El origen de la catedral está en una basílica paleocristiana dedicada a la Santa
Cruz (siglos V-VII), de la que quedan algunos restos situados en el subsuelo de la
actual plaza de Sant Iu y de la calle dels Comtes, así como algunos restos escultóricos que se conservan en el Museo de Historia de Barcelona.5 Era un templo de tres naves, con un baptisterio de planta cuadrada que albergaba una piscina octogonal.6 Esta basílica perduró en época visigótica, y durante la ocupación musulmana de la ciudad (718-801) pudo haber sido convertida en mezquita.7 La basílica paleocristiana fue restaurada gracias a la iniciativa del obispo Frodoí hacia el 877, en ocasión del traslado de los restos de santa Eulalia a la cripta de la catedral. Sin embargo, poco se sabe del aspecto de la catedral en esta época, aunque se tienen noticias de que había dos altares dedicados a santa Coloma y santa María. El edificio pudo sufrir desperfectos durante la invasión de Almanzor (997), ya que poco después consta una donación «ad restaurationem nostre matris ecclesie».8 La catedral fue reformada nuevamente en estilo románico, aunque tampoco se tienen muchas noticias de esta nueva construcción, excepto que fue consagrada en 1058, lo que permite suponer que debía ser un edificio diferente del paleocristiano o prerrománico. Probablemente ocupaba el espacio central de la actual catedral gótica, y si seguía el modelo de otras iglesias de la época —como la catedral de Elna o el monasterio de Sant Cugat del Vallès— debía tener tres naves con tres ábsides escalonados y pórtico de entrada; también tenía un campanario, que lindaba con el Palacio Condal. En 1186 consta la fundación de un altar consagrado a santo Tomás de Canterbury.9