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ESTILO DE VIDA COMO ENFOQUE TERAPÉUTICO PARA LA PREVENCIÓN Y TRATAMIENTO DE

DISLIPIDEMIAS

Yaneth Paniagua Aguirre

Curso: Metabolismo de Lípidos


Universidad Nacional de Colombia
Programa de Medicina

Palabras clave: Dislipidemias; actividad física; ejercicio; alimentación; estilo de vida; lípidos;
colesterol; triglicéridos

Resumen

Las dislipidemias se han convertido en un aspecto clave a controlar en la clínica, ya que mantener
los niveles lipídicos dentro de los rangos normales, hace que se prevengan enfermedades complejas
y de alto índice de mortalidad como las cardiovasculares. El presente artículo hace un recorrido por
aquellos aspectos relacionados con el estilo de vida y que son importantes controlar con el fin de
prevenir la alteración de los niveles de lípidos en la sangre, o con el objetivo de intervenir a través
de un tratamiento a las personas con dislipidemia o con alto riesgo de padecer alguna

Objetivos.

Identificar los principales aspectos relacionados con el estilo de vida y que están involucrados en el
desarrollo de las dislipidemias, los cuales serán claves como tratamiento no farmacológico de tipo
preventivo o curativo.

Introducción

Las dislipidemias corresponden a un conjunto de alteraciones en los niveles lipídicos del plasma
sanguíneo, y que han sido asociadas a diversas enfermedades como la ateroesclerosis y enfermedad
coronaria. Se ha sabido que las enfermedades coronarias son la principal causa de muerte en el
mundo, y ello hace que sea importante centrarse en el manejo y tratamiento adecuado de las causas
controlables, encontrándose las dislipidemias dentro de causas que pueden ser modificables. [1]
Las dislipidemias suelen acompañar a otras alteraciones como la diabetes mellitus tipo 2, el
alcoholismo, la insuficiencia renal crónica, el hipotiroidismo, entre otros, además, las dislipidemias
favorecen el depósito de lípidos en las paredes de las arterias, aumentando el riesgo de
aterosclerosis. Los niveles de triglicéridos (TG) elevados incrementan además las probabilidades de
pancreatitis. De acuerdo a la clasificación de Fredrickson las hiperlipidemias se dividen en seis
grupos de acuerdo a aumento de lípidos y de lipoproteínas. También pueden clasificarse en
primarias cuando corresponden a mutaciones genéticas, y secundarias cuando están asociadas a
diabetes mellitus, a alcohol, hipotiroidismo e insuficiencia renal. [2]

Se ha demostrado que aspectos como la alimentación, la actividad física, los hábitos como el alcohol
y el tabaco, y probablemente el estrés sicológico y laboral pueden llegar a alterar los niveles lipídicos
en plasma sanguíneo. [3] [4] [5]. El presente artículo pretende revisar la documentación reciente
asociada a cambio en el estilo de vida como objetivo terapéutico en la prevención y tratamiento de
las dislipidemias.

Metodología

El presente informe se centró en la búsqueda a través de bases de datos como pubmed, medline y
scielo, haciendo uso de palabras clave como dislipidemias, estilos de vida, tratamiento,
alimentación, ejercicio, tabaquismo, estrés, carbohidratos, lípidos, estanoles, esteroles dieta
mediterránea, ácidos grasos, colesterol, aterogénesis, polifenoles. La especificidad y pertinencia de
cada artículo se descartaba de acuerdo al contenido del abstract, y finalmente a partir de la lectura
de los resultados y las conclusiones.

Desarrollo del tema

Las dislipidemias son alteraciones en los lípidos en sangre, se caracterizan por aumento en los
niveles de colesterol -hipercolesterolemia- y/o en las concentraciones de triglicéridos (TG) -
hipertrigliceridemia. Estos incrementos en colesterol y TG se relacionan con diferentes patologías,
principalmente con el desarrollo de aterosclerosis y eventos cardiovasculares. Hay varias
clasificaciones de las dislipidemias, pero por lo general, se habla de hipercolesterolemia relacionada
con elevación de colesterol LDL, incremento combinado de colesterol y triglicéridos (TG) e
incremento aislado de TG.

Los factores relacionados con estilo de vida y dislipidemias se han agrupado en el presente informe
en cuatro ítems: Hábitos alimenticios, actividad física, estrés y ansiedad, tabaquismo.

Hábitos alimenticios.

Los altos niveles de colesterol en la sangre, las lipoproteínas de baja densidad (LDL) y el plasma rico
en TG son factores aterogénicos que causan respuestas en el endotelio vascular, aumentando la
probabilidad de Accidentes Cardiovasculares (ACV). La alimentación es uno de los aspectos claves
en la prevención de enfermedades asociadas a las dislipidemias causadas por las alteraciones en el
colesterol y en triglicéridos.

Un tipo de alimentación que está en boga, por las evidencias sobre los beneficios en la salud, es la
denominada Dieta Mediterránea, la cual se caracteriza por ser una dieta rica en antioxidantes
naturales y pobre en grasas saturadas; la base nutricional está enmarcada en alimentos como frutas,
verduras, hortalizas, legumbres, pescado, frutos secos, aceite de oliva y vino.[6] Entre estos, el
aceite de oliva ha sido bastante estudiado y es uno de los componentes principales de este tipo de
dieta ya que no contiene colesterol y posee bajo contenido de ácidos grasos saturados (AGS),
alrededor de un 15%; en sustitución de los Ácidos Grasos Saturados, los ácidos grasos
monoinsaturados del aceite de oliva reducen las concentraciones de colesterol-LDL, manteniendo
el colesterol-HDL. Además el aceite de oliva virgen contiene una gran cantidad de compuestos
fenólicos, que son sustancias antioxidantes que protegen a las LDL del daño oxidativo, e inhiben la
expresión endotelial de moléculas de adhesión, previniendo así la aterogénesis. Respecto al
consumo de pescado, se tiene que es un producto rico en ácidos grasos omega 3, que se ha
evidenciado son benéficos para la salud, por sus acciones antiinflamatorias y anticoagulantes,
porque disminuyen los niveles de colesterol y triglicéridos, entre otras propiedades. [7]

Los esteroles y estanoles de las plantas son componentes naturales de la membrana celular de las
plantas que estructuralmente son similares al colesterol, con solo pequeñas diferencias en la
posición relativa de los grupos etilo y metilo, lo que hace que compitan con éste haciendo que
cuente con la capacidad de reducir el colesterol LDL. La ingesta de 2-3 g / día de esteroles vegetales
se asocia con una disminución significativa (entre 4 y 15%) del colesterol LDL y el colesterol total
también se reduce a un grado similar.[8]

Las principales fuentes de alimentos de los esteroles vegetales son aceites vegetales, pan, cereales
y vegetales; estos contribuyen con 50-80% de la ingesta diaria de esteroles de plantas, y las frutas
agregan otro 12%. En la dieta occidental típica, la ingesta diaria media de esteroles vegetales es de
aproximadamente 300 mg, pero puede ser tan alta como 600 mg en vegetarianos. Los más
abundantes son el sitosterol y campesterol, que contribuyen 60% y 20%, respectivamente, de la
ingesta de esteroles vegetales. Las cantidades de estanoles de plantas en la dieta son más bajas (17-
24 mg por día y predominan el sitostanol y campestanol), siendo los cereales, especialmente el trigo
y el centeno, la fuente más rica de estanoles vegetales.[9]

Hábitos sencillos, como cambiar el tipo de aceite que se utiliza en el procesamiento de alimentos
puede ser de importancia al momento de lograr resultados respecto a los niveles de colesterol en
sangre; el uso de aceite de canola y aceite de girasol, bajos en grasas saturadas contribuye de
manera importante en la disminución del colesterol total y en la aterogénesis, se ha demostrado
además que el colesterol HDL, antiaterogénico, se incrementa en sangre a través del consumo de
estos aceites, mientras que el nivel de TG disminuye. [10]

De acuerdo a estudio reciente realizado para la British Journal of Nutrition que consistió en realizar
una combinación de algunos alimentos clave de consumo habitual disponible comercialmente en la
dieta diaria, de tal forma que se adicionaron a la ingesta el consumo de Ácidos Grasos
Poliinsatrurados (PUFA n-6) y reduciendo el consumo de Ácidos Grasos Saturados (SFA); se
comprobó que hubo disminución del colesterol sérico total y colesterol LDL en un 9 y 11%,
respectivamente, en comparación con una dieta de control, a la vez, que no se observó efecto
negativo detectable en los marcadores inflamatorios en plasma. Los autores plantean que los
cambios en la dieta deben ser fáciles de implementar, y así poder llegar a más personas sin
deserciones por la limitación extrema en el consumo alimentario, por lo tanto, consideran que una
forma práctica al menos para iniciar hábitos alimenticios saludables consiste en reemplazar las
fuentes de grasas dietéticas. Teniendo en cuenta que otros estudios han establecido que una
reducción del 10% del colesterol LDL se asocia con una reducción del 27% en el riesgo de
enfermedad cardiovascular (ECV), lo que hace que la reducción del 11% observada en el estudio es
realmente algo muy positivo. Plantean además, a través de comparaciones con estudios que
incluyen medicamentos como estatinas, que una composición mejorada de ácidos grasos puede
obtener una reducción similar en el colesterol plasmático, indicando que los cambios en la dieta
pueden ser tan efectivos y fáciles de implementar como la adición de terapia con estatinas,
convirtiéndose entonces en una alternativa para personas con hipercolesterolemia. [11]

Además de modificar los hábitos en el uso de aceites, es posible también adicionar a la dieta
alimentos y/o bebidas que ayuden a disminuir los niveles de LDL. Cada vez hay más pruebas que los
polifenoles derivados de los alimentos (del cacao, el vino tinto, el té y las especias culinarias)
protegen contra las enfermedades crónicas [12].

Se ha encontrado, por ejemplo, que los polifenoles del té verde, aunque no necesariamente
involucrados en la disminución de los niveles de colesterol, tienen un efecto protector sobre la
oxidación de las LDL inducida por las células endoteliales vasculares, interviniendo así en la
formación de ateromas. [13] Así mismo, especies que pueden ser fácilmente utilizadas en la dieta
como pimienta negra, canela, clavo, ajo, jengibre, orégano, pimentón, romero, cúrcuma, reducen
significativamente la respuesta de triglicéridos séricos posprandiales en aproximadamente un 31%,
principalmente cuando le sigue un período de descanso.[14]

Se ha encontrado que el consumo regular de una cantidad moderada de cacao, dos veces al día,
dentro de una dieta saludable puede proteger contra la enfermedad cardiovascular mediante el
aumento de los niveles de HDLc sin provocar cambios antropométricos. Es importante tener en
cuenta que los de los estudios se basan en un consumo moderado y habitual de productos de cacao
soluble para una población saludable y para hipercolesterolémicos no se recomendarían altas
ingestas de azúcar y chocolate rico en grasa, a pesar de su alto contenido de flavanol. Estos
flavonoides pueden proteger contra las enfermedades cardiovasculares (ECV) al inducir efectos
antioxidantes, antiplaquetarios y antiinflamatorios, así como al aumentar el HDLc, disminuir la
presión sanguínea y mejorar la función endotelial. Se considera que el mecanismo involucrado en la
generación de este efecto del cacao sobre los niveles de HDL-C consiste en un aumento en la
expresión y secreción de la apolipoproteína A1 (ApoA1), el principal componente proteico del HDLc,
a través de la regulación positiva de las proteínas de unión del elemento regulador de esteroles
(SREBP), que son responsables de la regulación de los genes implicados en la biosíntesis y el
metabolismo del colesterol. Se ha encontrado además que los polifenoles de cacao regulan
positivamente la expresión de ARNm de ABCA1, el transportador A1 de casete de unión a ATP
(ABCA1), que desempeña un papel en el flujo de salida de colesterol, siendo la reacción ABCA1-
apolipoproteína una vía importante en la liberación de colesterol desde las células y la conversión
en ácido biliar en el hígado; por lo tanto, es posible que los polifenoles del cacao actúen en varias
vías. [15]
El incremento del colesterol HDL es importante en la prevención y en el tratamiento de
dislipidemias, ya que corresponde a las lipoproteínas de alta densidad encargadas del transporte
inverso de colesterol, es decir, hacia el transporte del exceso de colesterol desde los tejidos
periféricos al hígado para que sea excretado. Además de la modificación de los aceites en la dieta,
hay una variedad de alimentos que ayudan a incrementar este tipo de colesterol, por ejemplo las
almendras, las cuales incrementa el colesterol HDL alfa-1 especialmente, siempre y cuando la
alimentación en general corresponda a una dieta baja en grasas, fundamentalmente grasas
saturadas. [16]

En un estudio se observada que el consumo diario de frutas, verduras y productos lácteos bajos en
grasa, tres o más porciones por semana de pescado y dos o más porciones por semana de legumbres
se asoció con menores concentraciones de TG. Este patrón también incluía la falta de consumo de
productos cárnicos rojos y procesados más de dos porciones a la semana. Además, el efecto del
alcohol en los niveles de TG que ya ha sido demostrado, se corrobora de nuevo, y se plantea que las
concentraciones de TG aumentan en 0,19 mg / dl por gramo de alcohol consumido por día y 5,69
mg / dl (2,49 a 8,89) por cada 30 g consumidos al día. [17]

Mucho se habla de los carbohidratos y de la necesidad de su restricción, hay hallazgos que indican
que dietas bajas en carbohidratos reducen niveles de triglicéridos y mejoran los niveles de
lipoproteínas de alta densidad (HDL), pero no se han hallado diferencias significativas en el nivel de
los otros lípidos. Las dietas bajas en carbohidratos (menos de 30 gramos) utilizadas en ocasiones en
el tratamiento del sobrepeso, llevan a la disminución de la glucosa disponible en el organismo,
haciendo que éste haga uso de otros nutrientes como proteínas y ácidos como fuente de energía.
La baja disponibilidad de glucosa induce a la utilización de los ácidos grasos como combustible
metabólico ocasionando aumento en la producción de cuerpos cetónicos, que de manera
prolongada puede llevar a estado de cetosis que desencadena en disminución de insulina y aumento
de glucagón, que reduce la utilización de glucosa y aumenta la oxidación de los lípidos como fuente
alternativa de energía y la degradación de proteínas para proporcionar sustratos gluconeogénicos.
Pero, si se lleva una dieta alta en carbohidratos se pueden desencadenar enfermedades como
diabetes mellitus tipo 2, hipertensión arterial, dislipidemias, etc.; por ello es importante una
adecuada prescripción dietética, ya que no se trata solo de reducir el consumo de carbohidratos,
sino saber en qué cantidad, teniendo en cuenta el organismo y metabolismo de cada persona. [18]

Actividad física.

El ejercicio físico corresponde a uno de los hábitos que se ha comprobado es beneficioso para la
salud, en especial cuando se habla de dislipidemias se hace necesario hablar de ejercicio como
terapia de tratamiento o como medida preventiva. Pueden presentarse diversas alternativas al
momento de ejercitarse, por ejemplo, existe el ejercicio aeróbico en el que se involucran grupos de
músculos y hay aporte de oxígeno, el de resistencia o anaeróbico en el cual se somete un grupo
muscular a una serie de ejercicios que se repiten y se realiza bloqueando la respiración, o se puede
hacer uso de ambos. Se ha observado que el ejercicio aeróbico disminuye los niveles de los TG
posprandiales en 8%, que dentro de los principales beneficios de la actividad física prolongada se
encuentran en el mejoramiento de los niveles de HDL-colesterol y de los TG. Según algunos autores,
el ejercicio de moderada intensidad puede ser más efectivo para disminuir los TG que el ejercicio
vigoroso [19], ya que suele mantener dicha disminución entre cinco y catorce días después de
finalizado el ejercicio, y por lo tanto, se hace posible que una pequeña cantidad de actividad física
sea suficiente para producir mejorías clínicas significativas del colesterol HDL y de los TG. Otro
estudio plantea que el ejercicio agudo, no modifica de forma significativa los niveles de colesterol
[20], y otros autores dicen que el entrenamiento de fuerza disminuye los niveles de lipoproteínas
entre 5% y 23% [21]. Algunos estudios han encontrado que el entrenamiento de ejercicio de
resistencia tiene una influencia favorable en el perfil de lípidos en la sangre. Se observó un aumento
en colesterol HDL y que la reducción en Colesterol Total, colesterol LDL y TG también se puede dar
con este tipo de entrenamiento.[22]

M. García-Unciti et.al., en su estudio, evalúan la interacción entre dieta proteica y ejercicio de


resistencia, y el efecto en el perfil de lipoproteínas en mujeres obesas. Encontrando una interacción
entre el contenido restrictivo de proteína en la dieta y el entrenamiento de resistencia en los niveles
circulantes de colesterol LDL [23]

La hora de realizar ejercicio también parece ser relevante al momento de querer lograr objetivos en
el perfil lipídico, se ha encontrado evidencia que respalda los beneficios de realizar ejercicio
aeróbico de intensidad moderada a intensa en condición de ayuno, debido a factores hormonales,
enzimáticos y fisiológicos que tienen mayor aporte a la oxidación de lípidos.[24] Sin embargo, es
importante que el ejercicio se realice de manera personalizada, dado que cada organismo reacciona
diferente en contextos similares

Otra categoría de ejercicio son los llamados ejercicios excéntricos, de los cuales se ha encontrado
presenta menos daño muscular y más efectos sobre el perfil lipídico. Por todas estas razones, la
participación en actividades que inducen daños musculares leves, tales como bajar escaleras,
caminar y correr cuesta abajo, puede conferir múltiples efectos beneficiosos a la salud humana. [25]

Estrés y ansiedad.

Se ha encontrado niveles séricos altos de Proteína C Reactiva (PCR), que está asociada a inflamación
y riesgo cardiovascular, en personas ansiosas y/o deprimidas. La inflamación puede producir
dislipidemia, al estimular la liberación de lípidos en la corriente sanguínea para aumentar la defensa
del huésped y bloquear los efectos citotóxicos de los agentes patógenos. Se tiene entonces que hay
asociación entre la inflamación, la sicopatología, la dislipidemia y la obesidad.[26]

El estrés agudo interfiere con algunos de los efectos benéficos de los polifenoles tomados en la
diera, sobre el metabolismo lipídico. Además, si se tiene en cuenta que la lipólisis y la posterior
síntesis de triglicéridos son promovidos por la unión al receptor de glucocorticoides, se espera que
la liberación de cortisol inducida por el estrés podría afectar la respuesta de los triglicéridos. [27]

Un estudio mostró que tres meses de práctica de yoga resultaron en una disminución significativa
en el peso, el colesterol total, los triglicéridos y colesterol LDL, mientras que el grupo de control, que
no practicó la actividad, mostró una aumento significativo en el peso corporal, aumento no
significativo en IMC, colesterol total, triglicéridos y LDL y una disminución en HDL. Como ya se
evidenció, la actividad física aumenta los niveles de HDL y disminuye la concentración de
lipoproteínas de colesterol de muy baja densidad y triglicéridos. Sin embargo, hay pacientes
diabéticos generalmente no pueden mantener los niveles de actividad física recomendados para
ellos debido a razones variadas como edad, obesidad, enfermedad cardiovascular y otras
complicaciones, por lo tanto, el cumplimiento y la motivación para realizar actividad al 50% -70%
puede llegar a ser difícil de alcanzar. El yoga puede ser una opción para estas personas, teniendo en
cuenta que tiene efecto benéfico sobre la cinética de la insulina y el perfil lipídico resultante. Varios
estudios han informado cambios físicos, fisiológicos, psicológicos y endocrinológicos con la práctica
del yoga. El estrés repetido conduce a una elevación persistente del cortisol que causa obesidad
central y resistencia a la insulina. Aumenta la gluconeogénesis y disminuye la absorción periférica
de glucosa. Disminuye la secreción de glucosa e insulina debido a la liberación de la hormona del
crecimiento y la endorfina. Ante esto, el Yoga tiene logró reducir niveles de hormonas simpáticas y
el cortisol.[28]

Tabaquismo

El tabaquismo provoca estrés oxidativo, ocasionando disfunción endotelial, alteración del


metabolismo de lípidos y aumento de la viscosidad sanguínea. Fumar un cigarrillo incrementa la
activación plaquetaria, incrementa la producción de factor del crecimiento derivado de las
plaquetas, se favorece la aterogénesis, incrementa marcadores de activación y de hiperreactividad
plaquetaria como prostanoides proagregantes, tromboxano A2 y aumenta el fibrinógeno y el factor
VI. Se ha encontrado que el perfil de lípidos en los fumadores está alterado a expensas de un
incremento de los triglicéridos, del colesterol total y de la relación colesterol/HDL y se asocia con
una disminución del colesterol HDL. Las personas que fuman más de 20 cigarrillos al día tienen sus
niveles de colesterol HDL significativamente más bajos y los de triglicéridos más altos, en
comparación con los que fumaban menos de 20 cigarrillos por día. Abandonar el tabaco por un
tiempo entre 30 y 60 días se acompaña de incremento de los niveles de colesterol-HDL, recuperando
así la cardioprotección. [29]

Tratamiento

El Executive Summary of the Third Report of the National Cholesterol Education Program (NCEP)
Expert Panel on Detection, Evaluation, and Treatment of High Blood Cholesterol in Adults (Adult
Treatment Panel III) plantea los siguientes cambios terapéuticos asociados al estilo de vida: 1)
Reducción de la ingesta de grasas saturadas (menos 7% calorías), colesterol (menos de 200 mg/dl),
reducir los ácidos grasos trans y los carbohidratos. 2)Potenciar la disminución de colesterol LDL a
través de alimentos que contengan estanoles y esteroles vegetales (2 grs al día), fibra soluble (10–
25 grs al día). 3) Mantener un peso adecuado, de acuerdo al Índice de Masa Corporal (IMC) menor
a 25 Kg/mt2. 4)Realizar actividad física (30 minutos de ejercicio de intensidad moderada, que
permita generar un gasto energético de al menos 200 calorías diarias, todos o la mayoría de los días
de la semana). 5)Suspensión del tabaco. [30]

Algunos estudios promueven el diseño de alimentos funcionales para dislipidemias, pero de los
cuales no se encuentra aún mucha evidencia. Por ejemplo, alimentos funcionales con una amplia
gama de ingredientes que van desde ácidos grasos omega 3, linaza, arroz, soya, entre otros, que van
desde el uso de yogures hasta bebidas y cápsulas que contienen diversas mezclas de nutrientes. Sin
embargo para estos alimentos la regulación, distribución y estudios no son aún muy amplios.[31]
Conclusiones

A pesar que para el tratamiento y la prevención de las dislipidemias no son muchas las variables a
controlar, se tienen una importante variedad de alternativas que promueven una vida saludable, y
es importante hacer comprender a las personas en general que hay hábitos simples que se pueden
adherir a la cotidianidad y que ayudan a mantener los perfiles de lípidos adecuados. Un tratamiento
no farmacológico está basado fundamentalmente en la generación de conciencia hacia el paciente,
aspecto que puede no resultar tan sencillo y que quizá lleve a deserciones no deseadas, en ese
sentido, se torna interesante la propuesta de alimentos funcionales en forma de bebidas o cápsulas,
sin embargo, a pesar de querer incentivar este tipo de productos, los excesos y los hábitos
inadecuados no harían posible que cualquier tratamiento diferente a modificación de hábitos de
vida, sea farmacológico o no, llegase a funcionar. Por lo tanto, se retorna a la toma de conciencia,
pero esto no debería ser solo como una recomendación al paciente o como una orden de restricción,
sino que el médico, el nutricionista y los terapeutas deben presentar la gama de opciones que
existen para mejorar los niveles lipídicos, hacer entender que no se trata de llevar una vida de
restricciones sino de un equilibrio en el estilo de vida y un consumo moderado de los alimentos.

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