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La escena de migrantes se repite en diferentes latitudes del planeta.

La
desesperación por huir de zonas de conflicto, en donde tienen negado cualquier
oportunidad de desarrollo o incluso de sobrevivencia, los lleva a poner en riesgo
incluso sus vidas. La ola migratoria hacia Europa es incontenible, y las escenas
de balsas en el mediterráneo son desgarradoras. En nuestro país, el río bravo
sigue siendo el objetivo a cruzar por miles de centroamericanos y mexicanos,
principalmente, que buscan llegar a los Estados Unidos en busca del famoso
“sueño americano”.

En meses recientes, se ha presentado el fenómeno de africanos que llegan a


México para lograr llegar a EU, resultado de que lograron obtener asilo político,
pero ante la creciente demanda de solicitudes, se ha restringido su ingreso, con
el consiguiente problema que esto representa al presentarse cada vez un número
mayor de personas provenientes de África, varados en Tijuana.

Ante el discurso de xenofobia que Donald Trump, candidato republicano a la


Presidencia de los Estados Unidos, ha venido manejando en su campaña, es
momento de ir planteando como será la relación bilateral, en especial en esta
materia, porque para los estados fronterizos como Tamaulipas, es indispensable
establecer políticas para atender su presencia. Los migrantes, por el estado de
indefensión en que se encuentran en sus trayectos, deben de contar con
protección de sus derechos humanos. La violencia a la que se encuentran
expuestos ha devenido en verdaderas tragedias.

Esas voces deben de ser escuchadas, y sobre todo atendidas, porque sus
tragedias no deben de sernos indiferentes. Se entiende que en algunos países,
como Inglaterra o ahora Estados Unidos, sectores de la sociedad estén
presionando para evitar la llegada de migrantes a sus países, por miedo a los
problemas que su presencia pueda generar. Pero lo lamentable es que esta
situación este siendo aprovechada por políticos populistas, que están
capitalizado estos miedos que inspiran. No se trata de culpar a nadie. No es
cuestión de culpar de las crisis económicas, la delincuencia o la presencia de
crimen organizado, ni de que sean responsabilidad de mexicanos, árabes, sirios
o centroamericanos. Es tiempo de aceptar que la multiculturalidad es parte de la
realidad de nuestro mundo.

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