Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
(Pie de página en Universum, Flammarion, grabado, París (1888); versión coloreada de Hugo Heikenwaelder,
Viena (1998). Publicada en el libro: L'Atmosphere: Météorologie Populaire (París, 1888) versión modificada).
1 "[...] el deseo es la esencia misma del hombre, en cuanto que es concebida como determinada a hacer algo" (Spinoza,
Ética, III).
Para los científicos el anhelo es la expresión anímica de un proceso biológico: la
homeostasis 2 3. Para la mayoría de los filósofos, salvo Spinoza, quien lo define como conatus
4
, y para Nietzsche quien lo expresa como una necesidad 5, el Espíritu es una supuesta
hipóstasis de lo que se llama alma, algo que nada tiene que ver ni con el anhelo ni con el
Espíritu del que hablo y que, por su complejidad dogmática, dejo a los doctores su explicación.
Se ha tratado de explicar el Espíritu de mil formas que no me interesan ahora, pues mi
intención es hablar de ese Espíritu que nace y vive de la carne y en ella persevera, mejor dicho,
el sentimiento que se hace anhelo y el anhelo que se hace Espíritu, como lo expresa el
neurocientífico Antonio Damasio:
"El anhelo es un rasgo profundo de la mente humana. Esta implantado en el diseño del cerebro
humano y en el acervo genético que lo engendra, no menos que los rasgos profundos que nos
conducen con gran curiosidad hacia una exploración sistemática de nuestro propio ser y del mundo
que lo rodea; los mismos rasgos que nos impulsan a construir explicaciones para los objetos y
situaciones de este mundo. El origen evolutivo del anhelo es completamente plausible, pero la
explicación necesita otro factor para que uno pueda comprender por qué la constitución humana
acabó por incorporar el rasgo. Creo que en los seres humanos primitivos funcionó un parecido factor
de la misma manera que está funcionando ahora. Su consistencia tiene que ver con el poderoso
mecanismo biológico que hay tras él: la misma empresa natural de autopreservación que Spinoza
enuncia de forma tan clara y trasparente como esencia de nuestro ser, el conatus, es llamado actuar
cuando nos enfrentamos a la realidad del sufrimiento y, en especial, de la muerte, real o anticipada, ya
sea la nuestra o la de los que amamos. La perspectiva misma del sufrimiento y la muerte trastorna el
proceso homeostático del espectador. La empresa natural para la autopreservación y el bienestar
responde al trastorno con una lucha para evitar lo inevitable y corregir el equilibrio. La lucha provoca
que encontremos estrategias compensadoras para la homeodinámica que se ha desviado del camino
recto; y el darse cuenta de toda la situación comprometida es causa de profunda aflicción" ( Antonio
Damasio, En busca de Spinoza. Neurobilogía de la emoción y los sentimientos, Crítica, Barcelona,
2009, p. 249).
***
Esta propuesta evolutiva del anhelo en Espíritu, la que ahora es demostrada por las
neurociencias, ya tenía sus antecedentes pre-científicos en la antigüedad griega, como bien lo
muestra Ioan P. Culianu en su libro Eros y magia en el Renacimiento 1484 6, cuando ese
Espíritu fuera denominado como "pneuma fantástico" o "pneuma vital", esa fuerza que
impulsa a la vida hacia las estrellas y que si bien, tanto en ese antes como ahora, estaba
constituida de la misma sustancia de la que están hechas las estrellas y en unidad con el
cuerpo. Hasta no hace mucho era considerada como un mediador entre cuerpo y el alma.
El "pneuma" a través de los tiempos ha sido interpretado o bien como asunto de medicinas
o bien como asunto de filosofías.
Como asunto de medicinas, Ioan P. Culianu remonta sus antecedentes a la ciencia
premoderna con Alcmeón de Crotona, médico siciliano del siglo VI a.C. También Hipócrates
hizo su particular propuesta sobre la naturaleza del "pneuma" diferente a la del siciliano.
7 Giordano Bruno, De la magia de los vínculos en general, Cactus, Buenos Aires, 2007.