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Trabajo de la lectura: “El cine documental en América Latina.

Política, compromiso,

memoria histórica.”

Rubio Mendolaza, Diego Aldeir

1. ¿Cuál es la importancia más relevante del cine documental? ¿Por qué el cine

documental no debe ser considerado simplemente un subgénero cinematográfico del

cine tradicional?

El cine documental se convierte en una poderosa herramienta de registro

objetivo de la realidad. Dando valor de veraz de forma inherente a los hechos. Sin

duda, un ejemplo de ello es el cine documental latinoamericano preocupado, en su

mayoría, por abordar pasajes de la historia Latinoamérica, los cuales significaron una

trasformación importante en la coyuntura social y política del país involucrado.

Además, el documentalismo latinoamericano se ha visto caracterizado, a groso modo,

por su compromiso con la lucha social. Ello ha llevado a intuir que no es tan solo una

herramienta de estudio, sino también un arma de lucha y testimonio.

Por otro lado, hoy se plantea una nueva conceptualización sobre el cine

documental, dejándolo de ver como un subgénero del cine tradicional, ya que en su

interior se alberga tratamientos, los cuales son génesis para la aparición de sub

géneros como tal, es decir, comprender al cine documental como un género

plenamente. Sobre los subgéneros mencionados destaca: el reportaje, la filmencuesta,

documental testimonial. Además deportar una tipología según el tópico expuesto

(social, político, científico, deportivo, etc.). Por ello, este tipo de cine no se limita

solamente en transmitir imágenes bellas, apartado que dicho sea de paso no es

descuidado, sino que su valor enriquecido por el contenido comunicacional.


Finalmente, queda constancia de que los documentales contienen elementos que

hacen reflexionar y contribuir con la formación de una memoria colectiva.

2. ¿Cómo se dio el desenvolvimiento del cine documental en América Latina? ¿Cuáles

fueron las características del cine documental en las distintas locaciones

latinoamericanas donde se desarrolló?

Comenzando con Brasil, cuyo cine documental se caracterizó por su

independencia, además, junto el neorrelismo italiano con el cinema verité francés.

Todo ello con el objetivo de registrar la realidad social de Brasil. Destacan en un

primer momento los mediometrajes líricos de Joaquim Pedro de Andrade y de Paulo

Cezar Saraceni. Más adelante el primer director hizo Garricha (1962) donde tuvo

como guía el estilo francés caracterizado por relacionar al personaje con su realidad

social. Luego, durante el periodo de transición democrática, aparecen tres

documentales dispuestos a innovar en cuanto a temas argumentales. Estos son

“Hombre marcado para morir” (1984) de Eduardo Coutinho, “Uaka” (1988) de Paula

Gaitán y “Una avenida llamada Brasil” (1989) de Octavio.

Por otro lado, el cine documental argentino tuvo como antecedente a la escuela

documentalista de Fernando de Birri, autor de “Tire Die”, “Los inundados” y “La

Pampa gringa”. Su teoría del testimonio social inspiró a documentalistas de toda

Latinoamérica, con claras influencias de Joris Ivens y del cinema-verité francés. Más

adelante, tendríamos el trabajo de Fernando Solanas y Octavio Getino, quienes a

través de su documental “La hora de los hornos” iniciaron el cine social y político.

Este sería el documental más influyente de Latinoamérica justamente por su

contenido revolucionario y a la vez histórico, un modelo de militancia del cine usado

en colaboración con las luchas sociales. También destaca el trabajo de Raymundo


Gleyzer, quien fue símbolo del “Cine de Base”, lo que desagrado fuertemente a la

dictadura militar. Por ello, el 27 de mayo de 1976 es secuestrado y desaparecido. El

documentalismo de largometraje se extinguió casi en su totalidad, hasta que se

recuperó el sistema democrático, en los años 90.

Continuando con Venezuela, donde encontramos a Margot Benacerraf, autora

de “Reverón” y “Araya”, la cual nos lleva a la toma de conciencia de la historia de las

diferencias sociales.

Mientras que en Colombia, la gran figura del documental comprometido de

oposición fue el de Jorge Silva y Martha Rodríguez, autores del documental

testimonial “Chircales” (1967-72), cuya trama explora la explotación de una familia

en un suburbio bogotano, que trabaja en condiciones infrahumanas. Otro

documentalista reconocido es Carlos Álvarez, con “Colombia 70” (1970) y “¿Qué es

la democracia?” (1971), mediometrajes sobre las diferencias sociales del país y las

opciones electorales en la historia colombiana.

En Bolivia, tenemos a Jorge Ruiz hizo autor de “La vertiente” (1958). Sin

embargo, el que más destaca es Jorge Sanjinés, autor de los cortos documentales

“Bolivia avanza” (1964), “Revolución” (1964-66), “Ukamau” (1966) y “Sangre de

cóndor” (1969), esta última es una denuncia a las campañas esterilizadoras de

médicos extranjeros.

Casi en paralelo, Cuba había tenido un salto notable tras su histórica

revolución. El cine documental de este país tuvo influencia del documentalismo ruso,

así como del cine testimonial europeo; además, del aporte del talentoso Joris Ivens.

Todo esto forjó un documentalismo particular. Caracterizado por llevar un mensaje

con un lenguaje sencillo que no se desvinculaba de la veracidad de los hechos. Las

bases que permitieron el desarrollo de tal estilo fueron anteriores a la lucha


revolucionaria en Cuba. Pues se registra “El Mégano” (1955) de Julio García

Espinosa y Tomás Gutiérrez Alea la denuncia a las infrahumanas condiciones de vida

y trabajo de los carboneros de la Ciénaga de Zapata en Cuba antes de 1959. A modo

de inciso recordar la producción de Santiago Álvarez, quien en su documental “Piedra

sobre piedra” (1970) se pronuncia sobre el terremoto de 1970 ocurrido en Perú, a la

vez que provee una reflexión acerca las consecuencias de este desastre natural.

Finalmente, tenemos el desarrollo del documental en Chile, que durante los

años 60, gracias a la influencia argentina, había un cine que reflejaba la realidad

cotidiana, además de largometrajes de ficción. Pero el auge de la cinematografía

llegaría recién durante el gobierno de Salvador Allende (1970-1973). Tras el golpe de

estado veríamos la fatal extinción de este documentalismo, que es sus mejores

momentos di paso a producciones como “Ahora te vamos a llamar Hermano” (1971)

de Raúl Ruiz, el largometraje “Compañero Presidente” (1971) de Miguel Littin, y el

reportaje “La odisea de los Andes” (1972-73) de Álvaro Covacevich.

Para finalizar el presente escritos pongo a disposición la siguiente cita, la cual

es útil como síntesis general de la lectura:

Fernando Solanas aportó el montaje de archivo y a la vez de opinión,


política por supuesto; logrando un subgénero, el documental sociopolítico
militante. Patricio Guzmán aportó el montaje de archivo y el uso de testimonios,
y también de opinión política; logrando verdaderos monumentos documentales
histórico-sociales. Ambos logran un documentalismo comprometido,
testimonios y herramientas de estudio para el análisis sociopolítico y la
recuperación de la memoria política latinoamericana. Tenemos así, una visión
de buena parte de la producción documental mundial, para lograr el objetivo de
una conceptualización y una teoría de este género de cine. (Guevara, E. citado
en Cornejo, C. p185).

Referencia bibliográfica:
Cornejo, C. (2013). Comunicación y sociedad. Lima: Fondo editorial Universidad
Nacional Mayor de San Marcos

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