Está en la página 1de 16

XTX —

chant, á causa de la deficiencia de cartógrafos y


litógrafos bastante bien provistos de los elemen-
tos convenientes que hubiesen podido reproducir
en el mismo formato el mapa original. P e r o , en
fin, algo es algo.
Ojalá que esta G e o l o g í a de B o l i v i a sirva de
preliminar á futuros y más adelantados trabajos
de este género. Son nuestras más vehementes
aspiraciones.

L a P a z , j u n i o de 1 9 0 7 .
I
lúea general de la superficie leí HUípiano

L a meseta boliviana, m u c h o más extensa


que la occidental, pero siguiendo la misma d i r e c -
ción general S E . y IsO. está rodeada al oeste p o r
la cadena de D e l i n g u i l que y a h e descrito y al
este p o r la cadena de los A n d e s ó Cordillera
oriental. E n esta parte recibe, en el grado 15, un
ramal transversal que limita la meseta por el
norte. E n este punto, h a l l ó m e en los A n d e s y
caminando hacia el sud, veré la cadena principal
sobre la que se elevan el Sorata ó A u c o m a n i y el
Illimani (1) limitado p o r una rama que c o m i e n -

(i) M r . Pentland, dice que la dirección es d e


n o r t e á sud, esta n o es la dirección que he e n c o n -
trado.
za en el grado 15 y c o n c l u y e en el 16° d e lati-
tud S. Entre estas dos cadenas se desliza el
río de Sorata que se abre camino á través de la
misma cordillera, desviándose al E . , hacia el
río Beni. E n el punto en q u e la cadena es así
atravesada (en el grado 15) toma la dirección
S. E . , principia á elevarse gradualmente hasta el
Sorata. ó A u c o m a n i que alcanza á 7,696 metros
de altura absoluta; después desciende para ele-
varse nuevamente y dar nacimiento al Illimani
cuya elevación es d e 7,315 metros ( 2 ) . A l S.
E. del Illimani la cadena está interrumpida y
deja pasar el río de L a P a z que, lo mismo que el
Sorata tiene su nacimiento al O . de los A n d e s ,
aprovechando una gran interrupción para d i r i -
girse igualmente al E . hacia el B,eni y de allí al
Amazonas. A l S. del Illimani principia una
nueva cadena, que limita la altiplanicie, cuya d i -
rección es también S E . , después del grado 16
hasta el 17° 30' donde se interrumpe y prosigue
c o m o límite de la meseta, formando los primeros
puntos de los Contrafuertes de Potosí, que con-
tinúan hasta la ciudad de este n o m b r e , donde
termina el altiplano en el nudo de P o r c o , en el
g r a d o 2 0 de latitud S.
L a Meseta boliviana principia en el grado

(2) L a altura del Illimani, según el señor Carlos


B r a v o , en su obra " L a Patria B o l i v i a n a , " es de 7 , 5 0 9
m e t r o s . — ( N . del T . )
lo, terminándose á 2 0 ° de latitud S. Su d i -
rección general es N O . y S E . ; su ancho medio es
de I o
1 5 ' ó 31 leguas, ensanchándose á veces m u -
cho más. C o m o esta meseta está lejos de ser
sencilla en su composición geológica, c o m o la o c -
cidental; creo deberé seguir mis diversos itinera-
rios anotados en el mapa de Bolivia, describien-
d o minuciosamente todo lo que he visto, antes de
entrar en detalles generales que serán objeto del
resumen.

íl

Travesía por la Meseta occidental de La Paz


Descendiendo por la cuesta de Delinguil,
donde quedé en mi travesía de la cordillera Y a -
c o m a á L a P a z , encontraba con frecuencia sobre
los costados del cerro conglomerados de piedra
p ó m e z , idénticos en todo á aquellos de la meseta
occidental. E l l o s se presentaron hasta Calacoío
(3) b a j o diversas formas, y a en conos agudos,

(3) Palabra a y m a r a , c o m p u e s t a de cala piedra y


de coto m o n t ó n , pila, r i m e r o . T r a d u c i d o literalmen-
te significa m o n t ó n de piedras, que expresa con per-
fección lo que quiere indicar, pues t o d o s los alrededores
están f o r m a d o s á consecuencia de inundaciones de p e -
q u e ñ o s picos de c o n g l o m e r a d o s t r a q u i t o s . — ( N . del T . )
_ 4 —

blanquizcos, ya como torrecillas separadas á los


lados de la base; estas rocas han sido atravesa-
das, surcadas y fraccionadas en muchos puntos
por erosiones posteriores á su traslado. E s p r i n -
cipalmente al S. del camino, que los c o n g l o m e -
rados se hallan así divididos; al N . se presen-
tan aun sobre la cresta de los cerros y domina-
dos p o r los picos mismos de la cadena, que o f r e -
cen otros tantos conos traquíticos de vértice o b -
ttiso. E n otros lugares, los conglomerados tra-
quíticos forman capas c u y o borde exterior apa-
rece cerca de los ríos ó arroyos. H e vuelto á e n -
contrar, sin interrupción, conglomerados de p i e -
dra pómez blancos, sobre todas las colinas que
forman los últimos puntos de la cuesta de las
montañas hasta la ciudad de Santiago; lo m i s m o
diré de los detritus de esta roca que cubren aun
la llanura, en una grande extensión hasta más
allá de los terrenos ondulados. P u e d e decirse
también que los conglomerados de que tratamos
ocupan, al pié de lá cadena de Delinguil, una
ancha faja que debía y o volver á .encontrar, más
tarde, en la provincia de Carangas, hasta más al
S. del g r a d o 18.
A b a n d o n a n d o los terrenos quebrados se e n -
cuentra en medio de los llanos de Santiago cu-
biertos de arena, pequeños lagos de agua salada
ó sitios cubiertos de eflorescencias de sulfato de
soda ( 4 ) . Estas llanura? de tres á cuatro leguas
d e ancho, que ofrecen todo el aspecto del suelo
terciario de las pampas, y que están cubiertos de
«depresiones, se extienden, al N., sobi-e una
ancha faja que se continúa hasta cerca del lago
Titicaca; al 8. se presentan del mismo m o d o co-
municándose con las otras llanuras uniformes,
q u e tapizan una grande superficie entre las colinas
más antiguas, cuya meseta está surcada a l o largo.
E n el llano .de Santiago, cerca del pueblo de
Berenguela, al pié mismo de los conglomerados
traquíticos se observa una roca formando una
capa m u y extensa de un metro de espesor por al-
gunos metros de ancho, compuesta de carbonato
d e cal fibro laminar, de un hermoso blanco trans-
parente, que en el país sirve, una vez cortado en
planchas y pulido, para vidrieras de iglesias y
mesas de m u c h a estimación. En efecto es u n
magnífico alabastro (5) del que, en las artes, p o -

(4) E n Santiago !o m i s m o que en San A n d r é s , '


existen vertientes de agua salada, que sirve a b u n d a n -
t e m e n t e á los habitantes, haciendo evaporar el agua
al aire libre, al calor del s o l . E s t a s vertientes p r o b a -
b l e m e n t e son debidas á y a c i m i e n t o s de sal, situados á
alguna profundidad en los areniscos de la formación
diluvial, por consiguiente no deben atribuirse á d e p ó -
sitos salinos de época más p r ó x i m a . — ( N . del T . )
(5) L a pila que se encuentra en m e d i o de la pla-
za principal está construida con tan rico material.
L o s vidrios de la iglesia de Pisacoma son del mis-
m o material en placas de dos pulgadas de e s p e s o r . —
( N . del T . )
— o —

(Mase utilizar con ventaja. Como n o lie vis-


to estas rocas nada se puede decir de su edad
geológica; pero p o r el pequeño girón q u e parecen
formar hacen pensar que quizá ellas sean el p r o -
ducto de deyecciones subterránas, c o m o ha creí-
do M r . L e o n h a r d , ile la. m a y o r parte de los c a r -
bón atos de cal.
L o s llanos de Santiago se continúan al E .
hasta las colinas de San Andrés, compuesta d e
arenisca cuarzosa gris. Estas colinas presentan
dos cadenas paralelas elevadas á 5 0 metros más
ó menos sobre la llanura. La situada más al
O. está formada de capas inclinadas al E. NE.
mientras que la otra, á una legua de distancia
solamente, su r u m b o es O . S O . ( 6 ) , son paralelas;
su dirección es al S., diez grados al E.; al N.
terminan á poca distancia del pueblo de San
A n d r é s , mientras que se extienden hacia el S.
una decena de leguas. L a s arenas que las c o m -
ponen de granos finos y m u y duros, no m e han
presentado vestigios de cuerpos organizados.
Y o creo deber considerarlas pertenecientes al
terreno devoniano debido á consideraciones ge-
nerales de superposición, sacadas de los hechos
geológicos.
D e las colinas de San A n d r é s , se desciende
de nuevo á una llanura parecida á aquélla de

(6) E s t o es más ó m e n o s lo que recuerdo, pues


esta v e z m e olvidé de anotar la inclinación de estas
colinas.
Santiago, cubierta igualmente ele arena fina en
3a que se encuentran numerosas lagunas de p a r -
tes saladas. Después de haber recorrido cerca
d e cinco leguas de estas arenas descendiendo un
p o c o más se llega al río Desaguadero, que recibe
las aguas del lago Titicaca, llevándolas á través
d e todas las llanuras de la altiplanicie boliviana,
hasta otro lago situado cerca del 1 9 ° , á más d e
sesenta leguas del primero. E l Desaguadero es
pues, en mi trayecto, por la meseta boliviana, el
punto menos elevado. Las orillas del río, de
márgenes poco elevadas, ofrecen una arcilla ó
mejor d i c h o un asperón (7) rojizo, análogo al te-
rreno de las pampas propiamente dichas. Esta
analogía de color m e hizo buscar con cuidado s o -
bre sus orillas, encontrando efectivamente un
fragmento de osamenta fósil. Más tarde, supe
en L a P a z , que un médico francés M r . D u r a n d ,
había descubierto, en estas mismas orillas, u n
buen número de huesos de mastodonte {sin duda
el Mastadontis Andii), mas no h e p o d i d o saber
q u é fué de esos restos. T u v e ocasión, algunos
años después, de atravesar en varios puntos el
Desaguadero al S. de O r u r o , encontrando por
todas partes los mismos asperones rojos. L a na-

(7) M r . d ' O m a l i u s d ' H a l l o y , m e ha o b s e r v a d o que


m i arcilla pampeana era más bien limo mineralógico
q u e una-arcilla. D e ello resulta que y o llamaría á ese
d e p ó s i t o terreno p a m p e a n o , en lugar de arcilla.
turaleza de éstos, la. forma, exterior de los llanos
cubiertos de pequeños lagos, diéronme casi la c e r -
tidumbre de que la conformación de la altiplani-
cie boliviana, pertenece á la edad de esa f o r m a -
ción terciaria que he denominado arcilla pampea-
na, y , que considero c o m o el efecto de una de
las conmociones de las cordilleras.
Más allá del Desaguadero, atravesé alguna
parte plana, pequeñas ondulaciones arenosas y
colinas suaves donde v i sobre un asperón rojo r

arcillas rojizas que contenían cristales de y e s o r

lo que m e i n d u j o á compararlas con la arcilla


abigarrada.
E n seguida encontré un pequeño valle l i m i -
tado al E . por uno de los brazos de la cadena
de la Apáchela de La Paz. Esta cadena, siguien-
do una dirección N . N E . y S. S E . nace en las
orillas del lago Titicaca (á 1 6 ° 3 0 ' ) , no lejos d e
la entrada al Desaguadero; continúa hasta el p u n -
to p o r donde y o la atravesé hacia el S. y hasta
cerca ele Curaguara (á 1 8 ° 30') ( 8 ) , su largo es
p o c o más de un grado. Este valle está f o r m a d o
p o r dos cadenas paralelas, dejando entre sí un
valle bastante estrecho, d o n d e está situada la c i u -
dad de Corocoro tan conocida p o r sus minerales

(8) E s t e punto llámase Curahuara, y es uno d e


los c a n t o n e s de la provincia d e Carangas del D e p a r t a
m e n t ó de O r u r o . — ( N . del T . )
de cobre nativo ( y ) . D e estas dos cadenas la más
oriental es la más elevada; su elevación calculo
sea. de 4 0 0 ó oOO metros más alta que el lago T i -
ticaca, tanto c o m o se puede j u z g a r por a p r o x i -
mación, sea por la vista, sea. por el tiempo e m -
pleado en su ascensión,, constituyendo el punto
más sobresaliente del altiplano de donde se le
domina completamente.
Atravesé esta cadena en sentido transversal
á su dirección, he aquí lo que observé: E l pri-
mer ramal es, como ya lo he dicho, un poco m e -
nos elevado que el segundo, compuesto de capas
ricas de una arenisca cuarzosa, con frecuencia
m u y friable, de coloración á menudo rojiza. No
he visto ningún fósil, pero con muchos vestigios
de cobre sea al estado de ó x i d o y c o m o infiltra-
do entre las capas, sea diseminado en lengüetas,
en las que se encuentran numerosas placas en
estado nativo. E l conjunto de toda esta cadena
se inclina notablemente al N . E .
L a segunda cadena, enteramente idéntica, á
la primera, en cuanto á su composición, formada '
del mismo m o d o de arenisca conteniendo cobre,
se eleva á una altura m u c h o mayor, sus capas,
lejos de inclinarse al N . E., van en sentido i n -
verso, es decir, al S O . Para atravesarla a p r o v e -

(9) C o m o es tan importante la "región de C o r o -


coro por su constitución g e o l ó g i c a y riqueza minera,
en el A p é n d i c e d a r e m o s á c o n o c e r los principales juicios
e m i t i d o s al respecto por los exploradores de esta región.
— 10 —

che tío una ancha hendidura transversal á su d i -


rección. Esta hendidura es de las más notables,
ofrece ella, á cerca de diez metros de su separa-
ción, dos paredes perpendiculares, cuyas bases se
corresponden perfectamente, y su altura la cal-
culé en más tle cien metros. Llegado á la. c u m -
bre, dominaba todo el altiplano, alcanzando, sin
lugar á duda, al punto más elevado de la plani-
cie. C o m o no he encontrado en esta cadena, ni
en otra, ningún cuerpo organizado que pueda
darme algún indicio de su edad, estoy obligado
sin ninguna otra prueba positiva que el sitio
ocupado por las areniscas friables y rojas en la
•superposición del conjunto, de comprenderlos
provisoriamente entre los terrenos carboníferos.
Más allá de la cadena de la A p a c h e t a tle
L a P a z se encuentra, separado por un pequeño
valle, un tercer ramal paralelo, cuyas capas, d o -
b l a n d o al N E . , están compuestas de una alter-
nación de grez cuarzoso rojo y de almendrillas,
encerrando principalmente guijarros porfíricos.
Esta pequeña cadena me parece pertenecer á la
m i s m a que la precedente.
Al E . de esta colina, después de u n plano
arenoso de una legua de ancho,, se presenta otra
paralela en su dirección á la A p a c h e t a de L a
P a z , pero compuesta de arenisca dura, gris, a n á -
loga á aquella de. San A n d r é s que, en consecuen-
cia, j u z g o devoniana. Esta cadena, elevada ape-
— 11 —

ñas 5 0 metros sobre el plano, me pareció f o r m a -


da de capas inclinadas al S O . Se continúa al S.
un medio grado de largo hasta cerca de Ayoayo.
Después de y n segundo plano arenoso, parecido
al primero, cubierto en algunos sitios de eflores-
cencias salinas, se presenta una nueva cadena
paralela á las otras, compuesta igualmente de
grez devoniano blanquizco, duro, cuyas capas se
inclinan al N E . Esta, segunda cordillera (que
llamaré cerro de V i a c h a ) es la que, e x t e n d i é n d o -
se al JST., paralela á la primera, y que diría igual á
las demás, atravesando por la villa, de IJocolloco,
se dirije hasta. Tiahuauacu y Taraco, sobre las
riberas del lago Titicaca. (10)

(io) E l señor F o r b e s al tratar del r u m b o y ten-


dimiento de los estratos que se encuentran pasando
por S a n t i a g o , San A n d r é s y N a z a c a r a , fija los siguien-
tes r u m b o s y t e n d i m i e n t o s :
litimbo 'rendimiento
Cerro E . de Santiago de M a c h a -
c a — A r e n i s c a s rojas b l a n d a s . . N io° O 15 o
E
Id de San A n d r é s de M a c h a -
c a — M a r g a s rojas y b l a n c a s . . . N 20° O 16 o
NE
Id E . de N a z a c a r a — G r e d a ro-
ja, con guijarros y costras ro-
jas c o m p a c t a s 20° N E
Id más al E . de N a z a c a r a —
G r e d a s rojas y p u r p ú r e a s . . . . 10 o
NE
L a g u n a de T o r o — A r e n i s c a s , c a -
fé, rojas, con capas de y e s o . . NO 50 .NE
o

E n t r e el T a m b i l l o y C o ñ i r i —
C o n g l o m e r a d o r o j o , grandes
guijarros de cuarcita, grauwa-
•cke y granito, á v e c e s un frag-
m e n t o de pizarra g r e d o s a . . . . NO 40" N E
(N. ilel T.)
M á s allá, .no lejos de la villa de V i a c h a , á
4,250 metros de altura, tenía que franquear seis
leguas de un plano casi horizontal no i n t e r r u m -
pido, que me c o n d u j o hasta el barranco donde
está situada la ciudad de L a Paz. Pisaba c o n s -
tantemente un suelo de aluvión cubierto, p r i n c i -
palmente, de guijarros de arenisca análoga á
aquella que componen los dos últimos cerros
atravesados. A l g u n a s leguas más al N . este p l a -
no, elevándose gradualmente, viene á unirse á la
cordillera oriental, y todos los ríos que lo atra-
viesan se dirijen al lago Titicaca. E n este p u n -
to uno de los ríos, el de L a P a z , desciende igual-
mente al O S O . , pero, en vez de tomar la misma
dirección que los otros, bruscamente se dirije al
E S E . , se ahonda formando un pi-ofundo lecho
én los aluviones, y sigue paralelamente á la c a -
dena oriental, hasta abrirse paso al pié del III i—
mani, para tomar en seguida la dirección N N E .
hacia los'afluentes del A m a z o n a s . L l e g a d o á las
orillas de la quebrada, en c u y o fondo está situa-
da L a P a z (cuya elevación es de 3,717 metros)
(11) encontré una abrupta pendiente que m e p a -
reció tener de 5 0 0 á 6 0 0 metros, (12) con un

(u) L a altura de L a P a z , sobre el nivel del m a r ,


reunidas las diferentes altitudes que en un periodo de
m á s de 5 0 años han sido fijados, resulta ser de 3 , 6 3 0
m e t r o s , cifra que resulta c o m o p r o m e d i o . — ( N . del T . )
(12) S e g ú n las observaciones de M . P e n t l a n d ,
L a Paz está 1 9 4 m e t r o s más b a j o que el nivel del l a g o
T i t i c a c a . C o m o la pendiente es muy rápida, de la cima
desnivel enorme hacia el valle, que dificulta el
descenso. Este trayecto, que he recorrido v a -
rias veces, presenta en lechos horizontales alter-
naciones de arcilla, arena, guijarros diversos no
reunidos, pertenecientes todos á los aluviones.
O b s e r v é que en las partes superiores los g u i j a -
rros .de arenisca dominan en general, siendo
reemplazados, en las partes medias, por guijarros
d e granito, protogina y gneis, cuyas dimensiones
aumentan á medida que se desciende y que en el
lecho mismo del torrente forman bloques erran-
tes, de tres ó cuatro metros de diámetro, cuyos
ángulos son m u y redondeados. A l rededor de
la ciudad, construida sobre estos antiguos aluvio-
nes, se encuentra alternaciones arcillosas, en que
algunas partes parecen de caolín grosero. (13)
E n las capas inferiores de estas partes de
aluvión, en el río mismo de L a P a z y en la c i u -
dad, se encuentra con mucha frecuencia oro en
pepas. L o s indios lavan, al efecto, las arenas
del río. A un kilómetro más lejos, bajando por
el valle, en el fondo de la quebrada de P o t o p o t o ,
(14) especie de quebrada que viene de la C o r d i -

del plano hasta el l a g o , en más de 12 leguas, puede


avaluarse la altura total en 6 0 0 m e t r o s a p r o x i m a d a -
m e n t e , tanto m á s , cuanto que el plano parece más e l e -
v a d o que la villa de V i a c h a , c u y o nivel es de 5 3 3 m e -
tros m i s arriba de L a Paz.
( 1 3 ) E s t e punto llámase ahora Mirafiorcs. — (N.del T.)
(14) La quebrada de La P a z , d o n d e se halla la ciu-
dad, está rellenada con capas de arcilla y c a s c a j o ,
_ 14 —

llera Oriental, se explota un lavadero de oro»


m u y rico. E l metal es c o m o en T i p u a n i , en p e -
pitas 6 en polvo esparcido en medio de las capas
de aluvión. (15) Se le extrae por el l a v a d o .

con un espesor de 5 0 0 á 1 , 0 0 0 m e t r o s , sin que t o d a v í a


se c o n o z c a la roca a d y a c e n t e . E s evidente, dice
Sundt, al hablar d e la época glacial en Bolivia, q u e la
quebrada de La F a z , antes de depositarse estas capas,
ha f o r m a d o parte de una gran quebrada que ha ocupa-
d o el actual lugar del lago T i t i c a c a , que e n t o n c e s no
existía, quebrada que existía m u c h o más al norte. E s -
ta quebrada ha.reunido todas las a g u a s que a c t u a l m e n -
te entran en el lago T i t i c a c a , f o r m a n d o un río m u c h o
más caudaloso que el actual de L a Paz.
A l hablar de esta quebrada, que S u n d t considera
haber sido m e n o s profunda en la época glacial, d i c e :
« L a quebrada de L a Paz es una d e las maravillas d e
la naturaleza, c o m o quizás no hay otra igual en el
mundo. E n t r e la c u m b r e del Illimani, cuya altura s o -
bre el mar es de 2 4 , 0 0 0 p i e s , y el fondo de la quebra-
da, que es por d o n d e lo atraviesa el río de L a P a z , á
6 , 0 0 0 ¡iiés, más ó m e n o s , sobre el mar, hay un desni-
vel de 1 8 , 0 0 0 . E s cierto que no se divisa la c u m b r e
d e s d e el fondo m i s m o de la quebrada, que es muy es-
trecha y á v e c e s no más que una gruta entre las n e -
gras rocas verticales, que en la llamada « A n g o s t u r a »
queda reducida sólo á 3 metros de ancho. Pero su-
b i e n d o 2 , 0 0 0 pies en la falda del Illimani se presenta
de repente su c u m b r e blanca é inmaculada entre las
otras de las rocas vecinas parecida á una nubécula
blanca flotante en el espacio, y a v a n z a n d o un p o c o
m á s , se ven primero los inmensos c a m p o s de nieve,
más a b a j o de ventisqueros de hielo cristalino color
verde v después todas las floras de las zonas, d e s d e la
más fría hasta la tropical, con toda su exuberante v e -
g e t a c i ó n , t o d o reunido en un espacio tan p e q u e ñ o c o -
m o quizás en ninguna otra p a r t e . — ( N . del T . )
(15) En la hermosa obra "El oro en B o l i v i a " ,

También podría gustarte