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SEMESTRE: VII
GRUPO: “B”
CIUDAD UNIVERSITARIA-PUNO
2019-I
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1. INTRODUCCIÓN
En este trabajo se presenta algunas nociones básicas sobre cierre de minas y se describe
una serie de métodos de clausura empleados en distintos tipos de labores subterráneas,
por considerar que la clausura de la instalación tiene gran influencia en la viabilidad de
los proyectos mineros, así como, sobre la calidad de vida y el desarrollo sostenido del
entorno.
OBJETIVOS
Los planes de cierre son requeridos en diferentes etapas a lo largo del ciclo de vida de la
Mina. Esta Guía presenta un formato estándar para la preparación de los planes de cierre
de minas en las diferentes etapas del ciclo de vida de la mina. Conjuntamente con el EIA se
requiere un plan de cierre conceptual, seguido por un plan de cierre detallado, que incluye la
estimación de costos, antes del inicio de la etapa de operación. El plan de cierre debe ser
actualizado durante la vida operativa de la mina con el fin de reflejar cualquier cambio en el
diseño y operación de la mina, así como las actividades progresivas de rehabilitación. A
medida que se acerque el fin de la vida de la mina se preparará una versión final del plan de
cierre. Después del desmantelamiento y cierre de la mina, se requieren informes de
mantenimiento, monitoreo y seguimiento post-cierre.
Un plan de clausura debe contener además de las medidas de seguridad para evitar daños
a estructuras tanto de superficie como de interior propias o colindantes, los tipos de cierre
para cada labor minera (galería, pozo, sondeo, chimenea, cámara de explotación), así
como el cerramiento y recuperación de las estructuras mineras existentes (escombreras,
presas de residuos, etc).
La elección del método de clausura debe dar seguridad física y protección ambiental al
entorno. Por ello, los objetivos que se esperan lograr con los cierres de labores mineras,
pueden ser:
Para alcanzar los objetivos del plan de clausura, además del mantenimiento, durante la
fase activa y pasiva del plan de cierre debe realizarse periódicamente el control y una
vigilancia exhaustiva de las diversas instalaciones y labores mineras.
Inventario.
Identifica las labores o estructuras a clausurar, da información de su estado y del riesgo
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potencial que representan.
Diseño.
Una vez elegido el tipo de cierre, se procederá a su diseño detallado, a partir de los datos
obtenidos en la investigación y evaluación técnica. Éste debe cumplir con la normativa
vigente y debe ser viable técnica y económicamente.
Construcción.
Después de aprobarse los planes de clausura se procede a su construcción según diseño y
método elegido. Éste debe ser compatible con los nuevos usos propuestos, lográndose un
mejor aprovechamiento de los terrenos recuperados, y de las instalaciones fuera de uso.
Mantenimiento y control.
El control y la vigilancia medioambiental se debe realizar hasta cumplir con los objetivos
del proyecto de clausura. Este seguimiento puede ser de 3 a 5 años y permitirá realizar
reparaciones y sustituciones de algunas estructuras empleadas en el cierre y que se hayan
deteriorado con el tiempo.
Cierres permanentes.
Este tipo de cierres son seguros y resistentes a condiciones climáticas muy adversas. Estas
construcciones sirven para clausurar definitivamente la instalación una vez concluido su
ciclo de explotación. Además, impide el acceso a las personas hacia el interior de las
labores mineras (Fig. 2).
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Figura 2. Detalle del cierre de un pozo inclinado con restauración final del terreno.
Cierres semi-permanentes.
Son sistemas que tienen una duración mayor que los cierres temporales. Sirven para
mantener aisladas las labores que representan un serio peligro para la salud humana,
debido a posibles riesgos de accidentes por la presencia de gases y drenajes
contaminantes.
Cierres temporales.
Este tipo de cierres previenen los accidentes debidos al ingreso deliberado de las personas
hacia el interior de las labores sin actividad. Estos cierres se caracterizan porque preservan
las condiciones naturales del lugar y permiten un futuro acceso. Para mantener las
instalaciones en buen estado, debe realizarse su mantenimiento y control periódico de
todas las labores mineras en las que se prevea su reapertura (Fig. 3).
Figura 3. Cierre temporal de un pozo con acceso para inspección y toma de muestras.
Por otro lado, los cierres de labores subterráneas, también se pueden agrupar según el
grado de estanqueidad respecto al agua, en: seco, húmedo e hidráulico.
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Figura 4. Cierres permanente de bocamina utilizando explosivos para impedir la
entrada y salida de agua y aire.
Cierre húmedo. Es aquel que permite la evacuación del agua existente en el interior de
la labor, pero, evita el ingreso de aire hacia el interior de la misma (Fig. 5).
Figura 5. Cierre de una galería que permite desaguar e impide el paso del aire.
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Figura 6. Cierre reforzado para altas presiones e inundación de labores al final de su vida.
Fecha de inicio del proyecto minero (A), es el momento en el que se comienzan a producir
las primeras modificaciones e impactos en el medio físico circundante a la mina.
Fase de pre-desarrollo (AB), es el tiempo que transcurre antes de que se inicien las
operaciones de desarrollo de la mina (preparación de labores).
Fecha de término de las operaciones mineras e inicio del cierre o clausura de la mina (C).
Fecha final del cierre (E), momento en que se demuestra, mediante el control y
seguimiento de las actividades del plan, el cumplimiento de los objetivos previstos con el
cierre y la obtención de resultados satisfactorios.
(G) es el punto en que se inician las operaciones mineras al igual que las actividades de
rehabilitación del lugar afectado. Si la restauración no es progresiva, ésta se tiene que
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llevar a cabo al final del período operacional (BC), lo que hace que se incremente el coste
de restauración y cierre hasta un punto máximo I en un instante C, que es la fecha de
cierre de la mina, siendo su costo CI, el cual, es mucho mayor que CH.
Este programa se emplea para evaluar los riesgos potenciales para el público y para el
medio ambiente derivados del estado de las labores o minas abandonadas. Muchas de
estas instalaciones suponen un peligro directo para el público tanto en términos de
seguridad como de salubridad.
El primero estima el riesgo para el público en general, debido a las actividades habituales
en el área cercana a las minas abandonadas. El segundo evalúa el riesgo para las personas
que deliberadamente acceden a la mina. Este riesgo incumbe, principalmente, a los niños,
a las personas aventureras, a los grupos de espeleología y a los buscadores de minerales.
La facilidad del acceso y la naturaleza de las labores son los principales aspectos
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considerados. El tercero (riesgo químico) muestra un problema menos grave desde el
punto de vista estructural de las minas abandonadas. Pero, sin embargo, sin un tratamiento
directo este tipo de alteración es, potencialmente, uno de los que incide más en el medio
ambiente y es más costoso de corregir. La naturaleza del riesgo químico está basada en la
presencia de metales tóxicos, radiactivos o corrosivos y de otro tipo de metales, productos
químicos o materiales nocivos, y condiciones medioambientales no usuales provocadas
por las labores mineras y actividades u operaciones de concentración del mineral.
•TIPO DE PRODUCTO
Y MATERIALES
• ESTADO DE LA MINA
• TIPO DE EXPLOTACIÓN
1º. El riesgo químico total (RQT) esta compuesto por el riesgo químico para los seres
humanos (RQH) y para el medio ambiente (RQM), el primero se puede estimar
mediante la siguiente expresión:
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RQM = Fmm x Fem x Fte x Frp x Ftt x Fpa
Los factores de riesgo considerados son: tipo de producto y materiales para los seres
humanos y el medio ambiente (Fmh y Fmm), estado de la mina (Fem), tipo de la
explotación (Fte), ritmo de producción (Frp), tipo de tratamiento del mineral (Ftt) y
potencial ácido (Fpa).
2º. En la determinación del RQT se considera el valor más alto entre RQH y RQM. Por
considerar que este valor presenta el mayor riesgo químico potencial, ya que estos
valres son excluyentes y no pueden acumularse.
RPA = Fs x Fl x Fnt
Los factores que se tienen en cuenta son: localización de la mina (Fl), seguridad en la
entrada (Fs), naturaleza del trabajo (Fnt).
Como resultado de la evaluación del riesgo se obtiene una puntuación para los distintos
tipos de riesgo. Esto permite identificar la variable o módulo que representa mayor riesgo
(mayor puntaje). Además, en función a esta valoración se puede elegir el tipo cierre más
adecuado a las características del terreno y de la instalación a clausurar, en esta selección
también se tendrá en cuenta además de los costes, el grado de seguridad y estabilidad
requerida.
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4. MÉTODOS DE CLAUSURA EN MINERÍA SUBTERRÁNEA
El cierre de estas labores suele ser complejo debido a que intervienen numerosos factores.
Antes de acometer el plan de clausura de una instalación minera al final de su ciclo o en
abandono debe recopilarse la información más relevante de la misma, como: localización
de las labores, tipo de sostenimiento y material utilizado en su construcción, capacidad
autoportante del macizo rocoso, necesidad de futuros accesos, consideraciones medioam-
bientales, información específica de cada labor (fecha explotación, distancia a superficie,
dimensiones, interconexiones, accesos, situación del nivel freático, volúmenes vacíos y
otros), control de flujos de agua y aire, mantenimiento aplicado a las labores, presencia
de materiales potencialmente generadores de contaminación, y sistema de cierre
planificado para cada labor.
Así mismo, hay que contemplar la compatibilidad de los materiales a utilizar en el cierre,
el significado histórico y cultural de las instalaciones, los costes de clausura y las
necesidades de usos futuros de los terrenos.
4.1. Clausura de pozos y chimeneas
Las dimensiones de estas estructuras suelen depender del uso que se hicieron de ellas
durante la explotación, pero, por lo general, suelen alcanzar grandes profundidades, por
lo que al acometer su clausura temporal o definitiva, se debe asegurar su estabilidad y que
no representen un peligro para el entorno.
Entre los factores de tipo técnico a considerar, antes de elegir el método de cierre de
las labores verticales (pozos y chimeneas), tenemos:
Los métodos de cierre de estas labores pueden ser diversos, aunque en este trabajo solo
se describirán dos de ellos, unos sirven para evitar el ingreso de aire y agua (Fig. 9) y
otros están diseñados para permitir el paso de éstos para mantener determinadas
condiciones en las labores situadas en profundidad (Fig. 10), entre los cierres más
empleados, tenemos:
En este tipo de clausura el relleno del pozo se realiza con materiales de escollera
existentes en la zona o transportados desde otras áreas. Es conveniente intercalar unas
barreras con materiales arcillosos para evitar los flujos de agua y mantener aislados los
acuíferos existentes.
El cierre de pozos utilizando escollera, arcilla y otros materiales sin clasificar, requiere
las siguientes indicaciones y recomendaciones:
A. Se construyen tabiques en las zonas de intersección con las galerías y en las zonas más
profundas, para que no se produzcan movimientos en el relleno. Luego se procede a
efectuar el relleno con la maquinaria adecuada para reducir el coste de la obra. En la
Fig. 9 se ilustra la secuencia de colocado de los materiales en este tipo de cierre.
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Figura 9. Cierre de pozos mediante tabiques y relleno e impermeabilización con barreras de
arcilla.
El cierre con jaulas metálicas es ideal para pequeños pozos o chimeneas, facilita el acceso
al interior y evita la caída de personas, animales y escombros abandonados.
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Figura 10. Cierre de pozos y chimeneas con jaula metálica que permite el acceso y la
ventilación.
La lechada de bentonita es una mezcla de bentonita en polvo y agua. Este lodo debe
contener como mínimo un 20 % de material sólido. La mezcla resultante debe tener una
porosidad baja y un alto volumen de sólidos, a fin de obtener una baja permeabilidad.
Para determinar el contenido de sólidos del lodo bentonítico, se divide el peso del material
seco entre el peso del material más el del agua (peso del material seco/[peso del material
+ peso del agua]) x 100.
Reactividad, la lechada debe ser un material inerte, que no reaccione con los estratos
rocosos ni contamine el acuífero.
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Colocación, la lechada debe tener una cohesión y densidad que permita su fácil manejo
y una rápida consolidación, rellenando todos los huecos del sondeo.
Capacidad de fluidez, la lechada debe tener una consistencia uniforme en toda la mezcla.
Asentamiento, la lechada debe penetrar los menos posible en la zona permeable del
estrato rocoso.
Estabilidad, una vez colocada la lechada debe proporcionar una estabilidad a la estructura.
También se pueden sellar sondeos poco profundos con bentonita seca. En este caso el
material se inyecta directamente sobre el sondeo, cayendo por gravedad sobre el espacio
a sellar. Cuando se emplea este método se debe tomar la precaución de que la bentonita
rellene completamente los orificios del sondeo. Para mejorar la colocación del relleno con
bentonita en un sondeo se suele emplear una barra larga para el esparcido y compactado.
Entre los problemas que se derivan de este tipo de labores se pueden destacar, entre otros:
posibles fenómenos de hundimiento en cotas superiores y la contaminación de causes
fluviales por mezcla con efluentes procedentes de minas abandonadas, que con el paso
del tiempo han encontrado una vía natural para salir al exterior, con los consecuentes
impactos ambientales.
Estas estructuras son muros construidos con trozos de roca, bloques de hormigón
(desechos de construcción) u otro material existente en el lugar, en el que se ha instalado
una compuerta de acceso. Sirve para ventilación, drenaje de aguas, así como para el
acceso limitado de personas hacia el interior de las labores para realizar inspecciones o
mediciones de control (Fig. 12).
Algunos de los inconvenientes que se derivan del uso de los tabiques de mampostería se
enumeran a continuación:
Por lo general, el grosor del tabique puede variar entre 0,70 m y 1,3 m (bocaminas de 2,5
y 3 m de altura). Este espesor aumenta a medida que el tamaño (altura y anchura) de la
labor se incrementa.
Los tabiques se construyen sobre una base sólida situada en un substrato rocoso
competente, pero si la base donde se realiza la obra no se encuentra bien consolidada, se
puede excava una zanja de 0,90 m de profundidad por debajo del nivel original del
suelo, sobre el que se construye un cimiento sólido para apoyar el tabique.
Para el drenaje del agua se instala una tubería metálica o de PVC de 5 cm de diámetro,
que sobresalga por cada lado del tabique 1,5 m aproximadamente y que disponga en el
lado interior de un codo vertical de unos 30 cm protegido por una rejilla. También se
puede instalar otra tubería de igual diámetro en la parte superior del tabique para evacuar
los gases existentes.
Para el acceso de personas al interior de la mina para realizar algún tipo de inspección o
mejorar la ventilación de las labores, se instala una tubería de acero galvanizado de 0,90
m de diámetro interior, en cuyo extremo exterior se puede colocar una trampilla o puerta
de rejilla (detalle en la Fig. 12).
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Figura 12. Cierre de una galería con muro de mampostería y acceso de tubería corrugada.
4.3.2. Cierre de una labor horizontal con tabiques de doble fila para el control de gases
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Para evitar las fugas de aire y gases a través del material de relleno del tabique, se
recomienda compactar el relleno o emplear un material poco permeable (arcilla), con el
fin de evitar la fuga del gas o reducirlo a niveles mínimos y que no representen riesgos.
Entre los gases que se pueden formar en el interior de la labores abandonadas, tenemos:
Oxidos nitrosos (NO+NO2), gases derivados de los óxidos de nitrógeno y que se producen
en las voladuras. Son tóxicos, pueden envenenar y generar edemas pulmonares.
Figura 13. Cierres impermeables con tabiques de doble fila para el control de gases.
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Sulfuro de hidrógeno (SH2), se genera durante la putrefacción de la madera en presencia
de compuestos sulfurados, es absorbido con mucha avidez por el agua y es muy tóxico,
incluso más que el CO.
Grisú (CH4 + aire), es una mezcla de gas metano y aire en diversas proporciones. Sus
características son incoloro, inodoro e insípido; además es combustible, asfixiante y
explosivo. Tiene un peso de 0,7108 kg/m3, por lo tanto se acumula en las partes altas de
las cavidades de mina. Se genera en el proceso geoquímico de transformación de restos
vegetales en carbón. Por cada m3 de carbón se producen más 200 m3 de CO2 y 350 m3 de
CH4. El CO2 se diluye en el agua a grandes presiones; también se consume en la
formación de carbonatos, sobre todo de hierro y calcio.
Cuando los terrenos superficiales bajo los cuales se hallan minados o antiguas cámaras
de explotación, vayan a destinarse a un uso que exige unas garantías de estabilidad, se
debe proceder a la consolidación de los huecos y del macizo rocoso afectado, junto con
el cierre de todos los accesos.
Los objetivos que persiguen estos tratamientos de consolidación del terreno, básicamente
son dos: mejorar las características portantes de los terrenos y reducir el riesgo de
migración de los huecos o hundimientos en superficie.
Los sólidos muy finos aumentan la viscosidad del lodo, por lo que su porcentaje no debe
ser muy elevado, ya que inhibiría el drenaje del relleno y causaría un aumento de la
presión hidrostática dentro de éste, lo que puede provocar el colapso del techo y los
hastiales de la labor minera.
Tanto las tuberías como la bomba deben elegirse de material resistente a la abrasión. La
granulometría de las partículas sólidas tiene mucha importancia en los sistemas de relleno
hidráulico y, por lo general, éstas no deben superar el tamaño de 0,6 veces el diámetro de
abertura de la bomba.
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Figura 14. Cierre de cámaras de explotación con relleno hidráulico.
Una vez finalizado el ciclo minero, si no existe una clausura y restauración posterior, los
terrenos abandonados quedan en una situación de degradación sin posibilidades reales de
aprovechamiento.
Por otro lado, los usos posibles de los terrenos recuperados son diversos y amplios,
cambian según el lugar, empresa, tipo de explotación, zona de la mina, entorno social,
valor ecológico y paisajístico, normativa vigente y otros.
Entre las diversas alternativas de utilización de los terrenos recuperados destacan las
siguientes: reserva secundaria de minerales u otros productos, aprovechamiento
agropecuario y forestal, reserva natural y recuperación de hábitat, uso recreativo,
deportivo (Fig.15), educativo, industrial y urbanístico, habilitación para vertederos
controlados, depósitos, almacenes y otros.
Figura 15. Utilización de espacios subterráneos dejados por la minería como instalaciones
deportivas (Caverna Gjovic, Noruega).
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BIBLIOGRAFÍA
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