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Diferencias entre la nulidad y la anulabilidad

Entre los diferentes grados de invalidez de los contratos se distinguen dos acciones que
son tratadas de forma confusa e imprecisa, por la ambigüedad terminológica con la que
nuestro Código Civil se refiere a las mismas, hemos querido dedicar este espacio a la
denominada nulidad absoluta o inexistencia y a la mera anulabilidad o nulidad relativa.

La nulidad es la mayor sanción que nuestro ordenamiento otorga a un negocio jurídico, al


negar al mismo la posibilidad de producir consecuencias jurídicas, y tiene lugar cuando
faltan alguno de los requisitos esenciales para su perfección, como son el consentimiento,
el objeto y la causa, especificados en el art. 1.261 CC, o cuando el contrato se ha
celebrado vulnerando una norma imperativa o prohibitiva (art. 6.3 CC).

El principal efecto de la nulidad de pleno derecho es la falta total de efectos del contrato,
de forma que al tratarse de un contrato nulo de pleno derecho, no es necesaria ni su
impugnación ni que la nulidad sea declarada judicialmente.

Así, son características de la acción de nulidad:

- La nulidad de un contrato opera ipso iure, de manera automática, pudiendo declararse


de oficio, sin expresa petición de parte [Sentencia del Tribunal Supremo, de 14 de mayo
de 1994.

- La amplia legitimación, ya que pueden solicitarla no solo quienes han intervenido en el


contrato, sino, además, quienes hayan podido resultar perjudicados con el mismo
[Sentencia del Tribunal Supremo, de 25 de abril de 200.

- Se trata de una acción imprescriptible. La acción de nulidad no está sometida a plazo de


prescripción, porque lo nulo en su inicio no puede ser convalidado con el paso del tiempo
[Audiencia Provincial de Cádiz, Sección 5.ª, de 1 de octubre de 2009.

Por otro lado, la anulabilidad se encuentra regulada en los arts. 1.300 y siguientes del CC.
Es un tipo de ineficacia del contrato que tiene lugar cuando el mismo adolece de un vicio
que lo invalida con arreglo a la ley, como pueden ser el defecto de capacidad de obrar, la
falta de capacidad del otro cónyuge y los vicios del consentimiento (error, dolo, violencia o
intimidación).
En este caso el contrato existe, puesto que en él concurren consentimiento, objeto y
causa, pero sufre algún vicio o defecto, por lo que es susceptible de anulación por los
Tribunales.

Como señala la Sentencia de la Audiencia Provincial de Granada, Sección 3.ª, de 7 de


febrero de 2005, la anulabilidad se conceptúa como un tipo de ineficacia relativa
caracterizada porque el contrato produce sus efectos desde el momento de su perfección,
pero estos son claudicantes, ya que su eficacia puede destruirse por el ejercicio de la
acción de anulabilidad, que, en el caso de prosperar, determina la aparición de la
ineficacia con efecto retroactivo, referida a la fecha de celebración del contrato;
produciéndose, entonces, la restitución de las prestaciones que las partes hubieren
realizado en virtud del contrato anulado, con sus frutos e intereses (art. 1.303 CC), y, en
su caso, si tal no fuese posible, se deberá restituir su equivalente (art. 1.307 CC).

Son características de la acción de anulabilidad:

_ La anulabilidad no opera ipso iure, sino que precisa del ejercicio de una acción mediante
la cual se declare por la autoridad judicial competente que tal ineficacia existe.

_ La legitimación es limitada. El art. 1.302 CC establece que pueden ejercitar dicha acción
los obligados principal o subsidiariamente por el contrato que hayan sufrido el vicio en su
consentimiento o sean menores o incapacitados. Se excluye la posibilidad de acordar la
anulabilidad de oficio.

_ En cuanto a su duración, hay que decir que la acción de anulabilidad solo durará cuatro
años, y el art. 1.301 CC establece diferentes pautas en cuanto al inicio del cómputo. Así lo
establece, entre otras, la Sentencia del Tribunal Supremo de 4 de octubre de 2006. Este
precepto, a pesar de referirse a la acción de anulabilidad, habla de la nulidad, de ahí la
ambigüedad a la que nos referíamos al inicio de este artículo.

- Por último, la acción es susceptible de extinción, bien por el transcurso de los cuatro
años, por la confirmación o convalidación del contrato [véase la Sentencia de la Audiencia
Provincial de Barcelona, Sección 13.ª, de 14 de junio de 2013 o por la pérdida de la cosa.

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