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Sep 8, 2017
La terapia sistémica nació en la segunda mitad del siglo XX, a partir de la psiquiatría y la
necesidad de dar una respuesta a problemas que no podían solucionarse de manera individual,
como el tratamiento de la esquizofrenia, ya que al darse seguimiento a los pacientes con este
padecimiento se observó que al regresar con sus familias,los pacientes recaían con facilidad y
tenían que ser internados otra vez.
Dentro de los conceptos básicos del modelo sistémico se encuentra la teoría general de los
sistemas, definiendo el sistema como un conjunto de elementos dinámicamente estructurados,
organizados e interdependientes. En consecuencia, para entender el comportamiento de un
sistema es necesario tener en cuenta no solo los elementos del sistema sino también las
interacciones y organizaciones entre ellos que forman una totalidad (Feixas y Miró, 1993).
La teoría general de los sistemas también distingue suprasistemas los cuales, son contextos más
amplios en los que se desenvuelve un sistema y subsistemas que son los componentes del
sistema (parental, conyugal, fraternal, de hijos, etc.). también distingue entre sistemas cerrados
y abiertos, los primeros se refieren a sistemas en donde sus componentes o miembros no
intercambian información con el medio externo e interno., por otro lado en los sistemas
abiertos los componentes intercambian información, y se adaptan a los cambios internos y
externos del sistema. Retomando esta perspectiva, el enfoque sistémico ubica el síntoma o
problema de un individuo (paciente identificado) como una expresión de la crisis familiar. Por
tanto para provocar una modificación en la familia es necesario un cambio en la estructura
familiar que posibilite cambios en los miembros que componen el sistema (Feixas y Miró, 1993).
Parten de la idea de que las soluciones intentadas por el sistema para resolver una dificultad
son las que mantienen el problema; ya que los intentos de solución suelen fallar, esto ocasiona
que en lugar de que se resuelva el problema se logra mantenerlo obstaculizando así el cambio.
(Camacho, 2006). Las intervenciones están dirigidas en primer lugar a identificar los intentos de
solución fallidas y los circuitos o pautas interaccionales que mantienen el problema, su objetivo
es modificar estas pautas interaccionales que rigen al sistema (Camacho, 2006). Feixas y Miró
(1993) señalan que esta escuela propone “tiempos de resolución breves (…) y las principales
técnicas utilizadas por esta escuela son las prescripciones, sugerencias y redefiniciones (Cit.
Camacho, 2006, p. 21).
Entre sus mayores representantes está Salvador Minuchin y Jay Haley. Esta escuela centra su
interés en las jerarquías y los roles que conforman la estructura de un sistema; también parten
de la idea de que en las familias existen alianzas y coaliciones, las primeras se refieren a una
relación cercana entre dos personas, en las segundas se refieren a la relación o vinculación
entre dos personas pero esta se dirige siempre en contra de un tercero. Asimismo entienden a
la familia como un sistema con límites y fronteras que a su vez sirven para diferenciar los
subsistemas (parental, fraternal, de hijos, etc.) unos de otros (Camacho, 2006). Minuchin (1974)
señala que “los límites pueden ser difusos, rígidos o claros, dependiendo de esto podemos
conceptualizar a las familias como aglutinadas y dispersas o desligadas” (Cit. en Camacho,
2006). Entre las técnicas más utilizadas son la reestructuración familiar que se refiere a romper
las coaliciones y crear nuevas alianzas logrando con esto cambios en los poderes y en las
jerarquías; asimismo usa la desequilibración que hace referencia a cuando el terapeuta se alía
con un miembro o subsistema para formar nuevas alianzas y coaliciones; también utiliza la
redefinición de síntoma o intervenciones paradójicas (Camacho, 2006).
La escuela de Milán
Entre sus mayores representantes esta Selvini Palazzoli. Desde esta escuela se pone atención
desde los primeros datos recogidos por la familia. Trabajan en particular con el significado que
puede tener la familia respecto al síntoma o al paciente identificado “chivo expiatorio” de la
problemática familiar. Entre sus intervenciones más importantes es el uso de técnicas como la
connotación positiva, pregunta circular, rituales e intervenciones paradójicas (Camacho, 2006).
En cuanto a la labor del psicólogo, puede trabajar como un mero observador de la interacción
de la familia o el grupo y guiando las sesiones. También puede trabajar interactuando como
observador participante (otro miembro de la familia), involucrándose en la dinámica familiar.
Por esta razón, en este enfoque se considera al terapeuta como parte de la realidad observada,
donde intentará insertarse de manera sutil al mundo de la familia, para esto Minuchin y
Fishman (Cit. en Boscolo, L., & Bertrando, P., 1987), señalan que la principal cualidad con la que
debe contar un terapeuta sistémico es la espontaneidad, la cual definen como la habilidad para
“emplear diferentes aspectos de sí mismo en respuesta a contextos sociales diversos. El
terapeuta puede reaccionar, moverse y hacer sus sondeos con libertad, pero sólo dentro de la
gama de posibilidades tolerables en un contexto determinado”. Además de ser espontáneo, se
debe presentar como activo, ocupando un lugar de liderazgo en la terapia. Dependiendo del
momento, el terapeuta puede tomar una postura cercana, intermedia o lejana con algunos
miembros o toda la familia, con el fin de establecer nuevas pautas de relación (Puede elogiar o
agraviar, acercar o alejar a miembros de la familia, clarificar o confundir; todo esto, con la guía
constante de las hipótesis de trabajo sobre el funcionamiento de la familia que se forma el
terapeuta, que van siendo confirmadas o rechazadas de acuerdo a los hechos).