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LA TORMENTA MAS GRANDE ESTA EN JUPITER (ES MAS GRANDE QUE EL PLANETA)

Conocida como la Gran Mancha Roja, este fenómeno atmosférico ocupa hasta 40.000 kilómetros
de largo por 12.000 de ancho, aunque en los últimos años ha comenzado a disiparse

La tormenta más grande conocida no se encuentra en la Tierra, sino en la atmósfera de Júpiter, el


planeta más grande del sistema solar. Con hasta 40.000 kilómetros de largo por 12.000 de ancho,
es tan grande que nuestro planeta cabría en su interior cómodamente. Por si fuera poco, los vientos
que genera soplan a velocidades de hasta 600 kilómetros por hora. Para hacernos una idea, la
sensación que provocaría sobre nosotros no sería muy distinta a lo que sentiríamos al sacar la cabeza
por la ventanilla de un avión comercial. En pleno vuelo, claro.

Vista desde fuera, esta tormenta tiene la forma de un gigantesco vórtice de color rojizo en la
atmósfera de Júpiter, así que los astrónomos se refieren a ella con el ocurrente nombre de la Gran
Mancha Roja (GMR).

La GMR en su forma actual fue descrita por primera vez en 1830 y se empezó a estudiar con detalle
a partir de 1879, aunque existe la posibilidad de que hubiera sido descubierto antes. El astrónomo
Gian Domenico Cassini describió una “mancha permanente” en el planeta en 1665 cuya visibilidad
fue fluctuando hasta 1713. A partir de este año no se tienen noticias de nada parecido hasta 1830,
de modo que no se sabe con certeza si lo que describió Cassini fue la GMR o alguna otra tormenta
que terminó por disiparse.

Sea como sea, la Gran Mancha Roja lleva, como mínimo, 200 años paseándose por la atmósfera
joviana un poco por debajo del ecuador. Pero ya no es tan esplendorosa como pudo haber sido en
el pasado.

Júpiter es un gigante gaseoso, compuesto por hidrógeno y helio en hasta un 97%

Hace un siglo esta descomunal tormenta tenía un diámetro de unos 40.000 kilómetros, lo que
significa que durante este tiempo su tamaño se ha visto reducido a la mitad y desde 2012 se ha
observado que el diámetro de la tormenta disminuye a un ritmo más acelerado de unos 1.000
kilómetros anuales. De seguir así, la Gran Mancha Roja podría haberse disipado por completo en el
año 2040.

Pero, ¿cómo puede ser que una tormenta sople tanto tiempo sin descanso? ¿Y por qué desaparece
poco a poco? Para entender las respuestas a estas preguntas, hay que ver cómo es Júpiter por
dentro.

Júpiter es un gigante gaseoso, lo que significa que debe la mayoría de su masa al gas que contiene.
Tanto es así que dos elementos más ligeros, el hidrógeno y el helio, representan entre el 87% y el
97% de su masa total. Como resultado, Júpiter no tiene una superficie sólida bajo su atmósfera.
En su lugar, la atmósfera se vuelve gradualmente más densa con la profundidad hasta que llega el
punto en el que la presión y la temperatura aumentan lo suficiente como para licuar el gas. Por
debajo de esta capa de gas licuado el hidrógeno está sujeto a condiciones tan extremas que se
convierte en hidrógeno metálico. Esto no significa que se convierta literalmente en un metal, pero
sí que presenta propiedades químicas similares a los metales alcalinos que se encuentran en su
misma columna de la tabla periódica.

Finalmente, en el corazón del planeta, hay un núcleo rocoso con una masa entre 14 y 18 veces mayor
que la de la Tierra. En cierto sentido se podría considerar que este es el suelo de Júpiter pero, con
una temperatura de entre 13.000 y 35.000ºC y presiones de hasta 100 millones de atmósferas, no
os aconsejaría que intentarais ser los primeros en pisarlo.

En resumen, la mayor parte de la materia que compone Júpiter está en estado líquido o gaseoso.
Este dato es importante para entender el origen de la Gran Mancha Roja y por qué lleva tanto
tiempo soplando: el principal responsable es el efecto Coriolis.

En el interior de la tormenta soplan vientos a más de 600 kilómetros por hora

Cuando un cuerpo esférico empieza a rotar, distintas partes de su superficie se mueven por el
espacio a velocidades diferentes. Pongamos el caso de la Tierra, por ejemplo: el perímetro del
planeta en el ecuador es de 40.000 kilómetros, mientras que a la altura de Madrid o Barcelona es
de unos 28.000 kilómetros. Aun así, todos los puntos de su superficie completan una vuelta
alrededor del eje del planeta cada 24 horas, lo que significa que cualquier punto del ecuador de la
Tierra se mueve a unos 1.667 km/h alrededor del eje del planeta mientras que las dos ciudades
mencionadas se mueven por el espacio a una velocidad de unos 1.200 km/h. Cuanto más cerca de
los polos esté un punto, más lento se moverá porque la circunferencia que describe alrededor del
eje de la Tierra será cada vez menor… Pero seguirá tardando 24 horas en completarla.

La cuestión es que la atmósfera terrestre no está anclada a la superficie así que, mientras el planeta
rota, las masas de aire siempre quedan un poco rezagadas respecto al suelo. Este efecto se acentúa
más en el ecuador y se vuelve más débil en zonas cercanas a los polos pero, como resultado,
aparecen corrientes de aire en direcciones distintas a lo largo del planeta. Si nuestro planeta no
rotara, el aire se limitaría a moverse entre los puntos más calientes y los más fríos del planeta.

Sabiendo esto, podéis imaginar que en un planeta como Júpiter, que tiene un diámetro de 140.000
kilómetros, da una vuelta sobre sí mismo cada 10 horas y, encima, es todo atmósfera, el efecto
Coriolis se vuelve loco. Las corrientes de aire se desplazan a diferentes velocidades y en direcciones
opuesta según la latitud del planeta en la que se encuentren. Los vientos cerca del ecuador soplan
a varios cientos de kilómetros por hora, pero podemos encontrar corrientes de aire menos intensas
a medida que nos acercamos a los polos.

Como Júpiter no tiene una superficie sólida sobre la que los vientos puedan disipar su energía, se
pueden mantener estables durante muchísimo tiempo
Igual que en la Tierra se forman huracanes en las zonas donde se encuentran dos de estas corrientes
de aire que fluyen en direcciones opuestas debido al efecto Coriolis, en Júpiter también se forman
vórtices donde estos vientos interaccionan. Si os fijáis en el gráfico superior, podréis ver cómo la
parte superior de la Gran Mancha Roja se encuentra en una zona donde el viento sopla hacia la
izquierda y en la parte inferior sopla hacia la derecha.

Eso sí, como Júpiter no tiene una superficie sólida sobre la que los vientos pueden disipar su energía,
estos vórtices se pueden mantener estables durante muchísimo tiempo. El calor interno producido
por Júpiter también contribuye a su longevidad, añadiendo una diferencia de temperatura que
propicia el movimiento.

Y entonces, ¿por qué la Gran Mancha Roja está reduciendo su tamaño?

Pues porque… Bueno, la verdad es que nadie lo sabe con certeza. Pero eso no significa que Júpiter
esté rotando más despacio ni que esté dejando de generar calor en su interior. En las observaciones
más recientes se ha visto que otras tormentas más pequeñas han estado fusionándose con la Gran
Mancha Roja durante los últimos años, por lo que éstas podrían estar alterando la dinámica de esta
gran tormenta reduciendo su intensidad.

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