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¿Y qué queréis enseñar con vuestro ejemplo? Que no hay que matar.

¿Y cómo enseñáis que


no hay que matar? Matando.”

Una nueva legalidad “La posición del gobierno excede todo, esto (por la pena de muerte)
necesitaría otra legalidad que hoy no tenemos y se instala otra lógica que creo que tiene que
ver con la venganza y que en otros países los policías actúan bajo estas políticas, bajo la
venganza”.

"La Constitución no permite la pena de muerte".

Las ejecuciones de inocentes siguen siendo una realidad frecuente en nuestros dias. Con 75 de
las 487 personas ejecutadas desde que en 1976 se restauró la pena capital. El record lo tenía
Illinois, donde 9 de las 11 condenas fueron erradas
“Ese es uno de los riesgos mayores que encontramos en este tipo de penas, porque un error
judicial, con la aplicación de la pena de muerte, ya no podría corregirse

La pena de muerte “Claro que no disuade. El que va a violar a un niño o a una niña, no piensa,
no analiza, no razona. El impulso aprendido es más poderoso que toda razón o fuerza: necesita
ser él mismo. Ejercer dominio, poder someter y humillar. La violación tiene muy poco que ver
con erotismo, el deseo, la sexualidad”

“La estadística muestra que los países con pena de muerte muestra que esta no desanima a los
criminales y por lo tanto no resuelve el problema de la prevención”

se basa en el principio del ojo por ojo, diente por diente, es decir, en retribuir el daño
causado con ese mismo daño: El niño que recibe un puñetazo devuelve otro puñetazo.
Según esta lógica, un asesinato ha de ser retribuido con la ejecución y un violador
debería ser violado.

Lo cual nos conduce al absurdo, pues la justicia se vería obligada a cometer los delitos
que ella misma prohíbe por inhumanos. El castigo justo no implica hacer lo mismo, más
bien se trata de castigar recortando la libertad del delincuente con mesura, respetando
ciertos parámetros básicos que demuestran que la justicia no se rebaja al mismo nivel de
la fechoría.

De este modo, el castigo justo respeta el derecho a la vida y la integridad física y moral
del delincuente. En las cárceles, el condenado no puede ser torturado ni aislado
eternamente de otras personas, por más atroz que haya sido su delito.

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