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La ayuda humanitaria

La ayuda humanitaria forma parte de las acciones de solidaridad


internacional que la Organización de Naciones Unidas promueve y ejecuta para
atender una situación donde la vida de muchas personas está en riesgo por
factores muy diversos y la comunidad internacional no debe permanecer
indiferente. La ayuda se rige por los principios de humanidad, neutralidad e
imparcialidad.
La respuesta humanitaria por lo tanto, sigue principios universales y fines
estrictamente humanitarios que tienen como centro los derechos humanos, lo cual
significa: salvar vidas, aliviar el sufrimiento y proteger la dignidad y seguridad de
las personas; no tomar partido en las controversias políticas o de otra índole y
evitar exponer a daños adicionales por razones de la respuesta; ser
independientes de objetivos o presiones políticas, económicas o militares; y
garantizar el acceso a la asistencia según el carácter y proporción de las
necesidades sin discriminación alguna.

El efecto inmediato del ingreso de ayuda es que personas no mueran de


hambre, o por falta de medicinas, o por ausencia de equipos indispensables para
atender emergencias de salud. Otro efecto es que no se expandan enfermedades,
que las personas no tengan que abandonar forzosamente sus lugares de
residencia. Se destina por eso a las personas más vulnerables y en las zonas
geográficas o sector social donde se ha detectado mayor riesgo. Todo proceso de
ingreso de esa ayuda bien canalizada y con buena distribución resulta muy
favorable a la población. De ahí su importancia.

Los principios de Naciones Unidas dicen que la ayuda debe darse siempre
con la aprobación del país afectado y sobre la base de una solicitud que ese país
debe hacer. Ahora bien, ¿qué ocurre cuando el gobierno de ese país que necesita
ayuda humanitaria se niega a solicitar y más aún se resiste a cualquier acción que
implica proporcionar dicha ayuda? Y ese es el caso de Venezuela.
Tal como lo establecen los principios de la ayuda con carácter humanitario,
ella es complementaria a los esfuerzos que debe realizar cada gobierno para
atender la situación de emergencia. Pero qué ocurre cuando es ese propio
gobierno quien ha generado la crisis humanitaria y sus políticas y medidas
profundizan la crisis. ¿Deben los países mirar de lejos la situación? ¿ser
indiferentes? No lo creo.

Cuando los gobiernos no protegen a sus poblaciones o no llegan a


acuerdos sobre las medidas a adoptar, es mandato de las Naciones Unidas hacer
todo lo que esté a su alcance para cumplir su responsabilidad de exigir a los
Estados la asistencia y cooperación internacional como derecho que corresponde
a las personas que la necesiten. Por lo tanto, deben realizar todas las gestiones y
presiones diplomáticas para que esa ayuda humanitaria ingrese.

Mucho se viene hablando de la ayuda humanitaria en Venezuela y


desafortunadamente el empeño de Maduro y su cúpula gobernante de negarla, le
ha dado un matiz político nada adecuado. Además, para desprestigiar la ayuda se
empieza a realizar una campaña muy condenable de crear miedo en la población
para que no consuma los alimentos o medicamentos que logren ingresar con el
argumento de que producen cáncer o que son de mala calidad. Es realmente un
acto criminal causar esa zozobra en la gente necesitada.

La crisis venezolana se ha estado moviendo a una velocidad vertiginosa.


Después de casi dos décadas, la comunidad internacional está avanzando hacia
el consenso: “no hay más tiempo que perder en Venezuela”. Este reconocimiento
es vital para ayudar a los venezolanos a restaurar su democracia a través de
medios legítimos y constitucionales.

Un paso concreto en esa dirección lo constituyó el reto de proporcionar


asistencia humanitaria.

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