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Magistrado Ponente
JORGE LUIS QUINTERO MILANÉS
Aprobado acta Nº 013
VISTOS
HECHOS
ACTUACIÓN PROCESAL
Primer cargo
El citado defensor acusa al juzgador de segunda instancia de violar en
forma directa la ley sustancial al incurrir en la aplicación indebida del
artículo 146 del Decreto 100 de 1980 (hoy artículo 410 de la Ley 599 de
2000), en atención a que la conducta atribuida a Antonio Francisco Holguín
Calonge es atípica.
"… con relación a los argumentos expuestos por parte del apoderado
del procesado ANTONIO HOLGUÍN CALONGE en el aspecto a que
la conducta del sindicado es atípica puesto que el "Otrosí" no era un
contrato, al respecto la Sala considera que los argumentos de este
apoderado no son válidos puesto que el plurimentado "Otrosí" hace
parte integral del contrato AL-019 del 20 de junio de 1997, y no
pueden ser separados uno del otro y más si se tiene en cuenta que
este "Otrosí" modificó la esencia del contrato".
Por otro lado, asevera que la conducta es atípica, toda vez que el fallador
al momento de realizar el análisis de la adecuación de la conducta frente al
tipo penal, sostuvo que no era aplicable a los contratos referidos en la Ley
80 de 1993, normativa que delimita “ las fases en las que se descompone el
proceso de contratación estatal y permite interpretar y diferenciar los
verbos rectores ´tramitación´, `celebración´, y `liquidación´, contexto en el
que el OTROSÍ queda definitivamente por fuera de ellos".
Segundo cargo
Acusa al Tribunal de violar en forma directa la ley sustancial por
interpretación errónea del elemento normativo “ requisito esencial”
contenido en el artículo 146 del Decreto Ley 100 de 1980.
Sostiene el recurrente que la declaración de condena de su defendido se
fundamentó en el hecho de haber suscrito un otrosí sobre el contrato AL-
019 del 20 de junio de 1997, sin la autorización previa de la Junta Directiva
de ELECTRANTA, desconociendo las instrucciones impartidas por parte de
el Gobierno para proceder en dicho sentido, situación que conllevó a que el
ad quem determinara que el inculpado se había extralimitado en el ejercicio
de sus funciones.
Tercer cargo
El defensor de Holguín Calonge, acusa al juzgador de segundo grado de
violar en forma directa la ley sustancial al incurrir en la indebida aplicación
de los artículos 36 y 146 del Decreto 100 de 1980.
Cuarto cargo
Acusa al juzgador de segunda instancia de violar en forma indirecta la ley
sustancial al incurrir en error de hecho por falso raciocinio, lo cual condujo
a la aplicación indebida de los artículos 36 y 146 del Decreto 100 de 1980.
Anota que el mismo Tribunal sostuvo sobre la conducta del acusado, esto
es, que "el proceso precontractual y la posterior firma del convenio o
contrato se realizó siguiendo los parámetros que para tal efecto expide la
CREG y los que se encuentran consignados en el manual de contratación
de ELECTRANTA", motivo por el cual se descartó la presencia de dolo.
Así mismo, expresa que resulta incomprensible que a pesar que el acusado
adelantó toda la gestión conforme a la ley y desprovisto de dolo desde que
se propuso el negocio en donde ELECTRANTA ofrecía los usuarios y
TERMORÍO se ocupaba de la generación de energía, posteriormente se
concluya que actuó con dolo al suscribir el otrosí, cuyo único propósito era
garantizar el cumplimiento del contrato precaviendo una eventual
insolvencia, lo cual en modo alguno afecta la esencia del contrato, esto es,
el suministro de energía por veinte años.
De igual forma, sostiene que el incriminado se vio ante un dilema, pues, por
un lado, debía convencer a los socios de adoptar una salida no litigiosa en
defensa de los intereses de ELECTRANTA, por cuanto que había que
honrar el contrato o llegar a un acuerdo en beneficio de las partes, postura
que finalmente asumió y, por otro lado, como dicha empresa seguía
obligada a generar energía por veinte años se encontraba sin seguridad
financiera.
Así mismo, acota que la inferencia también es errada por cuanto que si el
Tribunal señaló que el procesado sabía de las instrucciones que se habían
impartido por el Gobierno Nacional y, a su vez, según la secuencia de los
hechos sostuvo una reunión fuera de la junta directiva de ELECTRANTA
con el Ministro de Minas y Energía en donde se le indicaba la necesidad de
deshacer la empresas pero condicionando la continuidad del contrato para
el suministro de energía por veinte años, “ resultaba imposible que
asumiera que el otrosí contrariaba la directriz recibida”.
Por otro lado, asevera que la junta directiva en la que se prohibió toda
gestión contraria a la privatización fue realizada el 19 de enero de 1998,
mientras que el otrosí se suscribió el día 15 del mismo mes y año, de tal
forma que, en su criterio, se predicó "dolo indirecto retroactivo".
En estas condiciones, resalta que el Tribunal consideró por una parte que
el acusado obró sin dolo en relación con las gestiones adelantadas
respecto a el contrato AL-019 del 20 de junio de 1997 celebrado con
TERMORÍO y, por otra parte, que actuó con dolo indirecto respecto del
otrosí, por lo cual, según concepto del censor, se evidencia que se incurrió
en falso raciocinio por exceder la disparidad de valoraciones propias de las
instancias.
Aduce que con fundamento en las Leyes 142 de 1994 y 689 de 2001 la
sentencia aceptó que la conducta del procesado se analizaba con base en
las normas sobre contratación de derecho privado y no las contenidas en la
Ley 80 de 1993.
De esta forma, agrega que de acuerdo con lo normado por la Ley 142 de
1994, el contrato en cuestión se rige exclusivamente por normas de
derecho privado, razón por la cual, estima que no se configuró el delito
descrito en el artículo 146 del Código Penal de 1980.
Por otro lado, anota que no debe olvidarse que lo relativo a la fiducia y al
otrosí tuvieron origen en la política de privatización del sector eléctrico d e
la región promovida por el Gobierno Nacional a través del ministro del
ramo de entonces, “pues como se recodará, celebrado el contrato AL-019
del 20 de junio de 1997 vinieron esas nuevas directrices, por lo cual es
claro que si ellas no hubieran surgido, tampoco habría sido necesario lo
señalado (fiducia y otrosí), situación que refuerza la conclusión del Tribunal
recién trascrita”.
En estas condiciones, colige la Procuraduría que el beneficio que obtenía
TERMORÍO con la fiducia y el otrosí era el de garantizar el pago de la
energía que legítimamente le vendería a ELECTRANTA, razón por la cual,
comparte la posición del Tribunal respecto a que Rodolfo Plata Cepeda no
"se le podía pretender que obviara o rechazara las circunstancias que
pudieran significar un beneficio para los intereses que representaba´”.
Así mismo, destaca que como la omisión recién advertida dio lugar a
predicar la infracción, por esta vía también queda claro que la norma se
actualizó en virtud de no haberse cumplido con un trámite.
En consecuencia, estima la Delegada que el cargo no está llamado a
prosperar.
Segundo cargo
Considera que el actor incurre en un error al desconocer la existencia de la
norma por medio de la cual se constata el elemento normativo "requisitos
legales esenciales" que contiene el tipo penal previsto en el artículo 146 del
Código Penal de 1980, a pesar de que ella indudablemente fue identificada
por el Tribunal.
Por otro lado, sostiene que contrario a lo estimado por el censor la mención
que hace el Tribunal de las normas de carácter constitucional y legal
efectivamente contribuyen a determinar el alcance del elemento normativo
"requisitos legales esenciales”, puesto que ellas recogen los principios
rectores de la contratación estatal.
En estas condiciones, colige que el deber regulado en los estatutos de
ELECTRANTA de someter a la Junta Directiva las decisiones que involucren
más de quinientos salarios mínimos está íntimamente relacionadas con los
principios de transparencia, responsabilidad, moralidad, economía, publicidad e
imparcialidad.
Tercer cargo
Advierte que el cargo planteado carece de fundamento, toda vez que
desconoce el discurso del Tribunal en lo que atañe a la modalidad de dolo
que atribuyó al procesado.
Por otro lado, señala que para la configuración del dolo eventual tanto en el
Decreto 100 de 1980 como en la Ley 599 de 2000, resulta necesaria la
presencia de la previsión acerca de la contingencia de la producción del daño
antijurídico, tópico al cual hizo alusión el Tribunal cuando expresó que el
procesado “`debió haber previsto por lo menos que se trasgredía un orden
integral y reglamentario con los términos del otrosí [y] aún así consintió en
su constitución y firma, sin importar que se incursionaba o no en el tipo
penal previsto en el artículo 146 del Código Penal de 1980´".
Cuarto cargo
Advierte que el cargo no está llamado a tener éxito, puesto que, en su
criterio, “el actor en realidad pretende sobreponer su personal valoración
probatoria a la proporcionada por el Tribunal”.
Resalta que el reproche se torna insustancial, toda vez que fundamentó el
falso raciocinio en el otrosí, cuando, en realidad, fue de su suscripción de la
cual se configuró la responsabilidad penal.
Quinto cargo
Afirma que el cargo está condenado al fracaso, toda vez que desconoce, en
relación con lo probado dentro de la actuación, la condición de servidor
público que ostentaba el procesado para la época de los hechos y, a su vez,
que estaba vinculado a una empresa de economía mixta prestadora de
servicios públicos que en relación con su contratación, entre otras, se regía
por la Ley 80 de 1993.
Respecto a la norma invocada, esto es, el artículo 3º de la Ley 689 de 2001,
sostiene que si bien ella refiere que: "`Los contratos que celebren las
entidades estatales que prestan los servicios públicos a los que se refiere
esta ley (Ley 142 de 1994) no estarán sujetos a las disposiciones del Estatuto
General de Contratación de la Administración Pública"; el artículo 2o de la
citada norma disponen, a qué clase de entidades se aplica esa ley, “y allí se
incluyen las sociedades de economía mixta en las que el Estado tenga
participación superior al cincuenta por ciento (50%)" como lo era
ELECTRANTA , empresa a la cual estaba vinculado el procesado, mientras
”
CONSIDERACIONES DE LA CORTE
Nación.
Único cargo
1. El representante del Fiscal General de la Nación, con base en la causal
primera de casación, acusa al Tribunal de haber violado, de manera
indirecta, la ley sustancial por error de hecho por falso raciocinio, en tanto
que las conclusiones que tuvo el juzgador para absolver al procesado
Rodolfo Plata Cepeda constituyen “una seria afrenta a los principios de la
lógica jurídica y material”.
Primer cargo
Por manera que para el Tribunal dicha función y respecto del otrosí daba a
la Junta Directiva la facultad de “investigar, escudriñar o intervenir, si eran
de provecho para la sociedad, si eran oportunos, esto es, si convenían en
ese momento y se acomodan o adecuaban al plan de inversiones de la
empresa, entonces como vemos esta función estaba referida no
necesariamente a aprobar la celebración de ciertos contratos, sino a mirar
si estaban acordes en circunstancias de tiempo y lugar a los planes de
inversión, así como si éstos mismos convienen y se acomodan a dichos
planes, es decir, podría permitir o no la realización de los mismos”.
“Para esta Sala resulta tan evidente como para el a quo que el señor
HOLGUÍN CALONGE sabía o tenía conocimiento que no se podía
comprometer los activos de la empresa y menos como lo hizo, puesto que
no solamente había recibido directriz del Gobierno si no de la misma
empresa, por cuanto que se estaba adelantado proceso de privatización de
la misma.
“…
“…
“Dicho sea de paso HOLGUÍN CALONGE actuó arbitraria u
desproporcionadamente a favor de terceros al suscribir el otrosí
comprometiendo la cosa pública más allá de sus atribuciones legales,
desconociendo políticas estatales superiores, con total desprecio por su
responsabilidad de guardar el patrimonio público bajo su cuidado.
Actuando dolosamente eventual, y obligando a una empresa pública al
sometimiento de un contratista con una especie de embargo previo
condicionado en comportamiento reprochable y peligroso, indigno de un
funcionario de su categoría”.
Segundo cargo
1. El defensor de Holguín Calonge, con base en la causal primera de
casación, acusa que el juzgador violó de manera directa la ley sustancial
por errónea interpretación del elemento normativo “ requisitos legales
esenciales” que consagra el artículo 146 del Decreto 100 de 1980., yerro
que condujo a que se condenara a su representado.
“El análisis que hace la Sala del aspecto objetivo del delito ‘ entraña,
entonces, comparar la conducta imputada con el tipo penal, a partir de la
Constitución Política y de lo pertinente de la Ley 80 de 1993, es decir, con
fundamento en una concepción material, axiológica jurídica, conjunta y
conglobada de tipo penal, de acuerdo con la cual éste comporta una
definición que se extrae de los valores sustanciales que prevé la Carta.
Dicho de otra forma, su estudio implica ubicarlo dentro del ordenamiento
jurídico entero que se mira en sus interrelaciones.
“Es claro, así, que las reglas constitucionales señaladas en los ejemplos
anteriores tienen que ser acatadas y cumplidas cuando se laboran con la
administración y, en concreto, cuando se tramitan, celebran y liquidan los
contratos.
“…
1
Casación del 6 de abril de 2006. Rad. 22.115.
Por último, como lo destaca la Delegada, Electranta era una sociedad
anónima de economía mixta prestadora de servicios públicos y tanto su
creación como funcionamiento estaba regulada por la ley, la cual autoriza
que se diera sus propios estatutos bajo los parámetros establecidos en ella,
estando cabalmente registrados para tener oponibilidad frente a terceros,
así que materialmente constituían una norma de derecho clara.
Tercer cargo
1. El defensor de Holguín Calonge, con base en la causal primera de
casación, acusa al Tribunal de haber violado, de manera directa, la ley
sustancial por aplicación indebida de los artículos 36 y 146 del Decreto 100
de 1980. Anota que en la imputación a título de dolo el sentenciador lo hizo
de manera confusa, en tanto que se referenció el dolo indirecto y se motivó
con argumentos propios del grado de culpabilidad culposa.
Ahora bien, que la conducta punible reglada por el artículo 146 del Decreto
100 de 1980 no admite el dolo eventual, habida cuenta que prevé el
elemento subjetivo de obtener provecho para sí, para el contratista o para
un tercero, constituye un afirmación personal del casacionista que la Corte
no comparte, en la medida en que la conducta que allí se describe es de
carácter dolosa, grado de culpabilidad que no puede confundirse con un
elemento subjetivo de tipo.
Así mismo, vale recalcar que al procesado se le atribuyó dolo eventual por
cuanto que se concluyó, de acuerdo con las pruebas allegadas al
diligenciamiento, que él dirigió su voluntad consciente a “ un evento
antijurídico deseado para que produjera uno más allá del buscado sin
hacer nada para evitar que dicho eventual resultado se produjera”.
2
Bernardo Feijóo Sánchez, El Dolo Eventual, Universidad Externado de Colombia, Colección de Estudios Nº
26, 222, pág.16 a 18.
En efecto, todos los argumentos expuestos en la sentencia estaban
dirigidos a demostrar el conocimiento que tenía el acusado que con su
actuar ponía en peligro los bienes jurídicos protegidos por el tipo penal de
contrato sin cumplimiento de requisitos legales, máxime cuando en su
condición de servidor público le exigía tener un especial cuidado al
momento de suscribir el otrosí del contrato y, sin embargo, de manera
consciente y voluntaria desarrolló la conducta prohibida por el precepto
incurriendo en la “extralimitación en el ejercicio de su función pública de la
administración de bienes estatales, comprometiendo los bienes y activos
fijos de una empresa, más allá de lo que sus facultades legales,
constitucionales y reglamentarias se lo hubieren permitido”.
Además, el actor pasa por alto que la censura que la justicia le hizo a
Holguín Calonge no fue por el proceso licitatorio, sino precisamente por la
suscripción del tan mentado otrosí, hecho éste del cual se derivó el
compromiso penal del acusado, puesto que el mismo no se cumplió dentro
de los parámetros de la legalidad, tal como ha quedado plasmado en el
cuerpo de esta providencia.
Frente a este punto vale recordar que lo que se protege con el tipo penal
de contrato sin cumplimiento de requisitos legales es precisamente el
principio de legalidad de la contratación administrativa, postulado que aquí
no se acató.
Quinto cargo
1. Por último, el defensor de Holguín Calonge, al amparo de la causal
primera de casación, acusa al Tribunal de haber violado, de manera,
directa, la ley sustancial por exclusión evidente del artículo 6° del Código
Penal, contentivo del principio de favorabilidad, en tanto que se omitió
aplicar la retroactividad del artículo 3° de la Ley 689 de 2001, yerro que
condujo a la falta de aplicación ultractiva del artículo 146 del Decreto 100
de 1980, modificado por los artículos 1° del Decreto 141 de 1980 y 32 de la
Ley 190 de 190 de 1995, sin la reforma punitiva prevista por el artículo 57
de la Ley 80 de 1993, como era lo debido, y como consecuencia a la
aplicación indebida de la misma disposición sustancial, pero involucrando
en ella erróneamente el aumento de pena de prisión prevista por el
denominado Estatuto General de Contratación de la Administración Pública
en su artículo 57”.
“El tipo penal no hace esa diferenciación, ni del contenido del elemento
normativo configurante del objeto de la conducta (el contrato) es posible
inferirla. El servidor público, en desempeño de sus funciones, no solo
celebra contratos de índole administrativa, entendidos por tales aquellos
que en sus efectos y disputas litigiosas deben someterse a las normas de
derecho administrativo; también suscribe contratos de derecho privado, es
decir, de índole civil, comercial o laboral, no regulados por el derecho
administrativo, sino por las respectivas normas de la especialidad (artículos
16 y 17 ibidem).
ACLARACI ÓN
3
Sentencia del 20 de agosto de 1998.Rad. 10.295.
En tal sentido, la Corte procederá a aclarar, en este acápite, que la pena
principal de multa impuesta al acusado Holguín Calonge fue por valor
equivalente a veinte (20) salarios mínimos legales mensuales vigentes.
2. De la misma manera, también se advierte que la pena de inhabilitación
para el ejercicio de derechos y funciones públicas se impuso como sanción
accesoria y no como principal tal como lo reglaba el artículo 146 del
Decreto 100 de 1980 (hoy 410 de la Ley 599 de 2000).
Ahora bien, como quiera que el artículo 52 de la Ley 599 de 2000 establece
que “la pena de prisión conllevará la accesoria de inhabilitación para el
ejercicio de derechos y funciones públicas, por un tiempo igual al de la
pena a que accede y hasta por una tercera parte más…”, se aclara que
dicha sanción se tendrá como principal.
RESUELVE
IMPEDIDO
AUGUSTO J. IBAÑEZ GUZMÁN JORGE LUIS QUINTERO MILANÉS