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Introducción
Hablamos de campesinos, costarricenses cuya vida transcurre a lo largo del Siglo XX,
desde una aproximación que denominamos “interseccional”; es decir, teniendo presente
que los seres humanos (todas y todos) estamos “cruzados” de múltiples puntos de
entrada/salida identitaria: por ejemplo, de la dimensión religiosa, étnica, económica, etárea,
etc. Y en la práctica y significación tanto de las espiritualidades como de las masculinidades
nuestro sujeto invoca estos ejes identitarios conforme contextos específicos de vida y de
relación comunicativa.
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dentro de la sociedad patriarcal y que aplica –grosso modo—al caso del sujeto campesino
costarricense del siglo pasado, según se retrata en los relatos auto-biográficos:
Por ejemplo, en términos generales, cabe sospechar que un sujeto gay tendencialmente
puede verse más expuesto, en el contexto socio-cultural predominante, a modelar, forjar,
construir una masculinidad contra-hegemónica, mientras que el sujeto más expuesto a la
cultura dominante del gran contexto patriarcal –al menos en nuestro medio y por
definición—tenderá a reproducir una masculinidad hegemónica de efectos tóxicos en sus
relaciones. Finalmente, en términos igualmente generales (tipológicos) podríamos
sospechar la existencia de un número importante de hombres que no se observa a sí
mismo, ni se define frente a otros como portador de masculinidades con tendencia
hegemónica o contra-hegemónica. En número este grupo puede ser mayoritario y
cualitativamente resulta muy importante determinar su situación y auto-percepción, así
como sus relaciones humanas con base en sus determinaciones de masculinidad y
espiritualidad.
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marco de análisis para el estudio de las masculinidades, en sujetos campesinos
costarricenses del siglo pasado.
Al analizar –en el plano micro/político cotidiano— al tipo de hombres que operan bajo el
mando (modo socio-cultural) de “masculinidad hegemónica”, lo consideramos un sujeto
conflictuado situacionalmente, desde dos puntos de vista: podemos visualizarlo en su
condición de “víctima-en-lo-privado” de su propio machismo. Por ejemplo, lo podemos ver
obedeciendo el mandato “los hombres no lloran” y padeciendo sus secuelas emocionales
como sujeto patriarcalmente asimilado1. Y, por otra parte, podríamos considerarlo en su rol
protagónico-generador de víctimas; es decir, como “victimario-público-de-otras” (otros) en
el que objetivamente se convierte al obedecer el desiderátum de masculinidad hegemónica.
Por ejemplo, este sujeto masculino hegemónico funda su identidad en la denegación
sistemática de los derechos humanos elementales de igualdad básica con respecto de las
mujeres.
Este sujeto patriarcalmente asimilado es un sujeto que interseccionado –en primer lugar por
el patriarcado—se convierte potencialmente víctima/victimario. Esta primera gran escisión
en su subjetividad lo complejiza más si nos atenemos al hecho de que no es la relación de
género la única de la cual participa: sus dimensiones espirituales, étnicas, económicas,
etáreas, entre otras, también se conjugan la maraña compleja que lo conforma. Aquí surge
1
Las estadísticas relacionadas con muertes por conducción temeraria apuntala las dimensiones de este orden
del problema del machismo, y los índices de femicidios –por otra parte—dan cuenta de los efectos que el
machismo produce en relación con las mujeres: ambos órdenes del problema nos pintan dos productos de
una masculinidad eminentemente tóxica.
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una cuestión importante: ¿poseen el mismo peso axiológico –para este sujeto—todas las
dimensiones interseccionales que le conforman? De entrada –también por nuestro objeto
de estudio—tenemos que decir que en la formación social costarricense, en tanto sociedad
marcada socio-culturalmente por el patriarcado y lo que luego denominaremos “patriarcado
religioso”, las relaciones sexo/genéricas, son asumidas como determinantes de nuestras
configuraciones subjetivas, como hombres.
2
Ver: Marañas con distintos acentos:
https://www.google.com/search?source=hp&ei=84umWvezFsa5wgTA4p7IDA&q=mara%C3%B1as+con+disti
ntos+acentos.pdf&oq=Mara%C3%B1as+con+distintos+acentos%3A&gs_l=psy-
ab.1.0.35i39k1j0i22i30k1.3406.3406.0.6137.3.2.0.0.0.0.274.274.2-1.2.0....0...1..64.psy-
ab..1.2.581.6...307.YpDevadIKFU
3
Nos referimos a todo el material de autobiografías campesinas publicadas por la Escuela de Planificación y
Promoción Social. Autobiografías campesinas. 1979. Tomo I-V. Heredia: Costa Rica. Editorial EUNA. Lo
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vivencia de valores en los sujetos de estudio. Es así que, en términos axiológicos generales,
cabe señalar que nuestra noción de espiritualidad puede comprenderse, inicialmente, como
esa búsqueda de la experiencia de la verdad (o post-verdad), de consolidación de principios
éticos que apelan a la práctica de la justicia en las relaciones humanas y de fomento de
experiencias libertarias en la propia vida como búsquedas de realización de la dignidad y
del desarrollo humano.
Todo ello bajo el entendimiento de que esos valores no son vivencias aisladas de la
integridad humana (son experiencias también colectivas), así como tampoco son realidades
que se conquistan sin conflictos interiores, en el plano público o privado.
A modo de ejercicio teórico vamos a posesionar a nuestro sujeto dentro de dos grandes
tensionalidades existenciales, acotadas socio-culturalmente: Tratándose de sujetos
campesinos del Siglo XX, en la formación social costarricense, podemos observarlo
atravezado por dos grandes polaridades en tensión que les atraviesa socio-culturalmente:
por una parte la que exacerba la, modernidad, denegando la tradición. Por otra parte, una
segunda tensionalidad habla del polo de lo público como espacio privilegiado de “lo
racional”:
publicado es una muestra pequeña (27 relatos) respecto de la totalidad del material (833 relatos), de los cuales
alrededor de 330 son historias de vida de hombres relacionados con el trabajo campesino.
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habla del polo de lo público como espacio privilegiado de “lo racional” (especie de
institucionalización de la anticipación-racional-moderna) en contra de lo privado como
espacio cerrado a lo doméstico, íntimo, que no debe trascender al orden público.
Aquí el debate estriba entre aquello que debe “hacerse público” y lo que no. Por ejemplo,
las formas de religión o espiritualidad designadas como “propias de mujeres” –en la
tradición campesina—suelen ser las menos públicas: mientras que si existen
espiritualidades “dignas del varón”, seguramente deberían ser cosa pública, como es las
que exhiben su fortaleza física y otras cualidades esteriotipadamente masculinas.
Advertimos que --aún dentro del régimen del patriarcado—dichos valores éticos aparecen
como tales, aunque estén pervertidos ya que tal régimen –en su patrón básico de
desigualdades fundamentales respecto de las mujeres y otros hombres—distorsiona tanto
sus fines (de dignidad humana) como los medios con que trata de alcanzarlos. No obstante,
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Las espiritualidades como vía media o punto medio de auto-observación no es una aproximación extraña en
la comprensión crítica de las espiritualidades, tanto en el oriente como en la parte occidental del mundo: Solo
para ilustrar recordar el enfoque de J. Krisnhamurti (1998) para quien esta capacidad de auto-observarse
desde cierto punto “neutral” permite la auto-crítica del sujeto. Krishnamurti J. Bohm D. 1998. Los límites del
pensamiento. Barcelona: Ediciones Kairós.
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caer en un esquema auto-engañoso, estos valores son invocados en tanto dan legitimidad
al sujeto.
--------------------------------------Justicia/democracia------------------------------------
Tenemos presente la potencial distorsión en que puede caer semejante cuadro ético y
subjetivo. Por ejemplo, en los casos de masculinidad hegemónica hechos como el femicidio
las razones que esgrime el victimario pone en evidencia niveles de descomposición humana
atroces. A eso llega el sujeto-alfa de la tropa masculina hegemónica, bajo parámetros éticos
y subjetivos. Además, los crecientes casos de conducción temeraria que traduce un
volumen enorme de muertes en carretera refleja –en otro orden también ético y subjetivo—
los niveles de auto-agresión de estos sujetos. Bien podrías postular que alguien que se
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trata de una manera tan pervertida en su dignidad va con seguridad a maltratar y violentar
a otras y otros, incluso, sin asomo de responsabilidad por sus actos.
Libertad/dominaci
Justicia/injusicia
ón
bien verdad/auto-
común/explotación engaño
• Victimario • Público/privado
(privilegio
interseccional)
Hasta aquí el esbozo de la relación entre las características generales con que opera “lo
interseccional” en la experiencia del sujeto-masculino (como potencial víctima/victimario en
sociedad patriarcal), y su vínculo potencial con principales formas axiológico-religiosas (y
de espiritualidades) tal y como aquí las vemos asociarse con las masculinidades.
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interior y victimario exterior) están presentes tanto su dimensión privada como la dimensión
pública de su existencia.
Los valores en conflicto, a modo de ilustración, según la matriz ideal desde la cual es
construida la tipología, pasan por los distintos estadios e instancias genealógicas
(biográficas) de ese sujeto (individuo/social):
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• factor orientación • factor territorial:
sexual sentido pertenencia
(masculinidades)
educación familia
edad Socio.laboral
Las relaciones (interacciones) entre los elementos de la matriz axiológica del sujeto
masculino con los elementos de la matriz propiamente espiritual se halla en medio de una
infinita red de posibilidades. Esto obliga –en razón de una investigación acotada—a
determinar variables cuyos perfiles factoriales abonen a la comprensión de las formas
estructurales en que las interacciones configuran formas sustantivas de articulación. En la
Ilustración 3 observamos un potable y potencial menú de intercambios entre elementos de
ambas matrices: obviamente, se trata de una aproximación marcada por los aspectos
centrales de la investigación; a saber, principalmente, la intención nuestra de ofrecer
elementos para determinar características del patriarcado religioso a partir de las formas de
interacción entre masculinidades, religiosidades y espiritualidades.
II.- Espiritualidad: ¿En qué consiste una espiritualidad del cuidado de sí como marco
de referencia para estudiar masculinidades?
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es relativamente diferente de cuando cultivan “cuidado de sí” desde violencias racializantes,
adultocéntricas, etc. (Núñez, 2017).
En cuanto a hombres cuyos relatos de vida campesina procederemos a estudiar, dentro del
régimen del patriarcado, como señalamos arriba, observábamos dos condiciones: por una
parte la condición de victimario en que los hombres con masculinidades hegemónicas
someten a mujeres y a otros masculinos. Por otra parte la misma violencia con que se
conducen –objetivamente—les hace víctimas de sus propios esquemas de certidumbre
patriarcal, negándose el derecho a una sensibilidad de contacto genuino con un interioridad
no-violenta; es decir, que la masculinidad hegemónica impide –en el hombre que la
reproduce—un verdadero conocimiento de sí, como ser humano digno capaz de reconocer
la dignidad humana de otras y otros, en términos de igualdad consigo mismo. La distorsión
en el conocimiento de sí, es producto y productora, de una violencia originaria del que no
puede menos que ser su propio autor, aunque no al margen del patriarcado que lo gobierna.
Dualismo
cuerpo/al
ma
Auto
trascen.
cuidadora
de sí)
imanencia inmanencia
cerrada (no
abierta
cuestiona la
(cuestiona la fuente de
opresión) opresión)
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La ilustración anterior dibuja filones del itinerario espiritual que potencialmente puede
recorrer un hombre en el contexto de sus búsquedas interiores de identidad
masculina/espiritual, dentro del régimen de una sociedad patriarcal (religiosa)5.
Emerge así una espiritualidad que responde a tres cuestiones básicas en la unidad
compleja de la conciencia de hombres que cuestionan la masculinidad hegemónica, desde
una espiritualidad autónoma:
5
Adelante analizaremos el “patriarcado religioso” como forma particular del patriarcado en el que ancla sus
reales las masculinidades/espiritualidades hegemónicas en reproducción (ciega o no) de la oferta religiosa de
las cúpulas que gobiernan las iglesias establecidas: análogamente de cómo la masculinidad hegemónica es
pautada desde modelaciones de las cúpulas mediáticas (por ejemplo menú de artistas hechos a la medida del
patriarcado) el patriarcado religioso exhibe características estructurales (Régimen del Patronato Real en la
historia latinoamericana) y cotidianas en las que los intereses de las cúpulas religiosas son legitimados y
reproducidos como los correspondientes a sus seguidores de base (laicado). Hans Küng se refiere a este
fenómeno bajo la noción de “monarquía episcopal”.
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Küng H. 2011. La Mujer en el Cristianismo. Madrid. Ediciones Trotta. El autor también lo denomina
“Jerarquía Patriarcal”.
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¿Qué rasgos tornan inteligibles mis fuentes de autoridad espiritual? Los esquemas de
certidumbre pueden justificarse desde un patrón solo racionalizador o bien pueden
justificarse desde ámbitos de emocionalidad, de corporalidad o comunalidad por parte de
estos hombres. Los tres aspectos dan cuenta de lo que denominamos una espiritualidad
del “cuidado de sí”.
En este caso el encuentro consigo mismo como fuente de autoridad espiritual resulta
indispensable para discernir tanto la fuente de espiritualidad como sus esquemas de
certidumbre, también dando impulso a sus proyectos de vida: de lo contrario el sigue
quedando víctima del régimen del patriarcado y fuera de su más íntima realidad humana,
base de su más profunda identidad espiritual/masculina.
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espiritual/masculinidad remite a prácticas no existe al margen de la acción humana e inter-
humana (subjetiva/inter-subjetiva).
Asimismo, queda definido el patriarcado religioso desde su carácter utópico (del sentido
temporal de su realización). Tanto la espiritualidad como la masculinidad se realiza en la
historia y sociedad. Lo espiritual remite al nivel de re-significación de lo vivido. Y, finalmente,
Y finalmente, el patriarcado religioso se verá expresado por este sujeto teniendo en cuenta
su contribución (o no) al quehacer plural (democratizante) de sus esquemas de certidumbre.
Lo espiritual/masculinidad re-significa relaciones sociales. Todo ello visto desde una
Teología Político-profana.
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Ámbito de realidad 1. Movimiento 2.Temporalid 3.- Énfasis de
de lo (espacio social) ad Pluralidad inteligibilidad
espiritual/patriarca (realización (pauta (ámbito de
do religioso utópica) política/pode justificación)
r)
15
conocimiento espiritual está y humanidad: (inter- trayectorias
permanente depende de su humana): biográfico-
nuestras manos universalidad paradigma sociales cuya
(habla más de es relativa rival del psicogénesis
quiénes somos respecto de esquema de identifica la
que de Dios) contextos de la tolerancia propia
realización. (Dios nos autoridad
aguanta) espiritual o de
una autoridad
delegada; cuya
gnoseogénesis
identifica de
esquemas de
inteligibilidad
en
construcción o
externamente
impuestos y
cuya
sociogénesis
identifica el
carácter del
proyecto
humano: ¿de
diálogo (un
poder
compartido o
tolerante?)
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dominantes, en los sujetos que concurren como sujetos en nuestra fuente empírica
(historias de vida).
Se notará que los tres componentes principales de las espiritualidades (su pauta social,
utópica y política) se establece desde tres criterios antropológicos en su fundamentación
como expresión de la realidad interseccional humana: en primer lugar, la acción humana;
en segundo lugar, la búsqueda democrática de diálogo y en tercer lugar el horizonte utópico
son factores constitutivos de las espiritualidades y al ser sus condiciones básicas se
consideran estos factores como definitorios de la calidad de la vivencia humana que se
describe y testimonia como espiritual.
El campo o ámbito de la realidad espiritual en la experiencia del ser humano masculino que
cuenta su vida en las fuentes que acudimos, queda definido desde las tendencias (o
“movimiento”) que generan la acción de este sujeto en el campo social; asimismo, queda
definido desde su carácter utópico (del sentido temporal de su realización) y es expresado
por este sujeto teniendo en cuenta su contribución (o no) al quehacer plural
(democratizante) de la dimensión política de su vida.
Otro abordaje que complementa el anterior remite a las ofertas de religión dentro del
mercado de producción de sentido espiritual del Patriarcado Religioso (en términos de cierta
caracterización de su demanda)
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e) Dimensiones interiores (límites) de espiritualidad alrededor del “cuidado de sí.”
Sumisión y
vuelta a las Espiritualidades
fuentes de Espiritualidades Espiritualidades Espiritualidades reformismo-
producción de sumisión y fundamentalistas: reformismo- crítico
de sentido obediencia: literalistas (EECC) prosperidad (cristianismos
(oferta de institución. (neopentecostalismos) ilustrados)
salvación)
PECADO
SALVACIÓN Adhesión a la Lo que dice la el sentido global el sentido
iglesia propia Biblia: Fe en (salvación) es global
Cristo. producto organizado (salvación) es
desde los poderes producto
establecidos (está en organizativo
los poderes dados) por realizar
BIBLIA
SOCIEDAD
IGLESIA
MUJER
HOMBRE
CIELO
CONVERSIÓN
ESPIRITUAL
AMOR
FE
ESPERANZA
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Conceptualmente denominamos con el término “cuidado de sí” a la experiencia básica de
espiritualidad analizada BIO-CULTURALMENTE; es decir, desde el punto de vista de lo que
define su naturaleza como forma de la consciencia corporal, comunitaria y emocional del
sujeto: aquí el menú sugiere cuáles son los límites o paredes celulares de eso que la define
como espiritualidad.
Los límites entre los compartimentos de la pirámide son “paredes” interiores con las que
limita “el cuidado de sí”; es decir, teniendo en cuenta el carácter del itinerario de
espiritualidad hay que insistir en que aquí los límites que se destacan son las resonancias
interiores de las violencias que exteriormente protagoniza el hombre en tanto masculino
hegemónico. La violencia que el propio sujeto se aplica a sí mismo desvirtuando su
condición humana básica, al ejercer violencia contra otras/os: esto puede contextualizarse
por efecto del régimen patriarcal que la masculinidad dominante reproduce.
•inmanencia cerrada
capa intermedia de espiritualidad •innmanencia abierta
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Énfasis de lo que impide el cuidado de sí desde el contexto de los propios
atavismos internos.
Entre los factores de análisis desde el punto de vista metodológico exponemos la relación
general que enlaza temáticamente nuestra aproximación sobre espiritualidad a la
aproximación sobre masculinidades, dentro del contexto del patriarcado religioso.
Nuestra apreciación es que estas tres características citadas y compartidas por las
Religiones del Libro ofrecen una forma de leer la génesis de la construcción inter-subjetiva
7
Le Breton, D. 1992. Los rostros. Ensayos de antropología, Paris, Métailié. Le Breton, David. 1990.
Antropología del cuerpo y modernidad, Paris, PUF. Le Breton, D. 2009. El rostro y lo sagrado: algunos puntos
de análisis. Universidad Humanística no.68 julio-diciembre de 2009 pp: 139-153 Bogotá. Traducción de
Beatriz. Antropóloga de la Universidad de Antioquia. Miembro del grupo de investigación religión, cultura y
sociedad RCS de la misma universidad (zipan3@yahoo.es). Ver artículo, DNP. Espiritualidad como “cuidado de
sí” y contra el “desaparecer” de sí mismo. Borrador N°1.
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de la masculinidad hegemónica en Occidente. En palabras nuestras –siguiendo a Piñero—
podemos señalarse tres aspectos, que permiten visualizar la construcción inter-subjetiva de
la masculinidad hegemónica, en los siguientes términos:
Piñero (2015) como historiador y exégeta del cristianismo somete a debate las líneas
fuertes que sistematizan hipotéticamente las bases en que permanece y se sostiene el
cristianismo a lo largo del tiempo en la parte occidental del mundo. Divide en tres el
resultado de su imponente esfuerzo:
• Generación culpógena: Tanto en la relación con mujeres como al interior de las dinámicas
cotidianas masculinas compartidas, la masculinidad hegemónica sanciona (“vigila y
castiga”) comportamientos bajo lecturas favorables o amenazantes de la “identidad”
(integridad) hegemónica masculina. Tanto las mujeres –en general—como otros
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masculinos no hegemónicos, son identificados y señalados (simbólica y materialmente)
como potencial y efectivamente “culpables” de introducir rupturas al “desideratum” hetero-
normativo, rígidamente sexista, predicado por la masculinidad hegemónica. Pero esta
culpabilización no solo recae sobre aquellas y aquellos que son sospechosos de romper las
reglas patriarcales básicas (heteronormatividades) sino que es vivida por el propio
masculino dominante como una “espada de Damócles” sobre su cabeza; él también está a
prueba en la medida en que ejerza la vigilancia, apropiadamente; es decir, en la medida de
sus prácticas y lecturas homofóbicas, sexistas, etc. Parte del análisis dará cuenta del
fenómeno asociando esta generación culpógena con los otros dos aspectos generales
anteriores: descorporización y jerarquización.
Desde su punto de vista (socio-genético) preguntar por las estructuras sociales anteriores
equivale a preguntar por el arraigo del régimen del patriarcado; y ahí se requiere reflexionar
–a propósito de la temática axiológico religiosa—el hecho de que no toda la forma de
dominación cultural puede ser atribuida al poder de lo religioso, aunque indudablemente
exista dicha relación.
El orden axiológico religioso posee y aporta un peso simbólico importante en la vida de los
pueblos, pero lo cierto es que al coincidir con otras formas de colonialidad (étnica,
económica, etc.) entonces nos explica la eficacia con que opera el régimen patriarcal, como
un todo, a raíz de las condiciones interseccionalidades.
Bibliografía
3. Herrera Flores Joaquín. 2005. Los Derechos Humanos como productos culturales.
Crítica del humanismo abstracto, Libros de la Catarata, Madrid, 2005. Para una visión
panorámica de la bibliografía del autor, ver:
https://www.google.com/?gws_rd=ssl#q=instituto+joaqu%C3%ADn+herrera+flores.
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4. Escuela de Planificación y Promoción Social. Autobiografías campesinas. 1979.
Tomo I-V. Heredia: Costa Rica. Editorial EUNA.
11. Ceriani Cernadas, César. 2013. «La religión como categoría social: encrucijadas
semánticas y pragmáticas». Revista Cultura y Religión 7 (1): 8-20.
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