pare de contar. El filósofo de la ciencia Joseph
Needham ha escrito: “Su universo fue un medio continuo o matriz dentro de la cual las
interacciones entre las cosas tenían lugar, no por el choque de átomos, sino por
influencias que se irradiaban.”

Así, los filósofos de China y Grecia eran tan diferentes como sus respectivas vidas
sociales y concepciones de sí mismos. Y las diferencias filosóficas reflejan las sociales en
varios respectos.

Los griegos eran independientes y se enfrascaban en disputas y debates verbales en un


esfuerzo por descubrir lo que las personas consideraban como la verdad. Se pensaban a sí
mismos como individuos con propiedades distintivas, como unidades separadas de las
demás dentro de la sociedad, y estando en control de sus destinos. De modo semejante, la
filosofía griega partía del objeto individual – la persona, el átomo, la casa – como la
unidad de análisis y examinaba las propiedades del objeto. El mundo era por principio
sencillo e inteligibe: todo lo que había que hacer era identificar los atributos distintivos de
un objeto para poder discriminar sus categorías relevantes y luego aplicar la regla
pertinente a las categorías.

La vida social china era interdependiente y la consigna no era la libertad sino la armonía
– la armonía entre los humanos y la naturaleza para los taoistas y la armonía de los
humanos con otros humanos para los confucianos. De modo semejante, el Camino, y no
el descubrimiento de la verdad, era la meta de la filosofía. El pensamiento que no guiaba
la acción carecía de frutos. El mundo era complejo, los acontecimientos estaban
interrelacionados, y los objetos (y las personas) estaban conectados “no como pedazos de
11

un pastel sino como cuerdas en una red”. El filósofo chino veía una familia de miembros
interrelacionados donde el griego veía una colección de personas con atributos
independientes de toda conexión con las demás. La complejidad y la interrelación
significaban para los chinos que cualquier intento de comprender el objeto sin tomar en
cuenta su contexto estaba condenado al fracaso. Aún en las mejores circunstancias, el
control de los resultados era difícil.

La ciencia y las matemáticas, como en seguida veremos, eran plenamente consistentes


tanto con el comportamiento social como el punto de vista filosófico.

¿CONTRADICCIÓN O CONEXIÓN?
LA CIENCIA Y LAS MATEMÁTICAS EN GRECIA Y CHINA

La más grandes de todos los descubrimientos científicos griegos fue el descubrimiento –


o más bien, como el filósofo Geoffrey Lloyd lo formuló, la invención – de la misma
naturaleza. Los griegos definieron a la naturaleza como el universo sin los seres humanos
y su cultura. Aunque esta nos parezca la más obvia de las distinciones, ninguna otra
civilización la produjo. Una explicación plausible de cómo los griegos lograron inventar
la naturaleza es que llegaron a formular una distinción entre el mundo externo, objetivo y
el interno, subjetivo. Y esta distinción se engendró porque los griegos, a diferencia de
todos los demás, tenían una clara comprensión de la subjetividad gracias a su tradición
del debate. No tiene ningún sentido que alguien intente persuadirme de algo a menos de
que él crea que existe una realidad que él aprehende mejor que yo. Tal vez él pueda,
mediante la coacción, obligarme a hacer lo que él quiere e incluso a decir que creo lo
mismo que él. Pero no logrará persuadirme hasta que yo crea que su interpretación
subjetiva de algún estado de cosas es superior a la mía.

Así, en efecto, la objetividad nació de la subjetividad – el reconocimiento de que dos


mentes podrían tener dos representaciones del mundo y que el mundo posee una
existencia independiente de toda representación. Este reconocimiento probablemente fue
facilitado a los griegos porque, debido a su posición como centro comercial, regularmente
se encontrontaban con gentes con ideas totalmente diferentes respecto al mundo. En
contraste, la cultura china fue unificada desde temprano y habría sido relativamente raro
encontrar gentes con puntos de vista metafísicos y religiosos radicalmente diferentes.

El descubrimiento de la naturaleza por los griegos hizo posible la invención de la ciencia.


El hecho de que los chinos no desarrollaron la ciencia puede atribuirse, en parte, a la falta
de curiosidad, pero la ausencia de una concepto de la naturaleza habría impedido el
desarrollo de la ciencia en todo caso. Como lo observa el filósofo Yu-lan Fung, las
preguntas por el “porqué” son difíciles de plantear si no existe un claro reconocimiento
de que existen conceptos mentales que de algún modo corresponden a aspectos de la
naturaleza, pero que no son idénticos a ellos.

El enfoque de los griegos en el objeto destacado y sus atributos condujo a su fracaso en la


comprensión de la naturaleza fundamental de la causalidad. Aristóteles explicaba que una
piedra que cae através del aire se debe al hecho de que la piedra posee la propiedad de la
12

“gravedad”. Pero, por supuesto, un pedazo de madera que se arroja al agua flota en vez
de hundirse. Aristóteles explicaba este fenómeno atribuyendo a la madera la propiedad de
la “levedad”. En ambos casos, el enfoque se hace exclusivamente sobre el objeto, sin
prestar atención a la posibilidad de que alguna fuerza por fuera del objeto podría ser
pertinente. Pero los chinos pensaban al mundo como consistiendo en sustancias en
interracción continua, así sus intentos de comprenderlo hicieron que se orientaran hacia
las compeljidades del “campo” entero, es decir, el contexto o entorno como un conjunto.
La noción de que los eventos siempre ocurren en un campo de fuerzas habría sido
perfectamente obvia a los chinos. Por tanto, los chinos tuvieron una especie de
reconocimiento del principio de la “acción desde una distancia” dos mil años antes de que
Galileo lo formulara. Tenían conocimiento del magnetismo y la resonancia acústica, por
ejemplo, y creían que era el movimiento de la luna lo que causaba las mareas, un hecho
que incluso se le escapó a Galileo.

En el desierto de China occidental están enterrados los cuerpos de personas altas, de pelo
rojo, asombrosamente bien preservados, de apariencia caucásica. Llegaron a ese lado del
mundo hace varios miles de años. Además de su aspecto, difieren de los pueblos que
vivían en esa área en otro aspecto interesante. Muchos muestran claros signos de haber
sido intervenidos quirúrgicamente. En toda la historia china, la cirujía ha sido una rareza.

La reticencia de los chinos a realizar cirujías es completamente comprensible a la luz de


sus creencias respecto a la armonía y las relaciones. La salud dependía del equilibrio de
fuerzas en el cuerpo y las relaciones entre sus partes. Y había, y aún hay hoy en día para
muchos orientales, relaciones entre cada parte del cuerpo con casi todas las demás partes.
Para obtener una idea de esta vasta red de interconexiones, obsérvese la visión de un
acupunturista moderno de las relaciones entre la superficie de la oreja y la epidermis y el
esqueleto. Una red igualmente compleja describe las relaciones entre la oreja y cada uno
de los órganos internos. La idea de que la ablación de una parte mal funcionante o
enferma del cuerpo podría ser benéfica, sin tomar en cuenta sus relaciones con otras
partes del cuerpo, habría sido considerada excesivamente simplista para los chinos. En
contraste, la cirujía ha sido practicada en muchas sociedades occidentales diferentes
durante miles de años.
13

Representación de la epidermis y del esqueleto sobre la superficie de la oreja para


propósitos de acupuntura

La tendencia china a centrarse en las relaciones en un campo complejo e interconectado


es ejemplificado por la práctica del feng shui, que aún continúa en el Oriente. Cuando
alguien quiere construir un edificio, es esencial convocar al maestro de feng shui. Esta
persona evalúa un número aparentemente ilimitado de factores tales como la altitud,
vientos predominantes, orientación respecto a la brújula, cercanía a cuerpos de agua, y da
consejos respecto a dónde ubicar la estructura. Esta práctica no tiene paralelo en el
Occidente, pero el rascacielos más moderno en Hong Kong habrá pasado por esta etapa
de feng shui.

La convicción de los chinos respecto a la interrelación de todo con todo, les hizo evidente
que los objetos son alterados por su contexto. Así, cualquier intento de categorizar los
objetos con precisión no les habría parecido de gran ayuda para comprender los eventos.
El mundo simplemente era demasiado complejo y e interactivo para que las categorías y
las reglas fueran de mayor ayuda para la comprensión o control de los objetos.

Los chinos tenían razón respecto a la importancia del campo para una comprensión del
comportamiento del objeto y tenían razón respecto a la complejidad, pero su falta de
interés en las categorías les impidió descubrir las leyes que realmente eran capaces de
explicar clases de eventos. Y por más que los griegos tendían a simplificar en exceso y a
satisfacerse con seudo-explicaciones que implicaban propiedades inexistentes,
comprendieron correctamente que era necesario categorizar los objetos para poder
aplicarles reglas. Puesto que las reglas son útiles en la medida en que se aplican a la gama
más amplia de objetos, había una constante presión hacia la generalización a altos niveles
de abstracción para que las reglas fueran aplicables al máximo. Esta presión hacia la
abstracción a veces – aunque no siempre – era útil.

La fe de los griegos en las categorías obtuvo resultados científicos, de modo inmediato


así como luego, para sus herederos intelectuales. Sólo los griegos hicieron clasificaciones
del mundo natural lo suficientemente rigurosas como para permitir avanzar desde los
esquemas biológicos folklóricos que otros pueblos construyeron hasta un único sistema
clasificatorio que, en últimas, redundaría en teorías con real poder explicativo.

Se dice que un grupo de matemáticos asociados con Pitagóras tiró por la borda a un
hombre porque se descubrió que había revelado el escándalo de los números irracionales,
14

como la raíz cuadrada de 2, que sigue y sigue sino un patrón predecible: 1.4142135…
Aunque esta historia sea apócrifa, ciertamente es verdad que la mayoría de los
matemáticos griegos no consideraban los números irracionales como números
verdaderos. Los griegos vivían en un mundo de partículas discretas y la naturaleza
continua y sin fin de los números irracionales era tan implausible que los matemáticos no
los tomaron en serio.

Por el otro lado, a los griegos probablemente les complacía el modo en el cual llegaron a
saber que la raíz cuadrada de 2 es irracional, es deccir mediante una prueba por la
contradicción. Se postulan dos números enteros, n y m, tales que la raíz cuadrada de 2 =
n/m y se demuestra que esto conduce a una contradicción.

Los griegos se centraban en, y hasta podría decirse que estaban obsessionados por, el
concepto de contradicción. Si una proposición estaba en una relación contradictoria con
otra, entonces una de las proposiciones tenía que ser rechazada. El principio de la
ausencia de contradicción constituye la base de la lógica proposicional. La explicación
general de por qué los griegos, y no otro pueblo, inventaron la lógica, es que una
sociedad en la que el debate desempeña un papel prominente comenzará a reconocer los
argumentos que por definición están fallidos, debido a que su estructura termina en una
contradicción. Las reglas básicas de la lógica, incluyendo el silogismo, fueron elaboradas
por Aristóteles. Se dice que inventó la lógica porque le fastidiaba escuchar los malos
argumentos en la asamblea política y en el ágora. Obsérvese que el análisis lógico es una
especie de continuación de la tendencia griega a descontextualizar. Se aplica la lógica al
despojar el significado de las proposiciones dejando intacta sólo su estructura formal.
Esto hace más fácil ver si un argumento es válido o no. Por supuesto, como a los
orientales les encanta señalar, ese tipo de descontextualización no carece de peligros.
Igual a los antiguos chinos, se esfuerzan por ser razonables y no racionales. El
mandamiento de evitar los extremos puede ser un principio tan útil como la exigencia de
evitar las contradicciones.

El filósofo chino Mo-tzu hizo serios avances en la dirección del pensamiento lógico en el
siglo quinto a.c., pero nunca formalizó su sistema y la lógica tuvo una muerte prematura
en China. Salvo este breve interludio, los chinos carecieron no sólo de lógica, sino
incluso del principio de contradicción. La India sí tuvo una fuerte tradición lógica, pero la
traducción china de los textos indios estaba llena de errores e incomprensiones. Aunque
los chinos hicieron avances sustanciales en álgebra y aritmética, hicieron poco progreso
en geometría porque las demostraciones reposan sobre la lógica formal, especialmente
sobre la nación de contradicción. (El álgebra no se volvió deductiva sino hasta Descartes.
Nuestro sistema educativo conserva el recuerdo de su separación al enseñar el álgebra y
la geometría como materias separadas.)

A los griegos les importaban profundamente los argumentos fundacionales en las


matemáticas. Otros pueblos tenían recetas; sólo los griegos hicieron derivaciones. Por el
otro lado, la preocupación griega por la lógica y las fundaciones puede haber presentado
tantos obstáculos como oportunidades. Los griegos nunca desarrollaron el concepto de
cero, que se requiere tanto para el álgebra como para un sistema numérico de estilo árabe.
15

El cero fue concebido por los griegos, pero fue rechazado porque se alegaba que
constituía una contradicción. El cero es igual al no ser y el no ser no puede ser. Una
comprensión del cero, así como del infinito y de los infinitesimales, en últimas tuvo que
ser importado del Oriente.

En lugar de la lógica, los chinos desarrollaron un tipo de dialecticismo. Esto no es


exactamente igual a la dialéctica hegeliana en la que la tesis es seguida por la antítesis,
que es resuelta mediante la síntesis, y que es “agresiva” en el sentido de que la meta final
del razonar es la de resolver la contradicción. En cambio, la dialéctica china usa la
contradicción para comprender las relaciones entre objetos o eventos, para trascender o
integrar oposiciones aparentes, o incluso abrazar puntos de vista opuestos pero
instructivos. En la tradición intelectual china no hay una incompatibilidad necesaria entre
la creencia de que A y la creencia de que no A. Por lo contrario, según el espíritu del Tao
o del yin y del yang, A puede, de hecho, implicar no A, o en todo caso que pronto será no
A. De cierto modo, el pensamiento dialéctico es lo contrario del pensamiento lógico. No
pretende descontextualizar sino ver las cosas en sus contextos apropiados. Los eventos no
ocurren en aislamiento de otros eventos, sino que siempre están insertos en un todo
significativo en el que los elementos cambian y se reorganizan constantemente. El pensar
acerca de un objeto o evento en aislamiento y aplicarles reglas abstractas equivale a
buscar conclusiones extremas y equivocadas. La meta del razonamiento es el Camino del
Punto Medio.

¿Por qué los antiguos griegos y chinos, que son los únicos pueblos antiguos cuya vida
mental nos es conocida, difirieron tanto en sus hábitos de pensamiento o, al menos, entre
los intelectuales? ¿Y por qué había tal “resonancia” entre las formas sociales y la
comprensión de sí, por un lado, y los presupuestos filosóficos y aproximaciones
científicas, por el otro? Respuestas a estas preguntas tienen implicaciones para la
comprensión de las diferencias entre el pensamiento oriental y occidental que existen hoy
en día.

También podría gustarte