Dicha energía ha sido aprovechada por la vida naturalmente desde tiempos antiguos, y
gracias a la tecnología contemporánea es posible recibirla y almacenarla en células
fotovoltaicas o distintos tipos de colectores térmicos, para aprovecharla con fines
humanos.
La radiación solar puede entonces convertirse en energía calórica o eléctrica, con la que
alimentar hogares, industrias y todo tipo de mecanismos; es una fuente constante (pues el
sol siempre emite), económica, no contaminante y segura de energía.
Las células solares fotovoltaicas convierten la luz del sol directamente en electricidad por
el llamado efecto fotoeléctrico, por el cual determinados materiales son capaces de
absorber fotones (partículas lumínicas) y liberar electrones, generando una corriente
eléctrica. Por otro lado, los colectores solares térmicos usan paneles o espejos para
absorber y concentrar el calor solar, transferirlo a un fluido y conducirlo por tuberías para
su aprovechamiento en edificios e instalaciones o también para la producción de
electricidad (solar termoeléctrica).
Historia
En 1883 el inventor norteamericano Charles Fritts construye la primera celda solar con
una eficiencia del 1%. La primera celda solar fue construida utilizando como
semiconductor el Selenio con una muy delgada capa de oro. Debido al alto costo de esta
celda se utilizó para usos diferentes a la generación de electricidad. Las aplicaciones de la
celda de Selenio fueron para sensores de luz en la exposición de cámaras fotográficas.
La celda de Silicio que hoy día utilizan proviene de la patente del inventor norteamericano
Russell Ohl. Fue construida en 1940 y patentada en 1946.
La URSS lanzó su primer satélite espacial en el año 1957, y los EEUU un año después el
1 de Febrero de 1958. En el diseño de este se usaron células solares creadas por Peter
Iles en un esfuerzo encabezado por la compañía Hoffman Electronics.
La primera nave espacial que usó paneles solares fue el satélite norteamericano Explorer
1, lanzado en Febrero del año 1958. Este evento generó un gran interés en la producción
y lanzamiento de satélites geoestacionarios para el desarrollo de las comunicaciones, en
los que la energía provendría de un dispositivo de captación de la luz solar.
Australia y Estados Unidos no firmaron el tratado de Kyoto, sin embargo construyeron las
más grandes Plantas Fotovoltaicas.
En Deming, Nuevo México se encuentra una planta de 300 MW y en Gila Bend, Arizona
otra de 280 MW.
Por otro lado en Australia (Mildura, Victoria) se está construyendo una planta de 154
megavatios. El objetivo del gobierno australiano es llegar a 270.000 megavatios mediante
generación fotovoltaica para el año 2020. Curiosamente estos dos países que no
ratificaron el tratado de Kyoto tienen las mayores plantas fotovoltaicas y continúan con su
implementación.
Esta granja solar está situada en el Condado de Riverside en California y tiene una
capacidad de 550 MW. Los recursos de la propiedad son compartidos entre NextEra
Energy, GE Energy Financial Services y Sumitomo Corporation of America. La energía
producida por Desert Sunlight sirve a 160.000 hogares en el condado y evita la emisión de
alrededor de 300.000 toneladas del contaminante gas CO2 (dióxido de carbono) cada
año, lo que equivale quitar 60.000 automóviles de las calles.
Topaz Solar Farms es una planta de 550 MW ubicada en San Luis Obispo County,
California, que suministra energía eléctrica a 160.000 hogares en la región. El proyecto
fue desarrollado por First Solar, pero fue adquirido por BHE Renovables en enero de
2012. La granja consta de nueve millones de paneles solares, que están montados en un
ángulo de 25º para una exposición óptima al sol.
El parque solar fotovoltaico Golmud tiene una capacidad de 500 MW y está emplazado en
la provincia de Qinghai, China. El proyecto fue construido en 2009 y entró en servicio en
octubre de 2011. La Fase IV, que está actualmente en construcción va a añadir otros 60
MW de capacidad adicional.
Situado en Boulder City, Nevada, Copper Mountain Solar proporciona 458 MW de energía
eléctrica, con los que abastece a unas 18.000 viviendas anualmente. La explotación utiliza
casi un millón de paneles solares fotovoltaicos y cubre 1.8 km de árido y desértico
territorio. El proyecto es propiedad de Sempra gas y energía de Estados Unidos.
El parque solar Charanka es una instalación de 345 MW que forma parte del Parque Solar
de Gujarat y se sitúa en el norte de la India. Todo el proyecto es una colaboración entre
21 empresas. La granja está construida dentro del 20.2 km de una zona de desierto. El
parque en Charanka, cuenta con 500 MW de capacidad de generación si se suman
energía solar y la eólica que también se produce allí.
Longyangxia Solar, Qinghai, China
El proyecto de energía solar cubre 9.16 km y forma parte de la una de las mayores
centrales del tipo híbrido en el mundo, ya que combinan la producción de energía
hidroeléctrica y solar. La construcción por parte de China Power Investment comenzó en
marzo de 2013 y se terminó en un plazo récord de nueve meses. La granja comenzó a
funcionar en diciembre de 2013 con una capacidad de 320 MW.
Principio de funcionamiento
Existen dos formas principales de utilizar la energía solar, una como fuente de calor para
sistemas solares térmicos, la otra como fuente de electricidad para sistemas solares
fotovoltaicos.
En principio la forma en la que se captura la luz del sol para convertirla en electricidad se
hace a través de paneles solares o fotovoltaicos. Estos paneles están formados por
grupos de las llamadas células o celdas solares que son las responsables de transformar
la energía luminosa (fotones) en energía eléctrica (electrones).
Estas células se conectan entre sí como un circuito en serie para así aumentar la tensión
de salida de la electricidad, o sea si será de 12 volts o 24. Al mismo tiempo varias redes
de circuito paralelo se conectan para aumentar la capacidad de producción eléctrica que
podrá proporcionar el panel. Como el tipo corriente eléctrica que proporcionan los paneles
solares es corriente continua, muchas veces se usa un inversor y/o convertidor de
potencia para transformar la corriente continua en corriente alterna.
Una célula solar funciona básicamente de la siguiente forma: los fotones, que provienen
de la radiación solar, impactan sobre la superficie de la célula y allí son absorbidos por
materiales semiconductores, tales como el silicio. Los fotones golpean a los electrones
liberándolos de los átomos a los que pertenecían. Así los electrones comienzan a circular
por el material, y así producen electricidad.
Las células solares que forman los paneles solares actualmente disponibles en el
mercado están hechas a base de silicio, material semiconductor muy abundante en el
planeta, pero también difícil de extraer y sintetizar, con lo cual los paneles solares
resultantes suelen ser caros, pesados y difíciles de instalar.
La energía solar fotovoltaica puede almacenarse en baterías para su uso durante la noche
y días nublados. En sistemas sin baterías conectados a la red, pueden proveer en exceso
de energía producida en el día a las líneas de distribución, esto corre el contador en la
dirección contraria y puede ser utilizada durante la noche.
Descripción de componentes
Captadores solares
El captador solar es el elemento fundamental de cualquier sistema solar térmico. Tiene
como misión captar la energía solar incidente y transmitirla al fluido que circula por él.
Acumuladores
Intercambiadores de calor
Bombas de circulación
Las bombas de circulación son aparatos accionados por un motor eléctrico, capaces de
suministrar al fluido una cantidad de energía suficiente para transportar el fluido a través
de un circuido, venciendo las pérdidas de carga que hay en el mismo.
Aislamiento
Vaso de expansión
Las perovskitas resultan atrayentes por varios motivos. En primer lugar los materiales
necesarios para sintetizarlas son abundantes y baratos. Además, pueden combinarse con
facilidad, de forma económica y a bajas temperaturas para crear películas delgadas con
una estructura altamente cristalina, similar a la que se obtiene en las obleas de silicio tras
un costoso tratamiento a altas temperaturas. Sin embargo, el principal reto de las
perovskita, aun no conseguido, es lograr su estabilidad a largo plazo.
Más seguras y estables, si bien menos eficientes por el momento, son las
denominadas kesteritas. Son un material totalmente inorgánico, hecho de elementos muy
abundantes en la corteza terrestre (contienen cobre, zinc estaño y azufre o selenio),
económicos y sostenibles de extraer, señala Alejandro Pérez, científico del IREC que
lidera un grupo que investiga esta tecnología. Son una alternativa al CIGS, otra tecnología
de película delgada que ya está disponible a nivel comercial, pero que “contiene metales
muy escasos y preciados (indio y galio, que se usan para fabricar pantallas planas), por lo
que no se puede fabricar en masa”, informa Edgardo Saucedo, que trabaja junto con
Alejandro Pérez. Mientras que el CIGS tiene una eficiencia récord de alrededor del 22%,
las kesteritas, mucho más recientes, todavía están en poco más del 12%, según datos
del National Renewable Energy Laboratory (NREL) de Estados Unidos.
Edificios y coches capaces de generar toda la energía que consumen, por otra parte, son
el objetivo de Jordi Martorell. Y para conseguirlo, lo que considera la mejor opción son
las celdas hechas de materiales orgánicos, polímeros que, aunque no sean
especialmente eficientes transformando la energía del sol (su récord está en un 11%),
ofrecen otras ventajas respecto al silicio. “Son flexibles, ligeras y el proceso de fabricación
es mucho más económico”, detalla el investigador. Y, además, son transparentes, lo que
las hace ideales para las ventanas.
“En todas las ciudades hay más superficie vertical que horizontal, especialmente en los
rascacielos”, argumenta. Si las ventanas de los edificios más altos se convirtiesen en
paneles fotovoltaicos, se podría generar diez veces más energía que si sólo se instalasen
celdas solares en el tejado, pronostica Martorell. “Pero obviamente la gente quiere
ventanas transparentes, y no de colores”, algo que sólo pueden proporcionar las celdas
orgánicas. Otra aplicación serían los vehículos. “Con ventanas fotovoltaicas y paneles
solares en el techo, los coches eléctricos podrían ser totalmente autónomos, incluso con
la eficiencia actual de las celdas orgánicas”, afirma Jordi Martorell.
Venezuela es un país tropical situado muy cerca del Ecuador, por lo que posee
bastas zonas de explotación de ingentes cantidades de irradiación solar de manera
persistente a lo largo de todo el año.
La energía solar en Venezuela es muy poco utilizada, solo es implementada por los entes
gubernamentales en sitios apartados de la geografía nacional, a través de paneles
instalados fuera de las casas en los denominados caseríos rurales.
De igual forma se han instalado unas 60 plantas potabilizadoras de agua que utilizan
energía solar, en el marco del programa Sembrando Luz, que también instaló en zonas
completamente aisladas otros 768 sistemas fotovoltaicos.
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