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PREFACIO

La publicación del tercer tomo de El capital ha ejercido


poca o ninguna impresión en la ciencia económica bur­
guesa. No se ha hecho sentir en absoluto el “clamor jubi­
loso” pronosticado por Sombart.1 No se ha verificado lucha
tle intelectos; no se produjo una polémica in majorem scien-
tiae gloriam. Pues, en el campo de la teoría , la economía
burguesa ya no emprende luchas alegres y entusiastas. Como
vocero de la burguesía, sólo entra en liza donde la burguesía
tiene intereses concretos que defender. En las controver­
sias económico-políticas de cada momento, refleja fielmente
el conflicto de intereses entre las camarillas dominantes, poro
renuncia a considerar la totalidad de las relaciones sociales
pues, con razón, siente que hacerlo sería incompatible con
la continuidad de su existencia como economía burguesa.
Inclusive allí donde los economistas burgueses, al compilar
sus “sistemas”, o al escribir sus “esbozos”., se ven obligados
a hablar de las relaciones que comporta el todo, el único
todo que logran presentar es construido laboriosamente a
partir de sus partes separadas. Han dejado de manejar
principios; han dejado de ser sistemáticos; se han tornado
<clécticos y sincréticos. Dietzel, autor de Theoretische So-
zialdkonomie, guarda perfecta lógica cuando eleva el eclec-

1 W erner Sombart, “Zur Kiitik des Okonomischen Systems von Karl


Marx” , Archiv fiir soziale G esetzgebung und Statisftk, Vol. V II (1894),
pp. 5 5 5-594.
ticismo a la categoría de un principio, escogiendo así, de
lo malo, lo mejor.
La única excepción consiste en la escuela psicológica de
economía política. Los adherentes de esta escuela se ase­
mejan a los economistas clásicos, y a los marxistas, en su
intento de aprehender los fenómenos económicos en una Capítulo I
visión unitaria. Al oponer al marxismo una teoría circuns­
crita, la crítica que ellos ejercen es de carácter sistemático, E L VALOR COMO CATEGORIA ECONOMICA
y se ven obligados a asumir su actitud crítica porque han
partido de premisas totalmente distintas. Ya en 1884, en
su obra Capital e interés, Bohm-Bawerk la emprendió con
el primer tomo de El capital y, poco después de la publica­
ción del tercer tomo de El capital, presentó una critica
detallada cuya sustancia se reprodujo en la segunda edición El análisis de la mercancía es el punto de partida del sistema
de Capital e interés (Edición alemana de 1900). El cree marxista. La crítica de Bohm-Bawerk se dirige primordial­
haber demostrado que el marxismo es insostenible en eco­ mente contra este análisis.
nomía y, con todo aplomo, anuncia que, con la publicación Bohm-Bawerk aduce que Marx no proporciona una prueba,
del tercer tomo de El capital, se ha iniciado el comienzo ni empírica ni psicológica, de su tesis según la cual el prin­
del fin de la teoría del valor-trabajo”. cipio del valor ha de buscarse en el trabajo. “Prefiere otra
Puesto que su crítica se refiere a los principios; puesto que linea de demostración que, para semejante tema, es algo
no ataca puntos, o conclusiones, aislados y elegidos en forma singular: el método de una prueba puramente lógica, una
arbitraria sino que pone en tela de juicio, y considera in­ deducción dialéctica a partir de la naturaleza misma del
sostenibles, los fundamentos mismos del sistema marxisía, se intercambio.” 2
hace posible un debate fructífero. Pero, puesto que el sis­ Marx había encontrado en Aristóteles la noción de que el
tema marxista tiene que considerarse en su integridad, este intercambio no puede existir sin la igualdad, ni ésta sin la
debate tiene que entrar en mayores detalles que el que se conmensurabilidad. Partiendo de esta idea, concibe el in­
requiere para hacer frente a las objeciones de los eclécticos, tercambio de dos mercancías en la forma de una ecuación
objeciones éstas que se basan en malentendidos y se refieren, y, de aquí, infiere que tiene que existir un factor común de
únicamente, a detalles aislados. un mismo monto en las cosas que se cambian y, de este modo,
se igualan, procediendo luego a buscar este factor común
al que tienen que ser reducibles las dos cosas igualadas,
como valores de cambio. Ahora bien, según Bohm-Bawerk,
el punto más vulnerable de la teoría marxista está en los
pioeesos lógicos y sistemáticos de destilación mediante los
rúales Marx obtiene el “factor común” buscado, en el traba.

;; Geschichte und Kritik der Kapitalzins-Theorien, 2* ed„ n a. 511 ss


Supra pp. 7 7 ss.
do la naturaleza también, se habría hecho evidente que el
jo. El declara que estos procesos presentan casi tantos erro­
trabajo no puede ser el factor común. Si hubiese efectuado
res cardinales como puntos comprende la argumentación. De
■sta limitación en forma totalmente nítida y abierta, la
partida Marx sólo pone en la criba aquellas cosas cambia­
gruesa falacia del método se habría puesto de manifiesto, sor­
bles (debería decir “intercambiables”, RH) que desea sacar
prendiéndolo tanto a él mismo cuanto a sus lectores. Sólo
finalmente como “el factor común”, dejando fuera todas las
<ra posible realizar el truco, como lo hizo Marx, con ayuda
demás. Es decir, limita de partida el campo de su búsqueda
de la maravillosa habilidad dialéctica con la que él soslaya
a las “mercancías”, considerando a éstas sólo como productos
ágil y ligeramente el punto embarazoso.
del trabajo, a diferencia de los dones de la naturaleza. Pero
la razón indica, continúa Bohm-Bawerk, que, si el inter­ Pero, mediante el artificio que acaba de describirse, con­
cambio significa verdaderamente una igualación, que supone tinua nuestro crítico, Marx sólo ha logrado convencernos
la existencia de “un factor común de igual monto”, este de que el trabajo puede, efectivamente, participar en el
factor común tiene que buscarse, y encontrarse, en todos los concurso. La exclusión de otros competidores se lleva a
tipos de bienes que entran en el intercambio, y no sólo efecto mediante dos argumentos, de unas pocas palabras
en los productos del trabajo sino también en los dones de cada uno, pero que contienen a la vez una falacia lógica muy
la naturaleza, como la tierra, la madera de los árboles, la grave en cada caso. En el primero, Marx excluye todas las
energía hidráulica, etcétera. La exclusión de estos bienes ‘cualidades geométricas, físicas, químicas, y otras naturales,
susceptibles de cambiarse, constituye un grueso error meto­ de las mercancías”, pues “sus cualidades físicas sólo requie­
dológico, y la exclusión de los dones de la naturaleza es ren nuestra atención en tanto afectan la utilidad de las mer­
tanto menos justificable cuanto que muchos bienes natura­ cancías, haciendo de ellas valores de uso. Por otro lado, la
les, como la tierra, se encuentran entre los más importantes relación de cambio de las mercancías está caracterizada,
objetos de propiedad y comercio, y también porque es im­ evidentemente, por la abstracción de sus valores de uso”,
posible afirmar que, en los bienes naturales, los valores de pues “dentro de esta relación (la relación de cambio), un
cambio (¡aquí, por supuesto, debería decir “precios”! RH) valor de uso vale lo mismo que otro, con la sola condición
se establezcan siempre en forma arbitraria y accidental. de que se presente en la proporción adecuada.” 3
Marx toma buen cuidado, también, de evitar la indicación Aquí, dice Bohm-Bawerk, Marx cae en un error grave. Con­
de que está excluyendo de la investigación una parte de los funde la abstracción de un género con la de las formas
bienes susceptibles de cambiarse. En éste, como en muchos específicas en las que este género se manifiesta. Las for­
otros casos, se las compone con habilidad dialéctica, escu­ mas especiales bajo las cuales puede presentarse el valor de
rridiza como una anguila, para deslizarse por sobre los pun­ uso pueden dejarse de lado, pero no puede nunca dejarse
tos difíciles de su argumentación. No llama la atención de de lado el valor de uso de la mercancía en general. Marx
sus lectores sobre el hecho de que su noción de “mercan­ podría haber advertido que no dejamos absolutamente de
cías” es más estrecha que la de los bienes susceptibles de lado el valor de uso por el hecho de que no puede haber
cambiarse en su totalidad. Inclusive se esfuerza permanen­ valor de cambio donde no hay valor de uso, hecho éste que
temente por confundir la distinción. Se ve obligado a pro­ el propio Marx se ve obligado reiteradamente a admitir.
ceder así pues, a menos que Marx hubiese limitado su inda­ Interrumpamos por un momento nuestra recapitulación de
gación, en el punto decisivo, a los productos del trabajo, si
:t E l capital, Vol. I, p. 44.
hubiera buscado el factor común en los dones “cambiables”
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la crítica de Bóhm-Baw;erk, mediante una breve interpola­ deseo mutuo de sus poseedores de alienarlas. Entretanto,
ción que tiene el propósito de poner en claro la psicología, se instaura gradualmente la necesidad de cosas pertenecien­
así como la lógica, del dirigente de la escuela psicológica. tes a otros. La repetición del intercambio lo torna un acto
Cuando dejo de lado las “formas específicas en que puede social normal. Por consiguiente, con el transcurso del tiempo,
manifestarse el valor de uso”, dejando pues de lado el valor al menos una parte de los productos del trabajo tiene que
de uso en su concreción, en lo que me concierne he dejado ser producida especialmente para el cambio. A partir de ese
de lado el valor de uso en general puesto que, en lo que momento, queda firmemente establecida la distinción entre
me concierne, el valor de uso existe en su concreción, ex­ la utilidad de un objeto a los efectos del consumo y su uti­
clusivamente como un valor de uso constituido de tal o lidad a los efectos del cambio. Su valor de uso se distingue
cual manera. Una vez que deja de ser, para mí, un valor de su valor de cambio. Por otro lado, la proporción cuanti­
de uso, nada me importa que presente un valor de uso tativa en que son intercambiables los productos pasa a de­
para otros, que posea utilidad para ésta o aquella persona. pender de su producción misma. La costumbre hace de ellos
No lo cambio hasta que llega el momento en que deja de valores de magnitudes definidas.” 4
poseer un valor de uso para mí. Esto es literalmente apli­ En realidad, no tenemos otra cosa que la abstracción, de
cable a la producción de mercancías en su forma desarro­ parte de Marx, de las formas específicas en que se mani­
llada. En ella, el individuo produce mercancías de un tipo fiesta el valor de uso. En efecto, el valor de uso sigue siendo
tan sólo, mercancías de las que, a lo sumo, un ejemplar el “soporte del valor”. Por cierto que esto resulta directa­
puede poseer un valor de uso para él mientras que, en su mente evidente, pues el “valor” no es otra cosa que una
masa de conjunto, las mercancías no presentan tal valor de modificación económica del valor de uso. Sólo la anarquía
uso para él. Es una precondición de la cambiabilidad el que del método contemporáneo de producción debido al cual,
tengan utilidad para otros pero puesto que, para mí, están en ciertas condiciones (un abarrotamiento) un valor de uso
desprovistas de utilidad, el valor de uso de mis mercancías se convierte en un no-valor de uso y queda, por tanto,
no es en sentido alguno una medida, aun para mi estimación desprovisto de valor, convierte el reconocimiento de esta
individual del valor y, menos aún, una medida de una verdad evidente en una condición de considerable im­
estimación objetiva del valor. De nada sirve decir que el portancia.
valor de uso consiste en la capacidad de estas mercancías Volvemos a Bohm-Bawerk. Este nos dice que el segundo
para cambiarse por otras mercancías, pues esto implicaría que paso de la argumentación es aün peor. Marx sostiene que,
la extensión del “valor de uso” quedase determinado ahora si el valor de uso de las mercancías se deja de lado, sólo
por la del valor de cambio, y no la del valor de cambio pol­ queda en ellas una cualidad, la de ser productos del trabajo.
la del valor de uso. Pero, ¿no quedan varias otras cualidades? Tal la pregunta
Mientras los bienes no se producen para el cambio, no se que Bohm-Bawerk formula con indignación. ¿No tienen en
producen como mercancías, es decir, mientras el cambio no común la cualidad de ser escasas en proporción a la de­
es más que un accidente en el que se intercambian única­ manda? ¿No les es común el ser objeto de demanda y de
mente las cosas superfluas, los bienes se enfrentan únicamen­ oferta, o el ser objeto de apropiación, o el ser productos
te como valores de uso. naturales? ¿No les es común el hecho de que provocan
“Las proporciones en las que pueden ser cambiadas son, al
comienzo, cosa del azar. Lo que las torna cambiables es el * Vol. I, p. 100.

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gasto de parte de sus productores —cualidad ésta sobre la y el otorgamiento del premio al otro competidor. Marx
que Marx llama la atención en el tercer tomo de El capital? habría podido, con el mismo derecho, invertir su proceso
¿Por qué el principio del valor no habría de residir en nin­ de razonamiento, dejando de lado el trabajo.
guna de estas cualidades, con la misma validez que en la Tal es la lógica de Marx, tal el método según el cual pro­
cualidad de ser productos del trabajo? Pues Marx no ha cede, como se reflejan en la mente de Bohm-Bawerk. Su
aducido ni una brizna de demostración positiva en apoyo proceder, según éste, fue perfectamente arbitrario. De un
de esta última proposición. Su único argumento es el de modo completamente injustificado, pero extremadamente ha­
tipo negativo: que el valor de uso, que así ha quedado fe­ bilidoso, se las compuso para garantizar que no quedase,
lizmente abstraído y apartado del camino, no es el principio para ser cambiado, nada más que los productos del trabajo;
del valor de cambio. Pero, ¿no se aplica este argumento pero le resultó absolutamente imposible aducir el mínimo
negativo, con la misma fuerza, a todas las demás cualidades fundamento para sostener la tesis de que la cualidad común
comunes omitidas (!) por Marx? Esto no es todo. Marx es­ que, presumiblemente, tiene que encontrarse en las mercan­
cribe lo siguiente: “Junto con las cualidades útiles de los cías a cambiarse, ha de buscarse y encontrarse en el trabajo.
productos (del trabajo), dejamos fuera del campo visual Marx sólo alcanzó el resultado apetecido ignorando de in­
tanto el carácter útil de los diversos tipos de trabajo corpo- tento una cantidad de otras cualidades, sólo dejando de lado
rizados en ellos, cuanto las formas concretas de ese trabajo; sin justificación alguna el valor de uso. Marx no estaba en
nada queda sino lo que es común a todos ellos: quedan re­ absoluto mejor situado que los economistas clásicos para
ducidos a un único tipo de trabajo, trabajo humano abstrac­ proporcionar un átomo de prueba en apoyo de la proposi­
to.” 5 Pero, al decir esto, admite que, para una relación de ción de que el trabajo es el principio del valor.
cambio, no sólo un valor de uso, sino también un tipo cual­
quiera de trabajo “vale lo que otro tipo, con la sola condi­ La pregunta de Bohm-Bawerk a la cual, según se pretende,
ción de que se presente en la proporción apropiada”. Se si­ Marx habría dado tan falaciosa respuesta, es la siguiente:
gue que la demostración idéntica en la que basa Marx su ¿con qué derecho proclamó Marx que el trabajo es lo único
veredicto de exclusión en el caso del valor de uso resultará que crea valor? Nuestra contra-crítica tiene que consistir,
válida con respecto al trabajo. El trabajo y el valor de uso, en primera instancia, en una demostración de que el análi­
dice Bohm-Bawerk, tienen un aspecto cualitativo, y uno sis de la mercancía proporciona la respuesta buscada.
cuantitativo. Así como el valor de uso resulta diferente se­ Para Bohm-Bawerk, el análisis marxista establece un contras­
gún se manifieste en una mesa o en una cantidad de hilado, te entre la utilidad y el producto del trabajo. Ahora bien,
así también difiere el trabajo según sea de carpintería o de concordamos plenamente con Bdhm-Bawerk en que no exis­
te tal contraste. Es necesario trabajar la mayoría de las co­
hilandería. Y así, como podemos comparar distintos tipos
sas para tornarlas útiles. Por otro lado, al estimar la utilidad
de trabajo según su cantidad, asimismo podemos comparar
de una cosa, nos es indiferente cuánto trabajo se ha gastado
valores de uso de distintos tipos según la cantidad, varia­
en ella. Un bien no se convierte en mercancía en virtud, sim­
ble, de valor de uso. Es perfectamente imposible compren­
plemente, de ser producto del trabajo. Pero sólo en la me­
der por qué exactamente la ^pisma demostración habría dida en que es una mercancía, un bien exhibe las cualidades
de dar por resultado la exclusión de uno de los competidores contrarias de valor de uso y valor. Ahora bien, un bien se
torna una mercancía sólo entrando en una relación con otros
s Vol. I, p. 45.
bienes, relación que se hace manifiesta en el acto de inter­
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cambio y que, considerada cuantitativamente, se presenta uspecto natural de la mercancía, su valor de uso, se encuen­
como el valor de cambio del bien en cuestión. Así, la cualidad tra fuera del ámbito de la economía política.6
de funcionar como un valor de cambio determina el carácter Sin embargo, una mercancía puede ser la expresión de re­
de mercancía que asume el bien. Pero una mercancía no laciones sociales sólo en la medida en que se la contempla
puede entrar por su propia iniciativa en relaciones con otras como producto de la sociedad, como una cosa en la que la
mercancías; la relación material entre mercancías es, necesa­ sociedad ha grabado su marca. Pero para la sociedad, que
riamente, la expresión de una relación personal entre sus res­ no intercambia nada, la mercancía no es más que un pro­
pectivos poseedores. Como poseedores de mercancías, ellos ducto del trabajo. Además, los miembros de la sociedad sólo
ocupan recíprocamente relaciones definidas de producción. pueden entrar en relaciones económicas entre sí, trabajando
Son productores independientes e iguales de “trabajos” priva, una para otro. Esta relación material se presenta, en su for­
dos. Pero estos “trabajos” privados son de un tipo particular ma histórica, como el intercambio de mercancías. El pro­
en la medida en que no se llevan a cabo para el uso personal, ducto total del trabajo se presenta como un valor total que,
sino para el cambio, en la medida en que están orientados en las mercancías individuales, se manifiesta cuantitativa­
no a la satisfacción de una necesidad individual sino de la mente como valor de cambio.
necesidad social. Así, mientras que la propiedad privada y Siendo la mercancía, en lo que concierne a la sociedad, el
la división del trabajo reducen a la sociedad a sus átomos, producto del trabajo, este trabajo asegura así su carácter es­
el cambio de los productos restituye a la sociedad sus co­ pecífico de trabajo socialmente necesario; la mercancía no
nexiones sociales. Por consiguiente, el término mercancía es se nos presenta ya como el producto del trabajo de diferen­
un término económico; es la expresión de relaciones sociales tes sujetos, pues éstos deben ser considerados, ahora, más
entre productores mutuamente independientes en la medida bien como simples “instrumentos de trabajo”. Considerados
en que estas relaciones se verifican a través de la instrumen- económicamente, pues, los “trabajos” privados se manifies­
talidad de los bienes. Las cualidades contrapuestas de la tan como lo opuesto, como “trabajos” sociales. La condición
mercancía, como valor de uso y como valor, el contraste entre que otorga al trabajo su cualidad de crear valor es, pues,
su manifestación como una forma natural y como una forma la determinación social del trabajo, es una cualidad del tra­
valor, se nos presenta ahora como un contraste entre la mer­ bajo social.
cancía, al manifestarse ella por un lado como una cosa na­ Así, el proceso de abstracción por el cual Marx pasa del
tural y, por el otro, como una cosa social. Nos las habernos, concepto de trabajo social abstractamente humano, lejos de
en realidad, con una dicotomía en la que, si se otorga el sitio ser, como imagina Bohm-Bawerk, idéntico al proceso de abs­
de honor a una rama, ello significa excluir la otra, y vice­ tracción mediante el cual Marx deja de lado el valor de uso,
versa. Pero la diferencia lo es sólo de punto de vista. La es en realidad lo opuesto, precisamente, de ese proceso.
mercancía es unidad de valor de uso y valor, pero podemos Un valor de uso es una relación individual entre una cosa
considerar esa unidad desde dos ángulos distintos. Como y un ser humano. Si dejo fuera de consideración su carácter
cosa natural, es objeto de una ciencia natural; como cosa
social es objeto de una ciencia social, el objeto de la 0 ‘Esta es la razón por la cual los compiladores alemanes gustan tanto
economía política. El objeto de la economía política es el de extenderse acerca del valor de uso, llamándolo ‘bien’. . . . Para
encontrar datos inteligentes acerca de los ‘bienes’, hay que recurrir
aspecto social de la mercancía, del bien, en tanto es un
a un tratado acerca de las m ercancías.” Marx, Contribución a la crítica
símbolo de la conexión social recíproca. Por otro lado, el d e la economía política, p. 21 nota.

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concreto (y me veo obligado a hacerlo, no bien alieno la cualquiera institución social, para poder descubrir la ley de
cosa de modo que ella deje de ser para mí, un valor de uso), movimiento interna de la sociedad, y cuando recurrimos a
destruyo con ello esta relación individual. Pero sólo en su la ley del valor para que nos preste este servicio, el prin­
individualidad puede un valor de uso ser la medida de mi cipio del valor no puede ser otro que aquél a cuyas varia­
estimación personal del valor. Si, por otro lado, dejo de ciones tienen que ser referidos en última instancia los cam­
lado la manera concreta en que he gastado mi trabajo, sigue bios en la institución social considerada.
siendo un hecho, sin embargo, que se ha gastado trabajo Toda teoría del valor que parte del valor de uso, es decir de
en general, en su forma humana universal, y ésta es una las cualidades naturales de la cosa, ya sea de su forma ter­
magnitud objetiva cuya medida radica en la duración del minada como objeto útil, o de su función, la satisfacción de
esfuerzo. una necesidad, parte de la relación individual entre una
Marx se ocupa, precisamente, de esta magnitud objetiva. cosa y un ser humano, en vez de hacerlo de las relaciones
Está esforzándose por descubrir el lazo social entre los agen­ sociales entre los seres humanos. Esto involucra el error de
tes de la producción, aparentemente aislados. La producción pretender deducir una medida social objetiva de la relación
social y, con ella, la base material efectiva de la sociedad, individual subjetiva, de la cual pueden deducirse, propia­
está determinada según su naturaleza por la naturaleza de mente, estimaciones subjetivas del valor. En tanto esta rela­
la organización del trabajo social. Esta organización, que ción individual está presente por igual en todos los estados
está determinada por la necesidad social, adquiere pronto de la sociedad, en tanto no contiene dentro de sí ningún
una forma fija legal, jurídica. Una “regulación externa” de principio de cambio (pues el desarrollo de las necesidades
esta índole constituye una premisa lógica del sistema econó­ y la posibilidad de su satisfacción están determinados por
mico, y provee el marco dentro del cual los diversos elemen­ igual), si adoptamos semejante procedimiento, tenemos que
tos de la sociedad, los elementos que laboran y los elementos desechar la esperanza de descubrir las leyes de movimiento
que controlan el trabajo, influyen unos sobre los otros, mu­ y las tendencias de evolución de la sociedad. Tal óptica es
tuamente. En una sociedad que se caracteriza por la divi­ ahistórica y asocial. Sus categorías son naturales y eternas.
sión de la propiedad y la división del trabajo, esta relación En cambio, Marx parte del trabajo en su significado como
se presenta en la forma del cambio, se expresa como valor el elemento constitutivo de la sociedad humana, como el
de cambio. El nexo social se manifiesta como el resultado de elemento cuyo desarrollo determina en último análisis el
relaciones privadas, relaciones no entre individuos privados desarrollo de la sociedad. Así, en su principio del valor
sino entre cosas privadas. Esto es, precisamente, lo que rodea cierne el factor por cuya cualidad y cantidad, por cuya orga­
de misterio todo el problema. Sin embargo, en tanto las co­ nización y energía productiva, está controlada causalmente
sas entran mutuamente en relación, el trabajo privado que la vida social. La noción económica fundamental, por consi­
las ha producido adquiere validez sólo en la medida en que guiente, es idéntica a la noción fundamental de la concepción
es un gasto de su propia antítesis, trabajo socialmente ne­ materialista de la historia. Es así necesariamente, visto que
cesario. la vida económica no es sino una parte de la vida histórica,
Por consiguiente, como un vajor, la mercancía está social­ de modo que la vigencia de las leyes en economía tiene que
mente determinada, es una cosa social. Sólo en ese carác­ ser lo mismo que su vigencia en historia. En la medida en
ter puede considerarse desde el ángulo económico. Pero, que el trabajo, en su forma social, se convierte en la medida
cuando nuestra tarea consiste en analizar económicamente del valor, queda establecida la economía como una ciencia

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social e histórica. Con ello, el ámbito de la ciencia econó­ Así llegamos a la objeción de Bohm-Bawerk, tal cual se ex­
mica queda circunscrito a la época determinada de la evo­ presa en su pregunta: ¿Cómo pueden tener “valor de cambio”
lución social en la que el bien se torna una mercancía. En los productos de la naturaleza? Las condiciones naturales
otros términos, queda restringido a la época en la que el bajo las que se realiza el trabajo son recibidas por la so­
trabajo, y la potencia que controla el trabajo, no han sido ciedad, le son dadas en una forma inalterable; por consi­
elevados concientemente a la categoría de principio regu­ guiente, de estas condiciones no pueden derivarse cambios
lador del metabolismo social y del predominio social, sino en las relaciones sociales. Lo único que cambia es la forma
en la que este principio se establece inconciente y automá­ en que se aplica el trabajo a estas condiciones naturales. El
ticamente como una cualidad material de las cosas —en la grado de éxito que alcanza tal aplicación determina la pro­
medida en que, como resultado de la forma especial que ha ductividad del trabajo. Los cambios en la productividad
asumido el metabolismo social en el intercambio, los tra­ corresponden solamente al trabajo concreto, que crea el va­
bajos privados vienen a adquirir validez sólo en la medida lor de uso; pero, según aumenta o disminuye la masa de
en que son trabajos sociales. For así decirlo, la sociedad ha productos en que se corporiza el trabajo creador de valor,
asignado a cada uno de sus miembros la cuota de trabajo resulta corporizado más, o menos, trabajo que antes en cada
necesaria para la sociedad; ha especificado a cada individuo unidad. En la medida en que hay energía natural a dispo­
cuánto trabajo él ha de gastar. Y estos individuos han olvi­ sición de un individuo, de modo tal que él quede habili­
dado cuál era su cuota, redescubriéndolo solamente en el tado para trabajar con una productividad superior a la me­
proceso de la vida social. dia social, ese individuo está en condiciones de realizar una
La razón de que el trabajo sea el principio del valor, y de plusvalía extraordinaria. Esta plusvalía extraordinaria, capi­
que la ley del valor esté dotada de realidad es, pues, que talizada, se manifiesta a su vez como el precio de esa ener­
el trabajo es el lazo social que une al conjunto de una so­ gía natural (por ejemplo, de la tierra) de la cual depende.
ciedad atomizada, y no el que el trabajo sea la cuestión La tierra no es una mercancía pero, en un prolongado pro­
técnicamente más pertinente. Es, precisamente, porque Marx ceso histórico, adquiere los caracteres de una mercancía
adopta el trabajo socialmente necesario como un punto de como condición requerida para la producción de mercan­
partida, que él se encuentra en tan buenas condiciones para cías. Las expresiones “valor de la tierra” o "precio de la
descubrir el funcionamiento interno de una sociedad ba­ tierra” no son, por ende, más que fórmulas irracionales bajo
sada en la propiedad privada y la división del trabajo. Para las cuales se oculta una relación real de producción, es decir
él, la relación individual entre el ser humano y el bien es una relación de valor. La propiedad de la tierra no crea la
una premisa. Lo que ve en el cambio no es una diferencia porción de valor que se transforma en ganancia extraordi­
de estimaciones individuales, sino la ecuación de una rela­ naria; sólo habilita al propietario territorial para transferir
ción de producción determinada históricamente. El bien se esta ganancia extraordinaria, del bolsillo del fabricante al
convierte en mercancía exclusivamente en esta relación de suyo propio. Pero Bohm-Bawerk, quien adscribe a los dones
producción, como el símbolo, como la expresión material naturales un valor que les sería propio, cae presa de la ilu­
de las relaciones personales, como portador del trabajo so­ sión fisiocrática de que la renta se deriva de la naturaleza,
cial; y las cosas que no son productos del trabajo sólo pueden y no de la sociedad.
asumir el carácter de mercancías como expresión de rela­ Así confunde Bohm-Bawerk, constantemente, lo natural con
ciones de producción derivadas. lo social. Esto se pone claramente de manifiesto en la enun­

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ciación que él efectúa de las restantes cualidades comunes do en el producto del escultor. “La simple verdad [¡muy
a las mercancías. Es una extraña mezcla: el hecho de la simple, por cierto! — RH] es que los dos productos corpo-
apropiación es la expresión legal de las relaciones históricas rizan distintas clases de trabajo en distintas cantidades, y
que es necesario presuponer para que los bienes sean cualquier persona sin prejuicios ha de admitir que ello sig­
susceptibles de cambiarse en general (es un hecho “pre-eco- nifica un estado de cosas exactamente opuesto a las condi­
nómico”) —aunque queda sin explicación posible la cues­ ciones que plantea Marx, y que él tiene necesariamente que
tión de cómo esto hubiese de ser una medida cuantitativa. plantear, a saber que corporicen trabajo de la misma clase
Es cualidad natural de las mercancías el ser productos na­ y en la misma cantidad’’.
turales, pero esto no las torna comparables cuantitativamen­ Permítaseme observar, entre paréntesis, que no se trata aquí
te en modo alguno. Luego, en la medida en que son objeto para nada de la “misma cantidad”, no se trata de igualdad
de demanda y guardan una relación con la demanda, ad­ cuantitativa. Sólo nos interesa la comparabilidad de distintas
quieren valor de uso; pues su escasez relativa hace de ellas, clases de trabajo, es decir la posibilidad do expresarlas en
subjetivamente, objeto de estima mientras que, objetiva­ términos de alguna medida común, la posibilidad de su
mente (desde el ángulo de la sociedad), su escasez es fun­ igualación cualitativa.
ción del costo de trabajo, quedando garantizada en esto su Cierto es, continúa Bohm-Bawerk, que Marx dice: “Muestra
medida objetiva, mediante la magnitud de su costo. la experiencia que esta reducción [de trabajo calificado a
Así como, en lo anterior, Bohm-Bawerk no distingue las trabajo no calificado] está haciéndose constantemente. Una
cualidades naturales de las mercancías de sus cualidades mercancía puede ser producto del trabajo más calificado
sociales, así mismo, en el desarrollo posterior de su crítica, pero su valor, igualándolo al producto del trabajo simple,
confunde el aspecto del trabajo según el cual éste crea valor no calificado, representa una cantidad definida de este úl­
de uso con el aspecto según el cual crea valor; y continúa, timo trabajo, únicamente. Las diferentes proporciones en
descubriendo una nueva contradicción en la ley del valor las que las distintas clases de trabajo son reducidas a tra­
—aunque Marx, “con magistral dialéctica.. . busca dar a bajo no calificado, como su patrón, están establecidas por
entender” que los hechos “no involucran una contradicción un proceso social que se desarrolla a espaldas de los pro­
con su principio fundamental, sino que constituyen sólo ductores y, por consiguiente, parecen fijadas por la cos­
una lectura de él ligeramente distinta.” tumbre” .7
Marx enuncia que el trabajo calificado equivale a una can­ Sin embargo, pregunta Bóhm-BaWerk: ¿cuál es el signifi­
tidad definida de trabajo no calificado. Sin embargo, nos cado de esta apelación al “valor” y al “proceso social” como
ha enseñad^ —dice Bohm-Bawerk— que las cosas que el in­ los factores determinantes del patrón de reducción? “Aparte
tercambio iguala unas con otras “contienen cantidades igua­ de cualquier otra cosa, significa simplemente que Marx está
les de algún factor común, y este factor común tiene que desenvolviendo su argumentación en un círculo. El tema
ser trabajo, y tiempo de trabajo”. Pero los hechos que en­ real de la investigación son las relaciones de cambio de las
frentamos, dice, no satisfacen esta exigencia. En efecto, en mercancías”, el por qué, por ejemplo, de que el trabajo del
el trabajo calificado, por ejemplo en el producto de un es­ escultor valga cinco veces lo que el trabajo no calificado del
cultor, no hay trabajo no calificado en absoluto, y aun picapedrero. “M arx.. . dice que la relación de cambio es
menos podemos decir que el trabajo no calificado que es
r Vol. I, pp. 51-52.
igual a cinco días de trabajo del picapedrero esté corporiza-

152 153
ésta, y no alguna otra, porque un día de trabajo del escul­ de si es necesario determinar la proporción del valor entre
tor es reductible exactamente a cinco días de trabajo no las dos clases de trabajo, y si la dificultad de llevar a efecto
calificado. Y, ¿por qué es reductible a cinco días exacta­ esta determinación no puede resultar insuperable. En efec­
mente? Porque la experiencia pone de manifiesto que lo es, to, si partimos de suponer que el conocimiento de esta de-
en esa proporción, mediante un proceso social.” Pero es que terminacion es indispensable, faltando este conocimiento el
precisamente este proceso requiere ser explicado. Si la rela­ concepto de valor será incapaz de proporcionar la explica­
ción de cambio fuese 1:3 en vez de ser 1:5, Marx preten­ ción de los procesos económicos.
dería igualmente que aceptásemos la tasa de reducción de Reconsideremos la argumentación de Marx. Leemos, en el
1 : 3 como la que deriva de la experiencia; . . . en pocas pa­ trozo citado anteriormente: “Su valor [es decir, el valor del
labras, está claro que nunca sabremos, por esta vía, las pioducto del trabajo calificado], al igualarlo al producto
razones verdaderas de que productos de distintas clases de del simple trabajo no calificado, representa únicamente una
trabajo hayan de cambiarse en tal o cual proporción”. Dice cantidad definida de este ultimo trabajo.” Sin embargo, para
el crítico: en este punto decisivo, la ley del valor se des­ que este proceso resulte comprensible, la teoría del valor
ploma. tiene que considerar el trabajo disponible de la sociedad,
He aquí una indicación de la dificultad bien conocida, difi­ en un momento dado cualquiera, como compuesto de partes
cultad sobre la cual otros, aparte de Bohm-Bawerk, han homogéneas —siendo el trabajo individual, en la medida en
llamado la atención. En el prefacio al primer tomo de El que crea valor, meramente una parte alícuota de esa tota­
capital Marx, con su conocido “optimismo social”, presu­ lidad cuantitativa. Pero sólo puedo considerar esa totali­
pone a “un lector deseoso de aprender algo nuevo y, por dad como cualitativamente homogénea, si estoy en condi­
consiguiente, de pensar por si mismo —siendo esta, según ciones de expresarla en términos de alguna unidad común
creo, la única suposición desprovista de fundamento que de medida. La necesaria unidad de medida reside en el
haya efectuado Marx jamás. Pero todo lector reflexivo ad­ trabajo simple medio”, que es “el desgaste de simple fuer­
vertirá de inicio que hay un hueco en la argumentación, za de trabajo, es decir de la fuerza de trabajo que, en pro­
y este vacío ha sido señalado por autores mas, o menos, medio, fuera de cualquiera desarrollo especial, existe en el
marxistas” como Bernstein, C. Schmidt y Kautsky. organismo de todo individuo común.” 8 El trabajo calificado
Consideremos la cuestión más detalladamente. Primeramen­ cuenta como un múltiplo de esta unidad de trabajo simple
te, Bohm-Bawerk nos dice, él mismo, que la diferencia sólo medio. Pero, ¿que múltiplo? Esto, dice Marx, es determinado
cc/nsiste en que, en un caso, tenemos ante nosotros trabajo a través de un proceso social que se desarrolla a espaldas
calificado y, en el otro, trabajo no calificado. Por consi­ de los productores. Ahora bien, Bohm-Bawerk no admite
guiente, es obvio que la diferencia de valor entre los pro­ la validez de esta apelación a la experiencia, declarando
ductos respectivos tiene que depender de una diferencia que, aquí, la teoría del valor quiebra por completo. Pues
referente al trabajo. El mismo producto natural es, en un las proporciones en que el trabajo calificado ha de conver­
caso, el objeto en el cual se ha gastado trabajo calificado tirse en términos de trabajo no calificado en la valoración
y, en el otro caso, el objeto en el cual se ha gastado trabajo de sus respectivos productos, no están determinadas, ni pue­
no calificado; y, en cada uno de estos casos, adquiere un den determinarse a priori mediante ninguna propiedad in-
valor distinto. Asi, no existe aquí objeción lógica alguna
a la ley del valor. El único problema que se plantea es el s Vol. I, p. 51.

154 155
herente al propio trabajo calificado, sino que, exclusiva­ variaciones de los precios, se nos hace posible captar las
mente, el resultado efectivo decide acerca de las efectivas leyes de estos cambios; y, puesto que todos los fenómenos
relaciones de cambio” .9 Así exige Bohm-Bawerk que la pro­ económicos se manifiestan a través de cambios en los pre­
porción de marras le dé la posibilidad de determinar por cios, es posible luego alcanzar una comprensión de los fe­
adelantado el nivel absoluto de los precios pues, a su cri­ nómenos económicos en general. Ricardo, advirtiendo el ca­
terio, como lo dice en otro lugar, el cometido esencial de rácter incompleto de su análisis de la ley del valor, declara
la economía es la explicación del fenómeno del precio. por ello con todas las letras que la investigación hacia la
Pero, ¿es verdaderamente cierto que, a falta de un conoci­ cual desea orientar la atención del lector se refiere a las
miento de la proporción la ley del valor se torna inser­ variaciones en el valor relativo de las mercancías, y no a
vible? En llamativo contraste con Bohm-Bawerk, Marx con­ las variaciones en su valor absoluto.
sidera la teoría del valor, no como el medio conducente a Se sigue que la falta de conocimiento de la proporción de
la determinación de los precios, sino como el medio con­ marras no restringe en absoluto la importancia de la ley del
ducente al descubrimiento de las leyes del movimiento de valor como medio de advertir que el mecanismo económico
la sociedad capitalista. La experiencia nos enseña que el se desenvuelve de acuerdo con leyes. Sin embargo, desde
nivel absoluto de los precios es el punto de partida de otro ángulo, la falta de ese conocimiento sería grave. Si,
este movimiento pero, aparte de esto, el nivel absoluto de en la practica, el nivel absoluto del precio hubiese de ser
los precios no pasa de ser un asunto de importancia secun­ establecido en primera instancia por el proceso social, el
daria, y sólo nos concierne el estudio de la ley de su varia­ concepto del valor tendría que contener todos los elementos
ción. Es indiferente si una clase cualquiera de trabajo cali­ que, teóricamente, nos permiten aprehender el proceso por
ficado ha de considerarse como el cuadruplo, o el séxtuplo, el cual la sociedad lleva a efecto la reducción del trabajo
del trabajo no calificado. El punto importante es que una calificado a trabajo no calificado. De lo contrario este pro­
duplicación, o triplicación, de la capacidad productiva en ceso, que ejerce una influencia decisiva en la magnitud del
la esfera del trabajo calificado rebajaría el producto del tra­ valor, aunque existiría sin lugar a dudas y no comportaría
bajo calificado en dos o en tres veces, en relación con el ninguna contradicción con la ley del valor, proveería, sin
producto del trabajo no calificado (que permanece inva­ embargo, sólo una explicación parcial (y la de la parte más
riable, por hipótesis). importante) de los fenómenos económicos, pero dejaría sin
El nivel absoluto de los precios nos es dado por la experien­ explicación otra parte, es decir el punto de partida de estas
cia; lo que nos interesa es la variación sujeta a leyes que ex­ variaciones.
perimentan estos precios. Como todas las variaciones, esta
Sin embargo, cuando Bohm-Bawerk inquiere cuál es la cua­
variación es provocada por una fuerza; y, puesto que se
lidad inherente al trabajo calificado que otorga a ese tra­
trata de cambios en fenómenos sociales, estos cambios tie­
bajo su particular facultad de creación de valor no es, per
nen que ser provocados por variaciones en la magnitud de
se, inherente a ningún trabajo. Sólo conjugado con un modo
una fuerza social, la capacidad social de producción.
definido de organización social del proceso de producción,
Pero, puesto que la ley del valor nos revela que, en último el trabajo crea valor. Por ende, no podemos acceder al con­
análisis, este desarrollo de la capacidad productiva rige las cepto de trabajo creador de valor simplemente considerando
el trabajo aislado, en su concreción. El trabajo calificado,
9 Supra, p. 94.
por consiguiente, si he de considerarlo como creador do
156
157
valor, no debe considerarse en aislamiento sino como parte absoluto si el trabajo apropiado por el capitalista es trabajo
del trabajo social. social no calificado medio, o trabajo relativamente calificado,
Surge, por tanto, la' pregunta siguiente: ¿qué es el trabajo trabajo de peso esjpecífico más elevado. El trabajo que, com­
calificado, desde el punto de vista social? Sólo cuando po­ parado con el trabajo social medio, cuenta como trabajo su­
damos responder a esta pregunta, podremos esperar alcan­ perior, relativamente calificado, es la manifestación de una
zar una posición desde la cual estaremos en condiciones de fuerza de trabajo que ha requerido costos de formación más
reconocer los principios según los cuales puede efectuarse altos, cuya producción ha costado más tiempo de trabajo
la reducción antedicha. Notoriamente, estos principios no y que, por consiguiente, tiene valor mayor que el que posee
pueden ser otros que los contenidos en la ley del valor. Pero, la fuerza de trabajo no calificada. Ahora bien, mientras que
aquí, enfrentamos una dificultad. La ley del valor se aplica el valor de esta fuerza es más elevado, también ha de recor­
a las mercancías, mientras que el trabajo no es una mercan­ darse que se manifiesta en trabajo superior y, por consi­
cía, aun cuando aparezca como tal cuando hablamos del guiente, se materializa, en un lapso igual de tiempo, en
salario del trabajo. Sólo la fuerza de trabajo es una mercan­ valores relativamente mayores. Cualquiera pueda ser la
cía, y posee un valor; el trabajo crea valor, pero no posee, diferencia de calificación entre el trabajo de un hilandero
él mismo, valor. No es difícil calcular el valor de una fuerza y el de un joyero, la porción de su trabajo mediante la cual
de trabajo dedicada al trabajo calificado; como para cual­ el joyero reemplaza apenas el valor de su propia fuerza de
quiera otra mercancía, es igual al trabajo necesario para trabajo no difiere en absoluto, cualitativamente, de la por­
su producción y reproducción, y éste consiste en el costo de ción adicional mediante la cual crea plusvalía. En la activi­
manutención y el costo de preparación. Pero, en este caso, dad del joyero, así como en el hilado, la plusvalía re su lta
no nos estamos ocupando del valor de una fuerza de trabajo sólo de un remanente cuantitativo de trabajo, de u n a pro­
calificada sino de la cuestión de cómo, y en qué proporción, longación de un mismo proceso de trabajo: del proceso de
el trabajo calificado crea más valor que el no calificado. hacer joyas en un caso y en el otro, del proceso de fabrica­
No debemos deducir el mayor valor que crea el trabajo ción de hilado.” 11 Vemos que lo que trata aquí Marx es
calificado del mayor salario de la fuerza de trabajo califi­ cómo el trabajo puede crear plusvalía pese al alto salario, es
cada, pues esto sería deducir el valor del producto del “valor decir, pese a la magnitud del trabajo necesario. Los pensa­
de trabajo”. Cierto es que Bernstein 10 propone hacerlo así, mientos contenidos en la frase citada por Bernstein, expre­
creyendo poder justificar esta posición mediante una cita sados con mayor detalle, rezarían aproximadamente así:
de Marx. Pero, si leemos la frase dentro del contexto del “Aunque el valor de esta fuerza sea mayor puede, a pesar
que Bernstein la arrancó, observamos que significa exacta­ de ello, producir más plusvalía, pues se manifiesta en tra­
mente lo contrario de lo que Bernstein desea deducir de ella. bajo superior”, etcétera.
Marx escribe: “Se ha señalado anteriormente que, en lo re­
Marx deja de lado la cláusula intermedia, e introduce lo
ferente al proceso de producción de plusvalía, no importa en
que sigue con la palabra “aber” [“pero”] mientras que, si
10 Eduard Bernstein, “Zur Theorie des Arbeitswerts” [A cerca de la
teoría del valor-trabajo], D ie N eu e Zeit, Vol. X V III (1 8 9 9 -1 9 0 0 ), 11 Vol. I, p. 220.
Parte I, p. 359.

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jos no calificados que se encuentran condensados, simultá­
Bernstein hubiese estado en lo cierto, Marx habría tenido
neamente, en ella.
que usar la palabra “dáher” [“por consiguiente”, o “por
ende”]. Deducir el valor del producto del trabajo de los El trabajo no calificado, si se lo aplica a la producción de
una fuerza de trabajo calificada o compleja, crea por un
salarios del trabajo es algo que se encuentra gruesamente
lado el valor de esta fuerza de trabajo, que reaparece en
reñido con la teoría marxista. Dado el valor de la fuerza
el salario de la fuerza de trabajo calificada; pero, por otro
de trabajo, sólo podría yo deducir el valor nuevo que esta
lado, por el método concreto según el cual se lo aplica, crea
fuerza de trabajo crea si conociese cuál es la tasa de explo­
un valor de uso nuevo consistente en que está, ahora, dis­
tación. Pero, aun si me fuese conocida la tasa de explota­
ponible una fuerza de trabajo capaz de crear valor con to­
ción del trabajo no calificado, no tendría derecho alguno a
das las potencialidades que poseían los trabajos no cali­
suponer la misma tasa de explotación, exactamente, para el
ficados usados en su formación. En la medida en que se
trabajo calificado. Para este último, la tasa de explotación
usa trabajo no calificado en la formación de trabajo cali­
podría ser mucho más baja. Así, ni directa, ni indirecta­
ficado, aquél crea, por un lado, valor nuevo y, por otro,
mente me da, el salario del trabajo calificado, información
transmite a su producto su valor de uso: el de ser fuente de
alguna acerca del valor nuevo que esta fuerza de trabajo valor nuevo. Considerado desde el punto de vista de la so­
crea. El rostro que asumiría la teoría marxista si hubiese ciedad, el trabajo no calificado está latente mientras se lo
de aceptarse la interpretación de Bernstein (y el propio utiliza para formar fuerza de trabajo calificado. Su empleo
Bernstein nos dice que, a su manera de ver, la teoría asu­ para la sociedad sólo comienza cuando entra en actividad
miría un aspecto fundamentalmente distinto) presentaría la fuerza de trabajo calificada a cuya producción he con­
lincamientos irónicos que difícilmente podrían ocultarse. tribuido. Así, en este solo acto de gasto de trabajo califi­
Por consiguiente, tenemos que esforzarnos por abordar de cado, se gasta una suma de trabajos no calificados y, de este
otra manera la solución del problema. modo, se crea una suma de valor y plusvalía correspondiente
El trabajo no calificado medio es el desgaste de fuerza de al valor total que se habría creado mediante el gasto de to­
trabajo no calificada, pero el trabajo calificado es el desgaste dos los trabajos no calificados necesarios para la producción
de fuerza de trabajo calificada. Sin embargo, para la pro­ de la fuerza de trabajo calificada con la función que le co­
ducción de esta fuerza de trabajo calificada, hizo falta una rresponde: el trabajo calificado. Por consiguiente, visto des­
cantidad de trabajos no calificados. Estos se encuentran de la óptica de la sociedad, y considerado económicamente,
almacenados en la persona del trabajador calificado, y sólo el trabajo calificado se presenta como un múltiplo del tra­
cuando él comienza a trabajar se ponen en movimiento es­ bajo no calificado, por muy distintos que puedan parecer
tos trabajos formativos, por cuenta de la sociedad. Así, el los trabajos calificado y no calificado desde algún otro án­
gulo: fisiológico, técnico o estético.
trabajo del educador técnico transmite, no sólo valor ( que se
Por consiguiente, en lo que tiene que pagar por el producto
manifiesta en forma de salario más alto), sino, además, su
del trabajo calificado, la sociedad paga un equivalente por
propia capacidad de creación de valor. Por consiguiente,
el valor que habrían creado los trabajos no calificados, si
los trabajos de formación se encuentran latentes en lo que
hubiesen sido consumidos directamente por la sociedad.
concierne a la sociedad, y no se manifiestan hasta que la
Cuanto más trabajo no calificado corporiza ese trabajo ca­
fuerza de trabajo calificada inicia su labor. Por tanto, su
lificado, mayor la medida en que éste último crea valor en
desgaste significa el desgaste de todos los distintos traba­
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proporción superior pues, en realidad, tenemos numeiosos dad productiva y si conozco, además, la cantidad de este
trabajos no calificados empleados simultáneamente en la bien que es demandada por la sociedad. Ello significa que
obtención del mismo producto. Por ende, el trabajo califica­ estamos pidiendo al individuo lo que realiza la sociedad. En
do es en realidad trabajo no calificado multiplicado. Quizás efecto, la sociedad es el único contador competente para
un ejemplo aclare la cuestión. Un hombre posee diez bate­ calcular el nivel de los precios, y el método que emplea la
rías de acumuladores con las que puede poner en movi­ sociedad paia esta finalidad es el método de la concurren­
miento diez máquinas distintas. Para la fabricación de un cia. En tanto, en la concurrencia libre en el mercado, la so­
producto nuevo, necesita otra máquina, y esta requiere una ciedad considera como una unidad el trabajo concreto gas­
fuerza motriz muy superior. Utiliza entonces las diez ba­ tado por todos los productores para la producción de un
terías para cargar un solo acumulador, capaz de poner en bien; y en tanto la sociedad sólo paga por el trabajo en la
movimiento la nueva máquina. A partir de entonces, las medida en que su gasto ha sido socialmente necesario, es la
energías de las diversas baterías se manifiestan como una sociedad la que pone de manifiesto en primer término en
fuerza unificada en la nueva batería, una fuerza unida que qué medida este trabajo concreto ha contribuido efectiva­
es el décuplo de la fuerza simple media. mente a la formación de valor, y fija los precios según esto.
Un trabajo calificado puede contener, no sólo trabajos no La utopia de los bonos de trabajo” y del “valor constitui­
calificados sino, además, trabajos calificados de otro tipo do” se basaba exactamente en esta ilusión de que el patrón
y éstos, a su vez, son reductibles a trabajo no calificado. teórico de medida sea, al mismo tiempo, un patrón de me­
Cuanto mayor la medida en que otros trabajos calificados se dición susceptible de servir en forma inmediata a fines
incorporen en un trabajo calificado determinado, tanto más piácticos. Esta es la concepción en concordancia con la cual
breve será el proceso de formación de éste. la teoría del valor se considera, no como un medio “de de­
La teoría marxista del valor nos permite, de este modo, re­ tectar la ley de movimiento de la sociedad contemporánea”,
conocer los principios según los cuales se efectúa el proceso sino como un medio de obtener con seguridad una lista de
social de reducción del trabajo calificado a trabajo no ca­ precios tan estable como sea posible.
lificado. Por ende, torna mensurable teóricamente la mag­ La búsqueda de tal lista de precios llevó a von Buch 12 a
nitud del valor. Pero, cuando Bohm-Bawerk insiste en que una teona que, para determinar los precios, no requiere
Marx habría debido proporcionar la prueba empírica de más que esto mismo: el conocimiento de los precios. Pero
su teoría, y cuando sostiene que la prueba necesaiia habría el caso de la teoría psicológica del “valor” no es menos
consistido en demostrar la relación existente entre los valo­ grave.
res de cambio o precios y las cantidades de trabajo, está
confundiendo mensurabilidad teórica con mensurabilidad Esa teoría señala que indica con cifras definidas, pero esco­
práStica. Lo que puedo determinar mediante la experiencia gidas arbitrariamente, los diversos grados de satisfacción de
es el gasto de trabajo concretamente necesario para la pio- las necesidades, y dispone las cosas de modo que estas ci­
ducción de un bien determinado. En qué medida este tra­ fras signifiquen los precios que la gente está dispuesta a
bajo concreto es trabajo socialmente necesario; es decir, en pagar por los medios que permiten satisfacer las necesida-
qué medida gravita en la formación de valor, es algo que des. Esto oculta más efectivamente el proceso por el cual
sólo puedo determinar si conozco el grado medio efectivo
de productividad e intensidad que ha requerido la capaci­ 32 D ie Intensitat d e r A rbeit [L a intensidad del trab ajo], Leipzig 1896.

162 163
se supone una cantidad de precios arbitrarios, en vez de
un solo precio arbitrario.
La prueba empírica de la exactitud de la teoría del valor
se encuentra en una orientación muy distinta de aquélla
por la cual Bohm-Bawerk dirige sus indagaciones. Si la teo­
ría del valor ha de ser la clave de la comprensión del modo
de producción capitalista, ella tiene que ser capaz de ex­
plicar los fenómenos de ese modo de producción sin contra­ Capítulo 11
dicciones. Los procesos reales del mundo capitalista no tie­
n e n que encontrarse en contraposición con la teoría, sino VALOR Y GANANCIA MEDIA
que han de confirmarla. Según Bohm-Bawerk, la teoría falla
en este sentido. El tercer tomo de El capital, en el cual
Marx ya no pudo ignorar los procesos reales, pone de ma­
nifiesto que estos procesos reales no podían armonizarse con
los presupuestos de la teoría del valor. Los datos del tercer El problema que nos ocupa ahora nos resulta familiar. En
tomo se encuentran en abierta contradicción con los del pri­ las diversas esferas de la producción, la composición orgá­
mer tomo. La teoría naufraga en los escollos de la realidad. nica del capital, la relación entre c (capital constante, gas­
En efecto, la realidad, dice Bohm-Bawerk, muestra que la tado en los medios de producción) y v (capital variable,
ley del valor no tiene validez con respecto a los procesos de gastado en el pago de los salarios del trabajo), varía. Pero,
intercambio, visto que las mercancías se cambian a precios puesto que sólo el capital variable produce valor nuevo;
que se apartan permanentemente del valor de aquéllas. En y puesto que, por ende, sólo él produce plusvalía, el monto
de la plusvalía producida por dos capitales de la misma mag­
el desarrollo referente al problema de la tasa media de
ganancia, la contradicción se hace evidente. Marx sólo logra nitud varía según la composición orgánica de los respectivos
resolver esta dificultad abandonando, simplemente, su teo­ capitales; es decir, varía según las variaciones de la rela­
ción entre el capital constante y el capital variable en las
ría del valor. Este reproche alusivo a una pretendida con­
tradicción consigo mismo se ha convertido en un lugar co­ empresas respectivas. Pero, con ello, también varía la tasa
mún de la economía burguesa desde que lo formuló Bohm- de ganancia, la relación entre la plusvalía y el capital total.
Bawerk. Al criticar a Bohm-Bawerk, estamos criticando a los Así, según la ley del valor, capitales iguales rinden ganancias
representantes de la crítica burguesa del tercer tomo de distintas, proporcionales a las magnitudes de trabajo vivo que
ponen en movimiento. Esto está en contraste con la reali­
El capital.
dad pues, en el mundo real, capitales iguales arrojan ga­
nancias idénticas, cualquiera sea la composición de aqué­
llos. ¿Cómo es posible dar cuenta de esta “contradicción”?
*v Escuchemos, en primer término, lo que Marx tiene que de­
cir al respecto.
‘ La dificultad proviene exclusivamente del hecho de que
las mercancías no se cambian simplemente como mercan­
cías, sino como productos del capital que exigen participa­
ciones iguales en el monto total de la plusvalía, si son de
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