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A UN VIEJO MAESTRO EN SU DÍA

Querido maestro: hoy te saludo


con el respeto que día a día
incansablemente te has ganado.
Hoy te escribo, no para felicitarte,
no para alabarte,
mucho menos para festejarte
un día con que los comerciantes
y rastreros rebajan tu dignidad
que tal vez sea una de las pocas cosas
que te ha dejado tu larga caminata
por este mundo injusto; hoy acudo a ti
y me los vas a perdonar _
no para santificarte, ni siquiera para llorar
junto a ti de emoción;
es más, no vengo a agradecer
tu fecunda labor, ni a decirte palabras bonitas,
absolutamente vacías _

Hoy vengo decidido a poner el hombro


junto al tuyo para levantar a nuestra patria oprimida;
hoy vengo junto a ti para exigir justicia,
para levantar nuestros puños, para elevar nuestras voces en una sola,
para unir nuestra acción
de educar hombres libres, para decir ¡basta!

Hoy vengo para que caminemos juntos


los senderos que la vida ha surcado en tu rostro,
para que sembremos ideas generosas
de libertad, y hagamos florecer
frutos de dignidad y rosas, cuyas espinas
desgarren las injusticias y crezcan libres y bellas
aquí y ahora...

Maestro, no hay despedidas solo comenzamos...


Adelante.
De: Pedro Hernández Morales

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