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Laura Daniela Soto Patiño

Pontificia Universidad Javeriana


Periodismo mutante

El sinsabor de lo cotidiano

La cotidianidad de millones de personas y en un caso más específico, de


nosotros los colombianos, está embalsamada en un inminente y
catastrófico déficit institucional. Desde el campo de la salud hasta el
campo de la educación, son exponentes de cómo la avaricia y un
pensamiento individualista ha corroído de a pocos como si de un virus se
tratara, cada uno de los aspectos de nuestra vida. Nadie quiere tomar
responsabilidad de nada y todos quieren una tajada de una torta que
aunque debería ser para todos, solo se queda en manos de unos pocos y
ricos y poderosos.

El discurso que expone cómo nuestro país se hunde cada vez más en la
corrupción no es nuevo, es más bien un componente estático que parece
ir creciendo conforme crece la sociedad. Hay cientos de casos de
corrupción que han escandalizado a Colombia, pero que al parecer no han
sido suficiente como para crear una conciencia de lo colectivo o para
implantar medidas severas contra tal vez el mayor problema que permea a
los colombianos.

Un ejemplo claro y conciso de lo que estamos hablando, entre muchos


cabe aclarar, es el de Agro Ingresos Seguros. Un escándalo que como
expone el columnista Daniel Coronell, fue un programa que tuvo el patrón
de amparar a grupos políticos, adeudados con la justicia Colombiana,
poderosos empresarios, familias pudientes y financiadores de las
campañas del expresidente Álvaro Uribe Vélez y el exministro de
agricultura, Andrés Felipe vocero de este programa de subsidios que
prometía ayudar a campesinos de escasos recursos y oportunidades. La
realidad es que miles de millones de pesos en subsidios fueron a parar
libres de impuestos en las manos de los más acaudalados del país, a
cambio de financiamiento en campañas, favores políticos y todo tipo de
artimañas propias de quien cede ante la sed de poder.

Daniel Coronell expuso por años la historia y las investigaciones que


rodeaban al caso Agro Ingresos Seguros en sus columnas, condenando
tajamente lo sucedido y responsabilizando al economista y exministro
Arias. Lo anterior le costó un proceso jurídico con Arias quien lo acusaba de
injuriar en una de sus columnas con el objeto de detener las publicaciones
del periodista relacionadas con este caso en las que el exministro solo
daba respuestas evasivas. Al final, en Octubre de 2012 el caso jurídico fue
archivado por la fiscalía, pues las afirmaciones hechas por Coronell en sus
columnas demostraron estar fundamentadas en documentos y pruebas
reales sobre este desfalco agrario.

Y aunque la investigación de este caso tomó años de investigación tras


una difusa ausencia de material probatorio que dificulto el rastreo de los
verdaderos beneficiarios de los millonarios subsidios, la presión ciudadana
y una investigación exhaustiva, término en la condena por la Corte
Suprema de Justicia de diecisiete años de cárcel con posibilidad de
extradición y una multa de 30.000 millones de pesos a el exministro Arias
por el controvertido y polémico caso.

Como sociedad tenemos el derecho de recibir una rendición de cuentas,


de saber en que se utilizan nuestros impuestos, a dónde van nuestras
contribuciones. Y de no estar satisfechos con las respuestas, tenemos el
derecho de sancionar a las personas que no han cumplido a cabalidad, ni
con transparencia sus obligaciones en el sector estatal y estas deberían
asumir su responsabilidad. Este proceso que al parecer es omitido en
muchos aspectos y sectores en nuestro país se conoce como
Accountability. Pero debido a la omisión del mismo, la única posibilidad en
el panorama es tomar las riendas de ese proceso desde la acción social. Un
trabajo que hizo el periodista Daniel Coronell con el caso de AIS, y que
intentan hacer varios medios de comunicación y periodistas con la
visibilización de problemas sociales y la imposición de denuncias con el fin
de llegar a verdaderos cambios.

Como expresa el medio de comunicación latinoamericano “El Faro” en su


discurso de aceptación del premio a la excelencia otorgado por la
fundación Gabriel García Márquez, la única manera de hacer periodismo es
desde la incomodidad con lo que nos rodea: con la gente, con la sociedad,
con los problemas y con los sinsabores que a diario nos quedan de
sociedades hundidas en la desigualdad social. Se trata de ir contra la
corriente un mundo que se ha acomodado a una realidad que para nada
es aceptable y lo más importante, se trata de exponer lo podrido de
nuestras sociedades siempre desde la verificación y la verdad, el fin último
del periodismo.

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